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Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
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HARPO:

 

El elfo jadeó de cansancio, persiguiendo al pequeño SJ por la cocina mientras un plato de puré de patatas y zanahoria levitaba por encima de la cabeza.

 

-- Amo Ithilion, por favor, no le diga que corra... Este elfo está viejo para las carreras...

 

Ithilion, el niño más grande, estaba sentado en la mesa y comía sólo porque estaba su padre y le dejaba juguetear a atravesarle. Jack estaba allá para ayudar con los niños mientras la familia buscaba pistas donde encontrar al joven Wild o para ver a la matriarca desvanecida en su cama. Los niños eran los únicos que parecían felices en aquella mansión. Jack sufría porque sabía que si a ella le pasara algo... Un trozo de puré pasó por su lado y le atravesó la mano al levantarla, de forma instintiva. Aquella mano que hacía una semana había deslizado por la espalda de su mujer, ahora era la de un fantasma. Se volvió hacia el niño.

 

-- SJ, a la mesa a comer con Ithilion. Y tú, muchachito, la comida no se tira al suelo. ¿Qué crees que te diría tu madre si lo viera?

 

Ithilion le miró con los ojos grandes y redondos antes de tomar una cuchara y llevársela a la boca. Harpo suspiró y volvió a subir al niñito a la mesa, mientras le daba de comer una cucharada de puré.

 

-- Es usted muy amable, Sr. Blackner, por ayudarme a cuidar de los chicos.

 

La relación entre el elfo y el marido de la Ama nunca había sido buena pero a ambos les unía el amor por la Ama Sagitas. Así que el elfo le había dado un respiro mientras todo se solucionaba. Había visto el amor entre ambos durante aquella semana trágica.

 

Una elfina entró corriendo y empezó a gemir, a retorcerse los dedos y a murmurar. Los cuatro se quedaron mudos, esperando a que dijera algo con sentido. La elfina se puso a llorar, tuvieron que esperar a que dejara de hacerlo para explicarse.

 

-- Está despierta. Quiere comer algo nutritivo, quiere que toda la familia esté en el comedor cuanto antes, quiere que la suelte y dice que nos odia a todos.

 

Siguió diciendo cosas pero el Fantasma no escuchó más. Atravesó paredes y subió a la parte más alta, donde ambos tenían el cuarto. Ni frenó delante de los muchachos. Xell le decía a Matt que esperara fuera. Heliké defendía que entrara...

 

Atravesó la puerta y frenó delante de su esposa... Estaba bella.

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De no ser por los gritos de Sagitas, aun hubiéramos tardado un rato más en salir de la habitación. De no ser porque había despertado, lo que empezó como un susurro, un beso y una sonrisa habría llevado a algo más que sujetarla cerca por la cintura, habrían llevado a dar rienda suelta a esas imágenes qeu nos pasaban por la mente, y que no era la primera vez que repetíamos...

 

Pero no. El estado de Sagitas nos había preocupado a todos aquella semana, en al qeu cuerpo y mente se habían repuesto bajo la atenta mirada de Perenela. Asi qeu cuando @ nos dijo que se encontraba despierta, y pedía bajar a comer. Sonreí, sintiéndome aliviado, mientras asentía.

- Claro, está mejor. - le dije. - Y tu? no has tenido molestias, verdad? - pregunté a la prima, preocupado por que le hubieran quedado secuelas tras haber sido mordida, aunqeu no se hubiera transformado.

 

Pero @ apoyaba que debíamos entrar. Pero no solo yo, en mi opinión, todos debíamos poder entrar a verla.

- Eh, venga helike...creo qeu todos deberíamos entrar a verla. O tu no has pasado tiempo junto a su cama estos días? - le dije. Cierto era qeu habían estado de broncas, qeu siempr elo estaban. pero...ya era hora de que la cosa cambiara.

 

Pero claro, con lo qeu no había contado, y supongo qeu nadie más, era con Jack. El fantasma últimamente pasaba casi tanto tiempo con Harpo como con Sagitas. Él era quien siempre la guardaba, pero también se sentía en la responsabilidad de vigilar a los niños, ya que el pobre Harpo no podía con ellos solo. Asi qeu cuando me atravesó, en su llamada ciega a Sagitas, gruñí molesto. Asi qeu golpeé la puerta varias veces para llamar la atención del interior.

