Familia Granger (MM B: 86794)

[Pakami Gryffindor]

La leña de la chimenea se consumía lentamente, algunas partes de color rojo ardiente se deshacían rápidamente. La lluvia no parecía tener intención alguna de detenerse, sino que ahora se sumaban relámpagos a ésta. Los cuadros de las paredes de la sala dormitaban en sus asientos, algunos hablaban en voz muy baja unos con otros. El ambiente que dominaba el lugar era de tranquilidad.

 

Sonreí cuando se encogió de hombros. Yo no era una de las personas que creían en ellas, cada cosa sucede por una razón. Como dijo un importante "centífico" muggle una vez, a cada acción le corresponde una reacción. Entonces, con esa forma de pensamiento, podría decir que no estaba sentado en ese sillón junto a ella porque sí.

 

Sumido en todo eso, no me había dado cuenta de que mi taza ya estaba vacía. Pestañé con fuerza un par de veces y aterricé. Tomé la barra de chocolate y comencé a masticarla, viendo a mi acompañante a los ojos, los cuales no tardaron en desviarse hacia el pañuelo (¬¬") escarlata que jamás se separaba de mi antebrazo.

 

-¿Misterio?- pregunté, fingiendo sorpresa, una vez más la situación se tensaba y tenía que luchar para no convertirme en el ser déspota que se apoderaba de mí en éstas situaciones -Mis pensamientos no tienen nada de especial, ni son nada fuera de lo normal. No tienes que preocuparte por lo que pueda ocutar, te aseguro que no es algo que te gustaría saber.

 

Mientras hablaba, mi brazo izquierdo se movía disimuladamente hacia atrás de mi espalda. Lo había movido casi inconscientemente, pero estaba hecho, no quería que la atención se centrara una vez más en los últimos oscuros meses que había vivido. No habían sido una experiencia excepcionalmente bonita y no era una tarde adecuada para revivirla.

[Valeskya Granger]

Observó al mago que terminaba su bebida, en cambio la taza de ella se mantenía intacta; no sabía si era por los nervios o por la hora, pero no le apetecía nada probar aquel humeante café. Pudo observar que el rostro de Pakami cambiaba de expresión después de la pregunta que le había hecho; no pudo evitar sentirse un poco extrañada por su reacción. ”¿Qué dije?” Se preguntó la ojivioleta mientras acariciaba su negra cabellera de manera distraída.

 

- No te preocupes, no tenía pensado preguntar sobre el material de tu pañuelo.- No pudo evitar el tono de sarcasmo en su voz. Aunque casi enseguida habló de manera más suave. - ¿Porqué siempre estás a la defensiva? – Dio un largo suspiro y sonrió levemente. - No tendrás pensado tener ese brazo oculto durante todo el tiempo que estarás aquí ¿verdad? –

 

No había pasado por alto el gesto que el Gryffindor había hecho, movió la cabeza negativamente y su mirada se desvió hacia las llamas. No sabía qué pensar, pues pocas veces se había encontrado con alguien tan cerrado como él (xD); no estaba enojada, solo se preguntaba por qué cambiaba de carácter tan repentinamente. Se sobresaltó al ver un relámpago que iluminaba la sala e inmediatamente se acomodó e intentó recobrar la compostura.

 

- Trata tranquilizarte un poco, tanta tensión en tu vida te puede hacer mal, además estás muy joven.- Sonrió y lo miró fijamente a los ojos, no sabía si su intento de broma daría resultado. - No me obligues a usar mi muñeco vudú para hacer que bailes por toda la casa.- Se levantó de su lugar y fingió dirigirse hacia la mesita donde tenía aquel objeto. - Así que tú dirás…- Dejó la frase en suspenso, acompañado de un gesto burlón: utilizaría su muñeco de ser necesario [?]

[Pakami Gryffindor]

Me sonrojé apenas por lo que me decía la chica, pero era algo que simplemente yo no controlaba. Era una reacción prácticamente automática en situaciones desfavorables. Ahora debía encontrar la forma de arreglar las cosas aunque fuera incómodo. El sarcasmo en su voz hizo que me preocupara de haber hecho algo que la enojara. Me moví un poco sobre mi lugar, me encargué del último pedazo de chocolate y respondí:

 

-No es que esté a la defensiva, escucha, en mi pasado hay muchas cosas malas, oscuras, cosas de las que me arrepiento y cosas de las que no- hice una pausa, sin quitar mis ojos de los suyos -. Lo que hay debajo de éste pañuelo está la representació de todo aquello. Por eso lo cubro, para intentar olvidarlo.

