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Familia Granger (MM B: 86794)


Sophie Elizabeth Granger
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Con las palabras de su tía Zahil aun resonando en su cabeza, Apolo regreso a su habitación y se acostó sin siquiera desvestirse. Estaba demasiado cansado para seguir moviéndose, mintiendo, o intentando recordar que era lo que había ocurrido. La bolsa con su ropa la hubiera quemado en el acto, pero era de sus atuendos favoritos. Y ya que harían entre todos una venta de garaje al día siguiente, era mejor conservar solo lo quisiera y lo demás venderlo.


Y la mañana llego tan rápido como se había acostado. Sintiendo que no había dormido nada, el sol entro a raudales por su habitación y lo despertó. Había descansado algo al menos, y gracias a la poción que había tomado no tenía resaca de la noche anterior más que del vino que había tomado en la cena nocturna de madrugada, que se había estabilizado con todo lo que había comido. Se sentía… mejor definitivamente servía como palabra, pero aun algo maltratado.


20 minutos después bajaba las escaleras de dos en dos llevando en el aire la pecera que tenía en su habitación, encantada para que pesara y fuera menos grande. Esperaba poder renovarla, pero para eso tendría que vender la anterior. Tal vez algún acuario la querría, o al menos podría servir para exhibir algo. Eso solían hacerlo mucho los magos, aunque le costaba pensar en más aplicaciones para una vieja pecera.


En el interior llevaba algunos objetos que había ido encontrando a lo largo del tiempo y que podían tener algún valor, porque para él ya se les hacían cachivaches. La limpieza de su habitación no le había tomado tanto (considerando que hasta hace poco toda su ropa y efectos personales los llevaba en una mochila) y más que nada llevaba cosas antiguas que ya no utilizaba, o que habían pasado a mejor vida. Apolo salió al jardín viendo que sus familiares (que no dormían simplemente, o habían preferido pasar de largo) ya habían instalado todo para el evento. Aunque a la única que veía era a Fiamma, a uno de los elfos de la Mansión y a un desconocido.


— Buenos días, traje mis cosas. ¿Y ellos…? — termino preguntando al darse cuenta que no estaban solo ellos tres en el Jardín de la Mansión.

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Una vez que se quedo sola, comenzo a mirar aquel sotano - mazmorra, tenia recuerdos no muy agradables de lo que habia pasado ahi, cuando alcanzaba a asomar de entre las sombras donde la personalidad dominante de Sofia la habia escondido. en un principio las cosas habian sido diferentes, ella queria matar todo lo que se movia y la rubia la retenia, pero la empujo tanto, que termino pegando justo en el punto equivocado, gatillando una asesina en serie que solo pensaba en matar.

 

Para cuando logro encerrarla de nuevo dentro, ya habia dejado un largo camino de muerte. Aunque para el mundo solo eran desaparecidos, jovenes que habian huido de su casa y jamas habian regresado. Sofia se habia encargado de destruir cualquier rastro y se habia desecho de los cuerpos. Era como si se hubiesen esfumado en el aire, nada mas.

 

Mientras pensaba en ello, quedo frente a las cadenas que colgaban de las paredes, las tomo con ambas manos y las arranco sin mas, ademas de su "mal uso", estas eran reliquias, si algun coleccionista se topaba con ellas en la venta, serian una venta segura. Venian con el castillo, las encontro cuando compraron la mansión. Igual que otras cosas que nunca usó, pero que eran igual de espeluznantes.

 

En uno de los calabozos del sotano habia encontrado un potro, una picota y una dama de hierro, que en su tiempo mando valuar por uno de los brujos del diagon que se especializaba en antiguedades y le dijo que eran autenticos, que valian algo de dinero si se sabia a quien venderlos y que era una lastima que el estuviese casi en la quiebra o el mismo se las hubiese comprado.

