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Castillo Evans McGonagall (MM: B 97458)


Syrius McGonagall
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Melrose queda confundida ante la disculpa de Scott sin estar segura de las razones por las cuales provino pero no le da tiempo de intervenir. No es solo la llegada de Hannity, si no también la de Agnes y una posible excursión hacia la biblioteca. La muchacha tiene que ser honesta consigo misma respecto a que no siente mucha curiosidad: si resulta que encuentran el antepasado, lo conversarán en la cena. Si resulta que no lo encuentran, también lo harán. De todos modos ella acabará por enterarse y todavía no ha probado la bandeja de dumplings que P-ko acaba de traer. Se limita a asentir ante la afirmación de Agnes respecto a la torre y piensa en cómo ella también compartía solo lazos adoptivos con la familia (debido a que la acogieron) y aún así se muestran mucho más amables que muchos tíos lejanos.

Aunque había pensado que partirían enseguida, no lo hacen.  Más bien, la bruja se pregunta si se trasladarán a la mesa a planificar mejor el asunto o terminarán de decidirse allí mismo y partir. Mientras tanto, ella se pregunta si habrá allí alguna información sobre la bruja llamada Pandora. Richard rara vez habla sobre su pasado así que no está segura de qué podría encontrar allí sobre eso. De repente su curiosidad de enciende, si bien todavía no es suficiente como para terminar de decidirse a acompañarlos.

 

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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  • 3 semanas más tarde...

¿Hace cuánto no veía el cielo desde ese punto? De a poco, mientras avanzaba por el sendero, iba recordando lo tanto que amaba ese lugar. El castillo Evans había sido uno de los lugares que más frecuentaba en su antigua vida y ahora ya no sería solo una visita, sino que podría considerarlo su hogar aunque sea temporal. Llevaba un nudo de emoción en la boca del estómago y se le hacía imposible contener la sonrisa en su rostro. En los diez años que estuvo en Hungría había cambiado bastante, por no decir del todo, sin embargo, el adentrarse en ese bosque y comenzar a ver como el castillo se asomaba por el horizonte le hizo sentir más humana que nunca.

El cabello blanco se alborotó sobre su rostro al sobrepasar la copa de los árboles que le impedían tener una amplia vista de lo que se encontraba a las faldas del desfiladero. Su rostro se iluminó a penas el sol tuvo libre acceso a su piel a la vez que se detenía a contemplar, su capa flameaba con el viento y aunque recordó que el podía estar muy frío no tardó en entrar en razón, por más que intentara recuperar lo que tenía en Inglaterra cuando era humana, nada podría ser igualmente percibido siendo vampira. Esperaba también no fuera un inconveniente para su amigas y el resto de la familia.

Detrás apareció Ditry y las maletas que Marie le había encargado, el elfo miró a sus costados confundido con el lugar donde se encontraban a lo que Marie le respondió adelantándose a las preguntas que se acumulaban en la mirada de la criatura — Sólo quise tomar el camino largo, aún no traigas las maletas — se excusó pues el elfo por supuesto esperaba que se aparecieran inmediatamente dentro del castillo. Sinceramente, le estaba costando trabajo mentalizarse en que sus amigas la verán de la misma forma que antes. Ditry hizo desaparecer las maletas y ambos siguieron el escaso camino que quedaba hasta la entrada de la residencia. Allí se quedó con la vista fija por unos segundos hasta que decidió simplemente dar el gran paso, le guiño un ojo a su elfo e inmediatamente apareció en el hall. sus pasos no tardaron en escucharse pues empezó inmediatamente a pasearse, luego, con unos segundos de desfase, se escuchó el estruendo de Ditry dejando caer todas las maletas contra el piso.

¡Ditry! - alzó la voz llamándole la atención por el descuido, mas no pudo controlar una pequeña risa por la gran entrada de esta intrusa— ¿Y cuándo será el momento que alguien se aparezca y me indique cuál será mi habitación? ¡¿Hola?! — preguntó al aire con una sonrisa jocosa.

