Confesionario de las Lamentaciones (MM B: 87865)

[Matt Blackner]

llegué poco después de Reena. Había escuchado los murmullos en la oscuridad, mientras avanzaba dejándome guiar por el oido. Reena se había presentado a Annabelle, mientras Saitas murmuraba algo.

 

Cuando pude verlas Sagitas parecía pasar de acunar al augurey del confesionario a dejarlo con cuidado en su nido. El ave parecía tranquila, y me daba la sensación de que tenía qeu ver con los murmullos de Sagitas.

 

- Solo alzó el vuelo....yo creía que iba a buscar algo que comer.

 

Sagitas hablaba acerca de la creencia de algunos acerca de su relación con la muerte. ME encogí de hombros, y luego la smiré.

 

- Es solo una leyenda, pero que al final acaba siendo en parte cierta. La creencia está tan arraigada en algunas zonas qeu al oir su canto, las personas sufren un pequeño infarto provocado por el miedo de pensar qeu intentan matarlos...y al final, acaban muriendo y la creencia se afianza. No digo qeu yo lo crea, no soy tonto, pero... - me apresuré a añadir, no fuera qeu me ganase una colleja.

[Sagitas E. Potter Blue]

Arrugué el ceño cuando dijo que Xell venía por delante de ella.

 

-- ¿Y no la viste? En el confesionario no hay muchos lugares donde esconderse, además de que tu hija no debiera querer esconderse para nada.

 

Reena explicaba que el pájaro salió volando. Aquello no era un comportamiento usual en el ave.

 

-- ¿Le asustasteis? Vosotros o algo, quiero decir. No es normal que entre con miedo al lugar y se rompa varias plumas. ¡Oh, gracias....!

 

Reena puso una sábana encima del altar para anidar allá al pájaro. Así, me favoreció la cura de las alas. El augurey era un animal maravilloso y se portó genial.

 

-- No, algo de comer no, pues todas sus presas viven fuera, en el exterior -- le contesté a Matt cuando acabé de poner las férulas en las plumas heridas. Acaricié el ala del pájaro. -- Amigo, no podrás volar en un par de días... Si supieras decirme lo que ha sucedido...

 

Miré con cara ambigua a Matt y después sonreí.

 

-- Vamos, no seas tonto, no anuncia la muerte. Y si te da un infarto del miedo, la culpa es tuyo por ser tan tiquismikis y creer en leyendas. Y te estaría bien merecido, con los monos que son los augureys..,

[Reena Vladimir]

Estuve por darle la razón a mi tía en eso de que si te daba un chungo al escuchar a un augurey era porque eras medio tonto y menos mal que no lo hice, porque personalmente no compartía eso de que eran muy monos, eran feos a rabiar, pero qué le podía hacer yo a mi tía si ella tenía ceguera causada por el amor que sentía hacia los animales?

 

-En fin...

 

Negué con la cabeza y saqué de la túnica un cuenco de madera muy gastado que puse ante mi tía y esperé. Tras unos segundos lo llené de agua y volví a esperar. No tardó en desaparecer el agua y brotar un puntito verde que se convirtió en una hoja rápidamente.

 

-Me lo han mandado unos amigos y me han dicho que procedía del desierto. Un pueblo que fue exterminado. ¿Que piensas que podemos hacer?

 

Se me ocurría que podía ser peligroso custodiar tan místico objeto, pero la magia blanca con la que estaba imbuido era demasiado poderosa para dejar que otros la guardasen tras haber hecho desaparecer a sus legítimos dueños. Me sentía en la obligación de buscar a esos desalmados y hacerles pagar por el daño que habían provocado...

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Ok..encontras a Sagitas no es que fuese dificil...aun asi....pues despues de la ultima vez era necesario..creo...no involucrar el placer con los negocios..ir a su Mansion...pues ademas de dejar pistas de mis acciones...daba luz verde a que subiera las escaleras..y me colase en el cuarto de Perenela....y...estuviese ahi hasta el otro dia...o tal vez mas..Una vez en manos de esa encantadora demonio...y perdia la nocion del tiempo y el espacio..