 

 

Le pido a los Elfos que tomaran todo eso y dos armaduras que estaban en el primer calabozo y lo dejaran en el patio con las demas cosas. Ella aun tenia que sacar algo de su habitación. Sobre todo ropa que estaba segura tambien serian de interes particular de quienes gustaban de la ropa de epoca. Una vez que termino en su habitación, salio con el ultimo baul para encontrarse con su prima y un chico atras de un arbol y otro que parecia algo timido porque no se habia acercado aun a Fiamma aunque parecia querer hacerlo

 

- F, ya saque todo, espero que no sea demasiado, y espero que pronto lleguen compradores, no quiero cargar con todo esto de vuelta a la casa.

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Valeskya se preguntó si de verdad valdría la pena el esfuerzo que todos realizaban para poner en venta sus cosas para sacar algo de dinero. ¿En qué momento habían terminado así? No había considerado la posibilidad de que darían mucho de qué hablar en cuanto vieran a los Granger, vendiendo sus cosas, aunque al final eso no le preocupaba mucho; según sus conocimientos acerca de las costumbres muggles, una venta de garage no solo significaba una falta de oro, sino simplemente ampliar el espacio disponible en la mansión (?). Arqueó una ceja al escuchar a su hermano darle instrucciones al elfo acerca de las cosas que llevaría al jardín; la joven consideró revisar las alhajas antes de que alguien más las viera, por si encontraba algo que le gustaba.


A pesar de que su hermano tenía muchos más años de los que aparentaba, podía pecar de inocente; solo una acusación a medias había bastado para que él aceptara que en realidad había llevado a una mujer a la mansión. ”Así que una bruja”, repitió para sus adentros al tiempo que esbozaba una sonrisa de esas que nunca auguraban nada bueno para la persona a quien las dirigía. Su hermano solía ser especialmente cuidadoso con las reacciones que tenía cuando estaba con ella, al menos la mayoría de las veces, cuando se trataba de pelear, era cuando sacaba su verdadero yo. Esa era la imagen que la Granger tenía de Joaquín, sin embargo, ella lo conocía lo suficiente como para notar que algo había pasado cuando se detuvo en la puerta de su habitación.


- Espera ¿Qué…? – Alcanzó a decir la ojivioleta al tiempo que el pelinegro cerraba la puerta de la habitación. - … Demonios –


La joven supo de inmediato lo que tenía que hacer, salió de su habitación, cuidando que el joven ojiazul no se diera cuenta que ella le seguía los pasos a una distancia más que prudente. Había entrado a una de las habitaciones en las que se supone estaban disponibles únicamente cuando llegaban visitas, lo cual no ocurría muy a menudo. Se quedó quieta en una de las esquinas que guiaban a otra hilera de habitaciones; ”esto se pon muy interesante”, pensó entusiasmadamente, pues eso significaba que la mujer que había llevado su hermano a la mansión, aún se encontraba allí.


Cuando se disponía a dar el paso para alcanzar a Joaquín, vio que éste salía de la habitación, una rápida mirada a su rostro bastó para notar que algo no había salido bien. La bruja decidió aguardar al ver que se dirigía hecho una furia hacia la habitación de su hijo y ella hizo lo mismo; pudo notar que su rabia era suficiente para cegarse ante el hecho de que Valeskya lo seguía descaradamente. A unos pasos de llegar, escuchó al pelinegro que claramente amenazaba a alguien; ”ya está”, pensó triunfante, al tiempo que notaba que no era Seishiro a quien iba dirigida esas palabras.


- ¡Vaya! No creí que fueras tan descarado Joaquín -


Entrecerró los ojos al ver que la joven que estaba frente a él no parecía estar de forma voluntaria en la mansión. Pudo notar algo levemente rojo, apenas unas gotas de sangre, lo que hizo que la Granger lo comprendiera todo: era su comida. No entendía por qué su hermano se tomaba tantas molestias a la hora de buscar alimento; simplemente era seducir, llevar la comida a un lugar solitario y acabar el trabajo. ¿Qué había salido mal para él? La joven con su estatura y complexión delgada parecía una niña indefensa al lado de su hermano, que parecía un monstruo (?).


