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Animagia


Suluk Akku
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Se había quedado dormido. Su mente se alejó de la realidad y no llegó a saber cuanto tiempo es que sucumbió ante los encantos de Hipnos. Despertó desorientado, y es que aquel momento de poca lucidez le brindó mucho más conocimiento del que podía haber adquirido despierto explorando y experimentando el poder de la aurora boreal. En sus recuerdos se grabaron instrucciones poco claras que tendrían que se analizadas. Instrucciones importantes que le brindarían la posibilidad de cumplir con su mayor cometido aquellas últimas semanas.

 

Estiró sus cuatro patas mientras bostezaba. El frío, la magia, su pereza instintiva habían invocado al sueño. Era momento de buscar algo nuevo. De ver hasta que punto de verdad aquella magia afectaba a la que ellos mismos contenían en el interior de su cuerpo. Si que se sentía más poderoso, o al menos así se sintió cuando estaba e su forma humana y la magia importaba, pero no le quedaba del todo claro si aquella fuerza podía ser controlara y exteriorizada.

 

Al principio, cuando se convirtió, se había quedado tumbado muy cerca del iglú por lo que le tomó poco tiempo llegar a donde este se encontraba. En la parte superior de esta, atenta, observaba todo el panorama Gatiux Malfoy -su tía- con su elegante forma felina.

 

La encaró. No era precisamente un desafío, todo lo contrario. Quizá, si se concentraba lo suficiente, sería capaz de entender más de la personalizad. Era ridículo, si, pero aquel día cualquier cosas podía pasar. Se quedó quieto, con sus ojos clavados en los de la bruja a la espera de como esta reaccionaba. Varios cuestionamientos pasaron por su cabeza. ¿Qué pasaban con las cosas que uno llevaba encima cuando se convertía en animago? ¿Iban a parar a alguna extraña dimensión detrás de la aurora boreal? ¿Eran asimiladas por el cuerpo?

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Gatiux había aprendido mucho sobre la meditación en las últimas semanas, había aprendido a dejar la mente en blanco, a liberarse de todos aquellos pensamientos que en ocasiones le desbordaban, y a sentrse en paz consigo misma después de mucho tiempo. Podía pasarse horas en la postura del loto, abandonada a aquel ejercicio interior. Desde que habían llegado allí y la Arcana les había hablado de la infinidad de posibilidades que se abrían ante ellos, la Malfoy empezó a hacer conjeturas sobre como podría influir la magia en la meditación. ¿Hasta dónde podría llevarla? ¿Cuál sería el límite?

 

Alguno de sus compañeros de clase jugaban con libertad de saberse poderosos de nuevo, dejaban que los instintos tomasen el mando, pero Gatiux se moría de ganar por experimentar, de aprovechar la estancia en aquel lugar extraordinario. Le siseó a Bastian molesta porque se atreviese a enfrentarla, aunque aquel tigre le superase en kilos no tenía miedo alguno, por lo que le dio la espalda y se alejó de humanos y animales, caminando lo suficiente como para que el iglú se convirtiese en un punto en el horizonte, alejándose del ruído. No tenía un trozo de piel visible, era una mancha rosa en la nieve sobre la que se sentó. Dejó salir el aire, cerró los ojos y se abandonó a la magia que le rodeaba.

 

Había leído mucho al respecto, sobre los viajes astrales, y aunque lo intentó no obtuvo resultado alguno en anteriores ocasiones. Sin embargo, creía posible lograrlo allí, ver mucho más lejos, prescindiendo de su cuerpo físico terrestre, saltando entre dimensiones para verse a sí misma en otros mundos. Era una oportunidad única para conocerse mejor y entender a sus otros 'yo'.

 

En los primeros intentos por salir de su cuerpo lo único que consiguió fue transformarse en su forma animaga, una gata negra de ojos amarillos, chocando contra un muro invisible. Humana. Gata. Humana. Gata. Humana. Cambió de forma hasta en 20 ocasiones. Una gota de sudor perlado comenzó a salir de su frente, y cuando estaba a punto de tirar la toalla lo consiguió. Gatiux no era Gatiux, pues se veía sentada en la nieve, y no desde su propia perspectiva. ¡Había logrado salir! Aquella versión fantasmal de sí misma voló hacia la Aurora Boreal y desapareció, fundiéndose en el color esmeralda.

 

**********

 

- No tengo una línea de visión clara, Gatiux.

