Mansión "Ojo Loco" Potter Blue (MM B: 78439)

[Xell Vladimir Potter Black]

La tensión flotaba en el ambiente, había intentado separar a la tía Hayame de Sean. El muchacho estaba en la sala de la chimenea y, aunque pregunté por él, la presencia de Perenela impidió que me acercara a ver cómo estaba. Hay que reconocer que era un valiente, entrando por su propio pie en la madriguera del lobo. O, en este caso, la madriguera de la Bestia Enfadada, como podía ser la tía Sagitas cuando se enfadaba. Y con él, siempre estaba enfadada.

 

La prima le dio permiso a la tía Hayame para que lo matara así que volví a intervenir. Sagitas, enfadada, es peligrosa pero la tia Hayame, con permiso, puede ser complicada. Sabe deshacerse de los muertos. ¿Cómo es que tenía dos tías tan maravillosas y, a la vez, tan peligrosamente capaces de cualquier acto con tal de defender a su familia?

 

- Vamos, tía, dejémosle solitos y que hablen entre ellos. Tú y yo a dormir, que es muy de noche.

 

No esperaba quedarme en casa hoy, mis planes eran volver a la Vladimir pero era una mansión vacía desde que Reena no estaba así que decidí ocupar hoy mi cuarto en la "Ojo Loco" por si había alguna emergencia en la que intervenir. Quería un testigo por si había que intervenir o, al menos, para saber donde recuperar el cadáver de mi primo por si se podía resucitar.

 

Así, me alejé de la acción y no vi a Matt reunirse con la tía Sagitas ni el resto de movimientos de la casa. Estaba en mi habitación, peinándome la melena. La costumbre del 100, cien pasadas con el cepillo para que luciera bonita al día siguiente. Desde la ventana abierta, sentí las risas de un niño. Ithilion estaba en los jardines.

 

Me asomé y le vi, corría detrás de algo, de algún animalito seguramente. Iba a llamar a una elfina cuando recordé que Sean estaba en casa. Si él estaba, habría un caos contenido. Sagitas y Perenela no estarían para nada que no fuera contenerse la una y contener a la otra. Harpo estaría controlando que Sean no saliera del todo muerto. No estaban para más sustos, como que el niño se había escapado de la cama.

 

Así que me puse la bata rosita por encima del camisón y bajé a los jardines en su busca.¿Dónde se había metido? Desde el exterior, veía a través de la cristalera la sala de la chimenea. Era fácil ver a la tía Sagitas, con la espalda pegada al cristal. Algo la había turbado, se notaba en su rigidez, después avanzó al interior y dejé de verla. También vi a Matt, algo que me alegró, porque él nunca permitiría que mataran a Sean. Era un primo con Honor y defendería a su madre y a su hermana por un igual; aunque no estoy segura de si impediría que lo mutilaran un poquito.

 

Y, de repente, apareció Perenela y Sean. Me quedé mirando la escena desde el exterior, hasta que me di cuenta que estaba siendo chafardera, algo que estaba muy feo. Me alejé un poco (lo justo para oír los gritos, si se daban, lo justito para entrar corriendo si me necesitaban) y busqué a Ithilion.

 

El niño estaba junto a unos arbustos, moviéndolos con las manos.

 

- ¡Eh, tú, muchachito! Deberías estar en la cama, ¿lo sabes? - y blandí mi cepillo delante de él. No lo había soltado en todo este tiempo.

[Matt Blackner]

Reconozco que, entre tanta tensión, acabó por escapárseme la risa. A veces no conseguía tranquilizarme con cosas que deberían ser...normales. No sabía como llevarlas, y ahora entendía, más o menos, qeu había sido una tontería. Que no tendría que haberme enfadado tanto con ella.

 

Fenrir mientras, se relamía y miraba por la ventana. Mi madre preguntó si los oía también, lo que me hizo ladear la cabeza, extrañado. Oir que? Yo no escuchaba nada, pero el lobo la miró, con un pequeño gruñido. él si pareció entenderla, pero algo, o más bien alguien, nos interrumpió. Perenela entró, riendo, tan feliz, revolviéndome el pelo y sentándose encima mía antes de preguntar por Helike.