- ¿Estás perdida pequeña? ¿Necesitas ayuda? – La bruja susurró de forma peligrosamente tierna mientras se acercaba a la chica asiática. No le interesaba tenerla de comida, sabía que, con el simple hecho de que ella estuviera allí, ya le estaba arruinando la vida al ojiazul. - Hola, mi nombre es Valeskya Granger ¿Y tú eres…? – Se acercó para darle un beso en cada mejilla. - Pasaba por aquí y te vi “conversar” con mi hermano… - Miró sonriente al pelinegro - ¿Son amigos cierto? Uff, me encanta cuando Joaquín trae visitas a la casa, es tan… agradable. – Contenía las ganas de reírse, sabía que la situación fastidiaría al joven. - ¡Ay! Debo decirte, que llegaste en un excelente momento… la familia está en el jardín ¿no te gustaría acompañarnos? –


Con esa invitación, había arruinado los planes amenazantes del joven, si la chica apreciaba su vida, aceptaría cualquier cosa con tal de escapar de ser devorada. La ojivioleta había ignorado el aspecto de desorientación y la sangre a propósito, simplemente el hecho de mantener a la joven viva, era suficiente para desatar una fuerte pelea entre los Granger.

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Mal, todo parecía salirme mal, como si hubiese contraído alguna clase de maldición al haberme escapado de mi hogar. ¿Mi madre seria capaz de conjurar algo así para mi? Sonaba absurdo mas no imposible, tal vez sospechaba de mis intenciones al no mostrarme conforme con el asunto de la boda. En China eran tradicionales, tal vez demasiado, el honor era algo muy importante, y yo había traído deshonor a nuestra familia, aunque sinceramente, el divorcio de mis padres me parecía algo incluso peor.

 

Apenas había conseguido dar un par de pasos, cuando sentí que alguien me sujetaba y me apartaba de la habitación, que momentos antes había visitado. Mi mirada se encontró entonces con aquel joven amable, educado y padre de un bonito niño de rubios cabellos. El recuerdo que tenia de él no era nada comparado con lo que tenia ahora enfrente mio.

 

El caballeroso Granger se había convertido en un furioso monstruo, de ojos naranja. Ahora era mas rápido y mas fuerte, se había anticipado a todos mis movimientos, quedándome totalmente a su merced. Los intentos por escapar de sus garras eran en vano, aquel mago poseía una fuerza sobrenatural.

 

Sin apenas esfuerzo me dirigió a la habitación donde antes había estado cautiva y me soltó con un intenso desprecio. Podía ver que estaba fuera de si, sin embargo me sorprendió ver que no era ira lo que desprendía, lo que sentía era miedo, miedo a que hubiese hecho daño a su amado hijo. Por un instante pensé que podría usar esa basa a mi favor, sin embargo me quedé petrificada al ver que ya no tenia mi varita, la agresión me había hecho soltarla en el pasillo.

 

Una vida eterna convertida en vampiro, esa era la amenaza que esgrimía el mago. Mientras le escuchaba, intenté recordar que había sucedido entre los dos, como había acabado encerrándome en esta habitación. Me preguntaba si estaba tan amargado como para acabar obligando a una mujer a estar con él. No podía negar que era atractivo, aunque no sabia si esa visión era una percepción mía, o algún encantamiento propio de los vampiros. Sea lo que fuese, no me interesaba acabar como él.

 

Hasta el momento me había quedado quieta, sin moverme siquiera, ya que no sabia muy bien como actuar. Tampoco sabia muy bien que decirle, temía que cualquier cosa que dijese le sirviese como incentivo para terminar con mi vida, ya que con toda seguridad estaría maldiciéndose el no haberme matado antes. De hecho me preguntaba que estaba esperando, porqué necesitaba que le provocase, si quería matarme, ¿porque no hacerlo sin mas?

 

Como respuesta a mi pregunta, apareció tras la puerta una bruja de ojos violetas. Mi pánico se incrementó al constatar que era otro ser sobrenatural, y que seguramente debía estar tan loca como el mago. La mujer actuó con una falsa ingenuidad, como si no fuese consciente de lo que estaba sucediendo en aquella habitación. Su presencia me desconcertaba y para mi sorpresa pude notar que el ojinaranja compartía mi sentir.

