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Oclumancia


Aailyah Sauda
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Un fuerte gruñido se escuchó de la garganta de aquella presencia de Mirshka, estaba comenzando a perder el control al escuchar, al mismo tiempo que yo, las palabras que estaba dirigiendo la arcana en esos momentos. No se iba a materializar en aquella ocasión, no ante ese ser... y era lo mejor. Calma, debía de tomar nuevamente la calma de mi mente para continuar con el aprendizaje porque, en efecto, yo venía como un aprendiz.

 

<<Մի լսեք նրան. Ինչպես է այն, որ ես ուզում եմ թողնել այն: Դու վախկոտ ... միշտ կլինի, նույնիսկ եթե դուք չեք, որ խմբի, թույլ տվեք հոգ տանել ամեն ինչ!>>

 

Rápidamente recuperé el control de mi respiración mientras abría lentamente mis ojos, ubicando el cauce de agua en lo que buscaba aquella flor que se me había pedido. Dentro, en mi mente, la tormenta comenzó a disiparse, sin dejar nada visible más que el viejo cielo nublado y la presencia del Dupont carraspeando, sin perder de vista la brisa de Aailyah, seguía pendiente de ella, pero yo también de él. Debía de escuchar a mi guía en ese camino.

 

De inmediato vislumbré algunas flores, con mis pocos conocimientos en botánica podría distinguir a las margaritas, pero nada más, por ello es que debía de acercarme por completo mientras buscaba aquellas con las características necesarias mientras pensaba en los muros que creaba en mi mente para guardar mis pensamientos.

 

<<Պարզ, ինչ-որ մեկը, ինչպես թույլ, քանի որ դուք կատարել սպառնալիք, որը ենթադրվում է, որ մտել է այն, թեեւ ես արել է վերահսկել: Չկա ավելի լավ պատ մեկը զգում սպառնացել, մի իրավիճակում, դուրս գալ իրենց վերահսկողությունից, միակ լուծումը կարող եմ գտնել է պայքարել ինձ հետ, եւ, նաեւ, մենք գիտենք, թե ինչպես է դա ավարտվելու ... բոլորն էլ թանկ է իր կյանքը չափից շատ է ռիսկերը:>>

 

Una situación de peligro, el muro no era algo realmente 'físico' dentro de mi mente, era un sentimiento, era la sensación de peligro creada en la mente del intruso... si esto lo podía sumar con la legeremancia podría ser...

 

<<Կատարյալ զենք>>

 

Sentenció Mirshka para que, al instante, se calmara su actitud en aquel paisaje en mi vente y se comenzara a desvanecer, comprendimos la mismo tiempo lo que significaría el controlar ambas habilidades mágicas, lo que sería para él. Por eso ya no veía a la arcana como una amenaza, aunque estaba seguro que se mantendría 'cerca' de ella, vigilando su presencia en mi mente para lanzar algún tipo de ataque, a modo de defensa.

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Querer hacer una prueba y estar lista para realizarla eran dos cosas totalmente distintas. Si la arcana decía que estaba lista era porque lo estaba pero ella aun dudaba que fuera así en verdad. Sonrió para sus adentros pues sabía que Sauda vería sus dudas, estaba consciente que era el momento de dar el siguiente paso.

 

-Estoy dispuesta a realizar esa prueba, si tu das el consentimiento- dijo Jessie sintiéndose un poco más segura después de las palabras dichas por Sauda.

 

Aun tenía en su mente las imágenes que Sauda había querido introducirle en su mente y no se alejaban para nada a la realidad que ella había vivido pero a fin de cuentas ya había logrado al menos un poco poner barreras y ya le había tomado un tanto el truco a aquella extraña habilidad que muy bien podría servirle.

 

-Solo tengo una duda, ¿la oclumancia también puede servirme para cerrar el vinculo con mi hermano mellizo?- preguntó temerosa pues su hermano siempre sabía que era lo que hacía y como lo hacía, anticipándose a sus acciones.

 

Ahora solo le restaba aguardar por su prueba de oclumansia, veía gente que conocía, gente que esperaba conocer en un futuro cercano y gente... que había significado mucho para ella en el pasado pero era pasado y muchas veces las acciones pasadas no se pueden superar.

 

-Cuando diga arcana, estoy lista... o tan lista como puedo estar.

