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Castillo de la familia Haughton (MM B: 84511)


Anne Gaunt M.
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Sabía perfectamente que sería el Haughton el primero en reaccionar, eso provocó un cosquilleo de satisfacción que tuvo que obligarse a reprimir, no podía explicar muy bien que era lo que sentía al crisparle los nervios a su ex marido, pero lo que había ido a buscar ese día se encontraba allí, en esa particular habitación matrimonial: una última pelea marital o, en sus términos, un recuerdo dramático para la historia. Iba a responderle, claro que sí, quería decirle que estaba allí precisamente para hacerlo rabiar y llorar un poco, sin embargo, fue el momento de Adrián para reaccionar y ahí sí que no lo pudo evitar.

Carcajeó, la risa brotó desde lo más profundo de su interior.

—-Créeme, querido, dudo mucho que tus acompañantes quieran palomitas…-—lo señaló de arriba hacia abajo—-, más bien quieren que seas su plato principal. Y tú no estás muy en contra de eso, al parecer.

Se encogió de hombros, quería decir un par de cosas más, burlarse de la situación de ese trio amoroso… ¿o calenturiento? Ni tenía idea de cómo decirle, estaba segura que su mejor amigo no estaría para nada de acuerdo en que estuviera allí, estorbando. Porque sí, la pelirroja tenía algo parecido a una conciencia, aun así, era más lo que ignoraba esa molesta vocecilla que lo que hacía caso a la misma. Y entonces, Ludwig se acercó.

—-Corrección, mi amor, esposo de Cillian y Juliene, un placer.-—Se volteó a ver al blondo en cuestión—- ¿Acaso no le dijiste que tu venias en combo? Muy mal, mi amor, muy mal. -—Casi tuvo que contenerse para no saltar sobre el Malfoy al estrechar su mano—-. Siempre quise un marido millonario, ¿y qué mejor que un Malfoy?

Adrián estaba bastante equivocado, aun cuando su perfume hubiese sido otro, estaba destinado a estar en ese lugar y exactamente ese día en aquella extraña situación, ahora bien, lo que resultaba totalmente impredecible era el curso que hubiesen tomado las cosas de no ser por la aparición de la alocada Black Lestrange que, como digna descendiente de Bellatrix, drenaba locura al mismo tiempo que belleza. 

—-Yo no apruebo los tríos, ni las orgías… -—contextualizó de repente—-, a mí sí me invitan que sea por separado, os agradezco.

Asintió a las palabras de Ludwig cual niña pequeña y se colgó del brazo del Wild, mientras le daba un fugaz beso a la mejilla a quien una vez juro amor eterno… ¿o era odio eterno?

—- ¡Vamos! ¡Papi Ludwig nos necesita! -—exclamó.

Probablemente corriera sangre esa noche, aun así, ¿no decían que la vida era una tómbola?

—-     De luz y de color….

 

@ Cillian Haughton @ Ludwig Malfoy Haughton  @ Adrian Wild y todos (?)

Editado por Juliene Black Lestrange

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- Es una ventaja que los eventos tengan lugar en tu casa, o más bien, en tus casas – sonrió cerrando los ojos cuando Ludwig, su hermano, le besó la mejilla. Lo observó en silencio mientras hablaba con sus otros dos compañeros, Illidan y Thanatos. Estaba realmente guapo, radiante podría decir, y Mónica se alegraba enormemente de verlo tan bien. Era indudable que la felicidad se le escapaba por cada poro de su cuerpo.

- ¿Cubias? Hace meses que no sé nada de él – miró al par de hermanos esperando a que ellos supieran algo, pues quizás el ministerio de Italia lo tenía ocupado. Justo cuando pensaba en ello escuchó una voz femenina que la sacó de su propia cabeza y la hizo dar un respingo al sentir un nuevo beso en la cara que se duplicó también al otro lado de la misma. Se trataba de Ada. 