¡Marie, Marie! —exclamó Ditry aún con su acento francés—Creo que hice algo mal... — le jaló la capa hasta llevarla nuevamente al recibidor donde las maletas habían caído desordenadas una sobre otra provocando una verdadera escena del crimen. Uno de los bolsos donde llevaba bolsas de sangre para lo que sería su cena, quedó atrapado bajo uno de los baúles propiciando el derrame.

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Bel Evans Ollivander

— Ya que Melrose ha terminado todos los tentempiés, y la botella de whisky está vacía, deberíamos lanzarnos a la aventura.

Un agradable calor permanecía en mi garganta, por causa de la bebida ingerida, y un cierto impulso que no quería desaprovechar antes que las energías me traicionasen. Como si todavía sopesara cada una de las cosas que le habíamos dicho, Scott no daba una respuesta concreta, y Melrose revisaba entre las bandejas si en alguna todavía quedaba alguna masita, soleta o bollo.

Hannity también había permanecido silenciosa, pero en su caso, estaba ya más que acostumbrada a que su carácter fuese pareciéndose más al de su padre, conforme el tiempo pasaba.

De repente, un ruido de pasos se oyó con toda claridad desde el recibidor. Poniéndome de pie de la butaca, asomé la cabeza para ver quien era la que acababa de ingresar, y entonces distinguí a una joven de esbelta figura y cabello blanco, envuelta en un aroma particular, y acompañada de un elfo que cargaba varias maletas, las cuales quizá por el peso o por el simple cansancio, la criatura terminó soltando provocando un eco sordo en la estancia.

El llamado de atención no se hizo esperar, y fue justo en ese preciso instante que la oí hablar, que la cadencia de su voz me remontó a tiempos tan lejanos, que sintiendo temblar las rodillas, apenas encontré la manera de mantenerme en pie. Y cuando rompió a reír, como si se tratase de otra de mis ensoñaciones experimentales, reconocí su rostro que casi no había cambiado (excepto por la excesiva palidez de su piel) y las noches de fiesta en los Baños Averiados de la extinta Academia de Magia y Hechicería de Ottery.

Recordé de pronto, las competencias de casas, y los primeros pasos temerosos de la generación joven que habíamos sido, todos promesas de renovación para el bando de la Orden del Fénix.

Los chillidos de P-ko al ver aquel charco de sangreproveniente de las bolsas rotas y aplastadas por las maletas me arrancaron de los pensamientos nostálgicos. Con un chasquido de dedos y refunfuñando, mi efina limpió el pequeño inconveniente, e indicó a su congénere que le siguiera escaleras arriba, y acto seguido, haciendo una reverencia se despidió de Marie, asegurándole que una habitación estaría preparada para ella en los próximos cinco minutos.

— Esta noche de visitas sí que nos ha traído sorpresas. Marie ¿recuerdas aun a la revoltosa Belosa? - sin saber como había podido ser el derrotero de su vida, fue más fuerte el impulso y corrí a abrazarla,  sintiendo que ese abrazo como ese encuentro me devolvían de cierta forma la juventud perdida— ¿Qué te ha traído hasta el Castillo esta noche querida? 

@ Melrose Moody  @ Syrius McGonagall  @ Agnes Lynn  @ Hannity Ollivander Evans  y bienvenida mi Kote🫀 @ Marie J. Báthory Poulain

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  • 2 semanas más tarde...

Scott Duplantier.

 

-Pues claro que acepto la invitación - le sonrió a la bruja pelirroja levantando su vaso en señal de asentimiento -No vine de tan lejos para quedarme solo por una noche - reconoció el castaño que estaba dispuesto a tomarse una temporada para conectarse por primera vez con aquella parte de sí mismo que ignoró por tanto tiempo. 

