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~Mansión de la Familia Gryffindor~ (MM: B 104490)


Mael Blackfyre
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¿Qué sucede cuando el alma abandona la prisión del cuerpo? ¿Adónde se dirige? El fuego de la vida que anima a los seres y les da la capacidad del movimiento. Una maldición disfrazada. Una ilusión de libertad bajo la que se esconde el inexorable paso del tiempo hacia la interrogante del destino sobre la que prospera gozosamente el ansia existencial. Aquella pregunta que mantiene al alma alerta en horas de descanso: ¿qué significa vivir cuando no se sabe qué sucede al morir?

 

Pakami tomó la posión de las manos de la bruja sin cuestionar el contenido. Una confianza sólida nacida de la amistad compartida en un pasado que parecía eternamente lejano. El líquido se esparció por su pecho con un leve intento de inyectar hueso y músculo con una energía que ya no podían retener. Una mirada furtiva hacia Catherine sirvió de tosco agradecimiento.

Los ojos del mago seguían con esfuerzo los movimientos de la familia en duelo. Nostalgia inundaba su mente y amenazaba con escapar. No había descripción apta para el dolor en los ojos de los presentes. Ante aquello la magia, tanto como las palabras, serían insuficientes. Sentimientos de inadecuación impedían que el aliento de la bruja a acercarse a los familiares surtiera efecto. No había nada para él allí. Pero la ceremonia final había dado comienzo antes de que pudiese expresar el deseo de huir una vez más.

 

La voz recitando los versos era como un peso cada vez más grande sobre sus hombros. Ni siquiera los efectos de la poción serían suficientes para detener el incontenible deseo de desplomarse en los brazos consoladores de una madre. Afortunadamente la soledad había forjado en él una voluntad de hierro. El dolor en la palma de sus manos a raíz de las heridas provocadas por sus uñas fue distracción suficiente para sobrevivir hasta que el elogio hubo finalizado.

 

Las últimas palabras pronunciadas en el mismo flotaban de manera incorpórea en la mente del mago: ¿qué significa dejar que un alma sea libre? O más importante aún y derivado a su vez de la misma pregunta: ¿qué sucede cuando el alma abandona la prisión del cuerpo?

Sobrecogedora tristeza amenazaba con hacerse con el estado conciente del mago. Su mirada acompañaba los patronus conjurados mientras que una sonrisa irónica reflexionaba en su significado. Espero un guardián. ¿A quién esperarían los Gryffindors ahora que su principal guardián era libre?

 

-No hay nada más para mi aquí,- murmuró para los oídos de su compañera. -Vámonos.

.-*[[ GPciano de Alma || http://i.imgur.com/LVhxFeN.gif || Sandía del Mal ]]*-.


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Seraphine se detuvo un momento confundida. Quizás por todo el amor y la bondad que emanaba Luna a través de sus palabras sinceras y reconfortantes. Weasley debió admitir que no se esperaba menos que un reproche, pero toda esa súbita comprensión y gentileza derribaron todas las barreras que tenía encima. De aquella familia solo quedaba Luna y Annick y a ellas dos les debía mucho tiempo perdido que quizás jamás podría recuperar.

 

Seguidas de las palabras amorosas, Luna reveló una información que la castaña no esperaba escuchar. ¿Shelle seguia allí? ¿aquella mujer que había entregado al auror a las manos de sus verdugos? una mueca de disgusto se dibujó en sus facciones y trató de hacer lo posible por conservar la compostura. Judas. Judas ahora era jefa de familia. El nombre de Mael le sonó desconocido, pero era hijo de aquella mujer no era de sorprenderse que compartieran los mismos ideales. Suspiró con pesar al imaginar que Elvis tenía suerte de no haber vivido para ver a la familia que tanto amada poblada por adoradores de la oscuridad. De ningún modo él lo hubiese permitido.

 

Luna se veía tan determinada a quedarse, lo sentía tanto como un deber y Kassandra no pudo menos que atolondrarse por el gesto de la muchacha. Ella definitivamente no hubiese podido asumir el rol de jefa de familia como Luna lo estaba haciendo, menos ahora que sabía que ya no quedaba nadie en quien confiar en esa familia. Se había podrido hasta el núcleo y aunque Luna y Annick quedasen, nada volvería a ser igual.

