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~ Mansión Riddle ~


Anne Gaunt M.
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Él marcó que no quería volver a la gala, asegurando que su prioridad del día era ella y dedicando a su rostro una suave caricia. La Gryffindor sonrió, mirándolo a los ojos, sin decir nada, dejándolo que siga pronunciando sus planes. Se mordió el labio mientras escuchaba acerca del modo en que él pretendía marcar sus días. La idea la divirtió bastante, aquel caballero pretendía ganarse un lugar mucho más allá del de amante ¿le daría chance de ello? No podía saberlo en ese momento. Si bien él le generaba cosas que le costaba definir, solo el tiempo podría generar cambios en su rígida postura respecto a las relaciones.

Cerró los ojos ante el recorrido de su lengua, antes de dedicarse a besarlo con intensidad. Era un beso que denotaba esa mezcla de sensaciones y sentimientos, que activaba el deseo mutuo y lo volvía carne.

-Puede que la que decida marcar tu vida sea yo… y luego ya no puedas dejar de pensarme -susurró en sus labios, provocativa.

Fuera de la habitación la gala parecía en otro mundo, uno muy lejano que ya no era de interés para la castaña ¿alguien notaría su ausencia? No creía que así fuera. Y si pasaba, poco le importaba. Él atraía por completo su atención y cambiaba todo eje posible de donde podía estar su interés. Por momentos, la hacía sentir como una adolescente, presa de sus meros impulsos.

@ Mefistófeles Evil.

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Mi mundo por ese momento se había convertido en esas cuatro paredes en las que me encontraba con ella, no necesitaba de nada ni de nadie más, simplemente quería quedarme ahí todo el tiempo que sea posible junto a ella, el tiempo parecía congelarse ya que no sentía para nada su paso, no sabía si eran segundos u horas las que compartimos, la verdad no importaba, lo único que quería era que no acabe.

Sus palabras al igual que las mías denotaron altivez y sobre todo seguridad, ella sabía lo que provocaba en mí y se divertía por ello, pero estoy seguro que también estaba al tanto de que tenía el mismo poder que ella en esos momentos, como plastilina podía moldearla a mis deseos, que para una coincidencia cósmica maravillosa eran los mismos.

-Miren a mi pequeña castaña tratando de cautivar al diablo...-sonreí no sin antes darle un delicado beso en aquellos hermosos labios que me tenían cautivo...-creo que necesita que le dé una lección de humildad...-

Parecía un juego de egos, pero era una pelea que para mí estaba perdida, simplemente porque no la quería ganar, solamente quería dejarme llevar por lo maravillo que he pasado a su lado en todo este tiempo, disfrutar las horas, minutos o segundos que tengamos, tratar de disfrutar mientras la magia siga viva.

-Pero en algo tienes razón, desde nuestro encuentro en ese bar no has salido de mi mente, de mi cuerpo, de mi cama...-

@ Mica Gryffindor

 

 

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No había podido evitar ruborizarse ante sus propias palabras, sin captar por completo de dónde sacaba tanta seguridad. Si bien siempre había sido bastante impulsiva, aquel hombre la había transformado, la había hecho sentir protegida y deseada, pese a no haber involucrado sentimientos en el encuentro.

Eso era lo primero que ambos habían cordado, y la Gryffindor lo pensaba sostener. Tal vez por tal arreglo se sentía así, confiada en que ambos solo estaban allí y en aquel momento por elección pese a todo, y no por expectativas de algo que podría no llegar nunca.

-¿Y cómo me aleccionará, señor diablo? -prrguntó, traviesa, mordiéndose el labio inferior.

Sonrió con tranquilidad ante su siguiente confesión. No lo diría en voz alta, pero él también estaba en su mente y en su cuerpo en forma constante aún cuando la distancia física era un hecho innegable.

-Hablas demasiado... -agregó provocándolo con el mero objetivo de observar sus reacciones. 

@ Mefistófeles Evil.

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¿Cómo me aleccionará?, fue la encantadora pregunta de mi castaña, estaba cargada de miles de intenciones para ser tomadas, la forma de morder sus labios me enloquecía, era algo que no podía controlar, toda ternura en ese momento se acababa y solo un instinto casi animal se apoderaba de mí y solo pensaba en las mil y un maneras en las que podía tomarla.

¿En verdad estaba hablando demás? fue mi siguiente duda, de pronto estoy transparentado mis sentimientos e intenciones con demasiada anticipación, aquello era nuevo para mí ya que siempre fui muy reservado con lo que sentía y a quien se lo revelaba, pero aquella mortal me dañaba todo el libreto, era una sensación algo nueva para mí y eso me preocupaba, estaba caminando por senderos que me juré nunca más andar.

