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Baile de Celebración del Aniversario CCXXXIII de la Revolución Francesa


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Él pareció pensar, por un momento, en un motivo para hacer aquel brindis. Sí, era cierto que tiempos como los que estaba pasando el Malfoy era muy difícil encontrar un motivo para alzar la copa y beber. Bueno... no para beber, realmente. Sabía muy bien que las copas podrían ir y venir a lo largo de las horas, sería bueno para alegrar un poco el ambiente y cargarlo de espontaneidad. 

-Por nosotros -acompañó el motivo que finalmente escogió Ludwig. Bebió el contenido de su copa mientras él ampliaba los motivos, era verdad que tenían mucho para mejorar entre ambos. Ella era incondicional para él y así mismo él lo era para ella, pero la distancia que el último tiempo había forjado era difícil de negar. 

El cambio en la melodía de fondo pareció animarlo. Poco a poco la música se volvía más intensa y animada. Alguien invitaba a las parejas a sumarse a la pista y eso pareció tentar a su rubio acompañante. 

-Bailemos -respondió, sin resistirse, tomando su mano con seguridad y dejándose guiar hacia la pista. -Soy muy mala bailarina -le aclaró mientras él se apegaba a su cuerpo para tomarla como para bailar tango. Se dejó llevar por la agradable cercanía, intentando seguir sus movimientos con cierta torpeza. -No sabía que bailabas tan bien, Malfoy -murmuró acercando sus labios al oído de él para que pudiese oírla pese al volumen de la música. 

Aprovechó la cercanía para besar suavemente su mejilla, tal vez rozando la comisura de sus labios.

@ Ludwig Malfoy Haughton

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La celebración del día de Francia había llegado, la independencia era importante para el pueblo Francés y para el mío, bueno era polaca de nacimiento pero me había criado en Francia en una familia muy tradicional y sus costumbres se me habían arraigado tanto por educación como por ejemplo. La verdad era que a Camille gustaba de los bailes y las celebraciones las disfrutaba bastante, aunque últimamente la notaba triste y no sabía bien porque, nos habíamos alejado un poco por la trabajo y por su nueva pareja y tratar de jugar quidditch siempre. No sabía cómo le alcanzaba el tiempo para todo lo que hacía.

 

Debía vestirme apropiadamente como era lógico para mí posición dentro de la seguridad que abría en el edificio: traje negro, camisa blanca, aunque no usaría la corbata, ella sabía que por nada me pondría es ahorca en el cuello. Mi posición siempre sería la protección de la Ministra, pero también de la integridad de los invitados dentro de las instalaciones de la embajada de asuntos mágicos de Francia, porque era territorio francés y cualquier acontecimiento allí podría llevar a un incidente internacional que sería de gravedad. Toma mi posición en el salón principal en donde debía custodiar, organice a varios aurores en sus posiciones de vigía y dejé todo como debía estar para la vigilancia.

 

La ministra no había aparecido aún se encontraba en su habitación terminando de arreglarse y los invitados empezaban a llegar al salón, con prisa salí a mover a los meseros para que empezarán a atenderlos con la champaña y a la banda que empezara a tocar. Un violín empezó a sonar con una melodía perfecta para iniciar el baile.

@ Ludwig Malfoy Haughton  @ Mica Gryffindor  @ Tessa Brower  @ Sagitas E. Potter Blue  @ Adrian Wild

Editado por Ada Camille Dumbledore
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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Con Sagitas.

No era justo. No, no lo era! daba vueltas por la habitación, con prisa, gruñendo quejas mientras intentaba dar con el traje y con una camisa limpia.

- Mi plan era no hacer nada. Por qué no puedo quedarme aquí?! - me puse los pantalones y giré sobre mi mismo, buscando una camisa limpia, ignorando sus gritos como respuesta desde su habitación (si, su habitación se situaba un piso por encima de la mia, pero ambos gritábamos tanto que, sin quererlo, nos contestábamos). Una que no fuera ni de colores, ni con cuadros. Tenía que ser blanca. Demonios. - Por qué no puede acompañarte Jack!? Os encanta ir juntos y seréis la pareja más adorable de toda la fiesta.

