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Castillo Karlštejn (MM: 108937)


Kutsy Stroud Lenteric
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Bueno, ahí no había posición a discutir nada, pronto estuvo enlazada del brazo de Arya, aquello claramente le quito mucha ansiedad por el momento, y sin pensarlo un segundo más la siguió en el recorrido por el territorio de los Lenteric. Sin hablar, pronto hubieron abarcado la cantidad de espacio necesario para dejar el Fuego Maldito de los viñedos a la espalda y pisar, por fin, el castillo escondido de la familia. ¿Serían realmente fenixianos? ¿Encontrarían a algún miembro de la familia?

 

Eran apenas cuatro mortífagos eran extraña expedición, sin embargo la adrenalina le paseaba por el cuerpo como si estuviera en una reunión frente a la misma Tríada. Vio como Arya conjuraba hechizos que admitían una superioridad de conocimientos y habilidades. Y por un segundo se distrajo lo suficiente para recordar que apenas iba a comenzar un par de cursos en la universidad. Sacudió la cabeza y volvió a enderezar la varita, con la que apuntó hacia uno de los cuadros de los familiares. y haciendo una floritura tapó el rostro asombrado de una bruja con un óleo más fino y mejorado.

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Siempre había que brindar al mundo con un toque de mejor gusto y decoración de acorde a lo que se podía permitir cada familia. Y el rostro falso de aquellas personas colgadas, no le hacían justicia.

 

¿Habitaciones? ¿Tendrán biblioteca? —preguntó emocionada mientras se separaba un poco e inspeccionaba el ambiente— ¿leerán?

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Había omitido el comentario de Arya. ¿Quién se creía para mandarle a cuidar a su hermana? Después haber irrumpido en la habitación en aquella despedida de soltera no podía perdonar su atrevimiento, de hecho si pudiese la atacaría (???) De todas maneras no era importante, sabía que no había que cuidar a nadie porque nadie defendería el lugar. El perro estaba haciendo destrozos, era aburrido así que sacó una lata de pintura y al llegar a la puerta del castillo comenzó a hacer graffity. Puso "Pollo frito" por todas partes y escribió algunas iniciales como "KFC" luego de eso se quedó un rato.

 

Ingresó al castillo, se metió en la cocina y se preparó un café. Se sentó en el sillón y comenzó a tomar el café con tranquilidad mientras las compañeras de bando hacían destrozos.

—Creo que están de vacaciones— Comentó. —Con ésto de la temporada deben haberse ido a veranear a algún país donde no haga frío como aquí... — Mencionó mientras el café caliente llegaba a su fin. Al terminarlo arrojó la taza al suelo partiéndola en mil pedazos.

 

—Uy que malo soy— Bromeó. Hoy estaba muy bromista.

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La verdad erta que eso de tener castillos hacia todo muy monotono, y el castillo de los Ivashkov tenía tanta piedra como este, aunque con mejor gusto, Leah y Zack sabían mantener la sobriedad de años de historia. ¿O quizá era el país? Mientras Maida recorría los pasillos con cierto semblante travieso oculto por la máscara, se atrevió al girar el pomo de varias puertas ...que descuidados, eso de dejar las habitaciones tan a la ligera de los ladrones.

 

¡Así que fácil! —dijo mientra se dedicó a desordenar la habitación, varita en mano de una pareja joven por loo visto porque las prendas que salían volando del closet eran para gente de su edad ...y para muggles. Hizo un gesto de asco que no pudo reprimir cuando un jean voló frente a sus ojos— Ay si Morgana viviera para ver esto —susurró con pena.

 

Salió de esa habitación y continuó paseando hasta que dejó de oír a sus compañeros, de hecho, dejó de oír todo, estaba a la entrada de lo que parecía un viejo torreón, y entonces, Maida dudó. Estaba demasiado lejos, y aunque se estaba divirtiendo en lo que ahora mismo parecía un lugar abandonado...pues, tampoco había que arriesgarse mucho. Marcó la entrada a aquel lugar con pintura verde y colocó "Maluk was here" en uno de los escalones y regresó en busca de Arya, Nymeria y Dova.

