Castillo Karlštejn (MM: 108937)

[Andromedario]

Andrómeda Lenteric

Departament de Transportes y Deportes mágicos

Empleada

Ante la eficacia de su compañera y sus medidas precautivas, no pudo hacer otra cosa que sonreír orgullosa. Se notaba que deseaba colaborar con ahínco y empeño y aquello no podía hacer más que sacarle una sonrisa. Oyó que alguien más se presentaba por los terrenos, y supo de inmediato que se trataba de su novio. Sin embargo, al tener allí a su jefe y a una compañera expectante por realizar su labor se contuvo de salir corriendo para besarlo. Saludo dedicándole una de sus mejores sonrisas al tiempo que tomaba la mano de June y salía disparada de la entrada; decidiendo concentrarse en la actividad para poder liberarse con rapidez y poder meterse finalmente en la calidez del castillo y pasar un buen rato con Edward.

 

-Muy bien... ¿Te han enseñado alguno de mis compañero ya cómo realizar el hechizo? - le pregunto con parsimonia mientras sacaba su varita y se arremangaba un poco. El terreno plagado de una naturaleza dormida por el invierno era el único expectante de aquellas dos muchachas, y este hecho agradó a Andrómeda. Sintiéndose cómoda trabajando en su propia salsa, no podía pedir más. Se concentro en recordar cada uno de los requerimientos, a sabiendas que debería moverse a su vez por la larga extensión del terreno para dejar todo en correcto orden.

 

-En todo caso... puedes ver ahora cómo hacerlo. No es nada difícil, pero necesito de tu ayuda ya que el tamaño de este lugar no se cubrirá así de simple - hablo chasqueando los dedos.

 

Pronto las palabras fueron nulas para dejar paso a la acción del hechizo. En el ambiente se notaba casi imperceptiblemente comos se iba modificando el aire, como si se le aplicaran diferentes capaz de burbujas a medida que movía su varita. Pensó que cuando aprendiera DCAO quizás podría aumentar aún más la seguridad de aquel lugar.

 

Sin saber si su compañera la seguía o no, comenzó a moverse, realizando una y otra vez el mismo movimiento con su varita. Al cabo de varios minutos, volvió a toparse con June y sonrió al ver su concentración. Ya casi estaban terminando, sólo quedaba realizar un par más de apliques en algún que otro sector y podría ir a su hogar a beber chocolate caliente.

 

@imkup

[Rory Despard]

- ¡Y evans!

Abro los ojos de repente, consciente de que estoy sobre un colchón tan suave y mullido que inmediatamente se que no es el de mi habitación. El recuerdo de esas palabras dichas por Andrómeda son un eco lejano de la celebración navideña ya pasada, pero por alguna razón han acudido a mi mente. Había algo aquel día, algo que las tantas copas de diferentes tragos bebidas esa noche me impiden recordar...

Cuando observo el calendario colocado sobre una columna al lado de la puerta de aquella magnífica habitación, noto que ya hemos llegado a un nuevo año. Parece mentira que sin notarlo, los días en esa residencia hayan pasado de los más tranquilos. Es casi como si ese lugar fuera un sitio de escape, donde todos los demás problemas no pudieran alcanzarte.

Un rápido baño y ya estoy lista para cambiarme las ropas y tal vez dejar el castillo de una vez. De todas formas, ha sido cuando menos extraño no haberme cruzado con Ethan o con Kutsy todos esos días, e incomodar a los demás miembros no está entre mis planes. Si...ya he abusado demasiado de su hospitalidad, así que solo recojo mis cosas que pueden caber perfectamente en el morral con hechizo expansivo.

Pociones, la ropa sucia usada esos días que me he rehusado sistemáticamente a que la laven los elfos del castillo, parece estar todo, pero por ninguna parte doy con mi medallón, el medallón para avisar del peligro que comparto con Kutsy ¿cómo puede ser posible? Reviso en el baño, pero tampoco está y solo entonces caigo en cuenta que no lo he visto desde el día de navidad. Empiezo entonces a buscarlo, con cierta desesperación que en realidad no tiene mucho sentido, hasta que bajo de la cama, lo encuentro, porque este no deja de emitir un brillo.

Y si yo no estoy en peligro eso solo puede significar que Kutsy lo está.