La tomé en mis brazos de pronto, como si fuese una novia al pasar el umbral de una puerta, no dejaba de ver a sus ojos y la lleve hacia la cama que ahí se encontraba, vestida con edredón blanco que la hacía ver como una nube, esa sería entonces el vehículo para llevar a mi pequeña amante a tocar las estrellas.

Suavemente, como si de un cristal extremamente fino se tratase la puse sobre la cama y me recosté a lado de ella, retiré un poco de su cabello y la besé como si mi vida se escapase si no lo hacía, mis manos la recorrieron de pies a cabeza una y otra vez, si no quería más palabras no las tendría, iba a cumplir cada uno de sus deseos y ya que no podía decirle lo que sentía, iba a hacer que mi cuerpo le transmita cada letra y vocal, ese sería nuestro nuevo lenguaje, el idioma de la pasión.

@ Mica Gryffindor

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Sabía muy bien que estaba jugando con fuego al provocarlo de aquel modo. Lo conocía poco, era algo que cualquiera podría poner como observación, por eso también intentaba todo el tiempo medirse con él, intentando saber hasta qué punto podía llegar en cada momento. Él le generaba cosas que llevaba tiempo sin experimentar. Sentía la confianza de poder mostrarse tal cual era y, a la vez, la seguridad de no tener que dar más información que la que estaba dispuesta a brindarle en cada momento. Mezcla extraña, pero funcionaba, al menos por el momento.

Con facilidad, él la tomó en sus brazos. Se abrazó con calma a su cuello mientras él la llevaba hacia aquel lecho. Sus modos, de pronto, eran sutiles y delicados. Una faceta nueva entre ambos que, claro, le intrigaba explorar y experimentar.

Sonrió, sintiéndolo apartar con delicadeza su cabello, y no dudó en entregarse al intenso beso que llegó a continuación. Las manos del caballero no tardaron en liberarse para explorarla, generando nuevas sensaciones que se entremezclaban con cada palabra dicha previamente. No dejaba de escucharlo, pese a que estaba en silencio, como repitiendo sus propuestas y deseos, pero ahora con sus manos, con sus besos, con su cercanía.

Decidió ya no decir nada, dejarlo ser y hacer quien quisiera y cuanto quisiera. Lo deseaba, claro que sí, casi al punto de que se estaba volviendo una necesidad para ella.

@ Mefistófeles Evil.

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No estaba seguro si todo lo que hacía o hablaba era lo adecuado, la persona que tenía en la cama la conocía solo un par de semanas, sin embargo, ya le había entregado parte de mi negro corazón sin pensar en consecuencias, algo me decía que podía confiar en ella ya que parecíamos conocernos de toda la vida.

Su cuerpo y el mío parecían haber sido hechos del mismo molde, se complementaban tan bien, como agua del mismo rio, era una sensación extraña y nueva para mí, pero me asustaba tener que recorrer caminos por los que anduve alguna vez y no terminaron bien, todo lo que tocaba dañaba, todo lo bello que ha llegado a mi vida lo he terminado corrompiendo y mi temor era hacer lo mismo.

Creo que por eso trataba de mantener las distancias y las formas, pero ver sus labios, sentir su perfume me enloquecía, era un imán para mí, sentía su gravedad atrayéndome, obligándome a nos despegar mis manos de sus formas, mi boca de la suya, mi cuerpo de su lado.

No podía negar todo lo que sentía por ella y lo que más me sacaba de mis cabales era que no podía mentirle, las palabras fruían en cada pregunta, en cada frase, cargadas de verdad sin importar las consecuencias, me sentía vulnerable y lo peor de todo es que no sabía si quería controlar aquello o simplemente estaba feliz con hacerlo.

Paré de besarla un momento, ahí estábamos en la cama nuevamente, enredando nuestras ropas, envueltos en una fina sábana blanca, la miré por unos segundos, sus ojos aún se encontraban cerrados, di un pequeño beso a cada uno de ellos, luego a su perfilada nariz y uno en los labios.

-Eres una mezcla de dulzura y locura...-le dije mientras la abrazaba con fuerza, como con temor de que se vaya...-la belleza del cielo y la lujuria del infierno, así me tienes ¿cómo no estar loco por ti? ...-

@ Mica Gryffindor

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Disfrutaba de su cercanía, de los besos de aquellos labios que se apropiaban de los suyos con total confianza. Si bien era poco el tiempo que tenían de conocerse, era como si sus cuerpos realmente se hubiesen forjado juntos para luego ser separados y dejados a su suerte. Era como un reencuentro constante, en el que se reconocían y celebraban, volvían a encajar el uno con el otro y generar las sensaciones más intensas y placenteras que había experimentado.