- De nada, querida – sonrió amablemente-, todo es poco si se trata de mis hermanos.

De un momento a otro la corte de saludos había sido innumerable. No sabía cuando tiempo llevaban allí pero sin darse cuenta, los pies habían empezado a dolerle a causa de los zapatos nuevos que llevaba. Se mordió el labio echando un rápido vistazo a su alrededor, quizás, para ver si podía escabullirse a su habitación para cambiarse el calzado pero antes de poder hacerlo una nueva figura hizo presencia. 

- Oh, vaya, ya empezábamos a pensar que no aparecerías y justo lo haces, parece que nos has leído la mente, Cubias – le dijo, alzando la voz por encima del resto para que todos se percataran de su llegada. No fue hasta entonces cuando notó que Illidan no estaba y que Ludwig se retiraba de la reunión tras un breve saludo. No pudo evitar mirar al chico que había llegado reclamándolo, pues parecía un poco nervioso.

Sin más alargó el brazo y le tomó el brazo a uno de los camareros, al que atrajo hacia el grupo sin demasiado cuidado. Le dedicó una sonrisa y guiñándole el ojo tomó la única copa que le quedaba en la bandeja, cuyo contenido transparente no tardó en abrasar placenteramente su garganta. Tras beber, volvió a sonreirle. 

- Guapo, ponle a mis amigos lo que te pidan – señaló a Cubias y Thanatos-. Voy a ir a buscar a mi acompañante para avisarlo de tu llegada, querido – le indicó al ultimo en llegar mientras al otro le daba un cariñoso apretón en el brazo-. No os perdáis demasiado.

No tardó demasiado en perderse entre el gentío buscando la entrada al castillo pues estaba casi segura de haber escuchado que Illidan iba al baño. Nada más estuvo en el interior del hall se quitó los zapatos con un largo suspiro y su cara de placer fue todo un poema a pesar de sentir como los pies parecían morderla. Descalza y sosteniendo los tacones por sus tiras con la ayuda de dos de sus dedos se detuvo un momento un se preguntó a cual de los muchos baños del castillo habría ido el rubio y, sin tenerlo muy claro, decidió ir al primer piso. “Es más tranquilo”, pensó, sin saber muy bien porqué ¿Quién le decía a ella que a aquel mago le importaba la tranquilidad de un baño?

Cuando llegó a la puerta la golpeó varias veces, sin entrar aún. 

- Illidan ¿Estás ahí? - no escuchó nada al otro lado, pero no le pareció raro teniendo en cuenta que había más ruido del que había habido nunca allí-. ¿Se puede? - insistió y aunque con mucha cautela, se atrevió a girar la manija de la puerta para entrar. 

@ Illidan Burke  @ Thanatos L. Lestrange  @ Lord Cubias

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Frey - halcón de Catherine Moody

El ave ha tenido que soportar uno de sus viajes más largos en mucho tiempo. No porque Catherine no pudiera solicitar un servicio de envíos, si no porque ella quería que el paquete llegase con una seña de ella misma: una postal hecha a mano, de Cillian y su ahora esposo Ludwig. La acuarela es realista y se mueve. El rubio sonríe mientras su brazo descansa sobre los hombros de su amado. Había sido un poco hacer trampas, porque Catherine no había tenido a los modelos delante de ella, si no que había tomado la escena de una de las fotografías que Richard siempre tomaba de la gente de Ottery mientras los espiaba. Ella la había animado acorde a su imaginación. Esperaba no exaltarlos demasiado con el regalo, si no que apreciaran lo artístico del asunto.

El halcón tuvo que recorrer un espacio considerable hasta llegar a la residencia. Estaba seguro de que, más allá de la gran construcción, el castillo tendría alguien que pudiera recibirlo. Después de todo, era lo acostumbrado en ese tipo de familias tradicionales. El regalo, envuelto en papel oscuro de cara factura, estaba amarrado con una sencilla cuerda de cáñamo.