Sosteniéndolo en un puño, y totalmente fuera de mí, salgo de la habitación. En el pasillo no me encuentro con nadie, más al descender a la primera planta un elfo de corbatín rojo pasa fugaz por la zona de la cocina, prácticamente imperceptible. Mas yo he notado de quien se trata, sé que es Dunkel y que quizá sea el único que pueda ahora mismo decirme donde se encuentra Kutsy. Así que sigilosamente voy tras de él, dejando atrás las voces conocidas de Edward, Andrómeda y el grupo que se encuentra haciendo sepa Merlín que cosa en la sala.

Y cuando lo alcanzo la pregunta sale con todo el ímpetu y la necesidad que mi agobiado corazón tiene.

- Tu lo sabes Dunkel, así que dime ahora mismo donde está mi ahijada.

Los ojos del elfo se llenan de lágrimas, casi como si estuviera debatiéndose entre la fidelidad empeñada a su ama y mis palabras.

- La señorita me prohibió decirle a alguien su paradero, pero, pero...si alguien me siguiera hasta donde está ¿no estaría rompiendo a la promesa verdad? - le asiento y lo abrazo conmovida por la lealtad de aquella criatura- yo solo voy a servirle la comida de todas las mañanas. Los otros sirvientes piensan que llevo la comida para los lobos de los amos.

No me dice más así y sé que no necesita hacerlo porque ya me ha dicho lo más importante, y estoy dispuesta a ir a donde sea que Kutsy me necesita. De esa forma es como son las cosas entre nosotras pienso mientras sostengo el medallón con fuerza en mi puño derecho. Seguimos entonces por un bosque, y es entonces que tras ir por un sendero ya muchas veces transitado doy con una cabaña de aspecto austero, en cuya puerta una frase me paraliza el corazón.

"Es una frase muy clásica no puedo creer que no la conozca Bel, realmente la formación de los británicos es muy deficiente en lo que al latín respecta" las pomposas palabras de Garry acuden a mi mente, y casi puedo verlo allí revolviendo textos de pensaderos romanos y griegos buscando la pista para un particular caso "significa Elegimos amar, pero no podemos elegir dejar de amar ¿una sentencia muy dura no le parece? La gente le da demasiada importancia a los sentimientos en estos tiempos, sin darse cuenta que es lo primero que nubla la razón y el buen juicio".

Con un ademán de la mano alejo ese recuerdo de mi mente y me obligo a caminar detrás de Dunkel, luchando contra esa parálisis repentina que se ha apoderado de mi cuerpo entero. El elfo ingresa y en silencio coloca sobre una mesa tosca de madera la bandeja con los alimentos. Y es allí cuando la veo, con el cabello revuelto y las piernas llenas de barro. Dunkel lloroso se acerca con un trapo mojado a limpiarla, murmura una vez más que "la señorita tiene que ponerle fin a esas salidas por el bosque" pero Kutsy parece ausente a las palabras de su elfo, y permanece en absoluta contemplación de la pintura colocada al frente de ella donde los rostros de la familia Lenteric lucen relucientes y felices.

- Eres idi*** Kutsy- le increpo mientras aviento al medallón a un lado y corro a abrazarla- e idi*** yo que no he sido capaz de notar tus ausencias y tu situación hasta este momento- me enjuago las lágrimas a manotazos y la obligo a mirarme- me vas a decir ahora mismo que es lo que pasa, porque te juro por lo más sagrado que quiero que sea la última vez que te abandones así a ti misma ¿me oíste?

 

[June Miller]

June Karkarov

Departament de Transportes y Deportes mágicos

Aprendiz

Una sonrisa de satisfacción asomó al rostro de la pelirroja al ver que su compañera esta sorprendida ante su eficiencia, definitivamente June amaba hacer bien las cosas que se le encargaran y era muy meticulosa al hacerlo, miró de reojo a Andromeda y volvió a sonreír aunque esta vez un leve calor en las mejillas empezó a subir.

 

Muy bien... ¿Te han enseñado alguno de mis compañero ya cómo realizar el hechizo? - La voz de Andrómeda rompió el pequeño silencio que había entre ambas. Eh.. la verdad que no, pero algo eh leído, además aprendo rápido ya veras Repuso June mientras veía cómo su compañera sacaba su varita y se arremangaba un poco. -En todo caso... puedes ver ahora cómo hacerlo. No es nada difícil, pero necesito de tu ayuda ya que el tamaño de este lugar no se cubrirá así de simple - Añadió Andromeda rápidamente mientras se movía por el lugar y empezaba a hacer movimientos con su varita.

