Fabricantes de Mentiras (MM B: 95760)

[Leslie Ashryver PB]

Alessandra no entendía nada, desde que había vuelto en si aquel lugar donde estaban se había vuelto bastante movido desde que había sido arrastrada por Elvis y parecía que nadie sabia quien era porque la trabajan de "esta" cosa que le ponía los pelos de puntas para darle unos buenos sopapos. Habia tenido la esperanza que la rescataran al ver a dos compañeras pero parecía que ambas estaban en desventajas con el Gryffindor cosa que la irrito, solo debían patear traseros, romper unas cosas para acercarse lo suficiente a ella para desaparecer, tenia a Sagitas a su lado aun, o al menos la tenia lo suficientemente cerca para tomar sus manos y jalarla con ella a otro lado.

 

Estaba curada, aunque seguía débil por la perdida de sangre, bajo la mascara sentía su piel fría y sudorosa, su corazón latía con lapides, pero al sentir la voz de Tony a su lado algo se agito dentro suyo, Cissy también estaba y aunque quería que la tomara con rapidez para irse dudaba que milagrosamente que llevara con sigo alguna reabastecedora de sangre, al reponerse podría tomar a Sagitas y llevársela nuevamente ya que su varita no estaba y no podía usar el haz de la noche.

 

Cuando volvió a escuchar a Elvis llamarla esta con toda la furia dentro suyo se sentó de golpe para arrancarse la mascara -ESTA TIENE NOMBRE, CREO QUE SABES MUY BIEN COMO ME LLAMO NO CREES!!- le grito con las mejillas apocadas con un rosado muy claro.

 

-Parece que los modales el día de hoy se han perdido- dijo escupiendo el suelo con los ojos negros a causa de su enojo para volver su mirada a Anthony- ya me han curado solo necesito descansar porque el suelo es muy duro para hacerlo y recomponerse- le hablo dulcemente al peliverde.

 

 

 

@@Anthony Ryvak Dracony @

 

 

No se quien mas esta, perdón, me perdí D:

[Anthony R. Dracony M.]

Ryvak siente que debe actuar más rápido...ha tomado el conocimiento de Primeros auxilios y eso le pone en ventaja para prestar la ayuda a esa mujer, tal vez sea amiga de su amiga, si, aunque no la vio en el lugar, no sería algo propio preguntar por alguien ausente y aún estaba la situación con aquella bruja que sangraba.

 

Lamento no tener un kit de primeros auxilios, eso era costumbre de su amigo Asrael, no de él, precisamente lo que él siempre llevaba era una vuelapluma, pergaminos y algunos folletos. Miro a Sagitas y aunque se moría por preguntarle sobre sus recientes descubrimientos, era muy obvio que no era el momento adecuado.

 

Se inclino a un lado de la joven, quien cambió repentinamente de actitud. A Ryvak no le dio tiempo de tomar su pulso, o comprobar el latido regular de los bebes...se sentó tan rápido la joven que lo que hizo fue poner su palma en su espalda. --Mi señora y Reina, no se agite usted, pone en riesgo a sus bebés.

 

El ojimiel miro a la joven que asistía, luego a Sagitas, después a Elvis, no supo que más decir, era una situación extraña.

 

La respuesta llegó por propia boca de Alessa y la escuche sintiendo alivio.

 

--ya me han curado solo necesito descansar porque el suelo es muy duro para hacerlo y recomponerse-

 

--¿Quiere que la lleve al palacio para gestionar una reunión con su esposa? Puede usted ordenar a sus escuadrones avisen a su Majestad al encontrarse de gira Internacional...

 

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@@Sagitas Potter Blue

Y demás compañeros roleros

[Mael Blackfyre]

Estaba petrificado. Realmente me había tomado desprevenido por toda la situación. Aunque tenía que decir que en otros tiempos me hubiera dolido ver aquella imagen. Al parecer el tiempo había hecho estragos en mi personalidad y ahora parecía como si se ataran muchos cabos. Aquella muchacha semi moribunda, se quitó la máscara gritándome.

Era Alessandra.