 

Miré a Sagitas, notando que me sonrojaba. Demonios, acabábamos de hablar de eso...La respuesta de Sagitas le quitó importancia, a lo cual sonreí, algo nervioso.

- Si...es...está bien, está.... - no supe que contestarle, asi qeu me encogí de hombros. - La niña y ella están bien.

 

Pero Sean entró en escena, y no pude evitar desviar la mirada hacia mi madre. Ya los había visto juntos a en el Laudure, donde Perenela me había dicho que todo aquello era por le bien de SJ. Que el mafioso había...cambiado. Pero obviamente aquello iba un poco más allá, ya que la demonio siempre había tenido una gran atracción por él, y parecía ser, al final, mutuo.

 

Me quedé con los ojos abiertos, mirando a Sagitas primero, y a Perenela despues. Esperaba que al menos, mi hermana supiera lo qeu hacía.

[Tamarindo]

Nada separaba salvo unas ramas y unas hojas, los cordones-bigotes de la zapatilla de unas manos pegajositas de un niño pequeño que estaba insistiendo muchisimo en molestar a la zapatilla verde y blanca. Y la pobre zapatilla se estaba estresando, acurrucandose cada vez mas contra las ramas y escondiendose lo mas posible. Pero no habia manera... esas manos pegajositas y pequeñitas intentaban cada vez mas cogerle.

 

¿Qué había echo la zapatilla para mereces esta pesadilla nocturna?

 

Pero una voz dulce y suave, aunque un poco autoritaria, había venido a salvarlo... movio los cordones en señal de alegría y se acercó un poco mas al borde del arbusto... el niño se habia distraido un poco con aquella ¿señora? ¿Chica? Es una zapatilla conejo, no sabe diferenciar mucho entre edades, si son altos son señores, si son bajos son niños... Hasta ahi había llegado a entender como se dividia esa especie que le cuidaba tan bien en esa mansión.

 

Total, que en el despiste del niño, la zapatilla, dando saltitos, se puso detrás de los pies de la señora en señal de buscar protección, a ver si asi se llevaban al niño y la dejaba en paz para convertirse en conejo y comer un poco en la huerta. ¿De qué mansión? No lo sabía, la zapatilla sabía encontrar zanahorias por ahí sin saber a quién pertenecían realmente.

 

"Ayúdame señora..."

 

Pensaba la zapatilla, pero siendo zapatilla no podía emitir ni un solo sonido que reflejase que estaba intentando conumicarse...

[Sagitas E. Potter Blue]

Una cosa es que prometiera ser buena, o todo lo posible buena que me saliera. Otra diferente es que dejara de vigilar a Sean. Le seguí con la mirada hasta que se sentó y fui consciente de lo que pensaba sin tener que usar la Legeremancia. Era un libro abierto para mí, sus pensamientos eran tan claros que sabía que iba a soltar una retahíla de palabras sobre su función de padre, de que merecía verlo, de que le dejáramos pasar tiempo con él. Le vi, además, cubrirse con las manos como si supiera que le iba a saltar encima y usar mis propias manos contra él como no reconociera que mi hija valía un tesoro y que iba a olvidar sus trapicheos para darle una vida digna y alejada de los sustos que conllevaba su no-carrera, por llamar de alguna manera a su afición de merodear los bajos fondos.

 

Y, por supuesto, estaba a punto de soltarle una fresca en cuanto se le acabara el tiempo que había ganado Perenela a su favor. En cuanto me dijera lo que iba a soltar, iba a...

 

¿A...?

 

Esto no me lo esperaba...

 

Tal vez debiera haber usado la Legeremancia para no poner la cara de tonta literal que se me quedó al sentir la declaración, mejor dicho, la petición de mano que acaba de hacer a Perenela delante de todos. Miré a Matt. Miré a Sean. No miré a Perenela aún, comprobé si el Lobo aún seguía relamiéndose el morro y me pregunté si la visión que había tenido antes de sangre en su boca sería el del muchacho con él dándole una dentellada a una orden mía.