Catherine, en Luss, dormía. Había sido una larga jornada de pintura. Sus ojos oscurecidos por las ojeras, no aumentaban el vacío que sus ojos proyectaban en vela. Dormida, las oscuras bolsas lucían inofensivas y solo algo desgastadas. Como si la nigromante, no fuera más que otra cansada muchacha de treinta y seis años. 

@ Cillian Haughton  @ Ludwig Malfoy Haughton

PD: Mejor tarde que nunca, dicen. Se los quiere chiques, felicidades ♥

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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La bruja Scarlet habia impedido con exito que el joven Dumbledore hiciera un escandalo en la fiesta y lo habia dejado temporalmente sin magia, suspiro mirandola mientras que lo llevaba afuera exijiendo algunas explicaciones. 

-¿Explicaciones?- dijo el mago mirando a la bruja- La unica explicacion es justo lo que esta pasando, a toda persona que quiero o toda persona con la que profese o intente dar cariño de verdad, termina desapareciendo, muriendo o dejandome quien sabe por que...- dijo el mago mirando la fiesta- Esta fiesta solo es una excusa patetica para conocer gente, y ¿Para que? Si se hacen parejas en dos meses se van a morir, la mayoria de aca en esta fiesta va a morir y va a dejar familiares novios y amigos destrozados.- dijo el mago y luego hizo una sonrisa cinica- Claro, si es que tuvieron una relacion verdadera, o que en verdad si le tuvieran respeto a un familiar. - dijo el mago. - Si no uno muere solo, o tambien piensa en los seres inmortales- dijo Ernest- Condenados a ver como seres queridos se le van y se quedan solos, nos vamos como llegamos, solos.- dijo el chico- Cuatro ejemplos tengo de ese tipo, el primero Caroline Foomer, un accidente que tuvo que ver conmigo resulto en su caida desde las escaleras magicas de Hogwarts, unos dias antes de que le pudiera decir lo que yo sentia, luego Demian y Thot, ¿Porque cuando uno quiere formalizar el otro desaparece? Sere yo, incluso la misma Darla, una de las pocas personas que conozco desde que me gradue de la academia, se va sin explicaciones y Caroline Foomer, ahora ya convertida en fantasma, ¿donde esta? Los fantasmas no desaparecen de la nada ¿O si? El que necesita explicaciones soy yo...Si le dijera a Darla que es la unica persona que conozco de antes de irme y de volver ¿ella volvera? No verdad, el amor o el cariño que uno profesa por alguien mas siempre es falso. Tal como dije en la fiesta, eso que se ve, eso que Darla dijo en la promesa de los novios ¿Cuanto durara? Un mes, un año...- dijo el mago mirando a la chica y suspiro. 

-A la m****a con esto- dijo el chico y saco su varita- hare la subasta y me ire- dijo el mago mirando su varita- Esto tambien era para darle una advertencia a Darla, el irse para ella no es una opcion, hay una  pelicula muggle en donde cuando la reina se va del lugar congela todo el reino. Y sin una pieza de ajedrez se termina...- sin embargo el mago se quedo mudo por un momento- Por favor dime que tomaste la botella de la maldicion oscura, estaba a tus pies cuando te di la pocion...- dijo el mago, mientras se oia un vidrio romperse, ¿El miedo tambien podria romper el hechizo de la vista destrozada, o era la pocion de la maldicion oscura que estaba afectando ya?....

@ Tessa Brower  y @everyone....

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Scarlet Akane, en el cuerpo de Darla Potter Black

La pelirroja miró al mago a los ojos, ¿en verdad creía que todas esas casualidades eran indicación de que algo malo había? Exageraba. ¿Y qué es lo que le hacía pensar a Ernest que las fiestas eran para conocer pareja? Scarlet puso los ojos en blanco, si no fuera que con su mano izquierda había guardado una poción en el bolsillo oculto del vestido de Darla le sacudiría un par de patadas por su flaco trasero, o un par de buenas nalgadas por niño malcriado. Pero debía recordar que todo era efecto de la poción, lo que le recordó que no solo él había bebido una y ella guardaba otra en su bolsillo, sino que estaba empapada. ¿Sería eso o el afecto inentendible que sentía Darla por él lo que le impedía cruciarlo?