Ni siquiera había prestado atención en la entrada de Anthony, le había restado totalmente importancia. De alguna manera sabía que no eran mortífagos. Negué con la cabeza en silencio observando a Memi. Parecía dentro de sus cabales y halagaba al joven peliverde que estaba entrando en aquellos momentos. Al parecer, tenía que reforzar la seguridad de mi local.

— ¿Modales? —tenía que admitir que eso si me había tomado por sorpresa, casi observándola un poco boquiabierto, miré a Sagitas por dos segundos y reacomodé nuevamente mi vista en ella, ésta vez apuntándola con mi varita — ¿Pretendes que tenga modales con una mortífaga? ¿Me has tomado por idi***? ¡Demasiados modales he tenido, que no te esté apresando en éste preciso instante!

Miré a Sagitas como alarmado por la tranquilidad con la que se desenvolvía aquella muchacha. Había sido parte incluso de la Mansión Gryffindor, pero al parecer la causa de su alejamiento había sido el motivo de acercarse más a las filas tenebrosas. Estaba seguro que aquello no era un disfraz por Halloween.

Me acerqué lentamente con mi varita en su cuello. Tenía en la mira a Cissy y a Anthony. Ambos tenían relación con Alessandra y eso era más preocupante.

— Vas a descansar cuando yo lo diga. Necesito explicaciones.

Si éstos pensaban que iban a poder zafarse de ello, estaban equivocados. Tenía en mi mente a los dos jóvenes. Claramente que no podían atreverse a hacer nada porque solamente lograrían hundirse cada vez más. Y estaban dentro de mi local, aquello era suficiente para acusar a los tres como mortífagos ante la sociedad. Pero necesitaba información.

@@Sagitas Potter Blue @ @ @ @@Anthony Ryvak Dracony @

[Anthony R. Dracony M.]

Y de pronto la situación se puso más intensa y un caos que me perturbo. Yo no soy como Asrael, mi amigo pelinegro que curso Primeros Auxilios conmigo en la universidad Mágica. Pero si tenía algo que ayudaba a quitar el dolor fuese lo que fuese. Saque mi recipiente de vaporú y unas hojas de albaca, con movimientos mesurados, le coloque un poco en las sienes a Alessa y pegue a la pomada de vaporú una hoja de albaca, luego procedí ha aplicarme el mismo remedio mientras me recargue sobre un muro y me fui durmiendo...-estoy muy cansado...ese elfo desconocido me dijo que viniera a ayudar, no dijo como o porque, pero si conozco el local de Elvis...no tengo a nadie...--de mis ojos cerrados escurrían lagrimas producto de mi tristeza interna...

[Leslie Ashryver PB]

-¿Mortífaga?- pregunto con burla al Gryffindor.

 

No era tonta, cerro su mente con la oclumancia por si el mago intentaba buscar información, en ese caso se toparía con grandes muros que le impedirían enterarse de algo. Pero desvió su mirada a Anthony que estaba preocupado por ella, a fin de cuenta era la esposa de la reina de Escocia, dejo que el peliverde le pusiera algunas hierbas medicinales para que recuperara su energía mientras el muchacho iba cayendo en la inconsciencia.

 

-Descansa, no te preocupes de nada- susurro para volver a mirar a quien en un pasado había sido familia suya -no tienes pruebas para culparme de nada porque no se que paso, solo recuerdo estar en la mansión Delacour descansando y despertarme casi degollada en el suelo- bufo ante las palabras del patriarca Gryffindor.

 

Desde su fallido secuestro había planeado hacerse la victima en todo, podían meterla en el secuestro y las torturas a la ministra pero con la oclumancia tenia sus pensamientos bien guardados, lo miro con desprecio al sentir su varita en su cuello, quería retarle a un duelo pero no tenia su varita ademas de eso estaba Sagitas, debía buscar la forma que su abuela le creyera y la sacara de hay. Con una de sus manos empujo la varita de su cuello para ponerse de pie, aunque no le llegaba a la altura de Elvis le miro a los ojos.

 

-No seré mortífaga pero comparto su ideal de deshacer de los sangre sucia y los traidores también- le dijo sabedora que los Gryffindor tenían la reputación de unirse a muggles ademas de apoyarles.