- Eh! esto no es justo, si Jack puede entrar, nosotros tambien! Os recuerdo qeu soy patriarca, asi que o abrís, o me aparezco ahi dentro! - amenacé.

 

 

MIentras tanto, en el interior, la mano de Jack se manterializaba al sujetar al de Sagitas, poco a poco, mientras que el fantasma sonreía, feliz por poder ver de nuevo despierta, y consciente, a su mujer. El fantasma parecía quien peor lo había pasado, a pesar de lo qeu pudiera o no disimular

- Niña...que susto nos diste. - en parte se sentía culpable. Había renunciado a varias horas de su "vida" para que ella se repusiera, pero eso no la había protegido de sufrir el tremendo daño físico y mental.

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Acaricie la melena de mi madre cuando me regañaba, eso en si mismo era un excelente síntoma de que ya estaba bien y de que podía desamarrara sin que se hiciera daño. Sonreí con fuerza a pesar de que se me aguaron los ojos al ver ciertos momentos de debilidad en ella, pero ella era fuerte y de seguro que pronto estaría matando a los hijos de mala madre que se habían atrevido a llevársela para cerrar este mal capitulo en toda la familia:

 

-Si señora. Y aceptare la culpabilidad de todos los cargos si eso me asegura que no te perderé a ti también, pasare feliz una temporada en Azkaban si eso me asegura que tu sigues viva - le dije tomándole la mano, no se me había pasado el hecho de que la exploración había traído mas recuerdos negativos, pero de seguro que una buena terapia de asesinato y maromas en el circo iba a dejarla en forma y bueno el amor de toda la familia, especialmente el de Jack la sacaría de ese trago malo.

 

Mi madre estaba a punto de decirme algo importante, relacionado con medicaciones pero los gritos de Matt que demandaba entrar como patriarca, de Helike apoyándolo (como no, era su esposa siempre iba a apoyar a Matt lo cual me dejaba en desventaja de decisión por dos) y Xell tratando de disuadirlos hizo que se detuviera cualquier cosa que pudiera decirme, hice una mueca y sostuve su mano:

 

-Espérame un momento, voy a callarlos para que podamos hablar - me levante y sentí el golpe de frío que indicaba que Jack ya había entrado a la habitación, solamente suspire, ya que a Jack no podía sacarlo y el no iba a salir y... también porque me ayudaba con SJ para que yo pudiera cuidar de mi madre, así que le subía puntos para mi y bueno su toque siempre tranquilizaba a mamà, mire sobre mi hombro antes de abrir la puerta:

 

-Jack, gracias por cuidar de los niños, gracias por estar aquí, quédate con ella un momento ya regreso - abrí la puerta y cerré detrás mio:

 

-¿Que parte de cinco minutos no entienden? Tengo que revisar las partes mas privadas y delicadas de mi madre, y dudo que ustedes quieran verlas y que mi madre les permita verlas, así que por favor, por todo lo que es divino pueden esperar un momento - suspire suavizando mi tono, seguía siendo mi hermano mayor y yo había sido demasiado borde con el por causa del cuidado a mi madre:

 

-Esta mejor, las heridas del torso ya están sanas así que voy a quitar las vendas del torso, la férula debe quedarse un par de días mas aunque la pierna esta mejor, va a necesitar mas antibióticos porque hay una mordida que no quiere sanar del todo y temo que pueda infectarse las heridas pequeñas que hay entre las piernas, va a necesitar mucho amor y apoyo, lo que paso no ha sido fácil para ella y es posible que tenga estrés postraumatico, pero podrá levantarse y comer, aunque preferiría que hiciéramos un picnic aquí en su habitación con toda la familia, los niños y con Harpo que el pobre elfo debe de estar jalándose las orejas. - agarre el pomo de la puerta y los mire de nuevo de modo firme:

 

-Ahora si pueden darme cinco minutos de privacidad para conservar la virtud de mi madre, se los agradecería, es mas aprovechen ese tiempo para organizar una comida suave, nutritiva. de fácil digestión: Pure, pollo, sopa, vegetales, emparedados, cosas asì, dejare la puerta abierta cuando acabe para que entren todos en tropel, ¿Esta bien?

