♥ Familia Tonks ♥ (MM B: 78211)

[ZelKat13]

El peliverde la animó para que fuera al ministerio lo antes posible para conocer las instalaciones, a lo que Zelda accedió gustosamente. -De acuerdo, solo debo traer mi bolsa y podremos irnos cuando quieras.- Sacó su varita de su pierna, escondida entre sus zapatillas, y aclamó para que su bolsa apareciera.

-¡Accio bolsa!- Al instante, una pequeña cartera color carmesí haciendo juego con su blusa fue directo hacía ella, quien la tomó con las manos antes de que la impactara. -Adoro la magia, hace todo más simple.- Dijo la rubia riendo levemente. En eso, Pandora le entrega un album de fotos con todos los miembros Tonks para que pudiera conocerlos aun siendo por fotos. Zelda se encontraba entretenida mirando las fotos, muchas de las cuales eran los mismos miembros haciendo locuras de todo tipo abusando inocentemente de su magia.

-Esta es una familia muy peculiar, están todos locos.- Comentó en tono divertido. -Me alegra formar parte, puesto que yo también lo estoy.-

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[Anthony R. Dracony M.]

Su prima volvió con los trozos de mango que pidió y hasta hizo un coctel de fruta y también una pasta, de la cual solo dio una probada porque lo que si quería era mango.

No reprocho a Pandora que le mostrará su habilidad, pero no le mencionaría que él estuvo tres años trabajando en un restaurante, además, era ese tiempo, algo que deseaba olvidar.

 

Se rió de su prima, al buscar una llave con un listón verde....¡ay su prima! tan ingenua que pensaba que al ojimiel le hacía falta una llave para ir a su habitación...pero se guardo aquella llave, en otra ocasión se quedaría en su cama. Se deleito con el mango y vió a Pandora con un albúm de fotos, en el solo estaba la foto de su último cumpleaños...y fue precisamente Pandora la que le había tomado esa foto, en la fiesta sorpresa que le organizó en el hotel "Aliento de Dragón"...el álbum que tenía su padre Reacon, ese si tenía fotos de él, su padre le tomaba fotos todo el tiempo y recordó la "amenaza" que le hizo aquel invierno que fue a visitarlo: --Le mostraré a tu novia este albúm, el día que la traigas a que yo la conozca, solo así ella podrá realmente conocerte por completo.

 

Se quiso carcajear de aquellas palabras pero se aguanto la risa, si reía sin sentido, le iban a creer loco. Realmente no tuvo que aguardar mucho a la rubia...no era como la castaña de Shena, ella uso su varita y al momento estuvo lista, le agrado comprobar que estaba emocionada por ir al Ministerio Mágico, le ofreció el brazo y salieron afuera, caminaron para alejarse lo suficiente, no había ido con su escoba "Saeta de Fuego" así que utilizaría la desaparición conjunta.

--Sujeta te bien, solo unos segundos y estaremos en el callejón cercano al Ministerio, ¿lista? ¡Vamos! -- Giro sobre sus talones y desaparecieron rumbo al edificio Ministerial.

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[Leah Snegovik]

Cada paso que daba disipaba un poco más la niebla negra que la había envuelto en el descenso de la aparición, haciendo su figura cada vez más visible. La túnica blanca estaba hasta arriba en su nariz y boca, cubriendo la única parte de su rostro que estaba expuesta para permitirle una respiración más cómoda. El clima en Londres empezaba a bajar cada vez más y si bien no le molestaba el frío como para sentirse congelada, debía admitir que expulsar vaho en cada exhalación la sacaba de quicio.

 

La máscara rozaba el borde de la tela blanca y sus ojos, detrás de una capa de metal tan brillante que podría haber sido líquida, examinaban con atención el lugar que visitarían aquél día. La hacienda Tonks, que había sido testigo de una destrucción masiva de los terrenos y la propia estructura, volvía a alzarse en perfecto estado después de un tiempo decente en el que la mujer no había vuelto a pisar el lugar. Pero la paz se les había agotado.

