Familia Granger (MM B: 86794)

[Valeskya Granger]

- ¡Vuela Sopa! ¡Sé libre! –

 

Iba cantando la ojivioleta mientras daba pequeños saltitos para bajar al sótano. Pasó rápidamente al lado de su prima, que aún se frotaba la zona afectada; hizo caso omiso a la mirada asesina que le estaban dirigiendo. La expresión en su rostro se mantenía igual de jovial que siempre, a pesar del fuerte olor que comenzaba a aturdirla de sobremanera.

 

- ¿Hermanito? ¿Andas por ahí?- Susurró la más sensual de las Granger (?), al mismo tiempo que materializaba su varita. - Lumos.- E inmediatamente una luz tenue apareció.

 

Tenía que reconocer que ese oscuro lugar, le causaba mucho más temor del que ella quería reconocer. Comenzó a moverse por el espacioso sótano, escuchando unos pasos bajando las escaleras; supuso que se trataba de su hija. Apuntó hacía el lugar donde Sophie se encontraba revisando algunas cajas, cosa que se le hizo algo natural, pues esa mansión tenía muchas cosas que ningún miembro de la familia había llegado a conocer por completo.

 

- ¿Qué es eso que tienes ahí, prima?-

 

Inquirió la fenixiana algo preocupada, observando con sumo interés el cuadernillo que la rubia sostenía en sus manos. ¿Qué podía ser más peligroso? Pensó mientras recordaba aquella historia acerca de cierto horrocrux; sacudió suavemente su cabeza para desviar esos pensamientos y concentrarse en la fuente del olor. Comenzó a caminar hacia lo más profundo del sótano, hasta que una opresión en el pecho hizo que se detuviera en seco.

 

No era un dolor físico, era una sensación de soledad que no sabía por qué se había hecho presente; hizo caso omiso y continuó avanzando hasta que divisó lo que probablemente sería la causa de aquel apestoso problema (?). -Qué ascoooo.- Susurró inevitablemente mientras veía una cosa que se parecía a una seta carnosa y rosada. Empezó a retroceder lentamente mientras continuaba apuntando con su varita hacia aquel punto de la habitación.

 

- ¡Allá! ¡Que alguien me diga que es esoooo!- Exclamó.

Off:

 

Sopa ¬¬ esa firma no es propia de ti xDDDDD. Te quiero sopis jaja

[Coyo-t de Monter Westrong]

Finalmente había pasado, finalmente habíamos terminado en la cama de mi prima, no hacíamos mas que darnos unos cuantos y no tan inocentes besos, ambos nos besábamos con pasión, mientras mis manos la atraían hacia mi.

Finalmente decidí darle un poco de espacio y me separe un poco de ella, pero mi mirada seguía fija en su rostro, en esa hermosa cara que me hacia replantearme muchas cosas...

Lentamente al ver su cara llena de sorpresa levante una mano indicándole que no dijera nada pues lo que le quería decir tenía que ir primero, me puse a su lado acariciando su rostro con mi mano y le dije...

-"Sé que es muy rápido todo esto, no sé siquiera cual sea tu opinión sobre mi... pero si me gustaría saber algo... Me harías el honor de poder llamarte, no mi amiga, sino mi novia???"

Suponía que la pregunta le caería como un balde de agua fría, pero antes de que pudiera responder volví a rozar sus hermosos labios con los mios, tras lo cual me separe un poco esperando su respuesta...

Editado 6 de Junio del 2011 por Coyo-t

[Joaquín Granger]

Continué caminando por el oscuro sótano, el olor a podrido cada vez era mas intenso y en algunas paredes había rastros de una especie de musgo verde y podrido. Intenté recordar de los libros que había leído en la librería, en la cual trabajé un corto plazo, alguna plaga que se pareciera a la que enfrentábamos en la mansión, pero por desgracia nada se me ocurrió hasta el momento, y seguí caminando esperando recordar algo.

 

Continué caminando, mirando todo a mí alrededor cuando sentí un susurro en la oscuridad. Me di vuelta bruscamente y apunté con mi varita hacia el lugar de donde provino el sonido y divisé a mi hermana, seguida de su hija Prince, y Sophie estaba revolviendo unas cajas por allí cerca. Las miré a todas y sonreí, no me esperaba nada verlas en aquel apestoso lugar.