 

Entre a la habitación y me senté de nuevo en la cama, mientras veía a Jack tomar la mano de mi madre, les sonreí de nuevo y frote un poco las sienes aliviando mi dolor de cabeza, mire de nuevo a mi madre analizándola de arriba abajo y les dije:

 

-No te puedes levantar de la cama aun, por lo que traerán comida aquí y estaremos todos aquí como familia, te desamarrare y te quitare las vendas del torso, la férula debe quedarse al menos otros días mas y si vas a caminar necesitaras muletas al menos por una semana, hay algunos cortes que no han cerrado, no hay sangrado pero necesito saber... ¿Cuando tendría que llegarte... El... periodo? - no pude evitar ponerme roja ante la mención de eso pero era necesario.

Editado por Perenela Arya Grindewald Potter Blue

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Palidecí al sentir la voz de Matt. No, no podía enterarse de nada. Parpadeé un par de veces, aturdida, sin saber qué decirle a Perenela. Aquella voz de mi hijo, enfadado porque no podía pasar, me había trastornado. Por un lado, su traición al hacerme la Marca de Sangre que me convirtió en un títere en sus manos. Por el otro lado, sabía que gracias a él seguía viva, pues había acudido a ayudar a los muchachos y él, Xell, Adrian y Sean habían cubierto el rescate del pozo de Jack... Mis sentimientos estaban encontrados en ese momento. Lo único seguro era que nadie debía saber que... ¡No, jamás! No al menos que yo lo dijera o que necesitara ayuda para mis propósitos venideros.

 

Pero nunca lo diría a Matt.

 

Respingué al sentir el contacto frío de Jack en mi mano atada. Después sentí el calor que acompañaba a la transformación que sufría con el contacto con mi piel. No le miré inicialmente. Busqué los ojos de mi hija y rogué que entendiera que no quería que dijera nada delante de mi marido. Por algún motivo, supuse que yo no podría aguantar que lo supiera pero también que él no aguantaría saberlo. No sé, una actitud est****a, supongo, pero no quería, no, no, ¡no quería!

 

Después miré los ojos de Jack y me perdí en ellos. Eran tan hermosos... Me sentí vulnerable de nuevo y noté como los míos se humedecían. ¡Maldita debilidad! ¡Yo no era débil! Iba a derrumbarme de nuevo si seguía mirándolos.

 

Gracias a los dioses, tengo una hija que es muy bruta y sentí que les reñía a los de fuera con referencias claras a mi intimidad. Enrojecí y el furor alejó las lágrimas.

 

-- ¡Serás bestia! ¿Es qué quieres divulgar a los cuatro vientos que fui... secuestrada? -- Esto último lo dije bajando la voz, dándome cuenta que había estado a punto de decir lo que no quería que nadie supiera. ¡Nadie! Ni siquiera mi marido, presente. Prefería callar antes que decir algo que él pudiera escuchar, algo difícil sabiendo que podía atravesar las paredes en cualquier momento. Pues no diría nada. Sólo necesitaba levantarme y buscarme la vida, como siempre, sola, sin que nadie me acompañara.

 

Palidecí de nuevo. ¿Por qué tenía que preguntarme sobre mi menstruación delante de Jack? Sentí que volvía a perder los nervios al no saber qué contestar. La furia es lo mejor para disimular el desconcierto y, sobre todo, la preocupación por lo que su pregunta encerraba.

 

-- ¿Cuándo llegará mi período vacacional? Pues en diciembre, como siempre. Aunque puede que tome algunos días libres para celebrar los 6 años de casados... -- El rubor de la vergüenza por la mentira que estaba diciendo me hizo arder la cara pero proseguí, ahora con la voz más fuerte. -- Y déjate de tonteras. Quiero que mi hijo entre ahora mismo aquí y me explique porqué sigo atada y porqué permite que tú me mantengas encerrada, entre otras cosas. Si puedo usar las muletas o una silla de ruedas mágica, no sé porqué debo seguir atada. ¡Quiero que MATT ENTRE! -- grité, más por el miedo que sentí que porque estuviera enfadada.

 

Tragué saliva por el esfuerzo y me mordí los labios. Era difícil mantenerme firme, tenía ganas de hacerme bola en la cama y llorar.

 

-- ¿Por qué @@Hayame Snape Potter Black no ha venido a verme...? -- Mi voz se hizo más débil y dolida de lo que esperaba. -- ¿Por qué ya no me quiere...?

