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Animagia


Suluk Akku
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Suluk se arrancó algunas perlas de su collar y con un movimiento de su varita, éstas brillaron intensamente. Eran de un color tan azulado, que parecía que varias lunas brillaran sobre la palma de sus manos. La nieve había empezado a caer dentro de aquel iglú, ya que la Anciana Arcana podía controlar el clima, principalmente la nieve y con un soplido, ésas perlas desaparecieron.

La primera apareció delante de las narices de Felicity Malfoy. Aquella bruja había demostrado tener grandes habilidades con su animagia. La Vieja lamentaba demasiado haberla hecho esperar, pero a veces se retrasaba demasiado con las cosas. La segunda pequeña piedra, apareció en presencia de Juv Malfoy Croft. Dentro del ático se había explayado como la Arcana esperaba, y la había dejado a un lado por unos segundos, pero ahora había llegado el momento. Por último, la tercer piedrita, tan azul como el reflejo de la nieve del polo donde se encontraban, apareció donde estaba Sofia Elizabeth Granger G., aquella hermosa dalmata que le habia gustado jugar.

- Éstas piedras serán el portal que las lleven a la Prueba. Llegó la hora. Demuestren todo lo que saben y todo lo que son

La voz de la Suluk Akku resonaba en los oídos de las brujas. Éstas sabrían que seria hora de partir. Debían llegar nuevamente a la Universidad. Luego de algunos cosas que debían atravesar, podrían llegar a la misma Sala Circular, donde se encontraban las Siete Puertas. La Anciana Esquimal desapareció, esperando que el resto de los alumnos estuvieran merodeando por alli. Debía ir a realizar todos los preparativos antes que las jóvenes aspirantes al aro de la habilidad llegaran.

- No se olviden de pisar la piedra para activarla

Resonó por último su voz y todo quedó en silencio. La aurora boreal se disipó como si alguien hubiera apagado un interruptor.

@ @ @.

¤ ¤ ¤ ¤ ¤ ¤ ¤ ¤ ¤ ¤

Suluk se había tardado un par de horas en realizar todos los preparativos para la prueba. Al parecer todo había salido como esperaba. Los primeros cinco alumnos ya habían regresado por el portal y eso significaba muchas cosas, como que podía adoptarse a los londinenses, como que éstos se podían adaptar a sus costumbres y que sus enseñanzas llegaban a los oídos necios de aquellos magos y brujas. Podía admitir que era una buena maestra. Solamente esperaba que prosperara. Agradecía que le había enviado una carta en ése instante a los alumnos que aún deambulaban.

Queridos alumnos.

Me he retrasado. No sé como pedirles perdón.

Me encantaría invitarlos a comer como recompensa,

pero presiento que cuando llegue, hubiesen acabado con

toda la comida que se encontraba en mi heladera.

Tambien me gustaria ir a pasear por alli por una agradable sorpresa,

pero primero debemos juntarnos todos.

Los espero en mi casa, en los terrenos más alejados de la Universidad.

Suluk Akku~

 

Pero en el camino de regreso a su casita, después de encargarse que ésa carta llegara a cada destinatario, lo último que se acordaba la Arcana es que algo se acercaba a ella. Al principio era como un punto negro en el cielo. Se iba haciendo cada vez más grande, pero ella convertida en gaviota ártica casi lo había ignorado. Se dio cuenta que ése había sido el error más grande. Ése objeto se hizo cada vez más enorme, hasta que le dió de lleno en medio del aire y cayó. Cayó en picada, intentando desplegar sus alas pero su cabeza le daba vueltas.

 

Se convirtió en otro animal volador, pero era igual de inútil. Su cabeza estaba totalmente en blanco. Incluso llegó a convertirse en ése enorme ejemplar de oso, pero así impactó en el suelo. Escuchó resonar un par de huesos quebrarse. Sentía la cabeza tan pesada que creía que se le caería. ¿Dónde estaba? Algo cálido recorría el pecho que estaba sobre el suelo. Pudo levantar la cabeza. Su choza estaba a unos veinte metros. No estaba muy segura. Y así perdió el conocimiento. Ya no era un oso, sino una vieja demasiada anciana, recubierta por montones de pieles y su vara a un lado. Sus arrugados ojos estaban cerrados y su respiración era casi imperceptible.