 

Pero Fenrir era un buen lobo y no me obedecería. Defendería a la Familia, sin dudar, pero no me haría caso en una orden sin sentido que sólo obedecería a una venganza personal. Era, como había dicho, un gran animal. Pero yo no. Reaccioné por fin.

 

-- ¿TE HAS VUELTO... LOCOOOO? -- le grité, lo más alto que pude. Sin necesidad de un Sonorus, estaba segura que habían temblado todos los cristales de la mansión. -- ¡PERENELA! ¡Dile que está loco!

[Leslie Ashryver PB]

En el sotanó

 

 

Alessandra no le gustaba los espacios oscuros y humedos, segun su madre debia encontrar un baul con ciertos tallos que tenia donde en su interior guardaba recuerdos de su padre y diarios sobre el pasado de Asami.

 

<<-Desearia que todo este aqui->> le dijo con vos cansada.

 

<<-Lo se->> le respondio Alessandra.

 

Siguieron a Kiwi, quien su madre le habia indicado ya todo antes de bajar, en silencio, no tenia mucho que hablar con la elfina, estaba nerviosa y ansiosa de descubrir que habia para ella ahi abajo.

 

Despues de esquivar varios muebles y correr otros lograron dar en la esquina mas alejada bajo una sabana tapada con polvo el baul. Alessandra tituveo y miro de reojo a la elfina insegura de querer abrirlo, Kiwi solo la miraba expectante esperando que se moviera y sacara la sabana.

 

<<-Vamos, que esperas?->> le insito Asami <<-acabemos con esto, yo tambien quiero saber->> exigio luchando con su deseo de salir.

 

-Kiwi sino te molesta, quiero seguir sola, si mi madre te pregunta donde estoy dile que aqui, por favor- le pidio con un suspiro.

 

Kiwi asintio y desaparecio dejando sola a la Metamorfaga, cuando se fue es que Alessandra se sento en el suelo y apoyo su cabeza entre sus piernas con temor de descubrir algo que no le gustara.

 

<<-Algo peor que este ciclo sin fin, algo peor como lo de Nigromancia?->> le cuestiono Asami irritada.

 

-Calmate o dejare esto aqui- gruño.

 

A ninguna de las dos le apetecia estar asi mucho tiempo mas, pero Alessandra tenia miedo, nisiquiera su madre lo habia sentido cuándo se despidió para ver a su hermanito SJ.

[Perenela Arya Grindewald Potter Blue]

Me quede helada, envarada y con los ojos abiertos sobre las piernas de mi hermano mayor, escuchar las palabras de Sean tuvieron ese efecto sobre mi, no respiraba, no parpadeaba solo me quede allí mirando fijamente con la cara roja. El aire se volvió seco y el silencio fue absoluto tanto que ni se sentía la respiración de los presentes. No pude responder nada, solo enterré mi rostro en el hueco del cuello de Matt evitando que se notara mi bochorno y lo roja que me había puesto, pero lo que me hizo aterrizar fue el estrambotico grito de mi madre.

 

Deje de esconderme en el refugio que el cuerpo de Matt me proporcionaba y mire fijamente tanto a Sean como a mi madre, me crucé de brazos y apreté los labios con fuerza, abrí la boca para responder algo pero volví a cerrarla dejando caer la cabeza con cansancio.

 

-Si Sean, si quiero casarme contigo - miré de reojo la expresión de mi madre que me miraba fijamente estupefacta e iracunda - pero no quiero hacerlo si lo estas pidiendo por compromiso o porque te sientas obligado a ello... No quiero que esto termine mal ni que estemos juntos solo por el bienestar de SJ... Te amo, te he amado por mucho tiempo pero no me voy a unir a ti si esto no es para siempre... Así que ¿Puedes estar conmigo para siempre? ¿Hasta que estemos viejos, arrugados, sordos y llenos de bisnietos?