 

Luke, mi compañero y francotirador, me habla por el intercomunicador. Han contratado nuestros servicios como mercenarios para matar a un pez gordo que está acaparando los recursos de la zona, molestando a otros tiburones como él. En este mundo, donde la comida escasea, donde hay una lucha diaria por la supervivencia, si te pasas de la raya te liquidan. Contratan a gente sin escrúpulos como nosotros para no dejar huellas, para que sus simpatizantes no sepan quien ordenó la ejecución. La verdad es que no nos importa quien mande, sólo cuidar de nuestros pellejos.

 

El arma de plasma se siente como una extensión de mi brazo. Me muevo silenciosa como un gato al acecho. Cuando me cruzo con alguno de los matones del gran jefe, un rayo azul los liquida al instante. No dejo que den la alarma. Me siento segura porque se que Luke cubre mis espaldas allí fuera, su vista de águila para mí es un recurso tan valioso como la comida o el agua. Luke nunca me ha fallado.

 

Mientras recorro la mansión me doy cuenta de que huele a moho y a suciedad, que el frío entra por las ventanas rotas y que las ratas hacen ruído en las paredes. Sin embargo, un techo es mejor que nada, aunque sea un techo como este, quedan pocos sitios grandes aún en pie. Mato a unos cuantos guardas y por fín llego a la habitación principal, el despacho. El gran jefe está derrumbado sobre la moqueta junto a la mesa, donde hay una botella de whiskey vacía y unos restos de polvo blanco. El viaje le va a costar muy caro a este tipo. Sonrío sabedora de que he ganado esta mano.

 

Un punto rojo se mueve sobre mi pecho, es la forma de saludar de mi compañero, que cree que después de 2 años repitiéndolo sigue teniendo gracia. La tiene. Contengo una carcajada. Cojo el cuchillo de mi bota y lo clavo en el cuello de este tipo, al que ni siquiera le ha quedado tiempo de gritar o ver quien acaba con su vida. La sangre lo impregna todo y yo limpio mi cuchillo.

 

- Parece que esta noche cenaremos como Reyes, Luke.

 

De repente me quedo sin respiración. Una mano me agarra por la boca y tira con fuerza de mí hacia atrás...

 

[...]

 

**********

 

Hace un día perfecto para disfrutar del sol, eso pienso mientras miro a mis hijos jugar con Todd, nuestro border collie, un perro grande y peludo. Llegarán a casa llenos de tierra, pero merece la pena por ver sus caras sonrientes, rebosantes de felicidad. Mi corazón se derrite de amor cuando miro la escena, quedándome embelesada por sus risas infantiles.

 

- ¿Cómo está la mujer más hermosa del planeta?

 

Mi marido llega a la cocina y me abraza por la cintura, aspira el aroma de mi cabello y apoya una mejilla sobre mi cabeza. Nos mecemos con suavidad en el sitio, sonriendo. Él es mi otra mitad. Mi alma gemela. No sabría vivir sin él.

 

- Feliz por tener al mejor marido del mundo -respondo- ¿Podrías llamar a los niños para merendar?

 

Me da un beso tierno en los labios antes de salir de la cocina. Hoy es un día de festejo. Ambos estamos orgullosos de nuestra pequeña Claire, por fín ha aprendido a utilizar las tres conchas, por lo que oficialmente ya es una niña mayor. También nos gusta tener una excusa para comer dulces, por lo que he preparado la tarta favorita de mi hija pequeña, de manzana, que hasta ahora estaba enfriando en el alféizar de la ventana. Los niños corretean y sus chillidos alegres llenan el jardín. Con una sonrisa en los labios salgo yo también a pillarles...

 

[...]

 

**********

 

 

- Scott... Scott... Decidimos perdonarte la vida el mes pasado con la condición de que devolverías lo que nos debes mas algunos intereses. ¿Se puede saber por qué no tengo aquí mi dinero?

 

- P-p-pero... es demm-masiado para tan poco tiempo... los intereses casi doblan al préstam-mo... Tengo el d-dinero del préstamo... pero necesito más tiempo para lossssinteresess...

 

- ¡¡¿¿Me estás tomando por im.bécil??!!

 

Delante de mi, ese despojo llamado Scott Pearlman tiembla como una hoja. Se encuentra arrodillado, llorando como una nenaza, e incluso se le caen los mocos. No me puede dar más asco, hago un gesto de disgusto con el rostro y uno de mis hombres le da una patada. No intenta protegerse. Tampoco me mira para no desafiarme. Me siento furiosa y si sigo retrasando el pago de las deudas de este tío, algunos de mis hombres pueden empezar a cuchichear, a decir que me he vuelto blanda y a perderme el respeto. Es algo que no pienso permitir.