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Tenía la incómoda sensación de tener que sacudirse una sensación molesta todo el tiempo: así se sentía ser consciente de que había alguien más dentro de su memoria. A pesar de que sabía que previamente había sido víctima de magos legilimentes, no era consciente de la presencia de ellos en el momento en que ocurrió, por lo que aquella sensación (si bien completamente subjetiva) era totalmente nueva y devastadora para su consciencia.

 

La Arcana se evaporó sin más, y Nathan quedó agarrando la nada misma mientras la imagen cambiaba una vez más y se veía sumergido en una oscuridad absolutamente impenetrable. Para este entonces, sabía que su mente estaba divagando demasiado rápidamente y que era cuestión de segundos antes de que le presentase un nuevo recuerdo. Se preguntó sí, de alguna manera y con la suficiente práctica, sería capaz de explorar dentro de su propia mente hasta rincones recónditos que no había visitado nunca.

 

La escena tomó forma frente a sus ojos, y del suelo se elevaron unos tallos altísimos de cientos de árboles organizados en un patrón aleatorio, cuyas ramas poco a poco se fueron entremezclando para filtrar la luz de un sol ficticio cuyos rayos apenas alcanzaban a incidir sobre el suelo, alumbrando tenuemente el denso bosque que ahora lo rodeaba. El olor a menta fresca invadió completamente sus sentidos, y tras echar un vistazo alrededor notó que estaba acompañado únicamente de cuatro personas.

 

Arya. Thomas. Madeleine. Tres de sus compañeros de la Orden del Fénix, con quienes durante los últimos meses había compartido cientos de batallas y misiones. Pasaron unos segundos hasta que recordó con nitidez que hacían allí: estaban buscando rastros de un escondite de mortífagos que presuntamente se escondían en el Bosque de Dean, en Reino Unido. Aquella misión había sido un total fiasco, y quizá fue eso lo que le permitió experimentar aquella misión esta vez con una gran dosis de calma.

 

Sin embargo, rápidamente le llamó la atención de que a pesar de que mirase a su alrededor, la Arcana no estaba allí. ¿Cómo se suponía que iba a encontrarla en un lugar tan grande como aquel Bosque? ¡Debía de tener decenas de hectáreas! Algo le dijo que la Arcana no le pondría las cosas tan difícilmente, y que en vez de por lo físico, el desafío sería de tipo mental. Claramente no estaba poniendo a prueba su perseverancia para encontrarla con una probabilidad infinitesimal, sino que estaba poniendo a prueba su capacidad de encontrarla aún cuando supuestamente no estaba allí.

 

Y fue entonces que aquella realización le hizo un click, y entendió que la Arcana probablemente había tomado la forma de uno de sus amigos, y no era sino cuestión de descifrar quien de ellos había sido suplantado para encontrar a la mujer. ¿Arya? ¿Madeleine? ¿Thomas? De alguna manera, estaba seguro de que la Arcana sabía que él conocía tan bien a Arya que le sería imposible no discernir a su docente de su amada, por lo que rápidamente la descartó, a sabiendas de que quizá se estaba arriesgando más de lo que correspondía.

 

¿Madeleine? A ella no la conocía tan bien, su actitud hacia él siempre había sido muy limitada dado las enormes reservas que él sabía que ella tenía sobre el Weasley. Pocas palabras habían intercambiado sobre temas que trascendiesen de aquellos que concernían a la Orden del Fénix. ¿Thomas? A él lo conocía aún menos, sabía muy poco sobre él y aún no habían tenido suficientes misiones como para entender las vicisitudes del comportamiento del joven mago.

 

Veamos... >> titubeó el Weasley, mirando a ambos jóvenes. - Madeleine, ¿qué propones que hagamos? - le preguntó. Lo único que se le ocurrió fue ver si la Arcana podía imitar el complejo razonamiento que la Stark solía aseverar en sus comentarios. Probablemente fuese capaz de eso y más, pero por el momento, serviría de comienzo.

 

Miró de reojo y notó que Arya había desaparecido de la escena, quizá no estaba tan equivocado después de todo.

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Sauda volvió hacia Ishaya y rebuscó en algún recoveco donde no estuviera la presencia de a quién él llamaba Mirshka. Necesitaba decirle algo y que sólo él lo escuchara, lo comprendiera.

