Librería "La Hermana Quisquillosa" (MM B: 98425)

[Hayame Snape Potter Black]

El tiempo pasaba pero su hermana parecía que no saldría de su estupor en un buen rato

 

Pasos iban y venían y el sonido de la puerta al abrirse y cerrarse daba fe de los clientes que salían e ingresaban en el local; ya incluso se le había pasado la sensación de nerviosismo ante el peligro que obviamente habían acudido a disminuir varios de los magos presentes.

 

Por lo pronto y en lo que a ella correspondía, se quedaría cuidando a su hermana so riesgo de que esta se desmayara de pronto y se abriera la cabeza

 

Solo faltaría eso, un charco de sangre en una librería

 

Mientras tanto se había hecho con dos sillas cercanas, colocandolas de forma que ahora se acostaba en estas y veía la torre de objetos que había colocado sobre la cabeza de la otra y que se tambaleaba peligrosamente a pesar de no caerse... y estaba orgullosa, porque todo aquello se mantenía de pie sin magia!!

[Matt Blackner]

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Sherlyn me miraba consternada. En seguida supe que le había preocupado la rata. Tragué, sin saber que hacer, o más bien, como decírselo, porque lo qeu menos quería era hacer daño a la chiquita, que se sintiera mal...o peor de lo qeu se sentiría.

 

Aquella rata no estaba viva, había sido quemada como poco, solo estaba maldita, pero...

 

Era lo bastante inocente como para creer qeu estaba viva. Me puse de pie (había estado agachado todo el tiempo) y sujeté con firmeza la bolsa cerrada, guardándome la varita en el pantalón. agité la mano izquierda, arañada por la rata y suspiré.

 

- Sherlyn lo siento...pero la rata está muerta. la quemaron, y si ha reaccionado es porque está maldita. El libro ejerce algún poder sobre ella y no permite que se descomponga o muera, por eso debo estudiarlo.

 

Le di un leve apretón en el hombro para animarla.

- Si quieres quedarte no me importa, pero si prefieres venir...que harás tu prima? - pregunté a Xell, pobre, estaba callada desde que nos mostró el hueco donde el libro estaba escondido.

[Xell Vladimir Potter Black]

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Sé que no fui de gran ayuda en nada de aquello, pero yo sólo podía indicar el lugar donde la directora había dicho que ese encontraba aquel libro. Kirara sugirió empujar el hueco y yo no supe qué contestar. Matt se hizo cargo de todo, para algo era el jefe, a mí no me dejaba acercarme, ya que no tenía los guantes necesarios.

 

Pareció fácil abrir la puerta. Retrocedí un paso, asqueada. Era una enorma rata despellejada sobre un libro.

 

- ¿Es ese? - pregunté, aunque era evidente que lo era.

 

Retrocedí otro paso, esta vez para dejar paso a Kirara, pues le pedía una bolsa. ¿Lo iba a guardar en una bolsa? Estaba sorprendida, pero no sabía como trabajaba aquel departamento. En realidad, era la primera vez que veía trabajar al departamento de Indebidos.

 

- ¿Siesta? Eso está más que muerta - dije, muy flojito, porque Kirara, como ya era habitual en ella, se preocupaba por el animal.

 

Aquello se elevó y pareció gritar y revolverse. Al principio pensé que era la rata y blandí la varita por delante, como si fuera una daga. Pero era el llibro.. ¡Oh, no, era la rata! Grité mucho. Matt fue valiente y se hizo cargo de la situación pero yo estaba muy alterada.

 

- ¿Le vas a llevar la rata a la tía Sagitas? - mi voz sonaba incrédula.

 

Aunque la mejor idea fue la de tomarse el día libre, era lo más apropiado, gracias a los dioses, sí, mejor salir de allí y tomar un helado de algo en alguna cafetería de Diagon, para quitarnos el susto.

 

Salí corriendo, con el visto bueno del primo, así que subí aquellos escalones hasta llegar a la tienda. Necesitaba salir de allá y recuperar el aliento.

 

Creo que la Diosa me oyó porque vi a Lisa y me aferré a ella, tirando al suelo el libro que sostenía en sus lindas manos.