 

Terminé de hablar y separé mi vista de la suya para volverla al fuego, ignorando su última frase (u.u). Sin embargo, no tardó en volver a hablar y arrancarme un sonrisa, devolviéndome así a mi humor de siempre. No podía evitarlo, aunque no lo pareciera, no me agradaba para nada la faceta oscura y extraña que me dominaba en ciertos momentos.

 

-Pues, para bailar necesitaría música, tu muñeco debe inspirarse, ¿no?- le seguí la broma con una sonrisa, una vez más saqué mi varita de las profundidades de mi bolsillo para agitarla y hacer que suene una suave melodía en la habitación -Si depende de mi, ya puedes guardar esa cosa, antes de que lastimes a alguien. Mejor dime, ¿en realidad te atreverías a utilizarlo en contra mía?

[Valeskya Granger]

La joven no pudo evitar reírse de la respuesta que le había dado el Gryffindor, que con un movimiento de su varita, hizo que la música resonara por toda la sala. ”Eso significa…”, no concluyó ese pensamiento, pero sabía que su pequeña broma había dado el resultado que esperaba, pues aquella expresión intimidante en el rostro del mago, había desaparecido casi por completo.

 

En ese momento, un muñeco de apariencia inocente, descansaba entre las pálidas manos de la ojivioleta; sonrió levemente al escuchar el tono de voz con el que Pakami se expresaba de dicho objeto. Inclinó los hombros de manera inconsciente mientras lo miraba fijamente, un poco sorprendida por el comentario que le acababa de hacer ”¿en verdad cree que puedo utilizarlo contra él?” se preguntó la Granger un poco desconcertada.

 

- ¿Sabes qué es lo que en realidad hace esto? – Exclamó la fenixiana, mientras agitaba el muñeco muy cerca del rostro del joven. - No solo sirve para hacer daño… Como cualquier objeto, depende de quién sea el dueño, para saber qué uso tendrá.- Suspiró y bajó el juguete hasta dejarlo en su regazo. - También puede utilizarse para curar y proteger a las personas desde lejos, según dicen…- Se quedó en silencio, recordando las palabras de aquel vendedor que le había ofrecido dicho muñeco.

 

- Aunque… al parecer es mucho más efectiva que un filtro de amor. Al entrar en contacto con el alma de la persona, es capaz de enamorarla, o por lo menos eso dicen.- Hizo un gesto de incredulidad, tratando de quitar importancia a esa parte. - Ahora dime ¿me crees capaz de utilizarlo solo para hacerte bailar? Yo creo que no será necesario.- La joven dejó el muñeco a un lado y se levantó, mientras sonreía. - ¿Me concede esta pieza? – Murmuró en voz muy baja.

[Pakami Gryffindor]

Entonces el propósito del muñeco en realidad no era el que había pensado. La verdad es que conocía muy poco sobre otros tipos de magia fuera de la Inglaterra. Hasta ahora el único que viaje que había hecho, se remontaba a Islandia, y no había sido justamente un viaje de placer. Tampoco se me había interesado mucho por la historia, a pesar de los incansables esfuerzos de mi tío, simplemente no me gustaba.

 

Pero el último uso que Luna había mencionado era uno que ciertamente me dejó sorprendido, me preguntaba cómo haría un muñeco para entrar en contacto con el alma de una persona. Lo más parecido a eso, que hubiera escuchado, eran los horrocruxes. Sin embargo, aún así, la descripción que daba la fenixiana, casi no se parecía. Todos éstos pensamientos corrían por mi mente rápidamente a medida que escuchaba a la chica.

 

-En realidad te creo capaz de hacer muchas cosas- le respondí, ahora con mi humor sonriente de siempre y a lo siguiente también respondí: -Claro que sí, señorita.

 

En seguida me puse de pie y al ritmo de la balada, tomé a Luna de la cintura y estiré un brazo con la mano abierta que ella tomó. Se trataba de un ritmo muy suave y llevadero, de aquellos que solo se encuentran en grandes eventos. Era relativamente fácil llevar el ritmo y guiar a mi pareja a través de la relajante pista. Seguramente el autor de tal melodía había estado muy inspirado, pues estuvimos al menos unos diez minutos bailando al son hasta que llegó a su fin.

 

-Gracias por la pieza- le dije a mi compañera con una sonrisa -y por la mañana, también ha sido... interesante- tras la última palabra, simplemente me dediqué a mirarla a los ojos.

