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Castillo Ivashkov (MM B: 106154)


Leah Snegovik
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- Caballeros, qué placer verlos a los dos en la misma habitación.

 

Saludó con una sonrisa al entrar, una sonrisa de labios rojos y rostro cubierto de pecas, de enormes ojos marrones vivarachos y expresivos. El elfo que la había guiado desapareció luego de una exagerada y nerviosa reverencia, como si esos terrenos estuvieran prohibidos para él. Beltis, en cambio avanzó con total naturalidad hasta un sillón orejudo, cerca de la ventana. Vestía una capa de fina lana verde oscura, rematada con un broche de plata en el cuello, el cabello plateado le caía en una larga trenza hasta las caderas, adornado con pequeñas perlas negras.

 

- ¿Están aquí para despedir la soltería de mi hija? ¿o llego tarde?

 

Era extraño, sin duda, que ese día hubiese llegado. Al parecer Tauro había heredado de ella esa aversión al compromiso, o mejor dicho, a ese tipo de compromisos y rituales. Sin embargo, reconocía con cierto agrado que se diferenciaban en un pequeño detalle, su hija al menos aceptaba los enamoramientos y los caprichos del corazón como parte de su vida, algo que ella jamás había hecho. Por eso mismo, tal vez, se le hacía tan difícil encontrar las palabras adecuadas ¿Qué podía decir ella sobre el matrimonio o el amor? Su matrimonio había sido un fracaso que había durado solo el día de la boda. «Fracaso depende del punto de vista, para mí ha sido una suerte»

 

- ¿No se habrá quedado dormida? Tiene esa manía...

 

Se sentó en el sofá y esperó a que la novia se dignara a salir para poder casarse de una vez. Pero antes le tenía que reprochar algunas cosas, por ejemplo ¿Cuándo pensaba presentarle a su futura esposa? ¿Acaso tanto odio le tenía que ni siquiera era capaz de avisarle personalmente sobre el compromiso? Las formas se habían perdido, el mundo estaba destinado a la perdición con esa clase de jóvenes.

 

 

 

 

 

 

 

 

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—¿Con qué cara haré esto?

 

Sus ojos aun estaban cerrados, cubiertos por el antebrazo del castaño, evitando que los rayos solares incidieran en ellos directamente. La noche anterior había terminado en un antro tomando con varios desconocidos que al final de la noche más parecían sus hermanos, pero de los cuales no podía ni recordar sus nombres.

 

Los días habían pasado demasiado rápido; desde el que su hija le había hecho la propuesta de ser él quien la lleve al altar, había estado dándole vueltas en la cabeza a aquella ceremonia, aquel acto que debía de realizar por ella y la ilusión que quizás Leah tuviese de ese momento. ¿Era el castaño la persona adecuada para eso? Para él, la respuesta era un no, pero al parecer para ella era la mejor, o quizás era la única que podría hacerlo; ¿quién más podría entregarla? Era la última opción de la mujer.

 

Se quitó las sábanas de encima dejando que la cálida luz acaricie su desnudez, y se incorporó de la cama para apresurarse a estar presentable. En su camino a la ducha observó por la ventana los terrenos del lugar y en su rostro se notó su desconcierto: ya estaban algunos invitados llegando con sus mejores trajes, entre los cuales caminaban los sirvientes que habían contratado para atender a todos los magos que llegarían. ¿Qué hora era? Giró el rostro rápido a su escritorio y se horrorizó al ver la hora que era.

 

—mi****, Leah me asesinará.

 

~ * ~

El castillo había sido arreglado de tal manera que la usual penumbra y oscuridad que se asentaba en varias porciones de la propiedad, ahora estaba iluminadas y bellamente decoradas. La familia se había preocupado por cada mínimo detalle para aquella ocasión, desde los arreglos florales y adornos que se encontraban en cada superficie del castillo, pasando por el personal y la sincronía con la que se movían, hasta la comida y la manera de organizar a los invitados. Todo debería de estar perfecto, ya que no sería una boda más en la historia de Ottery, era una boda que marcaría tendencia.

