~ Mansión de la Familia Malfoy ~ (MM B: 100774)

[Sira Loveless Haughton]

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Había llegado el momento de ingresar en la Mansión Malfoy, su hermana Felicity se encontraba en el, hermana, se conocían desde hacía mucho tiempo y jamás hubiera pensado que fuera su hermana, todo había sido nuevo para la mortífaga. Se había ausentado un mes, y ese mes le había abierto los ojos, su estancia en Polonia, bajo la protección de Rick, tenía un sentido, y era separar a las hermanas, evitar que ambas siguieran juntas. El castaño polaco había mantenido el secreto con dolor, pues siempre había querido demasiado a Sira como para ocultarle algo tan grande como aquello, pero había prometido callar.

 

Al enterarse de que su querida Amapola era su hermana, dejo su tiempo de reposo en España y se volvió a Londres, no estaba completamente curada de aquella afección que le hacía sentirse débil, pero necesitaba más respuestas y sabia que aquella mortífaga que siempre había estado a su lado como su amiga incondicional, era su hermana.

 

Era extraño que ahora fuera nerviosa caminando por las calles de Ottery rumbo a aquella Mansión. Pensaba si ella sabría todo con referente a ellas, y si así fuera, necesitaba saber que había pasado y sobre todo, donde se encontraban sus padres, si es que aun Vivian.

 

Su elfina personal, Dama, iba tras de ella dando pequeños saltos intentando seguir el paso de la castaña. No le hablaba, siempre hacia lo mismo cuando se enojaba, pero si la acompañaba cada vez que se lo pedía. Había varios motivos por los que estaba así, primero sus continuos cambios de estancia, su desaparición, y así algunas cosas más que la pequeña criatura, perfectamente le había enumerado aquella mañana.

 

La banshee se había limitado a sonreír y a asentir, no podía quitarle la culpa, pero ahora solo pensaba en ir a ver su hermana. Después de estar pensando en lo que pasaría, había llegado al lugar, golpeó la puerta tres veces y volvió a meter la mano en el bolsillo de su túnica azul oscuro, casi negra, pero era el azul que más le gustaba. Esta vez el broche era la forma de una calavera con incrustaciones de esmeralda. Esperando a que le abrieran, pensó en todo lo que había cambiado su vida en un año.

[Roman A. Gaunt]

Roman A. Gaunt.

Con Galery

Las lágrimas me habían hecho titubear por un segundo, creyendo que mis palabras habían tenido el efecto contrario a lo que trataba de explicar a la Grindewald, pero en el momento en que ella se echó a mis brazos la sensación vacía que se acrecentaba dentro de mi pecho desapareció por completo y fue sustituida por una aún más fuerte, una que se parecía a la sensación del hambre que me abrazaba cada luna llena. La estreché contra mi cuerpo con un brazo, acariciando su cabello con la mano que me sobraba, con una dosis de ternura muy impropia de mi.

En un principio no podía entender porqué ni cómo había logrado que ella pudiera fijarse en mi, aunque siempre había tenido mis dudas acerca de que Galery albergara esos sentimientos. Todo lo que había hecho por ella y para ella, habían sido cosas a las que en un inicio no les había tomado mucha importancia, sin haber deseado impresionarla, o sin esforzarme por hacer que se fijara en mi; yo no hacía más que huir de los sentimientos que ahora me inundaban, y entre los cuales ya me hacía perdido.

Pero desde que nuestros caminos se habían cruzado, no pasaba un día en el que no me hiciera descubrir algo nuevo en mi, o que hubiese prevalecido dormido por mucho tiempo. Con ella era capaz de ser gentil, de ser caballeroso, protector y auténtico al mismo tiempo; no me sentía otra persona, sino yo mismo, más lúcido, más despierto y mucho más completo. ¿Sería posible que todo aquéllo que había considerado como una debilidad y a lo que había evadido por casi toda mi vida, era lo mismo que tanta falta me hacía sentir?

Pensé en lo que hacía un momento me había hecho recordar con aquélla carta de su padre, sus deseos por hacer su última voluntad y lo que significaría para ella que yo me dejar llevar por mis emociones... y lo que supondría para mi, al saber que mi familia tenía sus propios planes. En ese momento podía sentir el temblor de su cuerpo, y escuchar los sollozos que enmarcaban su voz; yo solo deseaba poder tomar su rostro y acallar sus dudas con mis labios en los suyos.