 

Cojo la pistola que descansa encima de la mesa. La había dejado ahí en una firme declaración de intenciones, aquí mando yo. Encañono al hombre, la boca de la pistola descansa sobre su frente. Ahora tiembla mucho más y llora al tiempo que grita unas palabras que resultan incomprensibles.

 

- Lo tendrías que haber pensado mucho mejor antes de hacer tratos con la Mafia.

 

¡Bang!

 

El cuerpo se desploma.

 

- Sacad la basura de aquí -ordeno- Que alguien limpie este desastre.

 

[...]

 

**********

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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Estaba acostado mirando a las estrellas, cuando un perro dálmata se sacudió frente a mi. Tuve que cubrirme el rostro para que no me llenara de nieve. No había tenido tanto tacto con mi prima en su forma animaga. De hecho, con nadie salvo Katara. Era grandioso la libertad que nos daba ése sitio. Aunque me daba demasiada curiosidad saber que había a lo lejos, pasando el horizonte. ¿Más nieve? ¿Pueblos? No sabía, pero no quería irme tan lejos por si regresaba mi Maestra.

Yo creo que si te acercas lo suficiente, puede llegar a saltarte a la cara, asi que cuidado —le comenté con una sonrisa a mi prima Sofia, mientras me quitaba los rastros de nieve que tenía por encima de mi ropa y volví a acomodarme, boca arriba, con la dalmata en su forma humana a mi lado. Era agradable compartir ése momento con ella. ¿Cuándo había sido la última vez? Recordé que había sido en el Departamento de Seguridad Mágica pero siempre nos había rodeado trabajos, empleados y pergaminos—. ¿Que habrá más allá? ¿Crees que iremos con Suluk?

Le pregunté a Sofia después de algunos segundos. Había estirado mis brazos y los movía lentamente. Podía notar que a miles de metros de alto, la aurora boreal se movía como cuando tocabas el agua. Pero no había ningún contacto. Miré hacia el iglú, estaba seguro que aún no quería meterme allí dentro. Tenía la espalda helada, el cabello lleno de nieve y largaba vapor con la boca, pero me había acostumbrado un poco más al frío. Podría dar unas vueltas más.

¿Quieres ir a ver? —le pregunté a mi prima. Aunque aquella pregunta la hice resonar un poco más alto. Quizá, alguno más se sumaba, podríamos estirar un poco nuestras patas, alas y colas y cuando supiéramos de la Arcana de la Animagia, regresaríamos tan rápido como el viento. Regresé a mi forma animaga. Mis garras se aferraban a un pequeña piedra, sino me hundía sobre la nieve. Ululé varias veces y en cuánto a una seña de aprobación, retomaría vuelo.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Se elevó hacia lo alto del cielo, confundiendose con el manto colorido que era y desde allí logró ver que los demás se empezaban a dispersar, probablemente buscando más experiencia en aquellos terrenos blancos y cubiertos de nieve por doquier. Los hubiera acompañado pero quería seguir intentando el volverse sombra y al hacerlo con sumo cuidado tardaría un poco más en conseguirlo, pero así sería más seguro.

 

Poco a poco y mientras volaba a más velocidad, como tratando de desafiar al viento, se fue alejando también. No muy lejos de allí vio a la gata negra transformandose una y otra vez. Se quedó observando, aquello le resultaba bastante raro, ¿qué era lo que intentaba hacer? Unos minutos despúes lo entendió y lo vio, la bruja hacía un viaje astral. En su interior sonrió, le alegraba saber que al menos ella se interesara por descubrir sus vidas pasadas.

 

Se alejó de allí, pensando en las varias ocasiones en las que ella había experimentado un viaje astral junto a Noah, aquel misterioso hombre que en el origen de la vida se había convertido en su guardián. Ángeles, demonios, reencarnaciones, trágicos finales, la muerte y la vida, Sigel y Frylock. Todo lo que vivió y sintió ahora de repente venía a su mente. Recuerdos.

Voló con más fuerza, como queriendo alejarse de ellos una vez más, como para dejarlos donde estaban realmente, en el pasado.

 

Y entonces, en su inútil huida, como muchas otras que había protagonizado a lo largo de su existencia, se dio cuenta. Poco a poco fue descendiendo, como si la vida se le hubiera escapado a aquella plateada mariposa, sus pies humanos tocaron el suelo y sus manos volvieron a sentir el frío que emanaba la nieva bajo ella, había vuelto a ser Sally Anne Dumbledore. Tenía la mirada perdida.