 

<<No te aferres a la presencia tóxica de ese ser. Puede que te sientas seguro dejando todo en sus manos, pero podrías perder algo valioso en el camino>> Aailyah buscó entre los recuerdos de Ishaya y sacó a relucir el rostro feliz de Cye, su esposa. Si había algo que podía calmar hasta los peores tormentos de un alma, era pensar en un ser querido. El amor era el arma más antigua y poderosa que existía, incluso hablando de magia. <<Él no será nada bueno en tu vida si lo dejas avanzar como hasta hace un momento. Usa la Oclumancia para crear una barrera que te proteja, incluso de tí mismo de ser necesario>> la voz de Sauda era calma y serena, pero escondía un dejo de nerviosismo por su pupilo, quien creía que podría lograr muchas cosas positivas aún con las cosas malas que había hecho en su vida. <<Puedes hacer grandes cosas con tus conocimientos>> finalizó.

 

Tan sólo le faltaba una evaluación más para saber si él estaba listo para hacer la prueba.

 

Y entonces, escuchó a Jessie, cerca de ella. <<Ya te he hecho la pregunta, así que sí estoy de acuerdo en que hagas la prueba. Ve mañana al atardecer al borde del lago y te daré instrucciones para que realices tu prueba final y obtengas el anillo de la habilidad>> finalizó si conversación con la pupila. Qué bueno que haría la prueba junto a Bastian, aunque no necesariamente "juntos", así ella podría aprender del Warlock a atravesar los obstáculos que le pondría al día siguiente antes de llegar a la Gran Pirámide. Despidiendo a Jessie, se volvió hacia Nathan, quien ahora se encontraba atravesando sus propias memorias para dar con ella.

 

<<Debemos irnos>> dijo la Arcana con la voz de Madeleine y también su forma. <<Esto es un desastre. No hallamos nada aquí y estamos perdiendo el tiempo>> agregó, dándole al espalda al Nathan del recuerdo, esperando que él lo siguiera. Sauda intentaba llevarlo a otro recuerdo, a otro trozo de su mente para ver qué tan bien se desenvolvía allí pero esperaba, en cierto sentido, que el mago fuera lo suficientemente listo para darse cuenta de la verdad. Después de todo, notaba que ya sospechaba de ella.

 

Aún con más ahínco, Sauda tomó la forma y presencia de Madeleine para sí misma, intentando imitar hasta el más leve gesto que había visto en los recuerdos de Nathan. Sólo podría darse cuenta de la diferencia si él mismo enfundaba esos recuerdos de la bruja con mentiras, haciéndole creer que lo que veía era tal como él se lo mostraba. Nathan era un mago muy inteligente y audaz, estaba segura de que ya estaba descubriendo el engaño. Por ello, Sauda pensaba que él tenía un potencial que desconocía por completo.

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Cye. Todo mi cuerpo se paralizó en ese momento al relucir la imagen de mi esposa, quedándome en cuclillas y el brazo estirado a punto de agarrar una de las flores, sobre todo porque había encontrado la arcana un punto importante dentro mi propia historia; ella continuaba marcando mi vida después de ocho años de que nos hayamos conocido, acercándonos cada vez más a una década de amor ininterrumpido.

 

Aún podía verla como aquella vez, abriéndome la puerta del castillo Lockhart para escucharme hablar sobre la necesidad de cuidarnos entre todos los vecinos de Ottery ante los ataques de algunos criminales, de los mortífagos, convirtiéndose en una ruta usual dentro de mi camino por el pueblo mágico solo para poder charlar con ella de vez en cuando, verla durante unos segundos que se convertían en minutos y después, con el tiempo, en horas. Sorprendiéndome de su ingenio al momento de darle ciertos cursos en Hogwarts, los especiales para que se pudiera graduar y, al mismo tiempo, recibirla con los brazos abiertos a una gran familia.

 

A través de los años pudimos formar una familia, fortalecer los lazos que nos unen y siempre caminar de la mano. Ahora tendríamos nuestro primer hijo biológico después de tantas adopciones hechas en la familia, sin demeritar a ninguno de nuestros hijos y los hijos de sus hijos, pero la ilusión de aquel niño era demasiado fuerte. Nos había dado una nueva visión de la vida misma, el poder criar a otro ser humano desde su nacimiento, verlo crecer sin miedos, enseñándole todo lo que pudiéramos, que sabíamos.