Lo que estaba a punto de hacer iba a significar un giro de 180 grados en mi vida, y necesitaba saber que me hallaba completamente seguro de mi decisión. Por supuesto, mientras ella estuviese mordiéndome el mentón de aquélla sugerente forma, estrechándose contra mi cuerpo, mis instintos se inclinaban hacia ella, pero no quería que el deseo carnal que sentía por Galery fuese el punto dominante. Bajé la mirada hacia ella, y me perdi en esos hipnotizantes ojos verdes que me miraban con la misma ansiedad que sentía por dentro, y en ese momento comprendí que Galery era mi único camino.

- Mi corazón es, y será siempre tuyo a partir de este momento - solté muy cerca de sus labios, sin mas, dejando a mi corazón hablar para acariciarla con una promesa que siempre me había negado hacer. Y sin más preámbulo puse fin a la distancia que nos separaba, tomando sus labios entre los míos.

Era como si hasta entonces hubiese vivido debajo del agua, y ahora mis pulmones probaban el aire de la superficie. Era refrescante, revitalizante, elocuente, apaciguador, placentero... El momento en que todo se alineaba en la forma correcta. No me sorprendería descubrir que en ese preciso instante se llevaba a cabo una alineación astrológica que desencadenara un sinfín de fenómenos alrededor de nosotros... yo solo sabía, que mis labios se encontraban donde debían estar.

Al separarme de ella descansé mi frente en la suya, con los ojos cerrados, dejando que el silencio por sí mismo expresase lo que ambos sentíamos; me relamí los labios, y aspiré su aliento antes de hablar de nuevo - Jamás he sido un novio, Galy, no soy bueno en eso de dar flores y corazones, y no te voy a prometer algo así. En cambio, te prometo más de esta pasión que siento por ti, te prometo magia... !la más pura!, la más increíble y poderosa. Te enseñaré los mundos que yo he visto, y tu a mi los tuyos. Juntos... ¿qué no será nuestro?

El entusiasmo era claro en mi voz, y la volví a tomar en mis brazos, trayéndole de nuevo hacia mi. Acaricié su mejilla, probando de nuevo la tersura de su piel, y con las yemas de mis dedos dibujé la silueta de sus carnosos labios mientras mi mente volvía a experimentar el recuerdo del intenso beso - Eso es lo que te ofrezco, Grindewald - pronuncié su apellido sonriendo -, tuya es la decisión, solo he de advertirte que si aceptas... serás mía en cuerpo y alma, y no te permitiré dar marcha atrás...

[Aleera Lux Evanik Malfoy]

Volver a los orígenes, a la época donde todo era un juego. Cuando despertó en la antigua habitación que tenía designada desde hacía siglos los recuerdos la invadieron por completo. Era como ver una película en la que ella era la principal protagonista. Abrazó con fuerza el acolchado de plumas y respiró profundo y tranquila el aroma a su hogar.

Salió de la cama tranquila, no prestó mucha atención a nada. Solo extrañaba una cosa en particular. Se arrimó a la ventana, una de las tantas que rodeaban aquel cuarto, y miró al exterior. El vapor de su respiración sobre el cristal anunciaba que le esperaba una temperatura muy baja.

-Extraño mucho...

-Ya está el baño, Señorita -dijo su elfina que era mas exacta que el mismisimo Big Ben.

Agradeció sonriendo para perderse en el vapor del baño mientras que se dejaba abrazar por un perfume dulce como aquellas fresias que tanto amaba. Pasó un rato hundida en la tina, mientras que el agua se enfriaba y su piel absorbia ese aroma tan particular. Olería como nunca o, mas bien, como siempre.

Una vez fuera se metió en una túnica rosa bebé con un simple lazo y unas flores bordadas al tono, mientras que con un simple y práctico hechizo arreglaba su melena. El espejo devolvió una imagen que creía perdida en los confines del tiempo y se sintió complacida. SU mejor accesorio fue la sonrisa, como una niña pequeña y feliz descendió con saltitos al piso inferior y corrió al frío aire de Ottery.

