Jump to content

Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Crucé los brazos, cabreada... Achiné los ojos intentando mantener la furia...

 

- tú si que estás privada de la cabeza - susurré por lo bajini. Estaba enfadada porque más que nada mis funciones en la clínica privada eran de enfemera, bien podía tratar a Sagitas con más amabilidad que su otra hija... Volví a farfullar rabiosa. No era por ego ni mucho menos, pero sentía que estaba suplantando algo que, dudaba mucho que tuviera experiencia. ¿Partes íntimas? No entendía lo que quería decir con eso... Vale, quizá mi mente racional decía que se hubiese dado con el trasero en unas púas ardientes, o sufriendo cualquier tipo de tortura. Podía entender muchas cosas, incluso que yo, no fuese su enfermera. Pero, ¡demonios! Tenía experiencia, algo sabía del tema, no era sanadora, eso no me gustaba cierto, pero... podía aplicar conocimientos mágicos más sencillos...

 

Volví a gruñir por lo bajo. Mandándonos cómo si fuésemos sus criados. ¡Una leche! Cierto, no tenía poder ninguno en esa casa, por muy casada que estuviera con el patriarca. Era Rambaldi y mi orgullo y dignidad no estarían pisoteados por hacer cosas en la cocina. ¡Para eso estaban los elfos, c***! grité para mis adentros. Esperé en la puerta, bufando a cada rato tras la puerta cerrada. Me estaba impacientando. Y sabía que, cuando se me acababa la paciencia, bronca segura. Pero me sorprendió más aún lo de mi marido. Abrí los ojos con sorpresa.

 

- ¿No hemos terminado de llegar y ya estás mandándome? -respondí, arrastrando las palabras, notando en cada una de ellas el enorme enfado que sentía - soy tu mujer, no una vulgar criada. Soy una Rambaldi, no una vulgar campesina con la que te has casado - el pecho me subía y bajaba a causa del mal genio que sentía en esos momentos. Intentaba no gritar, para no asustar a Sagitas, pero eso no impedía que moviera mis manos con nerviosismo - puedo dejarte a uno de mis elfos para que ayuden en la cocina... Pero no soy la chacha de nadie, ¿estamos de acuerdo? - comenté agarrando con algo de fuerza al hombro de Matt. Seguro que estaría sorprendido por ese arranque y no era para menos.

 

Lo dejé pasar, seguro que estaba algo noqueado por mis palabras. A veces cuando quería o me salía sólo podía ser bastante dura con ellas, hirientes incluso.

 

- Yo me quedo -le dije con mala cara, dándole a entender que no me movería de ese pasillo por nada del mundo, pero mientras tanto - ¡¡Galadriel!! -grité con voz fuerte y mi elfina se apareció con un chasquido fuerte. Me miró y supo que había tormenta. Atusó sus orejas, nerviosa- ¡Estate tranquila que no voy a castigarte! - dije cabreada- bien, quiero que ayudes a mi prima Xell en todo lo que te pida y también a Harpo en las cocinas, ¿de acuerdo? prepara todo para un suculento desayuno...

 

- Vamos, señorita - le dijo a Xell, mirándome de reojo. Sabía que estaba muy enfadada y no era para menos.

 

Empecé a pasearme de un lado a otro, la puerta entreabierta dejó pasar los gritos de mi cuñada. Sus palabras fueron desagradables, llenas de enfado e ira, casi iba a entrar pero tal vez fuera mala idea con eso. Lo último que necesitaba era pelearme con alguien de la familia y tirarle lo que fuese a la cabeza. Pero lo que había soltado... ¿violada? Me quedé sorprendida y terminé con el paseo que llevaba, tiesa por lo escuchado. Todo me imaginé menos eso. Debió pasarlo realmente mal en aquél secuestro. Sentí que palidecía con cada palabra.

 

Pero la rabia volvió a mí de nuevo, mientras se iba no pude exclamar otra vez, llena de ira:

 

- ¡No hace falta ser tan desagradable! ¿A eso llamas tú confidencialidad médico- paciente? - pero no le había dado tiempo a responder, ya había salido de la casa echa una furia.

 

Xell entró dentro y yo aguardé afuera. La verdad, no sabía cómo tratar a Sagitas después de eso. Tras la ira inicial dio paso a la intranquilidad. Más que vampiro, era mujer y también enfermera. Y sinceramente, no sabía cómo tratarla después de esa información...Suspiré frotándome las manos, nerviosa. Cogí mi varita y cambié mis ropajes con un sencillo encantamiento. Ahora llevaba el uniforme de la clínica, di tres toques a la puerta entreabierta y con la mano en el picaporte me adentré en el interior...

 

- ¡Si es que ni sabe hacer las cosas bien! - protesté exclamando, pero Jack nos mandó salir a todos - estaré al otro lado por si quieres cambiarte Sagis, y llámame - le dije con voz dulce mientras los tres salíamos de la habitación. La elfina se había ido a preparar lo que le había ordenado. Empecé a caminar de un lado a otro, nerviosa. Si ya me asustaba sus gritos... Pero debía tener temple y al menos, durante un rato, que mi profesionalidad saliera a la luz para demostrarle a mi tía/suegra, que podía confiar en mí.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Vale me había pasado y sabía que todo era un caos tanto allá arriba en la habitación de mi madre como en mi cabeza, caminaba de un lado a otro sobre el vidrio de las pociones y medicinas sin importarme siquiera si me lastimaban o si se volvían arena en mi pies, el martirio y los recuerdos se mezclaban en mi cabeza.