 

Se suele decir que los ojos son la ventana del alma, si eso era cierto, estaba viendo directo hacia un alma realmente hermosa. Era cautivante, de repente pude sentir como mi cuerpo se movía por sí mismo y mi mente no lo impedía. Tras un momento, casi sin darme cuenta de nada, me encontraba con mis labios puestos sobre los suyos y mis ojos cerrados. Mi estómago hormigueaba, pero decidí permanecer así, sintiendo algo que hacía mucho no sentía.

[Valeskya Granger]

¿Qué rayos estás haciendo? Una vocecita dentro de la mente de la joven la reprendió después de que había invitado a Pakami a levantarse. Ahora se encontraba bailando con él en toda la habitación; era algo muy agradable para ella, el moverse con suavidad al compás de una melodía en la cual ella no tenía el menor interés en saber quién la tocaba o cómo se llamaba. Sus pensamientos solo se enfocaban al buen momento por el cual estaba pasando: tenía mucho que no se sentía tan a gusto con alguien.

 

No supo cuánto tiempo había transcurrido para que la canción terminara. La Granger sonrió y desvió la mirada rápidamente hacia otro lado, tratando de poner en orden sus pensamientos. Trató de controlar el ritmo de su respiración y se reprochó a si misma por ese comportamiento tan infantil que estaba teniendo. Solo volvió a prestar atención en el mago cuando éste le agradeció por la pieza; al mirarlo a los ojos, no pudo evitar recordar lo que había sucedido el día en que había ido a visitarlo.

 

De repente volvió a sentirse avergonzada y quería bajar la vista, pero algo se lo impedía. ¿Acaso quería que volviera a suceder? Solo había sido un impulso, o eso era lo que la fenixiana quería creer; pero la realidad era muy distinta, porque desde aquel instante, no había dejado de pensar en el momento de tenerlo nuevamente de frente para hablar con él. Y ahora que lo tenía tan cerca, su mente estaba en blanco, sin saber qué decir o cómo reaccionar.

 

Durante unos segundos que se le hicieron eternos, pudo sentir su respiración muy cerca de la suya y cerró los ojos al sentir sus labios. La joven se dejó llevar por el momento, mientras sus manos se dedicaban a acariciar su rostro y su cabello; aquel beso que no había logrado concretar la vez pasada por temor a su reacción. Fue entonces cuando se separó bruscamente de Pakami y lo quedó observando:

 

- ¿Qué pretendes? ¿Has venido a cobrarte de lo que te hice la vez pasada? – Respiraba entrecortadamente. - Si es así, ya lo has logrado.- No quería enamorarse, se negaba a sentir algo especial por él. - Te pido por favor que no vuelvas a jugar conmigo de esa forma.- La lluvia aún continuaba, incluso parecía que no iba a tener fin. Se quedó callada y temerosa por la reacción del joven mago.

[Gyvraine C. Sullivan]

Los ojos de Gyvraine vieron a través de las rendijas de su máscara cada estrella que salpicaba el cielo nocturno, no había ni una sola nube que presagiara lluvia, era como si todo estuviera en completa calma. Sus pasos hacían eco con cada paso que daba, al parecer nadie se había aventurado a caminar solo por las calles de Ottery, algo acertado debido a que la guerra se acercaba.

 

Una ligera ráfaga de viento hizo ondeas su larga capa oscura al compás de su cabello castaño, ya había pasado mucho tiempo sin que hubiera siquiera disturbios en las mansiones. Nadie imaginaba siquiera que las fuerzas de la marca aun acechaban a cada esquina.

 

La Líder mortífaga sonrió y en medio de la noche se alcanzó a distinguir sus perlados dientes, pues su antifaz solo cubría la mitad de su rostro, lo necesario para que nadie pudiera siquiera reconocer a la directora del Departamento de Cooperación Mágica Internacional. Miró de nuevo al cielo y como si en éste encontrara la respuesta, descubrió su antebrazo izquierdo para dejar ver su marca tenebrosa.

 

- Vengan mis queridos mortífagos - susurró al tiempo que con la punta de su varita hacía que su tatuaje cobrara vida. Cada uno de los mortífagos sentirían un escozor y acudirían al llamado, si importar el lugar en el que estuvieran.

[Monica Malfoy Haughton]

Aquella noche parecía ser la mas oscura en mucho tiempo, por lo que la pelirroja estaba encantada de moverse en aquel horario, mas aún por que parecía mas fácil pasar desapercibida para ella. Había aparecido en los jardines de una mansión, una que ya había visitado en multitud de ocasiones; la mansión de la familia Granger. El lugar no era de su agrado, pero era positivo pensar que tal vez esa noche tendrían éxito.

