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Castillo Ivashkov (MM B: 106154)


Leah Snegovik
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Soltó una carcajada divertida y armoniosa al escuchar las palabras de su hermana, ¿Es que de verdad esa rubia hueca no tenía nada más interesante que hacer? Para ser exacta a la demonio le daba igual, disfrutaba cada palabra que salía de los labios ajenos que eran presas fatales de ese odio que la consumía y la obligaba a crear esos berrinches infantiles que tanto la caracterizaban.

 

Pues si de algo se caracterizaba Cirse Ivashkov era en ser una reina del drama, pero la dejaría pasar por ahora ya que su motivo no era entablar relaciones amistosas con su hermana y además sacarse los trapos de con cuantos habían compartido cama, pues podría ser infinita la lista o incluso podía ser peor, si recordaba sus encuentros furtivos en la taberna del basilisco, donde a su juicio ambas habían dado una buena clase de como besar.

 

La energía de su madre era algo que ni el mismísimo lucifer lograría que la pelirroja olvidara, esas ondas de energía consumieron la habitación en donde todas las hijas de Leah se habían reunido como una cruel broma del destino a su madre, una mujer hermosa pero que aun así Emilia seguía deseando el diablo se la llevara, aun cuando la amaba por ser su madre.

 

Leah Ivashkov tan imponente y señorial se paseaba por cada una de ellas, desde Asshura que al parecer era nueva y estaba descubriendo un poco de sus hermanas y de lo que sería su familia, para luego pasarse a ella que no pudo evitar que sus músculos se contrajeran ante esa caricia que su madre le daba ¿Cuantas noche no había anhelado una muestra de afecto de esa mujer, de su madre, sin recibir nada? 180 años habían pasado pero aún le costaba ceder ante aquel amor que jamás obtuvo. La observo a los ojos chocando el zafiro con el esmeralda de su mirar - Madre, es un gusto verte- la frialdad de su voz era un poco más notoria que la habitual, aun le costaba dejar ir su pasado y vivir ese presente donde no estaba sola. Siguió con la mirada a la rubia hasta que llego a la pared y saludando a Cirse, la cual era una viva imagen de su madre, las miro.

 

Como siempre su hermana no la defraudo y comenzó ella siendo tan sumisa como un cachorro que mendigaba amor "Interesada" pensó Emilia suprimiendo una sonrisa al mirar a su hermana, pero no podía negar que era un buen método de empezar la función. Tenía planeadas sus palabras y las saboreaba incluso antes de hablar.

 

-Madre, tan poco importante somos para ti, que te has casado sin invitarnos- una voz que aun dulce dejaba ver el veneno de sus palabras - Tan poco te hemos importado siempre que ni siquiera a tu mujer la podemos conocer antes de que nos obligues a llamarla madre- había sonado un poco más dura pero apenas empezaba a atormentar a su hermana pues a su madre habría que llevarlas de otras maneras.

 

-Oh ma Petite- dijo mirando a su hermana mientras chasqueaba la lengua en negativa como se le hace a un niño pequeño -si tanto te molesta mi voz, qué más puedo decir yo de tu presencia- sonrió divertida y luego continúo -Ea, que no se te vaya la lengua hermanita, oh madre se sorprendería de con cuantos hemos compartido cama - Su sonrisa se incrementó aún más por lo que estaba a punto de decir.

 

- Y tenemos pruebas de que compartimos, o ya te olvidaste del Sr Croush. ¡Oh! bella la gloria de habernos compartido a un hombre como él y de paso que ambas termináramos enseñándole como besar.... ¿Cuantas veces te topas con algo así?- una carcajada angelical salió de sus labios - Creo que a madre no le gustaría saber cómo agarraste mi rostro y acariciaste mi lengua con la tuya-

 

Si hasta ese momento su hermana se vanagloriaba de su pequeño triunfó, en ese momento debía querer mandarla al infierno por que no podría refutar, ya que varios compañeros de bando habían sido testigos de ese acontecimiento. Le dedico una mirada divertida a su hermana, esa hermana que amaba y que sabía de sobre que el trato era solo una parte más de sus juegos y típicas peleas llenas de orgullo, para luego pasear la mirada por los rostros de sus otras dos hermanas Asshura y Alexis, y terminar en el rostro de su madre

 

- ¿Cuéntanos madre, planeas traer a mas hijas al mundo?-

 

 

@@Circe Atkins C. @@Ashura Lestrange @@Alexis Miller @

Editado por Emilia Malraux

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—Eso parece, corazón, bienvenida —señaló el sillón donde la muchacha tomó asiento, un poco más recta que antes. Nerviosismo.