 

El castaño terminó calzándose unos zapatos oscuros que encajaban perfectamente en él, y que le daban una elegancia única. Su esmoquin era de un color bastante oscuro, a primera vista podría ser considerado negro, pero si uno veía realmente se encontraba con que el color parecía aclararse a un gris oscuro según la posición del observador. Una corbata delgada, de un tono oscuro que hacía juego con su vestimenta, y un adorno de color carmesí sobre la pechera derecha terminaba con su atuendo. Había usado trajes antes, pero este era la primera y única vez que lo usaría: le había costado una fortuna en su último viaje, y pensaba usarlo en propia boda (si es que algún día llegaba a casarse), pero esta ocasión le parecía mucho más importante que la suya.

 

Salió al pasillo notando que dejaba un ligero rastro de la fragancia italiana que se había colocado encima, y empezó a andar por el pasillo. Su primer destino era ver a su hija, asegurarse que todo esté bien con ella, y quizás luego vaya a ver a la otra comprometida. No estaba seguro de cómo funcionaba en estos casos la ceremonia, ya que usualmente "él" esperaba a la novia en el altar, pero en este caso no había ningún "él". ¿Entrarían las dos juntas acompañadas por las personas que las entregarían? ¿Quién entregaría a Taurogirl? Se mordió el labio al pensar en cómo actuaría y suspiró.

 

—No sé ni qué haré —murmuró para si tratando de relajarse. Más parecía que él era quién diría el Sí delante de tantas personas importantes.

 

No demoró mucho en llegar hasta la habitación de su hija. La puerta estaba cerrada, pero se notaba que ya habían estado allí algunas personas, debido a la mezcla de perfumes que aún se podía notar en el ambiente. Golpeó con los nudillos la puerta, tan sólo dos ligeros golpes. No había sonidos en el interior de la habitación, pero la mujer debería de estar allí. ¿O no? Esperaba que si y no estuviera abajo ya. Eso significaría su muerte instantánea.

 

—¡Leah! —golpeó una vez más la dura superficie de la puerta—. Tenemos un problema...


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Mansión Black Lestrange

La ultima vez que fuera a una boda ella era una de las damas y recordar eso le daban ganas de matar a la que en aquella ocasión fuera la novia. Pero en esta ocasión era diferente, era una de las invitadas, vería a parte de su familia, a sus cuñados; seguro sería una fiesta divertida como todo lo que la Marca Tenebrosa protagonizaba. Debido a ello tenía un serio problema, llevar vestido largo o corto; el corto le daría mayor libertad de movimiento pero el largo le proporcionaría el porte y la elegancia que caracterizaba a Jessie.

 

Soltó el aire lentamente mientras evaluaba sus opciones colocadas ambas en maniquíes para elegir con cual cubriría su hermosa anatomía. Se había dado como regalo la más larga ducha de su vida, tanto era así que su piel había quedado sonrosada. Su largo cabello rojo escurría agua sobre su espalda desnuda mientras ella se paseaba delante de los vestidos tratando de elegir el indicado para aquella celebración tan importante. No todos los días se cazaba una de las lideres de la Marca Tenebrosa y una Ángel Caído.

 

Se sentó en la cama aun desnuda, llevando sus piernas a su pecho y enredándolas con sus estilizados brazos. Bien podría pedirle ayuda a su mellizo pero sabía que este estaría ocupado con Emmet; por ese motivo a veces detestaba a su cuñado, tanto había acaparado la atención de Divied que ella pasaba a segundo plano, más lo entendía, ellos se amaban y aunque hacía poco que los dos habían vuelto a estar juntos no es como si lo necesitara como en el pasado.

 

Se puso de pie lentamente y camino hasta el tocador, escogió un coordinado en color negro de delicados encajes y unas medias negras traslucidas. Al menos la primera parte de su atuendo ya estaba listo solo restaba...

 

-Largo o corto... largo o corto - murmuraba esto una y otra vez mientras cepillaba su cabello.

 

Finalmente se decidió por el vestido largo. Era de color azul rey, en el pecho tenía una tela color piel que se confundía con el tono de piel de Jessie, con detalles hermosos de flores del mismo color del vestido y una cinta gruesa que marcaba aun más su cintura de ser posible. Acomodo el vestido en los lugares donde había quedado arrugado al momento de ponérselo para posteriormente calzarse unas zapatillas de taco alto en color plata y finas tiras dándole un toque estilizado a sus pies.