 

Weasley deshizo con suavidad el abrazo fuerte que unía a ambas brujas aunque no cortó el contacto físico que las juntaba. Con cariño recorrió los dedos en el cabello pelirrojo de su hermana, organizando mechones desordenados y colocándoselos detrás de las orejas. No respondió de inmediato pues estaba meditando con sabiduría y prudencia sus palabras, no quería herir mucho más la susceptibilidad de la vampiro.

 

—Yo siempre, y escúchame bien, siempre, voy a estar de tu lado. Jamás voy a volver a dejarte sola Luna, no vas a volver a sentirte vacía de nuevo. ¿Estás segura de que eso es lo que quieres pequeña? ¿Quedarte aquí, en medio de este... nido de serpientes?— Tenía la mandíbula tensa, quizás porque el autocontrol que estaba manifestando estaba costándole bastante. Tenía muchos calificativos poco gentiles para Shelle su prole. Excluía absolutamente a los demás Gryffindors que aunque no conocía lo suficiente, sabía que tanto como ellas dos sentían en lo más hondo de su ser la partida del patriarca y veían con incertidumbre el futuro de su legado.

 

—¿En verdad se piensan quedar? —Casi susurró, todavía incrédula hacia Luna y Annick. No pudo dejar de sentir una punzada en el corazón al ver a Elros, era como una mini versión de Elvis. Tan pequeño y huérfano, ella podía entender perfectamente lo que eso a la larga iba a implicar para el pequeño, pues ella lo había vivido en carne propia.

 

Estoy absolutamente segura que Elvis está muy orgulloso de ti. No habría forma de que no lo estuviera. Mírate, eres una gran mujer, dulce, buena y noble. Eres todo lo que él nos inculcó. —Esbozó una pequeña sonrisa que pretendía ser reconfortante. Quedarse sin embargo, era una tarea compleja.

 

Bueno, Luni. No sé si me sea posible mudarme a Inglaterra de nuevo. Groter y yo nos fuimos de aquí para darles un mejor entorno a nuestros hijos y lo hemos conseguido. ¡Allá donde vivimos es tan bonito! hay tanta naturaleza, estamos rodeados de gente buena y noble. La manada de Groter se ha vuelto nuestra gran familia y él es su Alfa, no podría dejarlos y de hecho esa es una de las razones por las cuales él no está aquí ahora conmigo. Está con nuestros hijos y la manada en Irlanda... —No eran excusas, pero así se sentían. Hubiese deseado con toda su alma decirle que si podía dejarlo todo por volver y vivir juntas y reconstruir aquella familia, pero Weasley ahora tenía que poner a sus hijos por sobre todas las cosas y traerlos de vuelta a un mundo en guerra no era una opción.

 

—Puedo ponerme en contacto con él y explicarle que mi regreso tomará algunos días, los que hagan falta. Puedo quedarme aquí mientras lo organizan todo, yo no las voy a dejar solas. —Aseguró, aun deseando que esa promesa pudiera ser más completa.

 

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Me quedé tranquilo al saber que Mica pudo acercarse al cajón, para despedirse de su mellizo. Lo necesitaba y era lo único que podía hacer realmente. La situación no era la más deseada y tal vez el momento no era el oportuno para llegar a aquella mansión. Ya estaba metido dentro de aquel semi círculo, no podía retroceder. Giré la cabeza y miré a mi madre @@Shelle Katerina Gryffindor. Moví mis labios para dedicarle un “Vamos, acércate Madre” pero no estaba seguro si desde allí ella me vería.

Miré otra vez el centro de atención, el ataúd. Mica estaba materializando un patronus. Abrí la boca y los ojos por la sorpresa. ¡Era grandioso! Aquella magia jamás la había visto. Y los Gryffindor eran increíbles. Muchos de ellos le estaban dedicando esos seres mágicos conformados de luz a Elvis, eso significaba que eran poderosos. Incluido sus recuerdos.

No sabía realizar aquella magia. De hecho, jamás lo había intentado. ¿Podría hacerlo? No estaba seguro. Su vida había sido siempre oscura, siempre con desgracias que lo invadían. De hecho en aquel momento no estaba seguro qué recuerdo me ayudaría a invocar algún patronus. Quise intentarlo, giré mi varita entre los dedos, pero no me animé. Mordí mis labios alejando aquellos pensamientos oscuros, aparecían muchas veces como una nube negra que oprimía mi pecho.

¿Los patronus me estaban ayudando?

La marca tenebrosa me inspiraba libertad, me daba ése toque de adrenalina que actuaba como un botón que encendía el modo de hacer lo que quería. Pero esos patronus que deambulaban alrededor, me brindaban una extraña sensación de protección y de seguridad. Me sentía extraño, no estaba seguro si me gustaba demasiado aquello.