 

Los recuerdos de un hombre en concreto se entremezclan con los recuerdos de todos los hombres que había amado y a los que me había entregado para ahogar otras manos que ásperas me habían hecho daño, los recuerdos de mis manos atadas en una cabaña muggle, muriendo de hambre, frío, donde mi alma se corrompia por el mes donde había sido privada de toda magia y todo lo que me hacía humana y solo quedaban la cáscara de la persona que era se entremezclaban con la impotencia y las ganas de asesinar.

 

Me agarré el torso sabiendo que esta vez no había sido la lastimada pero no había logrado evitar que alguien más hubiera salido lastimado y no me importó lastimar a toda una familia para no volver a sentir esa herida dentro de mi.

 

Sin importar los medios o sobre quién tuviera que imponerme había volcado sobre mi madre todos los cuidados que había querido que se colocarán en mi cuando había pasado por esa situación en esa cabaña de mala muerte cuando había vuelto rota y destruida a la casa de la que nunca debí de salir y ni siquiera la noticia de que mi abusador había muerto a manos de mi madre logro cerrar esa herida por completo.

 

Ahora era yo quien abría esa herida en otros, en donde dejaba al descubierto la dura verdad de otra persona y donde la dejaba más vulnerable, tal vez incluso sintiéndose que no era merecedora de afecto alguno, ni romántico ni físico ni familiar, donde su honra y su estima se iba a sentir condicionada por una decisión que no tomo y por un NO que no fue escuchado ni tomado en cuenta.

 

No quería que SJ me viera así, no quería que mi familia me viera así, no quería verme a mí misma así y necesitaba explotar lejos en un lugar donde no hiciera más daño del que ya había hecho, me transforme sin importarme la sangre, las heridas, los vidrios ni siquiera que me pudieran llegar a odiar o a repudiar y salí por el balconcillo se mi habitación volando tratando de serenar mi mente.

 

Había fracasado, bajo todo prospecto había fracasado, cómo hija, como mujer, cómo sanadora, cómo persona había fracasado... Y esa palabra retumbaba tanto en mi cerebro que tenía que dejar todo salir o explotaría.

 

Las primeras lágrimas llegaron con el viento que azotaba mi cara, las siguientes llegaron con el hecho de que había perdido todo control sobre mi transformación y el raudal que explotó en mi interior llegó cuando me estrellaba contra la superficie del lago que se robó, mi furia, mi rabia, el aire de mis pulmones y mis lágrimas...

Siempre seré tu hija... Reiven Grindewald te quiero // NiqQIUZ.gif

firma pere.jpg

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Aunque intentaba volver a la normalidad a marchas forzadas, pasando el brazo por la punta de la nariz y sorbiendo (los mocos resultantes de tanto llorar) , era consciente de que allá había pasado un tornado. Estaba muy acostumbrada a los estallidos de mi hija. Al fin y al cabo, era una demonio de las peligrosas así que era normal que media casa ardiera a su paso cuando estaba enfadada. Yo solía ir calmada a su cuarto tras haber roto todo y más y le dejaba reposar en mi regazo, acariciándole, para infundirle ánimos. Ella era así, exageradamente fuerte, exageradamente delicada. Y su vida no había sido mejor que la mía, había pasado por demasiadas cosas como para enfadarme con ella. Ahora mismo, la abrazaría y le diría que todo iba a pasar, que no se preocupara...

 

Pero hoy no podía correr tras ella porque mi pierna no aguantaría ni bajarme de la cama y porque ahora era yo la dolida, la que sentía que necesitaba el abrazo. Pero, como siempre, en cuanto me desahogo un poquito, la mujer fuerte y que disimula ante todo reaparece y se impone a la niña perdida en que me convertía cuando me volvía una maríamagdalenallorosa.

 

Sabía que Xell estaba allá, llorando cerca de mí. Bendita niña, tan tierna y dulce... Saber que lloraba me hacía esforzarme por dejar de llorar yo para que ella también se repusiera. Agradecí en silencio que Matt tomara el ritmo de la acción, dijera que comeríamos fuera y que rebuscara en los cajones en busca de ropa más cómoda que aquella que llevaba puesta.

 

Aunque bien podría haber mirado una mujer, leñes, que a ninguna fémina le gusta que le toquen las calcetes, aunque sea para hacer un favor. Susurré un "gracias" mirando con ojo crítico aquella camisa y los pantalones. Por supuesto que no le dije que tenía el gusto en la punta de la nariz; todo lo contrario, le sonreí levemente en un gesto que quedó afeado al volver a pasarme el brazo por la nariz (para lo mismo que antes). No tenía pañuelo y como me había sentado encima de la sábana, pues era lo único que tenía para limpiarme.

 

Y lo que más temía, se produjo. Jack pidió que nos quedáramos a solas. Temblé... Era el momento de la verdad que tanto temía y que debía llegar. No estaba preparada, seguro que mi marido se iba a... Apreté los puños mientras todos se iban y sólo su presencia y la mía coexistían en aquel frío cuarto. Miré hacia mis pies, el suelo blanquecino y unas zapatillas desparejadas, una debajo de la cama y otra asomando bajo el canapé. Vi caer una burbuja de aire turbio que se desdibujaba en el suelo y desaparecía.