No quería permitir a sus sentimientos involucrarse en el juego, necesitaba dejarlos al margen para poder simplemente gozar sin riesgos de salir lastimada. Habían sido ya demasiados los errores de ese tipo en su vida, no estaba dispuesta a uno más. Aunque tampoco estaba a dejarlo ir, necesitaba a ese hombre en su vida.

Él dejó de besarla y las miradas de ambos se cruzaron por unos instantes, antes de que él rompiera el silencio. No pudo evitar ruborizarse ante sus palabras, y abrazarlo también, siguiendo la solicitud de sus brazos de quedarse allí, a su lado.

-Nos estamos enloqueciendo juntos ¿o no lo notas? -susurró besando su hombro con suavidad, sin despegarse de ese abrazo que la hacía sentir segura y tranquila. -Creo que eres una peligrosa trampa en la que no logro evitar caer… o tal vez no estoy intentando evitarlo. -buscó nuevamente su mirada, antes de atacar sus labios con ansiedad. Sentía que con nada podía llegar a demostrarle todo lo que él le hacía sentir, no solo a nivel físico. -Me encantas…-agregó entre besos, en un murmullo tal vez ininteligible.

Había demasiado todavía por conocer de él, pero aún más por conocer sobre ambos, acerca de cómo lograban complementarse de aquel modo y hasta dónde los llevaría toda aquella locura. 

@ Mefistófeles Evil.

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Me abaniqué en mi asiento, mientras Xell permanecía en silencio, con las orejas completamente rojas. Normalmente, en el Circo, no me pasaba eso. Solía mantener bien las reacciones de mi cuerpo. Pero allá estaba entre amigos y, además, había bebido un poquito, algo que no debería hacer nunca o perdía el control enseguida. Escuché a Malum y a Anthony. Alguien mencionó mi nombre por detrás de mí y me giré, aún abanicándome del calor que sentía por dentro.

-- ¡ @ Eterno Black Triviani ! ¿Me traes una copa? -- <<No te la bebas, no te la bebas>> me decía mi subconsciente, pero yo no le hice un feo al muchacho y la tomé. -- ¿Un temita? ¿Qué temita? Yo no pasé el laberinto, lo puse después de mi entrada, para librarme de él, lo confieso. -- Miré a los lados y, en cuanto localicé a Malum con Anthony en el escenario, creo que la bebida no me dejaba ver bien, se la señalé: -- Allá tienes a tu esposita, ¿quieres verla desde la mesa o te acercas a ella?

Esperaba haber señalado bien pues mi dedo parecía desvanecerse. <<No la bebas, no la bebas>>, volvió a decirme mi cabeza, sabiendo que ya no veía muy claro. Por supuesto, yo no obedezco a nadie, ni a mí misma, así que le di un sorbo y me temblaron las aletas de la nariz, por lo fuerte que era el líquido que bajaba por mi gargante.

-- Bueno, cuéntame, ¿qué tal el viaje de novio? ¿Estuvo bien el barquito que os regalé?

Sentía susurros cerca, como si hubiera alguna parejita por allá haciendo arrumacos. <<¡Qué suerte! Lástima que no esté aquí mi maridito para apoyarme!>>, pensé. ¿Podría Jack @ Matt Blackner atravesar las puertas de la Riddle y sentarse conmigo. Sería interesante preguntárselo, aunque eso sería confesarle abiertamente que era mortífaga. Creo que lo suponía, pero nunca me lo había acabado de preguntar ni yo de admitir. Suspiré un poco, entre algo celosa por aquel momento de intimidad entre aquellos mortios y algo borrachita por el alcohol.

-- Creo que habéis ganado algún premio -- susurré, intentando retener un eructo para que no quedara feo entre los que estaba en la mesa. -- Felicidades, Eterno.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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Pasaba de convenciones sociales, pero a decir verdad el pertenecer a un bando daba a ello... Pero seguía sin hacerme mucha gracia. Me gustaba más estar en la gran biblioteca de mi Casa, con la chimenea rugiente con una buena copa de whisky de fuego y un buen libro, además de unos tentempiés para pasar el rato mientras pasaba las hojas sin pensar en mucho más. Pero no. ahí estaba yo en la mansión Riddle. Por lo menos me habían evitado el echo de realizar ciertos votos y con lo cuál maldita gana tenía yo de hacer gran cosa y la verdad sea dicha, prefería bajar media botella de buen whisky escocés he ir de cacería de muggles...

