La Marca Tenebrosa ~ Mansión Riddle ~

[Maida Black Yaxley]

Un futuro, menos mal la bruja estaba de espaldas a él, si bien era cierto que no llevaba puesto esa noche el colgante. esa palabra si que la paralizaba por completo. De hecho, se bebió el resto de la copa luego de aquellas palabras y desapareció entre sus dedos la copa. Sin embargo, sus manos frías sobre sus hombros la calmaron un tanto y pudo escuchar el resto sin escapar y darse cuenta que aquello era una tamaña estupidez, jugar a la chiquilla cuando se aproximaba ya a la treintena. Sonrió, ella no era importante, era la sombra de su primo y se enorgullecía de serlo, pero jamás mostraba una postura, jamás se delataba, así había sobrevivido los últimos cuatro años y pretendía seguir haciéndolo. Era la única forma de proteger a los suyos, lo que restaba de su tridente...ya tendría tiempo de comentárselo, seguramente.

 

Se giró sobre su eje cuando sintió sus labios en su mejilla, sabía que para hacerlo tendría que haberse inclinado, él le sacaba al menos una cabeza de ventaja. Le sonrió.

 

— Así que influyo en ti, Albus —susurró manteniendo la sonrisa y consciente de la cercanía que le ofrecía—. No te preocupes, justo en este instante no tengo planes de irme a ningún lado.

 

Maida no solía usar la magia de los arcanos, ni de los uzzas, las había estudiado porque era lo que correspondía y lo que le había pedido en su momento, Aaron. Pero al menos por diversión, parecía ser el momento indicado, giró su Anillo Anti Oídos Indiscretos y se aseguró que nadie pudiera oír su conversación. Alzó la mano libre y acarició el mentón de Albus deslizándose hacia la mejilla.

 

— ¿Cómo puede una pequeña bruja como yo influir en un vampiro de siglo y pico? —preguntó dándole un semblante curioso y tierno a la vez.

 

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[Albus Renaldi Macnair]

El contacto de su mano en mi piel era cómo sentir un calor abrazador, cómo encontrarse con los rayos de sol del caliente desierto. Cada parte de mi cuerpo vibraba... Era cómo si en cualquier momento me fuera a desarmar y cada parte de mi fuera a correr en direcciones distintas. Tenía que controlarme y dar una buena imagen, no podía simplemente derretirme cada vez que ella me pusiera una mano encima.

 

Dejé caer la copa al césped y puse mis manos en su cintura. Esperaba que su bolso no se clavase en sus costillas por lo que el agarre de esa mano no era tan firme cómo la del otro lado. Mis ojos cambiaban, podía sentirlo. Era algo extraño, pero pasaba cuándo me sentía en confianza y el resultado era un color rosa o lila un poco apagado.

 

Sentí de inmediato algún tipo de inmersión, el sonido se apagó y solo estábamos ella y yo, escondidos en una boda de alguien a quién solo conocía por cartas y con bastantes personas por ahí. Al menos si me pegaba una cachetada por lo que estaba apunto de hacer la gente no escucharía.

 

Me agaché un poco y antes de tocar sus labios me detuve a escasos centímetros de su cara. -Amor se llama el juego...- Mis labios se fundieron con los de ella por un momento y mis manos buscaban atraer su cuerpo hasta el mío pero sin que resultara incómodo para ella. Después de unos segundos nos separamos y la observé con una sonrisa en mis labios. -De esa manera influye, pequeña brujita coqueta.-

 

No quería soltarla, y no iba a hacerlo.

 

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[Maida Black Yaxley]

La copa cayendo le obligó a alzar los ojos a él, se le habían tornado violetas, un tono que no llegaba al borgoña que en algún momento había visto. Estaba entre sus brazos y sin poder escapar, ni quererlo tampoco. Susurró sobre sus labios y la Yaxley cerró los ojos, como si una orden se hubiese tratado. Él la besó y ella saboreó sus labios tenuemente, dejándose llevar poco a poco y extendiendo el momento mientras sus manos recorrían sus brazos y se cerraban detrás de su cuello, acariciando con el pulgar derecho la base de su rostro, para cuando volvió a hablarle Maida tenía los labios entreabiertos.

 

— Albus... —dijo muy quedito mirándolo como si fuera la primera vez en la Taberna de Don Pascual, el magnetismo entre ellos era innegable, al menos para la Yaxley, quién parecía estar colgada del vampiro, deslizó sus manos por sus brazos, sin soltarse—, yo no... yo nunca..., es decir, no es que nunca ...es que jamás.