 

-Creía que se quedarían arriba a esperar a que terminara, y me recibirían con vítores y esas cosas cuando saliera de aquí- bromee con una sonrisa -bueno, sigamos- Y me di vuelta para continuar el trayecto.

 

Seguí caminando mirando todo mi alrededor intentando por todos los medios encontrar la fuente de aquel fétido olor, y a la vez estrujándome el cerebro aún intentando recordar cual era la plaga que dejaba aquellas marcas cada vez que atacaba en algún hogar, pero por más que lo intentaba no conseguía la información deseada. Continué pensando, mirándome los pies cuando un susurro de Luna me volvió a la realidad y contemplé aquella cosa en el suelo.

 

En mi rostro se formó una sonrisa de triunfo. Aquella especie de pedazo de hongo verdoso con ojos y larguiruchas patas no era más que una plaga de Bundimun algo avanzada. ¿Como no recordaba que era eso? Si hasta lo había leído en el ejemplar del Animales fantásticos y dónde encontrarlos de la biblioteca familiar que había en la mansión. Volví a salir de mi ensimismamiento cuando Luna soltó una exclamación.

 

-¡Shhhh!- Le susurré y les hice una seña con el dedo índice sobre los labios para que estuvieran en silencio todas -No griten, ni hagan movimientos bruscos, si esa cosa llega hasta los cimientos del segundo piso ya podemos ir buscando una nueva mansión. Es solo una pequeña plaga de Bundimun, podemos todos usar el Fregotego o salir corriendo y avisar al Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas para que envíen a los de plagas. Ustedes eligen- Y aguardé ahí hasta que decidieran.

Editado 6 de Junio del 2011 por Joacoo Lestrange

[Rose Riddle Granger]

Al final había dejado a un lado los miedos y las preguntas, solo me dejé llevar por ese impulso que me hacia mantenerme a su lado. De echo por eso mismo me asusté al ver como el joven se apartaba de mi y me miraba sentado en la cama. Sentí como mi corazón se aceleró aun mas, nerviosa de haber cometido algún error. No puede evitar volver a sentir esa sensación de estar haciendo algo indebido.

 

Pasé mi mano por mis rubios cabellos peinandolos mientras veía como el pelinegro hacia un gesto impidiéndome que le hablase. Eso solo incrementó el miedo a ser regañada y rechazada. Me quedé contemplándole con mis ojos grises, estudiando cada parte de su ser, como si quisiera guardarle en mi memoria por si no volvía a verle mas.

 

Aun mas nerviosa ví como se acercaba de nuevo a mi, y aunque no podía verle a los ojos, sentía que estaba inquieto. Cerré los ojos unos instantes sintiendo el contacto de su piel en mi rostro y sonreí involuntariamente. Si su intención era calmarme duró poco ya que pronto sus palabras me dejaron en estado de shock.

 

Mi mirada se perdió en un punto indefinido de la habitación, mientras intentaba que mi mente asimilase lo que me había dicho. Ahora ya no me cabía dudas de que sus palabras eran sinceras, que su obsesión por cuidarme tenia una razón. Mi corazón gritaba por dentro, me pedía que le dijese que si sin pensar mas. Pero la razón como siempre quería luchar y me mostraba que había algo que Coyo no sabia.

Suspiré y volví a mirarle sin saber cuanto me había tardado en reaccionar.

 

-Si...- dije y tome sus manos y las entrelacé con las mías -Pero debes saber que no me queda mucho tiempo de vida. ¿Recuerdas aquel experimento que te conté? Pues me quedaré sin esos inyectables y si no me suministro eso...- me detuve sin poder continuar, sintiendo al tiempo la ira que surgía de mi interior por haber confiado en el Malfoy -si no me inyecto más, pasaré a ser una bestia permanentemente.

 

Desvié mi mirada hacia abajo observando nuestras manos entrelazadas. No solo sentía ira sino también tristeza. Hasta ahora la idea de tener que matarme nunca había sido algo malo. Sin embargo sentía que ahora las cosas habían cambiado, de un momento a otro mi vida había recuperado la ilusión por algo. Reí con amargura ante las vueltas que daba la vida.