 

¿Acaso lo habían planeado?

 

Habría pedido clemencia en cuanto llegó Alexis, porque sin duda había una estrecha línea entre su paciencia y la locura con tanta mujer junta portando su apellido. Ante aquél grupo no era Leah Ivashkov, la respetada asesina que podía matar a todas sin meditar demasiado. Era una simple bruja, con algo de autoridad, que las había traído al mundo. Y eso era tan peligroso como la mirada de Cirse y Emilia, que seguían atravesándola con sus pupilas como el filo de una hoja de navaja. Por suerte, Alexis parecía un poco más calmada e inclinada a la paz, de modo que bajó la guardia un poco hacia ella.

 

Ashura era a la que menos le preocupaba, porque mantenía una postura más calmada y cuando habló, dejó en claro que todo estaba bien. Aunque la tomó por sorpresa. ¿Conocerla? Aquella frase había sonado digna de una novela y la hizo sentir terriblemente culpable, al menos en el ámbito maternal, porque ya conocía de antes a la mujer pero nunca la había tratado como a una hija en realidad. Tenía sentido si se tomaba en cuenta que ella vivía en el castillo Black Lestrange y no ahí en Rumania, pero no dejaba de ser bajo. Suspiró, pensando en sus palabras y acabó por mirarla.

 

—Discúlpame, realmente no era mi intención prolongar tanto el momento. Eso no quiere decir que no te quiera, por supuesto, es sólo que a veces resulto un poco... —torció el gesto—... distraída. ¿Te quedarás un tiempo? Está demás explicar que tienes una habitación aquí para ti, estoy segura de que te acostumbrarás rápido.

 

Esbozó una sonrisa, casi olvidando por completo que estaba siendo acribillada por un par de miradas y fue entonces cuando Cirse rompió el silencio, con un tono de voz tan similar al suyo que casi, casi, demostró sorpresa. Sin embargo, sí estaba sorprendida. Ignoró por completo su arrebato con Emilia, no era como si se hubieran llevado bien en algún momento.

 

—Por supuesto que fuiste informada de mi boda —dijo, haciendo una pausa larga para que viera en sus ojos que no estaba mintiendo—. Lo planeamos durante meses y enviamos las invitaciones a todala lista de la Marca Tenebrosa —al decir eso, tocó el anillo contra oídos indiscretos para que sólo ellas escucharan—. No me faltó ni una. Incluso agregué una pequeña solicitud personal en tu carta. Y si no me crees, cosa que resulta evidente, hay una copia de dichas cartas en mi oficina.

 

Por un instante estuvo a punto de sonreír, hasta que escuchó a Emilia y el color, normalmente escaso en su piel, le subió hasta las orejas con una potente tonalidad escarlata. No sólo había enrojecido, sino que ardía dentro de su propia ira como el demonio que era en realidad. No había rastro alguno de una mujer pasiva, rodeada de sus hijas en una charla que podría haberse interpretado como un malentendido, sino que literalmente su cuerpo exhalaba calor como si estuviera a punto de lanzar llamas. En sus ojos, más fríos de lo que podía esperarse de aquella escena, una chispa de advertencia brilló justo cuando la chica terminaba de hablar.

 

Eran pocas las ocasiones en que perdía los estribos y esa no era una de ellas. No obstante, su pequeña sonrisa había terminado en un par de labios estirados en una fina línea rojiza y su expresión era de tal dureza que podría haber derribado la sala entera si hubiera querido. Sus movimientos adquirieron una sutileza peligrosa cuando dio el primer paso y se tornaron tormentosos cuando empezó a andar de verdad, acortando los metros que la separaban de Emilia. Y cuando se detuvo delante de ella, aún cuando no era tan alta como para verla desde arriba, parecía mucho mayor de lo que su raza dejaba ver. Sonrió, una mueca congelada sin ningún tipo de expresión.

 

—Puedes haberte acostado con mil hombres, con mil mujeres y con todas tus hermanas si con eso te sientes bien —cada palabra, con el marcado acento rumano, se extendió por la sala como la hoja de su katana cortando el aire—. No me molesta, ni me interesa. Pero esta es mi casa, mi techo y mi cara. Vuelve a decir semejante cantidad de barbaridades ante mí y vas a cuestionar tu valentía.