 

Mala pregunta. No era eso lo que quería decir... ¿O sí...? No estaba en mis cabales.

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La salida de @@Perenela Arya Grindewald Potter Blue de la habitación me pilló por sorpresa. Esperaba que abriera y nos dejara pasar, pero en lugar de eso, nerviosa, asomó y cerró tras de si para darnos un nuevo parte médico, y decirnos qeu no podíamos entrar, que Sagitas aun debía permanecer alli encerrada. Aquello no me gustó, solo...solo de pensar en qeu seguiría alli, ahora despierta, me agobiaba.

 

Pero antes de que pudiera contestarle, volvió a cerrarnos en las narices. Gruñí, frustrado. Aquello iba a suponer una nueva bronca entre nosotros...no era justo, pero si comenzaba a gritar, una pelea acabaría por estresar aun más el ambiente en casa. Por eso solo resoplé, antes de comenzar a oir los gritos de mi madre, exigiendo que me dejaran pasar para pedir explicaciones.

 

Tenía que pensar rápido. Asi qeu me giré a mis dos chicas, a la rubia @ y a la morena, @.

- Chicas, va a entrar en pánico si sigue asi. Voy a entrar, pero...necesito que ayudéis a Harpo. Un desayuno rápido, café, zumo, fruta, algo de pan...y preparad una mesa en el porche. Le vendrá bien un poco de aire exterior. Intentemos quitarle tensión a todo esto, saldremos ahí fuera y trataremos de animarla. Seguro qeu quiere que le contemos que ha estado pasando por aqui sonreí a las dos - pero pasad por nuestra habitación antes. Guardo un frasco, aun tiene lágrimas de Bennu. Tal vez le siente bien un zumo con lágrimas de fénix. - terminé antes de pasar, dejando la puerta entreabierta.

 

- La tía @@Hayame Snape Potter Black ha salido para seguir una pista del tío @@Adrian Wild. Tengo rastreadores, he extendido la red, no lo hemos encontrado, pero cada vez nos acercamos más. Hayame se enteró de algo y ha salido para investigarlo, pero se ha preocupado cada día por ti. - le dije.

 

Me acerqué a ella, dándome cuenta de que Jack la sujetaba, sonriendo. El fantasma entendía como se encontraba, asi qeu caminé hacia el otro lado y comencé a manipular las correas.

- Tenías pesadillas. Despertabas de golpe, gritando y manoteando, pero no estabas consciente. La primera vez te caiste de la cama, y para evitar que te hicieras daño tuvimos que hacerlo. - había sido idea de Perenela, no me gustaba mantenerla asi, pero siendo el patriarca, debía cargar con parte de la responsabilidad. Solté la primera de las correas, que le ataba las rodillas - Fue por tu seguridad.

 

Asi, solté también las correas de la cintura, y la de la zona superior del torso. La miré un momento y sonreí, aliviado de verla tan malhumorada. Estaba bien, y viva. La abracé, tratando de ser lo más cuidadoso posible con ella.

- Menos mal que estás despierta. - le dije.

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Matt frunció el ceño ante mi noticia pero quien me sorprendió, para bien, fue la prima Helike, pues protestó con vehemencia cuando supo que la tía Sagitas seguía con las correas, privada de libertad. La miré con los ojos redondos, sin saber que contestar. Pensé que lo sabía, ¿o es que ella no había ido a visitarla, como todos los demás?

 

También me sorprendió la actitud de Jack. Olvidaba que era un fantasma y que no necesitaba normas sociales como llamar a la puerta. Sentí el frío al atravesarme con las prisas de ver a su esposa.

 

- ¡Eh! ¡Es incómodo! - me froté los hombros porque era una sensación gélida.

 

Matt sí lo hizo bien. No tan bien, golpeó con demasiada fuerza, con violencia, amenazando con su presencia. Me hizo gracia pero no rei. Perenela abrió la puerta y nos puso en nuestro sitio por molestar a la tía con nuestras quejas. No era justo, todos queríamos verla. Pero nos riñó feo y exigió cinco minutos más para examinarla a fondo. Como supe a lo que se refería, asentí en silencio. Yo no quería romper esa privacidad necesaria, no quería verles las... faldas... a la tía.