 

-Tengo que matarme, no permitiré que viva el resto de mi vida siendo una loba asesina.- volví a reírme con amargura -¿A que te arrepientes de tus palabras ahora?- pregunté con tristeza.

Editado 6 de Junio del 2011 por Silverlyn

[Coyo-t de Monter Westrong]

La alegría me lleno por completo, aunque solo fuera un momento efímero, pues de inmediato algo en el semblante de la hermosa rubia me indicaba que no todo sería miel sobre hojuelas, al sentir sus manos sobre las mías, no tuve duda... algo malo venía a continuación...

 

S.- "Pero debes saber que no me queda mucho tiempo de vida. ¿Recuerdas aquel experimento que te conté? Pues me quedaré sin esos inyectables y si no me suministro eso... si no me inyecto más, pasaré a ser una bestia permanentemente."

Esa noticia me impacto un poco pero afortunadamente no era tan malo como pensaba, aunque ya debería de saber que no siempre es bueno festejar antes de tiempo pues cuando la joven desvió su mirada supe que lo peor aun no era dicho... apreté afectuosamente sus manos mientras esperaba que continuara.

S.-"Tengo que matarme, no permitiré que viva el resto de mi vida siendo una loba asesina. ¿A que te arrepientes de tus palabras ahora?"

Su risa fue lo que me sorprendió, por momento hasta parecía que le daba gusto el tener que cometer suicidio, sin poder evitarlo solté una de sus manos y la coloque suavemente en su nuca, atrayendola una vez mas hacia mi para darle un nuevo beso, tras lo cual simplemente le dije...

-"Nunca me arrepentiría de eso cariño... para mi tu eres lo mas importante y te ayudare en todo lo que pueda... tengo varios recursos para poder iniciar la búsqueda de tu medicamento... solo dime que tenemos que hacer..."

Mi mano nunca dejo de acariciar su hermoso cuello, pues dentro de mi me preguntaba si mi sangre vampirica no le sería de ayuda para combatir su licantropia...

[Rose Riddle Granger]

Volví a sumergirme por unos segundos en esa felicidad que me daban sus labios y que tanto dolor me causaban cuando se alejaban de mi. Me quedé nuevamente contemplándole como hipnotizada mientras a mi mente llegaban sus nuevas palabras. Sentía como si todo fuese a cámara lenta y me costase captar lo que me intentaba transmitir. Pero una cosa me quedaba clara, me queria y no pensaba dejarme a mi suerte.

 

Negué con la cabeza al tiempo que volvía a reírme. También había llegado a pensar en la idea de infiltrarme en la Malfoy e ir a la habitación de aquel joven, pero sabia que eso no seria fácil. Estaba al tanto de que disponía de alta seguridad en su cuarto, ademas de que tampoco sabia como acceder a su laboratorio. Ademas dudaba que hubiese preparado mas inyectables, teniendo en cuenta que parecía llevar meses desaparecido.

 

-Nada... si he optado por el suicidio Coyo es porque sé que no hay mas opciones.- dije mientras una vez mas se perdía mi sonrisa -¿Porque crees que quiero tanto mi varita? Devuélvemela... y tranquilo, no lo haré hasta dentro de unos días, quiero disfrutar un poco mas de tu compañía.

 

Cerré los ojos impidiendo que unas lagrimas escapasen y me acerqué a su cuerpo para volver a besarle con intensidad, transmitiéndole todo lo que sentia. No quería perderle, no quería morir y me parecía sumamente egoísta hacer ello y dejarle a él y a todos otra vez. Pero no encontraba otra solución, por mas optimista que se pusiera el joven. Sentía como su mano acariciaba mi cuello atrayéndome hacia él, y yo solo me dejé llevar para que así me ayudase a olvidar todo lo malo que se aproximaba.

[Tauro M.]

Volver a la mansión Granger no era algo que le hiciera mucha gracia a la Crouchs, empezando porque aquel lugar tenía un extraño olor y porque justamente allí hacía unos meses atrás, Tauro en compañía del chico que resultó siendo un traidor, raptaron al hijo de Silverlyn cuando éste ni siquiera había nacido. Una Súcubo había sido la encargada de mantener el niño en su vientre mientras éste crecía lo suficiente para nacer y ahora... ahora ese niño ya había sido dado a luz siendo protegido por la Súcubo.