 

Jack lloraba.

 

Elevé la mirada para verle atravesándome y rogándome que no me encerrara en mí misma. Después... Me pidió perdón.

 

Sonreí. Era divertido cómo me enfriaba la barriga con su gesto. Después recordé que no era divertido verle llorar y me sorprendí intentando recoger con la mano aquella trasparente lágrima. Después dejé descansar mi mano sobre su pelo.

 

-- ¡Me sacaste de allí, Jack! Te debo la vida. ¿Por qué te sientes culpable? -- Intenté moverme para tocarle el pelo pero estaba tan triste que no conseguí que su piel reaccionara a mi tacto. -- Tú... ¿no estás enfadado?

 

¿Lloraba por él, por mí, por lo sucedido? ¿Qué pensaría de que...? ¡No, Dioses, no! ¡No podía estar embarazada...!

 

¡No lo quería!

 

Tenía en demasiadas cosas que pensar y que no quería compartir con él, por miedo. Bien, podría hacerse el fuerte ante lo sucedido pero... ¿hasta cuándo? ¿Qué pasaría si supiera que no había tomado la medicación preventiva para evitar el embarazo? No me hacía falta con él como fantasma pero había tenido la precaución de medicarme para la boda de los chicos, sabiendo que él sería corpóreo. Porque si él estaba vivo, sus... renacuajos móviles estarían también vivos, ¿no? Pero no había tomado la medicación y...

 

Intentaba evitar de nuevo aquella situación embarazosa y el silencio de la habítación, tras la explosión se Perenela y de Heliké (todos más o menos habían reaccionado pero es que esas dos eran verdaderas gritonas, ¿a quién se parecerían?), era aplastante. Me rasqué el brazo derecho en un gesto inexpresivo.

 

-- Hace frío, ¿verdad? -- como si él pudiera notarlo; eso era feo por mi parte. -- Creo que debiera decirle a Heliké que entrara y me cogiera una chaqueta para el porche. No me conviene resfriarme.. Y una falda, es imposible que me ponga unos pantalones encima con estos vendajes, al menos que le corte una pata porque con la otra no entraría.

 

Me reí, nerviosa.

 

-- Oye, ¿verdad que Heliké está rara? Hasta parecía amable, su voz sonó dulce... ¿Sabes? Se pareció a la sobrina que un día fue, antes de volverse arisca.

 

Algo en lo que yo también había contribuido, no podía evitarme la autocrítica. A lo lejos, los animales de los jardines parecían disfrutar de la mañana, incluso me pareció sentir a los del lago, saltando... Raro... No había delfines, que yo supiera. ¿O es que el dragón se había dado un baño? Suspiré. Lo que la mente hace con tal de cambiar de rumbo una conversación.

 

-- ¿Me quieres, Jack? -- pregunté, finalmente. Después agaché de nuevo la cabeza. No quería oír la contestación. -- Dile a Heliké que me ayude a vestirme para salir al porche. No pienso llevar este camisón en la vida. Es horrible.

 

Toda yo era horrible, sentía...

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

No sentí la quemazón del golpe, no me importo si me rompía un brazo, una pierna, el cuerpo entero... era menos que todo lo que había pasado mi madre y tal vez el dolor me podía dar claridad mental para saber como remediar toda esta situación, como podía ayudar a mi madre cuando ya la había dañado mucho mas de lo que la gente que se la llevo lo había hecho. Abrì los ojos porque no podía soportar la oscuridad, y grite todo lo que pudo mis pulmones hasta que el agua entro en mi garganta y me quemo, hasta que no tuve un solo pensamiento consciente, hasta que no hubo un solo animal o ser a un kilómetro a la redonda.

 

Rompí la superficie del lago y jadee buscando aire, al mismo tiempo que vomitaba toda el agua que pudiera tener dentro, la garganta me quemaba, los pulmones me quemaban, nade como pude hacia la orilla y me deje caer sobre el borde del pasto fresco solamente respirado, repensando todo lo que había pasado, sintiendo el sol en mi piel, la brisa correr, la superficie del agua tocando mis pies y el cansancio, la falta de sueño y la preocupación que había tenido en la ultima semana me pasaron factura.

 

***

 

Desperté con una manta cubriendo mi desnudez, la garganta me quemaba pero de resto no había daño alguno en mi cuerpo, hice una mueca, me senté sobre la superficie del lago y mire como el sol se reflejaba en la superficie del lago, me detuve a pensar que era lo que mi madre necesitaría ahora, aparte del amor y el apoyo de toda la familia, una idea se estaba formando en mi cabeza y tal vez eso haría que tuviera que salir de ottery por unas horas pero tal vez espacio y tiempo era lo mejor, tanto para que ellos no me odiaran como para que todo tuviera un nuevo matiz, aunque eso tal vez significaba que me tocaría hacer una disculpa escrita a toda la mansión.

 

Hice una mueca y me dirigí de nuevo hacia casa, tenia el cabello mojado, el cuerpo frío, la piel roja: a saber si era por la caída o por el sol pero no me importaba, me envolví bien en la manta tapando toda mi desnudez rogando que no hubiera nadie por la entrada para verme hacer ese camino de la vergüenza pero los Dioses no eran y no iban a ser benevolentes conmigo.Toda la familia estaba en el porche, mi madre con una batola, Helike con el horroroso uniforme de enfermera, Matt y Xell, los niños e incluso Jack y los elfos quienes servían alegres la comida, hice una mueca y decidí esperar detrás de un matorral al lado del porche donde mi presencia no fuera notada hasta que ellos volvieran a entrar ya que no podía entrar por las ventanas o por la puerta trasera dado las locas medidas de seguridad que Matt había puesto y que activaban una alarma si alguien trataba de entrar por algún otro lugar que no fuera la entrada principal.