 

June siguió a su compañera y rápidamente empezó a seguir los movimientos de esta, se alejaron en algún punto ya que el terreno era extenso y necesitaban cubrirlo todo. June se encontraba bastante concentrada en lo que hacía, era algo nuevo y definitivamente no quería hacerlo mal, así que estaba poniendo toda su atención en aquello.

 

Bien ¿creo que ya hemos terminado? Preguntó la pelirroja a su acompañante, al mismo tiempo que sonreía de oreja a oreja por lo que acababa de aprender. Por cierto, qué lugar más bonito es este ¿no te parece? añadió despreocupada observando los alrededores.

 

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[Arya Macnair]

El sol caía gradualmente y pincelaba el cielo azul con vivos colores anaranjados, de un momento a otro el horizonte pareció arder en las más cálidas llamas pero sus ojos seguían un incendio muy diferente y activo. Adoraba verla correr de un lado para el otro sin temores en los terrenos de la Fortaleza donde sabía perfectamente que nadie podría hacerle daño si volteaba o parpadeaba por un segundo, y ella parecía enteramente feliz de disfrutar al aire libre, aprendiendo cosas nuevas con un basto “jardín” para jugar aunque en casa igual contara con ello Arya temía descuidarse y que alguien pudiese llevársela, si habían conseguido ingresar a la propiedad para adulterar el abrevadero de las criaturas mágicas ¿cómo no levarse a su hija?.

 

De pronto una lechuza revoloteó su ubicación, extendió su brazo para tomar una nota que provenía de su hermana y disfrutó el pensar en aquella invitación aunque tuviese que dejar a su hija sola. Alzó la voz tanto como pudo y la vio girar sobre su eje con un hermoso vestido verde esperanza y un lazo en el cabello, extendió sus manos y le pidió que regresase pues era hora de irse, Ámbar hizo caso pero, obviamente, haciendo un enorme puchero que le partiría el alma a cualquiera menos a su madre que sabía lo buena artista que era con tan solo dos años.

 

—Mami tiene que irse, pero te quedarás aquí con amigos.

 

Se despidió de la pequeña dejándola en la protección de la Fortaleza y a medida que se alejó su atuendo maternal cambió por un enterizo negro, botas cortas para caminar terreno escabroso, recogió su cabello para que no le molestase y como mera satisfacción colocó la máscara en su rostro, después de todo, sus compañeros la conocían bien. Acto seguido apareció en Ottery a los pies de una colina con frondosa vegetación, los árboles crecían fuertes con las raíces salidas de la tierra y los arbustos escondían pequeñas criaturas más eso no era lo que le interesaba a la bruja.

 

Escondido, o medio escondido entre la maleza el escudo de la familia Lenteric la conduciría a destino con solo colocar la palma de su mano en él; parpadear sería el movimiento perfecto para distinguir Londres de la República Checa donde una nueva colina la aguardaba con 200 metros de distancia hasta la imponente edificación de granito, allí, 5 escalones la separarían de la puerta de entrada pero Macnair se limitó a aguardar la llegada de sus compañeros en los límites de la colina, escondida en la seguridad de la noche mientras el cielo tronaba y avistaba una tormenta.

 

El clima los precedía, extrajo su varita de nogal negro de la manga de su capa de viaje para tomarla con la diestra y clavar con firmeza la punta en su antebrazo opuesto, la zona escoció brotando una sonrisa de sus labios y la marca se visibilizó así como también en las muñecas de todos sus compañeros, el llamado había sido realizado en completo silencio y confidencia justo cuando un trueno rompió el firmamento estrellado en dos.

 

—Pronto llegarán— Le dijo a su hermana en un susurro obviando comentarios.

[Ky.]

La noche pintaba ser una de las mejores como para quedarse en casa, la Malfoy había enviado una lechuza a su hermana Arya para salir a dar una vuelta por Ottery. Al salir de la Mansión Malfoy, el frio era tan grande que se estaba arrepintiendo y deseaba regresara a casa. Pero no lo hizo y continuo con su camino hasta el lugar donde había quedado con su hermana.

Ambas habían decidido ir con varios compañeros mas a dejar sus saludos a la Familia Lenteric. Así que cuando apareció a 5 metros de la colina Ústí nad Labem, lugar donde se ubicaba el Castillo Karlštejn, ya llevaba su máscara cubriendo su identidad y en su mano derecha empuñaba su varita, pudo ver varios metros adelante a la Macnair.