 

-Li...- Fui lo único que conseguir vocalizar, como respuesta a la presentación, de la ahora reconocida Granger.

 

Y era evidente que familiares eran, ambos hacían gala de esa fachada de educación y cortesía, la cual tendían a desaparecer si sus planes se veían frustrados. No tenia ni idea de lo que tramaría aquella bruja, pero no podía negar la oportunidad de alejarme del desquiciado mago. En el fondo sabia que no iba a estar segura en manos de ninguno de los dos, pero aquello podría darme un poco mas de tiempo.

 

Dejé que la bruja me guiase por aquellos pasillos, mientras me tomaba mi tiempo para estudiar su apariencia. Era bastante imponente a mi lado, tenia un pelo liso como el mio, aunque visiblemente mas corto y su piel era tan blanquecina que podría decirse que estaba muerta. Pero no lo estaba, se le veía bien viva caminando a mi lado, con una divertida sonrisa de satisfacción.

En unos minutos llegamos a destino, los jardines de la mansión.

 

Observé en silencio aquel paisaje, mientras resoplaba al darme cuenta de que no tenia manera de desaparecer sin mas. Con la frustración en mente, me percaté de que aquella familia parecía estar montando una especie de venta de jardín, al mas estilo muggle. Tuve que evitar una sonrisa burlona al deducir que seguramente aquellas personas estarían en la ruina, era la única explicación que había a lo que estaban haciendo. Si esto era así, no me extrañaría si el resto estaban tan desquiciados como mi raptor.

 

-¿Estáis escasos de fondos?- pregunté en cierto tono insolente, recordando que yo tampoco estaba sobrada de galeones -Podríais mandar a Joaquín a robar a alguna vieja adinerada... ya sabes, se le da muy bien... hipnotizar- comenté, dándole un matiz de sumo desprecio a la ultima palabra.

 

Me quedé observando a mi nueva acompañante, sabia que no estaba en posición de mostrarme rebelde, pero necesitaba tantear aquella mujer, deseaba conocer cuales eran sus intenciones. Me pregunté como abría reaccionado el vampiro ante tal interrupción, por un momento había creído que ambas personas estaban del mismo lado, pero quizá fuese todo lo contrario y tuviesen alguna est****a rivalidad.

Editado por Li Xue Liu

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Pocas cosas se sentían tan bien como el hecho de tener una presa inmovilizada entre mis brazos, aunque ya lo estaba más por el terror que por mí mismo, claro que siempre me tomaba unos momentos para hacer que estuvieran tan nerviosas como me fuera posible; cuando el ritmo cardíaco aumentaba, la sangre fluía como un torrente, como una explosión a mi boca; últimamente era complicado que se me presentara la oportunidad, así que la que tendría el enorme honor y la desgraciada suerte de satisfacerme era Li. Sin embargo, en aquel momento, el que no estaba cómodo era yo, aunque no quería reconocerlo, una voz en mi interior me repetía que no me apetecía ya esa sangre.

 

Quería negar que el mar sabor de boca que tenía en aquel momento se debía a que estaba demasiado tenso por haber descubierto a la invitada saliendo de la habitación de mi pequeño, con la varita en mano y no porque la muchacha me hubiera resultado sorprendente debido a su autocontrol. Sea como fuere, lo disfrutara o no, era momento de acabar con aquello no por capricho, sino por seguridad. Valeskya tenía razón, era peligroso dejar a las presas sueltas, y la joven aunque fácil de capturar, no dejaba de ser una bruja, aunque lo olvidara por momentos.

 

Y como si la inoportunidad fuera la razón de su pútrida existencia, no podía llegar nadie más indeseable que mi querida hermana, quien me había extrañado tanto que no podía dejarme sólo ni un par de minutos. Le clavé una sangrienta mirada asesina que por supuesto no tendría ningún efecto en la bella joven de ojos violeta; la muy desgraciada se le notaba de lo más feliz con aquella situación y tenía que atorarse la risa. Mis deseos en aquel momento eran arrancarle la traquea, pero sabía que no podría hacerlo.