 

Una vez descartada la Mansion como lugar donde charlar con ella solo quedaban los negocios y el trabajo...este ultimo igualmente descartado...que no queria a la metiche de Amya husmeando por ahi....bastante tenia con soportarla mientras trabajabamos...y ahora que no era jhefa pues peor....aun se creia que lo era....en fin....a donde ir.....

 

Mire la lista y repase cada uno de los negocios...acortados visiblemente por la nueva reforma....a lo mejor por eso estaba agria mi futura suegra..nahh...ella siempre estaba agria...a lo mejor el fantasma...pues como fantasma al fin....debia algunos años de pasion en la cama...pero basta de suposiciones morbosas....Si..este seria....por la descripcion era genial....aunque la verdad a mi no se me daba bien lo de confesar ni lo de lamentarme...en fin..que acomode mi capa y sali hacia el lugar....

 

Una hora despues..llegaba al lugar elegido..una tranquila hermita...muy propicia para la meditacion y canalizar lo que a lo mejor las sacerdotizas llamaban las energias espirituales de la naturaleza... o alguna chorreada de esas...en fin me encogi de hombros y cruce la verja..acercandome lentamente a la puerta de la hermita...ya ahi..me limite a tocar la puerta....

 

-Buenas...hay alguien en casa- dije en vos alta mientras miraba con detenimiento la estructura.

[Reena Vladimir]

Tocaron a la puerta y miré en su dirección, no podía ser que los exterminadores hubieran seguido la pista del cuenco con tanta rapidez y certeza. Busqué donde guardarlo y lo unico que se me ocurrió fue beberme el agua y lanzarlo contra las tallas del altar, que se elevaban hasta el techo, repressentando a todas las deidades que conocía a lo largo del planta. Alguna de ellas guardaría mi cuenco y mi incertidumbre se volvió alivio al ver que se había quedado enganchado a los pies de un idolo encapuchado. Así el visitante no lo vería.

 

-Un segundo! -respondí hacia la puerta y luego le hice señal de silencio a mi tía.

 

Ella seguía cuidando del Augurey que además de parecer que lo habían hecho de palos de helado, ahora parecía gorgorear de agradecimiento.

 

Corrí hacia la puerta y la desentranqué, metiéndome de inmediato en el papel de sacerdotisa.

 

-Bienvenido viajero a tu casa... ¡Sean!

 

Abrí los ojos con sorpresa puesto que no esperaba encontrarlo allí, esperaba que no me hubiera seguido para intentar conseguir algo de mi, algo que estando comprometido no tenía intención de darle.

 

Me eché a temblar y recordando que allí dentro estaban Matt y Sagitas, le hice una leve reverencia invitandole a entrar, aunque desconocía sus intenciones, no debía olvidar mis principios y la educación.

 

-¿En qué podemos ayudarte en este humilde templo?

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Viajero???..asi se identificaban aqui???...Al parecer la fama de estar un poco locas que tenian las saserdotizas estaba bien dada...deberia al menos de chaquear quien osaba entrar..que tal si hubiese sido un ladron...bueno era un ladron...pero no en dia laborable..en fin...demasiada confianza se tenian ahi...Por lo demas...Reena tan bella como siempre....asi pes le sonrei ante su cara de sorpresa.

 

-Bueno con llamar a Sagitas creo que me ayudaras lo suficiente -le sonrei...-por cierto..hoy estas encantadora...estos aires te asientan...y no esa locura de Departamento.

 

Y era la verdad....al parecer el aura mistica de estos lugares le daban cierto halo de esplendor a las sacerdotizas...aunque...Nahhh..de seguro que a Sagitas no...ella seguiria igual que siempre...aunque a veces tenia sus dias...como cuando se habia provado el bikini violeta frente a mi....gracias a Merlin por haber estado solo en su oficina en ese momento

[Matt Blackner]

Fruncí el ceño, Sagitas me llamaba bobo en vez de darme una colleja, eso si, mientras mimaba al animalito.

- Yo no digo qeu me lo crea, solo te digo lo qeu por ahí se habla. Nunca he creido en esas cosas...si fuera tan supersticioso creo qeu hace tiempo estaría muerto.

 

Pero era mejor dejarlo, el augurey estaba al fin curado, aunqeu no podría volar en unos días como poco al haberse dañado el ala.