 

No era una amenaza, era un hecho. Pero cuando acabó de hablar, esa chispa que ardía dentro de ella se apagó de pronto y la tensión en la sala disminuyó con notoria gravedad. Al pestañear, ya no estaba viendo a una chiquilla insolente, sino a una mujer que había salido de su vientre y que había amado desde el primer día, como a todas sus hijas. Cerró los ojos un momento, se serenó y al abrirlos estaba sumergida nuevamente en su particular armadura de calma. Era un demonio y despertar su lado más salvaje era peligroso, pero si algo había aprendido con el paso de los años era a controlarse, por más enfadada que estuviera. Le asqueaba saber que aquellas dos habían tenido algo con Crouchs y le daba curiosidad el hecho de que ella y Cirse hubieran "acariciado sus lenguas", pero no hizo ningún comentario.

 

—En las cartas les pedí que llevaran los anillos, a ustedes dos —confesó y antes de que Alexis reclamara su derecho como hija, se adelantó—. Tienes más de un año desaparecida, sabía que no ibas a aparecer y por el silencio que has mantenido hasta ahora, es evidente que no sabías que estaba casada. No quiere decir que no lo hubiera considerado, con ninguna de ustedes —miró a Ashura—. A ti también, cariño.

 

Con esto último, algo más cansada, buscó las palabras adecuadas puesto que no quería herir a nadie y quería hacer sentir mal profundamente a las otras dos, era su trabajo.

 

—Ashura, mi niña, es hija de Mía Black Lestrange —miró primero a Cirse y luego a Emilia, que habían mencionado el tema y a esta última la miró un poco más, pues aún la tenía a un palmo de distancia—. Y ahora que lo preguntas, sí, me gustaría tener otro hijo. Aunque se me haga biológicamente imposible.

 

Al decir aquellas palabras, saboreó todas como si pasaran por su boca como un trozo de terciopelo y aunque trató de decirlo despacio para no perder el hilo, no pudo evitar que se le quebrara la voz. Como Emilia era la que estaba más cerca, ocultó sus ojos humedecidos acercándose a ella un poco más y dando un beso en su frente. Era la primera vez que lo hacía desde que había nacido y después de haberla reprendido como lo hizo, era un gesto sincero de disculpa. Se quedó allí un momento, enfocando algún punto cualquiera en la pared y luego se separó, mirando a Alexis.

 

—¿Tú también tienes alguna queja? —cuestionó aún sin haber resuelto el problema de sus ojos—. Te veo demasiado tranquila y empiezo a preocuparme.

 

Sonrió, poco, pasando la mirada a cada una de ellas hasta volver una vez más a Cirse. Con ella volvió a sentir un pequeño golpe de culpabilidad.

 

—Ya sé que no soy el mejor ejemplo de madre. Pero las amo a todas, aunque a veces sea cuestionable —también erala primera vez, para las cuatro que les decía semejante cosa. Llevó los ojos a su anillo de bodas e inspiró—. Me casé con Taurogirl, por cierto, supongo que podrán entender que lo mejor por sus cabezas es que no juzguen a mi esposa —aún bajo los efectos del anillo, nadie podría escucharla más que sus cuatro hijas.

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Que moralista se habia vuelto Leah luego del matrimonio, ¿Acaso alguna vez esa mujer de ojos verdes se habia preocupado por ella o por Cirse, incluso de Alexis o Ashura? Le parecia una broma que justo en ese momento la mujer a la que le debia la vida sacara su lado maternal y se acercara a ella para regañarla como una niña que se a portado mal.

 

Escuchó atenta sus palabras sin culpas ni remordimientos, le daban igual siempre lo habian hecho y mas cuando la mujer que tenía enfrente jamas habia dejado de lado los placeres de su vida inmortal por hacerse cargo de una pequeña cria que sufria en francia en su ausencia.

 

La miró a los ojos en cada silaba que su boca arrastraba con esa misma frialdad que habia heredado de ella, ¿poner a prueba su valentia? Si mal no recordaba ya la habia puesto a prueba cuando la abandono apenas Morrigan, su demonio, desperto en ella arruinando su vida. Y poco le habia importado su paradero hasta que ella por cuenta propia habia decidido regresar a casa.

 

- Oh vamos Leah, acaso te duele lo que haga o deje de hacer. En 180 años jamas estuviste pendiente de mi como para que ahora te importe, ¿Quieres ser buena madre? Debiste haber estado cuando esa noche, que se recuerdas bien tu segunda hija se convirtio y tu huiste dejandola a su suerte en francia, ¡alli debiste ser una madre! No ahora que he dormido y vivido en mil lugares diferentes-

 

La calma que precede a la tormenta es tan armoniosa pero tan extraña para Emilia que justo en ese momento liberaba parte de lo que tenìa guardado para su madre. Sus ojos se habian aguado aun cuando disminuian su expresión, pero nada la preparo para lo que acto seguido su madre acabaria haciendo, luego de mencionar la procedencia de Ashura, y sus planes de un nuevo miembro en la familia.