Siempre seré tu hija... Reiven Grindewald te quiero // NiqQIUZ.gif

firma pere.jpg

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

No podía negar que me sorprendiera la reacción previa de @, asi que tras cerrar la puerta y dejar a mis padres a solas, me fijé en la vampiro, qeu ahora regresaba al concurrido pasillo vestida de enfermera. Sonreí ligeramente mientras me acercaba a ella, mirándola fijamente. Había tenido un cambio de humor tremendo, y ahora, hablaba de lo más dulce a Sagitas para ofrecerle su ayuda. Menudos cambios de humor.

 

- No te mando como a una criada. - le dije, moderando el tono. Teníamos que calmar las cosas. - Te estaba pidiendo un favor. O acaso te da miedo ayudar a preparar un almuerzo, o pedir que lo hagan? - alcé las cejas. - Pensaba que podías cuidar de ti misma sin necesidad de los elfos...

 

Apoyé una mano en la pared, dejando mi otra mano en su cintura, pensando en las maneras en las que le quitaría el uniforme de enfermera. Estaba acostumbrado a verla asi cuando iba o volvía de la clínica, y siempre me parecía divertido. Además, sabía que ella vería en qué estaba pensando, mientras me mordía el labio y la observaba fijamente.

- Siento si te ha molestado. - murmuré.

 

No llegué a decirle nada más. Jack atravesó la puerta. Nos miró un momento antes de dirigirse hacia Helike.

- Necesita que la ayudes a vestirse, no piensa salir con ese camisón.

 

Asi qeu me aparté, mirando fijamente a la vampiro mientras pasaba al interior de la habitación con una media sonrisa. Esperaría a que terminasen para ayudar a Sagitas a salir.

 

 

http://i66.tinypic.com/1174cxj.jpg

 

Alcé la vista hacia ella, que intentaba tocarme sin éxito. No se encontraba bien, eso estaba claro. Tenía qeu contenerme, debía hacerlo...si algo era, es orgulloso, y no me gustaba que me vieran como alguien débil. Cierto era, qeu la única a la que había permitido eso era a Sagitas, pero aun asi...

- Debía...tenía...era corpóreo...debería haberte protegido mejor, no...no tendría que haber dejado que llegaras a esa situación. Debí evitarlo, hacer algo más. - si, esa culpa me perseguiría siempre. - Como estar enfadado contigo? No merecías esto. No...no podría estar enfadado jamás.

 

Pero su pregunta, al final acabó por hacerme reir.

- Si, puede que haga un poco de frío. El verano ha terminado. - contesté. - Bueno, supongo qeu cuando no os estáis tirando los trastos a la cabeza para ver quien estalla primero, es buena chica. A lo mejor tu hijo se fijó en ella por eso. Además, esta semana han estado la mar de tranquilos.

 

Guardé silencio un momento, y alargué una mano a su rostro, hacia la piel nueva, y la besé. Aliviado, sentí como me materializaba, poco a poco.

- Siempre. No podría existir sin ti. - contesté. - Tranquila, saldé a llamarla.

 

Y asi, levité hacia el exterior de la habitación. Me encontré con Matt y Helike, y suponía que @ estaba cerca, con ellos, si no había decidido bajar para ayudar a Harpo a terminar de preparar el desayuno. Los recién casados hablaban entre susurros, con Matt dando la espalda a la puerta. Asi que carraspeé antes de hablar, mirando a mi nuera.

- Necesita que la ayudes a vestirse, no piensa salir con ese camisón.

 

Levité hacia el exterior de la habitación, y tanto Matt como yo miramos a nuestra mujeres, como bobos, con una sonrisa, hasta que la puerta se cerró y nos dejó a ciegas. Con un suspiro, el chico apoyó la espalda en la pared, con las manos en los bolsillos del pantalón.

- Tu madre dice qeu Helike esta rara - comenté, colocandome en una posición similar a la suya, con los brazos cruzados sobre el pecho.

M4xQXhr.jpg

XaIHB03.gif.8d9da3f22cdcf76478ba8b5e63d5666a.gif KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gifXXBPo79.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

- por supuesto que no me da miedo, ¡faltaría más! - contesté, renegando con la cabeza, aunque, diciendo lo siguiente. No pude evitar sonrojarme. Unas feas manchas de color carmín se habían instalado en las mejillas. Estaba azorada y no era por la rabia, precisamente- claro que sé cuidar de mi misma -comenté, manteniendo su mismo tono, lo último que necesitábamos era tener más broncas, no al menos, cuando recién empezábamos a ser matrimonio - pero, para eso están, ¿no te parece? -enarqué una ceja, divertida y más aún cuando él me miraba de una manera, que los dos entendíamos...

 

- no seas pervertido, que no es el momento, ya tendremos tiempo para eso cariño - le susurré - y, perdona tú, últimamente -suspiré - últimamente sé que tengo unos cambios de humor bruscos pero no es por ti es... otra cosa... - no sabía cómo calificarlo, la verdad. Y hasta seguro que Sagitas se habría sorprendido por mi tono dulce. Bueno, técnicamente era paciente, no podía entrar en la habitación cómo un elefante en una cacharrería... En esos momentos, mi padrino de bodas salió y me indicó que entrara para vestir a Sagitas...

