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Animagia


Suluk Akku
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Vi venir a una gaviota ártica hacia mi y por instinto, me dio tentación de quitarle unas plumas a la hermosa ave. Sin embargo no lo hice, me alegro mucho de haber tenido la fuerza de voluntad necesaria para resistir la tentación, ya que el ave era la Arcana.

 

-Todo ha estado bien, profesora. ¿Sabe? Nunca creí que uno pudiera volverse animago sin su varita, pero imagino que es por la magia del lugar, ¿no? Dudo que podamos transformarnos a nuestra forma animal sin la ayuda de nuestra varita fuera de este sitio.- Comenté.

 

Era tiempo de salir de mi forma animaga, a pesar de que me encontraba muy a gusto en ella. De todas formas, me estire un poco y cuando estuve cerca del iglú volví a recuperar mi forma humana. Entre al iglú, era algo nuevo para mi ya que nunca había estado en ninguno. No estaba segura si a mis compañeros les pasaba igual, pero era mejor no sacarlos de sus pensamiento.

 

Solamente habían llegado antes que yo Bastian y Gatiux, faltaban otros compañeros . ¿Cómo sería la prueba que nos asignaría la Arcana? No podía evitar reconocer que la prueba me ponía nerviosa, si bien me sentía cada vez más segura de ella. ¿Acaso no me habían mostrado esos otros mundos que era una habilidad que poseía en casi cualquier vida paralela?

 

Suspire. Me había sacudido la nieve antes de entrar, por lo que ya no quedaba rastros de ella en mi ropa, pero por instinto volví a sacudirme nuevamente. Lo hacia cuando estaba nerviosa, normalmente jugaba con mi varita, pero en ese momento no era una opción.

 

-Lamentó la tardanza.- Me disculpe con la profesora y mis compañeros con los que iba a hablar también. -Es un poco difícil dejar de navegar entre tantos mundos. Uno podría perderse en ellos por completo y olvidarse de la realidad.

 

Me encogí de hombros. Aquella experiencia en verdad me había dejado un sabor bastante agradable por decirlo así y deseaba volver a experimentarla. Al menos me había dejado de mejor ánimo que cuando habíamos ido al campo con los animagos incapacitados.

 

Solo podía esperar la siguiente asignación, las sorpresas no eran algo que me gustara demasiado, hacian que la vida de uno se salieran de lo planeado y yo... Necesitaba tener ese control en ella.

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A pie el camino de regreso le resultó mucho más largo, pero después de todo le sentó bien caminar ya que pudo reflexionar un poco mejor sobre lo que acababa de revivir. A pesar de estar aún sumida en sus pensamientos logró sentir la presencia de aquel ave acercandose a ella. Por un momento pensó que se trataba del buho pero cuando elevó la mirada logró distinguir a la gaviota ártica en que la arcana se convertía surcando el cielo teñido por la aurora boreal. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que los había dejado allí?

 

El mensaje fue claro, al parecer la hora de la prueba final había llegado. Asintió ante las palabras de la arcana que se alejó para seguir buscando al resto de sus compañeros. Le habría gustado contarle lo que apenas descubrió y que el espejo no logró reflejar, pero sería después, estaba segura que allá en el iglú podría encontrar el momento para hacerlo y si no, pues ya lo haría cuando terminaran la prueba. Si, ahora podía asegurar que estaba lista para enfrentarse a ella.

 

Después de unos minutos llegó al iglú al que al principio no se había atrevido a entrar y cuando lo hizo lo primero que notó fue la presencia de su hermana Lyra que estaba hablando, Bastian y Gatiux que ya habían llegado. Se acercó a su hermana casi por instinto, ojalá se la hubiera encontrado antes, pero de todas maneras se sentía mucho mejor cerca de ella. Se preguntó quién más faltaba por llegar, si mal no recordaba la arcana había mencionado que serían cinco los elegidos para sortear la prueba.

 

- ¿También te perdiste en varios mundos? - le preguntó en un susurro, como temiendo interrumpir la clase.