 

No era el alma de la fiesta. No era el mejor en los eventos sociales, ni entre grandes masas de gente (que solía ser, en mi caso, cuando reunías a más de seis personas), y mientras me ponía los zapatos, me lamentaba pensando en mi increible plan para esa noche, que consistiría en tumbarme en la cama, o sentarme en el alféizar de la ventana y leer algo, o no hacer nada.

 

Metí la cabeza en el armario, mientras Sagitas gritaba no-se-qué acerca de Jack y un casi lío con María Antonieta. Eso me hizo gracia, como más gracia me habría hecho ver a Jack atravesando las paredes de la habitación de Sagitas, cabizbajo y repitiendo que él no tuvo la culpa, que las damas de la corte de la reina habían intentado tenderle una emboscada y que todo se trataba de un malentendido.

 

Pero claro, hice una referencia tal vez mal interpretable sobre Jack, ectoplasma e intimidades mientras me ponía una camisa blanca limpia que provocó que Sagitas me gritara, esta vez si. Fue ella quién despertó a Elentari, eso podría jurarlo. Soltó un hipido y, de pronto, comenzó a llorar, asustada por haberse despertado de repente. Intenté acercarme, pero Sagitas (cómo podía andar tan rápido en tacones?) y una elfina, armada con un biberón, llegaron antes que yo.

 

- Cómo...sabes el calor que hace? Da gracias que voy a llevar chaqueta y camisa de manga larga. - protesté. Mi idea no era llevar corbata, y mucho menos, pajarita, que era lo que Sagitas sostenía. De donde la habría sacado?

 

Intenté protestar, pero Sagitas logró abrocharme la camisa hasta el último botón, antes de colocarme la maldita pajarita. Mis protestas, para colmo, hicieron reir a Elentari, que nos miraba encantada mientras cenaba.

- Venga ya, me voy a asfixiar, o peor, me deshidrataré. - protesté. Pero Sagitas metió el dedo en el interior del cuello, burlándose porque según ella, no era para tanto.

 

Bajé las escaleras tras ella, poniéndome la chaqueta. Eché un vistazo rápido al espejo, para vestirme con prisas, había logrado encontrar el traje negro justo a tiempo para irnos. Monté en el carruaje tras ella, con la cara roja.

- Ya, claro, seguro. Rico, con una hija, y con un matrimonio fracasado. Y con la habilidad social de una ameba. Seguro que triunfo. - murmuré, recostándome en el asiento y cruzándome de brazos.

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Cuando llegué, comenzó a sonar un apasionado tango. No podría haber imaginado entrada mejor. Justo había podido escuchar las últimas notas del final de una clara overtura de violines que se habían ido transformando progresivamente en todo un movimiento orquestral de tango moderno. Saludé con cortesía a los encargados y encargadas de recibir a los recién llegados y eché una ojeada por la amplia sala. Podría decir que me entretuve observando las exquisiteces arquitectónicas y decorativas que guardaban aquellas cuatro (¿o eran más de cuatro y la vista me engañaba?) paredes, y tampoco estaría mintiendo, pues así me distrajeron detalles como el cielo estrellado que se extendía sobre nuestras cabezas; pero no, en realidad buscaba caras conocidas. Como las de Sagitas y Matt, por ejemplo. Estaba seguro de que ya habrían llegado. ¿Qué cómo sabía que estaban allí?

¡Ay, querida lectora!

La mansión Potter Black era grande... Pero jamás subestiméis la potencia de los pulmones de Sagitas Ericen Potter Blue. Jamás.

En definitiva, que mientras me arreglaba en mi habitación había escuchado fragmentos suficientes (bueno, en verdad todo lo que mi hermana había dicho por encima de los decibelios naturales de la voz humana) como para suponer a dónde se dirigían. Por supuesto, sólo tuve que confirmar la información con Wilmo, que se encontraba también presente. El pobrecito mío asintió casi con pesar cuando le pregunté si aquel era el motivo de la riña entre madre e hijo, por lo que supuse además que él no lo había tenido fácil aquel día con Harpo, el elfo de Sagitas. Vaya peleas se traían también entre ellos dos.