 

Se sentó en el banquillo del tocador y recogió su largo cabello rojizo en una trenza suelta y elegante, ligeros mechones de cabello caían sueltos por los costados de su rostro marfileño, dándole un toque misterioso a su mirada. Se maquillo de forma ligera, con un tono rojo carmesí en sus labios. Tomo una cartera color plata de su armario y dándose una ultima mirada en su espejo de cuerpo completo sonrió satisfecha consigo misma.

 

Salio de su habitación en el castillo Black Lestrange con rumbo al castillo Ivashkov, camino con paso lento y elegante hasta las inmediaciones del castillo, donde se desapareció con un sonoro crak a nuevos rumbos.

 

Castillo Ivashkov

Un sonoro crak anunció la llegada de Jessie a las inmediaciones del castillo Ivahkov. Su largo vestido arrastraba un poco detrás de ella haciendo un leve frufru a su paso. Camino con elegancia y porte hasta la entrada del castillo y traspuso las puertas con cuidado y llego hasta el salón esperando toparse con alguna cara conocida mientras comenzaba la recepción de aquel gran evento.

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Nada más abrirse la puerta del castillo Haughton, el lugar donde Valentina se había estado preparando para la boda de Taurogirl y Leah, pudo observar como tras la imagen de Ellie, se encontraba la belleza personificada, su prometida con un precioso vestido largo y un recogido que tan solo dejaba sueltos unos mechones delanteros y el flequillo. Todo esto acompañado del anillo de compromiso que él mismo le había regalado, y le encantaba verlo en la mano de la pelirroja, significaba que ella deseaba continuar con su relación tanto como él.

¡Tu si que estás preciosa! — comentó nada más recibir el beso de la chica — Ten cuidado, que como vayas así a la boda igual nos echan, ¡qué vas haciendo competencia a las novias! — añadió con una sonrisa mientras tomaba la mano de su prometida, siempre le gustaba sentirla cerca, aunque en aquella ocasión era simplemente para acercarla y que ambos se desaparecieran juntos hacia el castillo Ivashkov, lugar donde tendría lugar la ceremonia.

Muchas gracias Ellie — dijo alegremente dirigiéndose hacia la elfina de Valentina, parecía estar bien informada de los últimos cambios,y eso que apenas había tenido tiempo de hacérselos saber a su prometida.

Creo que es la mejor elección que podrías haber realizado, ya te digo, estás perfecta — respondió el mago observando a su pareja de arriba abajo — Si, será mejor que nos pongamos en marcha para no llegar tarde, no me gustaría tener que entrar en el lugar con la ceremonia iniciada, ya sabes como es luego la gente — terminó dejando que la chica le tomase del brazo izquierdo para desaparecer del lugar y acto seguido reaparecer en las inmediaciones del castillo Ivashkov.

Nada más llegar al lugar, ambos pudieron escuchar las notas del piano que ambientaban toda la residencia familiar. Todo estaba adornado utilizando como base tres colores, crema, azul cian y dorado, por lo que el lugar se encontraba más iluminado que nunca. Parecía que la familia había preparado el castillo para que no fallase un solo detalle aquel día, seguramente querrían que todo fuera perfecto, y al menos la decoración lo era, mostraba tanta felicidad como probablemente las dos novias tuvieran en su interior en aquel momento, aunque casi seguro tendrían la misma cantidad de nervios.

¿Qué te parece si vamos hacia la sala de fiestas? Por lo que tengo entendido allí es donde tendrá lugar el evento y quizás podamos hablar con el resto de invitados en lo que esperamos que comience — comentó Zurin tomando la mano de su prometida para entrar juntos en la celebración. Nada más comenzar a caminar hacia el lugar indicado, comenzó a imaginar como podría ser su propia boda, la cual probablemente llegaría más pronto que tarde, pues solo faltaba decidir la fecha y realizar los preparativos, la petición ya había sido realizada y respondida.

