Jump to content

Libro de los Ancestros


Khufu
 Compartir

Publicaciones recomendadas

-¡Malnacido seas!- exclamó Elros, el cual mantenía su mirada esmeralda fija en la criatura que le había atacado; la misma que ahora yacía inmóvil sobre la cálida arena del desierto que era parte de los territorios Uzza. Realmente el concepto de "llevar la fiesta en paz" que Anne había sugerido, no le parecía una mala idea, sobretodo porque no era bueno dejar en evidencia sus rencores frente a Khufu; más que mal ambos eran aprendices del arte milenario del Libro de los Ancestros, más allá de una cuestión de bandos y convicciones personales. De repente, un nuevo sonido se escuchó desde las profundidades del árido páramo, aunque la dirección de la fuente sonora se volvía cada vez más próxima, retumbando en las cercanías de unas runas antiguas que dejaron libre el paso a una araña gigante. -Odio a estos bichos- exclamó queriendo ayudar a Helike en su tarea, pero tras notar las habilidades de la española, optó por no interferir en su enfrentamiento con la acromántula. <<¿Qué cosas viven por acá? ¿Habrán más sorpresas hasta que consigamos arribar a la famosa cueva?>> pensó Gryffindor mientras fruncía el ceño con extrañeza; percibiendo la llegada de otra "cosa" más, aunque en dicha oportunidad pareció ser Gaunt la afectada con un violento empujón que la lanzó a varios metros de distancia. -La tormenta no deja ver bien... sólo noté un tumulto de...- fue lo que pudo contestarle el muchacho a la directora de Hogwarts, pues un ser híbrido de dimensiones considerables apareció en la escena cinematográfica muggle que los tres magos estaban recreando. -¡Quimera!- vociferó el paladín luego de abrir los ojos como platos resplandecientes, debido al fuego que iluminó sus pupilas con la andanada que salió despedida de la Vara de la licántropo.


La mujer verdaderamente era muy buena con los hechizos, y así quedó demostrando cuando su poder se magnificó con el uso de la daga del sacrificio y el maleficio de daño por igual con la bestia. -Bien hecho- clamó por inercia, sin darse cuenta de la sonrisa que le dedicó a su compañera recién llegada en señal de aprobación; gesto que tal vez le serviría para "limar asperezas" con la irlandesa. -El campo más próspero de las flores de pensamientos está en esa cueva que Khufu... ¿Khufu? ¿A dónde se fue?- consultó el adolescente luego de percatarse de que el guerrero ya no se hallaba entre ellos; a ciencia cierta su figura se había esfumado con la tormenta de arena que azotaba el área, y ahora tendrían que continuar solos. Pero, justo cuando sus pies llevaban un corto tramo avanzado por delante de sus compañeras (que parecían "hacerse buenas migas"), Thomas sintió que éstos comenzaron a resbalar sin remedio, cayendo de bruces al suelo, tratando de aferrarse con las manos a "algo" que obviamente no existía. -Movedizas... Arenas Movedizas- gritó con tal de que las chicas se detuvieran. En eso, un enorme agujero empezó a conformarse; del cual nacieron unos enormes tentáculos que cogieron de los pies al veinteañero, jalándole con fuerza hacia la zona central donde una criatura de origen desconocido brotó como botón de rosa con sus fauces listas para comerlo.


-¡Madre santísima!- bramó en un balbuceo poco entendible por el pavor que recorrió cada centímetro de su piel, ya que nunca antes se había enfrentado a tal monstruosidad en su corta vida. Con agilidad, el fenixiano usó su Vara de Cristal a modo de "estaca" para clavarla en una de las paredes del foso desértico; pero éste no contó con que el poder de su arma estaba culminando, lo que se vislumbró a través de la pérdida del brillo y el encogimiento de la madera hasta retornar al calibre de su varita de pirul. -Esto no va a durar mucho- gruñó con dolor, debido a que su audición percibió cierta rotura en la zona central de su aliada de duelos, lo que no era bueno. Fue así que en una maniobra casi extrema por salvar su "pellejo", el pelirrojo intentó usar la aparición como última esperanza; la cual fue revocada por una descarga eléctrica que le lanzó la criatura a través de sus tentáculos; sacudiendo su cerebro con varios voltios de sobra que por poco le dejaron sumergido en la inconsciencia. Lamentablemente, la acromántula que atacó a Helike había logrado zafarse de su prisión y volvió a abalanzarse (un tanto desorientada) contra la vampiresa; por lo que su alternativa de ayuda se reducía únicamente a la warlock ministerial. -Anne... Anne... Ayúdame, por favor. Te lo suplico- pedía Gryffindor con desasosiego y dejando su orgullo de lado, sintiendo que pronto la varita se partiría en dos, y su cuerpo sería devorado por esa "cosa" que no paraba de tirarle incansablemente.