 

Y al parecer no era el único que parecía querer reconectarse con los lazos familiares olvidados, pues otra figura hizo acto de presencia en aquella lluviosa tarde de primavera. Scott se giró extrañado al sentir el caos que se desarrollaba en el vestíbulo junto a la enorme puerta de entrada del castillo. 

 

Distinguió el quejido de algunos elfos, la voz de una mujer y el pesado sonido de objetos al impactar sobre el suelo de piedra, además del inconfundible sonido del vidrio al partirse. Curioso por saber que estaba sucediendo realmente, el americano se levantó de su cómodo asiento y acompañó al resto de su nueva familia al rellano.

 

Una bruja de cabello de plata como la luna acaba de llegar acompañada por un elfo y una cantidad alarmante de maletas. Bel se arrojó corriendo hacia la recién llegada y se fundió en un cálido y sentido abrazo, Scott supuso que ambas brujas llevaban un largo tiempo sin verse. 

 

Cuando llegó su turno de presentarse se acercó a la bruja y estrechó su mano - Scott Duplantier, nuevo en la familia - le sonrió - Un placer y bienvenida nuevamente - recibió a la mujer de pálida tez.

 

-¿Y bien? ¿Volvemos al salón para invitar unos bocadillos y algún trago para Marie? ¿O vamos a la famosa biblioteca a desenterrar los misterios familiares que estábamos discutiendo? - preguntó al grupo de brujas y elfos que se encontraban en el vestíbulo, para el mago cualquiera de las dos opciones era una buena idea.

 

@ Rory Despard  @ Marie J. Báthory Poulain  @ Melrose Moody  @ Agnes Lynn  @ Hannity Ollivander Evans  

 

 

 

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Rayos, era mi mejor sangre, lamentaba en silencio. Ditry, sin ser de gran ayuda, con solo escuchar unos pasos acercándose se ocultó detrás de su ama quien en solo unos segundos pasó del shock, a un millón de preguntas aglomerarse en su mente, los nervios le jugaron una mala pasada pudiendo solo dibujar una sonrisa a quienes aparecieron para recibirla, o para saber quién estaba haciendo tanto alboroto.

Miró de reojo a la elfina que la salvó con la limpieza y luego solo respiró profundo respondiendo al abrazo de su amiga. Solo ese acto disipó todas sus dudas.

— Solo me fui por un largo tiempo, no me dio ningún derrame Belosa mía — respondió divertida ¿Cómo podría olvidarla? Sus años en su compañía fueron los mejores de su vida. No se aguantó y puso sus manos frías abrazando el rostro de su amiga — No sabes cuánto extrañaba este rostro ¡Estás igual! —  agregó sonriente hasta fijar su atención en el hombre que había llegado con ella. Bajó inmediatamente sus manos y dirigió la derecha hacia el castaño.

Oh, un gusto Scott, ya veo que la familia sigue creciendo, soy Marie Báthory, amiga de la familia aunque... — se volvió a Bels un poco confundida —  ¿Acaso no recibieron mi lechuza? —  preguntó retrocediendo en las palabras de la bruja notando que no tenía idea del porqué de su llegada, bajó la mirada hasta Ditry quien tuvo la valiosa misión de enviar la carta y este solo se encogió dando así una respuesta a la francesa — Ya veo... — dijo por lo bajo y suspiró — Bueno, ni modo, les aviso inmediatamente que me tendrán que apartar una habitación por un tiempo bastante extenso, de paso me pueden ir añadiendo a ese árbol familiar —  bromeó dando algunos pasos adentrándose y yendo hacia la sala desde donde ellos salieron.

¡Scott ya me cae bien! Eso del trago me gustó — respondió antes de que a Bels se le ocurriera ir a la biblioteca, iba recién llegando no tenía planes de ir a encerrarse con libros. Quizás después de que le cuenten por qué tanta curiosidad con los secretos familiares, para ella algunas cosas simplemente deberían quedar enterradas por el bien común. Les dedicó una ultima sonrisa y se adentró en el salón principal. Era increíble como cada vez que estaba en ese castillo le invadía una sensación de seguridad y calidez, a pesar de los años aún le parecía lo más cercano a un hogar.