 

Lanzó un hechizo por el cual, estrellas de papel verde caerían del techo ininterrumpidamente por los pasillos, mientras se acercaba nuevamente a su grupo.

 

Perdón el vandalismo light, pero creo que hoy solo jugaba un poco —dijo con un tono infantil que casi la hace estallar en carcajadas.

 

Con una mano botó algunos retratos de una comoda bastante tosca, y su risilla se perdió en cuanto los vidrios estallaron en el suelo.

 

Listo.

 

Salió del castillo, y estuvo a tres segundos de ir por los jardines gritando la mítica canción de la antigua mortífaga Lestrange, sólo por bromear, por se contuvo, ya le guardaría semejante escena para cuando saliera con el Black que esos días ocupaba su mente. Aun con todo el tiempo que llevaba en la residencia, no se lo había topado.

 

Y si, pensando en ese amigo llegó nuevamente al lugar del traslador para abandonar definitivamente el clima frío de República Checa y claro, la residencia de los Lenteric.

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Al llegar al Castillo vio como el Haughton incendiaba algunas cosas y con ayuda de un perro llenaba de orina otras tantas pertenecías. Sus ojos verdes se clavaron en Arya, al parecer con lo que llevaban hecho el mensaje estaba claro y esperaba que pronto aquellos que se decían defensores de lo correcto aparecieran pronto.

 

Ya es hora de irnos… —musito.

 

Después de recorrer el castillo y no encontrar nada que vinculara a los miembros de esta familia con la Orden cosa que le decepcionaba demasiado. Tomó la varita de entre los pliegues de su capa negra que la acompañaba y al estar fuera del castillo apuntando al cielo siseo:

 

Morsmordre.

 

La marca tenebrosa empezaba a formarse, dejando con ello la firma de las personas que habían entrado a destrozar aquel lugar sin piedad. La curva de sus labios se hizo más grande en cuanto la vio y se volvió a dirigir a la Macnair.

 

Vas a tener que contarme como es que nuestro padre tiene otra hija. ¿Me acompañas por una copa?

 

Dicho eso, bajo por la colina y con el novio de su hermana tomado de la mano desapareció. Su primer lugar era dejar al joven en casa y después encontrarse con Arya para que la pusiera al tanto de todo. Y quizás al final iba a presentarle una mejor propuesta de novio que el que tenía, ya que el Haughton aún no era capaz de olvidar la interrupción de esta en la habitación de la Riddle.

 

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—Meh.

 

Alzándose de hombros dio media vuelta hacia la puerta principal derribada, las llamas calentaban su espalda y encendían su cabellera pelirroja pero pronto el frío invernal la abrazó nuevamente, se enfermaría con tantos cambios de temperatura. Caminó hasta que el grupo fue un solo ente otra vez y posó una mano sobre el hombro de Maida, sabía que la chica recién comenzaba y para ser una de sus primeras veces lo había hecho de mil maravillas; podría haberse comparado pero su memoria para ello ya no existía, según ella, jamás hubo batallado antes de La Marca.

 

—Te mereces un descanso, bien hecho— Felicitó a la joven Black y la vio partir.

 

Ahora todos los conjuros desaparecían a la espera de que sus creadores hicieran lo mismo, Shalyit se acercó lo suficiente como para que pudiese oler su aliento y extrajo la varita para iluminar el cielo, tanta belleza junta era exquisita pero las palabras siguientes de la mujer lo arruinaron todo. Macnair frunció el ceño recordando la osadía de Juliette al aparecer en la Mansión proclamando ser hija de Pik y el deseo ferviente que tuvo de ahorcarla, así como cuando conoció a Malfoy.