—Ey guapa, ¿entonces es aquí el lugar? ¿Son algo excentricos no?

Empezó a caminar colina arriba en cuanto vio a Maida llegar.

—Ya saben que hacer, quemen todo lo que encuentren a su paso. Y abran bien los ojos para ver si encontramos algo que los llegue a ser parte de la Orden. —sus palabras iban dirigidas a todos los que las acompañaban.

[Dovakhin Haughton]

Sus más profundas heridas se resentían y aquellos músculos contraídos estaban prácticamente rojos del frío detrás de la ropa que cubría el cuerpo del demonio, quien mostraba un inexpresivo rostro, como si no sintiera absolutamente nada.

Aquella noche era demasiado tranquila y, como todas las noches tranquilas, se percibía en el aire un augurio de desastre y violencia. Luciendo su sobretodo negro, junto sus pantalones y zapatos del mismo color, al igual que la camisa, el Haughton caminaba por Ottery como si la vida misma lo hubiese puesto allí por azar del destino.

 

Casi no había gente en las calles y para el solitario Mortífago, aquél devastador silencio era el mejor sonido, irónicamente.

Fue poco el tiempo que disfrutó en soledad viendo pasar a los gatos negros cazando ratas por las calles y callejones hasta que un llamado ardió en su diestra en señal de que había trabajo que hacer. Para su fortuna estaba cerca, relativamente cerca de donde tenía que llegar.

 

Subiendo por una colina, las piernas de Dovakhin se forzaban a mantener la velocidad óptima. Aquél aburrido examen de aparición ahora sería de utilidad pero como siempre su orgullo le impedía repetirlo después del desastroso final de la última vez. Para su fortuna ya había llegado y se terminó topando con un escudo, el escudo de la familia que visitaría.

 

Aquél escudo resultó ser un traslador que al tocarlo transportó de inmediato al tempestad a una colina como en la que estaba, pero ésta se hallaba en República Checa. Lindo país, ¿no? Bufó. Allí hacía aún más frío. Al parecer a los pollos les había entrado el amor por los frigoríficos y si no había un clima helado no podían conservarse.

—Solo falta que duerman en bolsas— Bromeó.

 

Se encontraba a los pies de la colina, y junto a él se habían presentado algunas compañeras de bando. Claramente gracias a las máscaras que él y las chicas portaban nadie sabría quienes eran, pero de todas maneras trató de disimular su identidad aún ante quienes pertenecían a la marca. Le gustaba dar sorpresas.

[Maida Black Yaxley]

Si, justo frente a ella reposaba una máscara de plata que en cuestión de segundos cubriría su rostro, una belleza entregada de las manos de la misma Lu, la persona que tan dulcemente la había cobijado en la residencia de los Black. La Marca Tenebrosa que tenía fija en el antebrazo le ardía por segunda vez desde que había sido ingresada al bando. Se preguntó quién y para qué la convocaba, pero ah♂, frente al espejo, se vio inmutable y con una seriedad propia de los nervios que sentía. ¿Sería entonces esa la noche de su segundo asesinato?

 

Se puso de pie y hurgando en su reflejo, notó que el plata usado en la máscara se mezclaba con su rostro de una manera inclusio enfermiza. La túnica turquesa al menos le brindaba algo de vida a todo el conjunto, y su varita, en la mano derecha. Así desapareció mirando a sus propios ojos azules, y volvió a aparecer segundos después a cinco metros de la colina Ústí nad Labem, para encontrarse ahí con dos mortífagas, aún no sabía cual de ellas había hecho el llamado.

 

Les sonrió aunque no pudiera verle el gesto e inclinó la cabeza ante ambas, a modo de saludo. Pronto, se les unió un tercero. Un hombre, claramente por la anchura de sus hombros y la vestimenta.

 

— ¿Quemar todo? —preguntó, más para sí misma que para el grupo.

 

Miró a su alrededor buscando el escudo familiar, pero cuando se topó con el mismo, le fue imposible identificarlo, aunque algo era cierto, solo se había dedicado a conocer familas de las que supiera, tenían ideales similares a los de la Ivashkov, Triviani y por supuesto, los Black.

[Ky.]

—Siendo tan raros, estoy casi segura que podría ser. —respondió al comentario del único chico que las acompañaba. —Pero no estamos aquí para ver si duermen en bolsas o en camas de oro. Al final tendrán que dormir en el piso… no dejaremos nada.

