Librería "La Hermana Quisquillosa" (MM B: 98425)

[Helike R V PB]

La tarde poco a poco iba cayendo, los rayos del sol se iban filtrando por el gran ventanal, creando varios haces de luz en dónde se podía sentir el polvo y además en dónde se percibía un aroma mezclado a viejo y a nuevo, en dónde todos los tomos estaban ordenados según la temática. Yo estaba en uno de los estantes mientras prestaba atención a la conversación, pero sin poder eludirlo el libro que había cogido, me llamó poderosamente la atención. Tenía lo más nuevo de la astronomía, con grandes descubrimientos, tanto mágicos cómo muggles. Qué además de eso tenía fotografías que se movían para explicar lo que había en cada página.

 

Al parecer era nuevo, porque además de su olor, apenas tenía un mes de editado, cuando le di la vuelta al libro para consultarlo. Metí una mano a uno de mis bolsillos y contando muy por lo alto, tendría unos sesenta galeones y varios sickles perdidos y algún que otro knut. Volví a guardarlos y pensé que no sería mala idea en comprarme otro libro, más actualizado, ya que también contenía mapas estelares y la situación de los planetas. Yo igualmente lo sabía gracias a que todas las noches con el telescopio conseguía localizarlos, pero una ayuda extra, nunca venía mal a nadie.

[Hayame Snape Potter Black]

La suave brisa del callejón le llevaba aromas de todo tipo.

 

Dulces... panes... pociones...

 

Estas últimas eran sus favoritas pero el olor a libro recién llegado a destino tampoco era algo a despreciarse y por ello, después de varias paradas a lo largo del callejón la joven vampiro detuvo sus pasos enfrente de la librería, sus ojos brillando con intriga ante la imagen tan atractiva que le presentaba el lugar.

 

Era emocionante.

 

Se acercó con suavidad, casi flotando hacia la vidriera que parecía ofrecerle un sin fin de opciones para leer, para estudiar, para enriquecerse...

 

Recordaba que antes visitaba varias librerías. Esperaba que aquel sitio pudiese brindarle una nueva colección de libros para pociones, las cuales amaba con toda su alma y fue ello lo que la empujó a atravesar las puertas y rapidamente, ponerse a buscar por entre los tomos algun ejemplar que no fuese tan nuevo, que pudiera contener secretos y practicas emocionantes para alguien de su edad.

[Matt Blackner]

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Xell nos había presentado su negocio con bastante entusiasmo. Era un lugar genial, repleto de libros de todo tipo, pero el problema era que uno de aquellos libros no era para nada agradable.

 

Abrí la puerta y la sujeté para que pasasen, pero alli dentro, de mi cinturón, colgaba mi identificación ministerial, y era el jefe indebido, el de mayor rango, asi que aunqeu no fuera mi local tomé el mando, y por eso me adelanté para impedir que siguieran adentrándose.

 

ME saqué los guantes de piel de dragón de color negro, estaban desgastados, pero aun no me habían dado problemas. Mientras me los ponía me giré hacia ellas dos.

- Sherlyn, deberías ponerte los guantes. Xell, si tu no tienes, no se te ocurra tocar nada, porque a saber cual es ese libro maldito, y no queremos más afectados.

 

Ahora la cuestión era buscar donde podía estar el libro, porque algo asi, no estaría a simple vista.

- Prima, necesito que nos enseñes los escondites de la librería.

[Hayame Snape Potter Black]

La chica de cabellos rojos pegó un salto al escuchar como ingresaban a la librería un nuevo grupo de personas

 

Había estado muy entretenida leyendo un enorme libro de pociones antiguas que había encontrado y no había percibido como la gente se acercaba al sitio, hablando entre ellos con un tono que daba a entender algun tipo de tema serio pero que obviamente, a ella no le incumbia en absoluto

 

Sin embargo dejó salir un pequeño sisseo al notar que uno de aquellos, era parte del Ministerio por lo que se replegó en las sombras para moverse hacia otro pasillo repleto de libreros, buscando alejarse con todo y libro de pocimas

 

Buscaría lo que quería, lo encontraria, pagaría y se iria lo mas rapidamente posible de aquel sitio

 

Aún tenia la pesima costumbre de sentirse horriblemente incomoda ante cualquier persona que trabajase en quel sitio, principalmente porque no olvidaba su propio empleo del cual agradecia a todos los cielos haber abandonado

[Sherlyn Stark]

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El negocio de Xell era bastante bonito, más que nada porque había un centenar de libros acomodados como correspondían. El ambiente era agradable y, en el aire se esparcía el aroma de algunos libros nuevos que suponía, que eran los que estaban más adelante sobre el ventanal. Era una pena no poder detenerse a mirarlos para comprar alguno. En otra ocasión sería, ahora lo importante era seguir las indicaciones de Matt.

