Familia Granger (MM B: 86794)

[Rose Riddle Granger]

Con el ceño fruncido la observé, su comportamiento era por mas extraño y sospechoso. Aun así comprendía perfectamente el porque de no querer entrar. El lugar que había elegido como hogar definitivo era un tanto peculiar, yo misma lo sabia. Aun asi por lo pronto me encontraba bien entre las paredes de la mansión, a pesar de que sus habitantes fuesen partidarios de todo lo que yo aborrecía.

 

Sacudí levemente mi cabeza y presté atención a lo que ahora acontecía. Me sabia un tanto mal no poderle dar un trato mas educado a la joven, pero si a lo que venia requería estar alejadas de todo lo comprendía a la perfección. Eso me traía a la mente la idea de realmente buscarme un lugar privado en aquel lugar para tratar asuntos que no les concerniese a los familiares.

 

Mis ojos fijos en la peliceleste se abrieron un tanto mas al verla acercarse a mi. Entre sus manos llevaba algo a lo que hasta ahora no había prestado atención, pero eso pronto cambiaría. Sin entender muy bien y como acto reflejo extendí mis brazos para aceptar lo que ella me ofrecía. Acomodé el bulto pesado y calentito entre mis manos mientras apartaba las sabanas para dejar a la vista el rostro de un pequeñito y rubio bebé.

 

Sentí un nudo en el corazón mientras miraba aquella criatura dormir entre mis brazos. A pesar de que la joven no me haya dicho nada, algo dentro de mi me contaba la verdad, como si existiera una conexión invisible entre el pequeño y yo. No supe cuanto tiempo llegué a estar sumida entre la confusión observando al pequeño respirar lentamente, pero una vez hube recuperado la sensación de realidad alcé la vista para clavarla en los celestes ojos de mi visita.

 

-Tau dime como esto es posible... ¡Como!- dije sintiendo como la ira iba llegando a mis venas -¿De donde...? No comprendo... yo...

 

Negaba con la cabeza a medida que hablaba sin poder apenas acabar las frases. Miraba una y otra vez al bebé y la chica, sin entender. Sabia que era mi pequeño ¡Lo sabia!, pero no lograba dar una explicación a lo sucedido, todo iba mas allá de mi simple entendimiento. Sentía una gran felicidad, esa cosita en mis brazos lograba transmitirme algo indescriptible, pero el que viniese ella de la nada trayendomelo era algo que me llenaba de una furia imparable.

 

-Por favor explicame esto...- le imploré frenando mis impulsos, controlando mis lagrimas y mis emociones.

Editado 9 de Junio del 2011 por Silverlyn

[Prince Kaien Granger Gryffindor]

Mi madre Luna me miró con detenimiento, le sorprendía y alegraba mi presencia de nuevo en la mansión, le dediqué una amplia sonrisa mientras me decía que mi lobo Ludwig podía quedarse a vivir en la Mansión.

 

- Pues siempre hay que preguntar, no quiero incomodar a nadie por acá ^^- le respondí mientras con una seña le indiqué a Ludwig que fuera al jardín, también porque Joaco había denegado mi ofrecimiento de enviar a mi lobo a averiguar qué pasaba.

 

Nos dispusimos a averiguar qué pasaba, me armé de valor y seguí a mi madre, después de todo, ¿qué podría temer una licántropa?. Todos utilizaron el lumos así que lo hice también, con mi varita en ristre, no sabíamos qué ocurriría a ciencia cierta. Bajamos los escalones poco a poco hacia el sótano, la sensación era terrible, como una pesadez en todo el cuerpo y una inmensa tristeza, sin contar por supuesto, el fétido olor. El sótano estaba lleno de cajas extrañas y yo no tenía idea de qué contenían, y a juzgar por los rostros de los demás, ellos tampoco sabían.

 

Finalmente llegamos al final del sótano o a lo que parecía la raíz de nuestros problemas, una planta espantosa con forma de hongo. Joaco nos indicó que no era tan grave y que todos debíamos usar fregotegos y luego llamar al Ministerio para que la terminaran de eliminar. Yo no sabía qué planta o criatura era, pero Joaco sí que lo sabía y eso me alegró, era extraño sentir la presencia de un hombre en la casa, eso era algo que nunca había sentido y me alegró ese sentimiento de protección, era algo distinto.

 

- Bueno, ¿a la cuenta de tres?- pregunté refiriéndome al momento en que haríamos todos los fregotegos.