En fin, que tras hacer rodar mis ojos en un amplio círculo, me había metido en la bañera y había comenzado a prepararme, confiado en que me encontraría más tarde con ellos en el baile. Y allí estaba, buscándolos.

Aquella celebración además la organizaba (como no podía ser menos) mi sobrina Ada Camille, cabeza absoluta de Francia, así que a falta de los dos gritones sabía que, como mínimo, me la encontraría a ella, aunque probablemente estaría tan ocupada con la atención a todos los detalles e invitados que no podría robarle mucho más tiempo que el del afectuoso saludo familiar y de cortesía por haberme invitado. Así que mejor aferrarme a los locos. O... ¡Anda! Pero si esos eran Ludwig y... ¿Mica? ¡Sí, Mica! Bailando. Miré alrededor. No pude ver a Cillian por ningún sitio. «Habrá ido a por algo de comer o beber». Claro, aquello parecía lógico, aunque me extrañaba que Ludwig hubiera preferido compartir aquel apasionado baile con Mica antes que con su esposo. «Mejor con Mica que contigo, ¿no?», me descubrí pensando, traicionado por mi subconsciente. Agité la cabeza como si así pudiera disipar los pensamientos y avancé un poco en dirección a las mesas que rodeaban la pista de baile.

Allí parada vi de espaldas a una mujer con un largo vestido azul y cabellera rojiza. No dudé ni un segundo de quién se trataba, y vi la oportunidad tan calva como la pintan. Me acerqué por detrás y cuando estuve a su altura le toqué el hombro con muy poca sutileza para que se girase bruscamente y poder decir enseguida, abriendo los brazos y señalando mi aspecto:

— ¿Voy lo suficientemente decente como para que baile conmigo este tango, señorita Potter Black?

No esperé respuesta, pues la tomé de la mano y la cintura y la arrastré hacia la pista de baile. ¿Me había tomado un par de copas de vino durante el baño y otra más antes de salir, mientras me arreglaba escuchando música en mi cuarto? Podía ser. ¿Me había subido el alcohol algo más de lo que solía subirme aquella cantidad? Culparemos a la ausencia de alimento previo. Pero en realidad, fue mi ánimo habitual, recinetemente recuperado, y el deseo de que no se me volviera a escapar aquella mujer para poder hablar de todo lo pendiente antes de que volviera a desaparecer lo que alentó aquel impulso.

Comencé a llevarla con una seguridad que pocas veces mostraba al bailar, a pesar de saber que contaba con la experiencia suficiente como para sacarla, y aproveché el primer acercamiento a su cuerpo para pegar mis labios a su oreja. Sí, también le debía algún que otro propasamiento.

— ¿Piensa volver a desaparecer de Londres y ocultarse para no ser registrada o a vuelto para ser la jefa de seguridad que el Ministerio merece que sea?

La hice girar y me alejé un poco en el siguiente golpe de música, estirando sus brazos frente a los míos para que pudiera ver mi pícara y atrevida sonrisa. No me andaría por las ramas. Ya había pasado demasiado tiempo para ello.

 

@ Tessa Brower @ Ada Camille Dumbledore @ Sagitas E. Potter Blue @ Matt Blackner @ Mica Gryffindor @ Ludwig Malfoy Haughton ( bueno, todes, pero sólo porque es rol de entrada (?) )

PD. Por culpa de Ludwig estoy roleando mientras escucho tangos XD

Editado por Adrian Wild
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Seguía en pie, bebiendo su mojito, observando los detalles de la pintura y disfrutando la música que sonaba en el salón y que parecía especialmente elegida para lograr que su espíritu terminara relajándose un poco. Terminó el vaso y lo dejó en la bandeja de uno de los elfos que se pasaba por el lugar, por ahora mejor no probar más alcohol, aunque el efecto en ella no era tan preocupante.