La sala de fiestas había sido decorada con los mismos colores que el resto del castillo, además habían preparado toda la zona con mesas para que los invitados pudieran ir moviéndose por el lugar para poder socializar entre ellos. También había una gran mesa llena con todavía más comida, para que nadie tuviera que pasar hambre en aquella celebración. Adicionalmente podía verse allí un grupo de instrumentos tocando sin nadie que los dirigiese, habían sido especialmente preparados para amenizar toda la boda al gusto del colectivo.

Mira todo esto, muy pronto tu y yo haremos algo similar — dijo mirando a los ojos a su prometida, quería pasar toda la vida con ella, y muy pronto lo afirmaría ante la comunidad mágica — Pero por ahora disfrutemos de esto, vayamos a saludar — terminó besando a la pelirroja antes de seguir caminando por el lugar.

Acto seguido observó como hizo entrada una persona que conocía bastante bien, venía del mismo lugar que él había salido, era su hermana Jessie, la cual llevaba un vestido largo que arrastraba a su paso. Ambos mago se acercaron hacia la chica para saludarla, al menos no se aburrirían hasta el inicio de aquel evento, y seguramente irían llegando más personas a lo largo del día.

¡Jessie, hermana! ¿Cómo estás? — comenzó el mago nada más posicionarse junto a su hermana — estás genial, ¿vienes con alguien? — preguntó interesado en conocer el estado actual en que se encontraba su hermana, como buen hermano protector que era.


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“Patán”. El nuevo título que le había puesto su prima todavía resonaba en su cabeza a pesar de llevar varios minutos parado junto a la puerta, atento al recibimiento de los invitados. Luego de un período donde nadie atravesó el umbral decorado, lo hizo la persona que menos esperaban por ahí, la menos deseada. Los ojos del vampiro casi se salieron de orbita al percatarse de quién se trataba. Sus pupilas se dilataron al mismo tiempo que sus vellos se erizaban. La reacción que el arribo de Mei causó en él fue incontenible e imposible de ocultar.


Su primer pensamiento fue empuñar el mango de su Katana y sacarla de ahí como coladero. Una líder fenixiana ahora reconocida públicamente no podía ser bienvenida en el hogar de los Ivashkov. Empuñó la mano derecha tensando cada músculo de la extremidad mientras observaba a la bruja andar en compañía de su esposo, los recordaba muy bien de una vez que los habían molestado él y Leah en el Diagón. Al cabo de unos segundos, se relajó al sentir que un objeto chocaba con su cabeza.


Tomó el pequeño paracaídas y leyó el texto en el envase circular. Quiso matarla. Pero no podía, menos el día de su boda. Sus mejillas se ruborizaron de la vergüenza y lo hicieron aún más por la rabia al elevar la mirada y hacer contacto con la Delacour. Acabaría por estallar sino se controlaba. Con paso firme se aproximó a Liam hasta quedar a un costado y poder murmurar algunas palabras con toda seguridad de que el anillo contra oídos indiscretos que portaba le ayudaría a mantener la confidencialidad de la conversación.


—Mira quién nos importuna con su visita — dijo tratando de no distraerse con el embriagante olor corporal del Hawthorne, de cerca era aún más penetrante el aroma —. Asegúrate de mantenerla vigilada. Y avísame cualquier movimiento extraño que detectes — sugirió más en tono de petición formal que de una orden. Aquello era como sentarse a comer con el enemigo —. No me importa que sea la encargada de gestionar el servicio matrimonial. La quiero fuera de mi castillo cuanto antes. Así que será mejor que se casen pronto o terminaré formando un escándalo — entonces recordó el agradable presente de su prima y decidió compartirlo con él.


Por cierto, Leah nos envió esto — comentó observando el envase envuelto en el paracaídas azul, acorde con la decoración —. Pero yo prefiero los lubricantes — murmuró manteniendo el semblante serio —… saborizados — finalizó tras estampar ambos objetos en el pecho del Hawthorne y apartarse a recibir a Jessie, la última en llegar.