http://i.imgur.com/ooZpI2o.png

Editado por Thomas E. Gryffindor
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La pronta recuperación de la licántropo pareció revertirse durante unos instantes. Se sintió mareada y se tambaleó al mismo tiempo que escuchaba a Thomas resaltar el hecho de que Khufu había desaparecido.

 

Habitual en ellos —refunfuñó, inclinándose hacia adelante para apoyar la mano derecha en la rodilla que unos instantes antes había estado herida. Era una especie de recuperación, como si necesitara tomarse un momento para recuperar el aliento. Enseguida se sintió mejor y se incorporó para poder observar la dirección que había señalado Thomas antes de percatarse de que estaban solos—. Sí, deberíamos ir hacia allí.

 

Pero no les dio tiempo a hacer mucho, pues un nuevo problema se presentó en cuanto comenzaron a caminar de nuevo. La arena bajo sus pies comenzó a volverse como más... blanda y el Gryffindor gritó algo que la dejó petrificada. Arenas movedizas.

 

Instintivamente, levantó un brazo para detener a Heliké, aunque ni la rozó ni tampoco se percató de si estaba bien o no. Sus ojos grises estaban clavados en los tentáculos que acababan de atrapar a Thomas por las piernas y lo intentaban arrastrar hacia el fondo de la arena, donde la criatura dueña de aquellos brazos fuertes y escurridizos esperaba al chico para devorarlo. En un primer impulso, quiso salir corriendo. Pero entonces escuchó que la llamaba pidiéndole ayuda, y el estómago se le encogió. ¿De verdad podía darle la espalda, sin más? Vaciló un instante y vio cómo su vara estaba a punto de partirse.

 

Instintivamente, apontocó los pies en la arena firme que tenía bajo sí misma y estiró los brazos para agarrar los brazos de Thomas. Sintió que se le escurrían.

 

¡No, no, agárrate bien, maldita sea! ¡No te sueltes de esa vara por nada del mundo! —bramó, en un arranque de desesperación. Tiró de él con toda la fuerza que albergaba su trabajada musculatura, pero no fue suficiente: los tentáculos le sujetaban con demasiada fuerza. De repente, se le ocurrió algo y clavó su grisácea mirada en los ojos verdes de Elros—. Escúchame, ¡escúchame! Concéntrate en tu vara y utiliza la "salvaguarda mágica". Te volverás intangible y los tentáculos te soltarán porque no podrán aferrarse a tu cuerpo. Yo detendré durante unos segundos a esa cosa pero tendremos que correr, ¿entendido? ¡Heliké, Heliké! ¡Para a esa acromántula de alguna forma y corre con nosotros, tenemos que llegar a esa endemoniada cueva cuanto antes! —le gritó a la Vladimir, aunque no estaba segura de si la oiría. Luego volvió a mirar a Thomas—. Vamos a ello, te soltaré para no caer hacia atrás cuando te vuelvas intangible e intentaré congelar a esa cosa, tú haz lo que te he dicho. ¡Funcionará! ¡Ahora!

 

No sabía si Thomas reaccionaría a tiempo, pero confiaba en que sí. No obstante, si conseguía congelar a la criatura que le mantenía apresado podría darle la oportunidad de escapar sin volverse intangible pero si éste le hacía caso, podría alejarse de aquella peligrosa zona antes de que pudiera volver a por ellos. «Semillas de hielo», pensó sin perder un instante, con la vara apuntando hacia el fondo de las arenas movedizas. Un viento helado surgió de su arma mágica y recubrió a la criatura, congelándola por completo. Pero el efecto de aquel rayo no duraría mucho. Debían huir antes de que pudiera volver a moverse, con mucho cuidado de dónde pisaban.