 

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  • 4 semanas más tarde...

Matt Ironwood.

 

Aún le dolía un poco el cuello tras el largo vuelo y el jet lag no se demoró en presentarse con todas la fuerzas, pero la emoción de volver a ver a los Evans nuevamente tras tanto tiempo era capaz de maquillar todos los cansancios acumulados que sentía. Por eso el castaño subía ligero el empinado sendero que conducía hasta la cima del peñasco donde el majestuoso castillo de los Evans se erguía orgulloso.


 

El sol brillaba en un cálida mañana de primavera, se podía respirar el aroma de las flores silvestres que crecían por el verde bosque que crecía acompañando el camino y el Ironwood podía escuchar la vida que se desarrollaba entre las ramas y las raíces de los antiquísimos árboles. Todo parecía despertar con energía tras un largo y frío invierno. 

 

Matt se alimentaba de aquella misma energía mientras ascendía, ansioso en poder ver aquellos rostros nuevamente. ¿Qué estaría haciendo Bel? ¿Lils se encontraría en el castillo? ¿Agnes leería  algún libro en la biblioteca? ¿Kutsy en los jardines? ¿Melrose estaría en las cocinas viendo que podría llevarse a la boca? ¿Jank seguría haciendo sus entradas espectaculares? ¿Y el entrañable pastor? el ojiazul sabía que el irlandés era nada más ni nada menos que el mismísimo Primer Ministro de la Magia ¿tendría tiempo para pasarse por el castillo o las responsabilidades de gobernar un país lo mantendrían ocupado?

 

De lo que sí estaba seguro era de cuál rostro vería primero una vez tocará a la puerta, mientras aguardaba a que la enorme puerta doble de roble se abriera, el hawaiiano bajó la mirada esperando ver a P-ko.

 

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  • 4 meses más tarde...

El castillo brilla con luces artificiales, que anuncian un gran evento. En el jardín trasero, se han instalado unos grandes pabellones de cocina, cargados de personal humano, ya que Richard no confía en los elfos, demasiado leales a los humanos, dejarle hacer alguna travesura de ser necesario. En el castillo, los elfos de la casa y de sus respectivos miembros se afanan en decoraciones, aseo, acomodación de cada pequeño resquicio, habitación y chimenea. El gran evento inicia a las seis de la tarde.

Unas esculturas de mármol pintado se encuentran también allí. Richard, que gracias a varios antiguos vampiros todavía guarda en la memoria el estilo griego de pintura sobre mármol blanco, mira con deleite la capacidad mágica de reproducir esas obras de arte, que luego podrá vender a mejores postores post-fiesta. Éstas curiosas figuras, se mueven de rato en rato, con transiciones pausadas de brazos, piernas y el rostro, que se acomoda para posar la mirada en distintos puntos en el espacio. De todos modos, no es él el encargado de organizar esa parafernalia: es solo un favor personal a Catherine, que a su vez recibió el petitorio de Bel. Un miembro de la familia cumple años y los Evans gustan de celebrarlo siempre de manera fastuosa. 

Falta apenas media hora para que los invitados empiecen a llegar. La bruja lleva un vestido negro clásico, con zapatos a juego, que no parecen impedirle movilizarse por la zona de baile, las sillas para invitados y el cerco donde se cierra el recibimiento y comienza el huerto de la vieja y pelirroja matriarca, cerrado al público. Las hadas han quedado sueltas y solo sus bowtruckles han quedado encerrados entre los tomates y las fresas.

La piscina luce reluciente y se instaló un área de bar flotante en ella. Además, hay un bonito escenario en una esquina, como es usual y una hilera de piqueos que se vuelven a llenar cuando alguien toma algo, para quienes tengan hambre aún antes de empezar la cena. Richard no puede evitar pensar en que a Melrose todo eso le habría encantado. Catherine lo saca de sus pensamientos en ese momento:

-¿Ha llegado alguien?