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Hacia un buen rato que Tauro había dejado de ducharse, más sin embargo aun seguía dentro de la tina que estaba completamente vacía. Las sales habían cumplido su cometido llevándola a un estado de relajación más allá de su propio entendimiento y ahora su mente había quedado en blanco, porque por ese breve momento se había olvidado de todo, incluso de su propia boda. No fue sino hasta que escuchó al Macnair llamar una vez más a la puerta que despertó, volviendo de golpe a la realidad. «Ya voy» pensó cuando se levantaba por inercia mientras cubría su cuerpo con una toalla blanca que alcanzaba a cubrir estrictamente lo necesario. Y luego, una segunda voz masculina. Tauro abrió la puerta del baño y descubrió que no sólo estaba Pik en la habitación, sino que también Hugo lo acompaña, sus madrinas en cambio seguían brillando por su ausencia.

 

— No pretendía ahogarme, mucho menos en mi boda —respondió con reproche mientras ambos Mortífagos la miraban — ¿Has sabido algo de Evarela? Siento que ya se me hace tarde y aun no he visto mi propio vestido de bodas —más estresada que cualquier otra cosa se tiró en la cama boca arriba, justo al lado de Hugo, con la mirada perdida hacia el techo — No sé cómo Leah fue capaz de confiarme el tratar de prepararlo todo, ¿estará consciente de que estar conmigo va a ser como tener a una niña malcriada?

 

»No sé cómo van a hacer, pero necesito que traigan ese vestido con o sin Evarela —suspiró sentándose sobre la cama y fue hasta ese momento donde reparó en la persona sentada en el sofá.
— Madre... —rara vez la llamaba así a pesar de ser la persona con la que más se veía obligada a hablar en el bando y obligada porque casi nunca eran asuntos agradables para ninguna y ahí era cuando más extrañaba a Pik, que siempre encontraba la forma de traerles diversión a la vida de las abnegadas brujas —Has venido —continuó diciendo, aclarando algo que era bastante obvio. Notó el reproche en sus ojos, quizá debió decirle que tenía pensado casarse o mejor aun, que tenía a alguien en su vida aunque estaba segura que los rumores habían llegado hasta ella a la velocidad de la luz. Para ese momento uno de los chicos había ido en busca del vestido, reduciendo la incomodidad en un porcentaje mínimo.
— Enhorabuena, ¿no lo crees? ¿Alguna vez pensaste verme a mí en esta situación? —Tauro y Beltis nunca habían sido maternalmente cercanas, pero se tenían cariño aunque fuera muy en el fondo de sus fríos corazones, se respetaban —Agradezco que estés aquí a pesar de lo inesperado y la razón por la que te he llamado es porque quiero que seas tú la que me cases y además me lleves al altar. Si no puedes, lo entenderé —era la primera vez que Tauro la hacía partícipe de algo tan importante en su vida y esperaba que ello marcara el inicio de una relación más estrecha con la que era su madre, más allá de la obligada dada por ambas ser líderes —¿Qué dices?

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Rodó los ojos y dejó que se marchara.

 

A veces era preferible dejar que Juliene sea... Juliene, porque ya era completamente irritable sin molestarla demasiado. Por otro lado, no conocía muy a fondo su relación con Cillian ni a él, en cuestión, pero la fémina había dejado pendiente su descripción como "posesivo". ¿Posesivo a qué? Si ella fue la que besó al Tempestad. Por suerte Zack no tardó en aparecer y el rubio no tuvo que inventar algún tipo de tema de conversación improvisado para matar el rato que pasaban esperando a May.

 

—¿Qué hace aquí? —Susurró entreabriendo los labios y elevando la vista de manera discreta. No fue difícil distinguirla, allá a lo lejos, en compañía de un mago que se le hacía poco peculiar—. Por esta razón odio que haya fenixianos en el ministerio.

 

Liam seguía con una leve sonrisa implantada en el rostro, para fingir que la conversación que estaba teniendo con el Ivashkov era sobre la boda o alguna otra cosa, como su relación, o como... el bote de vaselina que acababa de presionar sobre su pecho. Era increíble, porque todos los que los conocían querían que acabaran juntos, pero ni ellos mismos terminaban de dar el paso y si se analizaban más a fondo las opciones, la razón terminaba siendo una tontería.

 

—Bien, yo voy —respondió dándose media vuelta para quedar frente a él y aferrándose al obsequio de Leah—. Pero todavía me debes esa charla. No me olvido.

