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Castillo Ivashkov (MM B: 106154)


Leah Snegovik
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Era inevitable no contagiarse por las lágrimas de su amada y antes de que Leah terminara de decir sus votos, Tauro también estaba llorando. Asintió cuando sintió el anillo deslizarse por sus finos dedos, encajando perfectamente en el, como si hubiese estado destinado para ella y es que así lo era, apretó más fuerte la mano de Leah intentando limpiar sus lágrimas, pero cada vez que lo hacía una propia se le escapaba.

 

— Y yo te amo a ti —respondió mientras acercaba ahora sí sus labios a los suyos, presionándolos muy suavemente, apenas moviéndolos hasta convertirse en un verdadero beso, tan intenso como lo era su relación. Poco le importaban los comentarios que pudieran surgir luego de ello, por fin era feliz y eso nadie se lo arrebataría.

 

«Y por eso las declaro esposa y esposa»

 

La voz de Beltis dándole fin a la ceremonia terminó por hacer desaparecer el lazo que las mantenía unidas, sin embargo, ellas permanecieron así, mirándose la una a la otra por quién sabe cuantos minutos. Ninguna lloraba ya, a partir de ese momento serían una sola, velarían por el bienestar de la otra y vivirían bajo el mismo techo. El ver a esa mujer al despertar todos los días debía ser un sueño y hoy ese sueño se estaba haciendo realidad.

 

— ¡Te amo, Leah Atkins! Simplemente te amo —soltó entusiasmada antes de plantarle otro tremendo beso que las dejó a ambas sin aliento.

 

— Rachel, hija, te presento a mi esposa —era la primera vez que la llamaba así, la primera de muchas — Y ella es tu abuela —sabía que el comentario a Beltis no le haría mucha gracia, pero ¿qué le importaba? Se sentía demasiado feliz como para pensar en las consecuencias —Tráeme a esa ingrata hermana tuya, ¿la has visto? —su felicidad era incomparable y mientras hablaba en ningún momento soltó la mano de Leah. Era suya, era su esposa, era su todo y jamás en la vida la soltaría.

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Lo sieeeento, llegué tarde T_T @@Alexander Malfoy, ¿la liamos? jajajaaj

 

On:

 

- Agggg llegamos tarde, llegamos tarde - refunfuñó la bruja, tomando la mano de su hermana y encaminando sus pasos hasta dónde había escuchado la voz ceremonial... No pudo evitar mirar que, por allí ya había muchas personas. Sí, llegaron tarde. Ya ambas mujeres eran esposas y Heliké no pudo evitar negar con la cabeza...

 

- ¿Decías? - refunfuñó mirando a su hermana con una ceja alzada... Había escuchado unas palabras ininteligibles... Sabía que estaba enfadada pero no mucho menos que la Rambaldi.

 

- Para una vez que vamos a una boda de éste tipo - chasqueó la lengua, fastidiosa... Al mismo tiempo le llegaron aromas conocidos. ¿Alexander está aquí? Se preguntó. No sabía porqué pero ya presentía que tendrían bronca, aunque la castaña no tenía ganas para ello... Peo también pudo divisar a alguien conocido del Ministerio, arqueó una ceja, y no pudo evitar tener las ganas de tomar la varita. Pero sabía que no era ni el momento ni el lugar para ello, aunque ganas, no le faltaban.

 

Llegaron rápidamente hacia la zona de los asientos cuando ambas mujeres se estaban besando, sin poder evitarlo miró burlona a su hermana, que ya se estaba emocionando...

 

- ¡Por favor! ¡Es una boda! - exclamó, dándole un pequeño palo en el hombro..

 

- Es que, es emocionante, ¡míralas! - exclamó la Sforza levantando la mano hacia la recién pareja.

 

- Tendrás que darle tu regalo, ¿qué era? - la ex- mortífaga negó con la cabeza. Se lo había dicho en la mansión. Al parecer, el tema de la memoria, parecía que era genético.

 

- Pociones, claro que tengo entendido que Tauro fue profesora de esa asignatura, pero, no sé, un detalle de éstos, creo que le gustará -chasqueó la lengua fastidiada. La Rambaldi sacó un cigarrillo de su pitillera de plata y lo encendió con la varita que también había extraído. La puso en su regazo, no sabía porqué, pero algo la ponía en tensión...