 

Había aparecido en las calles, lejos de los límites, de modo que sus pasos la acercaron poco a poco hasta la entrada al jardín. Una vez que hubo llegado, sacó la varita de la manga larga de su vestimenta e hincó la punta de almendro en su piel, logrando que un ardor descomunal se expandiera desde el tatuaje azabache al resto del brazo. El llamado estaba hecho y la MArca Tenebrosa había cobrado vida en su piel, haciendo que las serpientes se enroscaran entorno a la calavera.

 

Poco a poco, los mortífagos fueron cayendo del cielo como estelas negras, trayendo consigo la oscuridad y la muerte. Sonrió.

 

—Bienvenidos —bajó la cabeza en señal de respeto hacia todos y cada uno de los presentes y señaló al frente—. Hace tiempo que Ishaya no da la cara por su casucha, ¿creen que venga hoy?

 

Con un ademán despreocupado, cuadró los hombros en una posición más cómoda y la katana osciló pasivamente sobre su hombro izquierdo, cerca de su mano útil. Cuando hubo saltado las pequeñas protecciones, que no eran ninguna maravilla, se adentró al jardín con toda la tranquilidad posible. Era momento de una batalla buena, por una vez.

 

—¡Morsmodre! —apuntó hacia arriba, formando la Marca Tenebrosa a raíz de un rayo esmeralda que iluminó todo el cielo—. No pueden decir que no se dieron cuenta.

[Hugo J. Haughton]

Un ardor recorrió el antebrazo del mortífago contraponiéndose al frío que hacía en el exterior del edificio en el que se encontraba. Ese ardor era todo lo que el joven necesitaba para ponerse en marcha. Con un ágil movimiento de varita sus vestimentas cambiaron por una fina túnica que quedaba algo holgada del cuerpo, de forma que sus movimientos fueran ágiles y no pudieran ser contrarrestados por los ropajes. Asimismo, una máscara de color verde cubrió su rostro blanquecino, haciendo de esta manera imposible su identificación.

 

Con un giro sobre sí mismo percibió la sensación de asfixia que provocaba el fenómeno de la aparición, y en unos segundos ya se encontraba en las lindes de una hacienda que le sonaba conocida de su época activa de matanzas; una época en la que podía considerarse una de las mayores referencias para su bando, pero que ya había quedado lejana. Con una leve sonrisa y su recuerdo de época de grandeza, el Haughton asumió lo que le esperaba y se acercó al grupo que iba apareciendo lentamente y se iba congregando frente a las lindes de la familia tonks.

 

- Bonito día para matar susurró con una voz fría y desagradable.

 

La única respuesta que recibió fue el silencio gélido de sus acompañantes, respuesta más que suficiente para entender que en aquella ocasión iban en serio: destruir a aquella familia y en especial a su patriarca era uno de los objetivos de la Marca Tenebrosa desde hacía tiempo, y aquel podía ser un momento interesante para hacerlo, siempre y cuando encontrasen a sus objetivos en casa.

 

[Darla G Dumbledore]

El sonido de la lluvia llenaba sus oídos mientras el agua recorría cada centímetro de su cuerpo. Era un día tranquilo y esperaba, deseaba, ansiaba de todo corazón que continuara así. Pero no, sus manos golpearon contra los azulejos del baño en el momento en el que el oculto tatuaje sobre su piel comenzó a arder. Apoyó su frente sobre el verde azulejado y suspiró, resignada, adiós ducha relajante y adiós disfrute en la cama.

Tras terminar en el baño y secarse la pelirroja optó por cambiar sus cabellos a un aspecto corto y rubio, tomó unos pantalones jeans de Seba y una remera negra que había en el cajón y salió una vez más con aspecto masculino, las zapatillas sobre las medias lucían bien, aunque resultaba gracioso si le vieran con su ropa interior lila.

Tomó a Edelweiss y cubrió su rostro con una máscara negra y plata, con arabescos y runas dibujadas sobre ella y se desapareció de su hogar rumbo a la cita.

El alto rubio apareció junto a sus compañeros y les guiñó uno de sus ojos verdes en señal de saludo. Estaban fuera de los límites marcados habitualmente por los hechizos anti aparición y parecía que se mantendrían así hasta que todos estuvieran. Cuando el grupo se completó encaminaron sus pasos hacia el interior del jardín.