 

Podía sentir sus nervios dominándola, se sintió tonta por un largo momento, estaba balbuceando y parecía que quisiera decirle al hombre que ella jamás había besado, y no era el caso, ¡claro que si había besado! Las palabras se le estaban atravesando en la garganta sin encontrar orden por salir. Estiró los brazos de él, y tomó su bolso, enlazando la mano libre con la suya. Respiró hondo, consciente del rubor en sus mejillas y esperando que la voz no le volviera a fallar.

 

— Me refiero a que no suelo comportarme así —el que la llamara brujita coqueta la tenía al borde de la desesperación, no quería que él pensara mal de ella en la primera salida juntos—, yo jamás, yo... yo no sé cómo disculparme. Seguramente piensa lo peor de mí.

 

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[Ada Camille Dumbledore]

El viento soplo un poco más fuerte y despeino su cabello rubio ya había armado lonmas necesario para la boda pero seguro pensando que más era posible que necesitaran los novios para su día especial, la sacerdotisa había aparecido acompañada de otra sacerdotisa (@@Sagitas Potter Blue, @@Xell Vladimir Potter Black ) y esperaban el inicio de la ceremonia en una habitación que había sido adecuada para ellas y que estuvieran cómodas.

 

La carpa tenía el suficiente espacio, creo que era hora de que todos salieran al jardín a disfrutar de los cocteles y demás dispuesto para ellos, hasta los habanos cubanos estaban a disposición de los que quisieran disfrutar de un tabaco.

 

Serví un cóctel llamado mimosa que estaba en la mesa de cócteles y pensé en mirar mi habitación en la Mansión, en realidad jamás la había usado, tendría que decorar la y ponerla a su gusto, pero bueno eso sería más adelante.

 

Arregle el vestido negro que llevaba y pensé en que faltaba un lugar más para poder sentarnos afuera sin entrar aún a la ceremonia. Con mi varita convoque unas sillas y mesa, con un simple accio las traje hasta posicionarlas al lado de la mesa de postres y de cocteles. Ahora podíamos acomodarnos afuera mientras eperabamos, tomé asiento mientras veía que llegara la hora de la ceremonia.

 

@ L.Yaxley @ @ @@Lady Luxure Grindelwald @@Danny Lestrange @ @ Macnair @

[Albus Renaldi Macnair]

Su balbuceo me resultaba un tanto divertido y más aún porque entendí desde el principio lo que trataba de decirme. Solté una carcajada leve y acomodé mi cabello que ahora se encontraba un poco revuelto. Jamás pensaría por mi mente algún mal pensamiento sobre aquella mujer tan linda y que me había robado un pedazo de mi ser desde las primeras palabras que intercambiamos.

 

-Jamás pensaría algo malo de ti. Yo tampoco suelo ser así, estoy acostumbrado a la vieja usanza en la que debía invitarla a tomar el té 4 o 5 veces antes de besar a una dama, pero tenía que hacerlo. En mis 200 años he aprendido que la vida es hoy... puede ser que mañana no te encuentres aquí.- Sonaba pesaroso e incluso negativo, pero era la realidad.

 

Me separé un poco de ella y rebusqué en la bolsa de mi saco mi cigarrera para sacar uno y encenderlo. Después de eso me acerqué nuevamente a ella y tomé su mano libre. -Me gustas mucho, Maida, y es necesario que lo sepas.- Cordura fue lo que escapaba en cada bocanada en lugar de humo al parecer. Me resultaba avasallador pronunciar aquellas palabras con el miedo al rechazo, aunque todo parecía indicar que el mismo sentimiento tenía cabida en su ser.

 

Di una tirada del cigarrillo mientras esperaba su respuesta y exhalando fuertemente dejé caer mis hombros a los lados en señal de "bah" y cerré por un momento mis ojos, sintiendo solamente su cercanía y llenando mis pulmones con aquél humo espero que me ayudaba a distraerme del dulce olor que despedía su sangre.

 

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[Maida Black Yaxley]

Frunció el ceño cuando le oyó reírse un poco, aún más cuando se alejó de ella para sacar el cigarro. Iba a cruzarse de brazos y quejarse, a pesar de sus lindas palabras, era lo menos que se merecía según la Yaxley, y entonces; su forma de ser tan directa volvió a dejarla de una pieza.

