Flourish & Blotts (MM B: 98551)

[Cillian Haughton]

Cillian Ryddleturn - Rol ministerial

Direccion de la Red Flu, Trasladores y Control de Calidad
Departamento de Transportes Magicos

Un día después de haber realizado los servicios en el castillo Ryddleturn y tal como había prometido al patriarca, se presentó en su libreria esperando encontrarlo ahí. Al Ryddleturn le encantaba la idea de visitar una libreria aunque esta vez fuera solo por trabajo aunque no podía negar que quizá revisaría la portada de un par de tomos para ver cual llamaba más su atención y así poder regresar luego por él.

 

El olor a libros viejos y nuevos que se podía apreciar apenas entrar era bastante agradable así que el funcionario se detuvo un par de segundos para disfrutar del mismo y acto seguido comenzó a recorrer los pasillos del lugar en busqueda del Ravenclaw; a cada paso no podía evitar mirar de reojo las estanterías solo por curiosidad. Se detuvó al escuchar un par de voces provenir de un lugar cercano, sin pensarlo se encamino hacía el mismo.

 

— Bueno, que las cosas curiosas están siempre a la vuelta de la esquina —comentó al encontrarse con el Ravenclaw, su sobrino y el fantasma de aquella chica loca— Ravenclaw, estoy acá para activar los servicios que ha solicitado según este formulario —Cillian sabía que Kurt conocía los detalles de por que estaba ahí, pero nunca estaba de más seguir los protocolos.

[Keaton Ravenclaw]

Kurt sin duda alguna quería estrangular a aquella fantasma en la cual se había convertido May, sin embargo, como bien se sabía, los fantasmas eran seres intangibles que carecían de un cuerpo físico, cosa que daba muchísimo más coraje al vampiro por no poder volver a matar a aquella despreciable mujer, ya la reviviría después solo para asesinarle de nuevo. Importaba muy poco que ambos pertenecieran a las filas de La Marca Tenebrosa.

Pero justo cuando Ayrton estaba por salir sin más de la librería en pos de sus obligaciones como profesor y Jefe de una de las casas de la Academia, Cillían, aquel empleado del Departamento de Transportes Mágicos, llegó para comunicarle al ojiceleste que estaba ya allí para activar los servicios que él mismo había contratado para negocio. El Black Lestrange bufó.

—Vaya, Cillian, me agarras justo cuando estaba por marcharme a la Academia, pero dale, bien podemos terminar con este procedimiento para, al menos, ya no tener que usar la aparición para lklegar al Callejón Diagon —Enfatizó el pelinegro.

Con un geste de una mano, el Ravenclaw guió al Ryddleturn hasta donde estaba la chimenea de Flourish & Blotts, una hermosa construcción de piedra de tamaño grande justo para servir de recibidor para las personas que deseasen llegar mediante la Red Flú a la librería. Allí Cillian podría empezar sus deberes, pues lo del hechizo anti-aparición, el Ravenclaw no tenía ni idea de como lo activaban los empleados de aquella dirección.

—Cualquier cosa que necesites, me avisas, Ryddleturn —Ofreció el dueño de la librería a aquel empleado ministerial.

[Cillian Haughton]

Cillian Ryddleturn - Rol ministerial

Direccion de la Red Flu, Trasladores y Control de Calidad
Departamento de Transportes Magicos

 

— Prometo que no tardaré demasiado, activar los servicios es más bien rápido —comentó mientras el Ravenclaw lo encaminaba hasta la chimenea del negocio.

 

El Ryddleturn seguía fascinado por todo en aquel negocio, las librerías solían ser uno de sus lugares favoritos. Sonrió al llegar a la estructura de la chimenea, no esperaba menos, era una chimenea completamente adecuada para el lugar. Se acercó a ella y acarició el borde de la misma con sumo cuidado explorando cada centimetro de ella.

 

— Yo te avisaré si necesito de algo —contestó con una sonrisa.

 

Sacó a Leah de su bolsillo derecho y se alejó unos pasos de la chimenea; comenzó a girar su antebrazo para crear un remolino en dirección a la entrada de la estructura de piedra, concentrado toda su atención en el Castillo Ravenclaw, lugar al cual el dueño y patriarca había solicitado una conexión.

 

— Y la conexión de Red Flú esta lista... —su voz en un susurro.