Se adentró más al negocio siguiendo a su jefe. Kirara no dejaba de mirar la diferentes portadas de los libros que ofrecían la tienda. Contenía para todos los gustos, así que no le impresionaba que personas visitaran con frecuencia el local. Era inevitable mirar las estanterias, pero por otro lado prestaba atención lo que decía Matt. El libro era un objeto peligroso para la comunidad mágica, así que tenían que encontrarlo lo más antes posible.

Sacó los guntes de piel de dragón de los bolsillos. comparado con los de Matt, estos estaban un poco más nuevos, ¿o sería que él había tocado más objetos que contenían magia indebida? Luego le preguntaría, en ese momento lo más importante era seguir las instrucciones que el decía. Era una pena que Xell no tuviera los guantes, pero de igual manera podía seguirlos y mostrarles escondites de la librería.

- ¿Tiene escondites? - preguntó la castaña con interés.

Jamás se hbía imaginado que un lugar como aquel tuviera lugares ocultos, aunque no había que dejarse engañar con las apariecias. Estaba segura que era un sitio del que había mucho que descubrir. Su arquitectura en las paredes era perfecta, además que aún no conocía el mapa del lugar.

[Sagitas E. Potter Blue]

Había visto huir a Tama con el libro tan especial que llevaba. Me encantaba que hubiera encontrado precisamente el que quería. Me hizo mucha gracia que, a pesar de saber mi nombre, siempre me lo cambiara. Para ella, sería Sugus para toda la vida. Era algo que la hacía especial.

 

Me fui al mostrador lateral porque quería hacer el recuento de los libros que el proveedor nos había traído. Estaba segura que había puesto de menos y que quería colarnos más dinero del debido. Para eso tengo un ojo especial. Estaba tan atenta que por eso no llegué a ver al viejo elfo Raizor, de @@Sunar PBT . No le atendí, pero es que no le había visto, cuando me pongo a trabajar en algo, me concentro tanto que lo que hay a mi alrededor parece que desaparece.

 

Había entrado gente, levanté la vista y había dos chicas. Reconocí enseguida, con el ojo profesional que tengo, que sólo venían a mirar y a perder el tiempo entre ellas, hablando, por lo que decidí seguir con lo mío. En realidad, si no llega a ser porque sentí pasos apresurados que bajaban por la escalera, no me hubiera dado cuenta que el elfo de mi sobrina Sunar estaba allá esperando. Aparté la factura y el albarán que había repasado dos veces sin ver nada raro y sonreí a Xell, quien se ofrecía a ayudarle.

 

-- Perdona, Xell, no te preocupes. Yo atiendo al elfo. Entiendo mucho de libros de niños, a Ithilion le he leído muchísimos.

 

Esperaba que Xell no se enfadara pero es que me encantaba Raizor, es un elfo mayor, más que Harpo, y era mucho más amable que él.

 

-- Así que quieres un par de libros para Argentus. Yo le vendí los que se llevó la otra elfina, así que sé cuales no tengo que darte. ¿Quieres que te dé unos para pintar? De esos no se llevó, así podéis leer y a la vez él puede pintar los personajes, que interaccionan con el niño para enseñarle los colores. Si lo hace bien, le dan las gracias por dejarlos bonitos. Mi hijo, que es algo burro, los pintaba como quería y los personajes siempre estaban enfadados con él, cosa que a Ithilion le hacía mucha más gracia.

 

Noté que Heliké parecía interesada en un libro, ya la atendería después, pues ella era de la familia. Además, no era la primera vez que escogía un libro y dejaba el dinero encima del mostrador, con la confianza que nos teníamos. Noté también que Xell salía de la tienda, tal vez tuviera alguna compra que hacer.

 

Vi una sombra de un paseante que se asomaba al escaparate y que después se decidió a entrar en el lugar. Alcé una ceja. Si no estuviera atendiendo al elfo de Sunar, hubiera pegado un grito.

 

Era Hayame.

 

Y ya no me fijé más en quien entraba ni salía, pues esperaba respuesta del elfo pero no podía dejar de mirar la cara de mi hermana pelirroja, notando como se extasiaba con el olor a libro viejo. En eso era como yo, amantes de los libros y yo siempre había envidiado su biblioteca de la Vladimir.

[Xell Vladimir Potter Black]

OFF: Sunar, tenía que entrar en misión ministerial, por eso pacté con Sagitas para que te atendiera ella. Discúlpame, por favor.

 

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La última vez que había estado en la Librería, estaba con Heliké y después atendí a un elfo que era de la prima Sunar. Quería un libro especial y la tía Sagitas pensó que ella podría ofrecerle algunos concretos. La cedí la venta pues ella era madre y seguro que sabía mejor que yo qué libros necesitaba un infante.

 

Ahora volvía con Kirara y con Matt en misión ministerial, en busca de un libro maldito. Eso me producía desazón. No podíamos tener libros de ese estilo en la librería. Heliké y yo habíamos descubierto que la tía Sagitas tenía uno muy antiguo escondido en el altillo, en una habitación secreta, pero no creía que ese estuviera maldito sino todo lo contrario, que la tía lo escondiera por su gran valor artístico al estar lleno de miniaturas coloridas.

