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Alianzas inesperadas


Rory Despard
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Me había quedado muda y no le había contestado a mi amiga Darla, por la sencilla razón de que por vez primera me sentía avergonzada de lo que había hecho, tanto que apenas escuché lo que Horace decía, suspiré porque de seguro armaría un show de todo pero en esos momentos no me importó, me preocupaba Rory pero lo disimule como pude, así que sólo suspiré diciéndome que en cuanto lo viera le caería una buena reprimenda y eso que odiaba hacerlo pero está vez el predicador se lo merecía. 

 

- Yo la llevaré si quieres, no hay problema quizás no tuve que comportarme así, sólo quise proteger a Rory pero no sirvió de nada, ojalá se cuide y no se meta en problemas - Le dije a Darli preguntándome si él realmente estaría bien - 

 

Iba a seguir hablando cuando la llegada del anarquista me dejó muda de asombro, él intentaba hacer de esto un acto a su favor? Casi como su fuera un espectáculo por eso lo mire con el ceño fruncido, pensando que decirle que sonara amable. 

 

- Darla tiene razón, esto no es un juego, es la vida y unos ideales claros, a la Orden le interesa que todo esté en paz y armonía, no quiere espectáculos o circos alrededor - agregué intentando sonar lo más amable posible y sin saber si lo había logrado o no - 

 

Para el que me conociera sabía que no me había agradado lo que había dicho Horace, aún así intente ser amable aunque quisiera hacer todo lo contrario, sabía que batalla dar y cual no, así que me contuve a duras penas para poder seguir hablando y terminar mi idea. 

 

- Los llevamos a los dos juntos, encargate de él y yo de ella, sólo espero que nos diga lo que queremos saber y que se comporten como es debido - Dije observándolo a ambos y preguntándome cuando sería el día que no tendríamos problemas a nuestro alrededor - 

 

El día había sido del todo increíble, había maltratado a alguien, además de haber capturado a la bruja, no había sido un día tan malo pero si extraño a lo que la auror estaba acostumbrada a tener a diario. 

 

@ Rory Despard  @ Darla Potter Black . @ Sean -Ojo Loco- Linmer

 

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Con @ Cillian Ryddleturn

Del otro lado, Rory se encontró ante un espacio nunca antes visto, con multitud de flores de todo tipo, delicadamente distribuidas dotando de un aire apacible y próspero a todo el ambiente. No es capaz de reconocer a ninguno de los presentes, excepto el elegante rubio, quien no se veía especialmente interesado en la bella mujer que tenía delante de él.    

Posiblente por eso, las palabras que dice inmediatamente después no sorprenden a Rory, porque es capaz de percibir la incomodidad en ambos, forzados a realizar uno de los sacramentos más sagrados de Dios sin que haya un verdadero vínculo sólido de amor el que los motive. Sin embargo, encuentra sorprendente que habiéndola odiado tanto, y habiéndose enlazado con ella únicamente por interés, él este confesando que al día de hoy esa menuda mujer le sea tan importante.

No puede evitar sonreír porque eso está probando su punto. Que no se ha equivocado en su juicio sobre él. 

—   A veces actuar con compasión y afecto hacia los demás está fuera de nuestro alcance por algo más que nosotros mismos. Es una de las consecuencias de la guerra ¿sabes? Te escuché decir que aunque perteneces a las filas mortífagas, realmente nunca es como si te hubieses sentido parte de ellas, fue solo como el paso lógico teniendo en cuenta tu entorno y tus intereses…

El pelirrojo esperaba que sus palabras no estuviesen siendo demasiado chocantes, o que Cillian se sintiese atacada por ellas pues no era su intención. Así que rápidamente prosiguió con su explicación.

—    Te consideras en esencia egoísta y me muestras un asunto que de hecho es una afrenta a Dios, como recibir este sacramento por las razones equivocadas. Pero tú mismo lo has admitido, que sin esperarlo, quizá incluso por vías igual de retorcidas terminaste teniendo sentimientos genuinos por esta mujer. Y esa, es la prueba estimado señor, de que Dios aprieta pero no ahoga. 

Le había costado horrores, pero creía estar encontrando por fin el punto al que quería llegar en la conversación con el rubio. Que dejase de observarse a si mismo solo bajo el ángulo de su pecado, y pudiese permitirse una redención. 