—Ernest —murmuró con toda la paciencia del mundo —son casualidades, y no puedes mezclar lo que sentías por Caroline, Demian y Thot con lo que sientes por Darla, ella fue tu jefa y fue la que tuvo que lidiar con la magia que por poco desatas con la máscara mexicana ¿qué esperabas de ella? Toda su vida enfrentó problemas… ajenos… y nunca nadie se preocupó por saber lo que ella sentía y más luego de la muerte de Seba y la desaparición de Sean —Scarlet suspiró, el dragón en su muñeca le provocó una sensación de calor que no entendía, ella no podía manejarlo como lo hacía la Potter Black y él no sabía comunicarse con la Akane como lo hacía con la otra bruja.

—Si no hablas con la verdad dudo que alguna vez ella decida quedarse por nada ni  nadie, su corazón está demasiado roto y si ahora se volvió a ir es porque además debe proteger algo que es más importante que su vida —aún se preguntaba por qué le decía todo aquello, puso los ojos en blanco antes de verle de nuevo —Ernest… cálmate… a ella no le gusta le den órdenes ni le pongan entre la espada y la pared… siempre hará lo que Alejandro Magno, cortará por lo sano y… —escuchó el sonido el vidrio roto y negó con la cabeza —te equivocas, jamás pusimos en el suelo la poción, la llevo a resguardo conmigo, aunque yo no sepa dominarla, no iba a dejar la maldición oscura en el piso, con semejante nombre no podía permitirlo —comentó recordando cuando había movido sutilmente su zurda para dejarla a resguardo entre sus ropas, miró al mago antes de mover la varita susurrando un hechizo

—Tergeo  —los restos de poción sobre su vestido desaparecieron —yo también quiero vivir Ernest y si eso le cuesta la vida a Darla es algo que no puedo manejar, pero ten por seguro, nadie maneja a Darla cuando ella ama u odia, lo hace con todo su ser y cuando ya no cree en alguien, lo hace para siempre, no sabe dar segundas oportunidades, jamás, lo intenta, pero le cuesta porque ya no puede más, así que elige, o la dejas ir o le das un motivo mayor que tu capricho de no estar solo —sabía bien que él no podría decirle nada que hiciera que la Potter Black regresara y que a su vez esa sería por fin la oportunidad de ella de vivir para siempre, aunque con tantos años acostumbrada ya a discutir en su mente con la bruja, sería difícil vivir con su mente en soledad. "Siempre espera lo inesperado" le habían enseñado en el pasado y es lo que ambas brujas siempre habían aplicado. 

 

@ Ernest Dumbledore Prior

Editado por Tessa Brower
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Recordando una breve reseña que había escrito en una hoja ante de llegar ala reunión, la cuál la guardó en uno de sus bolsillos del traje que llevaba puesto, el cuál decía más o menos así:
"Viviendo cada día como una aventura sin saber que te traerá el destino, ya que el otro viene tras el que se había ido, ya que ir eso tú nunca lo sabrás.
Mientras algunos días te llenas de alegrías y sientes con ganas de querer volar, pero existen otros días que solo traen tristezas y aunque no quieras, acabas por llorar.
Así es el día a día que a uno llega lleno de sorpresas que no puedes evitar, porque cada amanecer lleva y trae incertidumbre por no saber lo que pueda pasar.
Cada nuevo día es un reto enfrentarlo, el cuál tienes que enfrentar y saber ganar a aquel gran coloso del destino porque casi siempre lo tienes que retar.
Y aún así con las barreras que aparecen siguiendo luchando para sobrevivir, porque no hay nadie más bello en este mundo, tener la dicha de poder vivir".