 

En 300 años jamás le había pasado eso.

 

 

 

@ @@Anna T. Ryddleturn @

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-¿Crees que nos están espiando para comprobar nuestras transformaciones?- le pregunté a Felicity. Aunque aquello no me parecía probable, no sentía que nadie nos observara ni que hubiera cerca más personas de las que veía.

 

Vi como mi compañera de bando se transformó en lobo y se fue aullando. En ese momento decidí que yo también haría algo de tiempo y por ello me transformé en un halcón peregrino. Era agradable despejar la mente y volar, me sentía mucho más tranquila y me desestresaba ya que no me gustaban nada las largas esperas.

 

Hacía un clima ideal aquel día, el sol estaba brillando ya y terminé virando con suavidad hacia la derecha, bajando el vuelo para regresar al lugar donde se supone que tenía que llegar la profesora de animagia. Justo cuando estaba a punto de tomar tierra volví a convertirme en humana, caminando hacia donde se encontraba el resto de mis compañeros.

 

- ¿Aún nada?- estos negaron levemente con la cabeza y yo resoplé, todavía habría que esperar un momento más y yo era realmente mala para las esperas.

 

De repente sonó un gran estruendo, como si algo cayera desde una altura bastante elevada, cosa que me hizo ponerme rápidamente en pie e ir a buscar lo que había pasado. No tardé mucho en localizar el lugar del impacto y ver que había alguien tendido en el suelo y había hecho un surco a su alrededor tras el golpetazo. Era una mujer mayor a la que no había visto antes y me acerqué para verla.

 

La mujer había perdido la consciencia, y no tenía ni idea que era lo que había sucedido para que estuviera en un hoyo mucho más grande que su cuerpo, ni de donde había caído. Comprobé sus pupilas y la revisé para ver si tenía alguna contusión grave.

 

- Vamos a ver…

 

La mujer tenía un hombro descolocado, y el hecho de que estuviera inconsciente me hizo mucho más sencillo devolverlo a su posición, aunque sabía que era probable que con aquel tirón terminara despertando con un gran alarido, y después comenzaría a cerrar heridas tras inmovilizarla.

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Camino un poco tras su ultima correría, la verdad es que se había cansado ya de esperar a la arcana y estaba a punto de regresar a casa cuando un destello azulado llamo su atención. Se acerco con cuidado para investigar que era aquello cuando la voz de la profesora resonó por todo el lugar. Al parecer recordó que aun tenia alumnos en espera y los llamaba a la prueba que otros mas habían pasado antes que ellos. Olisqueo el objeto con precaución y una vez que se aseguro que no se activaba tan solo con tocarlo si no que como había dicho Suluk tenia que pisarlo se transformo de nuevo en humano y lo miro por algunos minutos.

 

- Así que solo te piso y ya, no? - dijo mientras observaba la llanura nevada frente a ella. Algo le molestaba todo aquello, la espera tan larga, el no tener mas explicación que un "pisen la roca". Al final no tenia mas voz ni voto que una cucaracha, se levanto y se sacudió la nieve de la ropa, lanzo un suspiro de resignación y tras un leve dudar, piso la piedra sintiendo enseguida aquel extraño jalón que daban los viajes en traslador y de repente se encontró de nuevo en la universidad, en una parte que nunca había visto, frente a ella un enorme lago y en el centro se alzaba una isla llena de arboles y en cuyo centro parecía encontrarse una enorme pirámide.

 

La rubia miro para todos lados pero al parecer era la primera en llegar, busco donde esperar a la arcana y al resto de los alumnos que aun tenían que hacer la prueba. Pronto encontró un embarcadero y se sentó en la madera de este en posición de loto para concentrarse en todo lo que había aprendido pues seguro lo iba a necesitar

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Tiempo atrás, mucho de hecho, había asumido el verdadero poder que posee la naturaleza. Lo había visto y sentido en mi propia carne, siendo yo a veces la canalización del mismo. Se podía decir y no se equivocaba nadie, que me sentía orgullosa por aquella conexión mística. Eramos, todos y cada uno de los elementos del mundo, energía, por ende y siguiendo la lógica esta ni se cree ni se destruye, solo se transforma. Era notable la complejidad de lo que iba a asumir, no obstante, quien no apunta alto no evoluciona y eso no entraba dentro de mi carácter.