 

Todo había sido tan claro desde el principio pero ella no se dio cuenta. Ni siquiera en el espejo de Cliodne, ¿por qué? ¿Acaso su magia estaba limitada o era que su mente había logrado bloquear totalmente aquello? En cuanto viera a Suluk Akku se lo diría, tenía que decirle que había logrado ver algo que el espejo no le mostró... Tal vez a eso se refería al decir que la magia en ese lugar no seguía las reglas convencionales. Suspiró.

 

Sigel había sido un ángel en el inicio de los tiempos pero al traicionar su condición fue expulsada del cielo. Había sido condenada a vivir una vida humana con un trágico final, una y otra vez. Sally Anne sólo era una reencarnación más y hacía tiempo que junto a Noah, el guardián que le fue designado desde el cielo, conoció el origen de su alma y la desgracia que tuvo que vivir a través de tantas vidas, a lo largo de tantos siglos.

 

Convertirse en una mariposa plateada no había sido sino una extraña forma de querer recuperar su esencia original, recuperar sus alas y la luz que como ángel irradiaba allá en el cielo. Sigel, una runa que significaba luz del sol. Sigel, un ángel, una estrella brillante. Como humana todo aquel misticismo se le antojó absurdo y tuvo que desafiar a la muerte para poder entenderlo. Y cuando finalmente lo hizo decidió olvidar. ¿Quién en su sano juicio podría cargar con todo aquel peso? Ella sólo quería vivir su vida, ésta vida, y ser feliz junto a los suyos...

 

Una solitaria lágrima recorrió el rostro de la bruja, que se incorporó y respiró profundamente, disfrutando de aquello como si hace mucho tiempo no respirara realmente. Sus azules ojos sólo lograron ver el blanco horizonte desolado. Se había alejado demasiado y no lograba ver a nadie alrededor. Ya no le apetecía probar a ser una sombra, ni a transformarse en una mariposa. Así que decidió caminar con sus dos piernas, sin rumbo aparente cuando en realidad estaba buscando a los demás. ¿Dónde estaría Lyra? Quizá ella podría reconfortarla.

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Un amago de sonrisa se dibujó en su mordida en cuanto Gatiux ronroneó. Para él era eso, un ronroneo. Su rugido, como tigre, era capaz de que incluso más bravo de los maullidos de un gato quedaran ocultos, sin transmitir absolutamente nada. Pero no le importaba que su tía diera media vuelta y escapara. Aquel sitio era mágico. La magia estaba en el agua, en el hielo y el aire.

 

Siguió a la bruja Malfoy. Se mantuvo alejado, no era su intención interrumpir lo que fuese que ella estaba haciendo. Le pareció raro, y gracioso, observar como iba cambiando de humana a gata en periodos aleatorios de tiempo. Algo estaba haciendo, o planeando hacer. Aquel famoso dicho llegó a su cabeza. Si, estaba en su naturaleza ser curioso pero aquel día no. Iba a observarla, si, pero con cautela. Desde lejos, afinando su mirada, su oído, tratando de captar cualquier cosas diferente.

 

Aquello de que los animales pueden sentir cosas sobrenaturales resuelta cierto al menos en parte. Sus ojos (que era el sentido en el que más confiaba, cosa rara estando aún en forma de animal) estaban concentrados en la forma física de la bruja. Pero en un momento, a partir de eso dejó de cambiar, el pelaje de su lomo se erizó y de forma instintiva emitió un rugido que de ninguna forma podía considerarse leve. Por la geografía del lugar seguramente se escucharía a una distancia considerable. ¿Qué es lo que pasó? Pues no hubo forma en que Bastian supiera explicarlo, simplemente sucedió. Sintió algo sin saber el que.

 

Adoptó forma humana nuevamente. Se sentía confundido. Se paró a recordar. A pensar en todo lo que aprendió durante aquella clase. ¿Qué pasaba con su ropa cuando se convertía? ¿A donde iba a parar su varita mágica? Se concentró en las últimas palabras que Suluk había mencionado. ¿Qué tenía ver la aurora boreal con la animagia? Todo.

 

Lo comprendió, quizá demasiado tarde pero lo hizo. Convertir a una persona en animal era sencillo así como traerlos nuevamente a su forma humana. Pero aquellas personas no conservaban nada. Algunos libros relataban como Barty Jr. había convertido a Draco Malfoy en hurón. Su túnica y varita habían caído al suelo. Incluso él había convertido en animal a varios de sus objetivos como espía con la finalidad de protegerlos o de secuestrarlos. Dejaban todo lo material detrás, absolutamente todo.