Arabella había empezado la ceremonia. Aquellas palabras anunciaban una despedida para el famoso Elvis Gryffindor. Me sentía incómodo al no conocerlo pero las reacciones de su familia y de todos los que iban aparecieron, me lo confirmaron.

Mica se retiró, me había dado cuenta. Una jovencita rompió el silencio que se había generado con un grito desgarrador, apreté por segunda vez mis dientes.

Otra vez mi mente me jugaba una mala pasada. La guerra en aquella comunidad mágica estaba jugando de una manera que jamás había presenciado. Mi infancia en la isla de Nimue había sido tranquila a su comparación, porque las batallas siempre habían sido en el seno familiar. La desgracia nos perseguía de generación en generación, pero no había afectado a nadie más. Pero allí, parecía que cada uno tenía que posicionarse para enfrentarse a diferentes situaciones y muchas de ellas, afectaban a toda una familia a causa de otras.

¿Por qué entonces había llegado a la Gryffindor? ¿Cuál era mi papel? Miré otra vez a mi madre. No tenía en claro por qué me había aferrado tanto a ella, pero la apreciaba, me había dado una figura materna y ahora, una familia. Si. Era una familia al fin de cuentas. Y no quería soltar nada de lo que ya había conseguido. Al fin era alguien. Al fin la Maldición parecía mantenerse afuera. ¿Y si la Gryffindor se veía afectada? Lo que era peor ¿En qué momento había pasado lo de Elvis? No estaba seguro por las fechas y esperaba que no tuviera que ver nada conmigo.

Saqué otra vez aquellas imágenes de mi cabeza.

La chica ahora estaba siendo atendida por Annick y Luna. Ambas brujas eran rápidas. Una tercera se aferraba a ellas, otra hija de Elvis. Todas hermosas por igual.

Tenía que hacerlo ahora o no encontraría otro momento. Avancé algunos pasos al ataúd, los pocos que me habían separado de mantenerme lo más alejado posible. Mis dos manos se aferraron al borde del cajón, pude ver la figura de Elvis. Su figura aún era alta y noble. Se veía feroz pero viejo, claramente, desgastado. ¿Qué dirían sus ojos? Miré de reojo a Annick. No entendía por qué necesitaba hacer aquello. Era mi despedida pero no quería ofenderlos, querían que vieran que allí era uno más, era mi familia.

Lamento llegar aquí en ésta situación. No han dejado de decir cosas sobre ti —rebusqué con una mano en mi bolsillo. Por suerte la había dejado allí. Era mi amuleto personal, podría hacerme otro. Extendí con la mano para que notaran que era un simple trozo aplanado de metal, con algunas runas dibujadas. En mi otra mano apareció mi daga—. Prometo proteger la familia. Mi familia —deslicé el filo de la daga por encima de mi brazo, cortándolo. Luego pasé aquella moneda por la sangre. Las tres runas estaban mojadas por mi sangre. (1), (2) y (3) Dejé la moneda dentro del ataúd—. Sirve como protección. Sirve como guía en tu camino.

Mi voz había salido suave, como un silbido, como un susurro. La daga se esfumó dejando atrás una voluta de humo. Me bajé la manga dejando aquella leve herida así, sanaría sola. Retrocedí algunos pasos aún mirando al ex patriarca. ¿Y si hablaba con él una vez más? Tal vez me dejaría un poco más claras las cosas.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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No era fácil para el mago de cabellos negros caminar por esos jardines exteriores pertenecientes a la familia Gryffindor. Muchos años atrás había tenido frecuentes visitas cubriendo su rostro con una máscara negra, ocultando su identidad y provocando destrozos tanto en los terrenos exteriores como al interior de la mansión. No se alegraba en absoluto de esos recuerdos pero era imposible que no invadieran su mente mientras sus pies lo trasladaban por el lugar.

 

Sólo existía una razón para llegar a la morada de los Gryffindor, familia que había caído en desgracia con el nuevo levantamiento de los mortífagos, pretendiendo dominar la comunidad mágica. La razón era Mica Gryffindor y todo lo que esa bruja representaba para Black. Desde su reencuentro con ella, horas atrás en El Refugio, el mago nacido en Gales no había podido quitarla de su mente. Había algo especial en ella, en su mirada esmeralda y en las pecas que bañaban su rostro, y él pretendía descubrirlo.