 

Antes de acercarse a los recién llegados, pasó por un gran librero que se ubicaba a pocos metros de la entrada. Si quería vigilarlos como mínimo necesitaba conocer sus nombres completos. El de una ya se lo sabía, a medias... pero el de su esposo necesitó consultarlo en las hojas de aquel receptorio que casualmente poseía la información de todos los presentes.

 

—Señorita Delacour, señor Van Halen. Sean bienvenidos —espetó volviendo a plasmar la sonrisa—. Un obsequio de parte de los Ivashkov. Nos complace que hayan logrado asistir —y sí, les extendió el pomo de vaselina. Touché, Leah.

 

@@Mei Black Delacour @@Lisa Weasley Delacour

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You can't make people love you, but you can make them fear you.


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—Vaya, vaya (baia baia), Hugo Haughton no es un mito. Muy bien Taurogirl, estas reviviendo fantasmas en tu boda, me siento honrado ante tal aparición.

Debía verse ridículo tapándose los ojos para no violar la privacidad física de Taurogirl, pero lo ultimo que pensaba era encontrarse con Hugo dentro de su habitación y tirado en la cama. Lo detalló por completo, mientras le hacia un par de comentario. Alzó una ceja en forma despectiva y se acercó a la cama.

—No veo ese sobrepeso que mencionas, pero me puedes ayudar a buscarlo si estás seguro de ello —se sentó en la cama y se recostó en el estomago de Hugo, sin vacilar— parece una almohada, estoy seguro que tu comentario también se te puede aplicar—. Estaba por tocarlo o hacer algo más, pero en ese momento entró a la habitación su ex compañera de Liderato—. Beltis, el placer es mio. Disculpa que no me levante para saludarte como es debido, pero como ves estoy un poco cómodo.

Disfrutó de la silueta de Beltis, parecía que aquel día todos despertaban en él cierto apetito.

—Tu hija creo que planea ahogarse... ah, pero mira quien apareció y como apareció. Hoy he visto mucha gente con poca ropa y sin esta, y eso que el día está comenzando.

Pik se quedó ahí, acostado. Podía entender si aquella situación fuera incomoda para Hugo pero para el Macnair era más de lo mismo. Vivió durante un año con dramas de madre e hija, eran divertidos hasta cierto punto, en algunas oportunidad tuvo que intervenir cuando el alcohol se había pasado de punto y Beltis empezaba a lanzar cosas por la ventana.

—Cuando comiencen a lanzarse cosas y esté en peligro sus rostros y peinados, detendré la conversación. Hoy cero violencia, la pueden continuar luego de la boda—giró el rostro y miró al Haughton—. Podemos ir a buscar a Evarela, estas dos seguro terminan llorando y dándose un abrazo.

 

En realidad solo quería ir a perderse en el castillo con él.

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Mentiría si dijera que no le incomodaban aquella clase de eventos. Era un tanto abstracta para ella la idea de unir tu vida a la de alguien más por el resto de tu… vida. Sobre todo entre los miembros activos en la comunidad mágica inglesa, inmortales en su mayoría, ya fuese por naturaleza, conversión o complicados métodos mágicos, sería un tiempo extremadamente largo.

Sin embargo, tan extrañas como podían parecerle, procuraba asistir a cada una de las bodas a las que era invitada –mucho más tratándose de una líder y una alto rango-, intentando encontrar respuesta a la duda que aquellos quienes se unían debían haber resuelto: ¿de verdad se podía encontrar a alguien con quien compartir la eternidad sin pensar en el tiempo, en alguien más, sin arrepentirse? En cuanto a la pareja en cuestión, la respuesta parecía ser un firme “sí”, por lo que la joven Macnair no podía menos que asistir a la ceremonia y celebrar la unión. Y vaya que sería una celebración.

O eso esperaba, al imaginar que gran parte de los invitados serían mortífagos. Desde ya preveía que al terminar el festejo escasearían las bebidas alcohólicas en todo el Reino Unido, incluso Europa completa, al considerar la ubicación del castillo donde se llevaría a cabo el evento, cuya grandeza era visible desde los cuidados y verdes jardines donde la bruja se apareciese, su oscuro y corto cabello peinado en rizos ondeando ante el acto.