[Sagitas E. Potter Blue]

Ithilion gritaba de alegría en los jardines por lo que no oyó llegar a su prima, la rubita Xell. Intentaba coger aquella bamba de entre los setos cuando su voz le interrumpió. Se volvió a ella con temor en los ojos. Había olvidado que no podía estar en los terrenos, fuera de la mansión, cuando anochecía. El chiquito se asustó y movió las manos como espasmos en el aire, intentando convencer a su prima para que no le castigara:

 

-- No puedo ir a la cama, prima Sell, la bamba se ha escondido y pueden pisarla. Tengo que salvarla.

 

El niño intentaba hacerle notar el peligro que corría aquella bamba allá sola, tirada en el suelo, donde cualquiera podría cogerla y llevársela. Era muy sensato y muy listo, derivó la conversación hacia la mascota rebelde y no hacia él como chico rebelde que no está en la cama a la hora prevista. Eso lo había aprendido de su madre, quien siempre le daba la vuelta a la tortilla (sin saber bien qué significaba la expresión) para salirse con la suya.

 

-- Mira, prima Sell, ahí está, en tus pies. ¿Puedo cogerlo? -- Estiró sus manos y miró a su prima, a ver si le concedía el deseo. Era divertido tener una bamba saltarina. Si le dejaba (o si no se daba cuenta), metería aquella bamba desparejada en su bolsa y la llevaría a la guardería para enseñársela a sus amigos. Sería la envidia de todos los compañeros de su clase, estaba seguro. Mejor que el bobo ese de McKorney (el niño aun no sabe escribir bien, no le juzguéis por ello), quien traía siempre una varita diferente porque su familia tenía muchas. Decía que otros magos se las daban a sus padres y hermanos de regalos y, aunque no lo entendía, Ithilion creía que era porque sus padres eran malos y se las robaba en alguna pelea. -- ¿Puedo quedármela, prima Sell?

 

El silencio se cortó en seco al sentir el grito de su mami. Ithilion se encogió. Si Mami Sagitas gritaba así es que estaba muy enfadada. Mejor que no supiera que estaba fuera de la cama.

[Tamarindo]

¡No podía ser! El niño se dio cuenta de que la zapatilla-conejo se había colocado tras los pies de la señora para esocnderse o en un vago intento de protegerse porque pensaba que un adulto sería mas sensato y se llevaría al niño... (¿Cuantos años tenía? ¿No era muy pequeño para estar a esas horas estresando a la zapatilla?) lejos de allí para que pudiera irse a comer tranquilo...

 

Pero parece ser que no, que el niño tenía otros planes para la zapatilla conejo. ¡Se la queria quedar!

 

"Yo ya tengo dueña, niño, no me robes, estoy aqui de ¿vacaciones? perpétuas"

 

La zapatilla saltaba intentando decirle todo esto, pero no podía emitir ningun sonido, estaba claro... movia los cordones energicamente ondulandolos en el aire, pero se sentía impotente de que no le entendieran... ¿Por qué no sabría hablar? Seguro que asi todo sería mas fácil.

 

No se lo pensó dos veces y una luz emanó de la zapatilla, una luz dorada, hasta que al final de un fogonazo algo cegador, se convirtió en en un conejo blanco con lunares verdes. Muy mono él, y presumido cuando le decían que era bonito o lo acariciaban. Pero ahora mismo no queria que el niño se lo llevase. Y menos que se lo quedase... ¡No era suyo! ¡Era de Tama!

[Perenela Arya Grindewald Potter Blue]

Kiwi, en el sotano con @

 

La elfina miro a la amita Alessandra y le hizo una reverencia mientras se dirigían hacia el sótano, aun no sabía como tratar a la hija de la Amita pero no dudaría a su labor ni su servicio y lo haría igual que había servido al Amo Reiven, A la madre de este y a su actual Ama. La elfina siguió indicándole el camino hacia abajo, pasando por los baúles de la Ama Sagitas, los cachivaches de pociones de la Ama Hayame y los cajones especiales de Kimonos de la Ama Perenela.