Richard sacude la cabeza. Sin embargo, es seguro que no tardarán en acudir.

@ Syrius McGonagall  @ Rory Despard  @ Ellie Moody  @ Kutsy Stroud Lenteric  @ Lillian Potter Evans  @ Ania Evans Weasley  @ Agnes Lynn   @ Hannity Ollivander Evans  @ Marie J. Báthory Poulain  @ Laimi Evans  @ Jank Dayne  @ Kaori M.  @ Hobb Graves

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Matt Ironwood.

 

 

-Esto es demasiado - deja escapar acompañada de una sonrisa el castaño mientras se acerca a Richard y Melrose al escuchar la conversación que ambos mantenían. En su diestra sostiene un vaso de vidrio que en su interior un líquido ambarino se arremolina con cada movimiento del mago. Lo tomó de un bandeja de plata que cargaba un camarero junto a la piscina, no pregunto que era pero el sabor le recordaba al vodka aunque eso sí, endulzado tanto que parecía un inocente zumo de manzana.

 

-¿Fuegos artificiales? - preguntó mientras estrechaba las manos de sus interlocutores al mismo tiempo que un par de ellos estallan en el cielo creando una lluvia de chispas verdes y doradas- Esto se parece al 4 de Julio en pleno otoño - bromeó Matt antes de darle un nuevo buen trago a su bebida - ¿Supongo que tengo agradecerles a usted por tan magna celebración? - 

 

La idea de pasar su cumpleaños lejos de casa en un primer momento se lo antojo algo melancólica y extraña, estuvo apunto la noche anterior de empacar y darse una pequeña pausa de sus vacaciones para volver a Oahu; pero al enterarse que los Evans estaban empeñados en celebrar su cumpleaños y estaban ya con los preparativos para la fiesta desechó rápidamente la idea. 

 

De todas formas se comunicó con su familia y amigos en las islas aquella mañana pese allí seguía siendo Septiembre para recibir sus saludos y prometerles que cuando regresara celebraría con ellos. 

 

Pero aquella fresca noche otoñal inglesa era para festejar con los Evans, ¿hasta que punto serían ciertos los rumores de su fiero espíritu fiestero? Lo estaría por descubrir. 

 

-¿Quién estuvo encargado de los tragos? ¿Alguno sabe que estoy bebiendo? - cuestionó el ojiazul al par de magos que tenía enfrente. 

 

 

@ Melrose Moody

 

 

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Las luces coloridas, que penetran a través de las delgadas cortinas, y el sonido de la música la despierta de su "siesta" de ya ocho horas. Todavía medio dormida, sintiendo el cuerpo cansado —y ahora levemente adolorido, por haber caído directo a la cama luego de regresar de la misión—, se sienta en el borde de la cama y se frota los ojos. Le cuesta unos momentos asimilar que no se encuentra en su residencia habital, la casa de la familia Moody, sino que está en su habitación del castillo McGonagall. ¿Por qué había venido? ¿Y qué es lo que está ocurriendo afuera? Se levanta, arrastrando los pies descalzos hasta llegar al otro extremo de la habitación, donde está la gran ventana que da hacia el patio. Al apartar levemente la cortina y asomar la mirada, logra distinguir entre borrones de luz las siluetas de las mesas, sillas, decoraciones y todas las adiciones que no forman parte del estado regular del jardín trasero. ¡Ah! Es la fiesta. Recibió una invitación para el cumpleaños de un familar —aunque no recuerda ni el nombre ni el rostro—, así que le pareció que tenía sentido descansar un rato en el castillo al llegar del trabajo y luego ver en qué necesitaban ayuda.