Editado 10 de Junio del 2011 por Prince Kaien Granger Gryffindor

[Tauro M.]

Al principio Sil lucía muy confundida, y no era para menos pues ella creía a su hijo muerto y ver como un día así sin ningún precedente una muchacha con la que apenas había cruzado palabra le entregaba a su hijo sano y sano envuelto en una cobija era bastante abrumador. Pero aquella confusión pronto sería remplazada por una emoción mucho más fuerte, la ira.

 

Sil no dejaba de preguntarle cosas a la ojiazul, quería una explicación, respuestas y justificaciones a los meses de agonía sin su bebé. Tauro la miraba de forma muy callada, esperando que la mujer se calmara para así poder tomar ella la palabra, de lo contrario su visita se extendería más de lo pensado.

 

-Escúchame Sil. -le dijo con voz pausada. -Yo te voy a explicar lo que pasó y porqué tuve que hacerlo. Tal vez no lo comprendas ahora pero espero que más adelante, en un futuro no muy lejano entiendas los motivos que me llevaron a llevarme a tú bebé. -la Granger seguía allí muy aferrada a su bebé, con la mirada clavada en la de la ojiazul que tampoco se la desviaba.

 

-Como sabrás, dentro de la marca tenemos personas que como espías han entrado al grupo conocido como los de la Orden del Fénix. Esos espías proporcionaron información confidencial a nuestros líderes, información sobre que el líder Fenixiano había embarazado a una joven y dentro de poco su hijo nacería. -Tauro se detuvo para asegurarse de que Sil la estuviera escuchando y continuó.

 

-Como comprenderás, aquello significó una grave amenaza para nuestro bando. Es obvio pensar que un hijo de un lider fenixiano seguiría los pasos de su padre y tener dos personas así sólo retrasaría nuestros propósitos de bando. -tomó aire y siguió. -Mis líderes me llamaron a mi y a... Pakami, que luego fue descubierto como traidor pero con su ayuda fue que pude tomar tu bebé por medio de un rito bastante oscuro. Teníamos ordenes de matarlo, pero Pakami y yo pensamos que el niño podría no seguir los pasos de su padre si le eneñabamos la magia oscura y el amor por nuestro bando pero nadie podía enterarse de esto, ni siquiera tú, es por eso que decidimos hacerte creer a ti e incluso a mis líderes que el bebé estaba muerto. -la ojiazul avanzó un paso hacia la Granger.

 

-Tú hijo fue cuidado por una demonio Súcubo y te aseguro que no sufrió ningún daño pero ahora tuve que arrebatarselo ya que no era bueno que el niño permaneciera más tiempo con ella. Silverlyn, no sé si comprendas mis motivos y la verdad no me arrepiento de lo que hice, pero mi labor aquí concluye, te entrego a tú hijo y sólo tú serás la responsable de su futuro. -la ojiazul terminó con su relato y volvió a alejarse de la mujer.

 

-Siento no poder darte más información pero es toda la que poseo. Espero que seas feliz ahora y... discúlpame. -la ojiazul sabía que no tenía más qué decir y antes de que Sil pudiera detenerla dio media vuelta dándole la espalda y desapareció de los jardínes de la Granger dejando a la mujer con miles de pensamientos.

[Coyo-t de Monter Westrong]

Todo paso demasiado rápido... primero la joven había hablado de su suicidio y antes de que yo pudiera responder, la joven tuvo que salir... me quede completamente sorprendido, no tuve tiempo ni encontré a tiempo las palabras adecuadas... realmente me dolía el que quisiera acabar con su vida...

 

Aunque ahora yo podía tener la solución, tal vez ahora que su sangre lycan estaba debilitada mi antigua sangre vampirica podría hacer algo... No lo pensé mas tiempo y salí disparado detrás de ella, dejando atrás el cuarto de mi prima, cuya cama había quedado toda desarreglada, aunque obviamente eso era lo que menos me importaba en el momento.

 

Al llegar a la planta baja, alcance a ver como algunos miembros de la familia entraban al sótano, sin duda algo estaba sucediendo... pero por ahora tenia asuntos que me importaban mas entre manos, gracias a mi oído vampirico, había alcanzado a escuchar como la joven de cabello dorado se encontraba en el jardín.

 

Apenas salir, la vi platicando con una extraña mujer, no quería interrumpir, así que me coloque a espaldas de un árbol, dispuesto a intervenir si la situación lo ameritaba, pues por alguna extraña razón sus rostros se veían tensos...