Seguía allí ¿por cuánto tiempo? No lo supo hasta que alguien la tomó bruscamente del hombro, había sentido que se acercaban a ella pero no había querido prestar atención hasta que la increparon. Cuando se giró abrió los labios sorprendida, había llamado con la mente a Adrián, que bárbaro. Y el mago se abría en cruz mostrándole su aspecto en una clara invitación a ¿el baile? Pues mucho no se pudo concentrar porque aún con los labios abiertos sin poder protestar ni decir ni pio, recorrió de arriba abajo la figura del hombre frente a ella, deteniéndose en las partes más marcadas de su humanidad bajo ese traje informal verde y camisa entre abierta.

—Adrián… ¿qué?... ¿baile? —alcanzó a procesar cuando se obligó a elevar la mirada de nuevo al rostro él y no a otras partes de su cuerpo. Pero ya era tarde, él la había tomado de la mano y la cintura arrastrándola a la pista de baile, sin dejarle opción a negarse o resistirse, que a decir verdad no lo pensó.

El ritmo del tango era algo vertiginoso y demasiado encantador, hacía años que no lo bailaba y le trajo recuerdos de épocas pasadas tan cálidas que comenzó a disfrutarlo, con cada movimiento y giro que daban. Adrián bailaba muy bien debía reconocerlo, y ella se dejaba llevar por él, aunque no pudo evitar estremecerse cuando sintió su aliento junto a su oído.

—¿Registrada? —auch, golpe bajo con su labor abandonada en Londres  —como si alguien lo notara o le importase aparte de a ti —protestó antes de que él la girara alejándose unos pasos pero sin soltarla.

Iba a abrir los labios y reclamar pero aquella sonrisa la dejó desarmada sin saber por qué, bueno sí, sabía el calor que le provocó en sus mejillas y otras partes de su anatomía.

—Adrián —solo pudo protestar mientras se dejaba llevar por el ritmo del tango que los envolvió nuevamente en un cuerpo a cuerpo.

—Si quieres mi puesto puedo renunciar —susurró al oído del mago, sintiendo contra su pecho el de él con la camisa abierta —estás guapo, por cierto —agregó desviando el tema hacia la primer pregunta que le había hecho —más que decente se podría decir... deliciosamente guapo—agregó mientras rozaba su mejilla con la de él tras susurrarle al oído.

Sí, debía reconocer que se sentía un poco descolocada, para empezar no había esperado que él quisiera saber más, que terminaran allí bailando un tango en medio de la embajada francesa y que se muriera de ganas de conocer mejor al Director del Comité Cultural Mágico Internacional. Claro, que si le decía que sí, quizás fuera ahora el nuevo Director de Seguridad Mágica del Ministerio de Londres. Mmm… sí, las cosas no iban como ella había esperado al llegar de regreso de Irlanda y el calor que sentía no era culpa de los minerales elementales o el brazalete pirokinético, eso era más que seguro.

@ Adrian Wild

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Demasiado ajetro en la casa y no por mi culpa. Increible la capacidad de Sagitas para gritar. Que hasta los poltergesit tenian que descansar de vez en cuando. O sea....ya le habia dejado un poco de picante en la jalea para el desayuno, habia dejado un poco de pulgas en las sabanas limpias de Sagitas....no de Matt el ya estaria acostumbrado a ellas. Y esa clasa de nimiedades. Claro siempre podria lanzar algun que otro globo de agua desde encima de las escaleras cuando pasara algun elfo. O buscar algun que otro producto de pertenencia familiar para asustar con darselos a los elfos de la cocina. En fin que la via creando caos era un placer. 

