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Castillo Ivashkov (MM B: 106154)


Leah Snegovik
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“Yo tampoco”. Quiso responderle a Liam en cuanto tocó el tema de la charla. Pero dejó que se fuera a recibir a los indeseados. Había que tener muchos ovarios para declararse líder de la Orden del Fénix y luego aparecer en un lugar rodeado de Mortífagos. Una chispa acabaría por encender a todos los presentes en un fuego difícil de apagar, uno que probablemente no cesaría hasta tanto cayera el último en pie… de ambos bandos.


En cuanto Zack se aproximó a Jessie lo primero que recibió fue un halago referente a la decoración del castillo. Él desconocía quién se había encargado de aquello, puesto que había pasado el día entero fuera sin saber lo que sucedería en su propio hogar. A decir verdad, la invitación la recibió solo el día anterior. Y conociendo a su prima, seguro fue de los últimos en recibirla, pues debía estar tan cargada de estrés que repartir las tarjetas debió haber sido el último de sus quehaceres, aun cuando éstas se entregaban hasta con un mes de anticipación.


—Ve, ve. No te preocupes — Respondió a Jessie en cuanto le indicó tener que buscar a otro de sus compañeros Mortífagos. En ese momento intuyó que ambos tenían una estrecha relación. Pero como él en su mundo poco se enteraba de los amoríos del pueblo, seguramente ya hasta estuvieran casados y él ignoraba el hecho. Se encaminó a la mesa de cocteles tomando uno mezclado con trozos de fruta y algún alcohol desconocido para su paladar. El sabor le resultó agradable, por lo que no tuvo que catar el resto para elegir el mejor.


Al instante en que dio un segundo sorbo, el líquido frío que atravesaba su garganta estuvo a punto de escupirlo producto de una carcajada que tuvo que ahogar al ver a Liam entregando la vaselina a Mei. Desvió la mirada procurando que su burla no fuera notoria y terminó por tragarse el coctel mordiendo un trozo de manzana que había quedado en su boca. Había sido una jugada muy atrevida, pero para hacer quedar mal a Leah, había estado perfecta. Además, seguro los invitados apreciaran el gesto.


Mientras Liam resolvía su show, Zack observó a lo lejos al esposo de Juliene, la bruja que besaba al Hawthorne donde fuera que se encontrara sin importar que estuviera acompañado o no. Era una fémina con comportamientos bastantes peculiares y llamativos para tener un esposo. Aquél hecho despertaba cierta intriga en el menor de los Ivashkov, por lo tanto, no había mejor forma de descubrir qué clase de relación guardaba con Cillian si no era conversando con él.


—¿Qué tal, me re cuerdas? — Preguntó mientras se acercaba al hombre sosteniendo su copa a la altura del abdomen —Supongo que sí, nos hemos visto un par de veces. Y quizás llegamos a trabajar juntos, solo que tengo mala memoria — bufó desviando la mirada.


@Cillian

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- ¿Alguien me ha nombrado? - dijo entrando en la habitación.

 

Llevaba dos botellas de alcohol, una en cada mano. A la izquierda el ron y a la derecha el whisky y a ambos licores les faltaban un par de tragos. Lo cierto era que las bodas no eran la celebración favorita de la Black y, ya que en aquella debía presenciarla desde el principio, había optado por hacerlo más llevadero. No llevaba en aquel castillo ni media hora y ya había conseguido robar un par de botellas. Había tenido que amenazar a un par de elfos pero estaba segura de que ninguno de los familiares, y mucho menos Leah, se darían cuenta de que faltaban un par.

 

- ¿Todavía estás desnuda? ¿Y tu vestido? - inquirió mirando a Tauro.

 

Notó en el rostro de la novia un atisbo de pánico. Ella era la encargada de llevar aquella prenda intacta hasta su dueña. No pudo evitar reír antes de darle un sorbo al ron. Dejó ambas botellas en el mueble más cercano y abrió la puerta, dando paso a dos elfos que traían una funda enorme. La dejaron sobre una silla y se apresuraron a salir. La varita de la banshee apareció en su diestra y, tras un movimiento, el vestido quedó levitando en el aire. Guardó el arma y volvió a coger una de las botellas.