-¡¡Hogar!! -dijo fuerte pero en un tono melodioso que parecía el inicio de una melodía- Te extrañé... -abrazó un viejo árbol. Una locura para cualquiera de la familia que la viera, excepto aquellos pocos que conocían la escencia de la Evanik

[Radamantys]

El tiempo habia seguido su marcha, muchas cosas habian cambiado, ahora el mundo magico estaba totalmente distintos a aquellos tiempos de gloria, aquellos tiempos de los cuales el Nigromante hubiese deseado no salir, mas todo lo bueno acaba y como el suave viento que soplaba llevandose consigo hojas sueltas, asi se habian ido las cosas mas muchos recuerdos y sentimientos aun perduraban.

 

Los negros ojos de Radamantys escrutaban la creciente mañana, el gelido aire helado se dejaba sentir, dejando las mejillas heldas y sonrojadas, mas el demonio parecia ajeno a todo aquello, su mente vagaba en otro tiempo, en otras eras y en otras personas, nada parecia romper la quietud de aquel dia, nada parecia ser diferente.

 

Mas no era asi, paerecia que la mirada de Radamantys h abia encontrado algo en el horizonte, algo que habia perdido y de momento regresaba hasta sus manos, una suave y melancolica sonrisa se marco en los finos labios del Mortifago, entrecerro los ojos y dejo que de su pecho escapara un largo y profundo suspiro.

 

-Veamos- susurro Radamantys con un tono de voz suave e inexpresivo, cuando estaba dispuesto a girar sintio la presencia de su elfo, el slytherin se giro con suavidad y se encontro con los grandes ojos cafe del elfo, Radamantys se quedo por un instante sin moverse, sin decir palabra, al final ese elfo era el unico que sabai el verdadero ir y venir de Rada por el mundo magico.

 

-No esta vez- susurro Radamantys mientras su mente volaba y se sumergia en un sin fin de recuerdos, cada uno mas doloroso que al anterior, cada palabra que se habia esfumado, cada persona que habia desaparecido, cada sentimiento pisoteado por el pasar del tiempo y de las malas elecciones, todo pasaba por la mente del demonio.

 

Y al final un par de ojos verdes acompañados de una sonrisa angelical y con aquello Radamantys giro sobre si mismo y desaparecio del interior de su habitacion en el castillo slytherin reapareciendo en los limites de la Mansion Malfoy, un par de parpadeso y Rada fue conciente de todo lo que le rodeaba, la suave brisa mecia las hojas de los arboles altos.

 

El castillo que acababa de dejar guardaba muchos recuerdos y muchas historias para el demonio, asi como para algunos integrantes de la descendencia de Salazar, mas la gran mayoria habian desaparecido, habian sido borrados como si nunca hubiesen existido, mas habia algo que aun los tenia presentes y aquello estaba dentro del Patriarca.

 

En ese momento Radamantys se pueso a pensar si habia llegado el momento de desaparecer, dejar de aferrarse a un presente que no compartia, un presente que podria ser la secuela de un pasado, un sueño borroso de lo que habia sido, talvez el tiempo de partir como lo habian hecho aquellos a los que apreciaba era ahora.

 

Radamantys se fijo en el atuendo que llevaba ni siquiera se habia tomado la molestia de ponerse presentable para la ocasion, una camiseta blanca sin mangas que dejaba al descubierto los tatuados brazos de Radamantys, acompañada de unos jeans Azules, aquello era la vestimente de Rada que parecia no ser conciente del frio que se extendia.

 

Ignorando todo aquello y con la cabeza baja Radamantys avanzo hasta la entrada de la Mansion Malfoy, paso la reja de entrada y empezo a avanzar con total calama por los jardines de la familia, si bien no era mimebro de aquella tampoco le precedia una mala reputacion para no ser bien recibido en ella.

 

A lo lejos pudo vislumbrar una silueta femenina, la conocia bien, en algun tiempo aquella fue el motivo de su existencia, lo que le habia dado sosten a su vida y en torno a la cual habia girado todo su mando, mas la cruel realidad habia hecho destrozos en ellos como lo hacia en todo en el mundo y Radamantys nunca supo manejar tanta bondad.

 

Se acerco sin hacer mucho ruido quedando tras la bruja que se encontraba abrazando un arbol, -Creo que existen cosas mejores para abrazar Aleera- susurro Radamantys dejando que el nombre de la bruja saliera con total suavidad de su boca, mucho tiempo hacia que no lo pronunciaba y el hacerlo y tenerla frente a el era como volver el tiempo atras.