Pero ahora con Sagitas gritando y dando ordenes a diestra y siniestra, dejando a todo el mundo corriendo de aqui para aca, alterados. Pues me veria opacado. Y eso no lo podia permitir. Incluso ahora me quedaria con la casa vacia. Y quien seria mi publico para mis maravillosos actos de picardia. No eso no lo podia permitir. Asi que me sali de mi lugar de descanso para subir flotando furtivamente al cuarto de la pelivioleta. Puede que estuviese ligado de alguna forma a la casa...pero lo que aparecia en el contrato como manda mas.....era Sagitas. Claro esa parte nunca se lo diria y se podria aprovechar. Por lo tanto habia que probar a escaparme cerca de la jefa. Claro el asunto era donde esconderme para salir. bajo sus faldas no....que de seguro no olian bien...y claro siempre estaba a riesgo de gases....Mire por todo el cuarto....no.....no cabia en un bolsillo.  Me rasque el menton....y mis ojos picaros se fijaron el el bolso de piel de moke de lujo ya separado para la ocasion. Sonrei.

La verdad es que despues de todo se estaba bastante comodo dentro del bolso. A fin de cuentas la gran variedad de cosas que habia ahi adentro. Y mas si era el bolso de una mujer. Nunca habia entendido como de deseodenado podria ser un bolso femenino. En fin....hora de salir de fiesta. Por lo pronto no moverme ni hablar para asi no ser descubierto.

@ Sagitas E. Potter Blue

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Seguía sin saber a qué juego estábamos jugando, pero ella había comenzado con él en la boda de Cillian y Ludwig, y no había nada que me incitara más que un juego. En el fondo, y aunque los años me hubieran cubierto con capas y capas de seriedad y control, el Adrian entusiasta y juguetón se mantenía sorprendentemente intacto en el interior y, a veces, sólo a veces, lograba aflorar de nuevo. Darla había conseguido sacarle con aquel juego que se traía entre manos. Y me desconcertaba, vaya si me desconcertaba. Pero eso no significaba que no fuera a jugar.

— ¿Querer tu puesto? Ni de lejos —contesté, sorprendido por su errónea suposición. ¿De verdad creía que lo que quería era quedarme con su puesto? Acepté sus cumplidos y dejé pasar los acercamientos excusados en el baile que nos llevaba por toda la pista con fuerza creciente—. ¿Tan rápido quieres dejarlo? Pudiera parecer que te quema el cargo, ¿qué ocurre? ¿Alguna falla en tu ética profesional te reconcome?

Los violines marcaban los giros de la melodía. En uno de ellos, crucé mis piernas entre las suyas y la hice ladearse en diagonal al suelo para luego levantarla y desenredar las piernas con soltura, en mitad de un giro, para después avanzar unos pasos en línea recta con la mirada fija en el horizonte. Después, retomé el contacto visual, acercando mi rostro al suyo quizá más de lo que la música incitaba. Me estaba divirtiendo de sobremanera jugar a aquello.

— Vamos Darla, ¿no te apetece contarle a tu buen amigo Wild algún secretillo, como, por ejemplo, el motivo de tu desaparición todos estos meses hasta la boda?

 

@ Tessa Brower

Editado por Adrian Wild

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Darla-PB-banner.pngLa respuesta negativa de él sobre su puesto la hizo sentirse ¿decepcionada? Siempre le había dicho a Sean que ella no era la adecuada, había aceptado por Luna y él se había aprovechado de su debilidad por cuidar a la joven Gryffindor.

—¿Rápido Adrián? Estoy desde que Sagitas asumió como ministra, ¿eso te parece rápido? —susurró al oído del mago, mordiéndole el lóbulo cuando se atrevió a cuestionar su ética —¿cómo te atreves...? —comenzó a reclamar pero no pudo terminar porque en ese momento la pierna de él se coló entre las de ella y ella acabó casi en diagonal al suelo, viéndolo con la respiración agitada. Mala costumbre de parecer humana, pero seamos honestos ¿quién no disfruta de un buen baile y más de un tango? Y ni que decir con un hombre que le parecía en ese momento por de más de sexy. Se obligó a calmarse pero un gemido escapó de sus labios mientras enderezaba su cuerpo y no fue de dolor, al contrario, disfrutaba de esa cercanía del baile tanto como del baile mismo.