 

- Creo que mi trabajo como madrina ha terminado - comentó sentándose en la cama.

 

Por unos segundos estuvo a punto de lanzarse sobre Hugo y Pik pero optó por no hacerlo. Sabía que terminaría por arrugar el vestido pero prefería hacerlo más tarde y con otra compañía. En aquella ocasión había optado por un vestido azul oscuro de gasa con corte de sirena y escote corazón. Llegaba hasta el suelo pero tenía una apertura frontal que permitía ver la pierna derecha cuando caminaba. Había optado por recogerse el pelo en un moño sencillo pero elegante y los tacones que llevaba iban a juego con el collar de diamantes que llevaba.

Editado por Evarela Black Haughton

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-Esto es triste...- comenté a mi elfo enarcando una ceja al ingresar a los terrenos del castillo.

-¿De verdad tengo que venir?-

-Cállate y anda, las bodas no muerden.-

-Pero...-

-¡Shhh, callate!-

-¬¬ *berrinche*-

 

Si bien mi elfo me trataba como si fuera un padre, le tenía mucho aprecio, aunque a veces sinceramente me desesperaba. ¿Extraño no? pues en sí, no, él es un elfo libre y me sigue solo por convicción propia y por la protección que le daba, así es como Caccius me seguía a todo lado y como en esta ocasión hizo quitarme mis harapos hermosa túnica para colocarme un feo bonito traje como éste.

 

-¿De verdad tengo que ponerme esto?-

-¡Deja de renegar y pontelo, que ya vamos tarde!-

-Pero yo... yo quiero mis trapos de siempre :( -

-No vas a ir vestido como un mendigo a la boda de tu líder, Vladimir. -

<<Uhgmmm maldito anciano, no entiende la moda victoriana>>

 

Y así, transcurrimos todo el tiempo, las cosas más sencillas, se vuelven triviales para ambos.

 

-¿Pero que c******?- (sí, Caccius es español)

-¡¿Que?!-

-No pretendes llevarle un pulpo de de 20 metros de largo como regalo... ¿o sí?-

-Qué tiene de malo, le gustan...- :perv:

Hace una seña de clara frustración.-Que voy a hacer contigo...-

-Ok, ya entendí. :(-

 

Es una lastima, ese pulpo le habría caído bien a Tau y viceversa y a lo mejor a Leah también, aunque pensándolo bien, se parecía a Cthulu. En su ausencia, le regale un aburrido, bonito perrito y una gran anaconda.

 

*tose* Perdón, me equivoqué de anaconda.

 

-Tengo que serte sincero, Caccius, la bichereja ésta, parece que tiene vida propia...-

-Es que la tiene. Solo debes saber hablar parcel.-

-¿Y si cuando se la damos hace un alboroto?-

-Por tu bien será mejor que no, no querrás arruidar la boda un alto rango y la líder mortifaga.-

-Tienes razón...*petrificus totalus*.... buenas noches, querida.-

 

Y así es como por fin, cargando una cesta de madera conteniendo una serpiente gigante y un cachorro...

-¿Espera qué?-

-¿Qué?-

-Dime que no se te ha ocurrido meter al cachorro junto con la serpiente...-

-¿Yo? ahm... no, claro que no, ¡que va!-*cara inocente*

-Cuando usarás el sentido común, Vladimir. - U.U

 

Y una vez rescatado el cachorro nos adentramos aún más en los jardines del castillo, hermoso por cierto, aunque le hacía falta algunas cosas, más arboles por ejemplo, le daba un 9 de 10.