 

Un beso, un beso que durante su infancia habia añorado llegaba como regalo. Sus músculos se contrajeron al sentir ese gesto tan maternal y tan extraño Leah Ivashkov que parecía estar tan consternada como ella misma, ahogó su propia ira y contempló a Leah que parecía disculparse con la mirada mientras dirigía a todas unas palabras acerca de lo que habia sido su vida y por que la tan dichosa invitacion no le habia llegado.

 

Escuchar a Leah en ese estado era algo completamente nuevo y deshorientador, mas alla de ser una de las mas buscadas por la comunidad mágica, era una Madre poco cariñosa que tenia que lidiar con sus hijas y sus dramas. Y en ese momento podría jurar que estaba a reventar de dramas.

 

Saber que una de las triadas era su mujer logró que en su corazon una punzada de dolor apareciera. Algun dia podria perdonarla por su pasado tan irregular juntas o eso esperaba ella, pues amaba a su madre pero aun la rubia tenìa mucho que aprender de maternidad.

 

-Almenos espero que esto del matrimonio te haga darte cuenta de lo que tienes y no te provoque abandonarlo como solias hacer- Mas que rabia, fue dolor lo que salio de su boca, un dolor que era inevitable por que asi se habia sentido toda su vida. Abandonada por su madre, su ejemplo y la mujer que le dio la vida.

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Ya se estaba cansando del ambiente tan pesado que había en la sala y tenía que cambiarlo de alguna u otra forma.

 

La invitación jamás llegó por ello estoy aquí reclamando. —Dio un suspiro cerrando los ojos por unos segundos.— Pero te creo, tus ojos no mienten, ya sabes lo que dicen "los ojos son la ventana al alma" —Que frase tan cliché y cómica al saber donde estaba nuestra lealtad.— No necesito perdonarte nada, todo lo contrario. Pido tus disculpas ante mi arrebato. —Pareciese mentira lo que estaba diciendo pero la Ivashkov ante su desaparición cambió muchas cosas de su personalidad, por supuesto que su orgullo no dejaba demostrarlo.— Ahora... ¿podría preguntar cuál era la solicitud personal? —Indagó con curiosidad enarcando una ceja.

 

Y habría seguido hablando con su madre como no lo hacía en mucho tiempo si no fuera por las sartas boberias que soltó de la nada Emilia, ¡hala!, revelar tal cosa sabiendo lo que podría llegar a ocurrir, de verdad que su hermana era una cabeza hueca con todas las palabras. La rubia rodó los ojos viendo todo lo que pasó en unos pocos segundos, si Emilia buscaba que le cortasen la cabeza lo estaba por lograr.

 

Lo chistoso de todo es que su hermana destilaba odio en cada palabra que lanzaba y Circe tenía la seguridad que a Leah le iban a doler bastante aunque conociéndola, no lo iba a demostrar... mucho. Vaya que esto era como ver una película de drama pero en vio y en directo; la sorpresas no se hacían de esperar, puesto que su hermanita le tiraba toda la bronca que tenía desde hace siglos a su madre y esta termina sincerándose con todos, algo que no se ve todos los días.

 

Parecía que era la época de decir verdades, sincerarse con los demás ¿y por qué no unirse?, no perdería nada en especifico, capaz un poco de su orgullo pero estaban entre familia.

 

Es suficiente Emilia, si vamos a echarle en cara a nuestra madre yo le diría sobre el hecho de que fui concebida sin ser querida realmente y eso, realmente, no me afecta. —Se encogió de hombros.— Madre, soy la primera de tus hijas, creo conocerte mejor que todas así que no diré nada, simplemente que te amo también. —Hizo una mueca ante ello, era bastante difícil admitir sus sentimientos.

 

Así que con ella.. Mis felicitaciones a ambas, me cae bastante bien esa mujer, no tengo objeción. —Se acercó hasta la rubia mayor y le dio un pequeño golpe en la frente.— No te atormentes, puede que biológicamente sea imposible pero nada evita que puedan adoptar. —Se acomodó su cabello.

 

¡Que alguien llamará a un loquero! ¿El fin del mundo mágico se terminaba? Circe Ivashkov siendo amable con alguien, ya sea su madre, era un acontecimiento inesperado y definitivamente la única vez que lo haría, de tan solo pensar que podría serlo con los demás un frío inmenso se calaba en sus huesos. Fea, horrible y espantosa sensación.

 

—Estoy de acuerdo con esa pesadilla. —Viró su vista a su hermana.— Espero que ahora valores más a tus hijas. —No tenía nada más que decir, era demasiado para su mente por un día.