 

- ¡No sabes lo que necesitaba verte en este momento! - posé la cabeza en su pecho, para relajarme

Editado 30 de Abril del 2014 por Xell Vladimir

[Lisa Weasley Delacour]

Disfrutaba de la lectura, aún seguía incrédula por la atención que le prestaba a un libro sobre medicina, pero la vida misma era un cambio continuo ¿de qué me tenía que preocupar? Hasta era posible que dentro de unos meses me enamorase de la profesión y acabase atendiendo en San Mungo. Negué imperceptiblemente y continúe leyendo. El texto era sencillo y entendible hasta para mí, que no tenía ni la más mínima idea sobre el tema. Miles de dibujos explicativos ayudaban a hacer más amena aquella serie de términos tecnológicos propiamente usados en la materia. Realmente me habia enganchado, pues no me percaté de que Xell corría por el pasillo como loca hasta que no choco contra mí y mando el libro que sostenía entre las manos al otro extremo del pasillo.

La abrace con fuerza, no pude hacer otra cosa, la necesitaba conmigo, dejando que sus miedos fuesen los míos. A día de hoy y tras todo lo vivido, me seguía fascinando como Gaia habia sido capaz de unir a dos personas tan diferentes como nosotras, pero jamás me iba a arrepentir de las decisiones tomadas, el amor que sentía por aquella niña de ojos azules compensaba en su totalidad todo el dolor de mi alma impura – Yo también necesitaba verte rubia – El calor que desprendía su cuerpo era inspirador. Tenerla tan pegada a mí era un bálsamo relajante. La habia echado de menos, mucho, muchísimo al parecer. Mi cuerpo encajaba a la perfección con el suyo, era bastante obvio que aquello era lo correcto.

Levante su rostro, que yacía en mi pecho para poder ver sus ojos, sus pupilas coincidieron con las mías y le sonreí - ¿Qué sucede, estas bien? – La preocupación por su bienestar y seguridad era algo que desde un principio habia notado, pero después de completarse el encuentro de la cascada, vivido hacía ya unas semanas, habia aumentado en su totalidad – No puedo dejarte sola tanto tiempo, eres un peligro andante amor – Acaricie su pálido rostro con cariño, dejando en claro todos los sentimientos que mi cuerpo, alma, mente y corazón sentían hacia ella - ¿Me cuentas mientras nos tomamos un helado? Seguramente hace mucho que no te tomas un buen descanso….

[Matt Blackner]

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Xell había retrocedido y nos había dejado trabajar. Pobre, no podía hacer nada alli, era su negocio, pero yo era el jefe y no tenía las protecciones adecuadas, asi qeu no pensaba arriesgarme a que aquel libro le afectara a ella también, Reena me mataría por dañar a su hija, y Sagitas me mataría por dañar a su empleada.

 

Después de todo aquello si, Xell necesitaba descansar, se lo noté enseguida.

- Claro qeu se la llevaré prima, tenemos que investigar esto, ver de que demonios se trata. - aunqeu no esperaba que reaccionara demasiado bien al ver aquella rata.

 

Me puse de pie, sujetando con firmeza la bolsa de indebido con el libro y la rata dentro. Xell se retiró, acercándose a una recién llegada, Lisa. Era mejor dejarlas a solas, asi que hice un gesto a Sherlyn para que me siguiese. Me despedí con un gesto de la mano, y salí, sujetando la puerta para dejar paso a la joven.

 

- Yo regreso con esto a accidentes. Tómate el día libre, da una vuelta y descansa. Te veré el próximo día en accidentes, si? - terminé con una sonrisa.

[Hayame Snape Potter Black]

Hayame reía mientras su hermana continuaba con aquella apariencia de pisapapeles gigante, adornando aquella librería con tantos objetos que dentro de poco se dejaría de ver la figura de la Potter Blue; la vampiro se cubrió la boca suavemente con diversión antes de acomodar una supuesta mesa de "libros" enfrente de su hermana y moverse enfrente de esta

 

Se colocó las manos en la espalda y la observó con fijeza

 

-Ahora, almirante librería... he decidido que en esta guerra hay que condecorarla...

 

Dijo con una voz firme y directa como si se tratase de alguna especie de soldado, comenzando a moverse frente a su hermana

 

-Me alegra verla tan serena y firme soldado... así debe de comportarse!!

 

Añadió riendose ante su propia broma y juego, a sabiendas de que en cuanto su hermana volviese en si la liaria a librarazos de forma literal

[Sherlyn Stark]

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Le desconcertaba el hecho que la pobre criatura estuviese realmente muerta. Sí bien lo confirmó gracias a los comentarios de Xell y Matt. No se había imaginado la magia que el libro podía ejercer ante cualquier artefacto. En realidad no conocía nada acerca de este, pero intentaba mantener sus pensamientos lejos del asunto de la defunción de la ratita. Según su jefe, la criatura no había podido sobrevivir al calor extremado del fuego.