Pero, claro, es evidente que ya todo está listo y quizás incluso los invitados han comenzado a llegar. Y ella ha estado durmiendo toda la tarde, solo para llegar a disfrutar del esfuerzo de los demás. «Bueno... supongo que mañana ayudaré a recoger las cosas», se dice a sí misma.

Todavía tiene puesto el uniforme: los pantalones negros de talle alto, la camisa blanca abotonada de mangas largas y hasta el abrigo gris oscuro. Loa parte baja de sus pantalones está deshilachada y llena de barro, y la camisa sucia con sangre seca de las heridas ya curadas. Madeleine reflexiona que con un baño estará como nueva, siempre y cuando use algo cubierto para ocultar los moretones de los brazos, donde el mago que estaban intentando retener la estaba aferrando con fuerza, en un intento de apartarla o quizás causarle suficiente daño como para hacer que lo soltara. Los recuerdos son borrosos, pero no había sentido dolor; este había llegado, eventalmente, en terribles oleadas cuando el berzerker se había esfumado. Sin saber muy bien por qué, se examina las uñas y descubre que están astilladas y un poco rotas; sus dedos sanaron, pero supone que estas están más allá del límite de las pociones curativas. Quizás cortándolas un poco, podría disimularlo.

Se da un largo baño con agua caliente, que le deja la piel casi al rojo vivo, pero logra relajar un poco sus músculos. No tiene mucha ropa guardada allí, pero encuentra unos jeans que le quedan un poco sueltos, pero logra sostenerlos con una correa negra —supone que quizás, con tanto ejercicio físico que ha estado haciendo, está un poco más en forma—. Consigue también una camiseta un poco desteñida de las Brujas de Macbeth, y encima se coloca una franela de cuadros, con el único propósito de cubrirse los brazos. Por último, se coloca los mismos zapatos, las botas de combate negras, luego de lanzarles un hechizo rápido de limpieza.

Mientras baja las escaleras, siente que su estómago comienza a rugir al comenzar a oler la comida. Espera que ya haya algo que pueda ir picando, porque está famélica.

—Oh... buenas —saluda Madeleine, cuando casi se tropieza con Catherine y Richard en su búsqueda de algo para comer. Ellos están hablando con alguien que se le hace vagamente familiar, pero supone que debe ser un invitado de la fiesta—. ¿Hay algo para comer mientras tanto? Me perdí el almuerzo —comenta, con su estómago volviendo a rugir como si no hubiera comido en tres días. 

@ Melrose Moody  @ Syrius McGonagall

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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-Whiskey criado en barrica de roble -replica Richard estrechando su mano en recibimiento mientras Catherine hacía una pequeña inclinación. Al terminar el saludo, se acomodó el cabello hacia atrás una vez más y prosiguió-. En realidad, esto no es más que un sencillo arreglo que hice como un favor personal, no hay nada qué agradecer.

Catherine tomó una copa de vino de uno de los meseros que empezaba a ensayar a ir pasando con su bandeja y le dio un tímido sorbo. Era raro para ella en días como esos ver de vuelta al Richard diplomático. Con el tiempo, el mago se había vuelto más hosco, menos propenso a agradar y más interesado en financiar cosas por su cuenta que le reportaran "cosas interesantes" que a agradarle a la gente o, como hiciera en el pasado, a los aristócratas y poderosos.

-Veo que te has adaptado bastante bien a este entorno - dijo Catherine a Matt.

No dice más, debido a su hábito de parquedad, pero es evidente que se refiere a su traslado a Inglaterra y en específico a Ottery. Mientras la bruja da un segundo sorbo, Madeleine llega y el ambiente se distiende todavía más. Catherine le dedica un gesto de bienvenida y añade:

-Mesa de buffet justo ahí detrás -señala la bruja, para que Madeleine pueda ver la gran mesa larga cargada de piqueos papas, albóndigas que se puedan picar con pequeños palillos, mini sandwiches, quiches, tartaletas de manzana y todo lo imaginable. 

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