 

- ¡Relájate! - susurró su hermana. La otra, hizo un gesto con los hombros sin dar a entender el motivo de ese estado.

 

- Están guapas, ¿verdad? - preguntó la italiana mirando a su hermana, que volvió a repetir el gesto de los hombros - desde luego, no hay quien te entienda...

 

- Ni se te ocurra hacer nada - le avisó ahora, la Rambaldi-

 

- ¿por quién me tomas? Eso son votos sagrados, no voy a ser yo quién lo rompa -dijo con un gesto pícaro. La morena la miró con un gesto ceñudo- tranquila mujer, que era una broma - hizo girar sus ojos hasta ponerlos en blanco... - en cuánto termine, habrá que felicitar a la pareja, supongo...

 

- Cuando termine de todo - respondió Heliké- nos esperamos aquí y luego, ya se verá - comentó, mientras seguía fumando.

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Ella sonrió de forma coqueta profundizando el beso que el chico le daba a la chica sin tiempo que perder notando como ella se metía un poco de chocolate en su boca si la chica sabia como provocar y como ser pero luego uno quedaba como el pervertido de la relación pero la mortifaga también tenía su toque de seducción, encanto y sensualidad eso nadie lo discute.-Me alegro que te guste bebe, es mi receta secreta te prometo darte un gran pesado de la torta para comérnosla entre los dos vale, bueno ambos protejámonos el uno y el otro, de la gente que nos quiera hacer vale. Creó que es un trato justo yo te cuido de los demás chicos e tú me cuidas de las demás chicas-terminaba decir mientras la volvía a besar con mucha pasión y mucho deseo.

 

 

Jessie era diferente conmigo que con los demás a lo mejor me tenía más confianza, a lo mejor era más reservada de los demás que conmigo. Pero así la quería me parecía más tierna que sacara su lado traviesa e coqueto conmigo, pero con los demás era tímida mientras el chico la seguía besando con pasión e deseo sus manos en la cintura de la pelirroja hasta que ella separaba poco a poco del chico para que ambos tomaron un poco de aire. La pelirroja se colocó detrás de él besándolo de nuevo el cuello mientras también ella ponía su manos en la cintura –Vaya que no le gusta perder el tiempo-dijo divertido quitando un mechón que no dejaba ver sus lindos ojos-Me gustaría seguir pero creo que ya es tiempo de ir a fuera a tomar asiento por que en cualquier momento comenzara la boda-dijo amable tiernamente con una sonrisa de oreja oreja, mientras agarraba su mano para salir de la cocina e ir a donde sería la ceremonia mientras en el camino escuchaba a la chica.

 

 

-Vamos Jess no hay problema soy un buen tipo ellos también, no creo que haya problema alguno-comento muy seguro de sus palabras mientras la chica bajaba la cara avergonzada y el joven se la subía para besar tiernamente su frente mientras ahora ambos chicos apuraban el paso para llegar a sus asientos.

 

 

AL RATO

 

 

-No es todo lindo Jessi-comentaba mientras miraba a Tau y Leah decir las palabras e ponerse los anillos-Sabes jamás pensaría llegar el día donde ambas amigas mías se cazaran, pero me alegro por ellas-terminaba decir el chico agarrando la mano de la pelirroja mientras esperaba la repuesta de su pareja.

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Sabía que debía guardar la compostura ya que no estaban ni en el caldero envenenado ni en la fortaleza oscura para hacer lo que tenía en mente, estaban en la recepción de una boda y debía controlar su deseos en esos momentos pero con el chico frente a ella no podía. Muy distinta era la situación si alguno de sus hermanos estuviera rondando por ahí pero ella estaba alejada de ambos magos, en la cocina, donde no podían verla.

 

Besaba al chico con pasión y desenfreno, sin importarle que los elfos domesticos vieran lo que hacían. Abrazó a Otto por la espalda besando su cuello y mordiendo su lóbulo de la oreja derecha de forma juguetona, para finalizar recargando su cabeza en el hombro del mortifago observando lo que hacía.

 

-Es una lastima que este no sea un buen lugar para jugar - murmuro Jessie con un deje de nostalgia en su voz pero sus ojos brillaban de alegría - Lo se, vamos... yo te sigo.