 

Je dois protéger, aux soins, à l'amour.

 

Una barrera que me proteja, justamente, algo que pudiera asegurarme de la forma en la que se estaba comportando dentro de mi la presencia de Mirshka, Mi esposa y mi hijo neonato se consolidarían como la suave brisa se mantendría en aquel extraño páramo que reconocía como mi mente, sus risas, su tacto, su sola existencia.

 

Aailyah había resultado una arcana diferente a los que ya había conocido, estaba preocupada por el camino que tomaría con la habilidad más que por subirse a un pedestal por ser ella quien la estaba impartiendo; había humildad en sus acciones, existía un comportamiento más humano, sincero, y jamás podría haber previsto aquel comportamiento, de ninguno de los arcanos, a lo cual me provocaba más el estar atento a sus enseñanzas... venían del alma.

 

Je dois demander des excuses, enseignant, faire confiance à ses mots pendant ce temps et promettent de continuer à apprendre à chaque instant pour mieux développer les compétences.

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La figura de Sauda se irguió. Y me quedé mucho más tranquilo tras rememorar aquellos recuerdos, porque de verdad era feo ver la mansión Gryffindor de aquella manera, era increíble el cambio que optaba nuestro hogar cuando había dos personas o más. Aún estando en la clase ¿Sucedería aquella mítica magia que cuando dos Gryffindor se juntaban aparecían más? Sauda no llevaba la sangre de los Leones, asi que estaba seguro que no, pero hubiera sido lindo que alguno de los Arcanos sintiera la comodidad de las instalaciones como si fuera la propia.

Asi será, maestra. Encontraré el centro —le respondí a Aailyah Sauda, dirigiéndole una reverencia con la cabeza. Me llamaba la atención el respeto que me infundía la Arcana. Era diferente, era mucho más sociable que Rosália. No entendía porqué en mi cabeza me las seguía imaginando opuestas, pero ni siquiera las habilidades lo eran, así que tenía que aprender, o por lo menos me lo había propuesto como meta personal, que las tenía que llevar juntas. Por eso que me acomodé mientras Sauda desaparecía—. Que Merlin haga lo que quiera —logré murmurar antes que una niebla blanca, espesa, me cubriera por completo.

De a poco aquella pared blanca, empezó a abrirse en pequeños agujeros, dejando entrever el escenario a través de ellos. De a poco se fueron agrandando, como cuando las nubes empiezan a despejarse y a dejar descubierto el cielo. Y noté que el sitio había cambiado drásticamente. Había pasado de la sala enorme de los Gryffindor a un pasillo oscuro, que era iluminado cada varios metros por una simple antorcha que emitía una temblorosa luz amarilla. Tanto el techo, como las paredes y el piso eran de una piedra gris oscura.

Avancé unos pasos y éstos resonaron a lo lejos. No me acostumbraba aún a la oscuridad de aquel sitio pero siempre parecía que alguien me estaba observando desde atrás. ¿Dónde estaba? Exclamé un "Hola" que se perdió entre las grietas húmedas. El suelo tenía ciertos charcos de agua que chapoteaban mis zapatos. Me aferré a mi varita simplemente para estar seguro, pero algo me decia que allí no correría peligro -físico-. Miré atrás y había más oscuridad que hacia adelante. No había esquinas donde doblar, asi que opté por avanzar. Me crucé con dos o tres antorchas hasta que a la derecha, la apertura de una puerta se materializó.

Algo me decía que no tenía que atravezarla, por eso que me detuve al frente, observando todo lo que sucedía en el interior. Me acerqué lo más que pude, apoyando mi mejilla sobre el marco, notando a media docena de adultos en una sala idéntica a la que había abandonado recién. Había muchos niños dispersos por alli, todos parecían disfrutar de la reunión. Me alejé lo más rápido que pude antes que las figuras encapuchadas llegaran a hacer destrozos. Pude ver de reojo los flashes de luces verde esmeralda. Caminé un poco más rápido, cruzándome con otras tres o cuatro puertas.

La Orden perdió los registro, Eithel. Callum tiene algunas sospechas pero cree que debemos mantener todo en secreto aún. Ya sabes.
Tranquilo, cariño. Estaremos bien. Debemos confiar solamente en la familia y podremos hacer un excelente trabajo. ¿No lo crees, Goldor? Promételo, promételo que no haras nada sin pensarlo.