 

La voz dulce de la Granger rechinaba en mis oídos, era tan falsa como un billete de tres galeones; sin embargo haciéndose la desentendida como si ella fuera incapaz de alimentarse como los nuestros lo habían hecho toda la vida, no tuvo a mejor que hacer preguntas innecesarias, con sonrisas fastidiosas. Pero lo peor de todo, era que estaba inspirando una confianza en Li que no me esperaba, que no quería. Había echado a perder todo, la joven cautiva ya hasta había contestado a la pregunta de la matriarca y yo no pude menos que soltarla.

 

-Li, Valeskya es mi hermana -dije forzando una sonrisa horrible a la que era de mi familia.

 

Di paso ambas y cerré la puerta al salir, yo entre las dos pelinegras, vigilando que una no me saboteara, a la vez que intentando intimidar a la otra, mi mente intentaba maquinar algo para ganar ventaja de aquello pero... ¿qué? Dirigí la vista a unos pocos metros, hacia donde estaban los aposentos del Granger rubio y enseguida la puerta contigua, y sonreí con cierta malicia; ya que no había podido cenar algo verdaderamente nutritivo, al menos que me divirtiera generando discordia.

 

-¿Sabes por qué estábamos en esa situación? La invitadita estaba en la puerta de la habitación de tu ahijado, el hijo de tu amiga, con la varita en la mano. Cuando nos interrumpiste, estaba ocupándome del asunto ¿No decías que era peligroso que dejara las presas sueltas? Te doy la razón, y resulta que cuando me voy a ocupar lo arruinas todo. -Le susurré indignado.

 

Cuando iba a sembrar el terror en la mente de la extranjera, divisé una varita, justo en el momento en que pasábamos frente a la puerta del niño que acaba de mencionar. ¡Ahora sí que estaba de suerte! Con celeridad la tomé, bajo la excusa de que iba a cerrar la puerta de la habitación que había quedado mal cerrada, no sin antes haberle lanzado una mirada de reproche a la muchacha de ojos oscuros. Claro que no devolví el arma a su legítima dueña, la escondí en la manga de la camisa. Sería de utilidad más tarde.

 

-Es una dulce ¿verdad? -susurré al oído de Li, al volver a su lado.- No te confundas pequeña, si interrumpió es porque tiene algo peor en mente... Así como la ves, es por lo menos cien veces más sádica de lo que yo pude parecerte. Buena suerte, yo no voy a salvarte...

 

El resto del trayecto fue en silencio ceremonial, la planta baja ya no apestaba a sangre sino a una sutil vainilla de algún aromatizante artificial que usaron los elfos; y al dar un rápido vistazo por el ventanal hacia los jardines todo parecía estar casi listo. Nunca había estado en una venta de garaje, ni siquiera me consideraba un buen vendedor, pero confiaba en que los demás Granger que tenían un carisma natural, pudieran compensar mis debilidades.

 

Al llegar a destino, me aparté de las muchachas y me apresuré a ver las mesas, más bien a comprobar que el elfo había cumplido con todo lo que había pedido para la ocasión. Por ahí estaban las pinturas, los alhajeros con las joyas sin huesos humanos, los candelabros que parecían recién lustrados; en fin, estaba todo lo que había pedido, y más le había valido a Kraven que así fuera, ya que no perdonaría su falta con respecto a la invitada, quien justo se había acercado junto a Valeskya y para mi sorpresa, se había animado a un comentario de lo más atrevido. No pude evitar una sonrisa divertida.

 

-Li -dije sonriéndole- evidentemente está sorprendida por mis habilidades y no sabes que al menos dos personas más en este jardín pueden hacer lo mismo; te disculpo, cuando descartamos mi idea en la cena estaba indispuesta, no pudiste asistir -Le dirigí una mirada aún más burlona- Sin embargo, sé gustaría colaborar, dada nuestra hospitalidad... -saqué de la manga de mi camisa la varita de la joven, examinándola en una luz de por allí- No es de calidad Ollivander's, -no pude evitar la propaganda a mi negocio- pero servirá. Tengo entendido que ciertos compradores pagarían un buen dinero por poseer la varita de otro mago o bruja -Y me acerqué rápidamente a su oído- he escuchado que hay cierta magia oscura que puede manipular la conexión de la varita con su dueño original y hacer cosas verdaderamente horribles... Eres realmente una altruista.