[Rose Riddle Granger]

-¡No, espera! No te vayas...- dije apagando mi voz una vez visto que había desaparecido.

 

Me sentía mareada, abrumada por todo lo que me había dicho y mi mente se negaba a creerlo. Moví la cabeza de un lado a otro, para luego mirar al niño el cual abrió los dorados ojos y bostezó. Por un momento dejé a un lado todo lo que me había dicho y me centré en la mirada del bebé, esos ojos no los había sacado de mi, ni de mi familia.

 

Al pensar en el padre enseguida vinieron las palabras dichas por Tau. ¿¿Había dicho líder fenixiano?? No podía ser, eso si que no podía creérmelo y sin embargo confirmaba mis sospechas. Aunque nunca hubiera imaginado que estaba ante alguien de tan alta jerarquía. Sin darme cuenta ante la ira que se agolpaba en mi interior, presioné mas al bebé contra mi pecho y cerré los ojos intentando controlarme.

 

-¡Maldita sea no puede ser!- grité, abriendo los ojos llenos ahora de lagrimas -Por favor tiene que ser un error, ¡Tauro como te hayas equivocado yo te mato!- seguí gritando, a sabiendas que no podía ya escucharme, pero sentía que necesitaba de alguna manera desahogarme.

 

El pequeño en mis brazos comenzó a llorar por culpa de la intranquilidad que le había transmitido. Ya desesperada intenté calmarle, pero era algo complicado ya que ni yo misma podía dejar de llorar. Era tan irreal, me habían arrebatado el niño solo porque cabía la posibilidad de que siguiera los pasos de su padre. Tenia tantas ganas de ir y gritarles que yo jamas dejaría que mi hijo se convirtiera en parte de la Orden...

 

Me di la vuelta e intenté regresar a la mansión, sentía que no tenia fuerzas en las piernas y me costaba mantenerme en pie. Todo mi cuerpo estaba temblando, estaba furiosa y apenas lograba asimilar lo que me había contado la chica. Quería creer que era mentira, hubiera aceptado cualquier otra cosa, pero pensar que me había enamorado de alguien que me ponía en peligro a mi y de que ya había puesto en peligro a nuestro hijo, era demasiado para mi.

 

Caminaba arrastrando los pies, mientras miraba la mansión y pensaba en que les diría cuando vieran a mi hijo. ¿Como les explicaría lo sucedido? Era evidente que no les podía contar la verdad, ni siquiera al propio padre. Por un momento me detuve sin poder seguir adelante, escuché el entorno que me rodeaba, era silencio, el niño ya no lloraba y solo quedaban mis apenas audibles sollozos. No podía regresar allí, debía irme a algún lugar, el que fuera.

 

-No tienen porque saber de él, si yo pronto dejaré este mundo.- me dije en voz alta mientras intentaba mantenerme en pie. -Coyo lo siento mucho...- dije a sabiendas tambien que no me podria escuchar.

 

Aunque me dolía, sabia que para él no seria nada, ya que si hasta ahora creía que había muerto, seguiría creyendo que era así. En el fondo era feliz, tenia entre mis brazos a mi hijo al cual creía que nunca llegaría a ver. Extrañamente el ver sus dorados ojos me daba esperanzas, me demostraba que la vida daba giros increíbles y que nada estaba perdido.

 

-¿Pero Entonces si voy a morir, que importará que sepan la verdad sobre mi?- me pregunté cayendo en la cuenta que ya nada importaba si me suicidaría. Sin saber que hacer caí de rodillas sobre la hierba y me quedé inmóvil con el niño en brazos mirando la mansión.

[Sophie Elizabeth Granger]

Siguieron caminando aunque Sophie se mantenia a distancia para aventar a la que estuviese enfrente si uno de aquellos animales aparecia. Asi le daba tiempo a correr y pedir ayuda a alguien ademas de no resultar llena de algun apestoso liquido. Finalmente Joacco y Luna parecieron encontrarlos y de tan solo verlos la rubia tuvo que aguantar las ganas para no devolver el estomago. Aquellos seres eran asquerosos y apestaban terriblemente lastimando su sensible sentido del olfato.

 

-Asi que con un simple fregotego podemos alejarlos de aqui? pues yo voto por que lo hagamos y despues que vengan los de plagas a cerciorarse que ya no quedo ninguno-dijo apoyando a Joaco y a Prince que tambien estaba lista a usar el fregotego. De repente su mente maquiavelica encontro la manera exacta de vengarse de su prima por lo que fingio que su varita no funcionaba del todo bien.