 

La animagia no era una transformación más. Era mucho más, o al menos eso dedujo, era una transformación acompañada de alguna especie de magia portal. A algún sitio debía ir todo lo material. Ser animago te daba la forma de un animal pero al mismo tiempo enviaba todo lo que llevabas encima a la inexistencia. Y si era posible enviar cosas ¿Seria alguien capaz de enviar parte de su conciencia a la inexistencia? Y mucho más importante. Si alguien lo lograba ¿Sería capaz de regresar con vida?

 

Algo hizo clic en su cabeza. Quizá si que se podía enviar conciencia a la inexistencia, y quizá él conociera de forma muy íntima a alguien que lo había logrado (si es que se puede considerar un logro estar atrapado en un cuerpo mitad humano y mitad animal) ¿Estaba la conciencia de los medio transformados junto a las pertenencias? Congeladas en el tiempo, viviendo en una dimensión extraña sin una clara puerta de salida.

 

¿A alguien se le había ocurrido robar algo de aurora boreal y sacarla de aquella mágica zona? Él lo intentaría. Quizá si llevaba algo del portal de los mundos con alguien que tenía su humanidad en la inexistencia la magia surtiría efecto. Quizá de esa forma en el interior de su amigo se creara un portal capaz de transportar su conciencia. Metió la mano en el bolsillo solo para percatarse la botella boreal aún estaba dentro.

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Había logrado subirme en el lomo de la dálmata, el cual era bastante cómodo. Sin embargo, el gusto no me duró demasiado ya que se hizo a un lado para hacerme caer en la nive. Acto seguido, aprisionó mi cola con una de sus patas y el maullido no se hizo esperar, tampoco mi reacción.

 

Me movi y empecé a arañar y morder a la dálmata en la pata con la que me tenía prisionera, era divertido y le agradecía que me diera un motivo para hacerlo. En solo un momento había en el lugar una pequeña reunión de animagos. Elvis se había acercado lo suficiente para rozar mi lomo y Sally en su forma animaga estaba jugando también.

 

Recordé las veces en que había intentado morder a mi hermana en su forma humana y que esta había logrado evitar mis ataques convirtiéndose en mariposa. La dálmata me librero cuando se cansó, afortunadamente no se tardo mucho en aburrise de los arañazos y mordiscos. Podía ser razonable cuando quería, aunque era una suerte que no tuviera la habilidad de legeremancia o podría morderme por ese pensamiento.

 

No comprendía como algunos de mis compañeros se convertían en humanos, cuando lo único que quería era aprovechar al máximo el poder estar en mi forma animaga.Sally parecía haberse perdido en sus pensamientos también, por lo que suspire.

 

La magia del lugar era increíble, se podía notar. Mientras jugaba podía ver como los mundos se tocaban. Universos paralelos, eran miles, pero me daba temor verlos, ¿que pasaría si alguno me gustaba más que el mundo que me había tocado vivir?

 

En ese momento me di cuenta, era como estar vigiladas,aunque en realidad nuestros otros yo que se encontraban en esos otros mundos no parecían darse cuenta de que estabamos cerca. Era curioso poder verme convertida en otros animales, lo que demostraba que la animagia era parte de mi.

 

La gran mayoría eran diferentes tipos de felinos, mucho más grandes que un gato normal. Era una de las coas que me hacia errepentirme del animal elegido, si bien era buen camuflaje y podía pasar desapercibida en casi todas partes, no tenía muchas opciones para defenderme.

 

Sin embargo, en uno de esos mundos descubrí que había elegido otros animales. En uno era un hermoso colibrí. Me encontraba espiando en una casa, donde no les extrañaba mi presencia. Estar entre las flores actuando como uno era hermoso, pero volar me cansaba demasiado.

 

En otro era una araña, ¿cómo era posible que me pudiera convertir en uno de esos animales que tanto odiaba? Era cierto que si te encontrabas en el techo bien escondida podías enterarte de muchas cosas, algo útil para poder cumplir las misiones a las que a veces me mandaba mi padre. Sin embargo, en esa ocasión me descubrió una bruja que al parecer les tenía más miedo que yo y pronto me rodeo con insectida. Los ojos me ardían, pero no todo estaba perdido.