La tarde era una típica tarde otoñal británica sin embargo Darla no lamentaba tener los musculosos brazos masculinos al aire con la remera de mangas cortas. Su raza, le impedían sentir ni los fríos ni los calores. La voz de su compañera la hizo girar a verla y sonrió bajo la máscara respondiendo con voz grave

--Ponte cómoda y espera y si, compañero, muy bonito día para que la sangre llene el paladar.

[Ky.]

Nathaly apareció a los limites de la Hacienda Tonks, minutos antes, la marca en su antebrazo empezaba a arder, aquello no podía indicar otra cosa que iban a salir de cacería y eso a ella le emocionaba mas que cualquier cosa.

 

Llevaba con ella una capa negra que le cubría su vestimenta. Sobre su rostro blanco la mascara plateada que le cubría para que cualquier enemigo la desconociera. El clima era frío, lo podía sentir en el entumecimiento de su cuerpo, y al parecer entre mas tiempo pasaba, la temperatura mas descendía. No podía haber una tarde mas tenebrosa que aquella.

 

-Espero que esta vez si venga alguien o tendré que empezar a matar miembros de cada familia de las personas que se han revelado. ¿No crees que sería lo mas conveniente?

 

Su mirada fue directa a la marca tenebrosa que se encontraba en el cielo sobre la Hacienda Tonks y después realizo un escaneo a las personas que ahí se encontraban, no reconocía al hombre rubio por lo que se acerco a la Angel Caido.

 

-¿Quien es el rubio guapo? (?)

[Leah Snegovik]

—Uh, vaya —sus ojos viajaron a Darla, divertida, puesto que su apariencia era bastante curiosa—. Me recuerdas un poco a mi sobrino, si te soy sincera.

 

La Metamorfomagia era una cosa maravillosa que aún no había probado en un asalto. Zack y Darla sí, como era evidente, pero ella prefería que supieran quién era. Al menos portando la máscara. Hizo una pequeña caminata de reconocimiento, viendo lo que se podía usar y lo que no, acabando por regresar al grupo sin mucho qué hacer en realidad. Era un lugar bastante pobre en muchos sentidos, lo único de valor era su gente y no porque fueran ejemplares dignos de la raza humana, sino porque ahora mismo sus cabezas tenían un precio para la Marca Tenebrosa.

 

—Celerus Expectro Protego —escuchó lo que decía Shalyit y soltó una risita—. Un Nigromante que conoces muy bien, ¿ah que sí? Detritus.

 

Su cuerpo, el de Hugo y el de Shalyit quedaron cubiertos por una capa gaseosa de color azul, que poco a poco se fue disipando hasta ofuscarse. Los cubriría de cualquier ataque físico durante un tiempo corto pero muy, muy útil.

 

—Igual que a ese hombre de allá, ¿lo conoces? Cuenta la leyenda que me dio clases alguna vez y que llegó a lo más alto de nuestra lista —sonrió a Hugo por encima de la tela de la túnica y volvió a esconder la boca.

 

La distancia que los separaba no era demasiada, pero tampoco estaban cerca. Poner metros habría sido excesivo pero si hubiera podido medirlo, habría alcanzado unos tres metros con cada uno. Por lo tanto, cuando hiciera su tercera acción nadie sería víctima de un accidente.

 

—Fuego Negro.

 

Una esfera de fuego azabache apareció sobre su cabeza, a un par de metros, con la orden de crecer con su poder y alcanzar el nivel máximo, volviéndose imparable.

 

—Ven, pollito, pollito.

[Arya Macnair]

La tarde caía y la llamada se hizo presente como había sido prometida, pronto la legalidad le permitiría estar hombro con hombro junto a sus semejantes pero de momento seguía pretendiendo ser una atractiva, sanguinaria e inteligente mujer vampiro de alta estatura, cuerpo esbelto y corto cabello blanco aunque lo que más resaltaba en sus facciones eran aquel par de cuentas lilas que llevaba por ojos, al verse en el espejo siempre su mirada se nublaba podría haber olvidado cientos de cosas de su vida pasada pero Oniria había sido una marca a fuego. Saboreó los restos de poción multijugos que quedó en su lengua un poco asqueada y cubrió su cabeza con una gruesa capucha de lana, todo su abrigo lo era y dentro estaba forrado por piel de cordero, hacía frío y no deseaba enfermarse antes de que el invierno llegase por completo.