 

Con más rapidez de la imaginada, Black encontró el sitio donde estaban realizando la despedida de Elvis. Con aquel mago había tenido más de un enfrentamiento en el pasado, era lo normal, estando en bandos enfrentados y a pesar de haber cubierto sus identidades. Como enemigo, aquel Gryffindor había sido tan grande que como miembro de la propia Orden del Fénix. Pero siendo sincero consigo mismo, aquel era tan sólo un detalle para Black. No pensaba rendirle tributo al difunto, sino brindarle compañía a su hermana.

 

—Mica —murmuró entonces Black, sorprendiéndose al ver a la bruja de cabellos castaños en un sitio apartado, junto a un árbol y lejos del semicírculo formado alrededor de la pira encendida. Posiblemente fuera tradición de la familia, pero aquel ritual se le asemejaba a las historias que había aprendido en el pasado, previo a la caída de Voldemort—. No he podido contenerme y decidí venir —dijo sin demasiados rodeos. Su voz grave había sido apenas audible para la mujer.

 

Black en realidad no quería llamar la atención de nadie más. Al parecer no sólo había miembros de la familia en aquella reunión para homenajear a Elvis y cuanto menos tuviera que saber de ellos, sobre todo de los que explicitaban un aura tenebrosa, mejor iba a ser para él.

 

Extendió ambos brazos en dirección de Mica Gryffindor, con la intención de rodearla y abrazarla con intensidad. Sentía que aquello era lo correcto del momento.

 

 

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Fue cómodo el quedarse en ese punto, tranquila y alejada de cualquier interacción. Se sentía casi una invisible testigo de todo lo que pasó con posterioridad, ajena al dolor de los demás y única dueña del propio. Estaba siendo algo egoísta, tal vez, pero era su forma de enfrentar ese momento sin terminar de quebrarse. Mientras observaba a los presentes, no podía evitar el aluvión de recuerdos que regresaban y luchaban entre sí para instalarse.


Desde ese sitio podía dar vía libre a sus lágrimas sin pensar en que alguien más necesitaba de su fortaleza. Era irónico cómo en otros malos momentos siempre había podido mostrarse fuerte y ser el ánimo que su familia necesitaba para salir adelante, ya no podía hacerlo. Ese tiempo parecía tan lejano, si bien aún intentaba mostrarse de ese modo en la mayoría de las situaciones, ahora no lo lograría, aunque tuviese la intensión de intentarlo.


Una voz masculina la llamó a la realidad, pronunciando su nombre. Al volver la vista se encontró con el caballero que, junto con su prima, habían intentado ayudarla tras su reciente llegada. No esperaba que fuese hasta allí. Ahora lograba recordarlo con más claridad, era bueno tener un recuerdo alegre en medio de tanto dolor.


Vio como el caballero extendía sus brazos hacia ella y no dudó en acomodarse en ellos, recibiendo el reconfortante abrazo, el primero que recibía en mucho tiempo. Se quedó en silencio allí, no podría fingir estar bien pero tampoco creía necesitarlo frente a él.


-Gracias por venir -susurró con voz quebrada.


Soltó suavemente su abrazo, un poco avergonzada por haberlo prolongado tanto, pues no tenía la confianza para hacerlo. Se movió un poco para volver a mirar hacia el semicírculo que despedía a su hermano.


-¿Lo conocías? Quiero decir, a Elvis…- volvió a recargarse en el tronco del árbol que estaba a sus espaldas, haciéndole sitio para quedarse a su lado.


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De un momento a otro aumentó un poco el número de asistentes al funeral. La pelirroja lo agradeció en silencio a pesar de que a la mitad de ellos no los conocía. Desde su punto de vista, Elvis merecía ser despedido por varias decenas más; no por sus hazañas, que habían sido muchas, sino simplemente por ser una de las mejores personas que ella había conocido; y estaba segura de que él había influido de manera positiva en muchísima gente.

 

Entre los recién llegados hubo un rostro que le alegró ver: su hija @. No recordaba cuándo había sido la última vez que se habían visto, pero su presencia le regresaba la fuerza que por momentos la abandonaba. Quizá por eso se conmovió aún más al ver cómo ella y @@Luna Gryffindor Delacour se abrazaban y hablaban con complicidad de hermanas. Ambas habían perdido un padre y eso no era nada sencillo, así que ambas merecían más que ese momento.