 

- Tienes razón, mañana no estaré aquí -aclaró asintiendo y encogiendo los hombros.

 

Lo observó por unos segundos, antes de verse distraída por el revuelo que parecía haber en la organización de la boda. Acarició la mano fría de Albus y esperó al menos que fumara mitad del cigarrillo antes de continuar.

 

- Tengo asuntos que resolver en Escocia y me tomará al menos una semana -completó entonces con una sonrisa y bastante consciente de no haberle respondido. Eso le pasaba por reírse de ella, aunque fue por un buen cumplido-, me parece que pronto comenzará la ceremonia, no deberíamos perdersnosla, ¿no?

 

Apretó su mano distrayéndolo y le quitó el cigarrillo con la otra.

 

- No me gusta tener que estar pendiente de no quemarme por si se me antoja volver a hacer lo de antes, Albus.

[Albus Renaldi Macnair]

Por si se le antojaba hacer lo de antes... al parecer la noche estaba resultando mejor de lo esperado. Con delicadeza le quité el cigarro de su mano y le di una última calada antes de sofocar aquella braza en la palma de mi mano para después deshacer el filtro y el restante de tabaco. Vieja costumbre de mis tiempos cómo espía en Italia y de los campos de batalla en América.

 

Tomé sus manos juntas y las besé de una manera tierna y que incluso yo no reconocía cómo propia. La miré nuevamente a esa inmensidad que resultaban ser sus ojos y tomando solo una de sus manitas entrelacé los dedos con los de ella y comencé a caminar de vuelta a dónde se encontraba toda la gente. Ella tenía razón, la ceremonia estaba por empezar y no quería perderme ningún detalle.

 

Volvimos a la vista de todos pero inmediatamente comencé a caminar entre las mesas que se encontraban acomodadas debajo de aquella carpa y elegí la más próxima al centro, de donde pudiera ver perfectamente todo lo que pasaba a mi alrededor... Otro viejo hábito.

 

Al llegar a la mesa permití que Maida fuera quién se sentara primero para así acomodar su silla y después me senté a su lado izquierdo, cómo dictaban mis modales y fué hasta entonces que hablé después de un largo rato en silencio. -Entonces parece que tendré que ajustar mi agenda para poder pasar una semana en Escocia... y dejar de fumar cuándo esté contigo. Jugué con mis uñas en la mesa, provocando un incesante 'tic, tac' que esperaba no la sacara de nervios.

 

Antes de que ella pudiera decir cualquier cosa busqué nuevamente su mano más próxima y la tomé con un poco más de fuerza. Quería asegurarme que ella estaba realmente ahí, que no era una ilusión o que no saldría corriendo de pronto.

 

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[Anthony R. Dracony M.]

Camino al interior de la Mansión, era intención del Nigromante participar en aquella ceremonia pero primero marcho a la que era su habitación, ahí permanecería tranquilo hasta que se acercara la hora, una muy ansiada por la pareja de novios, mucho aprecia a ambos, aunque no halla entablado una relación tan estrecha con ellos, pero de algún modo siente aprecio por los dos.

 

Un elfo se apareció de pronto, era para anunciarle que ya la carpa puede visitarse, por si el mago deseaba disfrutar de las bebidas dispuestas para los invitados o tal vez charlar con alguien en el lugar. El ojimiel agradeció el anuncio pero aunque se alegraba de estar ahí para la Ceremonia Nupcial y poder presenciarla, no le corría prisa, podría vestir algún nuevo traje, eso era verdad, pero ¿por cual se decidiría?

 

Le parecía al Dracony, que debía ser muy elegante, pero no más que el novio, por lo que eligiría un color diferente al negro...busco entre ellos, hasta encontrar uno que le agrada y se viste para acudir a la carpa, ya que ahí se esperaría hasta el momento de la ceremonia, la cual tiene curiosidad si presidirá algún miembro del bando...igual porta con gusto aquel atuendo que no contrasta tanto con su cabello, el cual peina con el fleco a la izquierda.

 

Ahora abandona su habitación y con pasos lentos se encamina al sitio donde los demás platican mientras llega la tan esperada boda...

[Cissy Macnair]

Off: Hago un enorme paréntesis porque me perdí en el rol de mi propia boda, así que no quiero cortarles sus roles XD pero vamos a empezar con la bendita ceremonia de una vez... u.ú

 

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CEREMONIA DE CASAMIENTO

 

El momento había llegado y yo estaba más nerviosa que nunca.