 

-Hay tanta gente... soy alérgico a la gente.. ¡pasame mi mascara mortigata!.-

-No seas dramático... andando. -

 

Ambos nos situamos en la puerta, requeríamos de la invitación previamente dada por Taurogirl, así que una vez dispensada ésta, podíamos seguir nuestro camino hacia el interior del castillo. -Vaya que ser un líder deja pasta, tío.- comentó, admirando las cosas y la decoración del castillo. Codee su espalda y le hable al oído -No lo digas tanto alto... pueden pensar que eres un lad.... ¡¡¡Qué!!!, ¿en que piensas, nos vas a meter en problemas?, ¡devuelve esa katana ahora mismo!- todo en susurros. Si bien le llevaba ganas a la katana, el solo hecho de que me vieran con ella supondría una expulsión del bando y seguramente mi muerte.

 

Nos instalamos cerca de la chimenea, esperando a la gran hora o a ver si alguien se acercaba a saludarnos.

 

@ @

 

off: ¡Felicidades chicas! *apapachos* espero que la esten pasando genial *-* y que esto sea una boda inolvidable para uds dos :3 me alegra muchisimo esto, porqué sé que hay faje, digo, amor :love:

 

Disfruten chauuu!

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- No puede ser, no puede ser - Estaba corriendo de un lado a otro buscando un traje adecuado, no podría irme a la boda de dos de mis mejores amigas, además de que una de ellas era mi líder, en condiciones fachosas.

 

-Amor?? - No oía ruido en la habitación, por lo que me asome por el vestidor viendo solo una voluta de humo desaparecer - Creo que no se dio cuenta que aquí estaba. Tendré que apurarme - Volví a sumergirme en el vestidor hasta que encontré un traje que sería el adecuado para la ocasión.

 

- Ahora si vamonos - Pense en aquel Castillo Ivashkov en Ottery, para poder aparecerme a la verja aquella, esa que tantas veces había tocado para ser transportado a la verdadera majestuosidad del Castillo. Por lo que avance para tocar la verja y de esta forma ser transportado a Rumanía donde se veía de inmediato una decoración esplendida, veía como mi novio estaba platicando con otro mago en la puerta.

 

En este momento alise mi traje azul metálico para poder verme presentable, y camine con cierta elegancia, no llevaba conmigo la varita sin embargo sabía que si la llegaba a necesitar esta aparecería en mi mano a mis ordenes. Llegue una vez que entraba Emmet salude cortesmente a Zack.

 

- Hola, oye vengo con Emmet, claro que también tengo invitación me dejaras pasar?? - Le sonreía al mago, dejando le ver mi dentadura blanca, quedándome en la puerta esperando contestación del mago.

 

@@Zack Ivashkov, @@Emmet Haughton Gaunt

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—¡La re contra purísima madre!

 

¿Cómo es que no lo había esperado? La explosión de la puerta fue lo que menos le importó, en realidad, sino en su lugar el hecho de que si se despeinaba el mínimo pelo no llegaría a la ceremonia por andar uniendo las hebras en un moño perfecto otra vez. Saltó a un lado como toda una damisela en apuros, viendo la puerta pasar donde ella había estado antes y tuvo que contener las ganas de lanzarse al cuello de su madrina número uno. De nuevo: por el peinado. Enrojeció a un punto peligroso y la acribilló con la mirada, esperando —como lo había hecho por siglos enteros— matarlo por obra y gracia de unas pupilas cargadas de odio.

 

Cosa que no pasó, obviamente. Estaba cansada de que la vieran desnuda el día de su boda y que todos, por algún motivo que desconocía, interpretaran su habitación como la fiesta. ¿Se habrían acostumbrado a su soltería? Movió la mano para regresar la puerta a su lugar con un poco de magia y rodó los ojos al ver lo que hacía Juliene. Siempre tan teatral y dramática. Habría sido preferible que se hubiera dedicado a trabajar en el Broadway muggle en vez de hacer de su vida cuadritos pero ahí estaba, vistiendo una cosa horrible y rompiendo todo a su paso. Casi lo mismo que cuando ella misma se había casado, aunque lo que había terminado roto había sido Cillian.

 

—¿Se puede saber qué demonios haces con ese kimono puesto? Parece que en cualquier momento vas a saltar a ofrecerme un trozo de atún crudo. Y ni hablar de esa boca, ¿te diste un beso intenso con un Koi o Cillian ha descubierto para que sirve su tercera extremidad inferior?