 

Se distrajo por un momento al ver aquel espejo comunicador reposando sobre un estante, además de algunos libros y lo que parecían ser otros instrumentos para comunicarse con la arcana, aunque también pareció distinguir algunas armas y objetos de defensa, algunas botellitas de colores que supuso eran pociones y... ¿una varita? No, quizá fuera otra cosa... No pudo evitar pensar que tal vez iban a necesitar alguno de esos objetos para superar la prueba.

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La aurora boreal continuaba por sobre nuestras cabezas como el primer momento. ¿Desde hacía cuánto tiempo existía ése lugar? ¿Y cómo había parado Suluk allí? Por lo que había comentado, venía de un lugar frío. ¿Viviría por allí? ¿Tenía cerca su comunidad? Eran preguntas que no podía recitarlas en el medio de la clase, pero teniendo a la Arcana en la Universidad, tal vez la vida nos encontraba con un café humeante entre medio y aquella charla.

Me había olvidado por un segundo de todo lo transcurrido. De todas las cosas que habíamos visto y había aprendido allí con nuestra maestra. Hasta me olvidaba que nos preparábamos para una famosa prueba, aunque solamente había visto el lugar de afuera. Hasta que una voz, que tal vez se asemejaba a la maestra, resonó en mi cabeza. Escuché mi nombre. Y escuché que me esperaba en el iglú. Miré a Sofia.

Ya regreso... —le comenté a mi prima apoyando mi mano en su rodilla y dirigiéndole una sonrisa. Me levanté y pude notar que tenía la espalda y las piernas heladas, asi que me sacudí un poco para quitarme la nieve pegada. El iglú estaba a unos cuantos metros, pero tenía el cuerpo un poco entumecido, no me había dado cuenta antes. Mientras que todos se encaminaban hacia allí, decidí que lo mejor era caminar un poco.

Por allí cerca había otras personas, que no entendí porque no iban al iglú. ¿Acaso Suluk había llamado a algunos? Aquello pasaba por mi cabeza, y me daba a entender que podía ser, ya que eramos tanto que a veces necesitaba, tal vez, prestar atención o enfocarse en algunas cosas. Dejaba un camino de huellas sobre la nieve mientras la aurora boreal iluminaba aun todo aquel sitio del ártico. Tanteé mi bolsillo para corroborar si estaba mi varita. ¡Y casi me daba un infarto! Había estado tantos años aprendiendo que aquello era lo primero que tenía que agarrar, que había olvidado que la habíamos dejado en aquella casita de la maestra.

Hola —murmuré, aunque hacía días que habíamos estado juntos con aquellas personas. Estaba Bastian. Y Gatiux. Los conocía de muchos sitios pero no había tenido una relación cercana. Por eso con alguna risita forzada o alguna reverencia con la cabeza, me puse cerca de Katara, porque me agradaba estar junto a familiares o amigos. Y miré a ver cómo proseguíamos. ¿Sería una prueba verbal? ¿Debíamos dar una especie de exámen? Algo me decía que no, aunque por dentro me sentía listo. Era extraño, porque realmente no sabía qué seguía. ¿Y si necesitaba mi varita?—. Me encantaría una taza de chocolate caliente —aquellas palabras salieron casi por inercia.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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La apertura de la Universidad a la comunidad mágica había sido el suceso del año. Como directora actual de la institución se sentía orgullosa, el crecimiento de todo Ottery estaba siendo garantizado gracias a las nuevas clases. Ella misma estaba logrando descubrir poder que nunca antes se había siquiera imaginado, oriunda de pueblos que creía inexistentes. Magia milenaria que, gracias a pactos diversos, ahora estaría a su alcance.


No obstante prefería ser cauta. No se permitía confiar por completo en aquellos extraños. Sabía muy bien que el cursar una habilidad no era algo simple, que requería entrega en cuerpo y mente, una entrega que no sabía si estaría dispuesta a demostrar.


Por ello, en principio se resistió, prefiriendo esperar a que las voces de quienes tomasen el rol de alumnos hablasen; esperar hasta saber más de las mal llamadas "clases", antes de abocarse a una de ellas. No era que no desease lograr mayores habilidades y lograr destacarse en la comunidad, era su propio orgullo el que le impedía aproximarse e iniciar la experiencia.