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Después de su arrebato, era extraño que mantuviera la calma con tanta maestría como si jamás hubiera perdido los estribos. Escuchó atentamente las palabras de Emilia y asintió una sola vez, dando a entender que había comprendido. La intervención de Cirse la hizo tensarse, puesto que había tocado un tema delicado, pero cuando pretendía disculparse la chica respondió su muestra de afecto y no pudo evitar sentirse un poco vacía ante tal hecho. ¿Tan mala había sido?

Era una pregunta tonta, incluso para hacerla dentro de su cabeza, así que recibió el golpecito en la frente de buena manera. Se lo merecía. Y estaba muy consciente de que tenía que empezar a dar explicaciones, pese a que largos años habían pasado desde que había decidido guardar silencio. Casi sin pensarlo, se acercó a su hija mayor y la rodeó en un abrazo tan maternal que resultó abrumador, incluso para ella. Se había perdido mucho de Cirse y se había perdido todo de Emilia. Alexis era con la que más o menos había convivido y aún así no era suficiente.

Siendo un demonio que no envejecía, debía resultar extraño para ellas el verla como una madre. Sim embargo, algo había cambiado últimamente en el semblante de la bruja y se percibía en sus ojos un atisbo de su edad real, del cariño que sentía por ellas y el pesar que cargaba, muy en el fondo. Soltó a Cirse solo para no incomodarla, puesto que debía ser la primera vez que la abrazaba en años, antes de dirigirse a los sillones. Iba a ser un poco complicado. Tomó asiento, esperó hasta que la imitaron y empezó un poco titubeante.

-Estaba asustada -admitió, con los ojos puestos en un cojín-, era joven y había sido un error. No quedar embarazada, sino lo que hice para estarlo. Cuando me di cuenta, pensé que podía sobrellevarlo y lo hice, sola, aunque estoy segura de que Zack habría estado conmigo si hubiera sido lo bastante sensata como para decirle. Era inmadura e inexperta. Pero lo intenté.

»Acababa de terminar la escuela y era primeriza, entenderán que un bebé gritón era nuevo para mí. No me mires así, hija, berreabas como si se te fuera la vida en ello. El punto es, que tuve que aprender con Cirse y no es que haya aprendido del todo bien. No había quien me guiara y aunque yo trataba, no me salía del todo bien.

Hizo una pausa. Hablaba normal y sonreía ligeramente cada tanto, recordando la carita de una bebé claramente aburrida mientras ella se debatía con un pañal o las veces que se dormía con ella en su regazo, agotada. No obstante, tenía los dedos tensados entre ellos y seguía sin mirarlas. No era fácil hablar de sus errores.

-Con Emilia fue diferente, sinceramente no pude aguantarlo como lo hice con Cirse. Me atrevo a decir que estaba un poco deprimida y Cirse era una bebé todavía. Pensé que para ahorrarle mis tonterías, lo mejor sería apartarla para que no sufriera lo mismo. No fue sencillo, lloré durante días incapaz de soportarme. Zack tampoco se enteró. Alexis es un poco de lo mismo, aunque ella siempre ha sido un poco... Inquieta -sonrió-. Cuando empecé a alejarme, como hice con Cirse, ella parecía menos afectada. Al fin y al cabo, Cirse estuvo conmigo durante su niñez y dudo que le importara mi ineficacia, pero yo no lo veía así.

Esta vez, miró a la rubia con seriedad.

-No fuiste planeada, ninguna lo fue, pero hay algo dentro que te hace sentir cosas que no puedes explicar, aunque puedo intentarlo. Me hiciste feliz el día que naciste, con tus dolorosas contracciones y tus gritos de soprano. Eras pequeña y perfecta, sostengo que sin importar tu tamaño hiciste que creciera un poco... Lo necesitaba.

Al ver a Emilia, sus ojos repararon en su cabello rojo. Cirse era igual a ella, en el cabello, en los ojos, en su actitud. Emilia en cambio había salido tan igual a Zack que era todo un misterio cómo el hombre no se había dado cuenta en la Marca. Sus ojos azules, sus facciones y la rebeldía en su cabello, como en su actitud, la hacían chocar con su hermana. Esperaba que aquella similitud a Zack no influyera en sus amorosos encuentros con ella.

-Sentí lo mismo contigo y creí que al dejarte con esa mujer estarías mejor que estando conmigo. No fue una decisión tomada a la ligera y es algo de lo que me arrepentí cada día. Fue lo que hicieron conmigo -torció el gesto, era la primera vez que lo decía-, fue una ¡d¡otez. Pero lo importante ahora es que...