AYlDcNN.gif


oizsVNM.jpg

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

  • 2 semanas más tarde...
¿Qué clase de monstruo era ése? Una simple pregunta que Gryffindor no paraba de auto-realizarse mentalmente tras sentir que su cuerpo se desplazaba de forma leve a través de la arena movediza hasta las fauces de la criatura que le esperaba con ansias de digerirlo, tal como las enzimas estomacales con el bolo alimenticio. -¡Anne!- volvió a gritar el muchacho perdiendo las esperanzas, pues su varita de pirul estaba a pocos segundos de fracturarse en dos, lo que irremediablemente le haría caer al vacío. -Ya es muy tarde, Gaunt... Se romperá en cualquier santiamén- le respondió con una sonrisa desconfiada (pero algo aliviada), tratando de aferrarse con suma potencia a los brazos de la warlock del Ministerio de Magia, la misma que parecía estar pensando en un buen plan para liberarse de aquellos poderosos tentáculos que le jalaban de los pies sin piedad. <<¿Dónde está Helike?>> pensó con curiosidad, debido a que ningún sonido proveniente de los labios de la española había nacido desde que la acromántula se liberó de esa prisión momentánea poco efectiva. -¡Muy bien! Haré lo que me pides... Uno, dos...- alcanzó a balbucear antes de que su fornido cuerpo se volviese intangible (conformando un nudo en la extremidad del ser que antes le tenía cautivo) gracias a "Salvaguarda Mágica". Era cierto, el arte del Libro de la Fortaleza le había salvado la vida, pero aunque eso fue así, Elros no pudo evitar reflexionar sobre el porqué su "Anillo Detector de Enemigos" no había vibrado. A ciencia cierta, todo aquello podía estar planeado por el guerrero Uzza Khufu a modo de lección "académica". Cuando Anne utilizó el vaho gélido, todo se congeló; pero la figura del fenixiano (ahora fantasmal) descendió sin control por la superficie, hasta caer (terminado el efecto) sobre una rocosa área oculta bajo las arenas del desierto, que dejaba entrever una oscura cueva iluminada por dos antorchas.


-¿Será posible...- conjeturó de forma espontánea; pero antes de seguir trazando particularidades de lo acontecido, dirigió su arma de duelos contra la "escultura de hielo" y con un estruendoso "Reducto" la hizo explotar en miles de estalactitas que se desvanecieron convertidas en un brillante polvo estelar. -No era real- supuso Thomas, quien enaltó su mirada esmeralda por el "ahora" agujero hasta donde se veía la silueta de la bruja irlandesa. -¡Creo que el camino es por aquí!- gritó con todo el aire acumulado en sus pulmones, esperando que sus compañeras bajaran con sumo cuidado hasta el sendero que los llevaría hacia su objetivo. Frente a él estaba la entrada a la caverna, la cual era evidente tras observar un portal de piedra que tenía unas runas similares a las que estaban plasmadas en la placa por donde salió la araña gigante que atacó a Rambaldi. Sin temor, el joven se aventuró a cruzar, sintiendo un fuerte pinchazo en la sien derecha que le hizo llevar la mano ipsilateral hacia ella para presionarla con el afán de calmar el dolor. Imágenes florecieron en su mente; algunas malas, otras buenas... pero gracias a la Oclumancia logró bloquear todo aquello que le distrajo de su meta por breves instantes. Ahí, sin más al alzar la vista, estaba plantado un hermoso campo de flores de los pensamientos; sitio que Khufu les contó con erudición y al que les solicitó llegar confiadamente.

Editado por Thomas E. Gryffindor
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

*lo siento chicos, no tenía ganas de rolear y entre que algunos días no tenía conexión o.o prometo ser más activa éstos días gracias por esperarme*

 

On:

 

- gracias, pero no ha sido nada -le dije a Anne al deshacerme de la acromántula. Esperaba que al menos, durase el tiempo suficiente para llegar hasta el lugar que nos había indicado Khufu. Parecía que estábamos demasiado lejos y me fastidiaba bastante. Estaba deseosa de llegar y la verdad no me sorprendería que saliesen más criaturas a nuestro camino.

 

- No digas eso mujer. Además somos brujos tenemos poder y podemos hacerle frente a cualquier cosa -le dije a Anne en cuánto vi que se deshacía de su propia criatura- bien hecho amiga -le dije con una sonrisa.

 

Pero no supe porqué me quedé bloqueada. Ambos brujos estaban peleando con dos ¿criaturas? A mi mente venían las imágenes de las últimas pruebas que había tenido que pasar para poder obtener el anillo de la habilidad de Videncia. No quería enfrentarme a más peligros. Era más sensato, cierto que tenía cierto temor a la muerte, pero tampoco lo iba a decir en alto. Estaba apoyada con la Vara de Cristal en forma de buitre, pero mi mente estaba lejos de ahí... No sé cómo reaccioné pero la acromántula que había inmovilizado pareció volver de nuevo al ataque.