 

Sintió la mano de Otto tomar la suya, sus ojos se desviaron rápidamente a su rostro mientras asentía con solemnidad, ajusto su mano a la de su novio y lo siguió hasta el area donde se llevaría a cabo de ceremonia.

 

Ceremonia:

 

Sentada a un costado de Otto mientras se llevaba a cabo la ceremonia observaba todo sin perderse detalle alguno. Tomaba la mano de Otto y la llevaba a sus piernas, aferrándola con sus dos manos mientras escuchaba los votos de Leah y Tau, algo que la emociono a niveles que jamas hubiera imaginado. Cerro los ojos para evitar que las lagrimas salieran de ellos pues no debía derrumbarse por algo como una celebración de boda.

 

-Si... es todo muy bello y ellas se ven hermosas - exclamó Jessie recargando su cabeza en el hombro de Otto para evitar que este la viera cuando una rebelde lagrima resbaló por su mejilla izquierda. - yo tampoco creí que vería a esas dos casándose, son demasiado... libres como para que ahora estén casadas, pero realmente se ven muy felices.

 

Volteo a ver su mano que estaba cubierta por la mano de Otto, apretó solo un poco su agarre sobre la mano del mortifago y volteo a verlo con una sonrisa tierna en su rostro.

 

-¿Vamos a felicitarlas? - preguntó observando al peliblanco directo a los ojos.

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Sintió como todo su bello se erizaba como si de un erizo se tratase. ¿Cómo podía comportarse de aquella manera tan empalagosa? Ella no era así, ella criticaba aquella actitud pero, la sensación y los sentimientos que sentía por Akiza eran totalmente superiores a cualquier actitud habitual en ella.

 

Sonrió y escuchó la suave voz de la rubia en su oído. Era como una agradable melodía que entraba en su cabeza y no quería salir. "Tu también me gustas" esa fue la frase más impactante para la chica, retumbó en su cabeza y llegó hasta su corazón, el cual, sin duda alguna, parecía que iba a explotar de lo rápido y fuerte que latía.

 

El beso que posó Akiza en el cuello de la pelirosa hizo que esta tomara rápidamente la cabeza de la chica con ambas manos, quedando así cara a cara. No le desagradó aquel gesto, al contrario, pero no creyó bueno aquel lugar. "Eres una cobarde" se dijo a si misma mientras miles de pensamientos pasaban por su mente.

 

- ¿Qué si puedes? -repitió la misma pregunta que hacía poco había realizado Akiza. Por supuesto que quería aquello, pero, ¿sentía miedo? Sin duda alguna aquello era una decisión muy seria y comprometida. Cerró sus ojos y acerco la cara de la rubia hasta que sus propios labios rozaron con los de la chica. Un beso corto y rápido-. Claro que si -respondió con una sonrisa.

 

Se levantó del suelo con algo de dificultad y le tendió la mano a su chica. Se sonrojó en cuando en su mente pasó las palabras "su chica". - ¿Vamos dentro? -le preguntó de forma tierna, acompañándolo con un guiño de ojo.

 

@@Akiza Ravenclaw H.

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Me sorprendió, al ver cómo me tomaba en sus manos mi rostro y cuando sentí los labios de Mery encima de los míos, quizás duró poco el beso, sin embargo sintió cómo su cuerpo se estremecía, luego mi rostro se sonrojó a su "Claro que si", además una sonrisa de oreja a oreja, al saber que ahora a cambiado su vida en muchos aspectos.

 

Apoyé a levantarla, para entrar al evento, escuché a lo lejos que ya había comenzado la ceremonia, me coloqué los tacos, los más incómodos que había. Sonreí, al recordar que iba a ver cómo dos chicas importantes en el mundo de la Marca Tenebrosa se iban a casar, y terminé con Mery, ayudándola y mostrando nuestros sentimientos de la una a la otra. Di un leve suspiro. Utilicé mi cuerpo para ejercer cómo una palaca y no camine mucho la pelirosa.