 

Había podido escapar por una ventana, siempre me mantenía cerca de ellas. Cuando estuve fuera de la casa, me convertí en humana y desaparecí con ayuda de mi varita. Al menos en este mundo no era una araña

 

Las diferentes opciones eran bastantes divertidas, pero al mismo tiempo me hacian recordar que había pasado muco tiempo desde que hubieramos visto a la Arcana por última vez. No me molestaba estar ahi, me encantaba, pero queríaver si era elegida para presentar la prueba.

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Suluk no encontró a Jocker en casa cuando volvió. Estuvo esperando un buen rato, pero el aspirante no apareció. Pensó que igual se había ido a dar alguna vuelta por los jardines o acercado al Campo de Cliodne, por lo que se dedicó a leer varios informes, mientras observaba un extraño dispositivo con forma de pequeño espejo sobre el escritorio. No le podía mostrar lo que ocurría más allá del Portal que conducía al Polo Norte, pero si alguien trataba de entrar en contacto con ella, a través de otro espejo gemelo situado en el iglu, les serviría para comunicarse.

 

Extrañada por la ausencia de Jocker, Suluk consultó las gemas que le indicaban la presencia de alguna persona en los alrededores de su casa, sin éxito alguno. Envió a los malamutes en busca de Jocker, por si acaso éste había decidido utilizar algún tipo de magia especial, no había que olvidar que la mayoría de sus alumnos eran poderosos magos. Pero tampoco los malamutes tuvieron éxito alguno.

 

Finalmente, decidió abandonar la casa y hacerse llegar hasta el portal donde estaban el resto de sus alumnos. No se molestó en dejar ninguna nota. Si Jocker se aparecía, que esperara. Si no aparecería... allá él. A Suluk le gustaban muy poco los alumnos poco comprometidos. Menos aún los soberbios que consideraban que estaban por encima de las normas de educación más básicas.

 

Murmurando enfadada consigo misma por haber perdido el tiempo para nada, volvió a entrar por el portal que conducía al Polo Norte.

 

 

El espectáculo de la aurora boreal cayendo en infinitos y sutiles hilos de colores sobre el manto blanco polar la dejó sobrecogida, como siempre. Por más que visitara ese lugar, no podía dejar de admirarlo.

 

Aunque no todos, muchos de sus alumnos habían tomado su forma animaga. Ella también sintió el deseo de hacerlo y en un instante se convirtió en una hermosa gaviota ártica y no se privó de volar a sus anchas por el paisaje invernal, mientras observaba dónde estaban todos sus alumnos y qué estaban haciendo. Estuvo un buen rato observándoles, determinando quiénes deberían de ser los primeros en realizar la prueba, era una decisión muy difícil, pero debía tomarla. No todos podían realizar la prueba al mismo tiempo, aunque confiaba que la mayoría de ellos pudieran superarla pronto.

 

A pesar de que su forma hacía que se confundiera con el paisaje, a la primera que vio fue a la linda gatita persa en la que se convertía Lyra. Oscilaba de un mundo a otro y parecía estar experimentando.

 

- Hola Lyra, ¿cómo ha ido la experiencia? - Las palabras no eran exactamente palabras en el lenguaje que sólo los animales comprenden, pero aún así, lo que la gaviota ártica quería comunicarle a la gatita persa era perfectamente entendible por ambas. - Tengo que hablar contigo, cuando hayas terminado de experimentar, por supuesto. Estaré en el Iglu.

 

No muy lejos de allí se encontraba Bastian, en su forma humana. Suluk se acercó hacia él y se posó en su hombro, sin molestarse en pedir permiso. No le hacía mucha gracia retomar a su forma humana, pues estaba disfrutando de su vuelo, pero quería hablar con él.

 

- Ha llegado el momento de que hablemos, Bastian. Espera en el Iglu, ahora mismo iré.

 

Se iba a volver a transformar, cuando notó la presencia de Gatiux, Elvis y Sally en su forma humana no muy lejos de allí. No estaban juntos, pero salvo Elvis, los demás estaban solos. Se acercó, alternativamente a Gatiux y Sally y para ambas el mensaje fue el mismo.

 

- Es momento de que os hable de la Prueba. Os espero dentro del Iglu cuando estéis listas.

 

Por último, se acercó adonde Elvis se encontraba hablando con Sofia.

 

- Sí, sería una buena idea explorar el horizonte -comentó sonriendo, pues no había podido evitar escuchar el comentario del joven. -Elvis, si no te importa, quisiera hablar contigo en el Iglu, luego podemos seguir todos juntos con la exploración un rato más.