Había conocido a diferentes Uzzas a lo largo de mi entrenamiento como profesora de los libros; todos ellos diferentes, poderosos, letales y con una opinión de nosotros, que por mi cabezonamente básica había intentado cambiar. Muchos no me caían bien, a otros los admiraba con gran devoción. Runihura fue quien me insto a lanzarme al vació y probar con la animagia, por mi amor por los animales y en especial por los felinos y cánidos. Y allí estaba yo, nerviosa y expectante como una colegia en su primer día en Hogwarts.


No tenia ni idea de lo que podía esperar, ni siquiera sabia que tenia que hacer. Los guerreros nómadas de Egipto eran así; ellos te daban un trozo de pergamino arrugado con una x dibujada a mano en la esquina superior y tu tenias que solventar los problemas y arreglarte como fuese para llegar al destino y completar la misión. Riesgo era una palabra que conocía e incluso me gustaba, hasta que llegaron los amantes del Nilo y comprendí el verdadero significado de la misma. Negaba, mientras paseaba por la Universidad en busca de Suluk.


A unos cincuenta metros de lo que sabia era la choza de la animaga, vi como una Ryddleturn preocupada se lanzaba en pos de una mujer, que sin remedio caía al suelo inconsciente. No lo pensé. Mi instinto protector y mi lado warrior salieron al unisono. Cerri en dirección a ambas, con la varita en ristre. No dudaría en usarla en caso de que fuese necesario, aun en los terrenos de la Universidad. Si, había conjuros de protección y estábamos a salvo, no obstante, prefería meterme en un lio que ver como alguien atacaba por el simple hecho de ver sangre.


- ¿Que ha sucedido? - La rubia se encogió de hombros, estaba tan perdida como yo - ¿La llevamos dentro? - Moverla no es que fuese la mejor idea si tenia una contusión o algún tipo de herida en la cabeza, no obstante, si su atacante seguía cerca debíamos cubrirnos - Tengo en mi bolsillo el amuleto de la curación – Se lo entregue a quien consideraba una hermana – Pónselo en el pecho, seguro surtirá efecto. Yo me quedo vigilando por si esa cosa vuelve – Había logrado ver un punto negro en el cielo – Date prisa – No podía evitarlo. En momentos de crisis, tomaba el control y daba ordenes a quien fuese con el fin de ayudar.


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Su encuentro con la mismísima arcana de Animagia se había visto pospuesto para más tarde aquel mismo día luego de que se les comunicara de que la profesora debía hacer algunas preparaciones finales para aquellos quienes debían tomar la prueba antes de proceder a entrenar a una nueva tanda de pupilos. El Weasley, quien no había dormido muy bien la noche anterior y quien cada vez tenía los pies más fríos, había aprovechado la oportunidad para dormir unas cuantas horas más hasta que su elfo doméstico lo despertó con el llamado de la arcana, quien ahora efectivamente lo convocaba para comenzar con la prueba..

 

Acto seguido se apareció listo en los terrenos de aquella Universidad mágica de cuyo cuerpo docente el mismo integraba. No obstante, en vez de dirigirse hacia las aulas del ateneo de conocimientos donde pasaba mañanas enteras amaestrando pupilos en el arte de la herbología, tomó un sendero anexo a aquel y se dirigió hacia el lugar pactado: el lugar de residencia de la Arcana. No estaba seguro de donde quedaba, más se aventuró por aquel sendero que se perdía de vista en la inmensidad de los terrenos. A algún lado tengo que llegar... todos los caminos conducen a Roma, ¿no? >>

 

Caminó sin rechistar por unos quince minutos hasta que finalmente un estruendo seguido de un alarido desgarrador reverberaron en los terrenos de la Universidad. Alzó la vista del suelo para encontrarse con que, no muy lejos de él, alguien había caído producto de una misteriosa formación que el Weasley no logró identificar o, mucho menos, llegar a catalogar como criatura o espectro. Su instinto lo llevó a correr hacia la persona damnificada, al tiempo que otras dos personas aparecían de la nada... una mirada las identificó como Anna, a quien había conocido más temprano aquel día, y Lisa, colega de la Orden del Fénix.