Un estremecimiento recorrió toda su espalda cuando sus ojos se encontraron con la parda mirada del mago que tan cercano a su rostro podría haber sentido el aliento sobre su piel. Sin embargo no se alejó sino todo lo contrario más cuando él le pidió que le confiara algún secretillo. Sus labios rozaron una vez más el oído del mago y en lugar de hablar suspiro, dejando que un aliento que se volvió cálido rozara la piel de él, el movimiento los llevaba en ese momento cerca de donde estaba la orquesta.

—Adrián, no tengo faltas de éticas solo… —¿cómo expresarle lo que sentía en realidad? Pero la pregunta y el último comentario le causaron curiosidad —no desaparecí tanto hasta la boda, ¿por qué dices eso? Yo… —el calor en su muñeca le hizo caer en la cuenta, Kimberly la había reemplazado luego de su aventura en San Valentín.

 Él tenía razón, el tiempo que había pasado, casi había olvidado ese tiempo, el abandono más doloroso del mundo, el descubrir que había sido por mmm… no, no eran secretos que Adrián pudiera saber. ¿En qué estaba él cuando ella investigaba? Claro, Kim le había dicho que el Wild buscaba a los que habían viajado a los planetas y traído los minerales todo a impulso del propio Ministro, o quizás más bien por su propio interés. Darla miró al mago y tras un giro fue su pie el que subió por entre las piernas del mago rozando la parte interna hasta la rodilla para bajar suavemente antes de que ella hiciera un vaivén sexy de un lado a otro de sus caderas frente al joven al ritmo de lo que parecía La Cumparsita.

—Te diré un secreto mío a cambio de uno tuyo —dijo tras que sus cuerpos se unieran de nuevo en un nuevo intercambio de cruces de piernas.

@ Adrian Wild

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La Celebración estaba por empezar y yo aun estaba en mi habitación de la embajada en ropa interior y sin querer hacer nada en absoluto, no elegía el vestido de los que tenía tres opciones diferentes y no me decidía porque tiara usar porque era la regente de Mónaco, cosa que aun no asimilaba por completo y también tenía la tiara que amaba que era la de princesa perteneciente a la familia real de Mónaco. Sería el primer evento en que estaba como Regente tras la abdicación y posterior desaparición de mi hermano mayor, quien había obtenido la corona porque mi madre había abdicado… que horror en definitiva.

Voltee a ver por la ventana y veía a varias personas por la ventana, logre distinguir a Ludwig, pero venía sin mi hermano, otro desaparecido, ¡que tenían los Dumbledore que tenían la insana costumbre de desaparecer porque si! Traté de respirar y calmarme, en esta ocasión no tenía ni siquiera a los fantasmas para que me ayudarán y Anne Marié ya estaba en el servicio así que estaba sola… bueno no era ninguna novedad así me sentía últimamente. Mi novio había quedado anclado a su trabajo a Hawaii y la verdad hacía ya un tiempo no nos veíamos, porque bueno mi trabajo tampoco me daba mas tiempo ahora. Y mi cuerpo estaba cansado de no dormir y estar entre París, Londres y Honolulu.

Debía elegir un vestido y una tiara ya, no había quien mas atendiera a los invitados, debía ser yo y no había en absoluto nadie más que pudiera hacerlo, y no era como que no fuera a la fiesta justamente era la Ministra de asuntos mágicos de Francia y no tenía excusas a no ser que muriera en ese instante, l cuál sería un grave incidente internacional por estar en Londres y podría acabar por un altercado entre ambas naciones.

Menee la cabeza mientras me convencía que no eran pensamientos para este momento, elegí el vestido azul y la tiara azul y los guantes largos hasta el codo, aunque sabía que si mi madre me viera me haría dejarlos. Fui directo al espejo y empecé a vestirme, recogí mi cabello y coloque la tiara de princesa de la familia real y no la de regente, no quería pensar en mi hermano al lucir esa tiara en la cabeza.