 

Mientras Sagitas dejaba al ave, Reena sacó un cuenco antiguo extraño. Decía qeu era de una tribu exterminada, y por lo qeu parecía era un objeto de magia blanca, del cual surgió primero agua y luego lo qeu parecía una planta. Era tan extraño como curioso.

- Exterminados?q eu tribu? donde? - pregunté. Si ese objeto era importante, tal vez podrían venir a buscarlo, lo cual no me hacía demasiada gracia pensar. pero un objeto asi también merecía ser guardado en el confesionario, donde lo iban a proteger seguro.

 

de pronto llamaron a la puerta. Reena no tardó en esconder el cuenco, mientras yo, alarte, vigilaba quien podía ser.

 

Y no era otro qe Sean. Que demonios hacía alli?

- Eh, accidentes no es una locura. - le dije desde mi sitio. - Los locos somos nosotros, que es muy distinto.

[Sagitas E. Potter Blue]

Sonreí sin mirar a Reena, atareada en el cuidado del augurey. Mi sobrina era tan clara como el agua, odiaba las bestias, no sé como aún mantenía aquella mantícora alada en su mansión si no era por el amor que le tenía a su dueña, mi hermana Hayame. Pero a mí me gustaban casi todas las criaturas (casi, algunas me hacían subirme a las sillas con un chillido) y por eso notaba que el ave, para ella, era un ser horroroso. Le di un beso en el pico, sí, yo soy atrevida.

 

-- Pobre mi Augurey, que nadie te comprende -- le dije, divertida, mientras Reena desaparecía de mi vista.

 

Al instante la vi de nuevo con un cuenco de madera. Le di una rápida ojeada mientras seguía limpiando las plumas del ave. ¿Qué tenía de especial? Después vi la magia blanca reververcer en el borde del cuenco y aparecer una hoja verde.

 

-- ¡Oooh! ¡Vaya...! -- a punto estuve de soltar uno de mis "demonios" sin pensar que estábamos en un lugar sacro, pero me contuve a tiempo. -- Esto es... increíble. Pon esa hoja en una maceta y seguro que mañana tenemos un arbolillo creciente. Si es así... Ay, ¿quién dices que te ha dado esto?

 

De repente, comprendí el valor, y no sólo monetario, del sencillo objeto que Reena tenía entre las manos.

 

-- Hemos de custodiarlo, por supuesto. Ni la cámara trastero mejor vigilada podría contener su magia si se desata. Hemos de... Envolverla en un paño untado con linaza blanca, eso hará que la madera esté siempre húmeda y no se resquebraje. Eso sería un sacrilegio. Y guardarlo en un lugar seguro dentro de la sacristía. No sé...

 

Miré a los lados, tenía yo dos habitácul0s donde escondía los veleros de plata y el cáliz de oro, sólo porque los ladrones mirarían su material y no su valor sentimental. En el otro guardaba la cera virgen, los incensarios y demás útiles del confesionario, que sólo valían lo que nosotros dijéramos, es decir, nada, pero era nuestro material de cada día y no podía ir desapareciendo. ¿Qué lugar sería el idóneo para el cuenco de Reena? Tal vez un agujero excavado en la cripta...

 

Divagaba buscando un lugar seguro cuando sentí una voz. Me puse blanca. ¿Él aquí? ¿Es que olía el dinero o la magnificencia de las joyas? Sean nunca había venido al confesionario, como si le hiciera falta confesarse... ¿Sería casualidad que su presencia fuera por algún motivo ajeno al cuenco? Reena fue más rápida que yo y escondió el cuenco, no en el lugar más oculto pero... Los caminos de la Diosa Tierra son inescrutables.

 

Miré mi ropaje, aún con la toalla blanca por encima. No me había importado estar así con Annabelle, ni con Matt ni con Reena delante. Pero Sean era otro cantar. Así que corrí al armarito y saqué la sotana marrón, de cuello redondo cerrado y bajo hasta los tobillos, poco dado a enseñar nada. Me puse el cordón de cáñamo en la cintura y colgué del estuche mi hoz de plata (mejor tenerla cerca) y mi saquito de semillas de manzana. Así, ataviada como Sacerdotisa de la Orden de Avalon, me acerqué por fin a la entrada del confesionario, con las manos juntas. Mi pelo violeta, suelto al aire, se movía por la corriente que daba la puerta abierta.