 

En ese momento, alguien llamó a la puerta y rezó a todos los Dioses que recordaba que fuera Cissy con su vestido. Sino, se casaría efectivamente en ropa interior o se iría por la idea de robar un traje de Derek. Pero cuando abrió, se sorprendió al descubrir que era el mismísimo Derek el que estaba en el umbral.

 

—Padre —se aclaró la garganta, como si quisiera así cubrir su cuerpo semidesnudo y se apartó—. ¿Otro problema? Pues, suponiendo que mi madrina dos llega con el vestido, espero que sea el último de ellos. Cuenta la leyenda que me caso hoy y bueno, quisiera no tener que hacerlo en paños menores. Estoy segura de que a Tau no le va a hacer gracia y vaya que le entra el demonio cuando alguien más me mira. Si supiera que han hecho fila hoy, seguro me termino casando en la morgue.

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Aaron Augustine Black Ryddleturn

 

Aquella mañana había despertado más tarde de lo común, algunos de los Black que habían sido invitados a la boda de Leah y Tauro ya habían emprendido camino a la celebración; quizás mi hermana también había ido temprano; yo acostumbraba a llegar tarde, de hecho, muy mala costumbre. Luego de la ducha me vestí con elegantes prendas en un tono grisáceo pastel, una túnica ajustada a mi esbelta figura con finos bordados en relieve que cortaban dos pliegues desde el cinto de cuero azul marino hasta mis rodillas, unos pantalones del mismo tono y unas elegantes botas de un corte bastante varonil lustradas al punto de apreciar el reflejo.

-Señor...

Me volteé para luego mirar a la altura de mi cadera. Mi elfo, Nius, me extendía el parte de matrimonio junto a mi varita en una formalidad de suma cortesía y respeto. Sin expresión alguna en el semblante envainé mi varita, guardé la invitación en un bolsillo interno a la altura del pecho y desaparecí en un espiral que quedó vagando en medio de mi habitación.

Conocía la ubicación del Castillo Ivashkov por mi empleo de inquisidor en el Ministerio de Magia, sobretodo ahora que se acusaban malas prácticas de sus patriarcas; era parte de nuestra competencia desviar las acusaciones que se hacían contra casta mortífaga, ceñirnos en perseguir solo a la orden del fénix. Hoy en día todo era parte de una mafia, de una corrupción que estaba escapando más allá de los bandos rebeldes.

Aparecí a unos cuantos metros de la verja, varias personas se encaminaban en elegantes trajes de etiqueta, unos más extravagantes que otros. Era una boda importante en el mundo mágico, la prensa tomaba fotos cuán celebridad contraía matrimonio el día de hoy. La decoración comenzaba desde que se pisaban los terrenos del castillo con una música lo bastante melódica para amenizar ambientes. Llegando a la puerta de entrada un hombre recibía las invitaciones y los abrigos que descubrían curvilíneas figuras de algunas brujas invitadas a tal evento; extendí la mía y crucé el umbral de los Ivashkov.

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Entró sin importarle nada, había recibido la invitación de sus amigas por lo que sí tenía que estar ahí. Cruzó la entrada de la mansión y comenzó a oír el murmullo de las voces de todos los invitados y las copas que iban y venían de un lado a otro llenas de bebidas de diversos colores.

 

Se detuvo en seco antes de ingresar a donde todos estaban. El aroma de aquél hombre que había llegado y el timbre de su voz hizo que, por su cuerpo, corriera una pequeña corriente eléctrica que subió hasta su cuello erizando los bellos de esa zona. Su novio había arribado a la boda, sabía que no que lo fallaría, ni a él ni a las chicas que estaban por contraer matrimonio.

 

- ¡Mi amor!.

 

Le gritó desde la entrada a la sala haciéndole repetitivas señas con su brazo para que llegara a su encuentro.