 

Se alejo del mago para acercarse a su abuela, se le apoyo en los hombros en el momento que lagrimas caían de sus ojos mojando sus ropas -sea lo que sea que paso, no lo hice con conciencia- le susurro para volver su mirada a Elvis.

 

-No sabia que la ministra tenia trabajadores incompetentes, abuela deberías elegir mejor a tus empleados- le dolía decirle eso a Elvis siendo que tenia buenos recuerdos con el pero no podía estar mas en ese lugar sin que le descubrieran sus mentiras porque ni siquiera sabia como justificar que Cissy estuviera con ellos.

 

 

 

 

@@Anthony Ryvak Dracony

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@@Sagitas Potter Blue

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[Cissy Macnair]

Había logrado salvar a Ariadna de las flechas y había llamado la atención de la otra mortífaga (Shelle) al lanzarle las cuerdas, pero eso no haría que Elvis siguiera arremetiendo contras ellas hasta que se fueran o estuvieran muertas. Lo único que podía hacer era cubrir a Alessa con mi cuerpo, evitando que recibiera algún rebote de hechizos e intentar parecer inocente, pero no era algo que me saliera muy bien.

 

Sagitas se dirigió a mí y, en un acto de actuación increíble, me encogí un poco cuando ella se envaró con el aire de Ministra que nunca le había visto utilizar... bueno, quizá sólo cuando yo salía con Matt y ella era mi suegra, que era bastante intimidante.

 

-¿Aaron Yaxley? ¿Estás segura? ¿Viste su rostro o llevaba máscara?- el miedo subió por mi garganta hasta originar un nudo que me iba a impedir a hablar. ¿Era posible que Aaron hubiera sido tan descuidado de mostrarse mientras atacaba a la actual Ministra? ¿Se habría identificado también como nuestro líder o sólo por su nombre? ¿O es que se había presentado? Su ego no podría haberlo llevado a tanto-. Por-por supuesto que voy a hacer mi trabajo- aclaré mi garganta mientras hablaba, no podía dejar que se notara el temor creciente en mi interior... aunque ella podría identificarlo porque se trataba de enjuiciar al ex Primer Ministro.

 

De inmediato la atención volvió a la tercer mortífaga (Shelle) y sentí que mi cerebro estaba flotando dentro de mi cráneo. Tenía que salir de allí, a como diera lugar, con Sagitas o sin ella, pero salir de una maldita vez. Para mi sorpresa, desarmada y todo, Ariadna logró escabullirse de las garras de Elvis y desaparecer, no sabía rumbo a donde pero esperaba que estuviera a salvo. Podría haber suspirado si eso no hubiera levantado sospechas, así que sólo me giré hacia Alessa cuando alguien más irrumpió en escena, detrás de la desaparición repentina también de la tercer mortífaga (Shelle). Para mi sorpresa, había cruzado al mago en contadas ocasiones dentro del Ministerio, así que le conocía de nombre y vista, Anthony Ryvak.

 

-Esto se está poniendo raro- susurré, al tiempo que Elvis se agachaba delante de mí y me encaraba, prácticamente respirando mi aire y acusándome-. Primero, señor Gryffindor, no se olvide que está hablando con la Jefa Suprema del Wizengamot- aunque el título era inútil en aquellas circunstancias, ya que sólo con el visto bueno de Sagitas o una buena treta de ley podría detenerlo si elegía amenazarme, algo que hasta ahora no había hecho, sino todo lo contrario-. Con respecto al paradero de Sagitas, pues no lo sé. Yo tampoco estaba en mi negocio cuando se activó la alarma de que alguien había ingresado con aparición y no hice más que llegar que vi la escena... que por cierto, espero que pagues los desastres que hiciste- apunté con un dedo a su pecho, mientras le sostenía la mirada-. Como respuesta a tu segunda pregunta, no lo sé- me encogí de hombros-. Quizá Sagitas tenga un rastreador... ¿no lo pensaste como Ex Auror?- implanté la duda de la forma más inteligente que se me ocurrió-. Y con respecto a la tercera...- mis ojos volaron fugazmente lejos de su mirada justo cuando Alessa saltó enojada y se quitó la máscara.