Me había puesto un jubón oscuro, con pantalones finos de seda y botas de piel de dragón de acompañamiento en las hombreras unas marcas plateadas servían para agarrar la capa de armiño y de acompañante al resto de la ropa negra que ya llevaba de por sí y ondeaba con suavidad cada vez que me desplazaba. Dentro de la manga izquierda del jubón llevaba guardada la varita y el morral de cuero lo llevaba en el cuello con muchas pertenencias. Llegué afuera de la verja de los terrenos de la mansión Riddle, saqué un cigarrillo con un chasquido de mis dedos y sacando la varita lo encendí con parsimonia. 

Até el pelo en una cola de cabalo alta y me encaminé hacia el interior de la mansión Riddle. Bufé... Parecía que había movimiento en el interior de la casa y volví a renegar de nuevo, no me hacía gracia. Traspasé las medidas de seguridad y me adentré hasta el salón principal y que realmente parecía que había mucha gente ahí dentro...

- Disculpen si he llegado tarde, tuve negocios que atender y no pude venir antes -dije a los presentes y sin importarme mucho más tomé un vaso de whisky que estaban repartiendo los elfos (o eso me pareció) y di un sorbo grande, para volver a tomar otro y sentarme tranquilamente en uno de los sofás del lugar... 

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La vida de un fantasma, en general, es sencilla. Levitan por castillos, negocios o lugares, a veces abandonados, otras habitados, repitiendo el mismo día una y otra vez. Algunos tienen la suerte de interactuar con los seres vivos, para atormentarlos de forma inconsciente o solo por diversión. A veces, esos fantasmas conviven con la familia, más como un elemento curioso y poco habitual.

 

En mi caso era un poco diferente. Siendo fantasma había vuelto a casarme con mi mujer, la misma con la que me casé siendo poco más que un crío, vivito y coleando. Ahora, sin embargo, atravesaba paredes y no necesitaba dormir o comer, pero seguíamos tan unidos como el primer día.

 

Con la Potter Black en silencio, una noche más, esta vez decidí salir. Nadie iba a notarlo, y extrañaba a Sagitas. Solía quedarme en casa para cubrirla, cuando decidía acudir al ministerio con el aspecto de Ericen o cuando se marchaba, en plena noche, ve a saber donde. Si yo rondaba por la Potter Black, todos daban por hecho que ella también lo hacía. No solíamos separarnos demasiado, y eso acallaba las preguntas de Matt, al menos por el momento.

 

No sabía hacia donde iba, solo me dejaba guiar por la intuición, por el corazón. Atravesé calles, edificios, y creo qeu algún mago perdido y ligeramente alcoholizado que había espabilado de golpe al atravesarlo. Cuando  me encontré con la mansión Riddle, supe que era allí donde debía entrar. Invisible para todos los presentes en aquel lugar, levité hacia el interior. Al parecer, celebraban algún tipo de fiesta, a juzgar por el ambiente animado y las pancartas de celebración. Sonreí de medio lado, sintiendo una ligera punzada de tristeza. No era algo de lo que hubiéramos hablado claramente, como si ella diera por hecho que yo lo sabía, y yo asumiera que ella prefería no contármelo. Hacía tiempo qeu sabía de sus inclinaciones.

 

Cuando la vi, sentada en el salón principal, en la gran mesa, sosteniendo una copa de alcohol, no pude reprimir una enorme sonrisa. Sagitas charlaba feliz, animada. Por su expresión y aquel brillo en sus ojos, no me costó saber que el alcohol empezaba a hacer efecto en ella, eran los mismos ojos que ponía en la universidad, cuando nos escapábamos a alguna taberna muggle. Mientras levitaba hacia ella, el vestido verde llamó mi atención, en contraste con su pelo, resaltaba su figura y...a veces debía agradecer el hecho de ser un fantasma.

 

Aprovechando que Helike llegaba también a la fiesta, evidentemente molesta (ni ella ni el chico parecían muy contentos ultimamente) me coloqué tras Sagitas y, a través del respaldo de la silla, rocé su espalda con los dedos.

- La Potter Black duerme. Y yo te echaba de menos. - murmuré a su oido, solo audible para ella - pero ya veo qeu lo pasas bien sin mi. Hacía siglos que no te veía con ese vestido. - lo siguiente que dije apenas fue un susurro, solo para nosotros dos, pero incluía librarnos del vestido, de los invitados, y recordar lo que pasó en el altar del confesionario...en la mesa que tenía delante.

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