 

- ¿Qué ha sido eso? - dijo el Weasley buscando el espectro que había desaparecido momentáneamente mientras se arrodillaba junto a la mujer. - ¡Es ella, es la arcana! - en efecto, la identificó como la mujer que había estado hacía horas sentada en una ronda con los otros pupilos.

 

El Weasley examinó el cuerpo de la mujer y sus conocimientos de primeros auxilios le ayudaron a detectar un hombro dislocado, pero había una complicación mayor que esa que no estaba seguro de si sus compañeras habían notado: una costilla estaba fracturada cerca de su inserción medial en el esternón, y a pesar de que gran parte de la fractura sobresalía por encima de su caja torácica, estaba seguro de que había cierto riesgo de que se le perforara el pulmón o se le desgarrase un músculo.

 

- Debe haber sido una caída dolorosa, colócale el amuleto... tengo algo de díctamo por aquí, si eso no es suficiente. - dijo, mientras comenzaba a rebuscar en su mochila el frasquito que siempre cargaba consigo por cualquier emergencia.

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- No, lo mejor es no moverla. La verdad es que hubiera jurado que lo que caía era un gran oso y no una persona.- le respondí a la Weasley. - Aquí no corre peligro de momento, por lo que no hace falta que la movamos de sitio sin estar seguros de que es lo mejor.

 

Tenía que intentar que recuperara su consciencia, eso era lo más importante, y asegurarse de que no tenía ninguna herida grave. Lo que estaba claro es que el cuerpo iba a quedar recubierto de contusiones, pero las fracturas ya estaban subsanadas, solo quedaba que soldaran completamente.

 

Tomé el amuleto que Lisa me ofrecía, colocándoselo sobre el pecho, así sus heridas comenzarían a cicatrizar mucho más rápido, al fin de cuentas allí solo tenía mi varita y lo que hubiera en el entorno para ayudar a la anciana.

 

Por otro lado no entendía que quería vigilar mi hermana, era probable que ella hubiera visto algo que yo no había alcanzado a ver. Yo solo había visto algo muy grande en el hoyo que al acercarme resultó ser pequeño y una anciana. ¿Sería que aquella persona tenía conocimientos de animagia y se había transformado? Aunque aquello no explicaba como se había estampado contra el suelo.

 

- No tengo la menor idea.- le respondí a Nathan cuando preguntó si aquella anciana era la Arcana, nunca la había visto ni sabía como era. - Lo que me pregunto es desde donde ha caído, no veo ningún animal ni artefacto volador en el cielo.

 

Era cierto que existían criaturas voladores muy veloces, pero estas no eran lo suficientemente grande para llevar a alguien de ese tamaño, y había otros que solo lo podían ver las personas que habían visto a gente morir, y de esas yo había visto demasiadas a lo largo de mi vida.

 

- Puede que tengas razón y si que sea la arcana.- la verdad es que nunca había conocido a una persona tan anciana.

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La súbita aparición del Weasley, al igual que su mas que notable grito me tenso al punto de levantar la varita en su dirección. Me daba exactamente igual si era la arcana o la madre del profesor de transformaciones. Debíamos sanar sus heridas y protegerla hasta que recobrase el conocimiento. Mi idea de moverla hacia el interior fue negada. Ya que Anna sabia de primeros auxilios, no proteste, no obstante, no estaba nada de acuerdo con ello y se podía ver a través de mis gestos.