Desde su llegada a aquel lugar había logrado desarrollar dos habilidades en forma precaria. Una de ellas era la metamorfomagia, habilidad que le había permitido por única vez cambiar el cuerpo en el que habitaba para hacerlo más “a su gusto”. No había requerido nuevamente aquella habilidad, por lo que nunca la había perfeccionado, quedándose en forma definitiva con los nuevos rasgos adquiridos.


La otra habilidad, y la que con mayor énfasis deseaba lograr, era la animagia. Eran contadas las ocasiones en las que había logrado manifestar la posibilidad de cambiar su cuerpo, volar, abandonarse al placer de que sus alas la alcen por el aire como si no tuviese peso alguno. Sí sus alas. Alas de un tono tan claro que asemejaba su rubio cabello. Eran lo poco que podía observar cuando tomaba aquella forma, aunque bien sabía qué se trataba: lograba cambiar su cuerpo por el de una lechuza.


No obstante no podía hacerlo siempre que quisiese, por lo que solo en circunstancias de extrema necesidad lograba la transformación. Sin embargo en sueños volaba, veía las calles nocturnas con los hábiles ojos de una lechuza que recorría el poblado con impunidad. Eran eso, solo hermosos sueños, mas siempre se dormía con la ventana abierta por eran parte de la realidad.


Finalmente decidió dejar de lado todo aquel orgullo, a sabiendas de que lograría más en una postura humilde que con él. Si bien estuvo horas sentada en su escritorio, redactando y volviendo a redactar la misma nota con palabras distintas, por fin logró una que fue la definitiva.


“Estimada Suluk Akku:


Sería un gran honor que me aceptes como alumna, tengo grandes deseos de poder aprender de ti. Espero instrucciones.


Atentamente, Agatha Haughton Malfoy.

Directora de la Universidad.”


Antes de que sus manos decidiesen arrugar el pergamino y recomenzar, lo enrolló y corrió a la lechucería. Prefería no adornarlo todo con palabras, sino ser breve y clara. Cerró los ojos al soltar la lechuza que llevaría a la Arcana su nota, ansiosa y más que nerviosa por la respuesta que podría recibir.

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La anciana les miraba con aquellos ojos arrugados, protegida por el calor de sus pieles. Estaba segura que no perdía ni un detalle de lo que ocurría cuando sus alumnos se asomaban al espejo. Felicity no le tenía miedo, tal vez respeto pero no miedo. La Banshee siguió mirando el espejo, con firmeza, como si fuera un enemigo al que valoraba con la mirada.

 

Sin embargo, el espejo volvía a mostrarla a ella, el porte delgado de una Malfoy orgullosa y su cabellera plateada. Después de unos instantes en los que no vio nada especial, se alejó de allá y dejó el turno a otro alumno. Ella seguía sumida en sus meditaciones. Alguna vez se había autoengañado, pensando que había olvidado a Angus, a aquel hombre-lobo que la embelesaba con sus ojos claros. Pero el espejo le había demostrado cuán diferente era la realidad. Felicity siempre estaría enamorada de aquel mortífago y siempre se preguntaría si hubieran llegado a algo más si no hubiera desaparecido.

 

Antes de separarse alargó la mano y estuvo a punto de tocar la superficie que le había mostrado tal como era, la mujer enamorada que se hacía más fuerte ante el mundo de lo que era, que se refugiaba en un pelaje lobuno para recordar aquel amor perdido, con la esperanza de, así, sentirse más cerca de la persona amada y perdida. La Banshee no supo si se odiaba o si se compadecía de sí misma por ese sentimiento. Pero la esperanza es lo último que se pierde y, suponía, ella seguía transformándose en lobo por ello, esperanza de encontrarlo algún día, sino como humano, sí como el animal en el que se transformaba.