 

Además, las instrucciones de la tía, que parecía haberle transmitido el tejo, era que estaban en el hueco de la escalera, una especie de trastero que nadie abría. O al menos yo nunca lo había hecho.

 

Entramos en el local y enseguida Matt tomó el mando, como jefe, de lo que había que hacer. Negué cuando dijo algo de los guantes.

 

- Revertores no lleva guantes, sólo se los vi una vez a Sagitas para prestárselos a Cye, la anterior jefa de Indebidos.

 

Así que esa era la orden, no tocar nada de nada. Se me hacía extraña esa prohibición en mi tienda. Después Matt me preguntó por los escondites.

 

- No tenemos escondites, primo Matt - le contesté primero. Después bajé la voz. - Bueno, tu madre tiene uno pero me temo que como entres ahí, nos come. Ella habló de la zona de la escalera. Venir, seguirme.

 

Les hice un gesto con la mano para que me siguieran y llegamos a la escalera de caracol que llevaba al sótano, donde estaba la antigua imprenta de "El Quisquilloso", uno de mis antepasados. Allá, al final, había un hueco cerrado.

 

- No sé como se abre, pero aquí dijo Sagitas que estaba guardado ese libro.

[Hayame Snape Potter Black]

La muer de largos cabellos se encontraba demasiado distraída en aquellos momentos como para haberse dado cuenta de que ya había llamado la atención de otra persona presente, mas concentrada en pegarse a las sombras de los demás anaqueles y evitar de cualquier forma toparse con aquellos funcionarios que en otra cosa

 

Aguardó un par de minutos antes de suspirar con alivio al ver que no la habían notado

 

Sin dejar de pensar que aquello era demasiado extraño y que aunque no le incumbiese nada, lo mejor era permanecer aparte y lejos de cualquier vista se volvió de nueva cuenta a aquellos preciosos libros que tenía delante, cargando con mayor fuerza los dos que ya había encontrado y que quería llevarse y pasando un dedo por los lomos del resto

 

Finalmente un escalofrio le recorrió el espinazo, haciendole pensar que tal vez se había descuidado en algun momento, lo que la hizo voltear y abrir la boca grandemente al toparse con aquellos ojos que no la dejaban ir

 

Se ruborizó

 

-Hola...- saludó en un suave susurro a su hermana

[Sherlyn Stark]

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Estaba interesada por saber los distintos escondites que guardaba la librería dentro de su hermosa arquitectura que reflejaba el cuidado que le tenían. Era muy bonitos, como todos los negocios en los que Sagitas era la anfitriona, lo bueno era que la mayoría resultaban ser muy entretenidos, no eran simples negocios. No dejaba de posar su vista sobre los distintos libros depositados en las estanterías.

Escuchaba como la Reventora decía que en su trabajo no necesitaban guantes, o al menos no lo requerían en el momento de restaurar. Pensaba que Xell debía sentirse incomoda al negarle que no tocara nada de su propio local. Aun así, sabía que era una chica que comprendería lo grave de la situación, sobre el libro maldito y los problemas que posiblemente causaría a muchas personas.

Luego, escuchó como la rubia procedía diciendo que no tenían escondites, aunque decía que la madre de Matt tenía uno cerca de las escaleras; esperaba que no se “comiera” a nadie por entrar al lugar sin su permiso. Sobre el suelo se encontraba una escalera de caracol que les dirigirían al sótano de la librería.

Le daba vértigo bajar las escaleras, así que procuró no mirar hacia abajo por miedo a pisar mal los escalones que estaban en buen estado. Al pisar, por fin, el suelo pudo ver un hueco cerrado, al que Xell no sabía qué hacerle para pasar el umbral. Decidió no adentrarse mucho y quedarse cerca de las escaleras. No se le ocurría cómo hacer para que el hueco se abriera.

— ¿Empujándolo se podrá correrlo? —preguntó.

[Hayame Snape Potter Black]

La pelirroja movió su peso de un lado a otro de su pierna, abrazandose firmemente a los libros que tenía en los brazos ya que sentía que si no hacía aquello de puros nervios saldría corriendo del negocio al no saber si su hermana en medio de la felicidad y el coraje de su desaparición le tiraría encima los libreros

 

No que fuera a morir por ello, pero el dolor de la aplastada nadie se la iba a quitar

 

Aunque si lo pensaba estrictamente, ella sabía muy bien que se tenía merecido cualquier enojo de su querida y adorada hermana y que no tenía ninguna cara para criticarle o rezongarle el que le hiciera aquello; de hecho iba a sorprenderse mucho como no la amenazase con clavarle una estaca en el corazón en el instante por haberla hecho sufrir

 

Los sonidos de las otras personas fueron desapareciendo, lo que le hizo sentir un breve pero agradable y bienvenido alivio a sus nervios que estaban en las puntas de todo y volvió a animarse a sonreirle, pasandose un dedo por el cabello

 

-Realmente... no sabía que tu también trabajabas aqui...

 

Dijo con un tono bajo pero que pretendía ser alegre, fracasando estrepitosamente en esto ultimo