 

Tras dirigir aquellas escuetas palabras a los cinco que serían los primeros designados para realizar la prueba, Suluk se dirigió a Sofía.

 

- ¿Me ayudas a reunir al resto? Enseguida estaré lista y podemos aventurarnos a dar un paseo por aquí todos juntos.

 

Suluk confiaba en que Sofia estuviera pronto preparada, al igual que Asuhr, con un poco de suerte, las pruebas casi podrían ser simultáneas, pero de momento sólo podían atravesar el portal un máximo de 5 aspirantes al mismo tiempo. En cuanto a los demás alumnos, tendría que hablar con ellos. Tenían que ponerle más interés, si querían conseguir la habilidad.

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Se concentró lo suficiente en lo que pretendía. Él, a diferencia de Gatiux, no había pasado por un proceso intermitente entre animago y humano. Él simplemente se había quedado quieto, con los ojos perdidos en el aurora boreal sin parpadear. No se transportó a aquel sitio, fue su mirada la que vio lo suficientemente lejos. Se vio a si mismo, su figura de tigre, congelada en el tiempo y en el espacio a la espera de ser llamada a la dimensión en la que su igual humano se encontraba. Quizá fuera solamente su imaginación, lo más probable que no, pero así como vio a su lado animal pudo también ver animales con rostro humano. No eran animagos que se habían convertido y no podido volver. Eran animales sin forma definida con rostros humanos que flotaban sobre si. Animales que aún no habían encontrado su mitad humana y estaban a la espera de que algún portal los atrajera. Pero también vio animales deformes con partes humanas que se habían quedado en el limbo.

 

Parpadeo ante la sorpresa de un ligero peso en el hombro. Su visión desapareció, aquel vínculo -quizá imaginario, quizá no- se rompió y su rango de visión se limitó nuevamente al del mundo en que se encontraba. Despertó totalmente en cuanto la Arcana adoptó forma humana para para decirle unas palabras.

 

—Ha llegado el momento de que hablemos, Bastian. Espera en el Iglu, ahora mismo iré —dijo la mujer que podía adoptar la forma de cualquier animal.

 

—Estaría allí, Maestras —respondió con una ligera reverencia.

 

Al principio, cuando conoció a la anciana, había aprendido a despreciarlas. Nunca trató de ocultar su descontento el primer día en que la bruja hizo que limpiaran su vivienda. Pasó poco tiempo y aprendió a olvidar. En realidad, aprendió. Entendió, conociendo a su amigo y viendo el espejo, que hacia falta mucha humildad (al menos en ciertos aspectos) para llevarse bien con el instinto y poder dominarlo.

 

Dio varios pasos y se tiró hacia adelante. Un segundo antes de golpear estrepitosamente el suelo y posiblemente hacerse daño, su vestimenta se esfumó. Su cuerpo se comunicó con la inexistencia y dio paso al animal. Había visto demasiado como para entender que había momentos en que las personas debían mostrarse tal y como eran. Los animagos también. No utilizó metamorfomagia, no cambió en nada el color de su pelaje. Su marca, lo que lo hacía diferente de otros tigres apareció: unas motas azuladas cerca de los ojos. Ingresó al iglú y tomó forma humana nuevamente

 

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Tenía que esforzarse mucho más de lo que estaba haciendo, no podía permitirse flaquear en ese momento. Afianzando con fuerza sus garras en el suelo sintió el llamado de Suluk, persistente y cariñoso por momentos, el sentirse cobijada por ese respiro alentador la hizo soltar un fuerte rugido —Eres un guepardo, no un costal de huesos sin razón de ser o estar… se reprendía así misma con una severidad que laceraba su cuerpo y sus pensamientos. Tenía que volver a donde estaban sus compañeros, despidiéndose de ese paraje tan maravilloso poco a poco adoptaba de nueva cuenta su forma humana.

 

—Lamento la demora… se disculpaba topándose con Elvis en el camino —La hora está llegando… murmuraba por debajo recogiéndose el cabello en una coleta alta. La prueba decisiva estaba a poco de comenzar, si ella no estaba calificada para presentar la misma, tendría que replantearse eso de ser Animaga. ¿Cómo podría lidiar sin tener su habilidad con ella?, ¿Cómo se acostumbraría a pasear por los bosques como una simple inmortal?. Tendría la capacidad de manejar una derrota dentro de ese cumulo de sabiduría que le brindaban, el ser rebelde e impuntual le estaba pasando una cuantiosa factura sin lugar a dudas.