 

- cuando bajes, no estaría demás que le prepararas ese zumito especial - le dije, guiñándole un ojo. Me refería claro a las lágrimas de fénix - no me sorprendería nada que se negara a tomarlas.

 

(perdón Xell, no esperé a tu contestación T_T te respondo en otro rol!)

 

Volví a lanzar un suspiro abrí el picaporte y accedí al interior de la habitación. Me daba pena ver a Sagitas en ese estado, con una pierna vendada y con camisón.

 

- Hola - le dije en un tono dulce - quizás yo sea la última persona a la que quieres ver pero... con tu permiso, voy a arreglar éste desaguisado... ¡por todos los demonios del infierno, somos brujas, no ratones de laboratorio - protesté y vi que sonreía al verse marchar a Jack. No pude evitarlo y yo también lo hice.

 

- ¿Sabes? Te veo mucho mejor - la verdad a pesar de lo que había dicho, Perenela había hecho un gran trabajo- pero hay modos y modos de hacer las cosas -renegué por lo bajini, no quería asustar a mi suegra- mira, antes de vestirte, voy a hacer algo, pero no te asustes, ¿vale? -la prevení.

 

Saqué el morral de cuero que llevaba en el bolsillo, lo abrí y con la varita mágica, saqué las piedras de cuarzo. Hacía tiempo que no las usaba, pero esperaba que su magia aún funcionara - sé que Matt hizo protecciones extras, pero éstas son sólo para tu cuarto -aclaré. Con un movimiento de mi varita hice que se colocaran en cada esquina. Al momento, brillaron al conectarse las cuatro piedras por cada esquina de la habitación- no entrará una mosca, te lo prometo - sonreí. Seguro que ya había visto antes eso...O no, no lo recordaba...

 

Negué con la cabeza al ver el vendaje...

 

- Tu hija lo hizo bien, pero yo debería de ser quien te atendiera. Recuerdo que trabajo en la clínica y no soy manca - sonreí y me acerqué a ella - me dijo Jack que te vistiera, pero antes voy a hacer algo. No te asustes, te iré comentando lo que voy a hacer, ¿vale? -le dije con calma y tranquilidad, para no asustarla. Lo último que quería era que me tirara un jarrón a la cabeza por el susto.

 

Saqué una cajita especial en dónde guardaba mis pociones además de una daga con doble hoja - te tomarás algo que te irá mejor que todo eso. Si no tienes la pierna rota, con éstas pociones se te curará enseguida - te daría crece-huesos pero aún tienes el fémur. Así que, no hay problema. Tómate ésta poción Herbovitalizante, te sentirás mejor en cuánto le des un trago -sonreí- ahora con ésta daga, romperé tus vendajes - con cuidado, puse la punta de la daga en el último extremo de ella y con cuidado la fui bajando para rasgar las vendas- te curaré esas heridas y podrás bajar con tranquilidad con nosotros - no esperé a que me dijera nada más y susurré varios 'episkeis' en la pierna. Ahora tenía mucho mejor aspecto- si sientes que no puedes sostenerte, es normal. Llevas una semana en cama y necesitabas reposo. Quizás tengas que hacer un poco de ejercicio... pero te ayudaré a vestirte, no te preocupes...

 

Me fui a los cajones sin tener ni idea de lo qué ofrecerle - ¿tienes alguna vestimenta en la cabeza? No me gusta hacer ésto pero... tú decides. Aunque si quieres mi opinión - unos colores llamativos te sentarán mejor y te elevarán el ánimo - no quería preguntarle nada, lo último que necesitaba era otra bronca más- Harpo y mi elfina Galadriel, estan preparando el desayuno, aunque hayas tomado esa poción - suponía que sí, se la había puesto en las manos - necesitarás alimentos más contundentes para reponer las fuerzas...

 

- ¡Anda c***! -me empecé a reír- pero si tienes ahí ya la ropa preparada- ni cuenta me di, perdona - le dije poniéndome un poco colorada.

 

Me giré e hice algo de lo que seguro que no se esperaba. Le di un fuerte abrazo y le susurré al oído - cualquier cosa que necesites, no dudes en decírmelo, ¿vale? Estaré aquí. No sólo soy tu nuera, sino también tu sobrina - le dije con una sonrisa franca. Todo ésto, dicho con palabras dulces y suaves. Intentaba mantener el temple y no ponerla más nerviosa.

 

(lo siento por los errores... Sagis, me tienes que dar unas clases... "los detalles heli, los detalleeeees" jajaajja)

Editado por Helike Rambaldi Vladimir
Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Dejé de llorar porque Matt nos habló. Dijo que comeríamos en el exterior, algo que había dicho antes. Supongo que sólo estaba confirmando su orden anterior tras el rebote de Helike con él por pensar que la trataba como una elfina. En otro momento, hubiera sido divertido meterse en medio. Helike chocaba con las ideas de la mansión, con la libertad de los elfos, con el pago mensual que recibían, con la comprensión y el diálogo que manteníamos con ellos. Me chocó a mí que tratara a Galadriel y, supongo, en algún momento le haríamos saber que no era correcto.