—    Esos sentimientos no florecerían jamás en un corazón lleno de maldad. Su egoísmo, en mi opinión, no nace del odio sino de la soledad. Una soledad que en los aciagos tiempos que vivimos se alimenta de nuestro deseo de sobrevivir, porque no sabemos lo que la guerra nos depare, porque ni siquiera tenemos certeza si nos alcanzará la vida para construir relaciones sólidas con los demás y es más sencillo entonces, optar por lo ligero, lo superficial y efímero que nos nos hará daño porque allí si sabemos de antemano, que no va durar más que unas horas, unos días, o una noche.

Carraspeó ligeramente, mientras veía al rubio del pasado con esa impecable sonrisa cuya alegría no alcanzaba a sus ojos. 

— Cambiar no significa que tengas que renegar por completo de lo que fuiste un día, sino animarte a dar ese paso para sentirte bien, sentirte completo. Y Nuestros caminos ya viste que son distintos, pero si lo deseas, puedo ayudarte a encontrar tu propio camino, como encontré yo el mío, para honrar la oportunidad que se me dio de vivir en esta tierra, entonces ¿qué dices?

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Estaban acordando con Luna, la Gryffindor había estado de acuerdo con ella y le había repetido, que se ocuparía de la joven mortífaga desconocida y que Darla llevara al desmayado secretario. La pelirroja se preguntaba cuál había sido la magia que había utilizado Melrose, estaba segura que había reconocido uno de los hechizos de clan, pero no de los efectos que tuvieran sobre él. Igualmente parecía que no sería demasiado el tiempo que debería preocuparse porque la voz de Sean sonó en ese momento con un ridículo “hola” y el pedido de algo para su dolor de cabeza.

—Cortártela sería una excelente solución, no sé qué demonios has hecho para  que terminaras tan ebrio o lo que fuere —se jugó a decir Darla mientras le apuntaba con su varita —finite incantatem —el contra hechizo dejó sin efecto el mobilicorpus que había estado aplicando sobre el Linmer.

—Llévatela de aquí, a las celdas en el Ministerio y yo supongo que tendremos que ir todos al bendito  callejón de ingreso, no creo que podamos entrar de otro modo que no fuera por la cabina —dijo dirigiéndose hacia Luna Gryffindor —o llévala donde Rory la pueda interrogar —agregó en voz baja acercándose a la otra vampiresa para luego volver su atención al secretario de Sagitas.

—Debemos irnos de aquí, el espectácu.lo ha finalizado y no creo que sea buena idea que permanezcamos por más tiempo aquí, muchos lo han visto gracias a Horace y no me gustaría estar aquí si llegan a aparecer autoridades muggles —gruñó Darla tomando del brazo al Linmer, para ayudarlo a terminar de incorporarse y desaparecerse con él del bendito lugar ¿pero a dónde ir? Aún lo estaba pensando cuando lo que menos deseaba pasó, comenzaron a sentirse sirenas a lo lejos.

 

@ Luna Gryffindor Delacour  @ Sean -Ojo Loco- Linmer  @ Rory Despard

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Asentí a lo que mi amiga Darla decía, mientras llevaba a la bruja casi a la rastra de allí, preguntandome en que momento todo se había complicado tanto, por lo pronto la interrogaría apenas la tuviera bajo algun lugar seguro, la idea de llevarla con Rory me agrado lo suficiente como para tomarla por valida, solo que sabía que el pelirrojo se había ido con ese señor a quien sabe donde, suspire intentando no parecer preocupada pero realmente hubiera deseado poner pancartas buscando al Despard desesperadamente por doquier, ¿podría hacer eso? ¿o sería demasiado exagerado de mi parte? por lo pronto me encaminé con la bruja hacía ningun lugar en particular  pensando en que realmente el día había sido más movido de lo que pensaba que sería en realidad.