 

—La noche es larga para solamente una copa, hermanita— Espetó, tras haberla odiado por un instante ambas habían aprendido a "quererse" como la familia que eran, —Y teniendo en cuenta el motivo, espero que sean más de una.

 

Junto a Dovakhin su hermana se marchó dejándola sola en la inmensidad de la noche, respiró el frío aire invernal, saboreó el aroma a verde y caminó tranquilamente hasta los pies de la colina, cuesta abajo era más sencillo llegar, más rápido y divertido aunque si te topabas con una pequeña roca podías acabar el tramo rodando como una pelota hasta magullarte los huesos. Y una vez que cruzó los límites que le pertenecían a la familia Lenteric en República Checa, desapareció rumbo al único bar que las hermanas Macnair compartían, como bien había dicho la noche sería larga.

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Observó como el grupo de magos del Ministerio se perdía en la inmensidad de los jardines para poder llevar a cabo los encantamientos anti aparición y de seguridad. El pelinegro sonrió al verlos desaparecer tras una colina antes de girarse y enfilar sus pasos hacia el interior del castillo.

 

El zumbido de un pequeño grupo de moscas molestas y un poco malotas le hizo dar unos manotazos al aire a su alrededor. ¿Moscas en invierno? ¿Qué estaba pasando? (jajajajaja un poco de humor). Tenía que ultimar los detalles para la sorpresa para Andrómeda, debía apurarse pues no creía que se tardaran haciendo uno hechizos que prácticamente se sabían de memoria.

 

Se deslizó velozmente en el amplio salón donde normalmente desayunaba la familia, pero que de aquí a un último tiempo solo Andro, Revi y él lo hacían. Algo que caracterizaba a Ed era el bueno humor y para darle aquella sorpresa a su novia tenía un plan en mente.

 

Con un movimiento de su varita y las palabras correctas de la punta de la misma comenzó a salir un poderoso chorro de arena dorada que empezó a cubrir el piso del salón. Los elfos lo hubieran asesinado pero el mago ya había hablado con ellos y prometido que él se encargaría de limpiar después todo el desorden.

 

Cuando el suelo se cubrió por completo con al menos 20 centímetros de arena, el ojiazul detuvo el encantamiento. Dos nuevos movimientos más y una enorme pelota de playa y una tabla de surf se aparecieron en el salón. Otro más y dos pequeñas palmeras verdes se generaron del aire. Siguiendo las indicaciones del pelinegro los elfos domésticos aumentaron la calefacción del salón y pronto parecían estar como a 26 grados.

 

En la mesa apareció un gran desayuno muy tropical, mucha fruta, muchos zumos, muy liviano pero variado. Tendría que darles un premio a los elfos por haberlo ayudado con aquella sorpresa. Un último movimiento de su varita y su vestimenta de invierno se transformó en unas bermudas, un par de chancletas y una holgada camiseta estilo hawaiano.

 

Riéndose por toda aquella locura Edward comprobó si en su bolsillo aún seguían los boletos con destino a Honolulu y al sentir el tacto del cartón en su mano supo que todo estaba en orden, solo restaba que Andro se presentara.

 

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Luego de una actividad simple de trabajo, se despidió de su compañera con simpatía; al observarla irse respiró hondo dejando soltar levemente la tristeza que estaba en su interior por unos minutos. Vivir con aquello oculto no era saludable; sabía que las personas notaban un pequeño cambio en su actitud diaria, más aún sus más cercanos. Pero no gustaba de hacer notar al resto aquello que ni ella misma podía controlar o terminar de entender a veces.

 

Masajeo levemente sus pomulos y sienes, los cuales se encontraban tensionado por la constante de mantener una sonrisa en su rostro con el plan de fingir que todo estaba bien. En estos últimos tiempos los mejores momentos eran aquellos, en los que dejaba salir su verdadero interior… pero eran demasiados pocos porque sabía –entendía- que si aquello ganaba contra su fuerza de voluntad… ella no seguiría siendo Andrómeda, la pequeña sensible pero calculadora.