 

Casi de inmediato a aquellas palabras movió su varita y pronunció:

 

—Fuego Maldito

 

Un caballo de fuego salió de su varita y comenzó a cabalgar hasta llegar a los viñedos que los separaban del Castillo. Comenzó a quemar una parte del viñedo, pero como todo fuego este también llegaba a expandirse, dejando aquellos viñedos que los separaban completamente en cenizas.

 

—Espero que no sean grandes exportadores de Vino, porque se han quedado sin cosecha.

 

Nymeria miraba a la Black como si fuera necesario cuidar de ella, como si un lazo de sangre la uniera más a ella, ya que el padre de la metamorfomaga era hermano de la madre de la bruja. Estaba por tomarle de la mano cuando vio a Arya llevarla con ella. Por lo que no dudo en mover la varita de nuevo y aparecer una manta que colgaba al inicio de los viñedos.

 

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[Arya Macnair]

—Tú, conmigo.

 

Cuando Maida apareció no supo explicar el cómo pero la reconoció de inmediato, sería su aura o que la muchacha estuvo en su hogar por tanto no necesitó oír su voz para saber quién era. —Tú, cuídala por favor— agregó en dirección a Dovakhin haciendo alusión a su hermana para luego darles la espalda tomando a la joven Black por el brazo como grandes amigas que no eran y la condujo ladera arriba hacia el castillo de la familia Lenteric, caminaron 200 metros sin agotarse y subieron cinco escalones de piedra, de una patada Macnair abrió la puerta principal y soltó a su acompañante para que ésta pudiese hacer lo que quisiera, después de todo ella no mandaba allí, solamente guiaba a quienes no eran diestros en el asunto.

 

—¿Hola?, solo pasábamos por una copita de vino, sus viñedos son antojables— exclamó sacando nuevamente la varita de su "escondite" al tiempo que volteaba a ver a su hermana a lo lejos.

 

—Espejo de niebla— musitó, pensó, canturreó, —¡Fuego Maldito!

 

La posibilidad de poder engañar a los ojos que la veían era inmensa, todos aquellos que le rodeaban creerían que tenía la capacidad para invocar semejante hechizo y todo por tener un libro de más, los guerreros uzza habían hecho grandes aportes a la comunidad mágica y a ella incluida.

 

De Ómra brotó una llamarada amorfa que a medida se apartaba de su invocadora comenzó a tomar la forma de un enorme lobo embravecido, éste correteó por el salón principal incendiando todo a su paso, acariciando las paredes con sus patas flameantes antes de dar de lleno contra un sofá y hacerlo arder, el fuego era algo que la apasionaba, que le hacía sentir viva pero a la vez que le asustaba demasiado, le recordaba al infierno.

 

—¿Dónde es que guardan los añejos?— preguntó rascando su barbilla y alejándose del fuego.

[Dovakhin Haughton]

Rodeado de mujeres el Haughton estaba lejos de sentirse cómodo. ¿Dónde estaban los hombres valientes de la Marca? parecía ser el único. Pensaba en Orión y en Nathaniel pero no los veía hace un siglo y eso lo preocupaba, después de todo debían imponer un poco de orden en aquella dominación femenina.

Rápidamente llegó una nueva compañera y una de las que ya habían llegado comenzó con un ataque bastante agresivo que se dispuso a quemar todo a su paso. Él, por otro lado, se limitó a caminar en dirección al castillo de la familia Lenteric a paso lento sabiendo que nadie defendería.

 

—Ni los negocios, ni sus casas... nada, éstos pollos no pelean por nada— Murmuraba al caminar con desgano mientras se replanteaba ¿por qué acudía? de alguna u otra forma era participativo, ¿pero qué sentido se le encontraba a ir a causar desastre si nadie se metía a luchar? Ninguno, pero allí estaba y no pensaba quejarse.

 

—Incendio— Musitó y prendió fuego una gran zona de verde mientras avanzaba en su camino.

De pronto divisó una gran roca de un tamaño considerable como para hacer lo que efectivamente realizó a continuación.

—Morphos— Y la roca se transformó en un perro de raza Pitbull con su mandíbula bien musculosa y afilados dientes, un cuerpo bien robusto. El Perro comenzó a correr en dirección hacia el castillo.

—Orina todo, Firulais. Muerde lo que encuentres y si ves a algún enemigo atácalo— Esa eran sus órdenes y el perro lo hizo.

 

 

http://i.imgur.com/smpbOff.png