 

- La llevare a las celdas, porque no sé donde se metio el pelirrojo, ¿puedes creer que se fue con ese mago insolente? si fuera Rory no quisiera cruzarse conmigo en estos momentos, si lo adoro y si es mi mejor amigo, pero me tiene en vilo y completamente preocupada, en fin... se supone que no debo de preocuparme, pero no lo puedo evitar, necesito saber que esta bien, ¿crees que pueda mandarle un patronus o algo así? es que realmente no sé en donde se metio y de veras que estoy preocupada por él - le comenté confesandolé mis temores y preguntandomé si no estaré exagerando demasiado -

 

Aún arrastraba a la bruja, sintiendomé del todo feliz por haberla atrapado aunque lo cierto era que las celdas del ministerio no me gustaban mucho, evitaba ir allí siempre que podía pero ahora no me quedaría de otra que ir si o si, tragué saliva nerviosa y volví a pensar en Rory, deseando que el predicador estuviera bien del todo y rezandolé a Dios que lo cuide mucho, no confiaba en Cillian y temía que le hiciera algun daño, así que me dije que en cuanto lo viera me escucharía y no cai en cuenta que parecía una hermana retando a su hermano pequeño, al menos no lo pensé en ese momento que caminaba con mi amiga, Darla, hacía la salida y escuchaba a lo lejos las sirenas de los policias que parecían estar por llegar pronto.

 

- Te veo en 5 minutos en la oficina de Aurores en donde interrogaré a esta mujer, podemos ir juntas allí si quieres y de paso dejamos descansar al pobre de Sean, que no sé que es lo que sucede hoy que todos andan raros ¿o seré yo que estoy así de combativa? en fin... mientras podamos ayudar a todos, por mi bien - Dije en un susurro con mi repique de campanas más bajo de lo habitual, para que solo Darlis me escuchará -

 

Eso fue lo ultimo que dije mientras caminaba rapidamente para desaparecerme de allí, llevando a la bruja conmigo y preguntandomé cuanto tardaría en sacarle algo de informacion, cavilaba todo esto cuando se empezaron a escuchar sirenas a lo lejos, así que miré a mi amiga asustada y camine rapidamente hacía la cabina telefonica que me dejaría a las puertas del ministerio, buscando algo de justicia y paz en aquel desastroso y extraño día en que muchas cosas se sucedían a la vez, solo esperaba que Rory estuviera bien, mientras llevaba a la bruja hacía la cabina que nos haría desaparecer de una vez por todas de allí, solo esperaba que nada malo sucediera y que todo pudiera volver a su cauce normal y natural de las cosas o al menos, intentarlo si quiera un poco.

 

@ Darla Potter Black   @ Sean -Ojo Loco- Linmer @ Rory Despard

Editado por Luna Gryffindor Delacour

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Cillian se dejó caer al suelo.

¿Qué estaba haciendo? Intentaba mostrarse como una persona egoísta, pero lo cierto era que no lo era. Cillian era simplemente un idi***, no sabía con exactitud lo que quería, nunca lo había sabido y es por eso que en ese momento se encontraba casi al punto de perderse por completo. Podía escuchar como aquellas voces que había logrado apagar hacía ya bastantes años estaban volviendo a intensificarse. 

— No, no, no... —tapo sus oídos con ambas manos, pero aquello no servía de nada—. Es tu culpa, Rory, tu culpa. 

Seguro que el pelirrojo no entendía nada sobre aquel dramático cambio de escena. Pero en algún momento tenía que suceder y casi seguro aquel era el mejor momento de todo. Frex fue el primer en volver a la superficie, a final de cuentas era el quien realmente tenía el poder sobre Cillian aunque prefería ocultarse dentro de los pensamientos del mismo y después lo hizo Seres, quien aún cuando se encontraba ya bastante debilitado, seguía reclamando el volver a ser quien controlara su cuerpo.

— ¿Tú eres poderoso, no? —Cillian comenzaba a temblar, con ayuda de su madre había logrado acallar a aquellos dos, pero sin ella y después de tantos años seguro que le era imposible—. ¿Tú puedes sacarlos de mi cabeza? A Seres... A Frex.

Intentó explicar quienes eran. Frex era un demonio que habitaba en el subconsciente del Ryddleturn desde su nacimiento y Seres era el dueño de aquel cuerpo que ahora él controlaba, una historia bastante complicada como para explicarla en aquel momento.

— Si los sacas de mi cabeza prometo hacer eso que pides, prometo intentar encontrar mi propio camino sea lo que sea que eso signifique—¿un último acto egoísta antes de cambiar de rumbo? Cillian no lo haría por que quería, lo haría a cambio de algo.