 

Al ingresar al castillo, se extrañó con ver un par de moscas volando por allí. Era curioso que en pleno invierno y con temperaturas bajas aquel lugar tuviera tales insectos… más aún sabiendo el cuidado que los elfos daban en la limpieza del castillo. Encogiéndose de hombros, dejó aquellas mosquitas en paz, pues si morían no sería su culpa. (*)

 

Avanzó un par de metros hasta llegar a la sala…

 

Y la sorpresa se dibujó en su rostro.

 

— ¿Edward? — miraba como desquiciada el escenario que su novio había preparado. Arena, pelota y sombrilla más su ropa de playa. Podía pensar en varias ideas de lo que estaba ocurriendo allí, pero la más sostenible era que su novio se había tomado una pastilla equivocada aquella mañana. Sin poder evitarlo, soltó una carcajada, una realmente verdadera.

 

—¿Qué rayos es esto? — la diversión invadió sus ojos al tiempo que se descalzaba y metía los pies en la arena. Debía de ser mágica, pues transmitía una temperatura cálida constante. Volvió a reír bajito mientras que sus dedos se hundían más y más entre los granitos y tomaba de la mesa del desayuno una fruta que no reconocía pero tenía muy buen color y olor. —Creo que van a matarte. Empezando por Revi. Ella mantiene muy bien el orden.

 

Pronto se oyeron un par de pasos apresurados y vieron pasar a Bel casi corriendo por los pasillos ,casi de forma alterada, detrás de un elfo. Aquella actitud tampoco era demasiado normal en la que era su suegra, ya que en el poco tiempo que llevaba en el castillo se había demostrado bastante tranquila.

 

¿Qué se han tomado esta mañana todos?

 

 

 

 

@@Syrius McGonagall @ @@Reviguelle Fiorentini S.

 

 

 

 

 

Off: (*) no hay que olvidar el protagonismo de las mosquitas xDD Ellas son seres vivos que merecen la atención de todo ser humano :sad:. ¡Gracias por los roles! Me reí bastante :lol:

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-Revi no tiene por qué enterarse, a menos que baje y disfrute de un buen desayuno tropical en pleno invierno – sonrió con facilidad para después acercarse hasta su novia y rodear con sus brazos la cintura de la bruja, estaba a punto de darle el beso que aquella mañana no pudo cuando los pasos frenéticos de una persecución escaleras abajo llegaron hasta ellos, no tuvieron que preguntarse que sucedía pues la figura de un elfo y la de su madre persiguiéndolo lo contestó.

 

-Mi madre no es precisamente la imagen de la normalidad – Edward volvió a reírse para después volver su atención al rostro de Andrómeda y terminar lo que su madre había interrumpido. Sus labios se unieron en un largo y sentido beso, un beso que debió haber sucedido antes y quizás por eso duró un poco más de lo pensado. Cuando se separaron, el dulzor del fruto que la castaña estaba comiendo quedó en los labios del mago.

 

A ese beso lo siguió otro y luego otro, pero esta vez fueron cortos. No fue hasta que los brazos de Edward soltaron la cintura de Andrómeda, que el mago dijo – Te tengo una sorpresa – y sonriendo extrajo dos pasajes de su bolsillo que decían claramente “Minneapolis – Honolulu” – Espero que te guste los luaus y las aguas cristalinas – sonrió esperando ver la respuesta de su novia.

 

@

 

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La sonrisa en su rostro se fue ensanchando con cada beso de su novio. Si su padre llegara a aprecer en ese preciso momento estaba segura que les caería una buena rabieta de su parte con muchas miradas de -te matare-. Sin embargo estaba extrañamente tranquila y triste, porque sabía que se mantenía confinado en un rincón del castillo, a la espera de que algo sucediera. Y Andrómeda no sabía exactamente qué estaba esperando.