 

Sonrió para si mismo y giró sobre sus pies. Era hora de activar la antiaparición del lugar así que se encamino hasta los muros principales de Flourish & Blotts, haciendo de nuevo uso de Leah apunto hacia ellos repitiendo una y otra vez en su mente las indicaciones del Ravenclaw: Solo el dueño y los afiliados, podrán aparecerse en los terrenos que abarque el negocio. Visitantes y demás, deberán hacerlo a cinco metros de la puerta de entrada. Al tiempo que de Leah salía un pequeño hilo plateado que se adhería a los muros creando la protección.

 

— ¡Y todo está listo! —Comentó al dueño al tiempo que volvía a su lado—. Ahora solo necesito que me firme esto y todo estará listo —extrajó un nuevo formulario de su bolsillo y se lo tendió.

[Juliene Black Lestrange]

Fantasma de May

― KUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUURT

 

La dulce voz de la Black Lestrange se escuchó por todo el local, le importaba un comino lo que estaba haciendo su jefe, expadre, tio abuelo… ¡Por Merlín! ¿Cuánto parentesco guardaba con ese hombre? Como sea. Siguió berreando, perdón, llamándolo con su grito sin fin (¿?). Eso de estar muerta le estaba aburriendo más de lo que parecía.

 

― ¡Fósil andante! ¡Sal de tu baticueva!―exclamó― Aquí te andan buscando para que le des tu autógrafo. Por cierto, hola, Ryddleturn.

 

Su ectoplasma se enfocó en ese que había sido su hermanastro tiempo atrás, podía percibir lo cambiado que estaba, lo sabía, Londres lograría amoldarlo, aunque todavía se veía algo de ese muchacho que había conocido en la mansión Black Lestrange, negó, no era momento para ponerse a recordar cosas.

 

― ¿Y qué rayos se hizo el adulador? ¡Hasta el que quería violarme salió corriendo!―soltó. No era ella, pero podía comportarse como le diera la gana, estaba muerta y de paso todos la olvidaban allí, sin tener la delicadeza de revivirla― Maldito, Kurt, sal de dónde estés o exploto este lugar… no sé cómo, pero lo hago.

 

Los elfos la miraban como si quisieran matarla de nuevo, se encogió de hombros, no podían hacerle nada: estaba muerta. Ahora si aparecía ese anciano con ganas de meterle mano a su ectoplasma si tendría que correr, lo malo es que salir de allí no podía, no sin su cuerpo al menos.

 

― Ya vendrá a darte tú autógrafo, lo haría yo, pero por obviar razones no puedo.

 

Soltó sobrevolando los aires y sentándose sobre una estantería, esperando al Ravenclaw.

[Keaton Ravenclaw]

En lo que Cillian realizaba la activación de los servicios que Kurt había pedido hacía algunos días en el Departamento de Transportes, este último se dirigió a revisar un cargamento de nuevo ejemplares de libros, los cuales eran bastante especiales pues venían de países latinos. La magia de aquellos lugares encantaba al Ravenclaw, de hecho, si por él fuera, viviría en algún país de Sudamérica, lo cual no podía por las grandes responsabilidades que tenía en Inglaterra.

Estaba ya por terminar de acomodar los nuevos tomos en las estanterías del segundo piso, cuando de pronto un grito fantasmal hizo que algunos de aquellos volúmenes se le cayeran de las manos. Era un verdadero fastidio tener al Fantasma de May en aquel lugar. Causaba más estrépites muerta que viva, eso no tenía ninguna objeción. Con un movimiento de la varita mágica de cerezo, el Base levantó los libros y éstos se acomodaron solo en las repisas.

―Eres un verdadero fastidio, Juliene Black Lestrange, en verdad no sé qué diantres es peor, si tenerte muerta, a sabiendas que lo único que puedes hacer es berrear como desquiciada, o viva y tener que aguantar tus arrebatos y hacer explotar esta librería ―Iba diciendo en voz en cuello el mortífago a la par que bajaba acompasadamente por la escalera de caracol.

En ese momento, Ayrton vio que Cillian estaba ya en el vestíbulo esperando al dueño para que le firmara algo, era fastidioso, a últimas fechas su firma estaba en más lugares de los que él mismo desearía, pero así eran las cosas para una persona con las responsabilidades del ahora Ryddleturn. El chico sonrió a Cillian, tomó el pergamino que tenía en sus manos y se lo firmó, ignorando olímpicamente al fantasma de May.