 

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La elfina lo guiò por el castillò hasta el jardin el mago no paraba de observar y escuchar al parecer habìa muchl movimiento dentro de aquel edificiò. Al llegar al jardin se encontro con su prima y antes de saludar un joven llegaba con cosas.... que estarian por hacer ? una sonrisa y un gracias por traerme a la elfina antes de comenzar a hablar con los demas, la educaciòn y respeto del mago siempre presente.

 

-Buenas ... soy Ezequiel Granger Lockhart- el mago se presentò ante los presentes con una sonrisa dos apellidos muy fuertes lo acomoañaban acostumbrado principalmente a la familia Lockhart donde las cosas se hacian de manera diferente.

 

Era su primera ves en el castillò y estaba emocionado cuantas aventuras nuevas vedràn

....solo el tiempo lo sabe.

 

@@Apolo Granger @

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La situación resultaba bastante divertida para la ojivioleta, al menos pudo sentir las palabras de odio y resentimiento por parte de su hermano. Dudaba que la chica que venía caminando silenciosamente con ellos en dirección hacia el jardín, fuera capaz de hacerle algo a Seishiro; estaba segura que los instintos naturales del pequeño, saldrían a flote cuando estuviera en algún peligro o estuviera incluso recibiendo daño. Pensaba que su hermano sobreprotegía al pequeño o al menos que se esforzaba demasiado en aparentar que el rubio era tan frágil como cualquier niño humano.


La bruja suspiró, a decir verdad nunca se había familiarizado con la forma en la que ese pequeño había crecido; no dudaba de la educación que su hermano le proporcionaba, pero estaba segura que Seishiro podía hacer grandes cosas incluso a su corta edad. De repente recordó la procedencia y el motivo por el cual era un tema muy sensible y amargo para ella; ”que haga lo que quiera”, pensó Valeskya al tiempo en que salía de sus pensamientos para enfocarse en la pregunta que la recién aparecida (?) acababa de hacer. ”Esta chica podría ser de gran ayuda”, dijo para sus adentros, al escuchar sus insinuaciones acerca de la forma en la que el Granger podría conseguir dinero de una forma más rápida.


- De repente a Joaquín le dan punzadas de culpa, Li – Dijo la pelinegra al cabo de un largo rato, retomando la pregunta como si fuera una conversación reciente. Ya casi iban llegando al jardín y en su mente aún resonaban las palabras de su hermano. - No sabemos cuántos de los objetos suyos que estarán a la venta del día de hoy, son producto de sus amoríos fugaces – Hablaba sin ningún miramiento hacia el joven - ¿Y tú? ¿Eres de familia adinerada? Quizás pudiste ser la próxima víctima en su camino de estafas… aparte de su comida, obviamente.-


Lo dijo despreocupadamente, mientras veía al ojiazul que se iba examinar los productos que había ordenado bajar para la venta. Se encontraban en el jardín y habían tantas cosas, que pensaba en que gran parte de la mansión se había quedado vacía; al final de cuentas de eso se trataba: vender todo para tener el dinero suficiente para un lugar mucho mejor. Notó que Fiamma no se encontraba sola, había un par de chicos que no había visto antes ¿se trataba de los compradores? No lo creía, pues ni siquiera habían hecho publicidad para la venta… o al menos no que ella supiera.