 

-¿Pensaste alguna vez que iba a pasar esto?.- pregunté con una leve sonrisa mientras avanzábamos lentamente por el camino de la mansión Ivashkov, acariciaba su brazo lentamente, ahora era mi chica...no pensé que iba a pasar algo así en mi vida, sin embargo me sentía muy feliz por lo que acababa de ocurrir.

 

Luego, llegamos al fin a la ceremonia, vimos a las chicas ya en el altar dando sus votos. Apoyé a Mery a sentarse para que descansara, y no evitaba ver su pequeña protuberancia de su estómago. ¿No estaba embarazada?, no quería preguntar a mi chica...sonreí levemente, y entrelacé mis manos en su mano.-Te llegué a querer mucho mi cielo...en este tiempo y ahora estoy feliz...a tu lado.- comenté mirándola y le di un pequeño beso en su frente. .-Ahora vamos a ver porqué te afecta tanto hacer la aparición ¿si?.- dije con una leve sonrisa y esperé la respuesta de Mery.

 

@@Mery Gaunt Karkarov

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Habia pasado mucho tiempo desde que no veia a mi hermana, apenas me había enterado de su boda por una carta, invitándome a vivir con ellos, sabiendo que Lionel iría conmigo, aunque no en esta primera visita. Tenía la sensación de haber llegado demasiado tarde a la ceremonia, pero mi hermana y cuñada sabían los motivos y me daba cuenta que los comprendían.

 

Era una ventaja haber convivido bastante tiempo con Leah y con Zack en el concilio de mercaderes, si bien eso no quería decir que nos conocierámos del todo, pero al menos lo suficiente para saber que me llevaría bien con ellos. Al menos no eran tan amante de los dramas como había visto en otros sitios, mi tolerancia a los mismos se había acabado en este año.

 

Iba vestida con un traje de fiesta, de pantalón y saco de manga larga color gris claro. Llevaba una blusa de mangas cortas debajo de este, color latón antiguo. Hice el recorrido del jardín, no era la primera vez que lo atravesaba, alguna vez había ido a instalar los hechizos de transportes, pero parecía haber sido hace mucho tiempo.

 

En la mano derecha llevaba mi varita y monedero de piel de moke y como siempre, todos los anillos y amuletos ganados hasta ese momento. No podía evitar presumirlos, al fin y al cabo, bastante esfuerzo me habían costado. En la mano derecha solo llevaba los dos anillos de las habilidades que tenía.

 

Toque la puerta y espere que alguien me abriera, ni siquiera sabia si tenían elfos en el castillo. No llevaba regalo para las recien casadas, ya se los daria después. Ni tampoco quería llegar con mis cosas o el resto de mascotas, era mejor esperar a tener una habitación propia para acomodarlas y llegar directamente al mismo.

 

-Veamos que sucede.- Pensé, deseando no esperar mucho tiempo en la entrada del castillo.

 

Quería quitarme los zapatos de tacón del mismo colo que el traje, no solía usarlos pero si todavía seguían en la fiesta, tenía que ir presentable.

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Después de ese beso y las palabras de Beltis, no había nada más que hacer, estaba casada. Sostuvo la cintura de Tauro con una mano y su rostro con la otra, acercándola con tanta facilidad que podría decirse que llevaba una vida haciéndolo. El anillo parecía más pesado ahora en su anular, aún no acostumbrado a cargarlo, pero vaya que era una de las mejores cosas que había cargado jamás. Cuando terminó de besarla, con todo el organismo revolucionado por las emociones, no se dejó llevar por los aplausos colectivos sino que se dedicó a observar a su esposa con toda la adoración del mundo. Realmente tenía que ser afortunada.

 

No fue hasta entonces que se dio cuenta de la cantidad de personas que habían asistido y que todos, en general, habían sido parte de su vida en algún punto. Rachel fue la primera a la que se acercaron, más que todo porque estaba al lado y ella estuvo más calmada como para recordar de dónde la conocía. No recordaba si había llegado a ser parte de la Marca o no, diría que sí, pero recordaba con claridad cómo solían hacer cosas interesantes con el grupo de aspirantes al que había pertenecido. De hecho, podría decir que había sido el mismo grupo de donde la odiosa de Juliene había salido.

 

—Debe estar con su marido, mi amor, con él la vi la última vez —respondió a la peli-azul, que hablaba de la Black Lestrange, justo antes de tenderle la mano a Rachel—. Es un gusto verte de nuevo, Brice.