 

- ¡Sectusempra! -vociferé el hechizo y enviando la punta de la vara hacia los ojos del animal, se escuchó varias rasgaduras en los ojos del animal, que enseguida empezaron a sangrar. Tardaría poco tiempo en que estuviese muerta, algo que, agradecía. Sinceramente. Bien podía usar una maldición imperdonable pero el guerrero no había dicho palabra sobre eso, no quería tener problemas con la directora, aunque fuese alumna en esos momentos, como nosotros.

 

Seguimos caminando poco a poco hasta que mi compatriota gritó el camino a seguir. Yo fui detrás de él como una autómata. La verdad es que sentía cierto miedo para seguir enfrentándome. No entendía porqué me sentía así. Pero tenía la confianza en que, al ser magos, podíamos deshacernos de cualquier impedimento para llegar hasta esa gruta. Me paré delante de ella pero me fijé en Thomas, parecía que estaba raro.

 

- ¿Estás bien? -pregunté al Gryffindor, preocupada- tranquilo, pronto acabará todo -le dije con una sonrisa- vaya, ésto parece que contiene runas, ¿alguien las ha estudiado?

 

- Anne -me dirigí ahora a la directora- ¿usted que opina? -inquirí, mirando a la mujer a los ojos.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Funcionó. Al menos parcialmente. Cuando Thomas utilizó la Salvaguardia mágica, no solo se zafó del agarre de aquella cosa sino que también atravesó la superficie en la que estaba unos instantes antes. Anne sintió cómo su corazón amenazaba con pararse de golpe. Y es que Thomas no es que fuera su amigo ni nada así puesto que apenas se conocían personalmente, pero había sido profesor en el Claustro del Ateneo y le había visto como alumno en diversas clases muchas veces. Además, como co-responsable de la Universidad Mágica, no quería pensar en todo lo que conllevaría la muerte de un alumno durante una clase.

 

¡Gryffindor! —gritó, inconscientemente. Quiso correr hacia el lugar por el que había caído pero, de repente, la criatura que ella acababa de congelar estalló en mil pedazos. Se quedó petrificada, con la vara de cristal en alto y los ojos abiertos como platos. Luego reconoció la voz del hombre, proveniente de allí abajo. Resopló y relajó la musculatura—. ¡Serás i******, Thomas, qué susto me has dado! —bramó, perdiendo totalmente las formas. Rodeó el cráter que se había formado en el suelo de arena y vio a su compañero allí abajo, sobre una superficie rocosa. Tras él, parecía haber una especie de gruta.

 

Heliké se había encargado de la acromántula y ahora seguía a Thomas por aquel camino. Ella decidió hacer lo propio y, para descender hasta donde estaban, saltó al hueco concentrándose en el amuleto volador. Planeó aquella distancia y cayó al lado de los dos magos con elegancia, doblando un poco las rodillas al tocar el suelo para amortiguar el aterrizaje.

 

Miró a su compañera y frunció el ceño.

 

¿Cómo que "usted"? ¡Tutéame, mujer! Al menos hoy, aquí y ahora —le dijo, fingiendo falsa molestia. Luego suavizó el gesto para que la vampiresa supiera que estaba de broma—. Yo no entiendo casi nada de runas, para qué os voy a engañar. He estudiado muchas cosas en mi vida, pero aún no he tenido tiempo para ese tipo de conocimiento. ¿Alguno sabéis interpretarlas?

 

Mientras esperaba para ver qué decidían al respecto, Anne comenzó a caminar un poco siguiendo a Thomas, que ya pasaba el arco donde estaban las runas de las que hablaban. Ella las miró de reojo, pero no entendía mucho del tema así que no podía opinar. En el interior de aquella gruta había un campo de flores, las mismas que daban los pétalos de pensamiento. La warlock sonrió.