 

@ Rory Despard

Editado por Cillian Ryddleturn

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Oficina de aurores

Sostenia mi cabeza entre mis manos, me dolia un monton. Y si.....estaba enojado. No por el puñetazo de Horace, No. Sino por el otro golpe. Lo de Horace desde cierto punto de vista etico estaba justificado. No era un buen momento para hacer una apuesta en un duelo, mas si era un agente Ministerial. Por suerte cuando comenzaron a aparecer las alarmas muggles ya nos habiamos ido, pues habian llegado los refuerzo de aurores que habia pedido. Y eso nos dejaba aqui....yo tomando algo para el dolor de cabeza mientras frente a mi @ Darla Potter Black  parecia esperar a @ Luna Gryffindor Delacour . Me rasque de nuevo el chichon que tenia en la nuca.

-Darla...se que Horace y yo no terminamos bien...pero sin duda quiero verlo...es todo un personaje. -dije de nuevo acariciando mi menton y sonrei- Sin dudas pega duro.

Que conste que para nada estaba en contra de lo que estaba haciendo. De hecho podria ser una buena baza para lo que en un futuro se podria implementar. Claro para alguno algunas de sus ideas podrian parecer peligrosas...pero yo las consideraba muy acertadas. Tal vez nos habiamos adaptado demasiado a la magia, siendo adcitos a ella y por tanto separandonos demasiado de pensar que en esencia eramos seres humanos. Diferente de los muggles...si, Pero mas similares que otra cosa.

-Por cierto que te parecio mi monologo???

@ Darla Potter Black @ Luna Gryffindor Delacour

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El anarquista, en Graves Park con @ Hannity Ollivander Evans  y @ Melrose Moody

— Oh, aquel hombre molesto del ministerio ha despertado- el malhumor en Horace era evidente- será mejor que esto lo podamos ver con calma, en otro lugar y momento ¿les parece señoritas? Entonces ¿dónde creen que podría darse la reunión?

Mientras volvía a enrollar aquellos planos con delicadeza, el hombre observó alternadamente a Hannah y a Melrose. Por la pequeña abertura en la carpa, alcanzó a distinguir a las brujas del departamento de seguridad, cumpliendo con lo que Rory les había encomendado.

Todavía hacía un eco en él las palabras de Luna, la Gryffindor que el joven había conocido mucho tiempo atrás, en una de las fiestas de etiqueta social, cuando todavía no había renegado de su apellido y de su familia. Ciertamente habían pasado años de eso, y la figura de él en el presente estaba lejísimos del joven bajito y con acné extendido por la mitad de su cara, así que estaba seguro de que la bruja no tenía forma de recordarle. En cambio, aquella luminosidad teñida de cierta candidez se hacía difícil de olvidar.

No, lo suyo no eran los circos, pero ciertamente si lo era el espectáculo, y era triste si no eran capaces de notarlo, pues era la única plataforma que tenían a la mano para hacer contrapeso al arraigo de la elite de las familias mágicas inglesas, y la influencia de las más rancias en el ministerio actual. Los medios de comunicación eran fabuladores de historias, mentiras, verdades o medias verdades, una guerra aparte se firmaba en esas esferas, y en el modesto punto de vista de Horace, la Orden no tenía claridad sobre lo que debía ocultar y lo que debía mostrar, para hacer más fuerte su posición y presencia en la sociedad mágica.

La paz y armonía eran ideales nobles, pero resultaban utópicos en esos momentos, más cuando estaba seguro de que la noticia del evento de Graves Park llegaría a oídos del ministerio de la mano del secretario de la ministra, y estaba seguro, que si les habían conseguido molestar lo suficiente, nuevos edictos saldrían como papas calientes del horno.

Porque para la gente sin imaginación siempre era más fácil prohibir, silenciar y maltratar, que el crear y el mejorar.

Pero él estaba tranquilo y seguro que aunque no hubiese salido todo como lo esperaba, aquella alianza inesperada ya empezaba a mostrar sus frutos.
 

Con @ Cillian Ryddleturn  en su pasado (?