 

En más de una ocasión Tauro había descendido a los infiernos con el fin de obtener noticias del niño. Los demonios le decían que el bebé era muy apegado a la Súcubo y ella tampoco se desprendía, al parecer ya se encontraba obsesionada y quizás enamorada, con la esperanza de que cuando creciera podría atraparlo y tenerlo sólo para ella. Tal situación significaba un obstáculo más para la ojiazul que planeaba regresar al niño a la superficie junto a sus verdaderos padres.

 

Tres días antes, la mortífaga realizó un viaje hacia el inframundo. Estando allá, no le fue difícil dar con el paradero de la Súcubo que ella búscaba, pues las demás Súcubos sentían celos y no se molestaron en delatarla. Lo complicado sería separarlos, pero Tauro ya había pensado en algo, en un gran engaño.

 

Si había algo ante lo cuál la Súcubo no podría resistirse, sería a la posibilidad de tener otro niño bajo su cuidado, así, si un buen día uno de éstos decidiera irse con una mortal, ella lo mataría quedándose con el otro. Aquella tentación de tener a dos hombres a su merced superaría sus ganas de permanecer con el niño al lado, después de todo sólo se iría por unos minutos ¿Qué podría pasar? Tauro era la única dueña de aquella respuesta.

 

Luego de haber convencido a la demonio (lo que le tomó más minutos de lo pensado), mandándola a un lugar completamente desconocido y lejos, la ojiazul se apresuró a tomar al niño entre sus brazos para huir rápidamente de allí. A ella no le preocupaba que la Súcubo viniera tras ella debido a que en el mundo de los humanos poco o nada podría hacer por sí misma.

 

Tauro decidió que lo mejor sería llevarse al niño a casa, mientras se aseguraba de que estuviera bien y no tuviera nada raro por ahí. La Mortífago, con ayuda de los elfos domésticos de su mansión se encargaron de alimentarlo y vestirlo durante los dos días siguientes, hasta hoy, cuando por fín luego de tanto tiempo Silverlyn volvería a ver a su hijo que creía muerto.

 

La Crouchs decidió ir hacia los recintos de la Familia Granger en compañía de su fiel elfo Ñoqui, no tenía ánimos de entrar y el elfo serviría como intermediario entre la Crouchs y la Granger para que ambas mujeres pudieran reunirse en los jardínes de la mansión.

 

-Ñoqui, quiero que vayas y preguntes por Silverlyn. Si te dicen que no está no des explicaciones, ni digas quién te mandó. ¿Entendido? Ah, y si está te las ingenias para que sólo ella venga hasta acá donde la estaré esperando. Eso es todo. Date prisa.

 

Aquellas palabras de su ama hicieron temblar al elfo, que sabía que si no hacía las cosas bien las consecuencias de la ira de la Crouchs serían descargadas luego sobre él.

[Rose Riddle Granger]

Me había vuelto a perder en sus dulces labios y no quería apartarme. Por ello me aferré a su cuerpo de tal manera que no pudiese volver a separarnos. Sin embargo fue inevitable no escuchar el inconfundible crack que precedía a la llegada de uno de esos malditos elfos tan oportunos. Antes de verle ya sabia con quien me iba a encontrar. Sniblit nos observaba a los dos desde el centro de la habitación y parecía algo incomodo ante la situación.

 

-Señorita Riddle sin duda parece usted ocupada...- dijo la criatura nerviosa posando sus grandes ojos primero en Coyo-t y luego en mi -pero hay alguien abajo que le busca y parece ser importante.

 

Bastante molesta me aparté del joven no sin antes regalarle un ultimo beso y salí de la cama. Pasé mis manos por los rubios cabellos peinándome, y me acomodé el corto vestido blanco. Mis grises ojos se quedaron fijos en él con mucha tristeza, mientras pensaba que luego de ir a ver a la inesperada visita, iria a cumplir aquello que le había prometido por ahora no hacer.

 

-Será mejor que no me esperes Coyo... te quiero.- dije para luego ir hasta el elfo y tomarle por uno de los brazos -Llevame con la visita.

 

Desaparecimos para aparecernos en la planta baja junto a la puerta principal. Me solté del elfo con brusquedad e intenté con algo de dificultad volver a obtener estabilidad. Notaba que sin duda me encontraba mas débil de lo normal y el mínimo esfuerzo me pasaba factura. Ante mi asombro lo que me encontré frente a mi fue otro horrible elfo, el cual se aproximo a nosotros al vernos llegar.