 

Iba a obedecer a la prima y pedir una comida en la cocina cuando sentí los gritos de Sagitas. Estaba mejor, sin duda. Esos gritos que profería eran Made In PB. Exigía que Matt entrara.

 

Y lo hizo. Como Patriarca, nos pidió a Helike y a mí que organizáramos una mesa en el porche.

 

- ¡Gran idea! Con zumo de naranja natural, le gusta mucho. Y pastitas de canela, y pollo frito, y emparedados de pollo. Y... - me perdí pensando en todo lo que le gustaba comer a la tía, ¡que era de todo! - ¡Y gotitas de lágrimas de fénix! ¡Vamos prima!

 

Matt entró y, con la puerta abierta aún, me dio tiempo de mandarle un besito a la tía con la punta de los dedos antes de que la cerrara en nuestras narices. Corrí a las cocinas pues supuse que era Helike quien debía remover los cajones de su marido, yo no quería encontrar prendas íntimas o juguetitos no aptos para mi juventud. Iba feliz, la tía estaba bien, la tía estaba bien...

 

- ¡La tía está bien, Harpo! -grité al entrar en la cocina.

 

Me paré sorprendida. Una hilera de elfos salia con bandejas de comida hacia el porche. Harpo estaba rellenando una bandeja de cookies con pepitas de chocolate. Olían a canela.

 

- ¡Has oído todo, Harpo! Eres el mejor elfo del mundo!

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No le di importancia a las palabras de mi madre sobre decirle a todo el mundo que había sido... ¿Secuestrada? ¿es en serio? ¿Creía ella que de verdad nadie sabia todo lo que había pasado en el pozo? Negué con la cabeza cuando iba a tomar las tijeras para cortar las vendas del torso, que ya no las necesitaba y tal vez podría ayudarla a respirar un poco mejor, aunque eso aseguraba que gritaría mas fuerte.

 

Esperaba una respuesta directa de mi madre, esperaba que me diera una fecha para poder determinar si había algún riesgo de embarazo, si tenia que prepararme con alguna hierba especial, alguna poción o irme de nuevo por los métodos muggles, pero dado que era con mi madre con la que estaba lidiando no me dio una respuesta directa sino una evasiva muy enrevesada. Iba a replicarle cuando empezó a gritar a lo que diera sus pulmones y eso que aun no había soltado esas vendas y.... ¡Como no! Matt entro como si lo persiguiera el mismo demonio y empezó a desatarla. Mire a Matt horrorizada sintiendo que todo mi trabajo se habia ido al traste:

 

-¡Matt Blackner! ¿QUE DEMONIOS ESTAS HACIENDO? - Me empezaron a temblar las manos viendo la pierna escayolada de mi madre, eso no estaba fijo en un 100% tenia una escayola y una ferula, estaba inmovilizada por vendas gruesas pero no tenia el yeso convencional de los muggles para evitar la picazón y el amoratamiento de la piel y teniendo en cuenta que ella no debía moverse no creí necesario tener que poner una cosa tan dura y restrictiva en ella.

 

Me horrorice tanto que me volví lenta, ya mi madre había sido soltada y ahora no había poder humano, divino ni mágico que la obligara a permanecer en reposo, los chicos habían pasado por encima de mi y de mi idea de darle a ella no solo el reposo necesario sino también irle dando las libertades necesarias en la medida en la que su cuerpo se fuera reponiendo, a medida que recuperara peso y fuerza, en la medida en la que su mente también tuviera el reposo y el enfoque necesario para la venganza y la muerte de los hijos de... ¡Pero nooooooo! Habia venido matt y en un minuto había dañado todo el trabajo que había hecho en una semana.