Dos figuras estaban casi abrazados, enredados por las manos y piernas, una llevaba el cabello largo, con rulos que se mezclaban con el pelo corto del hombre. Pero ninguno se lo veía bien. Parecía preocupados. Pero otras voces salían de la siguiente puerta.

No podemos correr el mismo riesgo. Me alejaré, Isabella, ahora es nuestro pequeño. Estoy seguro que no se ofenderá de porqué creció lejos de su familia.
Si, nos lo confiamos. No podemos fallarle. Llamaré a mi hermana, ya regreso.

Ésta vez las figuras, marido y mujer también, parecían con otra postura. No estaban preocupados pero si atentos e intentaban organizarse en lo que parecía que los otros dos primeros habían fallado. Con la primera imagen me parecía como si no quisiera entrar, como que me provocara cierta inseguridad, mientras que la otra me envolvía un halo de seguridad. Incluso hasta me parecían conocidos, pero las imágenes eran extrañas, parecían de otro lado. Continué avanzando.

Aquellos pasillos parecían interminables y circulares. Parecía que cada puerta era en un nivel superior pero no me había dado cuenta que estaba ascendiendo. Ahora si que aparecían otros pasillos, de momento doblaba a la izquierda pero por otros a la derecha. Me dejaba llevar simplemente por la intuición, las voces me guiaban. ¿Eran mi historia? ¿Eran de verdad o simplemente un juego de Sauda? Estaba seguro que no era un juego y que todo dependía de la facilidad de perderme en aquellas habitaciones. Pero no entraría a ninguna.

 

Algunas imágenes eran reales, porque habían pasado. Otras no, y era lo que me permanecía en esos caminos oscuros y fríos, pero las antorchas me mostraban cada vez más luz, el fuego en la punta era más firme. Incluso aparecían algunos adornos como cuadros o estatuas. Podía leer en mi mente parte de la mente de las personas en aquel cuadro. Hasta que escuché la voz de Sauda. Si, era su propia mente, asi que ella me estaba permitiendo eso. Había descubierto algunas cosas nuevas de mi vida. Si, inconscientemente estaba descubriendo eso después de 35 años. Pero allí estaba.

 

Ésto es más dificil de lo que pensaba, maestra Sauda. Pero entendí como funciona todo. Podría haberme quedado allí durante milenios —exclamé a modo de reflexión. Tenía enfrente a Sauda, luego de entrar por una puerta al final del pasillo. Pero no estábamos ni en la Gryffindor ni en ése laberinto.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Aailyah sintió la calidez que emanaba ahora Ishaya, salida desde el sentimiento de amor que tenía por la figura de su esposa, Cye. La Arcana había dado en el clavo y se sentía aliviada porque no quería perder aquel pupilo. Tonks era una persona con muchos matices, muchas facetas y ella deseaba conocerlas todas. Había pensado que era un poco engreído y egoísta, pero se había dado cuenta -había tardado un poco- que en realidad era sólo una fachada de quién era Ishaya en realidad. El mago, quizá sin darse cuenta, había escondido su ser desde siempre y era más que hábil con la Oclumancia. Podía desatar tormentas en su mente, atrapar a sus enemigos y hacerles temer como nadie. Ella misma había experimentado el miedo que podía llegar a causar estar frente a frente con la furia de la mente de Tonks. Nadie parecía haber estado mejor preparado tan pronto.

 

<<Eres quien eres. Ha sido un gusto poder tenerte como alumno, Ishaya. Sólo quiero hacerte una evaluación más antes de preguntarte si estás listo para realizar la prueba. Sé que eres capaz de encontrar la tormenta y luego llevarla hasta la calma, pero quiero ver si puedes hacerlo estando bajo presión>> la Arcana elevó su varita al aire sólo en un movimiento que ella percibió, porque el resto seguía viendo a la joven Saka, sentada en la hierba, con los ojos cerrados como si estuviera meditando. La magia inundó el páramo y, donde se encontraba Ishaya, las ramas de los árboles y el agua del río intentarían atacarlo. <<Vas a tener que defenderte del ataque físico de la naturaleza y del mental proveniente de mi al mismo tiempo. Si puedes hacerlo, entonces no tendré dudas de que estás listo para esto. Y no seré gentil>> le advirtió, mientras comenzaba su ataque mental y la naturaleza hacía lo suyo.