 

Maldije para mis adentros, pero procuré mostrarme un poco consternada con la visión. Anthony nos ignoró a todos mientras atendía a Alessandra, así que me corrí para cederle lugar y me puse de pie, dejando a Elvis consternado y en cuclillas observando a la mujer. Pero el shock le duró poco al mago, que ya estaba colocando su varita a la altura de los ojos de Memi para lanzarle algún imperdonable.

 

-¡No nos aloquemos!- grité, apuntando con mi propia varita a Elvis-. Bájala, Gryffindor... Por favor- mis ojos iban de Sagitas a la nuca de Elvis con una velocidad alarmante que ya hacía que me doliera la cabeza-. Ya la escuchaste... Ella no recuerda nada. No sería la primera vez que los mortífagos usan la maldición Imperius para engañar a familias, colocándole la máscara a personas que no llevan la Marca Tenebrosa- mis ojos se clavaron en Alessa esperando que dejara, por todos los dioses, de hablar de una maldita vez-. Está en shock. Ha sido atacada y no recuerda dónde ni cómo o por qué... Déjala descansar- exigí, pidiendo ayuda a Sagitas con la mirada, pues estaban emparentadas-. ¡Por Merlín, Elvis, está embarazada!- grité.

 

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@@Sagitas Potter Blue

 

(Perdón el retraso y si hay alguna incoherencia, intenté seguir todos los roles).

[Sagitas E. Potter Blue]

El guiño de Elvis me aseguró una cosa; bueno, varias: la primera, que éramos Familia, grupo, que podría contar con él como él podría contar conmigo. Lo segundo, que ya no estaba enfadado conmigo y eso significaba que no me tiraría una bronca cuando nos encontráramos a solas, o que sería más ligera, al menos. Me quedé asombrada al ver la magia avanzada que usaba aunque no sabía porqué. Elvis siempre había demostrado ser una gran duelista y era normal que supiera enarbolar la varita de forma tan certera.

 

-- ¡Eh! Se van... Eso es trampa -- murmuré con un tono de queja de chiquilla. Me salió así, supongo que por el alivio de que, al menos, eran dos atacantes menos.

 

Dejé que Elvis se hiciera el cargo de la situación mientras yo pensaba. él era de acción, yo de mente meticulosa que analiza los detalles e intenta salvar la situación con la palabra, algo innato en mí, aunque era la primera vez que yo no tenía que dar explicaciones sino que las exigía (vale, las exigió Elvis a Cissy pero como yo le apoyaba, era casi lo mismo). Esperé una respuesta, interesante pregunta porque yo sabía qué negocio era al que me habían llevado. Lo había usado más de una vez en otras circunstancias.

 

-- ¡¡Anthony!! ¿Qué estás haciendo aquí? -- Me preguntaba qué pensaría al vernos en aquella situación, con las varitas fuera y una, no, dos personas heridas en el suelo. -- No, no hemos llamado a un sanador. De momento, yo me basto. Y tú, no grites, no te hace nada bien ni a ti ni a tu hijo el sulfurarte, ¿sabes? Así que quietecita y las manos quietas si no quieres que acabe inmovilizándote con un Petrificus para que no des la lata.

 

Mi sobrino Anthony era de mi mismo parecer, enfadarse así no era lo mejor para el bebito aunque enarqué la ceja cuando la llamó Majestad. Al principio, pensé que se refería a mí y le iba a decir que no, que sólo era Ministra, pero después caí que Anthoy era un diplomático de Escocia. Entonces...

 

-- ¡Demonios! ¿Un conflicto internacional a estas alturas? Elvis, ¿podemos ponerla en una silla o un sofá o algo donde elevar los pies? Ya sabes, aunque sea... -- Vale, Alessandra no hacía mucho para calmar sus palabras de "sangre sucia" y "traidores". La señalé con el dedo, algo enfadada. -- Muchachita, Elvis es mi mejor amigo, compañero y empleado ministerial que tengo. Y cuida tus palabras, al menos delante de tu abuela. Eres una "Ojo Loco" así que deberías entender mejor que nadie que no se puede acusar de eso a nadie. Y sí, a mí también me gustaría saber cómo te has visto implicada en este secuestro de la Ministra con una máscara en la cara. Si no fueras mi nieta, permitiría que te enviaran a las mazmorras del Ministerio para que contestaras en vez de ofrecerte un diván para ponerte cómoda.