 

Tenia tanta rabia, tanta furia que mi rostro se puso rojo y mi cabello habitualmente negro por un minuto cambio de color a un vivo violeta, lo vi todo rojo y lo deje salir todo en un gran grito:

 

-¡Renuncio! ¡No doy mas! si quieres que se parta la cabeza, ese es tu problema ahora Matt - empece a recoger mis pociones e implementos de las mesas en la habitación - Ustedes van a ser responsables si ella vuelve a romper su pierna, si sus heridas se infectan o si esta embarazada. - Me dirigí a la puerta cabreada con mis cosas entre mis brazos, mirè sobre mi hombro cuando estaba en la puerta mientras Xell y Helikè revoloteaban por la casa:

 

-¡Oh! y asegúrate de revisarla entre las piernas, en la parte interior de su vientre, que tiene varias heridas abiertas que deben ser revisadas diariamente, a ver si vas a poder con esa carga - le dije señalandole de malos modos a mi madre que aun estaba en cama - Se revuelve cuando la revisas y el toque frío o masculino no creo que vaya a ayudar con los recuerdos de su violación. - me fui a paso rápido a mi habitación y estrelle de pura rabia los implementos médicos contra las paredes

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¡Por fin! La puerta se abrió y vi a gente detrás de ella, esperando. Sus caras no eran de enfado sino, más bien, de preocupación. Ver a Xell y a Heliké allá, esperando, me enterneció un poco. Matt entró y cerró la puerta aunque antes vi el gesto de Xell de lanzarme un beso. Medio sonreí, gran chica, siempre positiva, siempre con un grado de bondad por encima de la media, siempre el punto de paz que la casa necesitaba.

 

Suspiré y me sentí algo aliviada, como si aquel besito hubiera contenido partículas de calma que tanto necesitaba. Así, lo que me contó mi hijo mientras me quitaba las correas no me pareció tal malo; era, incluso, hasta comprensible. Si gritaba y hacía aspavientos... No lo recordaba... ¿Tan mal había estado...? Me hizo sentir un poco mal, pues me estaba comportando de forma egoísta mientras ellos habían estado preocupados por mí. Decidí, entonces, darles la oportunidad de que yo me estuviera pasando por el miedo y el malestar y que, en el fondo, habían actuado con propiedad.

 

Prometí ser mejor persona con ellos.

 

Al menos hasta que Perenela entró en furia.

 

Matt liberó mis manos, mis piernas, la cinturas... A medida que me soltaba, iba moviendo las junturas, haciendo movimientos giratorios con las manos y los tobillos. Las muñecas obedecieron al instante. Sólo las vendas del torso me apretaban un poco y la cara la notaba algo rígida, como si estuviera creciendo piel nueva. Recordé la quemadura y deslicé mis dedos por la piel, sin encontrar nada más que una sensibilidad baja. Supongo que aún tenía que esperar unos días para que fuera normal. ¿Cómo se vería...? Primer pensamiento de belleza femenina mal disimulada. Las piernas no obedecieron tan bien. Una, al menos, me dolió al mover los dedos. Pero eso significaba que no iba a perderla.

 

Me preguntaba cómo y dónde estaría Haya cuando el grito de mi hija me dejó inmovilizada en la cama. Intentaba incorporarme y sonreí, por primera vez, a Jack, dejándole que viera el esfuerzo que hacía. Llevaba un camisón horrible, por cierto, a saber de dónde lo habían sacado. Mis pijamas eran mucho más lindos. Pero la sonrisa murió en mis labios y se mudó en una miedo atroz. Esta vez no pude bajar la mirada y seguí contemplando el rostro de mi marido mientras Perenela se enfadaba y gritaba a los cuatro vientos que había sido violada y que podía estar embarazada.

 

Permanecí así, mirándole a la cara, mientras me sentía morir de asco por lo sucedido, por miedo a que fuera cierto que podría suceder eso y por pánico, auténtico pánico, a que Jack me dejara ahora, en aquel momento, se diera media vuelta y desapareciera. Y caí, por fin. Pude dejar de ser la mujer fuerte, la matriarca enfadada, la madre humillada y la esposa preocupada. Pude ser, por fin, la víctima de un acto que no quería asumir más que en un acto de venganza hacia Everdeen y sus secuaces.

 

Pude ser, por fin, yo misma.

 

Me tapé la cara con las manos para no ver a Jack, pues era incapaz de mirarle a la cara, y me puse a llorar, despacito, seguido, en silencio, llorar por mí, por mi familia, por la boda maltrecha de mi hijo y por el secuestro de Adrian. Pude ser, por fin, humana. Sorbí un momento por la nariz en un gesto feo y me quité las lágrimas de la cara.

 

-- ¿Dónde... -- aún hablaba de forma entrecortada -- ... está ese almuerzo...? -- Intentaba volver a la normalidad y quitar importancia a lo sucedido. -- Tengo hambre.