 

El Espejo de Cliodne había conseguido que la melancolía volviera a su interior. Felicity se alejó con paso rápido. Si hubiera podido, hubiera huido del lugar. Entonces ocurrió un imprevisto. Mackenzie Malfoy estaba en el suelo con la varita amenazante hacia la chica Uzza, Asuhr. La mortífaga sabía del lado de quién estaba. Era una Malfoy. No dudada que Mackenzie sabía defenderse pero su mano nerviosa asió con fuerza su varita, dispuesta a ayudarla si era necesario.

 

Sin embargo, la arcana intervino y las paró. Anunció la llegada de un nuevo compañero y las miradas se dirigieron hacia otro lugar, hacia la lechuza que llevaba un Portus para que llegara al lugar. La muchacha reconoció a Jocker, un compañero de bando. Sin embargo, su atención se centró en la transformación en serpiente de la muchacha extranjera. Recibía el halago de la Arcana por haberlo conseguido y supuso que eso motivó que les diera la tarde libre.

 

Felicity no se lo pensó y volvió a la tranquilidad del hogar, pensativa. La clase de ese día había sido muy productiva, aunque la hubiera dejado sumida en una triste melancolía.

 

*****

Mortífaga retirada
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Apenas iba a contestarle a su primo que desde luego iría con el a investigar cuando la Arcana apareció frente a ellos. Se levanto tras el Gryffindor mientras escuchaba las palabras de la bruja. Si bien se sintió desilusionada por no poder ir a la aventura comprendía que aquello era una clase y no un día de campo. Se sacudió la nieve y le dio un apretón en el hombro a su primo para indicarle que estaba bien, que no importaba, que otra vez seria.

 

-Desde luego Suluk cuente con ello - dijo otorgándole una inclinación leve a manera de mostrar su respeto - suerte primo, que la fuerza te acompañe - dijo dirigiéndose a su primo. Saludo con un gesto de su mano a los magos que iban entrando al iglu tras Elvis y se acerco a donde estaban el resto de los brujos.

 

Por un momento pensó en usa un patronus pero luego recordó que su varita se había quedado en la cabaña de la Arcana así que tuvo que hacerles señas y gritarles para llamar su atención. En cuanto se hizo notar les hizo señas para que se acercaran y les indico la estructura de hielo.

 

-damas, caballeros, Suluk me ha pedido que se acerquen pues pronto nos llamara para presentar la ultima prueba - dijo repitiendo mas o menos lo que la pequeña mujer le había indicado

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Habían pasado varias semanas desde la visión del espejo, pero Felicity se sentía igual de melancólica que aquel día que recordó tan vivamente la imagen de Angus. Ella pensaba que lo había superado, aunque se lo dijera para convencerse de seguir en la clase. Necesitaba superar la prueba y que constara que era Animaga. Se presentó en la casa de la anciana con ropa de abrigo. Era un día frío, así que había cubierto su delgada figura con un conjunto de punto azul eléctrico conformado por una falda larga hasta sus tobillos y un jersey de manga larga y cuello cerrado que cubrió con una larga capa de pelo de oso totalmente blanca y muy pesada que cargó sobre sus hombros.

 

Menos mal que lo había adivinado pues la Arcana les pidió que se pusieran ropa fuerte para salir al exterior. La nieve no era de su agrado, la muchacha preferiría estar al lado de la estufa en la mansión Malfoy o, en el mejor de los casos, de vacaciones en alguna isla del mar mediterráneo. Sólo el deseo de conseguir el certificado de Animagia la obligaba a permanecer allá, con el frío que hacía.

 

Los llevó hacia un lago y Felicity tembló un poco, pensando que tocaría bañarse en él. Sin embargo, resultó ser un portal. Lo atravesaron ante su invitación. La Banshee pensó que no podría ser muy peligroso, ya que iban en grupo.

 

- ¿En el Polo Norte? - su pregunta era tanto de asombro como desánimo. ¿Tan lejos estaban de casa? El paisaje era precioso y, tal vez, la única posibilidad de contemplar una aurora boreal que tuviera la muchacha en vivo. El frío, sin embargo, era demasiado intenso para maravillarse ante aquella visión, “buen presagio” como la definió la anciana.