Era momento de bajar al salón, baje desde la cuarta planta con calma y despacio baje, al llegar a la segunda planta observe parejas ya bailando un tango me sorprendió una de las parejas que era mi primo @ Adrian Wild y mi querida Darla ( @ Tessa Brower )  , pues bailaban muy bien y parecía que se entendían MUY bien bailando. Otra pareja que llamó mi atención fueron @ Ludwig Malfoy Haughton junto a @ Mica Gryffindor , la Gryffindor no era alguien de mi devoción, no se ganaba mi confianza y su cercanía con mi superior no me agradaba, pero esta noche mi perfil era otro y no tenía ganas de entrar en discusiones esta noche. Respire, cerré los ojos y me relaje, tomé la baranda y baje con la frente en alto despacio y sonriendo a todos, me acerque a la tarima donde estaba los instrumentos y al terminar la canción aplaudí subiendo y tomando la voz, sacando mi varita y apuntando a mi garganta.

-Buenas noches a todos, sean todos bienvenidos al baile por el aniversario 233 de la Revolución Francesa, espero todos disfruten de este, para el ministerio de asuntos mágicos de Francia es un honor tenerlos aquí y celebrar junto a ustedes este día, de todo corazón les agradezco por asistir y disfruten el baile.

Aplaudí señalando a la banda que volvía a empezar a tocar esta vez una dama subió y empezó a cantar un tango precioso de mi gusto personal.

@ Matt Blackner  @ Sagitas E. Potter Blue

Editado por Ada Camille Dumbledore

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Claramente la compañía de la Gryffindor había causado el efecto que Ludwig esperaba, olvidar, mientras movía sus piernas y su cadera y agarraba su mano para darle un par de giros y volver a repetir el mismo paso, pudo notar que la cercanía con Mica iba haciéndose más y más íntima. La manera con la que sujetaba sus caderas al ritmo del tango era bastante peculiar. Si bien Ludwig no era un experto en el baile, se defendía bastante bien y Mica era una excelente compañera al dejarse guiar en cada intento. En un par de momentos parecía que ambos tropezarían causando que el rubio sonriera de manera tímida – creo que bailas mejor de lo que dices – dijo en el momento en que la mujer le puso los labios por la mejilla y pudo jurar que casi se besaban.

Ludwig no sabía que responder o que hacer, pero lo cierto es que se sentía bastante complacido y deseaba continuar con aquel momento. Volvió a dar un par de giros más y luego intentó hablar aunque el ruido era claramente notorio – posiblemente después podamos ir a un lugar menos ruidoso para conversar – no sabía lo que acababa de decir, sabía que lo que harían seria todo menos conversar - ¿Qué dices?, espero que Mael no me ataque como la última vez.


Volvió a tocar su cintura y mientras lo hacía estrechaba aún más su cuerpo contra el del rubio. A lo lejos pudo ver que una pareja también se levantaba para bailar, posiblemente para hacer algo de competencia y cuando volteó se percató que eran Darla y el mismísimo Adrián quien había llegado a la velada. Ludwig intentó no verlo, pero le fue imposible. Tenían una conversación pendiente y ahora con la desaparición de Cillian todo era más confuso y difícil de entender. Claramente aquel no sería el momento para interrumpir la fiesta y comenzar con preguntas sobre el paradero de su esposo y deseaba seguir disfrutando la comodidad de Mica.

La música paró pues en ese momento Ada, su cuñada apareció para dar la bienvenida a todos los presentes. Ludwig levantó su copa para brindar con ella, seguro ella también tenía información. Fue ella misma la que continuó la música y comenzó a cantar con una hermosa voz – continuemos – dijo Ludwig ahora devolviéndole el beso a la chica cada vez más cerca de sus labios. Puso sus piernas entre las de ella y le dio una vuelta un poco más arriesgada. El alcohol ya comenzaba a hacer de las suyas.

 

@ Mica Gryffindor  @ Ada Camille Dumbledore  @ Adrian Wild  @ Tessa Brower

 

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