 

Pero aún no miraba a Jack a la cara.

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- ¡Gracias, Harpo! Aviso a Matt que puede traer a la tía Sagitas. No creo que pueda bajar ella sola todavía.

 

Corrí dando saltitos de alegría durante el corto trayecto entre la cocina y la habitación de matrimonio. Justo cuando llegué al corredor sentí los gritos. Esta vez eran de la prima Perenela. ¿Qué habría pasado? ¿Estaría peor?

 

Corrí tan rápido que llegué sin aliento a la puerta. Perenela cruzó por delante de mí con tal rabia que ni se dio cuenta que me empujó al suelo en su paso rápido. Había oído todo lo que dijo y le grité, desde allá:

 

- ¡No puedes decir eso a gritos, prima! ¡Tenía derecho al silencio!

 

No sé si me oyó. Mis gritos son débiles, no estoy acostumbrada a gritar pero sí quería que supiera que no estaba bien lo que había hecho. Era indigno de una hija chivarse de algo tan... horrendo... Era indigno de una hermana decirle a Matt que le ... tocara... ahí dentro. Y era un indigno comportamiento hacia el marido de la tía. ¡Pobre Jack! Enterarse de la violación de su esposa por las palabras de otra persona..

 

Entonces noté el silencio. Me levanté y entré en la habitación. Sagitas miraba a Jack, Jack miraba a Sagitas. Matt no sé donde miraba, yo les miraba a los tres....

 

- Tía Sagitas... - murmuré...

 

Se puso a llorar pero fue tan callado que apenas se oía. Se me rompía el alma verla. Yo la imité. Había sido una terrible semana y... ¡No era justo que siguiéramos sufriendo! Porque todos sufríamos allá. Todos éramos familia.

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Había intentado ser calmado. Entendía que Sagitas estaba lo bastante bien como para soltarla. No estaba tan desequilibrada como para intentar echar a correr, y un poco de libertad le ayudaría a calmar los nervios, a que dejara de gritar.

 

Por eso, no esperé los gritos desproporcionados de Perenela, su forma de recriminarme, de...aquella revelación fue...simplemente, estaba fuera de lugar. Ya no por gritarme, sino por nuestra madre. Algo tan horrible como íntimo no podía revelarse en un ataque de ego solo porque había pensado en la calma de Sagitas en lugar de los deseos de perenela.

 

Si no le contesté, fue...fue por el llanto de Sagitas. Había pasado de la felicidad mirando a Jack, a un llanto que simplemente demostraba que era humana, qeu estaba rota, que...que no había sanado del todo. Eso me hizo parar, el hecho de no hacerle más daño. Quedé parado, mirando al suelo, procesando la información que me habían escupido a la cara.

 

Fueron las lágrimas de Xell las que me hicieron alzar la vista y reaccionar.

- Yo..comeremos..en el exterior. - le contesté. - Pero supongo que querrás cambiarte. - miré en su armario, en lso cajones, y busqué algo lo bastante cómodo como para que no le molestara llevarlo, aunqeu seguro que se quejaba porque no sabía combinar ropa.

 

 

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- Podéis...dejarnos a solas? - dije con voz ronca. Observé a los chicos, suplicándoles que nos dejaran.

 

Asi, cuando sentí qeu la puerta se cerraba, intenté mirar a Sagitas. Había pasado de la felicidad a un pozo. Me hubiera gustado saberlo por ella, tranquilos, los dos a solas, cuando estuviera preparada. Cuando quisiera hacerlo. Me rompía verla asi.

- Niña... - murmuré. Pero no conseguía qeu me mirase. Asiq eu levité hacia el otro lado de la camilla, y la atravesé desde abajo para obligarla a mirarme. - No...no hagas esto. No te encierres.

 

Me volví turbio. No me sentía bien, de pronto, em sentía impotente, un inútil fantasma que solo podía levitar por la casa, un....un fantasma que no había podido defenderla, ni había evitado qeu le...le hicieran aquello. Un inútil fantasma que ahora no podía abrazarla y darle consuelo, la cosa que más ansiaba en el mundo.

 

Sentí qeu los ojos me ardían. Comencé a llorar de pura impotencia, de rabia.

- Lo siento...lo siento tanto, niña. Siento qeu tuvieras que pasar algo asi. Siento no haberte protegido.

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