 

Aun podia recordar el sabor de sus labios, la calidez de su aliento, la suavidad de su piel, aquellos ojos verdes clavados en los suyos mientras e confesaban amor eterno, podia recordarlo como si hubiese sido ayer, el momento en que se volvieron uno solo, el momento de la despedida y el momento del olvido.

 

Todo aquello estaba presente en Radamantys y ahora Aleera aparecia depues de tanto tiempo, como un fantasma, como si de un recuerdo se tratara, sabia que ya no era su tiempo ni su espacio, pero por un momento se dejo inundar por los recuerdos y las sensaciones de otros tiempos, tiempos mejores y de los que solo existi aun recuerdo y esporadicos destellos de Realidad.

[Aleera Lux Evanik Malfoy]

La corteza del árbol era la antítesis perfecta para la delicada piel que mostraba la Malfoy. El viento jugaba con su cabello como dándole la bienvenida y los aromas de las flores que los rodeaban eran testigos silenciosos de aquel regreso. Absorta en sus recuerdos, en su mundo, y con la seguridad que aquellos terrenos le brindaban no se percató de los pasos que se acercaban.

-Existen cosas mejores que abrazar -La voz suave y profunda de quien fue su alfa y omega la sobresaltó.

Con sumo cuidado, como si se encontrara en el sueño mas bello, giró para ver si no había perdido la cordura. La imagen algo cambiada del Slytherin estaba a tan solo unos pasos. El rostro de la Evanik mostró una mezcla de sorpresa y alegría mientras que ésta última iba ganando terreno.

-¿Rada? ¡¡Rada!! -Excalmó suavemente sin ocultar su alegria y, como niña, acortó a pasos gigantes la distancia para arrojarse a su cuello. Tras unos largos segundos fue soltándo la presión lentamente y poniéndose de frente al nigromante- Disculpa...

Un rubor invadió sus mejillas. Había abusado de la confianza y soltado su instinto mas profundo sin reparar en la sorpresa del demonio y en cómo éste tomaba su regreso. Habían pasado mucho, cosas hermosas y otras que eran dignas de la novela de la tarde, pero nada importaba al momento de estar de frente.

-Te ves distinto ¿Cómo estás? - Le preguntó mientras la mirada esmeralda analizaba la apariencia de su interlocutor- aunque hay cosas que no cambian... -se detuvo en la mirada y sonrió suavemente conteniendo sus pocos modales

[Galery Grindelwald Malfoy]

Todo a su alrededor había desaparecido, el palpitar del corazón del Gaunt era firme y fuerte, acelerado, cálido al igual que la temperatura de su cuerpo; un mar de dudas acechaba a la joven pareja que se debatía entre obedecer la dictadura familiar, seguir una meta forjada a fuego en sus corazones desde la más tierna infancia, o simplemente seguir la voz del corazón, misma que en ese momento le gritaba despojarse de sus prendas y probar por vez primera, lo que era la pasión. La calma de la noche fue substituída por una tormenta, y ellos dos en medio de ella, bien podrían naufragar y perderse el uno del otro para siempre, o salvarse la vida y el alma, todo dependía de una decisión, y ambos estaban a punto de tomarla.

 

Deseaba tanto ser besada por él, parecía hipnotizada por sus labios, cuantas noches despertó ruborizada por esa série de sueños, esos cálidos sueños donde el la besaba, envolviéndola en sus tibios brazos, esas noches oníricas donde la pasión se mezcla con la ternura y la fiereza de ese amor salvaje que Allen representaba. Cerró los ojos y sus piernas temblaron al escucharlo, creyó estar soñando cuando por fin sus deseos y silensiosas súplicas fueron ressarcidas, su corazón alborotado lastimaba su pecho, en el centro de su cuerpo nació un fuego abrazador inundó todo su ser; sus labios eran tan suaves, su aliento tan dulce.