 

Ante un intercambio de palabras entre ellos fue evidente que la criatura me buscaba a mi. Sniblit me explicó rápidamente la situación y se marchó antes de que le lanzara una fulminante mirada. El nuevo elfo se había presentado con el nombre de Ñoqui, y me indicó que le acompañara hacia los jardines de la mansión. Fruncí el ceño extrañada ante tal comportamiento, pero no quise preguntar y me mantuve en silencio todo el trayecto.

 

Mientras caminaba siguiendo el paso al elfo miré hacia atrás a la mansión. Sentia que poco a poco se iba esfumando el atontamiento que había sufrido en compañía del joven. De echo parecía ser todo parte de un sueño, no podía aun creerme lo que había sucedido. “Realmente el destino tiene pésimo sentido del humor”, me dije a mi misma pensando en porque justamente ahora había aparecido él, justo ahora cuando llegaba el final de mis días.

 

Me quedé firme en el suelo sin poder dar un paso mas. Ante mi se encontraba aquella chica de nombre Taurogirl, era inconfundible, nunca olvidaba aquellos largos cabellos celestes y esos ojos a juego. Las personas con rasgos tan peculiares siempre me ponían incomoda, me hacían desconfiar, sin embargo ella era de las pocas en quien aceptaba como era, tal vez fuese debido al gran amor que le tenia Mizu.

 

-Tau... ¿Porque aquí? ¿Acaso los malditos elfos no te han dejado entrar?- pregunté quedándome en el lugar sin moverme, como si siempre me costase entablar conversación.

Editado 8 de Junio del 2011 por Silverlyn

[Tauro M.]

Tauro pudo ver el momento en que la puerta de la mansión se abrió una vez Ñoqui tocó. Otro elfo más fue el encargado de atender y luego de que éstos intercambiaran algunas palabras Ñoqui volvió a quedarse sólo al pie de la puerta, muy seguramente a la espera de alguna respuesta. Pasaron dos minutos y una nueva figura se asomaba, se trataba de Silverlyn.

 

La mujer se acercaba dando pasos poco equilibrados, aquello preocupó un poco a la ojiazul que no sabía si ahora era seguro darle la noticia de que su hijo vivía pero ya no había marcha atrás. Suspiró y esperó a que ella llegara, mientras lo hacía, sujetó fuerte al bulto que traía entre sus brazos para no dejarlo caer.

 

-No te preocupes Sil, no me apetecía entrar allí. -le dijo una vez terminó de acercarse. Además lo que vine a hacer es algo de lo cuál nadie tiene por qué enterarse, al menos no en estos momentos. -Sil la miraba extrañada, sin comprender ni una sóla palabra.

 

-Tal vez esto te haga comprender un poco más a lo que vine. -darle vueltas a aquel asunto sólo alargaría una espera que probablemente había traído sufrimiento a la vida de Sil pero que aun así Tauro no se arrepentía pues de haberle dejado el niño tal vez éste no viviría.

 

La ojiazul avanzó dos o tres pasos hacia la mujer y puso en sus brazos el niño en vuelto en sábanas de seda blanca. Lo que parecía ser un bulto ante los ojos de su madre pronto cobró vida, moviéndose un poco. La mortífaga esperó su reacción.

[Gomita Haughton Westrong]

Ya me faltaban menos mansiones por recorrer, las que por fin llevaba terminadas habían sido tachadas del pergamino en el que se leían sus direcciones, de esa forma ya no me perdería, lo cual era bastante común en mí. Me detuve un poco al ver un enorme castillo a una distancia un tanto corta y al comprobar que se trataba de la dirección que buscaba, seguí caminando hasta que llegué a ella y tomé una de las invitaciones.

 

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Luego de deslizarla bajo la puerta al igual que había hecho con las otras direcciones, me regresé rápidamente a la calle y continué mi camino, no sin antes beber un poco de agua, pues ya me sentía realmente sedienta de tanto caminar por las calles del pueblo y mientras iba caminando, alcancé a notar la siguiente dirección, por lo que sentí mis ánimos renovarse un poco mientras me dirigía hacia ella.