 

Aunque cambiar esa actitud a alguien con esas creencias seria difícil y no era el momento y, tal vez, no era mi turno hacerle pensar en ello.

 

Iba a decirle al primo Matt que esa ropa no era la apropiada pero el tio Jack pidió que le dejáramos a solas con Sagis así que, sin decir nada, salí de la habitación. Me sentí sola en el corredor. Helike pasaba de la furia a la persona amable que salió de la habitación, tras de mí. Observé su traje de enfermera y solté una sonrisita.

 

- ¿Lo llevas delante de Matt, en la intimidad? - Temí ahora que me contestara una fresca por meterme en su vida privada, por lo que bajé la cabeza, preparada para el rapapolvo, alejándome un poco para evitarlo, tanto que el tío salió y no me vio.

 

Jack salió enseguida, pidiendo a la prima que ayudar a la tía Sagitas a vestirse. Me iba a ofrecer, extrañada de la petición a su archienemiga pero entonces sonrei. Seguro que también quería hacer las paces con ella...

 

Contemplé a Jack y a Matt, ambos haciendo el mismo gesto al mirar a sus respectivas esposas y reí de nuevo. Me puse la mano en la boca porque me habían oído.

 

- ¿Os han dicho que soy iguales? Uno más viejo y más trasparente pero se os nota a la legua que sois padre e hijo. ¡¡Adiós!!

 

Salí corriendo al porche. Harpo había preparado un gran festín y había puesto un sillón comodísimo con un reposapies. Al verme, me amenazó con la espátula con la que estaba colocando los canapés de pollo en una bandeja, Me dejó claro que ese era el lugar de la tía Sagitas.

 

- Tranquilo, Harpo, yo me pondré al lado de ella porque quiero darle la mano mientras come.

 

A lo lejos, el agua del lago se movía como si... como si algo muy grande hubiera chocado con ella y hubiera levantado olas. Me preocupé un poco.

 

- ¿Dónde están los niños? - esperaba que no estuvieran haciendo una travesura por allá cerca.

YyV85FY.jpg

7sfPjxW.gif NiqQIUZ.gifidFgtQA.gif

 

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

En mi rostro amedentrado creció una sonrisa. No fue difícil dejarla florecer, el amor de Jack la hacía brotar como si naciera sólo para él. No era para menos, mi marido no sólo me amaba sino que decía que nunca jamás podría estar enfadado conmigo. Creo que ese fue el bálsamo que necesitaba para dejar de hundirme en la pena oscura y ver algo positivo en todo aquello. Tal vez la experiencia uniera más aún nuestros lazos. La sonrisa se quedó ahí, plasmada, cual perenne MonaLisa, en mi cara, incluso cuando él salió del cuarto y me quedé unos instantes a solas.

 

No muchos. Enseguida entró Heliké y me pilló así, con la sonrisa boba de mujer enamorada. Tuve que reaccionar, por supuesto. ¿Quién respeta a una tonta bobalicona que babea por su marido? En este mundo cruel, has de ser fuerte, dura y con firmeza y no pensar en la Luna que acaba de ofrecerte el mejor hombre del mundo, aunque sea un fantasma.

 

La llegada de mi sobrina hizo desaparecer ese estado casi hipnótico en el que había entrado al reconocer la suerte que había tenido al conocer a Jack. Después, los miedos volvieron y tuve que luchar contra ellos, ahora con más fuerza porque no quería perder lo que más amaba en el mundo, a mi marido. ¿Qué sería lo más correcto? ¿Callar mis miedos y actuar a sus espaldas por si acaso se enfadaba? ¿Contar con su opinión y su apoyo, aunque corriera el riesgo de que me llevara la contraria? ¿Y cuándo lo había hecho? ¿Por qué sospechaba que no me daría la razón, que no me apoyaría, que no estaría de acuerdo...? ¿No sería que todo eso es lo que pensaba de mí misma y, por eso, lo traspasaba a mi fantasma preferido?

 

Dudas, dudas y más dudas que tuve que dejar de lado al ver a Heliké, con su traje de trabajo, algo que no indicaba nada bueno.

 

-- No me gustan los hospitales -- algo me decía que aquello no era un hospital pero pronto lo parecería. -- Yo sólo... quería que... me ayudaras con... la ropa...

 

¡Demonios! ¿Por qué todos se empeñaban en no escucharme y cuidarme como si fuera una niña desvalida?

 

Tal vez porque me comportaba como tal. Aquello me dio algo de fuerzas para protestar. No debía dejar que me movieran como una muñeca.

 

-- Mujer... Perenela lo ha hecho lo mejor que ha sabido, yo le agradezco que me haya protegido. Es su forma de reaccionar, la de agarrarse a mí y que nadie me tocara, hacerlo todo ella y... -- ¿la defendía? Por supuesto, claro que sí. Nadie sabía lo que ella pensaba y sentía y, seguramente, nadie se había preocupado por entenderla, sólo la criticaban porque ella era una... ¿demonio explosiva? Yo la entendía, o al menos casi siempre, y la quería como era, una demonio explosiva que daría su vida por cuidarme. Era una gran hija aunque su forma de actuar no fuera la más sensata.