 

Una mascara blanca tapaba su rostro, impidiendo que alguien la pudiera reconocer y una larga y elegante capa negra la cubría de pies a cabeza. Llevaba su su varita en su mano diestra, y sus ojos del color de la esmeralda, se clavaban en su líder, la misma que la había llamado tanto a ella como al resto de sus compañeros que ya comenzaban a aparecer a su alrededor. Le sonrió a May cuando la observó a su lado.

 

- De nuevo nos divertiremos juntas... - le susurró divertida. Era evidente la unión entre ambas mortifagas, y de nadie era desconocido Mónica adoraba a su tía-. ¿Crees que tengamos suerte? - le preguntó pensativa.

 

Minutos después, cuando todo el grupo ya estaba reunido, los pasos de la Malfoy avanzaron hacía la entrada de la mansión. Un movimiento de su varita bastó para derrumbar la puerta dejandole paso al grupo al interior de la residencia. Miró una vez mas a su compañera de rango sonriendo, seguida de una mirada a la líder del bando y al resto de sus compañeros.

 

- No sean muy malos... - murmuró cuando ya entraba al lugar.

[May Malfoy]

La noche era oscura pero sin asomo de ninguna nube, el manto nocturno se extendía por todo el pueblo y el continente cuando una figura encapuchada y enmascarada apareció en los jardines de la propiedad Granger. Su figura femenina era obvia incluso con aquella poca luz, pero su rostro se hallaba perfectamente oculto detrás de una lisa máscara plateada.

 

Había sido llamada unos cuantos minutos atrás y extrañamente había aceptado participar siendo que tenía otros pendientes, igual a la diversión nadie se le podía negar. Además la presencia de más figuras igualmente cubiertas la hicieron esbozar una sonrisa traviesa que quedo oculta a cualquiera aunque el tono de su voz era de lo más cantarín cuando dedicó un par de palabras.

 

- Vaya, espero que hoy no nos dejen plantados – comentó sintiendo la hierba del lugar bajo la planta de sus pies. La voz de una de sus sobrinas llegó hasta ella mientras avanzaban. Los ojos de la Malfoy brillaron, le agradaba estar en la compañía de aquella mujer. – Quiero creer que si. – le respondió antes de verla tirar la puerta.

 

Por lo visto hasta ese momento no habían invertido una gran suma en poner una mejor puerta en las mansiones que apoyaban a la Orden del Fénix, y bueno… siendo aquella una familia con tanta historia entrelazada con aquellos miembros era más que obvio que tendría defectos de construcción.

 

La castaña metió la mano en su bolsillo donde pudo sentir un par de bezoars, no quería correr el riesgo de que alguno de los suyos fuera envenenado. Extrajó su varita, su mejor amiga, un palo de rosa no mayor a los 30 centímetros el cual blandió como si fuera espada, realmente esperaba que no la dejaran plantada, mientras tanto se colocó a 10 metros de cualquier amenazaba, ahora sólo quedaba esperar.

[Zack Ivashkov]

El frió de la noche acompañados por la neblina decíanpresente en todo Ottery, el joven mortífago permanecía en su habitaciónreposando sobre su cama y con las ventanas de par en par, normalmente repetíaeso todas las noches estar en su cama y ver las estrellas adornar perfectamenteel cielo oscuro.

 

Noches como aquellaseran bastante aburridas, solo esperaba que alguien se comunicara con él para ira divertirse en el callejón un rato. Cansado de tanto esperar a hacer algo buenose paró de su cama y en ese mismo momento la marca tenebrosa que reposabatranquilamente en su antebrazo izquierdo comenzó a arder y a retorcersesuavemente.

 

De inmediato una sonrisa macabra se dibujó en su rostro, noquería perder más tiempo y necesitaba llegar cuanto antes para ver que sucedía,y si de algo estaba seguro es que de diversión se trataba, llamados mortífagosa esas horas de la noche solo indicaban eso. Se colocó unos jeans, una remera,zapatos deportivos y finalizó con una túnica negra.

 

Tomó su varita de lamesa de noche y la guardó en una de las mangas de la túnica, ahí descansaríahasta que comenzara la acción. Desapareció de su habitación y reapareció en unjardín donde ya estaban presentes algunas de sus compañeros, se colocó la máscarade color plateada con negro que sostenía en su mano derecha y saludó a lospresentes con un murmuro.

 

Segundos después secolocó la capucha de la túnica a la espera de la señal para entrar al lugar.Luego de detallar por unos segundos pudo darse cuenta que estaba en losjardines de la mansión Granger a una distancia bastante prudente aproximadamente10 metros junto con los demás mortífagos, rodó la mirada a las personas de suentorno y luego clavó sus ojos en la edificación.