 

-- Buenos días, hermano Sean. He oído que preguntas por mí. ¿Vienes a una ceremonia de purificación de alma? Este es el lugar adecuado, si es lo que pretendes, aunque me temo que tus motivos sean más prosaicos, ¿no es así?

 

Y le saludé inclinando la cabeza ante su figura. Fuera de allá ni loca sería tan sumisa. Pero estaba en un centro religioso que se merecía su respeto. Allá todos eran hermanos y tenían derecho de asilo. Hasta podían conservar la cabeza mientras estuvieran dentro. Lástima de ser tan buena sacerdotisa... Esperaba que no me hiciera olvidar eso y estallara con mi mal genio.

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

-Vaya mola eso de hermano...aunque no es algo incestuoso pensarlo???..este dado que salgo con tu hija..o sea seria mi sobrina...- heme aqui...divagando demasiado en algo que sabia que era un simple \saludo formal dada la poco sexy vestimenta que estab usando...

 

De hecho comparando las vestimentas..a reena le quedaba muy bien...esa toga blanca..si señor....y no como Sagitas que al parecer imitaba al Fraile Tuck..aunque claro ella no era tan redonda. En fin...que mejor dejar el mensaje rapido que sus propuestas no me habia parecido muy interesantes...Purificacion de almas????....eso sonaba demasiado irreal...ademas estaba feliz como era...asi que mejor dejar mi alma tranquila.

 

-Bueno...mejor no darles vueltas al asunto...-dije mirando alrededor..habria algo valioso en este negocio??, nada a simple vista...-Sin mas lleve la mano al bolsillo interior de mi gabardina y estendi la mano para alcanzarle un pergamino..pequeño pero eficaz...y aqui estaba escrito...un simple y facil enigma...

 

Circulando por todo el cuerpo
oxígeno y nutrientes transporta,
muy fácil la puedes ver
cuando un dedo te cortas.

 

-Cuando tengas las respuesta...podras encontrarme...asi podremos hablar de algunos asuntos pendientes -a ver como funcionaba este nuevo sistema de comunicacion...solo tenia que relacionar la respuesta con la forma en que haciamos negocios....Sin mas me gire...-Reena un placer...Sagitas...espero nos veamos pronto....

 

Si era lo suficiente perpicas y usaba la sangre como era decibo el pergamino le mostraria una uno respuesta..." Botica Macnair" .

[Helike R V PB]

off: entro con mi personaje principal, hago que la hermana de Heli, Annabelle ya ha salido que me he perdido con tantos posteos

 

on:

 

Hacía ya mucho tiempo que no pisaba el confesionario sobre todo, con las últimas reformas ministeriales. Por el camino hacia la entrada, me encontré con mi hermana Annabelle.

 

- ¿Estás bien? - parecía que estaba compungida por algo, no lo sabía. Pero no me respondió seguramente ni me había visto. Aunque generalmente nos notábamos la una a la otra... En esa ocasión parecía triste. La dejé irse del confesionario y yo entré en él.

 

Sagitas hacia ya, mucho tiempo, me había prometido una limpieza espiritual. Pero quizá estuviese ocupada, no lo sabía. Lo que sí sabía era que había mucha gente en el confesario. Sobre todo en el área de la sacristía. Me llegó el aroma de Sean. ¿Qué haría el aquí? No tenía ni idea.

 

Pero sí me llegaron los demás aromas familiares conocidos. Matt, la propia Sagitas, Reena e incluso hasta diría que Xell.

 

En mi caso estaba preparada para la purificación. Lo necesitaba. Después de estar en la Marca, necesitaba una limpieza espiritual bastante urgente. Necesitaba estar en paz conmigo misma. En esa ocasión me había vestido lo mejor que pude. Un traje largo y blanco, con ribetes dorados, que cubrían parte de mi traje. Era de inspiración griega. Llevaba la varita guardada en el cinturón y poco más. Además de eso, unas sandalias de cuero protegían la planta de mis pies. Esperaría a que saliese Sagitas, sino, iría a ver lo que estuviese pasando ahí dentro.