 

Informó que sólo cinco de los presentes harían la prueba a la vez, el resto esperaría. Mientras, deberían practicar lo que habían aprendido en aquel hermoso lugar, donde la magia existía de forma diferente, sin tiempo ni espacio fijo.

 

Felicity se sintió intrigada. ¿Presente, pasado, futuro? ¿Universos paralelos? ¿Qué se iba a encontrar? Era una muchacha orgullosa. No usaría el iglú para pedir ayuda. Quería demostrar que estaba preparada. Dejó que el aire frío del Polo Norte moviera su cabello y, cuando se dio cuenta, ya era un hermoso ejemplar de lobo, con su pelaje moviéndose al viento. Sacó la lengua y respiró con fuerza, notando la humedad en el aire. Lanzó un aullido. Notó otros animales a su alrededor pero a ella no le movía el hambre. Se lanzó a una carrera interminable en busca de algo.

 

La anciana había dicho que allá se tocaban los diferentes espacios. A ella le interesaba el pasado. En el pasado, podría ver a Angus, acercarse a él sin miedo, rodearle con la misma naturaleza que él poseía en los días de luna llena. Estar a su lado... Eso es lo que le motivaba en aquella transformación.

 

Felicity corrió. Sintió el viento que aullaba en sus oreja puntiagudas, la nieve en la planta de sus garras, su cola agachada para hacerse más dinámica mientras aceleraba y aceleraba más aún en busca de su amor, de su amante, de su amigo... Lo buscó y creyó verlo en más de una ocasión pero sólo eran sombras. Sus pupilas veían de forma diferente. No llegó a encontrar lo que buscaba. Felicity no supo el tiempo que le llevó su búsqueda fallida. Aulló, desanimada, a la aurora boreal. Parecía que se burlaba de ella. Se agachó en la nieve y se acurrucó, lamiéndose el lomo, como si estuviera herida, cuando sólo era su orgullo, el humano y el animal, el que estaba sufriendo en aquel momento. El lobo irguió la cabeza y observó el iglú. Debía reconocer que la experiencia había sido maravillosa, pero no satisfactoria. Angus se había ido. Nunca volvería a verle. Si hubiera sido humana, hubiera llorado de rabia, así que lanzó otro aullido, más largo y violento que el anterior.

 

Después caminó, de regreso al lugar donde se reunían sus compañeros. Cuando se adentró en el iglú, Felicity volvió a su aspecto humano y contempló a la Arcana. Le había mentido. O ella había fallado. Allá no había el muchacho del pasado. Tocó un mechón de su pelo gris y se sentó, en silencio, esperando que alguien hablara. Estaba segura que si ella abría la boca, saldría un aullido de rabia.

Mortífaga retirada
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¿Muchos mundos? ¿De qué estaban hablando aquellas dos mujeres? Frunció el ceño confundido. Tardó varios segundos, en silencio, en entender a lo que posiblemente se referían las brujas. Él se había concentrado en entender todas las cosas extrañas que había detrás de la animagia. No se movió de aquellas tierras. Su mirada se perdió en la aurora boreal, en el infinito. Comprendió la forma en que las cosas pasaban a formar parte de algo inexistente. Como la varita, la ropa, las joyas y cualquier otro tipo de adorno era transportado a una dimensión a la que se podía acceder solamente siendo animago (u observando fijamente el punto en donde la autora boreal era más fuerte). Al parecer, Katara y Sally habían decidido moverse físicamente a otra dimensión.

 

—Gatiux no te había visto desde que, bueno, sentí algo extraño mientras te veía —dijo.

 

Quizá las palabras que utilizó no eran las más adecuadas. Podían escucharse de forma rara. En realidad en otra situación le hubiera dado igual. Pero en ese momento su intensión era comprender lo que sucedió en el momento en que su tía dejó de cambiar de forma intermitente entre gato y persona.

 

—Te observé mientras cambiabas de forma repetidamente. Estaba bajo la piel del tigre. Ya sabes lo que dicen de los animales, que pueden sentir cosas que no sentimos los humanos. Hubo un punto en que dejaste de cambiar y fue cuando como tigre me puse nervioso. Rugí sin darme cuenta y todo el lomo se erizó ¿Qué fue lo que pasó?