 

Flotaba literalmente, el abrazo del muchacho era tan fuerte que la había separado de sus pies y ella se aferraba a sus brazos, como si fuera ya, el único lugar a salvo sobre la tierra, la frente del muchacho descansaba en la de ella, mientras su mano buscaba por voluntad propia el tacto de su piel, desabrochando sin saber como, los botones de la camisa del licantropo, lo miraba a los ojos sintiendo que ese azul eterno le pertenecía ya por completo, y sonrió nerviosa al comentario del joven -- Pues estamos en igualdad de circunstâncias "Gaunt", serás mi primer novio, tienes ventaja sobre mí, pues no tengo un punto de referencia para comparar, y pido a los dioses que seas uno bueno se ruborizó al confesar su nula experiencia tal vez seas tu quién se desilusione de mi, tal vez no sea yo como esperas de mi, no soy una mujer con, "experiencia"

 

Bajo sus ojos y observó su pecho desnudo, se sorprendió a si misma por lo que hacía, pero tenía hambre de él, de sus labios y caricias acercó su rostro lentamente y acarició con sus mejillas el torso cálido del muchacho pero también te prometo magia, la magia mas pura y cálida que hayas probado jamás, ¿Estas dispuesto tú a quemarte en ella?susurró mirándolo a los ojos, con un reto en ellos, el tal vez había estado con montones de mujeres, pero podía apostar su vida que ninguna mejor que ella, le estaba ofrendando su pureza, su amor incorrupto, su cuerpo virgen de caricias y labios. Sus labios coral resbalaron lentamente por esa piel que anhelaba.

 

Deposito un cálido beso y se separó lentamente de sus brazos, cerró los ojos y camino a su cama metiéndose en ella, si, lo deseaba como loca, como jamás había sentido y seguiría deseándole, pero no era aún el tiempo de entregarse a él, aunque su cuerpo y corazón le gritaban que si, extendió su mano para pedirle que se acercara, él se sentó a su lado y ella se abrazo a él -- No se si me vas a hacer feliz eternamente o yo a ti, solo se que ahora lo soy, lo que opinen los demás no importa -- cerró los ojos a la luz del alba y se quedó dormida en su regazo, no supo ni se dio cuenta cuanto tiempo velo sus sueños, o si se fue de inmediato, ella durmió soñando con él y fue feliz, y eso era lo que importaba.

Editado 15 de Enero del 2015 por Galery Grindewald Malfoy

[Afrodita.]

Llevaba mucho tiempo que la Malfoy no entraba a la mansión, meses y meses moviéndose de un lado hacía otro pero sin poder dormir en su cama. Visualizó la imponente construcción a las afueras viendo la cerca y se pregunto sin alguno de sus hermanos estaría por ahí, supo la respuesta de manera inmediatamente cuando camino los terrenos y se imagino que cada uno se encontraría en el extranjero.

 

Iba a dirigirse hacía adentro la Mortífaga cuando se dio cuenta que no era eso lo que quería, encerrarse en su habitación o irse a la cocina para hacer a los elfos temblar con las peticiones extravagantes que realizaría seguramente. Decidió llamar a Chavez para mandarlo a arreglar sus cosas, apareció inmediatamente comenzó y a refunfuñar pero igual hizo lo que le ordenó agarrado sus cosas y llevándoselas a su habitación.

 

-Papá quiere demasiado ese elfo- Pensó divertida sin darle mucha importancia.

 

El ambiente era frío esa tarde pero no había nieve, ya pronto se terminaría invierno dado el paso a la primavera. Comenzó a caminar por la mansión, dándole la vuelta sin entrar, estaba buscado un lugar especifico para relajarse y detenerse a pensar todo lo que había hecho últimamente. Observó las estatuas a lo lejos y se río sola recordado un chiste privado que compartía con su hermana Ainé y ella '¿Cuantos hombres más puedes petrificar?' era uno de los comentarios típicos que incluso la misma May apoyaba.

 

Siguió caminando por todos los terrenos de la familia hasta que vio lo que quería, las cascadas se encontraban frente a ella viéndose majestuosas y refrescantes. El agua cristalina caía rápidamente y corría por el canal en un camino lleno de rocas. Afrodita se quito los zapatos altos que tenía y simplemente metió los pies en el agua mientras todo su cuerpo caía en la hierva acostándose y viendo las nubes.

 

Sentía el agua fría que de alguna forma la calmaba y se detuvo a pensar los diferentes eventos que había vivido, una sonrisa se formó en su rostro cuando recordó a Eleana, su hija perdida en el tiempo que se parecía mucho a ella, no físicamente pero si tenían personalidades muy parecidas. Un bostezó salió de sus labios carmesí y decidió que en unos minutos debería levantarse para caer en su cama para poder descansar.