Paseó la mirada por la sala, aprovechando el silencio de Alexis para obviar su historia de momento.

-Estoy orgullosa. Fui desastrosa y no lo niego, solo espero que comprendan que era otra época. No soy igual a lo que era, ni volveré a serlo. Pero si alguna vez he estado orgullosa de algo es de mis hijas y de lo que lograron aún sin que yo las apoyara en todo momento son mujeres fuertes e independientes y... Creo que es tiempo de que conozcan a Zack, como su padre, claro está.

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Al ver la escena, me sentía un poco... demasiado incómoda, sentía de lleno que no debía de presenciar algo así, al menos no por el momento, sin duda, lo mejor que podía hacer por ellas era ir e instalarme en mi habitación, seguramente querrían pasar un poco mas de tiempo productivo con Leah o al menos eso hubiese querido yo en lugar de mis hermanas, pero seguía sin conocerlas, lo único que podía pensar era en darles un poco de privacidad para que pudieran discutir del tema sin tapujos.

 

- Madre, creo que iré a instalarme en mi habitación, creo que necesitan un poco mas de... privacidad - Vacilé un poco al dejar salir aquellas palabras de mi boca, mas porque no sabía que era lo que Leah quería en realidad.

 

- Por mi no te preocupes, ya habrá momento para conocernos mejor y con respecto a tu pregunta, claro que me quedaré un tiempo en el castillo, me gustaría conocer a mis hermanos y a la demás familia, aunque sea poco a poco, digo, no quiero llegar a trabajar en el ministerio sin darme cuenta de que alguno de mis familiares es un compañero de trabajo - Terminé de decir esperando la respuesta de alguna de mis hermanas o de Leah antes de subir a mi habitación.

 

 

@ @@Circe Atkins C.@@Emilia Malraux

Editado por Ashura Lestrange
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Todo lo que insistes en ignorar de ti mismo,

Tarde o temprano te hará la vida imposible.

Alejandro ***orowsky

Me parece demasiado interesante todo, aunque en mi locura no logre comprender la realidad de todo lo que se estima, lo que se conversa, mi realidad a destono con mi cabeza llevándome una flor, enseñándome los ojos que llevo a mano en mi cajita junto a su corazón, mis manos aún están ensangrentadas, negras de la sangre acumulada por arrancarlos juntos cuando de pronto escucho sus voces, casamientos?... feliz?

observo a Leah y pareciera que mi serenidad no depende de la mujer ajena, somos tan diferentes, la misma piel nos une, tan blanca como la nieve y la nieve tan blanca como nosotras, pero mi cabello negro marca la diferencia en cuanto a mis hermanas, tan separables, parece que un año lejos fuera… su excusa perfecta pero que pasaba con todo lo que incluía… al parecer estar lejos y estar afuera o no saber, no incluía el estar enojada con la diferencia abismal de no haber sido informada como cirse… o Emilia… incluso ashura, aunque de ella no tuviera conocimiento, pero mis ojos enrojecen, una lagrima cae , el aura que me embriaga no es de dolor, decepción, no tiene nada sentimental porque no he de sentir nada y a lo lejos se rompe un jarrón, aunque bien podría haber sido de cualquiera aquella ira, pero no porque, era mía… esta ira que no ha de ser opacada con un simple “estuviste lejos tu no merecías estar ahí” ¿Qué pasa con las demás?

Exhale, de pronto la respiración no viene a uno y comienza a llenarse de palabras, no estaba preparada para ver ese abrazo, ni para verla tan sentimental, es mi madre, la parte fría heredada venia de ella, tal vez por eso no comprendía su quebrazón, porque no era capaz de asimilar mi vida con hijos, no me imagino tener una criatura, estaría tentada a quitar sus hermosos ojos y la locura vuelve a jugarme malas pasadas… ya le creo que fui inquieta… toda su historia menos la mía…

-estoy callada porque estamos aquí por ti… y estoy furiosa porque debiste esperarnos, un año no es suficiente para conocer a alguien y casarse – es quizá, la primera vez que rompo el silencio y quizá la primera vez que le demuestro algo de sentimientos, pero mis ojos azules fríos, parecidos a los colores primarios de una paleta de colores se posan en algo que no sea la mirada de nadie, me levanto, y dos pasos más sigilosos me acercan al espejo que me deja vernos en un plano familiar, pisando el jarrón que he roto, Las palabras no fluyen mucho más esta noche y solo me quedo observando el abismo de mis azules… me perdería en ese mar de nuevo si tan solo no estuviera tan molesta.