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No sabía si se trataba de la magia del lugar o que mi cabeza iba a todos lados, pero por un momento había dejado de escuchar todo mi alrededor. Los otros cuatro compañeros estaban bastante callados. ¿Estaban nerviosos como yo? Seguramente, aunque también jugaba el factor de que me llevaba poco con ellos. Con Sally, conocía a la bruja pero prefería tener una linda conversación dentro de Grimmauld Place.

 

Mi me empezó a tratar de imaginarse qué cosas nos enfrentaríamos a ésa etapa que faltaba. Había escuchado rumores. Como Director era el encargado de controlar aquellos dos grupos de magos extranjeros aunque ambos eran demasiados silenciosos en cuántos sus métodos. Ambas eran magias especiales y me incentivaban por igual. ¿En qué punto me encontraría de aquí a un año? Quería mantener las habilidades que tenía. Perfeccionarlas. E incluir algunas más, no estaba mal.

 

Los Arcanos eran sabios y sabían como enseñar sus dones. Lo mismo que los Uzza. ¿Acaso todos eran como Asuhr? ¿Qué sabrían sobre los animagos o los llamaban de manera diferente? Aquellas cosas me causaban intriga porque conocía a ésa tribu extranjera. Si intercambiaba parte de mi conocimiento, tal vez tendrían alguna información de más para compartirme. Ellos estaban rivalizados pero a mi me servían juntos.

 

Volví a la realidad. Todo estaba igual. ¿Cuánto tiempo había pasado? Iba a tomar aquella taza de chocolate y fui a tomar mi varita. Nuevamente me había olvidado que no la tenía. Fruncí los labios y le dirigí una sonrisa a Katara que también estaba dentro del iglú. Desde aquellas pequeños huecos, que simulaban ser ventanas, o eso creía, se podían notar aún la aurora boreal que jugaba por el cielo. ¿Dónde estarían los demás?

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La gente estaba nerviosa, no sabían que esperar de aquella prueba que les quería hacer pasar la Arcana, y no hablaban demasiado. Apenas inclinaciones de cabeza para saludar como había hecho Elvis, o algún cuchicheo que mantenían Katara y Sally. Gatiux sin embargo tenía la mirada ausente mientras esperaba a que llegasen los que faltaban, o hasta que a la Arcana le pareciera oportuno ponerse a hablar. Por ese motivo se sobresaltó cuando su sobrino se dirigió a ella, parpadeando un par de veces por lo inesperado de que alguien se dirigiese a ella cuando se mostraba tan poco predispuesta a mantener una conversación.

 

- Mi alma salió de mi cuerpo, Bastian. Había leído sobre los viajes astrales, pero siempre que lo intenté no me dio ningún resultado. Volví a intentarlo aquí... -explicó la Malfoy- El cambio era yo intentando salir de mi cuerpo, pero siempre que lo intentaba me transformaba en gato. Cuando iba a desistir lo logré. Me fundí en la Aurora Boreal...

 

«Cucú. Suenas como una pirada» -pensó, reprendiendose a sí misma- «Van a pensar que te falta un tornillo»

 

- Se que suena un tanto extraño, pero pude viajar a otros mundos. Saltar entre personas. Y todas eran yo. Conozco sus sentimientos y personalidades. Parecidas y distintas. Vi lo que sucedía en aquel momento desde los ojos de las otras Gatiux.

 

«Bravo. No lo has arreglado.»

 

Carraspeó. Sus ojos ambarinos miraron hacia abajo, donde apretaba los puños encima de las rodillas. Era difícil poner en palabras lo que había vivido, cómo se sentía. Su alma había salido y había vuelto y ahora conocía otras versiones de sí misma. No sabía como sentirse al respecto todavía, no había asimilado completamente aquella experiencia. Volvió a levantar la mirada para dirigirla a su sobrino. Tenía que restarle importancia a aquel asunto. No quería acabar en un manicomio.

 

- O eso o he tenido un sueño rarísimo. -forzó una risita- ¿Qué hiciste tú mientras tanto?

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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