Después de las presentaciones y la amena conversación mientras acompañaba a su pareja en esta ocasión, se sentía muy agusto con la sería su familia, la amabilidad de Datura le había parecido muy oportuna la cuál le pareció de muy agradable compañía, por algo venía de una buena familia y más de mi pareja, ahora que ya se conocían tendría con quién más charlar y le resultó entretenido su interés. 

Le dió la mano a su chica dejándole un beso en su mejilla, mientras escucho sonidos de alguien que daría un breve escándalo, le pareció reconocerle pero no dijo comentario alguno y espero la reacción de su amada, mientras su cuñada se retiraba a un lado con su pareja, ya que tenía unos asuntos que aclarar.

@ Datura

@ Malum Luxure

@ Ada Camille Dumbledore

@everyone

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Tarde, demasiado tarde. Alyssa comprimió sus labios en una clara expresión de disgusto, detestaba la impuntualidad. A pesar de que sabía no podría haber llegado antes sin perjudicar el proyecto en cual llevaba meses trabajando, pero aun así eso no le ayudaba a sentirse menos culpable. Dejó escapar un suspiro resignado antes de enderezarse y cuadrar los hombros, su mirada cargaba un manto de determinación mientras que su postura emanaba autoridad. Con paso firme ingresó a la residencia de los Haughton, ignorando a los elfos que velaban la entrada se dirigió sin pausa hasta el salón donde imaginaba se estaría celebrando la boda.

Los penetrantes zafiros de la bruja se pasearon por los rostros de aquellos a su alrededor reconociendo algunos, pero no a quienes buscaba. Sus compañeros de la Trifuerza estarían aquí sin duda, la Triviani los encontraría tarde o temprano. Alyssa vestía un elegante vestido de seda verde esmeralda, se adhería a su cuerpo marcando la sinuosa figura de la bruja con mangas que se abrían a la altura de los codos y caían en largos pliegues. Estos se agitaban ligeramente al ritmo de su andar, al igual que la falda ondulándose en torno a sus piernas.

- Ahá – pensó al notar la figura de un mago, alto y apuesto con una elegante túnica que ayudaba a realzar su imagen. El Ministro de Magia Italiano había llegado antes que ella al parecer, una rareza que no solía ocurrir muy seguido. Se acercó por detrás deslizando su mano por el brazo derecho del mago hasta tomar la copa que sostenía, se la llevó a los labios esbozando una pícara sonrisa antes de saborear el champagne que ésta contenía. 

- Ministro – saludó la Black en un ronroneo - ¿Has visto por casualidad a los novios? No tuve ocasión para felicitarlos aún. 

@ Lord Cubias  @ Illidan Burke  @ Ludwig Malfoy Haughton  @ Cillian Haughton  @ Mica Gryffindor  @ Monica Malfoy Haughton  @ Thanatos L. Lestrange

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  • 2 semanas más tarde...

Semanas después de la boda de Cillian y Ludwig...
Antecedentes

 

Cuando sus figuras volvieron a ser corpóreas se encontraban en la habitación de Mónica, situada en la torre sur del inmenso castillo de la familia Haughton. Era el lugar más alto del edificio, posiblemente desde allí y gracias a su situación estratégica se podía ver cada rincón de los terrenos de la propiedad, pero seguramente ninguna de las dos personas que acaban de llegar tendrían el más mínimo interés en ver lo que había fuera.

Aunque la plateada luz de la luna se colaba con dificultad entre las cortinas que cubrían los enormes ventanales abiertos, se derramaba delicadamente sobre cada mueble iluminando poco pero suficiente la habitación de la bruja. Era un lugar grande, quizás demasiado, pero eso tampoco parecía importar ya que ambas figuras se habían quedado justo donde habían aparecido; ella lo había empujado a él lo suficiente como para que se sentara torpemente en el corto respaldo de un diván y se había vuelto a pegar a su cuerpo casi al instante.