Lo vio quebrarse, volver a reclamarle, acusarlo, pero Rory sentía que estaba ganando la partida y eso lo reconfortó, hasta que de repente, notó el aura de Cillian cambiar al instante. Era como si, lo que había percibido en él la primera vez que lo había visto, ese pequeño resquemor y desconfianza por una energía que era del todo oscura aflorara por primera vez en toda su dimensión.

Retrocedió un paso apenas, impresionado por lo que el rubio estaba revelándole. No era lo mismo leer en libros sobre posesiones de demonios en cuerpos humanos, que estar por vez primera, frente a uno en toda su real dimensión y fuerza. Aunque débil, Cillian estaba pidiendo que lo ayudara, acaso con los últimos rastros de voluntad que le quedaban.

¿Y cómo podía negarse?

Tenía que estar convencido de tener lo necesario. Estaba seguro de que en un solo trance no iba conseguirlo, haría falta muchas sesiones más, pero si no empezaba en ese momento, en que el propio hombre estaba dispuesto a colaborar era difícil empezar después. Exhaló hondamente entonces, concentrando una vez más las energías de la Diosa en su cuerpo y dejando que tomara control de este, en un estado de calma que nada tenía que ver con lo que estaba pasando afuera, entre el Cillian joven que se acercaba a un guapo hombre y lo saludaba cariñosamente, y el Cillian del presente, de rodillas y con un gesto de dolor afeándole las facciones. 
Su crucifijo oscilaba frente a él cuando se inclinó para colocar ambas manos en la cabeza del hombre. 

—Por el poder que tú, único ser creador de vida, me has conferido, te pido no permitas que este tu hijo permanezca poseído de la mentira, haz de él un siervo redimido por la fuerza de su fe, alejándolo de la esclavitud de las sombras.

El cuerpo de Cillian había empezado a retorcerse y el aura suya estaba totalmente ennegrecida. Las manos de Rory empezaron a quemar como si estuviese tocando brasas ardientes, pero sin detenerse prosiguió el rito, conteniendo su propio dolor.

— Purificación espiritual—exclamó con fuerza, canalizando su propia magia de resplandeciente brillo dorado, aprendida de su vínculo con la magia de la naturaleza, hacia el cuerpo del mago, de forma que empezase a limpiarlo y liberarlo del control de aquellos entes malignos.

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Cillian estaba tan ensimismado en sus pensamientos como para darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor, pero Rory había acudido a su ayuda. No tenía porque hacerlo después de toda la escena que Cillian había montado en Graves Park, pero lo estaba haciendo. 

Las cosas en el mundo mágico habían cambiado demasiado desde la última vez que él había estado activo en él. Y sabía bien lo que pensaba el gobierno mágico sobre los demonios que antes habían sido de alguna forma aceptados por la sociedad. Cillian se dejó caer sobre el suelo y aunque no sabía exactamente lo que Rory estaba haciendo, comenzaba a sentirse en paz.

¿Sería a caso que por fin podría librarse de aquellas voces en su cabeza de una vez por todas? Su madre le había enseñado a mantenerlas silenciadas, sí, pero siempre que comenzaba a sentirse presionado perdía el control y estas volvían a tomar poder logrando que Cillian se debilitara.

¿Cómo es que podían otros magos vivir con aquello con total tranquilidad? Solo basto un par de segundos para que las voces volvieran a estar en completo silencio. No se levanto, se sentía completamente agotado.

— ¿Se han ido por completo? —inquirió a Rory.

@ Rory Despard

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— No, no lo han hecho— admitió Rory con cierto pesar, dejándose caer al lado del hombre, también totalmente agotado por lo que acababa de suceder— pero al menos por un tiempo no van a molestarte. 

La energía que había gastado el pelirrojo para conjurar aquella magia lo estaba llevando a sus límites. De forma que volvió a abrir el portal, esta vez con destino a la residencia de los Evans McGonagall, el sitio más seguro que conocía en Ottery, y donde no dudaba que la matriarca acogería al joven, aun si no lo conociese, pues no era la primera vez que llevaba a un refugiado consigo.

Poco podía saber él en realidad, de la amistad de larga data que unía a la bruja y al mago Ryddleturn.