 

Era increíble la forma en la que Sauda había estudiado durante años para perfeccionar su técnica. Su rival era y siempre sería Rosália, aunque ambas habían tomado esa postura simplemente porque sus habilidades eran las dos caras de la misma moneda. Jamás había podido entablar una conversación con su par sin que salieran a relucir muchas mentiras en el medio; las dos poseían el arte de engañar, aunque ella misma prefería no usarlo siempre que le fuera posible. Aún así, las enseñanzas de la otra Arcana la habían versado en el arte de dividir su mente en varias partes, de modo que podía guardar diferentes cosas en aquellas secciones y también le ayudaban a acceder a sus alumnos. Era así como podía mantener el laberinto para Elvis mientras que atacaba a Ishaya y jugaba con Nathan.

 

<<Aún podrías estar allí, Elvis>> dijo la imagen de Sauda frente a Elvis, sin mover siquiera los labios. <<¿Crees que has llegado al centro del laberinto o esto no es más que un espejismo de lo que deseas, como un Oasis en el desierto cuando estás muriendo de sed?>> puso su cabeza de lado, como un felino, mientras observaba al director de la Universidad. <<¿Crees que todo lo que has visto es cierto o falso?>>lo indagó, mientras el lugar en el que se encontraban comenzaba a moverse y diversas imágenes, como enormes pantallas, se materializaban alrededor de Elvis. Imágenes de él cuando era pequeño, de miembros de su familia, de su bando... Y secretos. <<Crees que eres una persona transparente, que no hay nada que desees ocultar. Pero te oí, claro y también lo sabía: ¿qué hay de los secretos que no son tuyos pero guardas con tanto celo?>> le mostró algunos de ellos, como los rostros de los miembros de la Orden que no se habían revelado, la ubicación de la guarida del bando y tantas otras cosas que él sabía sobre su familia y amigos. <<Estás en mi mente pero yo estoy en la tuya también y puedo sacar todas esas cosas... Encuentra la "fuga">> y, con un susurro, desapareció de la vista del Director. Lo estaba retando a encontrarla en aquel mar de imágenes y secretos. Encontrar la fuga de información y sellarla.

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- Exacto, no las conozco - El Tonks se sentía un poco perdido dentro de su propia mente y eso no le agradaba para nada - ¿Y si no las conozco, entonces cómo hago para saber lo que debo trabajar? - Relajarse era una de las cosas que casi nunca lograba pero había tenido que aprender a hacerlo durante sus clases de Animagia y Metamorfomagia para poder realizar sus transformaciones. La concentración que necesitaba y el resultado logrado eran muy diferentes, siempre había sido capaz de dominar su cuerpo y sus cambios, pero no su mente y el momento había llegado.

 

- ¿Un matiz? Supongo que el mío debe estar relacionado con mi pasado - No estaba seguro de lo que debía buscar pero la falta de experiencia en dicha habilidad le estaba saliendo caro, sentía que no iba tan rápido como le gustaría o como lo había hecho en su otras clases pero tendría que esforzarse mucho más para lograr un buen resultado y el dominio de su mente y sus pensamientos - Piensa rápido, pero sin hacer todo a la fuerza - Eran las palabras que más se repetían en su mente mientras se intentaba concentrar.

 

Justo cuando pensó que todo se iba a salir de control, una imagen comenzó a recrearse en su mente. París junto con la Torre Eiffel habían aparecido - Esto solo puede significar una cosa - El Warlock sabía bastante bien por qué su mente lo había llevado hasta ese lugar, en dicha ciudad vivía Pierre. Su antiguo profesor de idiomas era una de las personas más importantes en su vida y había quedado demostrado en el desarrollo de su clases, gracias a su sabiduría y lecciones había podido realizar las pruebas con más agilidad y quizás esta no sería la excepción.

 

- Pero... ¿en dónde está Pierre? - No lo veía, en Metamorfomagia había aparecido junto a él o más bien lo había tenido que suplantar durante un evento muy importante, pero esta vez no estaba en el lugar - Si él no está, entonces... ¿por qué venir a París? - Pierre nunca hacía tantas preguntas, era mucho más tranquilo y siempre sereno. Era un mago muy callado y solo decía lo que consideraba adecuado, así era que le había enseñado muchas cosas al Tonks.