Lo besaba como si se le fuera la vida en ello, como si fuera la primera vez que lo hacía o más bien como si aquella fuera la ultima vez que la vida le permitía volver a hacerlo. Su cuerpo lo había extrañado incluso aunque Mónica no hubiera sido consiente de ello y con cada caricia que Mefistófeles le daba parecía abrirse en canal. Los dedos de él se habían convertido en el timón de sus movimientos pues, cada vez que la recorrían, se movía con ellas por simple inercia, intentando que no dejaran de hacerlo.

La chaqueta cuyas solapas en algún momento había sujetado con fuerza le estorbaban así que llevó sus manos al torso del que en algún momento había sido su esposo y mientras lo acariciaba también se la quitaba. La dejó tirada sobre el diván, igual que cualquier atisbo de duda o inseguridad que pudiera sentir por lo que estaban haciendo. Lo anhelaba. Su piel, su pelo, todo su cuerpo. Quería verlo, tenerlo… Y lo sabía porque aún no había podido dejar de besarlo ni un momento. O no quizás no había querido dejar de hacerlo.

De pronto rompió la unión de sus labios y el par de miradas se cruzaron provocando casi una corriente eléctrica. Había cierta oscuridad en la mirada de Mónica, pero esa vez no auguraba peligro, si no deseo. Puro deseo. Le tiró de la corbata con cierta picardía en los labios para invitarlo a que se la quitara y mientras, sin dejar de mirarlo, comenzó a bajar la delgada cremallera que permitía que el vestido aun la cubriera.

- Sobra demasiada ropa – dijo en un susurro.

La vaporosa tela coral cayó ligeramente hasta sus tobillos permitiendo que los escasos rayos de luna bañaran su cuerpo desnudo al completo. Su piel era tan blanca que, de alguna forma metafórica, parecía como si un trocito del satélite se hubiera colado por la ventana para ser entregado al demonio. Mónica no se ocultó, se había mostrado tantas veces ante él que sabía perfectamente que conocía cada detalle de su cuerpo como si fuera el suyo propio. Aún así se alejó del Evil dejándolo solo por un momento y pasó bajo el arco que separaba aquella primera estancia del dormitorio principal. Desde allí no volvió a oírse nada, solo una casi infantil y juguetona risita que llamaba al demonio.

@ Mefistófeles Evil.

Editado por Monica Malfoy Haughton
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Ya no era dueño de mi voluntad, mi cuerpo simplemente seguía al suyo, me dejé llevar, no importaba donde o como, solo quería estar con ella, solos, para que nuestros cuerpos hagan lo que nuestros labios, la deseaba más que a nada, tanto que no sentí el ir y venir de un hogar a otro, el cambio de aquella fría biblioteca, al calor de su alcoba, no necesitaba abrir los ojos para reconocer el lugar, ahí hubieron días y noches en los cuales nos amamos desde el alba hasta el ocaso, a tal punto de no saber horas ni fechas, si el mundo giraba, solo importábamos ella y yo, nada más y en esos momentos era lo que ocurría.

Nunca el vestir se hizo tan incómodo e insoportable, mi tacto exigía el contacto de su piel, recorrer aquellos caminos que por horas recorrí hace mucho tiempo atrás, pero que el momento en que nos reconocimos la besarnos, fue como si nunca me hubiera separado de aquella pelirroja que solo con un suspiro me volvía esclavo de todo su ser. Ella se encargó de mi chaqueta, la ventaja ahora era suya, en ese momento yo solo seguía sus movimientos, sin dejar de saborear su boca.