 

Me sentía enfadada pero, a la vez, sabía que aún no tenía ese aire de Ministra inflexible y que me costaría mucho adquirir, sobre todo si los acusados eran amigos y de la familia. Suspiré y medité un poco mientras hablaba Cissy y Elvis y Alessandra y yo me sentía algo desvalida.

 

-- Sí, era Aaron Yaxley. Me habló con la cara descubierta y me hizo... -- Me froté el brazo donde me había dejado aquella marca. Endurecí el rostro. No quería curarlo, quería que me recordara la deuda pendiente que tenía con ese hombre. -- Es lo único seguro en este momento. Y si han usado un Imperio contra mi nieta para que me amenace... Lo pagarán caro.

 

Les miré con cara de enfado y, de repente, me vinieron ganas de llorar. No era tan valiente como parecía. ¡Y odiaba tanto a Aaron Yaxley que lo mataría con mis propias manos si pudiera...

[Mael Blackfyre]

Miré detenidamente a Cissy Macnair. Claramente que la miré fijamente. Una voz en mi cabeza me pedía que confiara en ella. Había visto miles de veces de actuar a los indeseables mortífagos y estaba seguro que de serlo, me hubiera atacado por las espaldas. O al menos las hubiera defendido, como había pasado con las dos brujas al entrar a mi negocio.

Pero una pequeña, pequeñísima voz en mi cabeza, me decía que tenía que estar atento. Confiaba, si, pero me surgía una fuerte duda de porqué tanto ímpetu en defender a Alessa. Era información que guardaría a un costado de mi mente porque intuía que la necesitaría después.

— Tu local lo puedo ir a arreglar yo mismo, Cissy. No te preocupes por eso —era una extraña manera de pedir disculpas. Pero como todo Gryffindor, había actuado por las emociones y ahora pensaba en frio. Levanté los hombros y la miré. Esperaba que entendiera que eso si eran unas disculpas pero no podía ponerme a pelear entre puestos del Ministerio porque algo me había dicho que no lograría sacar más información. Más siendo que era la única presente que al menos respondía mis preguntas—. Aunque si fuera tú, no dejaría de preocuparte por la intromisión de ésas apariciones. Eso significa que el gobierno anterior del Ministerio no revisaba eso

Miré a Sagitas de reojo. Claramente era MÁS trabajo para ella. Eran como huecos enormes que teníamos que reparar.

— Si me permites, además de eso, puedo ir a revisar si hay alguna pista o algo que me sirva para seguir adelante —había bajado mi varita, todo a pedido de Cissy. No dejé de desconfiar ni un segundo de Alessa, por dos simples razones: primero porque cuestionaba mi trabajo en el Ministerio y segundo porque había utilizado aquella palabra de “deshacer” refiriéndose a las personas— Sagitas claramente no tiene un rastreador. Eso lo creería un estudiante de Hogwarts. Hay algo detrás. Estoy seguro. Alguien, mejor dicho —las miré.

Me puse derecho y guardé mi varita. Asentí a Sagitas a que la bruja se sentara. Con la atención de Anthony tal vez podría ayudar más.

— Si la señorita Alessa no sabe nada, vamos a permitirle el margen de duda —respiré. Me había olvidado que cualquier mago o bruja pasaba a ser alguien que podía decir el 50% de mentira o de verdad. Era como apostar en un juego—. Pero entonces estoy seguro que puede cooperar con todo esto. ¿No crees? Ve a San Mungo a atenderte y luego podremos coordinar en el local de Cissy. Tal vez les ayude a recordar.

Miré a Alessa, luego a Cissy y a Sagitas. El joven Anthony estaba por detrás, recostado.

— Aaron Yaxley. No me lo recuerdes, prima…

@@Sagitas Potter Blue @ @ @ @@Anthony Ryvak Dracony @

[Anthony R. Dracony M.]