 

-Creo que mi varita esta fallando asi que la probare primero si no les molesta-dijo mientras apuntaba a la espalda de su prima susurrando un hechizo-aguamenti

 

Enseguida un chorro de agua salio para pegar de lleno sobre su prima Luna que en instantes quedo empapada de pies a cabeza. La rubia comenzo a reirse de el aspecto de su querida prima aunque por momentos intentaba seriamente fingir inocencia absoluta

 

-Perdon prima no te vi, de verdad, si quieres te traigo una toalla-dijo como pudo mientras apuntaba pero ahora a las criaturas-ya que mi varita si sirve estoy lista para el fregotego

 

 

off: ups, se me salio un poco de agua de la varita xDDDDDDDDDD

[Valeskya Granger]

Asco, asco, ascoooo, repetía la ojivioleta mentalmente una y otra vez al ver aquella repugnante escena. Se había quedado en silencio, haciendo caso a la petición de Joacoo, mientras escuchaba las opciones que tenía que aportar: limpiar ó llamar al departamento de control de plagas. Sonrió al ver que su hermano últimamente le daba por aparecer más seguido en público [?], confiaba en que conocer al resto de la familia lo haría más feliz; le cambiaría la vida, así como a ella le había ocurrido alguna vez.

 

- Está bien, viendo que todos están de acuerdo, entonces limpiaremos y llamaremos al departamento correspondiente.- Murmuró la más bella [?] de las Granger, sonriéndole a su hermano, a su hija y a su prima, la cual tenía una mirada un poco extraña, como si estuviera planeando algo.

 

Tenía que haberlo imaginado, sabía que la rubia no descansaría en paz hasta encontrar venganza por hacerla volar hasta el sótano. Alegando que su varita estaba fallando, apuntó hasta donde la fenixiana se encontraba parada; antes de que pudiera darse cuenta de lo que estaba planeando, un chorro de agua le cayó encima, mojándola por completo. Soltó un grito, olvidando por completo las indicaciones de Joacoo.

 

- ¡Ahh! ¡Vas a morir maldeta!- Exclamó con fuerza y vio un pedazo de tabla, el cual sería suficiente para lo que tenía planeado hacer.

 

Los ojos de la ojivioleta brillaron intensamente y se acercó hacia aquella cosa y utilizando la tabla, retiró una cantidad considerable de aquel musgo. Una sonrisa triunfante apareció en su rostro mientras apuntaba con la tabla hacia Sophie; probablemente el comportamiento de ambas daba mucho de que hablar, pero al final de cuentas estaban en su casa y podían hacer lo que les complaciera.

 

- ¡Prince, Joacoo! ¡Cúbranse! – Dijo la joven, mientras hacía un movimiento con la tabla y veía que el musgo salía volando en dirección hacia rubia.- ¡Venganzaaaaa!-

Editado 13 de Junio del 2011 por Luna Peverell Granger

[Annick McKinnon]

Mientras Luna acariciaba a la dálmata, la pelirroja aprovechó para dirigirse hacia el refrigerador en busca de algo para beber. (???) Movió la cabeza ligeramente mientras reía por lo bajo al ver que su hermana había hecho que Sophie bajara, y al escuchar que caía escaleras abajo recordó el incidente que había tenido horas antes.

 

Encontró un trozo de pastel de chocolate y al ver que los demás se encaminaban hacia el sótano aprovechó para tomar una cuchara y comer un poco, aunque quizás también lo hacía para retrasar el momento en que tuviera que alcanzar a los demás y enfrentarse a ése fétido olor que emanaba del cuarto.

 

Cuando comenzó a descender notó que varias varitas estaban encendidas, lo que lograba que su visibilidad fuera mejor; de cualquier manera se hizo con la suya y la mantuvo en ristre por si llegaba a necesitarla. En tanto logró captar alguna palabras de Joacoo.

 

―¿Una plaga de bundiquéeee? ¿Son peligrosos… venenosos? Espero que no sean rápidos para correr.

 

La pelirroja no apartaba la mirada del lugar donde parecían anidar esos pequeños animalillos, deseando haber puesto más atención en sus clases de herbología para saber a ciencia cierta lo que eran y los riesgos que representaban.

 

―Yo también estoy lista.