 

¡Nuestro objetivo! Uh... —calló de repente, se sentía extrañamente mareada. La cabeza empezó a darle vueltas y tuvo que concentrarse mucho para no caer al suelo. Algunas imágenes del orfanato donde se había criado antes de que Shiro la adoptara, allí en Cork, empezaron a desfilarle por la mente a toda velocidad. El rostro de la señora Doherty y su desagradable voz retumbaba en sus oídos como si la tuviera al lado. Se llevó una mano a la frente y cerró los ojos, ¿de dónde provenía aquella sensación? ¿Había sido al entrar en la gruta? ¿Por qué Thomas no parecía afectado? «Porque es oclumante», se respondió a sí misma. Al fin y al cabo, ella era una bruja legilimántica y conocía los poderes de la mente, aunque no había aprendido oclumancia por el momento. Así que necesitaba otro recurso para combatir aquellos recuerdos—. Cantar del eleboro.

 

De su vara de cristal empezó a sonar una vibración musical muy suave que pareció envolverla como un manto protector. Su vista y su oído recuperaron la claridad y su mente pareció despejarse casi al instante. Suspiró, aliviada, y se acercó a Thomas sin decir nada. Un poco más adelante de donde estaba aquel campo de flores, todo se veía oscuro y siniestro. La Gaunt se detuvo y miró a sus compañeros.

 

Se me ocurre que... sí, vamos a probar —dijo, manifestando sus propios pensamientos en voz alta pero sin terminar la frase. Mientras que con la mano izquierda sujetaba la vara, metió la derecha en el bolso que solía llevar a la espalda y sacó un pedazo de pergamino arrugado con algunos garabatos en una porción de superficie. Cerró el bolso y lo convirtió en un avión de papel con un leve toque de la vara.

 

A continuación, extrajo del bolsillo de su pantalón el anillo de presencia, el cual pertenecía al Libro al que intentaban vincularse y se lo colocó en el dedo corazón de la mano derecha. El único que no tenía anillos hasta el momento.

 

Khufu dijo que con una gota del contenido de este anillo podríamos ver lo que había a distancias lejanas, ¿cierto? Solo basta con mandar el papel con una gota... y lo veremos. Pues bien, creo que es momento de probarlo. Para saber si en este sitio estamos a salvo o no hasta que llegue Khufu, ¿no? —les explicó, mientras miraba el anillo y realizaba la misma acción que el guerrero uzza cuando se lo había mostrado un rato antes. Lo rozó con la yema del dedo indice de su izquierda y de éste salió una gota de aquella poderosa esencia mágica. Rápidamente, acercó el avión de papel para que éste se impregnara del líquido. Acto seguido, lo alzó y soltó en el aire tras darle un soplido, no sin inclinar la vara hacia adelante para darle más impulso. El avioncito entró en aquella sala subterránea girando en el aire, ganando altura durante unos instantes y luego cayendo más adelante donde ya los ojos de los tres magos no podían vislumbrarlo. Anne se concentró.

 

Y pudo ver. Al principio con poca nitidez, pero pronto empezó a reconocer mejor lo que veía. Era una estancia muy amplia, más de lo que le había parecido al entrar, tanto que no le veía límites al fondo. El resto parecía ser una especie de cueva de piedra con suelo igualmente pedregoso, y algunas rocas de diversos tamaños (algunas como caniches, otras como rinocerontes) esparcidas por el espacio de forma irregular. Las flores parecían quedarse solo al principio, más adentro no parecía haber ninguna.

 

No veo nada que represente peligro. Y mi anillo detector de enemigos tampoco da señales de problemas. ¿Creéis que el guerrero vendrá o tendremos que adentrarnos más en la cueva?

AYlDcNN.gif


oizsVNM.jpg

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

-Sí, Helike... Estoy bien ¿Tú no sientes nada extraño?- le preguntó dubitativo el adolescente a la española, tras notar de que ésta parecía estar con todos sus sentidos bien cuerdos, a pesar de dicha fuerza mental que por escasos segundos casi le hace romper su guardia oclumántica tan perfeccionada por Saka. En eso, Anne descendió (con mayor sutileza que él, obviamente) usando el Amuleto Volador hasta la cueva; provocando que una sonrisa de camaradería se dibujase en la exhausta fisonomía del apuesto fenixiano. -Tal vez el "i******" sepa algo de ellas. Fui profesor de Runas en la Universidad hace un tiempo... pero tuve que dejar el Claustro por motivos personales de fuerza mayor. Aunque es necesario decirles que estos símbolos no tienen nada que ver con las antiguas civilizaciones mágicas ni muggles. Me atrevería a conjeturar de que se tratan de Runas Uzzas- explicaba el pelirrojo mientras pasaba su mano diestra por los relieves que conformaban los trazados sobre las rocas de la oscura gruta. -Buena idea... la vibración musical de Eleboro te ayudará a espantar aquellos pensamientos que atormentan tu cabeza... Pensé que había sido el único en percibir la presión negativa tras cruzar el velo que separaba la entrada del "santuario" del campo floral- susurró al oído de la warlock cuando ésta se le aproximó instantes previos a utilizar el Anillo de Presencia. La esencia mágica viajó con determinación a través del avión de papel que fue impulsado con la ayuda de la Vara de Cristal de Gaunt; perdiéndose en la ancestral atmósfera que albergaba los cuerpos de los tres viajeros aventureros que esperaban a su longevo maestro con anhelo.