- Hola Fiiiiii, Zaaa… Apolo – Se acercó a sus primas y le dedicó una mirada de esas cargadas de tensión a su sobrino (?). - Yo solo le pedí a Breena que trajera unos cofres con cosas pequeñas. – Señaló un par de baúles que reposaban a un lado. - De todas formas, se pueden vender los muebles y dentro de la mansión se pueden apreciar mejor. – Observó fijamente a los invitados, uno de ellos se había presentado como Ezequiel Lockhart. - Amm… mucho gusto Ezequiel, soy Valeskya Granger. –


Quedó mirando a los presentes en busca de respuestas, no entendía nada. De repente recordó algo muy importante, observó a Li y a Joaquín, murmurando cosas. Era evidente que su hermano andaba planeando hacerle la vida miserable a aquella chica, ahora que se le había escapado de sus manos, seguro vería la forma de terminar el trabajo (?); ”¿qué es lo peor que podría pasar?”, pensó la Granger al tiempo en que por su mente pasaban todas las posibles consecuencias de lo que iba a hacer.


- ¿Les conté que Joaquín trajo a una amiga para nuestra venta? – Habló en voz muy alta, tratando de captar la atención de sus objetivos. - Probablemente Li planee quedarse un tiempo con nosotros ¿no es así? Es que se llevan tan bien ¡Mírenlos! - Y los señaló.

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Intenté mantener la calma, aparentar normalidad, pero mi corazón insistía en latir a toda velocidad. La joven que me había salvado, era muy extraña, se mostraba de lo mas distendida, como si lo que sucedía fuese lo mas normal del mundo. Todo la escena me estaba resultando surrealista y me hacia dudar sobre la rivalidad entre hermanos, al igual eran simples gatitos que disfrutaban jugando con su presa antes de comérsela.

 

Era aquella sensación de incertidumbre lo que no dejaba de ponerme nerviosa y para colmo la ojivioleta seguía mi conversación con total naturalidad. Su pregunta me dejó pensativa durante un instante, y me hizo vagar a las abarrotadas calles de mi ciudad natal. Sin duda mis padres siempre estuvieron en una posición acomodada, podría haber sido una niña mimada, pero ellos prefirieron evitar mi presencia durante mi crianza.

 

Seguramente me ausenté en mis pensamientos mas de lo debido, porque cuando intenté dar una respuesta a la incontrita de la Granger, esta ya había dado un paso en frente para ir a saludar a otros magros presentes. La venta de jardín parecía incluir a otros miembros de la familia, suponía que se habrían puesto todos de acuerdo en deshacerse de los objetos que no quisiesen o que tuviesen algo de valor.

 

Ante la distracción avisté una pequeña posibilidad de huida, pero de nuevo mis planes se vieron frustrados al escuchar las palabras del mago que se encontraba tras de mi. Por unos minutos había olvidado que mi captor se encontraba entre nosotros, y el cual había guardado silencio pacientemente esperando de nuevo una oportunidad. Me di la vuelta y en efecto pude ver como en sus manos se encontraba mi varita, la cual estaba siendo despreciada por su portador.

 

No pude disimular una mirada de sorpresa y espanto, mientras el joven observaba con detenimiento mi varita y hacia acotaciones de los mas siniestras. Una vez mas no tenia ni idea de cuales eran sus verdaderas intenciones, pero seguramente sus palabras no serian un farol, ya que si el juego de los gatitos acaba con mi vida, lo mas probable era que vendiese mi varita al primero que la pidiese.

 

-¡Vale, está bien... no le he hecho nada a tu hijo!- Porque decir “mocoso” no hubiese sido una palabra adecuada para aquel momento, aunque se lo merecía -¿Que es lo que quieres de mi?- Pregunté sin disimular mi enfado -Yo no tengo la culpa de que tu adorable hermanita nos haya interrumpido...

 

En aquel momento la susodicha comenzó a hablar en un tono mas fuerte, intentando captar la atención de los allí presentes. Al escuchar sus palabras, mi cuerpo de paralizó un segundo sin entender del todo lo que acababa de oír. ¿Aquello que significaba? ¿Esperaba que me quedase allí por mi propia voluntad?¿Prohibía a su hermano el poder matarme? Sin duda eso ultimo era lo mejor para mi, mas no para el ojiazul, lo cual hacia temerme que sino podia alimentarse de mi, seguramente me haría la vida imposible.