Y una despedida, niego cuando la joven se despide, no quería que Ashura se sintiera incomoda a pesar de no conocerla aquellos valores extraños en los que me envuelvo me decían que podía ser maldita con todos, menos con la familia, aunque ella se despedía invitándonos a no conocerla al menos por ese momento, y a pesar de que las presentaciones de mi parte serian un poco extravagante, ladee mi rostro hacia Cirse, ella siempre la más consciente mientras me preguntaba como yo estaba siendo más cuerda que ellas en este loquero – no te vayas Ashura, estas cosas las debes saber igual… porque desde ahora eres parte nuestra.

 

@@Emilia Malraux @@Circe Atkins C. @

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Esperaba más preguntas, pero solamente hubo una, en realidad sencilla. ¿Porqué mis hijas no se habían conocido en Bulgaria?

 

-Por varias cosas, una de ellas la edad. Ambas saben que me tuve que separar de ustedes estando pequeñas, para poder cumplir las misiones encargadas por su abuelo y porque Eliah debía recibir lecciones especiales para controlar sus poderes demoniacos.- Comenté.-Mientras yo estuviera con ella, no haría caso a los demonios que intentarían cuidarla.

 

Movi la cabeza negativamente. Al parecer toda esa situación no era tan sencilla de explicar. Era cierto que había una diferencia de edad muy grande, pero además, Eliah había terminado antes sus estudios.

 

-Eliah entro muchos antes a Durmstang, pero tras un episodio en el que ataco a un compañero en clases y me mandaron llamar, prometiendo que controlaría sus poderes demoniacos, aceptaron que se quedara en el Colegio. Cada verano se la pasaba con su abuelo, enseñándole el mismo a tener control sobre ellos y no podíamos verla.-Expliqué.-Tres años antes de que Eliah entrara a Durmstang te tuve y por sus problemas demoniacos no pude llevarte con tu hermana.

 

Era realmente peligroso tener a una bebé tan cerca de una demonio poderosa como Eliah, que no tenía mucho control sobre sus poderes. Podía lastimar a su hermana. Afortunadamente con Lionel no había sido asi, siempre se pudo controlar ala perfección o ese par me volvería loca.

 

-Por esa razón nunca coincidieron, la diferencia de edad era muy grande y para cuando tu pudiste entrar, Eliah prácticameente salió del colegio y siguio con sus estudios un tiempo, hasta que terminaste tu educación. Quería que se conocieran cuando salieras ese año, pero tu tenías otros planes.- Mencione, haciendo referencia a su huida con ese demonio.

 

¿Quedarían conformes con esa historia?

Esperaba que si. Menos mal que Eliah ya se comportaba mejor y tenía más control con sus poderes.

 

@@Eliah Ryddleturn

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Al poco tiempo los elfos llegaron cargados de bandejas por lo que sentó en el lugar mas cómodo de aquel salón ubicado cerca, por no decir al lado, de la habitación de su madre y donde además podía observar a las dos brujas Ivaskhov que tenía delante. Mientras tanto se sirvió un vaso de zumo de naranja natural mientras tomaba una tostada con jamón serrano y unas gotas de aceite de oliva por encima. Tomó un bocado mientras su madre comenzaba a explicar o mejor dicho a responder la pregunta que había lanzado su hermana menor Maida.

 

Cuando su madre dijo lo de las lecciones la castaña se acomodó en el sillón colocando su espalda bien apoyada en el respaldo y escuchandola. A poca gente su madre contaba los problemas que tenía la ojiazul, solo a gente de mucha confianza, como por ejemplo, familia, más que nada para que estuvieran alerta y advertidos del pequeño problemilla que acarreaba desde pequeña.

 

Lo que contó era verdad, aquel compañero Bulgaro la tocó mucho las narices, demasiado, por lo que optó por arreglar sus problemas ella sola. Lo bueno esque la mano de su madre y sobretodo, porque su padre era el mismo director de Durmstrang, era lo que ayudo a que siguiera estudiando en aquel colegio tan importante donde las artes oscuras era algo primordial en sus lecciones. Siempre se acordaría de aquellos veranos con su abuelo y la relación tan fuerte que obtuvo con él al pasar tantos veranos en el averno a su lado. Mas otros añitos de pequeña en alguna que otra casa de campo donde pasaba las vacaciones, la verdad esque él abuelo para ella era muy divertido.

 

-Me cuadra, pero mi pregunta es¿ como esque no sabiamos hasta ahora que eramos Ivaskhov? sabía que eramos Selwyn....pero no sabía que corria por mi sangre la linea Ivaskhov....-comentó mientras se quedaba dubitativa.