 

¿Dónde estaban sus padrinos?

 

Podía tolerar la ausencia de Juliene, ella se caracterizaba por perderse en momentos importantes, pero Cissy, Liam y Zack estaban perdidos en el limbo. Los mataría más tarde, no tenía tiempo de ir a buscarlos también en su boda. Pero como una especie de revelación, de que aún faltaba algo por hacer, el piano cambió la música que resonó por encima del murmullo de los invitados y una pieza que era conocida por todo aquél que tuviera un poco de conocimiento musical ambientó el jardín. Sonrió, de una forma tan natural que no era sorpresa que brillara más que los diamantes en su vestido y se colocó delante de su mujer, dedicándole una reverencia.

 

—¿Me permite este baile, señora Ivashkov?

 

No esperó respuesta alguna, simplemente tomó su mano y la guió en completo silencio entre los mortífagos que había presentes en el jardín, saludando a todos con un movimiento de cabeza a medida que iba avanzando. Justo al lado de la zona donde se habían casado, había una gran carpa con una plataforma no muy alta de mármol negro. Ahí subió después de ayudarla a ella a subir y la llevó al centro, donde la hizo girar con una agilidad que dejaba en evidencia que no sólo era una asesina diestra en la magia oscura. Cuando Tauro hubo modelado el vestido a todos, volvió a quedar frente a ella y las manos no estaban ubicadas en el mismo lugar, sino que habían ocupado su hombro y su mano.

 

Nunca habían bailado antes y sabía que ella lo notaría. No obstane, ésta vez parecía más serena y tranquila que en toda la ceremonia, tanto que incluso seguía sonriendo. Pero es que tenía muchos motivos para sonreír y el principal estaba justo delante de sus ojos. Alzó las cejas ligeramente, para darle a entender que empezaría y nuevamente como si estuvieran imantadas, empezó a moverse al son de Claro de Luna con la elegancia de una bailarina. Cada paso era correspondido por uno contrario de su compañera y a pesar de que ambas estaban enfundadas en pesados y hermosos vestidos blancos, no había ningún obstáculo que les impidiera moverse con soltura. Los ojos verdes fijos en los azules y la permanente felicidad plasmada en su rostro.

 

—Al final hemos sobrevivido —comentó, sabiendo que la conversación era sólo de ellas ahora—. No pensé que lo lograría, he de admitir, pero me alegra que así fuera.

 

Se inclinó, posando los labios sobre los de ella y sonrió en medio del beso.

 

—Espero que estés lista para la luna de miel, porque conozco cada parte de ti con cada fibra de mi ser y puedo decir con completa seguridad que no hay nada debajo de ese vestido, por lo que usted me está facilitando la tarea, señora Ivashkov —acentuó otra vez la última parte, orgullosa de decirlo y la miró con picardía—. Lo único bueno es que nuestros invitados no tendrán que temer por pequeños Tauritos, aunque podemos tratar. Muchas veces.

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-- Está hecho.

Mientras todos centraban su atención en las protagonistas de ese día, Juliene procedió a realizar un simple movimiento con la varita desapareciendo todo rastro de su indumentaria asiática y dejando una túnica oscura en su lugar, ocultando con la capucha su identidad, a lo lejos observó a Cillian escabullirse de los invitados para ir a su encuentro, sonrió. Él estaba consciente que su estancia en Londres iba a ser efímera, quizás lo que lamentaba era no haber saludado adecuadamente antes de la ceremonia, pero Leah habia requerido toda su ayuda, imposible negarsela con todo el historial que tenían juntas, aún así, había dejado su respectiva despedida para las recien casadas en la habitación nupcial, Dracomiens siempre hacia un trabajo excepcional cuando se trataba de ser invisible a todos los ojos.

-- Espero que te hayas despedido de tus amantes, no te dejaré regresar en un largo período-- miró fijamente al Ryddleturn--. He de explotar ese talento culinario que posees, querido.