Era una sensación de gran debilidad, no podía levantar los parpados, eso implicaba mucho esfuerzo y estaba seguro que lo mejor era recuperar fuerzas. Está primera vez que perdí tanta fuerza, era mi primera experiencia de usar tan continuamente la magia, siguiendo aquellas "presencias" que habían surgido para atacarme...tratando de descifrar que ocurría porque me movía en un terreno desconocido, con entes que eran oscuros o luminosos pero ambos parecían con el propósito de no dejarme llegar al local de Elvis...

 

Mi boca la sentía reseca, como si tuviese días sin beber, trate de escuchar pero prestar atención a aquella conversación me ponía mucho más enfermo, algo había drenado mi magia. La albahaca con la pomada aliviaba un poco el gran malestar, pero me sentía como un muñeco desguansado y sin posibilidad de actuar por mi cuenta en varios minutos.

[Mica Gryffindor]

Corrió sin mirar hacia atrás. Sentía de pronto que no tenía nada. Si bien era una realidad a la que estaba ya acostumbrada, esta vez era una sensación de dolor extremo. Sentía por momentos que no podía respirar, en esos instantes se veía obligada a detenerse, intentando apartar de su mente tantos recuerdos e idas que no la conducían a ningún sitio. Ya estaba muy lejos de la mansión Gryffindor cuando por fin se detuvo. ¿Qué estaba haciendo? ¿A dónde iba? No tenía respuesta a eso, no había lugar alguno al cual ir.

Entonces pensó en regresar al sitio en que se había hospedado hasta antes de ser llevada a lo que resultó ser el funeral de su mellizo… de solo pensar en eso un profundo dolor en su estómago la obligó a inclinarse, intentando respirar, pero no lograba hacerlo con normalidad. Le llevó unos minutos poder incorporarse nuevamente. Alzó con decisión la varita y desapareció del poblado para arribar en el Callejón Diagón.

Una vez en el Callejón estuvo a punto de regresar al sitio en que se había hospedado, sin embargo, sintió algo de culpa por haberse marchado de aquel modo tan imprevisto. Así que vagó unos momentos, intentando reconocer entre los locales alguno que le fuese familiar. Si bien lograba fugaces recuerdos de algunos, recorrió el callejón casi por completo antes de que un negocio en los lindes con el callejón Knockturn, llamase su atención. Tuvo que parpadear varias veces, pues no creía que su emprendimiento hubiese cobrado nueva vida, de seguro en los brazos de su hermano.

A simple vista, parecía una librería olvidada, llena de viejos libracos que nadie querría comprar. Los ennegrecidos ladrillos de la entrada y la placa casi ilegible, la hicieron notar que sin dudas allí seguía el centro de operaciones.

Con el corazón cargado de nostalgia, forzó la puerta con un “Alohomora” que le permitió ingresar. El sitio estaba vacío “cerrado por duelo” pensó. Recorrió la olvidada librería y se abrió paso por ella hacia donde, según recordaba, estaba la entrada a la oficina. Ese era el real funcionamiento de la tienda, lo demás era solo una pantalla. Se vio envuelta por las blancas paredes mientras caminaba por ese suelo de mármol tan negro. Siempre le había gustado esa habitación, abarrotada de cosas que podrían usarse en los distintos emprendimientos.

Esta vez estaba vacía, ya los que tiempo atrás conformaban el equipo de trabajo no estaban. En la mesa estaban dispersas anotaciones variadas, muchas de ellas escritas de puño y letra por su hermano. Tomó un pergamino al azar y acarició con ternura el trazo. Tomó asiento en uno de los altos sillones y abrazó sus piernas, haciéndose lo más pequeña posible. Allí permaneció, en silencio, recordando y dejando fluir sus sentimientos. Allí no dañaría ni arruinaría el momento a nadie, solo estaría ella y sus memorias.

Pasaron las horas en que apenas modificó su postura, hasta quedarse dormida entre lágrimas, aún aferrada a ese trozo de pergamino.

 

 

 

 

 

 

 

@@Mael Blackfyre