 

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Crazy Awards 2018:

7F1CpeC.gif "El Romeo"

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- ¿Violentas? ¿Nosotras? -rió falsamente llevándose una mano al pecho-. Jamás, siempre hemos sido partidarias de las buenas conversaciones y los acuerdos pacíficos, me ofende que no lo recuerdes

 

Se cruzó de piernas sin dejar de sonreir con aquella media sonrisa tan fría como inquietante, mientras observaba la escena: Hugo en la cama con Pik, y Tauro paseándose envuelta en una toalla. Había cosas que nunca cambiaban.

 

- Ya sabes lo que me gusta verte marchar, Macnair -dijo a modo de despedida-. Esperaremos a que traigan ese vestido como sea, con Evarela...o con lo que quede de ella

 

Seguramente algunas copas hubieran interferido en la entrega, pero era de esperar, no dejaba de ser una fiesta. La puerta se cerró y al fin quedaron a solas. El silencio entre las dos hacía más patente el abismo que parecía separlas desde hacía tanto tiempo. Sus errores perseguían desde las sombras la relación con la única familia que tenía. No tenía a nadie más que esa mujer de pelo azul que a veces se le presentaba como una extraña, como una compañera con la que debía compartir un oficio complicado y solitario. Muchas veces intentaba olvidar incluso que era más que solo eso. ¿Habría redención después de tantos años? No iba a preguntar, las cosas ya estaban hechas.

 

<<Me estoy volviendo vieja para estas cosas>>

 

Fue la voz de Tauro la que interrumpió sus pensamientos. Parecía nerviosa ¿La había visto alguna vez así? Escuchó, escuchó atentamente y con un rostro sereno e impávido incluso cuando la oyó pedirle lo impensable. En otra ocasión habría reído ante la sola idea de hacer el papel de madre, y a carcajadas al imaginarse celebrar una boda. Sin embargo, esta vez se descubrió a sí misma sientiendo algo muy diferente.

 

- Sí, por supuesto

 

Las palabras salieron con tanta naturalidad que apenas se dio cuenta de lo que había hecho. Se puso en pie y se acercó a Tauro.

 

- Aunque me haya enterado a través de una invitación...ten, algo que perteneció a tu abuela. Venía a entregártelo. Nunca te he hecho un regalo.

 

Hizo aparecer entre sus dedos un delicado colgante de plata con un zafiro engarzado, rodeado de diamantes. Una joya antigua que había estado en la ahora extinta familia desde hacía generaciones.

 

- Estaré encantada, será todo un honor llevarte aunque me temo que no haya sido la mejor de las madres ¿Es lo que quieres? ¿Segura?

 

Antes de que Tauro pudiera responder, la puerta se abrió. Evarela, botellas, Pik y Hugo irrumpieron en la quietud de la habitación.

 

¿Qué rayos iba a decir en la ceremonia?

 

- Evarela, creo que voy a necesitar esa botella de whisky

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Beltis y Tauro estaban solas en la habitación, aunque fuera por un par de minutos. No es que nunca hubiesen estado solas, pero la mayoría de las veces esa soledad la llenaban con largas horas de conversación sobre los asuntos del bando, discusiones acaloradas acerca de lo que ocurría en Ottery, reclamos que se amontonaban, trabajo y más montañas de trabajo que parecían no tener fin. Este momento a solas era más importante e íntimo que cualquier otro, porque por una vez estarían dirigiéndose la una a la otra como lo que eran pero no estaban acostumbradas, ya no sería la tópica conversación entre líderes Mortífagas, sino entre madre e hija.

 

La respuesta afirmativa de Beltis logró calmar, en parte, los nervios de Tauro «Al menos me dijo que sí, es un gran paso.» y lo siguiente la hizo sentir apenada, pero, ¿en qué se diferenciaría el habérselo dicho hace un mes a el mismo día? Si fueran una familia ''normal'' la culpa la estaría carcomiendo por dentro, lo cual no era el caso, sin embargo, a pesar de nunca haber compartido tiempo juntas, no como madre e hija, quizás si debió ser un poco más considerada, después de todo sí que le tenía aprecio. ¿Habría sacado esa forma de ser de su madre? Quién sabe, pero la sorpresa se hizo evidente en su mirada al recibir el regalo.