 

- Tranquilidad es lo que necesitas - Era lo que siempre le decía cuando el Tonks se desesperaba en sus clases de idiomas y de esa forma le había logrado enseñar a hablar y escribir varias lenguas mágicas y no mágicas. Niko estaba muy orgulloso de lo aprendido con él y siempre intentaba realizar lo mismo con sus alumnos dentro del Ateneo de Conocimientos, sabía que para aprender se necesitaba concentración y mucha paz o las cosas no terminarían bien.

 

- ¿Será eso? - A la mente del Knight llegó una idea, pero no estaba seguro. La arcana le había indicado buscar un color pero hasta ahora lo único que había logrado concluir es que Pierre le había enseñado a estar tranquilo aunque no se notara siempre. No obstante, sus conocimientos seguían perdurando en el tiempo y sabía que con un poco de concentración siempre lograba estar tranquilo y esa era una de sus características más importantes.

 

- Claro que sí, ese es mi color - La analogía era bastante clara para el Tonks así que cerró sus ojos y comenzó a visualizar su organización mental, poco a poco los pensamientos, las ideas y todo aquello que recorría a través de su mente comenzó a verse de un color bastante especial: el azul - El azul representa la tranquilidad, la comodidad y la paz. Todo lo que me enseñó Pierre y que me hace en gran parte lo que soy hoy en día - Sabía que la arcana podría escucharlo, pero él también había logrado identificarla más no sacarla.

 

Los pensamientos de la arcana eran de otro color y la había logrado detectar en su mente, pero ahora tendía que sacarla o al menos lograr proteger sus pensamientos más importantes y aquellos que solo él deseaba conocer - ¿Será? Mejor no - Por un segundo creyó que lo mejor sería intentar pronunciar las palabras que le había dado a conocer, pero aún no había aprendido a utilizarlas y lo mejor era ser paciente.

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Cual fue mi sorpresa cuando comenzó a formarse un extraño torbellino de aquellas aguas tranquilas del río, justo al momento en que una enorme rama del árbol más cercano caía sobre mi, pensando al principio que se había roto y asombrándome cuando vi que seguía fija al tronco... ¿Acaso me estaba atacando la naturaleza? Claro, ella había mencionado el ponerme a prueba para saber si mi control de la oclumancia se mantenía bajo adversidades. Era un buen reto, por ello sonreí.

 

Me recordaba aquel escenario el estar bajo un cyclone maximus, hechizo de nivel templario de la Orden del Fénix, por su naturaleza de imitar el desastre de un huracán, de cierta medida; es por ello que la familiaridad de la situación (por todos los entrenamientos durante diez años en los terrenos de aquella organización) se me hizo realmente sencillo el soportar el ataque externo, así como la intromisión de mi guía, la arcana.

 

¿A dónde crees que vas?, le hablaba directamente a la bruja mientras se escabullía entre las 'nubes' de pensamiento, memorias y recuerdos que era mi mente, tratando de mantener a Mirshka apartado en esos momentos aunque también estaba al acecho, esperando a que pudiera dejarlo libre nuevamente para acorralar al intruso... pero no había necesidad, ya conocía las limitaciones del mismo y la forma en la que podía dejarlo libre y este ya no era el caso, no había una situación de ataque como tal de parte de Aailyah.

 

Seguía, sin embargo, creando ciertas turbulencias en aquel extraño paisaje cada vez que quería acceder a un sitio más profundo; porque ese era mi tipo de muro, como le había llamado ella, mi manera de defenderme y de resguardarme, mostrándole simples memorias de mi haciendo jugarretas, travesuras y disparates, "información vacía".

 

No podía creer la satisfacción que sentía, la calma de mi cuerpo mientras levantaba la varita para que el agua no me atrapara y las ramas dejaran de caer sobre mi, separándolas sin mayor complicaciones, mi entrenamiento dentro de aquella vieja organización secreto no había sido en vano a pesar de la segregación de quienes se mantenían en los altos rangos. Sí, por ello no me permitían subir, sabían mis capacidades y las limitaban por... miedo. suspiré, era una ganancia saber que te mantienes fuerte a epsar de las adversidades.