 

—Deseo conservarla… desviando su vista hacia la Arcana, siempre mostrándose respetuosa ante ella —Espero estar preparada para defender mi habilidad y mantenerla… mostrándose deseosa de poder aplicar a su ultima encomienda. El llegar tarde era algo que le molestaba sobre manera, ya que se había perdido los primeros pasos dentro de esa clase, ahora le tocaba retomar sobre sus pasos lo aprendido por sus compañeros y tomarse con serenidad la decisión que tomara Suluk. Su apariencia denotaba saber más de lo que contaba y eso era lo que le apasionaba a la vampiro, conocer lo que escondían esos ojos tan misteriosos y celosos de ser captados por los orbes lapislázulis de la mortifaga.

 

Ahí era solo una bruja, no tenía títulos o cargos que lucir. No le simpatizaba a idea de hacer alarde de eso, regodearse de lo que muchos tenían y otros tantos ansiaban tener. Era un asunto complicado, mostrarse como una animaga sin contar con el renombre que le daba su apellido, no existían los linajes o cunas de oro, no para un ser que anhelaba clavar sus afiladas fauces en alguna presa incauta que cayera en ellas.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Volver a tu propio cuerpo después de un viaje astral de aquellas características no siempre era fácil, pero Gatiux entró en su cuerpo como una flecha sin poder controlarlo. La impresión de mirar nuevamente desde su perspectiva recordando lo que había vivido en otro plano de la existencia, hizo que respirase rápidamente. Le desbordaban los sentimientos de las distintas Gatiux, unas tan parecidas a ella y la otra tan diferente. En el fondo de su corazón sabía que podría haber sido ella, pero en este plano le habían pisoteado demasiadas veces el mismo como para sentir un amor tan fuerte por alguien. En su corazón solitario solo anidaba la desconfianza además de otros deseos oscuros. Polos opuestos de una misma persona.

 

Anhelo. Desesperación. Miedo a morir. Soledad. Aceptación.

 

Aquel torrente de emociones noqueó temporalmente a la Malfoy. Todas las personas que había visto eran ella y al mismo tiempo nunca lo serían. Eran partes distintas del mismo puzzle que formaban su ser. Piezas creadas a partir de distintos moldes. Piezas que no encajaban entre sí pero que formaban parte de un todo. Nadie podía saber con certezas cuantas versiones existían, podían ser cuatro o infinitas, aunque algunas tendían a parecerse entre sí.

 

"Es momento de que os hable de la Prueba. Os espero dentro del Iglu cuando estéis listas."

 

Asintió aturdida a la gaviota que le habló. No articuló palabra, pues tenía un nudo en la garganta tras el viaje que había sufrido. No discernía si aquella travesía era buena o mala para su estabilidad psíquica, se sentía más sabia, sí, pero también más pequeña. Cuando la Arcana se marchó, Gatiux bajó las gafas de nieve hasta el cuello, y con ayuda de sus manos achinó los ojos, impidiendo el paso de las lágrimas que luchaban por salir.

 

« Inspira. Expira.»

 

Lo repitió muchas veces, como un mantra. Su corazón se fue calmando conforme pasaban los minutos. Sólo tenía que acordarse de respirar. Cuando se sintió calmada se levantó de la nieve, estirando los músculos, poniéndose rumbo al Iglú donde les esperaba la Arcana. Mientras caminaba miró hacia la Aurora Boreal que tantos secretos escondía. No se arrepentía de haberse hundido en ella, pero se preguntaba si comenzaría a obsesionarse por saber más desde aquel día. ¿Podría guardar un poco de aquella luz dentro de una bola de cristal? Así podría vislumbrar lo que sucedía en otros mundos distintos a sus otros yo.

 

Al pensar en aquella bola de cristal con luz de Aurora Boreal, ésta apareció en sus manos. Gatiux se paró de repente, alucinada por el hecho de que algo así sucediese. La magia de aquel lugar era intensa y poderosa, tal vez demasiado. Guardó con cuidado la bola, cabía entre sus dos palmas, continuando el camino hacia el iglú. No sería la primera en llegar, se había alejado demasiado para meditar en soledad. Ingresó al Iglú, donde estaba Bastian en su forma humana y Juve. Saludó a ambos con una leve inclinación de la cabeza y luego se sentó en el hielo, al estilo japonés, con los pies hacia atrás. Estaba recta, erguida, en señal de respeto a Suluk. Los ojos amarillos de Gatiux miraron a la Arcana con respeto.

 

-Aquí estoy, Maestra.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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