 

—Es nuestra oportunidad Teddy— Soltó tomando un pequeño oso de felpa de la cuna de su hija.

 

Su compañero corrió con ella escaleras abajo pero él ya era todo un hombre, portaba con orgullo una máscara plateada que se amoldaba a sus facciones de oso y no tenía que estar cambiando de identidad como la pelirroja pero a ésta mucho no le importaba pues bien sabía que todo se hacía con sacrificio y trabajo duro, nada se ganaba por tener una cara exageradamente bonita. —Más vale que te comportes y me hagas quedar bien— musitó Macnair antes de desaparecer de los terrenos que le correspondían como matriarca y aparecer en los límites permitidos por los conjuros antiaparición de la familia Tonks, dulce hogar de su abuelo adoptivo.

 

Una vez los cruzó se topó con un reducido grupo de mortífagos respetados, reconoció a su hermana de inmediato y torció el gesto aunque no sabía si ésta sabría que se trataba de ella en otra piel, luego vislumbró la melena dorada de su voz al mando a quién le señaló a Teddy como chiste interno con su tierna máscara y entrecerró los ojos tratando de descifrar quién era el papi rubio que nunca antes había visto, últimamente las melenas blondas le estaban enloqueciendo un poco, sería mejor que se calmara. Con una reverencia las saludó a todas y desenvainó a Ómra.

[Darla G Dumbledore]

--¿No reconoces a tu hermano Darling? --bromeó en respuesta a la pregunta de Nathaly.

Tras pasar los primeros minutos y ubicarse todos en el lugar ya iban decididos a hacerle pagar al patriarca sus inclinaciones o más que ello sus palabras contra la Marca en el periódico. Era hora de ir dejando su sello en el lugar, el hombre apoyó su zurda en la barbilla pensando con qué empezar y movió su diestra realizando una clara floritura con su varita mientras pronunciaba con voz clara.

--Celerus Detritus --provocando el doble efecto del equipable que le daba más velocidad y un hechizo extra más el efecto de la fina capa gaseosa de color ambar que cubrió su propio cuerpo y el de su compañera [Arya], ambas estarían protegidas de cualquier ataque dentro de la niebla.

--Expecto Protego --la invocación oscura tomó la forma de un hipogrifo de afiladas garras y firme presencia que se elevó un par de metros sobre su cabeza para protegerla.

--Fuego Negro --agregó inmediatamente haciendo que a un par de metros sobre su cabeza rubia apareciera una esfera pequeña de fuego negro a sus órdenes, la cual iría aumentando lentamente su tamaño.

[Arya Macnair]

—Morphos

 

Ómra apuntó en dirección a un enorme y pesado banco de concreto que se encontraba en la vereda a unos cinco metros de ella, sin que su dueña casi tuviera tiempo de pensar, aquel arma había hecho una conexión fuerte con el alma de Macnair y al momento de batallar se notaba a leguas. Presa del encantamiento la estatua se transformó en un lobo adulto, macho y fornido, más corpulento de lo normal con amenazantes ojos rojos y níveo pelaje, una verdadera obra maestra para sus ojos. El animal tenía la orden de defenderla pero de mantenerse lo suficientemente lejos como para no volverse en su contra, le serviría puesto que también el hombre rubio (Darla) le había protegido con detritus acto al que respondió con una segunda reverencia y una sonrisa pícara y graciosa pues algo le decía que ya la conocía de antes, o bueno LO conocía de antes.

 

Teddy seguía sostenido en su zurda con una varita de juguete dispuesto a asesinar a quien se cruzase en su camino pues era el oso de felpa más temido y sanguinario de todo el lejano oeste, el osito de felpa inmortal.

 

—Morphos

 

Una vez más apuntó a un basurero que también se encontraba del lado de afuera de los terrenos Tonks convirtiéndolo en una viuda negra que con sus ágiles patas desapareció entre la maleza expectante esperando la orden maestra de inyectar su letal ponzoña en el enemigo si es que no se entretenía con alguna mosca en el camino. Nadie podía negarlo, Teddy era la estrella de ese asalto.