- Cuando te trasforman, que a mi modo de ver es la única opción viable, debes perder mucha energía, mas si después te atacan – Me acerqué al cuerpo de la anciana, la cual seguía sumida en el peor de los estados – Su esencia es fuerte, su cercanía a Gaia mas aun. Algo me dice que volverá en si dentro de poco – Murmure, sujetando su arrugada mano – Lo que me preocupa es que le hizo caer o como lo han logrado. Tenia que ser un ser poderoso para vencer a un arcano.


De repente y al estar en contacto directo con la mujer, la voz de la madre tierra se intensifico, dejándome enfocarme en los ruidos que había a nuestro alrededor. Varios perros aullaban lastimosamente en las proximidades. Lo raro era que el sonido era agudo e inestable, como si estuviesen bajo tierra o cerca de un muro de hielo. Ni me cuestione lo que podía significar. Me deje guiar por mis instintos y enfoque mis pasos hacia la puerta de la humilde casa.


Bajo la mirada de la Ryddleturn y del fenixiano, la fémina estaba segura. Rodia confiar en ambos. Me acerque con pasos cautos. Abrí la puerta del jardín, impulsada por vete tu saber que fuerza. Cuatro malamutes de aspecto fiero y de una belleza sin gula saltaron de alegría al verse libres. Me miraron, primero con desconfianza y luego con rotundidad. Tras eso y sin que pudiese detenerlos, se dirigieron con velocidad hacia el cuerpo de su ama, la cual se hallaba a veinte metros.


- Si Mahoma no va a la montaña, que la montaña vaya a Mahoma ¿no? - Los cánidos eran muy parecidos al lobo, animal que habitaba en mi ser desde bien niña – A ver, los expertos, ¿como podemos hacer que vuelva a nosotros? Porque viendo lo visto, ya nos veo en Azkaban – Una hembra blanca se posicionó a mi lado. La acaricie por inercia. El calor y la comprensión de las bestias era admirable – Nuestros nuevos amigos tienen hambre y se están preocupando.

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Fue tal el ensimismamiento que tenía sobre el estado de salud de la mujer que no notó cuando Lisa apuntó su varita hacia él. De todas formas, no le hubiera molestado: la conocía como colega y a sabiendas del tipo de trabajo que ambos llevaban día a día, las súbitas apariciones eran más frecuentemente señal de peligro que de otra cosa. Por su parte, el Weasley se limitó a alzar la barbilla de la mujer con una mano y verter dentro de su boca unas gotas de poción herbovitalizante que se deslizaron por su vía digestiva sin encontrar resistencia... pronto despertaría, o eso esperaba.

 

- No estoy seguro de qué ha sido eso que la atacó, lo único que vi fue una especie de espectro negro surcar el cielo y a continuación escuché el golpe de su cuerpo contra el suelo. ¿Magia negra, quizá? - comentó el Weasley, pero rápidamente se retractó - No creo que haya un hechizo lo suficientemente fuerte como para derribar a un arcano de un solo saque, debe de haber sido otro animago pero... ¿dónde se metió?

 

Sabía que sus concepciones sobre la situación eran malas, y que muy probablemente se irían a su fundamento por lo poco predecible de la magia en sí misma. Sin embargo, el solo hecho de conjeturar la raíz de aquel ataque le hacía sentir de cierta forma algo más tranquilo, o que por lo menos alguien estaba tomando cartas en el asunto. Solo quedaba que la arcana despertase y finalmente podrían proceder a llevarla dentro de su hogar.

 

- Pero qué bellos animales. - soltó inconscientemente Nathan, quien recordó su propia forma animaga que hacía ya tiempo no utilizaba... no desde los últimos sucesos en aquel bosque. - Podríamos intentar algunos encantamientos para animarla, quizá un ennervate haría el truco, pero me preocupa que hagamos mas daño que otra cosa, ¿qué opinais? Quizá sea tiempo de moverla adentro, como Lisa sugirió, si armamos una buena camilla de sostén podríamos hacerlo.