 

Suspiró cuando el moreno se separó de ella y se sintió extrañamente vacía una vez más. Sin embargo la palabra <<sorpresa>> la dejó aturdida, y al mirar lo que Edward le tendía, no pudo conectar muy bien sus ideas. Reconocía la forma y las palabras que leía, pero su mente tardaba demasiado en procesar.

 

-Mi...¿Minneapolis? Eso no es precisamente a la vuelta de Londres, ¿No es así? - pronto comenzó a entender el por qué del escenario aquel y el desayuno tropical. Muchos recuerdos se cruzaron por su cabeza, varios de ellos relacionados con su reciente viaje a China. Sus mejillas se sonrojaron por completo a la vez que miraba fijamente los pasajes. Con cuidado los tomó observando la fecha de partida. No faltaba demasiado, por lo que cancelar o realizar cambios ya casi era imposible.

 

-¿Por qué? - preguntó desconfiada. No entendía muy bien la causa de aquella actitud. Sabía que en otro momento hubiese recibido la noticia con una alegría desmesurada... sin embargo, el presente era completamente distinto. El castillo estaba muy solo, y en cierta manera sentía que sobre ella recaía el deber de cuidar el mismo y de sus hermanos más pequeños. -Es decir... es muy lindo el gesto pero... ¿Por qué?

 

Oyó todo lo que su chico tenía para decirle. Comenzó a sentir un nudo extraño en su garganta, y no pudo evitar alzar la vista para toparse con la mirada azúl que tantas veces la había acompañado de noche, confortandola, intentado que no llorara más, que no sufriera más. Quizás esta sea una nueva oportunidad para volver cambiada y renovada, para un viaje de nuevas experiencias y limpieza espiritual.

 

-Bueno... la idea no me desagrada tanto. - susurró algo tímida mirando a cualquier lado que no fuera a él. Tenía miedo de regresar y encontrarse conque alguien nuevo faltaba, de que algo malo ocurriera en el camino; tenía miedo de volverse a sentir como ella... y volver a caer en picada. Suspiró una vez más y pateó a su conciencia hacia un rincón.

 

-De acuerdo.

 

@@Syrius McGonagall

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  • 2 semanas más tarde...

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Segundos, minutos, horas, días, meses... Tanto había pasado? Tanto en tan poco tiempo? Tanto tiempo en tan poca tristeza? Miles de preguntas sin respuesta concreta, miles de dudas sin un sendero correcto que seguir y miles de pensamientos que no llevan a ninguna parte mas que a dejarte mucho mas asustado y desesperado que al principio. Miedo, miedo a no ser el mismo que antes fuiste y miedo a destacar en hechos que aunque ya formen parte de tu vida sean tan ajenos; desolación y tristeza que solo se puede resumir en ciertos momentos de júbilo que con el paso de los días se vuelven mas dolorosos. Una sonrisa, un beso... Una mirada, una mujer...

 

Kutsy había desaparecido sin dejar rastro, de un día a otro y sin decir nada; Ethan desde ese momento se sintió ausente, no hablaba con nadie y se había recluido en la torre sur del castillo totalmente solo. El único que sabía sobre su estado era Needles, su viejo y confiable elfo doméstico. Needles veía las pocas ganas que el checo tenía para vivir, veía el como no se levantaba del mullido sofá y como vagaba la vista en un punto lejano perdiéndose dentro de sus pensamientos. Needles era testigo de como su compañero envejecía prematuramente, como su cabello era cubierto por canas, como su piel parecía acartonada y seca, su mirada parecía ausente en todo momento y había de mirarlo detenidamente ya que en ocasiones daba la apariencia de no estar respirando.