―Aquí tienes, Cillian, sería ya todo ¿no? ¿yano te debo nada? ―Preguntó el chico mientras entregaba el formulario. May en ese momento decía algo de hacer explotar el local, cosa que le dio risa al ojiceleste, siendo fantasma, quería ver como se las ingeniaba la Black Lestrange.

[Juliene Black Lestrange]

Fantasma de May

Impulsando su carrera a Broadway (?

Pd: Te adoro, Kurt, te adoro. ¿Sabéis la sonrisota que me saco tu rol? xD Me subiste el ánimo /o/

Pd2: Es un rol loco, inconexo, pero se entiende (? creo

Pd3: Sólo para ***** esto /o/ xD

 

― Ohm. Déjame pensarlo…

 

La fantasma se colocó en pose pensativa desde su cómoda posición sobre la estantería, si algo era cierto es que quería volver a manejar su cuerpo, se aburría siendo fantasma y los medios para molestar al Ravenclaw eran mínimos. Si no fuera porque tenía que vigilar sus intereses económicos de seguro la dejaría sola en ese local con los elfos domésticos y ese fantasma violador.

 

― ¿Muerta?―inquirió―Mira que como Finnick no está te toca a ti atender a los clientes y sabes que algunos odian a los elfos, al menos “viva” podía encargarme de eso, pero como no lo estoy―soltó un suspiro lastimero―, ni modos, creo que veré si espanto un par de clientes.

 

Alzó el vuelo con su ectoplasma, soltando suspiros cada dos por tres, estaba aburrida, demasiado. No pudo evitar que una canción muggle se colara en su mente, comenzó a tararearla al principio, para luego pasar a entonarla con cierto aire de melancolía, casi se le antojaba reír, parecía que le iba bien en aquello de hacer drama.

 

―Te cansaste de mí, me alejaste de ti en las sales del mar se secó…―comenzó a berrear, haciendo gesto de dolor, todo tenía que ir acorde a la canción ¿no?―, no se puede salvar lo que ya se quebró si en la piel está escrito el final…

 

¿El Ryddleturn seguía allí? No se había percatado de eso, sólo quería cantar, porque de alguna manera tenía que matar el tiempo y… ¿por qué no? crispar los nervios de su anciano tío. Hizo el esfuerzo para que un par de lágrimas falsas surcaran de sus fantasmales ojos, pero le fue imposible, así que lo dejó por la paz.

 

― Es hora de decir adiós, no queda otra salida terminó, abrázame en silencio―se acercó al Black Lestrange con ese aire dramático mirándolo a los ojos (¿?)―, lo siento… dejémoslo pasar y digámonos adiós.

 

Se alejó, dando un par de vueltas en el aire, se estaba metiendo bastante en el personaje, lo que era tener tanto tiempo de ocio.

 

― Te propongo olvidarnos del ayer separarnos ahora sin llorar…―continuó con su canto sin dejar de mirar a su padre―, aunque sea muy triste es mejor oír la verdad y es que… ¡viva estoy mejor!

 

Cantó un par de estrofas más, para después comenzar a hacer reverencias de agradecimientos, vale que los únicos aplausos que se escuchaban eran en su mente, pero ¡que importaba! Se había divertido un poco haciendo el ridículo.

 

― Oh. Que tengas lindo día, Ryddleturn―comentó al empleado ministerial― Kurt… ¿me devuelves mi cuerpo? En verdad lo extraño.― esperaba que la cara de arrepentimiento, sumándole la melancolía de la canción funcionara con su tío, sino se las vería negras.

[Cillian Haughton]

Cillian Ryddleturn - Rol ministerial

Direccion de la Red Flu, Trasladores y Control de Calidad
Departamento de Transportes Magicos

Su trabajo en el negocio del Ravenclaw por fin había termino, suspiró y relajó los musculos. No paso demasiado tiempo con aquella tranquilidad por que justo en ese momento apareció el fantasma de una persona que el conocía, pero intento averiguar como había llegado hasta eso, aquella mujer estaba loca y lo más seguro es que solo fuera uno de sus juegos así que al escucharla cantar y saludarle solo la ignoró, la ignoró como tantas otras veces ya había hecho.