 

Agregó aún sonriendo maliciosamente luego de ver el pequeño incidente que ocasionaba la varita de Sophie, pero tuvo que agacharse para esquivar lo que la ojivioleta le lanzaba a la bromista.

 

―Pero qué demonios... No sabía si reír, enojarse o más bien unirse a la batalla. (?)

 

 

 

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Off: Ya regresó la más vaga \o/ Ando reperdida

jajajajajaja Sopa, morí con tu rol y eso de que el lobo no te fuera a querer olisquear xDDD

Editado 13 de Junio del 2011 por Annick Black

[Coyo-t de Monter Westrong]

Desde el lugar donde me había escondido había escuchado mas de lo que debería... no entendía como aquella joven se había enterado que era Líder de la Orden del Fénix... tal vez debería de haberme ido en ese momento, pero algo me llamaba también la atención...

 

La joven que había visitado a mi amada había dicho unas palabras muy interesantes...

 

T.-"Como sabrás, dentro de la marca tenemos personas que como espías han entrado al grupo conocido como los de la Orden del Fénix..."

Eso solo podía significar una cosa, tanto la joven visita, como mi amada eran miembros de la marca tenebrosa, pues de que otra manera los lideres de aquella pudieron preocuparse por que Sil tuviera a nuestro hijo en su vientre...

La ira se iba apoderando de mi... no sabía que hacer... como líder no podía permitir que alguien supiera mi secreto, pero realmente no podía negar que la joven me había devuelto una gran parte de mi ser... una felicidad que creí que nunca recuperaría...

Cuando finalmente volví a poner a poner atención la joven que le había devuelto a Sil a nuestro hijo, ya se había ido, y podía ver claramente como Sil también estaba sorprendida por las declaraciones hechas por la visita.

Lo que mas me sorprendió fue cuando se acerco a la mansión para de pronto detenerse y murmurar unas palabras, unas palabras llenas de tristeza y de desesperación, hablo de su suicidio, y ahora menos que nunca podía permitir que hiciera eso, al verla caer de rodillas, no supe como pero sin pensarlo salí de mi escondite, a unos cuantos metros de donde ella se encontraba y rápidamente corrí hacia ella.

No sabía ni que le diría, si acaso le reclamaría o que haría... pero en cuanto llegue a ella una simple oración salio de mis labios.

-"Es nuestro hijo??? es hermoso..."

Apenas termine de hablar tome el rostro de la rubia entre mis manos y le di un romántico beso... pues había tomado una decisión, no importaba lo que fuera ella o lo que fuera yo, mi AMOR sería mas fuerte...

Al separarnos un poco simplemente le dije.

-"No pude evitarlo te seguí hace rato y escuche todo lo que hablaste con la joven que te visito, y si, escuche todo..."

Editado 13 de Junio del 2011 por Coyo-t

[Patrick Colt]

- Qué... asco. - Con escepticismo, aquel hombre que acababa de pararse sobre las hojillas de césped de aquel jardín, rezó entre el poquísimo espacio que quedaba entre sus dientes siseando con estrépito. Hizo un ademán poco usual: Alzó una de sus suelas hasta poder hacer contacto visual con ella, para ilustrar el par de palabras con que había iniciado la irrupción al domicilio de la Familia Granger.

 

La máscara de titanio que acurrucaba sus facciones severas, reflejaba con un gesto perpetuado, la silueta de su zapato negro mocasín. Su túnica azabache aún bailoteaba con la brisa, pero sin dejar de vestir con elegancia a su dueño y un par de guantes del color de la luna cristalina hacía un contraste de excentricidad en su atuendo.

 

El Cardenal del Terror regresó la vista hacia la fachada protegida por los de la Orden del Fénix, y ladeó su cabeza aun contemplándola con paciencia. La varita de madera de tejo que llevaba en su mano diestra, marcaba el norte de su misión para con los pertenecientes a sus paredes.

 

Patrick Colt, Demonio de la Codicia, retornaba, con fuerzas y más ganas que nunca, de cumplir con el ideal de la Marca Tenebrosa en los linderos de aquel pueblo que se había dejado maltratar por el infesto de Sangres Impuras.

 

Tres pasos, dos parpadeos, un destello.

 

La Marca Tenebrosa hacía alarde de su luz verde esmeralda siete metros arriba de la copa de su cabeza, irradiando todo cuanto topara en su paso, y dejando un rastro de su luz en la superficie de lo que a su camino se topase.

 

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