 

Los largos dedos de sus manos ahora portaban uñas largas y descuidadas, no se movía en lo absoluto y cualquiera que lo mirara podría decir que se trataba de una estatua. Una barba gruesa le cubría medio rostro, una barba blanca y vieja que recordaba a la de los magos de antaño y un atuendo descolorido mas que nada por el constante uso sin lavado. Ese era Ethan, una figura que no tenía nada que ver con el demonio al que todos conocían. Un hombre que había abandonado a su suerte a su familia sin pensar en ellos, pero que al mismo tiempo ese detalle le resultaba tan vergonzante que no se atrevía a mirarlos a la cara; su sentido de protección y liderazgo habían decaído, ya no se sentía como el Ethan de antes y eso lo llenaba de terror.

 

08 de Febrero - 23:59 p.m.

 

El castillo permanecía en silencio o al menos eso parecía desde dentro de su habitación, las luces del jardín de entrada se encontraban encendidas y esta misma luz entraba por el ventanal que cubría toda la pared de la habitación traspasando las cortinas de gasa blanca. Ethan se encontraba fumando un cigarrillo largo de color negro que su elfo le preparaba especialmente para proporcionarle los nutrimentos necesarios para que no muriera ya que el checo se rehusaba a probar bocado alguno, tan solo quería entregarse al letargo de su amargura y eso nadie lo entendía. Levanto la vista siguiendo una voluta de humo que su boca había desprendido, el movimiento fue tal que sus ojos ardieron levemente y ahí fue cuando se pregunto cuanto tiempo había estado en la misma posición mirando al infinito.

 

Asustado por ese acontecimiento decidió ponerse de pie... Ponerse de pie era una de las cosas mas básicas que el cuerpo humano aprendía en cuanto a motricidad pero en ese momento su cuerpo parecía haber olvidado como hacerlo. Parpadeó un par de veces, respiró profundo y recordó la manera en la que solía levantarse anteriormente para ir al trabajo. Claro... Amaba su trabajo, no? Recuerdos del ministerio se hicieron presentes en su mente y así fue que volvió a parpadear de manera rápida, recuerdos de sus hijas lo hicieron temblar y el recuerdo de "ella" le embargó el corazón de nostalgia que solo podía ser apagada por su misma voluntad al querer salir de ese capullo en el que se había recluido.

 

Apretando los dientes hizo uso de su mas grande fuerza para poner su cuerpo erguido, al estar de pie se tambaleo un poco y movió los dedos de sus pies tratando de despertar estos de su letargo. Alzó la vista al techo estirando su espalda y alzó a su vez los brazos queriendo que sus palmas tocaran lo mas lejos posible, todo su cuerpo tronaba en ciertas áreas que se encontraban en reposo y a su vez dolían. Cuando sus primeros pasos fueron dados sus piernas de inmediato se encontraron listas para correr sin embargo el precavido demonio fue paso a paso hasta la entrada de su habitación, abrió la puerta y salio despacio al pasillo que conducía hacia la escalera principal de la torre; bajo esta escalón por escalón haciendo eco en las paredes de piedra y así fue que llegó hasta el rellano.

 

Tenía que cruzar el pasillo principal en donde las habitaciones de varios miembros de la familia se encontraban, los pasillos permanecían iluminados ténuemente al ser ya tarde y mirando cada detalle fue como Ethan recordó su vida hasta hace unos meses; una sonrisa quiso asomarse de sus labios sin embargo no ocurrió nada. Avanzó hasta la escalera principal que daba a la puerta de entrada y bajo respirando profundo ese aroma a estofado de carnero que quizá se había servido en la cena, también pudo identificar el olor a patatas asadas, el vino tinto que tanto le fascinaba para cenar y el peculiar aroma del pastel de calabaza que era uno de sus favoritos.

 

-Tengo hambre...-Susurró frunciendo levemente el ceño y se encaminó hasta el comedor en donde se escuchaban varias voces un tanto apagadas que charlaban mientras el ruido de platería fina y porcelana hacia de las suyas. Entró en el comedor y miró a todos los presentes sin expresión alguna, su familia se encontraba ahí reunida pero... lo recordarían?

 

@@todos jajajaja

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