 

¿Qué decir de Heliké? Ahora entraba y se ponía a mandar a mi alrededor y sobre mi persona así, como ella, sin preguntar, dando por hecho que accedería. ¡Y qué remedio! Podría estar suelta pero no podía andar con aquellas heridas, no tenía una varita a mano ni ninguno de mis anillos o collares mágicos que pudieran permitirme una huida infame, pero escape de aquel bochorno al menos. Ni siquiera podía desaparecer porque mi cabeza no estaba centrada para eso y... ¿Transformarme en ballena? A saber qué haría mi sobrina con ella.

 

Así que... ¡me asusté! ¿Cómo que iba a hacer algo y que no me asustara...?

 

¿Qué iba a hacer con aquellas piedras...? ¿Apedrearme... ? ¿Darme en la cabeza como Perenela con el mazo? Ah, no... Cristales protectores de cuarzo...

 

¿Pero qué iba a hacer con aquel brebaje? ¿Envenenarme...? Ah, no, huele como las Pociones Vigorizantes... O las Herbovitalizantes... Sólo quería sanarme...

 

¡Pero, pero...! ¡Demonios! ¿Qué iba a hacer con aquella daga? ¿Acabar conmigo por las malas? Ah, no, cortar los vendajes... ¿Es que no sabía que las tijeras servían para eso? Aunque también me hubiera asustado si hubiera visto que las empuñaba...

 

¡Dioses, estaba paranoica! Seguía con el vaso en la mano y dudaba si beberlo o no. Mientras ella buscaba ropa adecuada lo olisqueé como las ratitas el queso antes de beberlo de un trago. "Lo que no mata, engorda", pensé. Sabía mal, yo siempre añado unas gotas de miel para endulzar las pociones. La idea de engordar me recordó que podría estar embarazada y que necesitaba, por si acaso, una de las pociones prohibidas que yo guardaba en la alacena especial, aquella que en el futuro encontraría mi hijo pequeño y...

 

Sacudí la cabeza. Bastaba de recuerdos por hoy. Observé a Heliké por detrás y fruncí el ceño al notar algo raro. No, no le quedaba mal el uniforme de enfermera, era algo más... Otra cosa... Ella se giró, me aconsejó ropa vistosa y después...

 

¿Pero qué pretendía con aquel abrazo...? ¿Enternecerme? Ya lo estaba, descubría a aquella Heliké que, en el pasado, había sido más tranquila y relajada, lejos de la tremebunda en la que las circunstancias del tiempo la habían convertido. Era extraño. Recordaba porqué quería a mi sobrina y recordaba lo juntas que habíamos estado en un pasado no tan lejano. Se lo haría saber, que yo también la quería y que quería volver a ser su amiga, que me gustaba estar a su lado.

 

-- Oye, ¿no estás más gorda? -- eso era lo que había notado, cierta anchura de más. -- Y más pálida. Esta semana has dormido poco y comido mucho, seguro.

 

¿Y esta era la forma de hacer las paces con ella? La dejé que me ayudara a vestirme y después busqué algo en lo que apoyarme para salir de allá. Estaba algo roja, no es correcto llamar gorda a nadie y menos con quien quieres ir de buenas. Carraspeé.

 

-- ¿Sabes si hay una silla de ruedas por algún lado? O necesitaré los brazos de tu marido para bajar las escaleras. ¿Puedo contar con ellos, si tú me dejas? -- qué raro se me hacía tener que compartir a mi hijo con ella y pedirle permiso para llamarle y que él me ayudara a ir a comer algo.

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

- sí, sí... lo mejor que ha podido, los coj... -me callé porque no quería que escuchara mis exabruptos. Ya los decía mentalmente sobre todo, para que mi suegra estuviese más tranquila, sin alteraciones de ningún tipo.

 

Me había soltado de su brazo y parecía ser la misma de siempre. Me la quedé mirando unos segundos. Achiné los ojos, un poco enrabietada...

 

- ¿Gorda? Fue a hablar el cachalote que se queda encerrada en una piscina... - solté cabreada. Vale, quizá no me lo preguntaba por maldad ni por meter cizaña, pero me había ofendido- ¿dormir? ¿comer? pero, ¿qué hablas? soy vam-pi-ro - le dije, deletreando las palabras- y es más, apenas me has visto, sólo cinco minutos -la miré enfurruñada...

 

- ¿pálida? Fue a hablar la geisha... así que, no me toques lo huevos (jajajaja) -mi mente me decía "tranquilízate, tranquilízate, no está bien y tú atacando otra vez" suspiré. Me arrodillé y me puse a su altura- ¿porqué tienes que hacerlo difícil, eh? Intento ayudarte... - bufé y me llevé la mano a la cabeza.

 

- Te dejo, claro que te dejo, no soy una celosa obsesiva ni mucho menos, eres su madre, pero puedo llevarte yo, sin problema. Te recuerdo que tengo más fuerza que ellos - dije en un tono chulesco, esperando a que ella se riera...

 

Y cuando me levanté, ahí sentí que era más que una simple bajada de tensión. Empecé a transpirar y tuve que sentarme, pero el efecto no pasó rápidamente, unas náuseas se me instalaron en la boca del estómago y empezaban a subir por el esófago - ¡un bañooo! - grité despavorida al ver la puerta abierta que daba acceso a él. Abrí la tapa del váter y eché toda la papilla... Y casi parecía haber echado ¿bilis? Eso me sorprendió más que la vomitona que había sacado. No me extrañaba tanto, en las peores resacas que había tenido no había llegado a tal extremo. Sentía que me palpitaban las sienes con más fuerza de lo común y tenía ciertas lucecitas en los ojos. ¡Encima, alucinaciones! Pensé para mí. Temblaba un poco pero no era de frío, estaba segura.