— Hubiera querido que nos conociéramos en circunstancias menos bochornosas, pero supongo que, solo Dios sabe el por qué nos coloca en ciertas situaciones y caminos. — caminaba con paso tranquilo, aunque lentamente, por el camino empedrado que conducía a la puerta principal del Castillo— por hoy, creo que podrás descansar tranquilo en este lugar, y me siento  alegre de haberte podido ayudar, y que aceptara mi ayuda también, sino esto hubiera sido imposible.

Estaban ya delante de la puerta,  Rory no tenía nada más que hacer que dejarlo allí. Aun tenía pendiente ponerse en contacto con Horace y averiguar bien que demonios estaba pasando a raíz de la transmisión en vivo que él había hecho del enfrentamiento en Graves Park, pero había algo que no terminaba de dejarlo satisfecho. Dejar únicamente a Cillian allí ¿era lo correcto? De alguna forma, era probable que más allá de ese encuentro puntual, no tuviese luego otra oportunidad para cruzarse con el mago, y una parte de él se sentía muy a gusto con esa idea, pues nada le garantizaba que los episodios de acoso no volviesen a repetirse.

Pero de otro lado, sentía que era traidor en cierto sentido, no terminar eso que había empezado, y si él así lo deseaba, desaparecer a los demonios que tenían atenazada el alma del rubio.

— Yo debo retirarme ya, pero espero que todo lo que pasó hoy...que todo esto lo lleve a un cambio en su modo de ver las cosas. Es verdad que el mundo seguirá siendo superficial, y egoísta y vacío, pero si lo quisieras, si realmente naciese en lo profundo de su corazón ese deseo, puedes contactar conmigo y yo estaré encantado de poder mostrarte un mundo diferente, más amable, pero especialmente, más comprensivo y con gente que verá en ti algo más que solo tu bonito físico— se ruborizó de inmediato, al comprobar que había soltado aquel pensamiento sobre la figura del mago en voz alta, pero casi de inmediato se compuso y prosiguió—  a veces creemos que merecemos lo que tenemos, pero yo no creo que la marca tenebrosa sea el lugar que mereces,  porque  por lo que me ha mostrado hoy, no he visto en usted a alguien convencido y defensor de los ideales de pureza de sangre y jerarquías y sometimientos que ellos defienden. En verdad, nada de eso le importa ¿cierto? Así que rogaré mucho al altísimo, para que pueda traer a usted reflexión y paz, y a lo mejor conversar con doña Bel Evans le ayude también. Es buena para esclarecer la mente ante estas dudas de fe.

Y fue en ese preciso instante que el entendimiento llegó hasta Rory. Que más allá del gozo de un pecador vuelto al camino correcto, albergaba una naciente esperanza, aunque fuese mínima,  de que Cillian se uniese, eventualmente, a las filas de la Orden del Fénix.

@ Cillian Ryddleturn

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— Gracias —murmuró.

Rory había sido amable con Cillian a pesar de todo y sin que este este lo quisiera había logrado que algo comenzara a cambiar dentro de él. Sería un camino difícil, eso seguro y quizá no habría resultado alguno sobre el tema, pero en aquel momento Cillian había decidido que intentaría encontrar ese camino que Rory creía era el mejor para todos.

— No te entiendo, pelirrojo —ciertamente no, nunca lo haría—. Pero creo que tendré que hacerte caso, intentarlo aunque sea. Debo decirte que no soy bueno intentando, pero... ¿Qué más puedo hacer?

Cillian no se entregaría aquel Dios del que tanto hablaba el pelirrojo, eso no estaba sobre la mesa, pero el no hacerlo no le impedía encaminar su vulnerabilidad hacia otro lado. Observó el castillo al que Rory lo había llevado, lo conocía aunque solo había estado un par de veces en él y todo quedo más que claro cuando menciono el nombre de Bel, su amiga.

— ¿Desde cuando Bel Evans es tan apegada a Dios? —aquella pregunta le dolió un poco, ya que si aquel apego a Dios había estado ahí desde un principio eso quería decir que no conocía a su amiga tan bien como pensaba.

Suspiró, al parecer aquel día estaba por llegar a su fin, por lo menos de su parte. — ¿Nos volveremos a ver, cierto? —Esa fue la última pregunta del Ryddleturn antes de ver a Rory partir y él, por su parte, ingresaba al castillo.

 

@ Rory Despard

Editado por Cillian Ryddleturn

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