 

Pero la verdad esque la gustaría saber cual eran los otros planes de su hermana pequeña.¿ Que planes había tenido para no conocerla?. La Selwyn había entrado en las filas tenebrosas nada más acabar todos sus estudios y la verdad esque la encantaba ser mortífaga y sentir el poder y el miedo en su cuerpo, pero se había retirado por todos los quehaceres que conllevaba la marca y por que ahora no tenía todo el tiempo para dedicarse plenamente a ella. Era era su excusa de no haber tenido tiempo para conocer mas de Maida, ese había sido su plan de vida pero no sabía cual había sido el plan de vida de su hermana pequeña.

 

@@Lyra Katara Selwyn

 

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Sus palabras habían sido tristes de eso no había duda pues el nudo que se formaba en su garganta se cerraba aún más, haciéndola ahogarse en su propia tormenta ¿Acaso su madre jamás notó que todas necesitaban de ella? ¿Qué ella necesitaba de ella? La había dejado sola y Le dolía, era tan fuerte como la primera vez que la vio marcharse por la puerta de aquella mansión ahora tan lejana en sus recuerdos.

 

Se perdió a si misma pegada en aquella pared, sus ojos se centraban el Leah pero su mente viajaba por los recuerdos de su infancia. Recuerdos en los que miraba a la ventana esperando verla llegar, con sus finos vestidos y ese olor tan característico de dama de alta sociedad que aun cuando está cerca de su madre puede percibir. ¿Cuántas noches se había sentado en el piano a componer canciones para ella? Canciones que jamás escuchó, melodías que se perdieron en el olvido y en el papel añejo que se destruía por el tiempo.

 

El tono zafiro de su mirada solía oscurecerse cuando una emoción fuerte la atacaba y en ese momento suponía debían ser tan oscuros como la gema recién sacada de las canteras, caminó en trance por aquel salón hasta conseguir asiento en el sofá más cercano al de su madre. Y una vez allí se obligó a escuchar sus palabras, su explicación.

 

El tic tac de un reloj imaginario sonaba en su mente mientras la pelirroja escuchaba a quien la había traído al mundo, no se movía ni pestañeaba solo escuchaba lo que La matriarca Ivashkov tenía para decir. Una parte de ella no deja de razonar que ser madre era un reto que ni ella misma se había atrevido a afrontar de solo pensar en lo que se vendría encima. Y quizás, ella no fuera tan diferente a su madre si estuviera en esa situación.

 

Veinte años pasaron frente a ella mientras esa explicación era dada, veinte años de soledad entremezclados con la gloria de los inmortales. Veinte años habían logrado que los otros ciento sesenta estuvieran llenos de descontrol, ira, sangre, lujuria y placer. Quizás su pasado habría sido diferente si tan solo su madre se hubiera preocupado por ella, pero allí estaban un siglo ochenta años después sentadas en el salón del castillo familiar, de la familia cuyo apellido le pertenecía y ya era hora de aportar como propio.

 

No sabía si casi dos siglos fueran suficientes para perdonarla pero ya era hora de intentarlo, su madre termino de hablar, y sus otras hermanas Alexis y Asshura tomaron la palabra. No conocía bien a Alexis y mucho menos a Ashura pero si tenía que darle la razón a la Alexis con todo lo que había dicho e incluso más cuando dedico esas palabras a su nueva hermana.

 

- Ella tiene razón, Ashura. Nosotras ahora somos tu familia y no debes sentirte incomoda- Rompió el largo silencio que la había acompañado hasta el momento, dedicando una media sonrisa a la Black. En ese momento giró su rostro hasta Leah, Era hermosa y aún conservaba la juventud que recordaba desde muy pequeña pero sus ojos y su voz detonaban la longevidad que se escondía tras ese cuerpo de hermosas curvas y mirada desafiante.

 

- No puedo decir que eres humana y cometes errores, porque claramente no lo eres pero si puedo decir que en tu inexperiencia tomaste malas decisiones que hoy te pasan factura. Mi relación contigo no es de las mejores y en parte me culpo por no perdonarte todo el daño que sin saber me hiciste- Intentaba no sonar tan dura mientras le hablaba a su madre.

 

- Pero a lo que voy es que más allá de todo eres mi madre y estoy feliz de que lo seas. Ya no soy esa niña de cabello rojo y rebelde que lloraba por ti, pero aun cuando ha pasado tanto te sigo amando como cuando niña y creo que el tiempo que ha pasado ha sido suficiente para perdonarte Leah, perdonarte todo y desearte lo mejor con esta decisión que tomas.- Era su manera de disculparse y sacar una bandera blanca a su madre.

 

@ @@Alexis Miller @@Ashura Lestrange @@Circe Atkins C.

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