 

Aun así quedarme una temporada en aquella mansión arruinada no podía ser mala idea. Mis galeones ya escaseaban y necesitaría ahorrar de nuevo si pensaba regresar a China e independizarme formalmente. Había sido criada con lujos, no esperaba volver y mostrarme como una mendiga que había rechazado el matrimonio por conveniencia para acabar bajo un puente.

 

-Claro... ¿por qué no?- respondí mirando hacia los presentes –Los hoteles están muy caros, seguro Joaquín me encuentra una buena habitación en la mansión- concluí regalandoles una sonrisa forzada.

 

 

 

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-Hola Ezequiel, soy Fiamma. Llegas en un gran momento, estamos vendiendo todo. ¿Traerás algo que vender?- saludó Fiamma efusivamente al nuevo integrante de la familia. Aunque tenía mucha curiosidad de saber cómo es que eran familia, no tenía tiempo. Ya todos habían bajado con sus cosas y era momento de poner un poco de orden. Inclusive se le había olvidado ya la persona que había visto por los árboles. Con tanto vampiro y elfo chismoso, sabría si era un peligro.

 

De reojo observaba lo que pasaba alrededor, al parecer sus primas seguían en pleno drama. O al menos Valeskya con Joaquín, ahora con una tercera sumada. Una vez mas, ignoró la situación. No estaba de ánimos para saber qué tramaban. Se limitó a inclinar la cabeza en forma de saludo hacia la nueva inquilina, al menos eso entendió.

 

-¡Sonorus!- exclamó apuntando su varita hacia su garganta. -Familia, necesitamos un poco de orden. Voy a publicar la lista de lo que tenemos para la venta en este momento. Si hay algún error, favor de avisar a Wormy, mi elfo, él actualizará los listados que pondremos al inicio de cada mesa.

 

Con fluido movimiento, hizo volar una decena de pergaminos con la lista de los artículos en venta. Flotaron sobre las cabezas de los que se encontraban en los jardines, posándose en los extremos de las mesas que exhibirían la mercancía.

 

 

GRAN VENTA GRANGER

*iPad
*Pistola de agua
*Par de maracas
*2 sarapes
*Encendedores muggles
*Máquina para hacer tortillas
*Arreglo de flores de plástico
*Ropaje masculino de diferentes tallas y colores
*Marcos de plata
*Lámpara de pie
*Candelabro medieval
*Alhajas varias
*Potro, picota y dama de hierro para tortura :perv:
*Cadenas gruesas para pared
*Pecera
*2 armaduras
*Ropa femenina de época
*Cofres con cosas pequeñas (no identificadas en lo individual aún)

 

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Seguir la discusion entre Joaquin y Valeskya siempre era lo mejor y lo mas divertido, ademas tenia como regla general dejar que los miembros de su disfuncional familia hicieran lo que quisieran, menos quemar sus cerezos o cualquier otro de los arboles de colores que tenia alrededor del lago. Mucho le habia costado mantenerlos asi y de hecho, aun estaba pensando en como llevarselos a su nuevo hogar.

 

Mientras Fiamma anunciaba lo que estaria en venta, la vampira de melena bicolor se puso a acomodar la ropa en las mesas para que fueran mas faciles de encontrar, habia sobre todo camisas y pantalones, ella habia bajado bastante de eso, pero tras un par de pantalones que no estaba segura si eran de ella o las habia bajado Joaco o Apolo, encontro un lindo calzon de elefante. Aquello si que iba a ser divertido, sobre todo porque no imaginaba a los hombres de la familia en ese tipo de vestimenta interior

 

- alguien me puede decir de quien son estos - dijo levantandolos con la mano en alto mientras trataba de poner pose seria aunque aquello en realidad era muy divertido

 

- Fiamma, acaso es esto algun recuerdo de tu comunidad hippie? - dijo poniendolo primero frente a las narices de su prima, para enseguida interponerse entre los hermanos - o acaso es el recuerdo de alguno de ustedes tres?

Editado por Zahil Aranel Granger

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