El tema le había quedado más que claro, así que ya no necesitaba ir con Matt al departamento. Le haría bien tomar aire fresco y recorrer el Callejón Diagón. Agradecía los ánimos de parte de su jefe, pero no era lo necesario. Sentía ganas de irse, estar sola y pensar sobre lo que hubiera pasado sí la rata hubiera sobrevivido. Xell sin esperar más se fue corriendo subiendo las escaleras.

El día libre era lo adecuado. Siguió a Matt para regresar a la primera planta donde se ubicaba la tienda. Xell estaba a unos metros en compañía de Lisa. Asintió la respuesta de Matt, dejarlas solas era la mejor idea. Quizás ellas conversarían de libros o de revistas de mejor manera estando ellos ausentes. Salió de la librería tras su jefe, para luego despedirse de él.

— Gracias, ¡hasta pronto, Matt! —se despidió la castaña caminando en dirección contraria. No tenía planeado ir a ninguna tienda, sólo caminar hasta, ¿desaparecer? Sí, un lugar más tranquilo le sentiría mejor.

[Hayame Snape Potter Black]

Hayame continuaba jugueteando de forma militar con su hermana que ya no estaba segura de si estaba desmayada, petrificada o simplemente, incredula todavía

 

Comenzó a hablar nuevamente con firmeza y dureza como si de un general se tratase, moviendo una mano con un puño cerrado antes de mover la varita para hacerse aparecer un bigote grueso y de cepillo; al siguiente momento comenzó a mover una mano, cantando una tonada militar y deteniendose de vez en vez como si pudiese esperar a que su hermana continuase el estribillo

 

Rió con gracia antes de volver a mover la varita para cambiar las ropas de su hermana y ponerle los de un soldado raso

 

-Cuidado con los techos, teniente!! hay que tapar todas las salidas! Los libros se escapan!!

 

Decía antes de esconderse y moverse como si estuviesen en mision de reconocimiento y los libros sobre su hermana, apilados y meciendose peligrosamente fuesen a atacarla de un momento a otro

[Xell Vladimir Potter Black]

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No quería salir corriendo porque no me consideraba una cobarde. Pero la visión de aquella rata despellejada, modificada, que protegía un libro maldito... ¡Yo era revertora, no era de Uso Indebido de la Magia! Por ello, no sabía como neutralizar ese tipo de hechizos.

 

Por ello corrí y Gaia puso a Lisa en mi camino, la única que en aquel momento era capaz de calmarme, de dar estabilidad a mi mente tras la visión de la rata horrible. La dejé hablar, notando que sus palabras eran un bálsamo pacificador con el que me relajaba de todo lo sucedido, en la mansión Vladimir antes y en la librería ahora.

 

- ¡No soy un peligro andante! - protestaba, abrazada aún fuertemente a ella. - Es este departamento, nos pasan cosas muy extrañas. Creo que es el Departamento más peligroso de todo el Ministerio.

 

Exageraba, pero con una sonrisa tan amplia por haberla encontrado que sabía que Lisa notaría lo bien que estaba a su lado. Y sus caricias. Torcí la cara hacia el lado de su mano, para que el contacto fuera más profundo y más largo. Me arrancó un suspiro.

 

- Te cuento, pero no aquí... Vamos al Bloody de la prima Eledh, o a donde me pidas, pero salgamos antes que Matt o Kirara requieran mis servicios de revertora y tenga que quedarme.

 

Apreté sus dedos contra los míos, sintiendo el calor de su mano.

 

- Vamos, vamos... que ya salen...

 

Tironeé de allá hacia la salida.

[Hayame Snape Potter Black]

Había pasado un rato mas

 

Un laaargo rato mas y su hermana continuaba sin moverse, aún petrificada ante el asombro de verla en aquella librería moviendose a sus anchas cuando se suponía que estaba mas muerta que un paraguas agujereado e inutilizable en el atico de cualquier antigua casa de abuelita de muchos años

 

Hayame suspiró pesadamente, acostada en el suelo

 

Hacía tiempo que ya había dejado de jugar a los soldados y su hermana ya casi no podía verse por el montón de cosas que la pelirroja había colocado sobre su cuerpo y que la hacían parecer una tambaleante torre eifel; sin embargo, sobresalían algunas flechas con punta pegajosa y pequeños aviones de papel que su hermana arrojaba desde su posición en el suelo

 

La vampiro tenía los pies recargados y cruzados donde debían de estar las rodillas de su hermana y apoyaba la cabeza en un par de libros a modo de almohada, tratando de centrar el siguiente avioncito de papel para que se atorase entre el poco cabello que se dejaba ver de la pelivioleta