 

Me levanté con cuidado del suelo y frío mármol. Abrí el gripo del lavamanos y me eché un poco de agua en la cara, para refrescarme, cómo así también en las muñecas y en el cuello. Cogí una toalla y sequé mi cara con ella...

 

- No sé qué demonios preparan aquí los elfos para vomitar como una cerda - susurré, había accionado el váter y había salido del cuarto de baño saliendo con cierta debilidad y pesadez en el cuerpo- creo, que... sí, llamaré a Matt para que te baje -me senté a su lado, aún sentía que la cabeza me daba vueltas- buf, qué mareo... creo que tendré que ir a la clínica... ésto ya no es normal -elevé mis piernas y apoyé mi cabeza en las rodillas, además de agarrar mis brazos a ellas. Al menos, en esa posición no sentía que estuviese en un tiovivo.

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Alcé la ceja en un gesto que no era ni la mitad del que hacía cuando estaba malhumorada, aunque se le acercaba. ¿Me había llamado cachalote? En un momento pensé en qué contestarle que sonara bien capcioso hasta que me di cuenta que... ¡Tenía razón! Era un cachalote que se había quedado encerrado en una piscina. Esa frase que tal vez intentó ser un insulto acabó siendo un chiste fácil que me había hecho reír.

 

-- Bah, mujer, no te enfades, que era una broma... -- ¿Una broma? En serio que parecía que el pompis se le había abultado y, ahora que lo decía, eso no le pasaba a los vampiros, sólo a los humanos... Qué raro... ¿Me habrían quedado los ojos tocados por lo sucedido...?

 

Era igual, había cabreado a Heliké y no se lo merecía, después de una semana en la que todos me habían cuidado. Así que aguanté su palabrota porque yo no lo estaba tocando nada (ni quería) y aspiré con fuerza para poder contestarle, conteniendo cualquier palabra indebida en mi respuesta.

 

-- Heliké, te juro que no quería ofenderte. Anda, sobrina, no me hagas sentir mal después de lo buena que has sido conmigo. -- ¿Cuándo...? -- No quería ponerte nada difícil, de verdad... Me salió así, estaba siendo ingenua más que malhumorada. Confío en ti pero no te enfades si te digo que prefiero que cargue conmigo mi hijo. Es la costumbre, ¿sabes? Además, en serio, te ves mal. Tal vez mucha presión por mi parte esta semana...

 

¡Y las semanas pasadas! Si Jack me había dicho que esta semana había sido todo una malva, mientras yo estaba dormida. ¡A ver si iba a ser cierto que era yo la culpable del mal ambiente en casa!

 

-- ¿Qué te pasa...? ¿Heliké....? ¿Estás bien...?

 

Por supuesto, sentir que ella vomitaba me hizo fruncir el ceño. Más que nada porque las vampiros no vomitan, sólo los humanos... Y esa era la segunda vez que pensaba en ese símil... ¿Qué me estaría intentando decir mi mente? Me bajé de la camilla a pata coja y sentí un latigazo en los gemelos de la pierna que apoyé. Puse la otra en el suelo y vi las estrellas. ¡Demonios que mi hija tenía razón que la pierna era mejor dejarla descansar, a pesar de los hechizos que Heliké me había lanzado antes!

 

Caminé a saltitos hacia el final de la cama, asustada por los ruidos guturales que salían del baño.

 

-- ¡¡Matt, Matt, tu mujer se muereeee!! -- grité.

 

Mal hecho, ahora pensaría que le había envenenado. Me giré en busca de Jack y no estaba. ¡Demonios, por una vez se podía haber quedado dentro para servirme de testigo en mi inocencia!

 

-- ¡Los elfos cocinan super bien en mi casa, Heliké! -- repliqué enfadada más por el miedo a que le pasara algo mientras estuviera a solas conmigo que porque me hubiera molestado su comentario sobre la cocina de la Potter Black.

 

Ella se sentó a mi lado y parecía mareada, tanto que creo que no se dio cuenta que me había levantado y desplazado unos metros a saltitos.

 

-- Debes ir a la Clínica, sobrina. Me asustas... ¿Quieres tumbarte tú un rato? Yo ya aborrezco la cama. Llevo una semana encima de ella.

 

¿Por qué no entraba Matt y la cuidada? Un momento... ¿Qué no iba a cuidarme a mí...? ¡Vaya dilema!

kNTUx8c.gifsf6Sw.gifHdDMuO2.pngXXBPo79.gifKRLtVZp.gif

D69M3Vr.jpg

  tOWLU4S.gif  KhGckEc.gif.6e9b2b71e2797bafac6806b66df1d1b0.gif     Icr0JPz.gif

0jsC0dL.pngWliKSjc.pngckkcxVm.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Unirse a la conversación

Puedes publicar ahora y registrarte más tarde. Si tienes una cuenta, conecta ahora para publicar con tu cuenta.

Guest
Responder a esta discusión...

×   Pegar como texto enriquecido.   Pegar como texto sin formato

  Sólo se permiten 75 emoji.

×   Tu enlace se ha incrustado automáticamente..   Mostrar como un enlace en su lugar

×   Se ha restaurado el contenido anterior.   Limpiar editor

×   No se pueden pegar imágenes directamente. Carga o inserta imágenes desde la URL.

Cargando...
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.