 

— Tú... Gracias —no tenía ni la más mínima idea de cómo reaccionar a ese tipo de situaciones, así que optó por ponerse de inmediato el collar para que supiera que sí le había gustado y lo apreciaba, además de que era consciente de que no era una joya cualquiera y más aun habiendo pertenecido por generaciones a su familia. ¿Sería ese el comienzo de un lazo familiar entre ambas brujas? El tiempo lo diría.

 

En ese momento volvieron a interrumpir Pik y Javier en la habitación, acompañados de... ¡Evarela! «¡Por fin!» Y con el vestido.

 

—¿Mi vestido dices? —inquirió enarcando una ceja y con el desespero aun pintado en el rostro —Creí que tendría que usar aquel que uso para ir a fiestas de disfraces o para eventos poco importantes —su expresión había cambiado al horror al imaginarse así, tanto que prefería ir desnuda.

 

—¿Han llegado ya la mayoría de los invitados? ¿Tienen suficientes bebidas y aperitivos? No me gustaría que se embriagaran antes de que la ceremonia empiece, pero también sé que tipo de personajes son —esta vez la mirada severa había ido a parar en todos los allí presentes —A ver, ayúdenme a ponerme el vestido, a los demás los libero, si quieren, para que puedan ir a mezclarse entre la gente. La conversación con su madre lamentablemente debía continuar otro día, aunque ya había pensado en una respuesta antes de que las interrumpieran.

 

«Digamos que no he tenido suerte con mis padres, pero sé que he encontrado en ti lo más cercano o lo que más se le parezca, al menos no pretendes ser quién no eres y quizás no sea demasiado tarde para lograr forjar algo entre nosotras»

 

El discurso quedaría guardado para después y no se lo había dicho, pero de verdad estaba agradecida de que ella y todos estuvieran allí, en el día más importante de su vida.

 

—Ya casi —susurró en medio de un suspiro, la extrañaba demasiado y no veía la hora de verla y unir sus vidas para siempre.

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Tal vez la invitación se había perdido, claro eso era. La lechuza que contenía dicha invitación se había desviado en algún lugar. Estaba un poco incomoda por estar en aquel lugar sin invitación pero Vladimir había insistido en que lo acompañara y no podía decirle que no.

 

Habían quedado en verse en el Castillo en vez de llegar juntos, ella tuvo cosas que hacer justo antes de que la boda empezara y no quería retrasarlo. Caminaba con elegancia, mientras su vestido ondeaba con el viento que arreciaba aquella mañana; se había vestido elegantemente para la ocasión, su atuendo era de un color durazno, con encaje en la parte de arriba de los hombros y bajaba por hasta los antebrazos; el escote era en forma de V, y el vestido tenia una caída amplia hasta por debajo de las rodillas. Lo llevaba con unas zapatillas de tacón del mismo color y sujetaba un bolso color perla, combinando con la túnica de gala que traía puesta encima de su atuendo.

 

El cabello Azul de la bruja, estaba peinado hacia arriba, con diferentes tipos de trenzas que terminaban en algún lugar detrás de su cabeza y algunas guirnaldas estaban colocadas por encima del intricado trabajo.

 

La Macnair suspiro mientras llegaba a la verja del Castillo, puso una sonrisa en su cara mientras caminaba por el acceso de la entrada; dentro de su bolso había metido un regalo para las novias y esperaba que les gustara. Recordaba a Tau de algunos años atrás, en sus primeros días dentro de la Marca Tenebrosa, ella había asistido a su ceremonia de tatuaje. No la culpaba de que su invitación no hubiera llegado, ya que como la peliazul viajaba tanto; nadie podía localizarla tan fácilmente en todos sus viajes.

 

Diviso mientras iba entrando al Castillo, un chico sentado a un lado de la chimenea, antes de saludar a cualquiera que estuviera ahí, corrió para saludarlo a el primero. No iba a dejar a su pareja esperando mas tiempo -Vladimir, espero no haberte hecho esperar tanto- mordió su labio un poco nerviosa -tuve algunos asuntos que resolver.

 

@@Vladimir Karkarov

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