 

— Asi es, Ravenclaw, todo el asunto de la activación ha quedado listo así que no hace falta nada más —informó con uan sonrisa en el rostro dispuesto a abandonar la libreria en aquel mismo momento, nunca había soportado estar demasiado tiempo a su lado.

 

No la escuchó, no escucho nada de lo que la fantasma decía, no tenía tiempo para ella así que solo dio una última mirada al negocio para comprobar que todo estaba bien, algo tonto ya que sus servicios no era algo que pudiera verse a simple vista, pero aun así lo hizo; después de eso devolvió su vista al dueño y realizó un pequeño gesto de despedida y sin más se dirigió fuera de la librería a la cual esperaba volver pronto, y esperaba que en aquella visita no tuviera que toparse de nuevo con May.

[May Malfoy]

May había abandonado el pueblo después de que nadie la recibiera en la mansión de su prima, tal vez volvería más tarde pero ahora no tenía ganas de pelear consigo misma y eso lo hacía cuando estaba sola. Suspiró mientras avanzaba por el Callejón Diagón pasando revista a cada uno de los negocios que iban apareciendo uno tras otro intentando llamar su atención, ninguno consiguió, ni siquiera, que ella dedicara más tres segundos a su fachada. Sus pensamientos seguían en su hogar, tal vez debería haber vuelto a la mansión Malfoy. Al final, esa era su casa, era el lugar donde se encontraban la mayoría de sus cosas, su habitación debería seguir tal cual la dejó, quizás y sólo quizás, Chávez hubiera limpiado de vez en cuando pero sólo para no morir a manos de sus padres por no tener limpia la casa.

 

Sin ser realmente consiente de sus acciones la bruja se detuvo enfrente de un local que tenía una apariencia poco llamativa, sobre todo si se comparaba con los bares que había dejado a su espalda. Entonces, ¿por qué se había detenido? Desde pequeña la castaña había sido una fiel amante de los libros, algunos, incluso, la tildarían de compradora compulsiva pero era casi inevitable que ella no comprara un libro si encontraba el lugar ideal para hacerlo. Conociendo lo anterior era comprensible que ella se hubiera detenido por instinto pues el local no era otro sino una librería, no, no una librería era la librería por excelencia: Flourish & Botts. Aquella librería era la más conocida del mundo mágico, o al menos lo había sido para ella, ni siquiera cuando ella había sido dueña de una había podido dejar de visitar el lugar, aunque claro, aquellos eran otros tiempos y seguro los dueños eran distintos.

 

No dudó demasiado en entrar, de hecho, ni siquiera meditó si llevaba el dinero suficiente para pagar lo que ella quisiera comprar. ¡Qué dilema más tonto!, pensó al recordar el apellido que llevaba y con ello la familia que respaldaba todas sus cuentas; además, si lo pensaba fríamente en el último año no había gastado ni un knut por lo que aún tenía la capacidad económica -propia- para adquirir una casa si así lo deseaba; un libro no sería una suma tan exorbitante, además, tenía mucho sin adquirir una buena copia de una novela o un libro de hechizos. Sí, si compraría algo... la pregunta sería: ¿cuál?

 

Sus pasos al entrar a la librería no eran más que un susurro, a pesar de traer tacones. En fechas recientes la bruja había abandonado toda la comodidad que le ofrecían los zapatos de piso y se había volcado por zapatillas, botas y cualquier otro tipo de calzado que tuvieran un tacón "coqueto". Necesitaba volver a casa o pronto terminaría despilfarrando la fortuna que tenía en ropa y cosas inútiles que, un par de años atrás, habían sido una necesidad más que el loco deseo de adquirirlo porque "le quedaban bien". Se detuvo un instante mirando hacia el escaparate que ahora estaba a su espalda, su reflejó le regresó una sonrisa complaciente al ver lo bien que lucía, si tan sólo supieran que estaba más que confundida y por eso había vuelto a casa volando antes de tener que huir de su propia sombra.

 

—¿Buenas tardes? —llamó esperando ser atendida por cualquiera.