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Oyó la voz de Niko y se llenó de entusiasmo. Sauda estaba pensando que quizá Niko se hubiera perdido en sus propios pensamientos ante lo que ella le había propuesto y se estaba preocupando un poco por su alumno, hasta que volvió a oírlo mientras hurgaba en su propia mente y sacaba cosas de su vida a relucir. La Arcana lo veía como si todas esas imágenes fueran una película rodando a su alrededor, casi siempre era esa la forma en la que veía las cosas y, por un instante, se quedó mirando la Torre Eiffel y recordando ella misma los momentos que había vivido allí.

 

Aailyah escuchaba todo lo que Niko pensaba y veía todo lo que él veía. Lo notó deducir su color y moverse entre él con una soltura que no hubiera imaginado. Lo que parecía retener a Tonks era, en esencia, su propia mente y quizá ahora se estuviera dando cuenta de sus posibilidades.

 

<<¿Por qué crees que no podrás hacerlo?>> preguntó, intrigada, mientras lo veía debatirse entre usar el hechizo para crear las barreras protectoras o no. <<No es la palabra lo que actúa, sino la magia que está en nosotros, Niko. Ni siquiera deberás pensar en ella cuando necesites utilizarla porque tu mente estará tan habituada a resguardarse por sí misma que la palabra parecerá obsoleta>> la Arcana le sonrió y allí, frente a la torre, se apareció junto a su alumno. <<La Animagia y la Metamorfomagia son dos habilidades que dependen de la capacidad física y no sólo de la mental. Juntas es que actúan y se obtienen resultados. Pero la Oclumancia no tiene implicaciones físicas en absoluto. Puedes estar más quieto que una roca, jamás cambiar de estado y aún así tu mente ser un libro abierto que invita a ser leído. Por otra parte, la verdadera dificultad está en cuando debes estar haciendo cosas simultáneamente y resguardando tu mente al mismo tiempo>> había estado contemplando la hermosa construcción de hierro que se alzaba hasta tocar el cielo y se dio vuelta para mirar a su pupilo a los ojos. <<El poder está dentro de todos nosotros aunque no sepamos cómo usarlo, sólo debemos ser pacientes y practicar>>.

 

Luego de eso, la Arcana se desvaneció de la vista de Niko y continuó hurgando por su mente. Sabía que Tonks ahora sería capaz de distinguirla mejor luego de su aparición pero eso era lo que quería, que la buscara. Quería mostrarle a Niko todo lo que había por descubrir de su propia mente, el poder que tenía escondido y cómo debía resguardarlo para que nadie pudiera usarlo en su contra. Sauda era de las pocas Arcanas que lograban empatizar más con sus alumnos, seguramente por el enorme tiempo que pasaba viendo sus vidas a través de sus ojos y viviendo sus experiencias como si fueran propias. Se preocupaba por todos ellos. Le hablóa a Niko una vez más.

 

<<¿Crees que serías capaz de encontrar la forma de evitar que acceda a ciertos rincones de tu mente? No pienses en el hechizo Oclumens, sólo en la intención de no dejarme entrar. Veamos cómo nos va>> y volvió de nuevo a navegar por la mente de su pupilo.

 

En otra parte del bosque, junto al río, Ishaya seguía las directrices de la Arcana, protegiéndose de la naturaleza mientras cuidaba que Sauda no accediera a sus pensamientos. Poco a poco lo iba tentando un poco más, empujando más profundo, pero sin llegar a lastimarlo porque no era su intención. Estaba siendo compasiva con sus alumnos y al tiempo pensaba si eso no los haría un poco débiles. Temía por Ishaya, por ese ser llamado Mirshka que podía aparecer de un momento a otro y no quería que el poderoso mago se impregnara de esa esencia maligna pero, al tiempo, veía que aquella parte de él era también lo que protegía, como dos caras de la misma moneda. Tonks hacía muy bien su trabajo, evitándola, repeliéndola. Así que Sauda empujó un poco más profundo, buscando los lugares donde acechaba el dolor, la desesperación, los miedos... Iba a tentar al mago hasta que agotara sus fuerzas. Todos necesitaban que los quebraran un poquito para encontrar y reparar sus grietas, era parecido a lo que hacía con Elvis: les mostraba que había fugas.

 

<<Un poco más>> dijo Aailyah, picando a Ishaya en su mente. Sabía que él podía. Sólo un poco más.

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