[Galery Grindelwald Malfoy]

Los restos del alguna vez verde césped, crujian bajo sus pies, tenia puestas unas delicadas sandalias compradas en la India, combinando con el sari de vélos color azul turquesa, negro y gris, colmado de pequeños cristales de diamante, zafiros y lápiz lazuli; una obra de arte confeccionada a mano, y cosida con hilos de oro y plata, la cual se abrazaba al voluptuoso cuerpo de la pequeña Grindewald, en torso y caderas, dejando el vientre desnudo, y a la vista un hermoso tatuaje de hena, amante de esa cultura milenaria y su exótica moda, gustaba de vestir así de vez en cuando, solo por placer. El agua corria bajo el pequeño puente de piedra y madera, era tan clara que se podía ver a los peces dorados a través de ella, reflejando en sus glamorosas escamas los rayos del sol, lucían como llamativas bailarinas, de esas de los bares bajos de Inglaterra, lentejuelas y encajes.

 

El viento aún era helado, su cuerpo humano lo resentia más, haciendo que su tersa piel se erizara, sacó su varita e hizo un cálido espacio, dónde cómodamente descanso, apoyó sus manos en el barandal del puente y se observó a si misma, tenia el cabello suelto sobre sus hombros y la cálida brisa creada por ella, lo mecía suavemente, era tan claro y tan brillante que de noche, parecía despedir luz propia, hecho que en su infancia le acarreó algunos sobre nombres, como "luciérnaga" acomodó sus gafas, ya no sentía esa antinatural manía de esconder su aspecto físico, o su miopía. Aspiró profundamente y de alguna manera, ya no se sintió tan insignificante, se sentía especial y hermosa.

 

Solo había algo que no la dejaba sentirse, totalmente satisfecha con ella misma, una idea que venia tomando forma desde un par de meses atrás, y ahora con más razón, se sentía en desventaja, sabía usar la magia, sabía defenderse perfectamente, incluso desde antes de su entrada a la universidad, pero ahora tenía un novio licantropo y su madre era vampiro, tal vez por eso la evitaba o la rechazaba, por ser débil y mortal, y no quería seguir siendo mortal. Pero no podía tomar una decisión así a la ligera, era su vida y su futuro lo que estaba en juego, su entrada inminente a las filas mortifagas era otro motivo, después del aquelarre en el caldero.

 

Pero la verdad era que en esa mansión, Galery Grindewald Malfoy, era otro fantasma más, jamás había alguien con quien hablar, alguien que le hiciera sentir esa familia como suya, mucho menos alguien que le diera un consejo, en su castillo plagado de servidumbre, había más vida que aquí, sus interlocutores eran su par de elfos, casi a punto de quedarse con uno solamente, pues el ingrato de Drum, estuvo a punto de irse, y sabrá que pasó por su cabeza que al final no aceptó su libertad. Levantó los ojos al horizonte y frente a ella se alzaba el bosque, peligroso o no, sus pies se encaminaron hacia él, algo extraño parecía llamar a la muchacha, al interior del bosque maldito.

[Oniria]

Olisqueé un perfume que me resultaba familiar y me dispuse a rastrearlo. La caza estaba siendo fructífera. Algún excursionista extraviado había acabado entre mis fauces, y sin embargo, el monstruo que residía en mi interior aullaba clamando sangre, insaciable, arañando las paredes de mis pulmones como un gato rabioso. Había perdido la noción del tiempo y del espacio. No sabía qué hora era ni dónde me encontraba. Las coordenadas geográficas eran cifras incomprensibles que brillaban débilmente en mi cabeza, como un ascua languideciente a punto de apagarse.

 

Crucé pisando ramas rotas, raíces tortuosas, e incluso me peleé con algún que otro arbusto entrometido en mi camino hacia aquella fuente de olor que había despertado a mi memoria. Precisamente una de aquellas veces que maniobraba con las espinas de una zarza fue cuando caí estrepitosamente hacia adelante, quedando a unos metros de una joven a la que reconocí al instante.

 

Mi boca abierta del asombro mostró al cielo abierto los colmillos, a modo de amenaza. La miré directamente a los ojos, desde aquella distancia que se anulaba en mi imaginación. Su cuello despedía los aromas de las flores del paraíso. Sacudí la cabeza y apreté con fuerza los párpados para apartar aquellas tentaciones de mi mente. Traté de convencerme de que me había alimentado lo suficiente.