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Miles de ideas cruzaban mi mente, mientras de fondo escuchaba la voz de mi sobrino. Desde llevarla a la casa, hasta avisar a otro de sus congéneres para que nos alumbrase sobre el auto que y sin saber porque habíamos aceptado como propio. Pasando por combatir férreamente contra la sombra que tanto yo como el Weasley haba divisado en el cielo. ¿Podríamos nosotros, sin ningún tipo de control sobre nuestras transformaciones, enfrentarnos a un animago capaz de derribar a un arcano? El destino nos ponía trabas cada dos pasos.


Estarme quieta no era lo mio. Quedarme de brazos cruzados observando como se sucedían las cosas no me gustaba, menos cuando la vida de alguien estaba en peligro. Sabia bien donde me hallaba; dentro de los altos y seguros muros de la academia, protegida con cientos de encantamientos, no obstante, había visto tanto ya a lo largo de mi corta vida que no me fiaba ni de mi propia sombra. Los seguidores de Tom Riddle con la excusa de la sangre y el poder eran capaces hasta de matar al primer ministro si eso les suscitaba algo de placer.


Me fije entonces, gracias al aullido de una de las hembras de malamuten, que la anciana estaba sufriendo unas mínimas consecuencias debido al sol, ya que este se hallaba en su punto mas alto – Hay que llevarla dentro o al menos cubrirla - ¿Porque no? Confiaba en ambos. Deje que el poder de Gaia tomase el control de mi ser, centrándome en la sombra de los arboles de mi ciudad natal e hice aparecer, agradeciendo mi unión con Avalon, una pequeña enredadera que poco a poco se fue juntando hasta crear una barrera entre el astro rey y la fémina.


- No se si aprobaremos la habilidad, pero ¡¡oye!! a supervivencia extrema no nos gana nadie – Les sonreí a mis compañeros, los cuales se habían quedado asombrados por lo que acababa de hacer – Según se – Me volví a poner sera y centrar en la situación - por lo que he ido estudiando acerca de sus vidas, cada arcano posee una piedra, una especie de amuleto que les renueva la energía y les hace mas fuerte. Quizas ese ser o sombra o cosa que intento matarla, quería robárselo. No es tan loca la idea – Mire el pecho de la bruja, confiada en que estuviese allí.

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Hacía años que la Black había dominado la habilidad de transformarse en un águila real y si embargo allí estaba, de camino a encontrarse con una Arca que decidiría si era capaz de realizar algo que para ella era casi tan fácil como respirar. Suspiró. Sabía que necesitaba pasar por aquel extraño curso y ese había sido el único motivo por el que había aceptado acudir al encuentro con Suluk. Aquella iba a ser la primera vez que se encontraría cara a cara con un Arcano y, aunque no lo reconociese, tenía ganas de que eso sucediera.

 

Debía ir en busca de aquella mujer a la casa en la que habitaba en los terrenos de la Universidad y allí era a donde se dirigía. Caminaba con paso decidido en busca de una vieja anciana o de cualquier animal extraño, no sabía en qué estado la podría encontrar. El sol estaba en lo más alto del firmamento y en aquella zona parecía brillar con más intensidad por lo que se quitó la capa negra. La ropa que había elegido para aquella ocasión era cómoda: botas negras, vaqueros viejos y una camiseta fina de la manga larga a juego con las botas. Después de todas sus clases en la universidad lo que tenía claro es que no debía acudir con vestido.

 

A lo lejos pudo vislumbrar una casa que desprendía un brillo rojizo. No estaba segura de que fuese el lugar indicado pero debía comprobarlo. Conforme se fue acercando a la pequeña edificación comprobó que no muy lejos de ella había tres personas que parecían estar rodeando algo junto a cuatro perros. No sabía muy bien porqué pero estaban bajo la sombra de una enredadera. Caminó hasta el grupo y no pudo evitar enarcar una ceja al contemplar la escena.

 

En el suelo, en un agujero más grande de lo que debería, había una mujer incosnciente. La banshee supuso que debía ser Suluk pero podía ser cualquier otra persona. A su alrededor estaban Anna y Lisa, dos brujas a las que conocía desde hace tiempo y mago al que no conocía. Sus ojos verdes se detuvieron en la anciana.

 

- ¿Se puede saber qué ha pasado? - inquirió a modo de saludo.

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