Deslizó su mirada hacia Rachel, recordaba esos antiguos tiempos cuando ambas corrian en ayuda de la otra, en la última boda que habían estado juntas y fue imposible que Adolph no volviera a invadir sus pensamientos, dejándole una gran sonrisa en sus facciones, suspiró, tomando la mano de su esposo para ir directo al paisaje desertico que había decidido nombrar hogar por aquellos días, deteniendose en seco justo antes de alejarse de los limites del hechizo de antiaparición, pues había recordado algo importante.

-- Liam.

Y Zack.

Se escuchó una ligera explosión, logrando que riera incluso sin voltear a ver los resultados de su travesura, si los invitados llegaban a preguntarse donde estaba la madrina disfrazada de geisha que minutos antes hacia crispar los nervios de la Ivashkov podrían encontrar todo su vestuario en el varonil cuerpo del Hawthorne, incluso el maquillaje, eso podría ayudar a muchos a resolver el enigma sobre quien llevaba los pantalones con respecto a su relación con el Ángel Caído. Y a ella le brindaba la perfecta diversión para considerarla como venganza por tocar lo que le pertenecía, siempre sería una adolescente, se temía.

-- Ahora sí, vamonos.

Y simplemente desapareció.

Querida madre y princesita.
Nunca os olvideis de las sombras, pues de ellas puedo emerger algún día y brindaros un susto de muerte, no es por amenazarlas, Tauro, pero recuerda que tanto Rachel como yo aceptamos una sola hermana, cuida de no hacer bastardos o podrían morir accidentalmente. Os deseo mucha felicidad y no dejeis tanto fluidos en la cama, el pobre Dracomiens salió traumado luego de darle esta misión. Adiós.

Pd: El traje gris le hubiera ido mejor a Leah, definitivamente.

Juliene

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Squib, en la puerta.

 

¿Hace cuánto estaría esperando ahí la señorita? Tembló, pensando en todas las formas crueles que tendrían los patriarcas de hacerlo sufrir por no haber atendido a un familiar. Pero que un familiar, la hermosa de Taurogirl, la cuñada de Leah. Tembló un poco más. El uniforme de los Squibs del castillo Ivashkov consistía más o menos en lo que un muggle consideraría un traje semi formal. El pantalón negro de vestir, el chaleco y la cobarta. Todo negro, blanco y rojo, así como los colores del castillo que habían sido restaurados después de la boda azul y champán. Pero no estaba nada planchado, parecía recién sacado de la ropa sucia... y es que así era.

 

Se había quedado dormido después de la celebración y se había olvidado, con tanto jaleo, de lavar la ropa. La suya y la de los demás trabajadores de la familia rumana. Era por eso que lo habían obligado a dar la cara en la puerta, a atender a una de las mujeres con más poder del mundo mágico, todo en una silenciosa venganza mientras el resto se ponía manos a la obra para que nadie notara su error. Y era una venganza muy cruel. Trotó todo el camino desde las cocinas hacia la puerta y se medio peinó el cabello oscuro, pensando que así nadie notaría la falta de aire o su desaliñada pinta.

 

De verdad iba a morir.

 

Tardó un poco más de lo debido en meter la corbata en su lugar, tratar de alinearla a los botones y acomodarse el chaleco, así que después de dos minutos eternos más, por fin abrió la puerta. Lyra parecía pasiva y eso lo atemorizó un poco más, se inclinó ante ella con una reverencia elaborada e ignoró la mirada extrañada de la bruja; eran común los elfos, no los magos. Pero él no era un mago. Y ella lo sabría por el poco disimulado broche de "embrujorrapid" que llevaba de forma obligatoria, una burla que a él no le hacía mucha gracia.

 

—Señorita Selwyn, disculpe la tardanza, por favor. Si me permite decirlo, ¿por qué no ha entrado? Esta es su casa, tiene acceso a todas las habitaciones y sus lujos, es una orden de las señoras Ivashkov.

 

"Crouchs" estaba prohibido después de la ceremonia, se lo habían dejado muy claro. Ahora estaban casadas y la paciencia de la rubia matriarca era casi nula. El criado se apartó de la puerta, enrojecido hasta las orejas por la vergüenza y siguió hablando, renuente a mirar a Lyra más de lo debido.

 

—¿Puedo ofrecerle algo? Las señoras Ivashkov siguen en el castillo, ¿desea que las llame para usted?

 

@@Lyra Katara Selwyn

Editado por Leah A. Ivashkov

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