 

—H-hola... Lamento si he invadido una propiedad privada. Necesitaba... comer. —Me disculpé balbuceante, con la respiración agitada del esfuerzo por contener a mis instintos. Poco a poco el monstruo se adormecía y mis pulmones dejaban de doler. Observé la expresión templada de Galery, su ceño levemente fruncido, sus labios apretados. Su apariencia era la de una sacerdotisa india que hubiera escapado de una recopilación de cuentos orientales. Sus gafas le daban un aspecto de intelectual que me resultaba francamente simpático, como si las aguas apacibles de un pozo de sabiduría se reflejaran en sus cristales.

 

—¿Ocurre algo? —Inquirí, intuyendo que la chica no se encontraba del todo bien. Esbocé una sonrisa tímida que pretendía ser encantadora a pesar de las manchas de sangre que habían coagulado sobre mi barbilla.

 

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[Galery Grindelwald Malfoy]

Bosque Malfoy

 

Muchas veces la lacônica y fría voz de Armand le había advertido; " Si no quieres encontrar una muerte dolorosa y terrible, no entraras jamás al bosque detrás de las cascadas" esas palabras más que advertencia, eran una invitación para la muchacha, acostumbrada hacer su voluntad sin restricciones, una franca prohibición le significaba un reto, sin embargo ese día, no era un capricho lo que guiaba sus pasos hacia la espesura, era algo más poderoso que a ratos parecía nublar su razón. Tan sólo había caminado unos metros, y ya podía percibir sombras al acecho, de alguna forma la mejoría en su miopía le daba un poco más de confianza, a la que ya de por si poseía.

 

Los olores se mezclaban en una sinfonía de presencias, centauros, acromantulas, licantropos, pantanos pestilentes, duendes y seguramente un par de horas adelante, un troll de montaña, la Grindewald sonrió de médio lado, ¿Era acaso ésto un bosque para la cacería? Sus sentidos habían estado embotados unos segundos antes, en ese momento estaba alerta, sin embargo su mejorada visión le suponía una barrera no contemplada, estaba confiando sólo en lo que podía ver, cerró los ojos y respiro tranquila, de nuevo todo cobraba sentido.

 

Sintió los pesados pasos de un par de acromantulas a unos cien metros a su izquierda, y a un par de kilómetros quizás, el lastimoso aullido de un amante de la luna, lo demás estaba peligrosamente cerca, algo que se movía con seguridad y rapidez, directamente hacia donde se encontraba ella, sin titubeos y sin precaución alguna, la única criatura que se daba el lujo de atacar sin temor, o estrategias era quizás la mas letal y peligrosa, un vampiro; las ramas crujian bajo sus pisadas ahora erraticas, el desgarro de tela tal vez por pasar rápidamente entre las zarzas, abrió los ojos justo cuándo la figura de una mujer se precipitó al suelo, y la observó con sorpresa y estupor por un par de segundos.

 

Había manchas de sangre aún frescas sobre su ropa y alguna en su rostro, y un chispazo de salvajismo aún impregnado en el color de sus pupilas, y la expresión de su rostro, la varita de Galery estaba en su mano, más no amenazaba a la mujer, algo mas allá de la razón común le decía, que pese al par de colmillos detrás de la titubeante sonrisa de Oniria, se encontraba perfectamente a salvo, le regresó la sonrisa y extendió su mano, para ayudarla a ponerse de pié -- Hola, no te preocupes, jamás vi a nadie de la familia acercarse a estos terrenos, creo que son... demasiado estirados para ensuciar las suelas de sus caros zapatos, si por lo pronto todo esta bien -- dijo serena y sacó un pañuelo de lino blanco, con un par de letras "G" bordadas en hilos de seda dorados y limpió el mentón de Oniria con cuidado.

 

-- Aunque a decir verdad, no, hay muchas cosas que me atormentan últimamente, casualmente la principal de ellas, es esta -- mostró las muñecas de sus manos, la nitidez y blancura de esta, marcaba aún mas el azul verdoso de sus venas, pletóricas de ese líquido que enardecia los instintos de su acompañante -- ódio ser "comestible" desde que llegue de Hungría mi madre a cruzado solamente un par de palabras, y temo que sea esta la razón, soy una simple humana -- soltó con un amargura.

 

@@Oniria