 

La ausencia de personas no había pasado desapercibida para ella, comenzaba a espantarse aunque intentaba mantener la calma diciendo que aquello no era posible, ¿cómo podrían todos desaparecer cuando ella por fin se había decidido a regresar? No, no... seguramente sólo no había coincidido con ellos. Las consecuencias no existen, sólo lo inevitable, se dijo a sí misma logrando sólo que frunciera el ceño pues aquella respuesta no le agradaba. ¿Dónde estarían sus hermanos? Sabía que algunos continuaban en el extranjero, tal como ella lo había estado hasta un par de días atrás... ¿volverían para las fiestas? Seguramente no, si no lo habían hecho ya era casi imposible que volvieran para navidad.

 

—Buenas tardes, ¿puedo ayudarla? —preguntó un elfo que había aparecido, sin que ella se diera cuenta, a su lado.

 

—Sí, necesito una recomendación para mi lectura decembrina —pidió la bruja aunque dudaba de la capacidad de la criatura para encontrar algo que la convenciera.

[Afrodita.]

El día era cálido aunque un poco frío, el invierno estaba cerca y por eso la mayoria de la gente que se paseaba por el Callejón Diagon se encontraba abrigada llena de ropa gruesa y larga. La Malfoy no era la excepción, tenía una túnica gris plomo gruesa encima de su ropa normal y una gran bufanda que cubría su cuello. Las mejillas se hallaban un poco coloradas, haciéndola tener una apariencia infantil.

 

La mortífaga caminaba tranquilamente por el lugar, sus manos estaban llenas de bolsas y estaba ya dispuesta a irse a la mansión Malfoy, la mayoría de lo que compro era ropa, zapatos, joyas, cosas superficiales que le encantaba tener. Iba dar la vuelta para dirigirse hacía la salida cuando visualizo un rostro que le pareció conocido, pestañeo varias veces aún sin poder creer si era su hermana. Se dirigió hacía la tienda, abriendo la puerta escuchado el fastidioso sonido de la capanilla de entrada.

 

-¿May? - Preguntó la banshee, aún no creía que fuera ella. Llevaba meses sin verla, incluso estaba un poco segura que más de un año. -¿Donde estabas metida? - Agregó, confirmado que la persona que se hallaba frente suyo era su hermana.

[May Malfoy]

La Malfoy había caminado detrás del elfo que estaba por mostrarle el pasillo donde se encontraban las biografías de los grandes brujos de la historia, desde Merlín hasta Rasputín; pasando incluso por Voldemort y Potter; aunque si le preguntaban a ella su opinión Potter no había sino más que un chico con muchísima suerte. De todas formas su opinión no contaba demasiado en ese momento, al fin y al cabo no se dedicaría a la reseña de libros, mucho menos de personajes... ¡Ni siquiera trabajo tenía! Tendría que esperar a que se publicaron los resultados de las postulaciones de aquel mes, aunque realmente no estaba segura de si sería bueno conseguir alguno de los empleos.

 

Había cogido el libro de Rasputín entre sus manos y hojeaba lentamente sus páginas; la historia de aquel hombre se mezclaba con la del imperio ruso y resultaba fascinante para ella. No había podido viajar a Rusia en su ausencia de Londres pero, por una u otra razón, no había podido acercarse al Kremlin más de lo que las fotos lo permitían. Aquel libro parecía algo viejo, sus páginas se sentían suaves y algo secas pero lo suficientemente resistentes para que ella pudiera leerlo constantemente. Aún evaluaba la idea de adquirirlo cuando una voz a sus espaldas la hizo pegar un ligero salto consiguiendo que el libro cayera al suelo.

 

—Lejos... —murmuró mientras se agachaba para recoger el libro ante la mirada inquisitoria del elfo— este... me llevaré este libro, por favor.

 

Sin atreverse a darle aún la cara a su hermana le entregó el libro al elfo seguido de un par de galeones, él se encargaría de empaquetarlo mientras ella se armaba de valor para mirar a su hermana. Era cierto que su familia sabía que ella se iría pero, la realidad era que May se había desaparecido de un día para otro sin decir mucho, ni siquiera había escrito después de hacerlo. ¿Cómo la recibiría Afrodita? Gyvraine no se había mordido la lengua para tratarla hostilmente, aunque sabía que se lo había ganado no sabía como responder a todos sus ataques y si su hermana mayor se ponía loca, no podría controlarla; al fin y al cabo era la gemela de Lilian quien había intentado matarla la última vez que se habían topado.

 

—Tanto tiempo sin vernos... —dijo girando sobre sus talones para mirar aquellos ojos que la veían fijamente como si no dieran crédito a lo que veían.