-¿Qué es lo que ves?- consultó a la irlandesa, quien hizo hincapié en que no analizaba nada que denotase peligro ni problemas como los que ya habían tenido que enfrentar en la superficie desértica exterior con las criaturas. -No lo sé, Anne... Creo que debemos esperarlo, ya que nuestra misión era arribar "sanos y salvos" hasta aquí... aunque él también nos dijo algo sobre "utilizar la flor en estado natural en combinación con la arena"... "poderosas pociones se pueden elaborar" Creo recordar eso... Sí, sólo eso- reflexionó en voz alta Elros, no sin antes agacharse hasta quedar más cercano a la altura de una de las flores de pensamientos brotada en el área. Con delicadeza, Gryffindor trató de arrancar una de raíz, pero en vez de recibir la planta en sus manos, lo único que obtuvo fue una descarga eléctrica que lo dejó sentado un tanto estupefacto con sus orbes esmeraldas como platos. A lo lejos, y entremedio de una roca con musgo, el muchacho logró divisar una porcelana que ilustraba el casco alado del Dios griego Hermes; objeto que le hizo sentido inmediatamente. -Este lugar está protegido... No se pueden hurtar las flores de este paraíso- balbuceó con ligera incomodidad en la lengua; enseñando, tanto a Anne como a Helike, con su dedo índice derecho en alto, el perímetro exacto donde estaba el Amuleto Anti-Robo. Pero justo en ese santiamén, una silueta alta y delgada pintada de sombras se acompañó de fuertes pasos sobre las rocas del piso... ¿Era Khufu? ¿El Nesedy los había hallado finalmente?

Editado por Thomas E. Gryffindor
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Sonreí a la mujer un poco ruborizada. La verdad es que no me esperaba esa familiaridad por su parte. Asentí con la cabeza, mientras la había visto usar uno de los objetos de los Uzza que nos permitían planear con cierto cuidado hasta el suelo.

 

- Yo no tengo ni idea, la verdad -le dije a Anne, elevando los hombros, mostrando mi desconcierto- yo tampoco he tenido tiempo para estudiar ese tipo de runas. No tiene nada que ver con idiomas, así que, no puedo ayudar en eso -comenté, bufando, dando un puntapié a una piedra que salió rodando hacia el otro lado.

 

Gracias a mis habilidades vampíricas pude escuchar cómo la mujer pronunciaba un hechizo de uno de los libros de los guerreros. Me sorprendió porque no entendía porqué lo había hecho. Debía ser que, la magia de ese lugar afectaba a los que estaban más próximos a la entrada de la gruta. Por mi parte, estaba en la otra parte, así que, su poder no me influenciaba, de momento.

 

- sí, es así -afirmé las palabras de la mujer, al ver cómo recordaba lo que nos había dicho Khufu sobre ese tipo de "agua" especial- buena idea Anne, así al menos, podremos descubrir si hay que tener ciertas precauciones al entrar en la cueva.

 

- Yo prefiero esperar, por si acaso -le dije a la directora - básicamente no nos dio instrucciones precisas si encontramos la cueva -dije, elevándome de hombros. La verdad es que ya habíamos pasado de todo y lo último que querría era tener que enfrentarme a nuevas cosas sin instrucciones.

 

- ¿Runas Uzzas? -pregunté al español mostrando mi desconocimiento total sobre el asunto -no sabría decirte, la verdad. Puede ser cualquier cosa. Puede que Khufu nos diga qué tipo de cosa es esa...

 

- pero, ¿qué haces hombre? -pregunté a mi compatriota al ver como el Gryffindor intentaba arrancar una de esas plantas. Vi cómo debió de recibir una pequeña descarga eléctrica, porque los pelos se le pusieron de punta. No pude evitar reír por lo bajo- eso te pasa por impaciente, hombre -y ahora, estallé en carcajadas- yo creo que es mejor esperar, por si acaso.