Segundos de tortura fueron aquellos en que Mónica dejo de besarme, pero el premio valió toda la pena del mundo, vi caer su ropa dejando al descubierto la pura y hermosa desnudez de su cuerpo, por unos segundos, ahí sentado, me convertí en un espectador de aquella obra de arte hecha mujer, muchas veces recorrí todo su ser, pero siempre provocaba esa reacción, destilaba lujuria y yo quería embriagarme de ella.

Me despojé de mi camisa quedando a torso desnudo, tome una de sus manos y la traje hacia mí, mi boca esta vez no fue a sus labios, fue hacia su corazón y en cada beso que daba sentía su palpitar en mis labios, mis manos se aferraron de su cadera empujándola hacia mí, pero aquella primera parada solo era el inicio te todo lo que deseaba recorrer, despacio con pequeños besos, fui dirigiéndome más y más la sur, y sentí como su espalda empezó a arquearse autorizándome el paso al lugar donde yo quería llegar, y fue ahí que me puse en contacto con todo sus ser, en aquel océano en el que me quería ahogar, donde quería calmar toda sed que tenia de ella, donde con mis labios dibujé lo que ella significaba para mí.
 

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No tardó ni cinco segundos en volver a tenerlo pegado a su cuerpo por lo que se convenció de que aquella irresistible atracción no solo la sentía ella, si no que era algo compartido con él. Cerró los ojos y se concentró en el recorrido que hacían sus labios, los cuales de pronto se habían convertido en exploradores de un terreno más que conocido. Casi no se había dado cuenta de como había ocurrido, pero yacía tumbada en la enorme cama y se había entregado totalmente a la voluntad de Mefistófeles, que, sin darle un momento, se había adueñado con sus labios de todo lo que Mónica poseía.

No tenía muy claro si el corazón se le paraba o es que el pulso le había ido tan rápido que ya se le había salido del pecho. Cada centímetro de su piel estaba erizado; todo su cuerpo se estremecía cada vez el Evil la invadía con sus instintos y casi sin poder evitarlo, su espalda se contraía en busca de un contacto más intenso con su boca. Más, deseaba más. No quería que se separara de ella, no lo permitiría. De forma involuntaria sus pulmones se habían llenado con todo el aire que fueron capaces de soportar y en un largo suspiro, tanto el aire como todo lo que contenía hasta ese momento escaparon de su cuerpo.

Había tocado el cielo verdaderamente rápido, tanto que hasta ella misma se había sorprendido de como el hombre había sabido exactamente qué teclas acariciar para que ella fluyera por completo. La conocía bien, quizás demasiado, pero aunque pudiera ser algo preocupante en otros aspectos de la vida, justo en ese momento era algo que a Mónica le encantaba. Podía volverla loca y ambos lo sabían. Se incorporó lo bastante para alcanzarlo y tirando de la hebilla de su cinturón, lo atrajo hacia ella para volver a besarlo. Lo saboreó a él e irremediablemente a ella misma y sonrió mordiéndole el labio inferior de forma provocativa.

En pocos segundos el resto de prendas que aún cubrían a Mefistófeles habían quedado esparcidas alrededor de ellos y ambos habían intercambiado sus posiciones. De pronto la ex-mortifaga montaba a ahorcajadas y él estaba sentado en la cama. Deslizó las níveas manos desde su espalda hasta sus hombros, acariciándolo mientras lo besaba. Cada beso se alargaba lo suficiente como para que los dos se quedaran sin aire. Le recorrió los brazos lentamente, memorizando su piel e hizo que con ellos la sostuviera rodeándole el cuerpo justo cuando con un hábil y casi imperceptible movimiento hizo que sus cuerpos terminaran de unirse por completo.

De nuevo el aire la abandonó por completo, pero solo era el inicio. La sintonía con la que ambos comenzaron aquel baile fue perfecta, casi como si sus cuerpos y mentes fueran solo uno y supieran exactamente lo que el otro necesitaba en aquel momento.

@ Mefistófeles Evil.

Editado por Monica Malfoy Haughton
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