 

El baúl en cuestión estaba más lejos que los demás, la elfina sintió la turbación de la amita pero decidió no meterse en algo que no fueran sus asuntos, le ayudó a retirar la sabana que cubría el baúl y el tallado de un árbol de roble estaba sobre la tapa, era un tallado muy bonito pero no pudo admirarlo por mucho tiempo porque la Ama Alessandra le pidió que se retirara, le hizo una reverencia y empezó a desandar el camino hecho cuando escucho el grito de la Ama Sagitas y se quedó quieta en una sola pieza temblando.

 

Regreso a donde la Ama Alessandra, prefería enfrentar un regaño de la hija y no aguantar una guerra con la abuela, se disculpó haciendo una inclinación:

 

-¿Puedo quedarme con usted Ama Alessandra? No quiero estar arriba enfrentando la ira de la Ama Sagitas… Los Dioses y los demonios saben que la sacerdotisa puede ser implacable… ¿Puedo quedarme con usted?

[Sagitas E. Potter Blue]

Después del grito quedé sin resuello, algo normal cuando la garganta se resiente del grito y todas las cuerdas vocales estáqn aún temblando, de dolor del esfuerzo y de la rabia contenida con la que había abusado de ellas. Abrí la boca para respirar muy fuerte mientras inclinaba la cabeza un poco hacia abajo, para mirar así de forzado a los presentes, en un claro gesto de desafío a que se atrevieran a decir algo, por leve que fuera. Como se atrevieran...

 

Y claro que se atrevieron, sólo que no me esperaba que fuera Perenela. No sé porqué pensaba que ella se escandalizaría tanto como yo. Por ello, cuando contestó, me dio hipo y tuve que ponerme la mano en la garganta para frenar ese horrible sonidito que salía de ella.

 

-- ¿Cómo que... hip... qué sí...? ¿Tú estás loca? ¡Hip! Pero si fue... ¡Hip! Quien te aban...¡Hip...! ...onó cuando tuviste a hip... esehip...jotahip...

 

No, no podía parecer una matriarca-madre-abuela furibunda si seguía con ese hipo así que me fui hacia la mesa con paso rápido y ruidoso, tomé la jarra del agua y la emmorré en mi boca, hasta que la acabe toda, sin respirar. ¡Por poco me ahogo! Cuando dejé de beber, el hipo había desaparecido pero no mi mala leche.

 

Señalé a Sean con un dedo.

 

-- Prefiero morir. Te reto a un duelo. ¡¡¡Harpo!!!, ¿dónde están mis guanteletes para golpearle la cara? Lucharás con Honor para ganarte mi permiso para casarte con mi hija.

 

Mi mirada fue ahora hacia mi hija, que había soltado una perorata sobre su posible boda.

 

-- ¿Cómo que hasta que "estemos viejos, arrugados, sordos y llenos de bisnietos"? ¿Cómo estaré yo entonces? Súper vieja, súper arrugada y súper sorda. Llena de bisnietos ya lo estoy ahora, hum... De eso nada

 

Harpo entró e hizo un gesto ambiguo sobre que no encontraba los guantes. Gruñí.

 

-- Pues vale, cambio de planes. Seguirás un control exhaustivo de las mujeres que tocas, aunque sólo sea para abrirle la puerta, como le des algo más que un abrazo o un beso, juro que te corto las...

 

Desde la ventana entró un fogonazo de luz, no muy grande pero sí que me dejó ver lo que pasaba en el exterior. Xell miraba hacia nosotros con cara de estupor, con un cepillo en la mano. A su lado, mi chiquitín me miraba con pavor. A lo lejos, los lloros de un bebé; esta vez los oí perfectamente. Era un bebé en los jardines. Se me puso la piel de gallina y me abracé como si sintiera frío.

 

Había prometido portarme bien. Tomé aire y lo expulsé poco a poco, intentando expulsar también la rabia con él.

 

-- Si ella accede, no pondré ningún impedimento.