 

De dentro del morral de cuero, también saqué el colgante que me permitiría planear. Lo coloqué encima del morral de cuero, suspiré y me tiré hacia "el vacío". Aterricé con cierta suavidad al lado de la directora. Sentí cierto dolor de cabeza y me llevé las manos a la cabeza.

 

- Argg, necesitaré un analgésico... Ésta magia me está dando migraña -me froté las sienes con los dedos índices de mis manos, haciendo círculos- hay mucha magia y de la fuerte -me fijé en cómo había un objeto en dónde hacía que, no se podía hurtar esas flores. Habían protegido el lugar y ahora tendríamos que esperar a ver lo que nos diría el guerrero...

 

- Pues de alguna manera habrá que extraerlas, el guerrero ¿no nos ha dicho que tendremos que obtenerlas? -pregunté a mis compañeros- quizá debamos de sacar ese objeto y sacarlo de enmedio para poder entrar. Sólo espero que no nos quedemos encerrados en ese sitio... Porque entonces sí que mataría a Khufu...

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

El susurro de Thomas cerca de su oído hizo que la Gaunt se estremeciera, aunque muy levemente. No estaba acostumbrada a dejar que nadie se le acercase tanto sin su permiso, aunque tampoco tenía motivos en aquel momento para rechazar acercarse al Gryffindor o a Heliké. Bastante tenían con aquella aventura extraña que habían emprendido para poder vincularse con el libro de los Ancestros. Si es que Khufu aparecía. Acordándose de lo que le había dicho antes, Anne alzó las manos con gesto apaciguador.

 

Sé que fuiste profesor, yo daba las órdenes de pago a Gringotts cuando dabas clases —le respondió, sonriente, haciendo alusión a que ella ya era directora cuando él trabajaba de profesor en el Claustro—. Lo de i****** ha sido sin querer, me he llevado un buen susto —añadió, a modo de disculpa. Luego miró a Heliké—. ¿Analgésico? Creo que tengo alguna pócima para el dolor de cabeza, ¿quieres que la busque? —le preguntó—. Por cierto, allí delante solo hay piedras. Al menos no he visto nada más.

 

Thomas comentó algo sobre lo que Khufu les había indicado referente a aquellas flores. Le vio agacharse para tomar una y, de repente, comprobó cómo una descarga lo sacudía. Ella también se sobresaltó ligeramente, pero guardó la compostura con los ojos muy abiertos. Casi tantos como los había abierto el Gryffindor, que rápidamente dijo en voz alta lo que Anne pensaba. Miró el dedo del muchacho y tuvo que hacer esfuerzos para no reír.

 

Cuidado con los dedos, hay que tener precaución de lo que tocamos con ellos —le dijo, con gesto burlón. Luego le sonrió sin acritud—. Era broma, quería quitarle hierro al asunto. Seguro que se te pasa el malestar enseguida. Ahí tienes el amuleto culpable de que no podamos tomar esas flores —le dijo, señalando con la cabeza el amuleto antirrobo. Luego miró hacia la figura que se acercaba hasta donde estaban. No conseguía vislumbrarlo bien—. Estad atentos... yo no pienso hacer nada hasta que no venga el guerrero Khufu. Y si no es él y es hostil, pienso hacer lo necesario para estar a salvo. ¿Estáis de acuerdo?

 

Como ella iba a actuar así pasara lo que pasase con ellos, agarró su vara con mano firme mientras entornaba los grisáceos ojos en dirección a quien se acercaba hacia ellos. Estaba decidida a salir de aquel lugar vinculada al libro de los ancestros, y haría cualquier cosa que fuese necesaria para conseguirlo.

AYlDcNN.gif


oizsVNM.jpg

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

~Sely~ mencioné cuando ya estaba lo suficientemente lejos de mis tres aprendices; provocando que aquel susurro, a modo de llamado, trajese a mi leal amigo frente a mí en un par de minutos. ~Sely... He dado la última misión a mis pupilos. Creo que pronto podrán vincularse al poder de Los Ancestros... Por ahora, hombre, dame un poco de agua de aquella cantimplora de metal que siempre traes contigo~ agregué con amabilidad; valor que aquel sujeto se había ganado con años de fidelidad y compañía hacia mi persona. Sely me pasó en las manos el recipiente, y no dudé en poner mis labios en el orificio superior, discurriendo un poco de agua por mi garganta debido a un gesto poco controlado y precipitado que realicé en base a la sed que sentía.