 

Aidan se despidió, porque no iba a acompañarme hasta el borde de la carpa sino que me iba a esperar en la entrada para que fuéramos juntos, del brazo. ¿Por qué? Porque así se lo había pedido. En los años que llevábamos juntos, unos 800 y contando, él me había llevado al altar en todas mis bodas y siempre había estado desde el minuto uno acompañándome, pero ahora... sabía que este paso era el definitivo para mí, que no habría otro hombre más en mi vida que Hades y por eso habíamos acordado que, si yo estaba segura, el camino tenía que hacerlo sola.

 

Con el vestido puesto, zapatos prístinos y cabeza en alto, encaré el camino hacia el inicio de la carpa, donde estaban ya todos en sus lugares para comenzar la ceremonia. Aidan me aguardaba, medio de espaldas al resto de la carpa, mirándome con los ojos llenos de brillo. Aquella era la 2da boda que más había deseado que yo tuviera. La primera, con Henry, había significado que sus dos amigos estarían unidos por siempre... Y ahora veía mi propio brillo inundando los jardines remodelados de la Riddle y parecía que eso lo embriagaba.

 

-No llores o lloraré también- me quejé por lo bajo, al llegar a su lado.

 

Se rió con una carcajada baja, acomodó un mechón de cabello detrás de mi oreja y me dio su brazo para que lo tomara. Nuestro primer paso dentro de la carpa hizo que la música comenzara a tocar, la tan conocida marcha que había en cada boda del mundo y así todos los invitados se pusieron en pie y giraron para verme, pero mis ojos sólo estaban puestos en Hades, que parecía haber estado conteniendo la respiración hasta que me vio entrar. Era como si todo su cuerpo estuviera gritando de alivio y sabía lo que iba a escuchar cuando llegara a su lado... "Creí que huirías, Macnair".

 

Miré a Sagitas, al frente del todo. Sabía que prefería estar en cualquier otro lugar que en una carpa repleta de Mortífagos, pero era mi amiga y había accedido a bendecirnos. Arya se encontraba del lado de la novia, con todos los niños a su alrededor, mirándome como si me vieran por primera vez... supuse que porque no vestía de negro, azul o rojo... sino de blanco. Sonreí a mis pequeños y continué avanzando hasta estar frente a la pelivioleta y junto al novio. Sólo entonces noté que mi enorme hermano estaba parado junto a Aaron, como padrino, sonriendo tontamente. Shelle y Ariadna de mi lado, con sus vestidos a juego.

 

-No huí- le susurré a Hades, antes de guiñarle un ojo que amenazaba con dejar caer una lágrima.

 

***

 

@@Hades Ragnarok

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@@Sagitas Potter Blue

@@Arya Macnair

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[Maida Black Yaxley]

Su beso y recuperación de cigarrillo le robaron una sonrisa, Albus demostraba en cada segundo ser el caballero que había conocido en la taberna y poco a poco le gustaba más, aunque no fuera capaz de expresárselo en palabras. Cada vez que la miraba directamente el rubor se hacía menos intenso, se estaba acostumbrada a ser vista de esa manera, como si quisiera desaparecer con ella, caminaban un poco despacio, no al lugar dónde se habían encontrado sino más al centro.

— ¿Quién iba a pensar que un viaje de trabajo se me tornaría tan divertido? —murmuró justo cuando la novia comenzó a aparecer al final del pasillo.

Acarició los nudillos de Albus mientras veía a Cissy caminar hacia el que próximamente sería su esposo. Desvió la mirada hacia los invitados, y por fin logró dar con Aaron, ¿ya habría llegado Mathew? No se imaginaba que pensaría cualquiera de los dos de verla del brazo de alguien, ella había dejado más o menos claro que no pensaba involucrarse con nadie más, y bueno, estaba justamente tragándose sus palabras.

— Que linda está —susurró a Albus, inclinándose un poco—, creo que si no fuera por la invitación, no sabía que Hades y ella estaban comprometidos.

En parte porque sabía poco de la vida privada de ambos novios, y en parte porque se había alejado en los últimos cuatro meses, realizaba sus labores desde casa y apenas si asomaba la cabeza al ministerio para sacar los documentos que pudieran relacionar su familia con cualquier tontería. Decidió concentrarse en la ceremonia mientras no dejaba de acariciar la mano de Albus sobre su rodilla, la noche apenas comenzaba.

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