Nunca había estado en el hogar de los Ivashkov, quizás debió haberlo visitado con anterioridad, evitando así la distracción que causaron los terrenos en ella, quien se tomó algún tiempo para recorrer el camino de piedra que llevaba a la entrada principal, intentando detallar cada hermoso detalle que sus ojos podían captar. Así, aun con algunos centímetros de más, gracias a la altura sus tacones, con su paciente caminar su largo vestido, de un delicado color rosa, rozaba suavemente el suelo por el que pasaba, el satén ajustándose a su cuerpo debajo de una delgada capa de encaje que, además de brindarle textura, cubría ligeramente sus hombros a pesar de dejar al descubierto parte de su espalda; no es que fuese a coger un resfriado con el cálido clima tan cercano el verano, además, pronto estaría a salvo de cualquier tormenta imprevista, dentro del castillo, en cuya entrada ya podía observar a Zack y Jessie.

—No es demasiado tarde aún, ¿no? —Preguntó acercándose, sinceramente preocupada de haber perdido demasiado tiempo contemplando los terrenos—. Lo lamento. En mi defensa debo decir que no se puede caminar a través de semejantes jardines y simplemente ignorar su belleza.

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Un leve sobresalto recorrió el cuerpo de Jessie al escuchar la voz de su hermano mayor saludarla. Sabía que su familia estaría en aquel castillo para la celebración de la boda de dos personas importantes para la Marca tenebrosa, pero no esperaba encontrarse a alguno de sus hermanos tan pronto. Sonrió mientras se daba la vuelta para encarar a su hermano Zurin y...

 

Valentina hola! - sonrió Jessie sorprendida de ver a su jefa tomada de la mano de su hermano mayor - yo... no sabía que ustedes dos estaban juntos - observó a su hermano con detenimiento y una sonrisa ladeada en sus rojos labios - Zurin, me alegra verte y amm... si, me encontrare aquí con Otto... Black, por lo que me contó estaría en la cocina cuando llegara, algo de un pastel, si me disculpan...

 

Mas cuando estaba a punto de irse para evitar el interrogatorio de su hermano mayor, Zack llego a recibirla en el castillo. Cerró las manos con fuerza, ya que ahora tardaría un poco más en ir a buscar a su amado, pero debía de ser cortes con uno de los dueños de aquel castillo.

 

-Hola Zack, el castillo se ve hermoso, seguro que sus elfos se esforzaron muchísimo para llegar a este resultado. Muchas gracias por la invitación a la boda de tu prima - saludó con cortesía sonrojándose un poco con el ángel caído.

 

Volteo a ver a su hermano, no era como con Divied al cual conocía de toda la vida, con Zurin no sabía que pasaba por su cabeza y aunque Jessie se presentaba con porte y elegancia frente a sus compañeros, aun había varios que la ponían nerviosa, como era el caso de Zack Ivashkov.

 

-Si me disculpas... debo ir a buscar a Otto- camino con paso elegante rodeando a Zack, en busca de la cocina donde sabía que estaría aquel mago con quien había quedado para la boda.

 

Estar rodeada de aquellos magos la ponía un tanto nerviosa. Ya no era una iniciada como hace un par de años pero aun así el poder y gracia que demostraban todos ellos imponía en verdad y aunque sabía que ella ahora era un miembro de la Marca Tenebrosa a quien más de un miembro de la Orden quería matar seguía sintiéndose un tanto... insignificante frente a ellos.

 

Caminando con la elegancia que la caracterizaba Jessie llego hasta las cocinas, donde busco a Otto con la mirada. Sabía que lo había metido en alguno que otro problema al mencionarlo a Zurin, pero el Black se lo había buscado por no haberla esperado en la entrada del castillo. Negó divertida cuando lo vio y con paso lento se acerco a su lado, besando su cuello de forma juguetona y acariciando su largo cabello blanco.

 

-¿Necesita ayuda con eso, señor Black?- preguntó cerca del oído del tempestad.

 

@@Zack Ivashkov @@Mr Zurin @OttoBkack

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