Dentro de todo, tenía fe de lo que Thomas con Helike habían logrado en todo el tiempo de preparación; era un dúo muy fuerte, y a pesar de las diferencias en los ideales de cada cual, se podía percibir con un toque de perspicacia el sentimiento de camaradería que profesaba el uno por el otro. En cuanto a la señorita Gaunt, su nivel de control e inteligencia le habían dado el mérito propio de ponerse a la altura de sus compañeros; y ese atributo no se lo había ganado por ser la directora, sino porque logró demostrar en poco tiempo lo que yo buscaba de un digno mago que heredase el poder del libro que yo tenía bajo custodia.


~Sely... dormiré un rato bajo la sombra de este árbol... No me despiertes, a no ser que sea necesario~ ordené mientras caminaba hacia la palmera que estaba frente a ambos; aprovechando de arreglar mis níveos cabellos con una temblorosa mano que no descansaba del movimiento involuntario que le aquejaba cada vez que deseaba realizar algo con alguna de ellas.


No supe cuánto tiempo había transcurrido desde que mis pálidos ojos se sumergieron en los brazos de Morfeo, tanto así que no pude controlar el sobresalto que me embriagó cuando noté que el sol ya estaba poniéndose. Sely continuaba a mi lado, aunque por el malestar reflejado en su rostro, podía denotar que veló por completo mi sueño, sin dar tregua a su propio cansancio.


~Amigo mío... Ve a tu morada. Tu labor aquí ya terminó~ le dije antes de marcharme a paso lento hacia el sitio que les había indicado a los tres jóvenes. Las runas estaban intactas, pero los agujeros en la arena dejaban mucho para mi imaginación, especialmente al analizar restos de criaturas mágicas que posiblemente atacaron con tal de defender uno de los sitios más sagrados del pueblo Uzza.


Tras descender por uno de los forados del desierto, mis pies aterrizaron con calma luego de apoyar mi Vara de Cristal en la superficie de roca; ocasionando que varias chispas azuladas nacieran e iluminaran la zona inicial del túnel que conducía hacia el campo floral. Con ayuda de mi Tercer Ojo, localicé fácilmente las energías de mis aprendices; así que no tardé demasiado en dar con el paradero de éstos. ~Deberían estarlo, señorita Anne... Deberían... o sino el trabajo en equipo que han llevado hasta ahora se perdería en la nada misma~ refuté luego de aparecer en medio de la oscuridad de la cueva, realizando un gesto cordial hacia Gaunt para que tomase una postura más defensiva con su Vara.


~Estoy gratamente sorprendido de vuestras habilidades, jóvenes. Han concluido su primera etapa de aprendizaje. Ahora... comienza la acción~ vociferé enaltando al cielo mis brazos para convocar un destello azulado que dejaría ciegos a Thomas, Helike y Anne; y cuando recobrasen su sentido, estarían en un escenario de duelos que pocos habían logrado pisar en decenas de años.

Editado por Khufu
YuPaxIy.png
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La figura que se aproximaba hacia ellos cada vez se iba haciendo más nítida hasta que Anne pudo suspirar, tranquila. Era el guerrero Uzza. Se dirigió verbalmente a ella, corroborando lo que les había dicho ella a sus dos compañeros. La Gaunt asintió con solemnidad y se relajó, aunque sabía que no podía confiarse con aquellos maestros tan especiales que les ponían a prueba constantemente. Había tenido mala experiencia con los que había conocido ya, sobre todo con Badru. Aún recordaba lo dura que había sido la clase con él. Bakari también los había puesto en apuros, pero había sido algo más cordial que el primero. Khufu también había sido cordial, pero les había dejado a su suerte durante buena parte de la clase, y las pruebas que les había puesto hasta el momento habían sido complicadas. Pero no insuperables, que es lo que contaba. Parecía contento con el progreso de los tres magos.

 

De repente, tras decirles que había llegado la hora de cambiar de aires, alzó los brazos y un súbito resplandor los cegó. Anne cerró los ojos rápidamente y agachó la cabeza, pero enseguida notó un tirón en el estómago que le indicó que iba a cambiarlos de escenario. Pero no podía abrir los ojos, así que aguardó a que el resplandor cesara para saber qué les había preparado el guerrero a continuación.

AYlDcNN.gif


oizsVNM.jpg

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.