 

Mientras Luna hablaba y le pedía a Kassandra que se quedara, Annick no pudo evitar mirar de reojo al chico de cabello y ojos oscuros (Mael) que hacía un rato se había acercado al féretro de Elvis. Lo había visto dejar algo, pero no había logrado ver qué era. Sin embargo no era eso lo que le daba vueltas en la cabeza, sino el hecho de que ella no lo conocía, y se preguntaba si el chico había sido amigo de su esposo.

 

La pregunta de Kassandra acerca de si pensaban quedarse hizo que la pelirroja se centrara nuevamente en la conversación con sus hijas. Lo único de lo que estaba segura era de que le sería muy difícil acostumbrarse a vivir sin Elvis. Por eso una parte de ella deseaba tomar a su pequeño hijo y alejarse de todo lo que pudiera recordarle su ausencia, porque estaba segura de que el dolor de su pérdida no desaparecería con el paso del tiempo; pero otra parte sentía la responsabilidad de continuar con el legado del patriarca y protector de la familia.

 

―No voy a mentirles ―con ellas dos podía abrir su desolado corazón sin ningún temor―, me es difícil imaginar vivir aquí sin su padre; pero sé que no me sentiría bien si me marcho y dejo atrás todo lo que él formó con tanto esfuerzo ―usó ambas manos para acariciar con cada una los rostros tanto de Luna como de Kassandra, e intentó dedicarles una sonrisa que quizá no brillaría tanto en su lloroso rostro―. Sepan que su padre estaba orgulloso de ustedes. Ambas son mujeres fuertes, y estoy segura de que no necesitan que alguien las proteja ―miró especialmente a Kassandra, cuyo esposo y manada seguro la cuidarían y eso hacía que Annick sintiera un poco de tranquilidad―, pero sepan que este siempre será su hogar y pueden contar conmigo para lo que necesiten. Aunque sea difícil, permaneceré aquí junto con Luna, Natasha y todos aquellos que deseen quedar. Además creo que lo mejor para Elros es estar cerca de sus hermanos.

 

Aún no entendía bien lo que Luna había explicado a Kassandra acerca del tal Mael y Shelle, e intuía que había información importante que desconocía, por eso estaba cada vez más convencida de permanecer en la mansión.

 

―Kassandra, me da mucho gusto saber que vives en un hermoso lugar y que eres feliz a lado de tu esposo y los suyos. Puedes quedarte aquí el tiempo que quieras, pero comprenderemos que debas regresar con Groter ―la misma Annick sabía el matrimonio implicaba un lazo de unión que la sangre no podía romper―. Estoy segura de que el espíritu de Elvis continuará aquí mientras algún Gryffindor con sus mismos ideales continúe con su legado, y sé que ustedes dos, donde sea que se encuentre, seguirán el mismo camino que él. Solo cuídense mucho...

 

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Una brisa cálida comenzó a recorrer mi cuerpo. Abrí mis ojos lentamente mientras escuchaba la dulce (pero triste) vos de mi madre Annick preguntándome si me encontraba bien, que había llegado justo a tiempo para despedirme de Elvis. En ese instante mi corazón volvió a sentir dolor, pero miré fijamente a mi madre y las lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas, acaricié mi vientre y escuché una dulce voz (que sólo yo podía oir, por ahora) que me decía: “No llores mami, la abu está aquí.”

Annick tomó mi mano y me ayudó a levantarme lentamente, pues mi situación así lo ameritaba. Con su ayuda nos acercamos al fuego, cerca de donde se hallaba una bella joven que cantaba una triste canción. Durante el trayecto no pude decirle ni una palabra a mi madre, solo la miraba con nostalgia y agradecimiento.

Al finalizar la joven se acercó a mí, se presentó y me dio la bienvenida a la familia, al parecer se trataba de otra de mis hermanas. “Tía, tía” decía la voz de mi vientre. Había pasado tanto tiempo lejos de casa tratando de vivir entre los muggles, que había olvidado el gran corazón que tenía mi padre y la numerosa familia que había formado.

-Gracias Luna- le contesté acongojada-. Tendremos el tiempo suficiente para conocernos mejor, pues no tengo intenciones de irme de nuevo- le dije tratando de sonreir mientras acariciaba mi panza.

Mientras hablaba con Luna, vi un destello de luz que se transformó en un águila real de color plateado que voló hacía el ataúd donde se encontraba mi padre. Seguidamente vi otro destello, pero esta vez salió de mi lado, era mi hermana quien había conjurado la figura de un perro enorme que también se dirigió a donde yacía Elvis. En lo personal me hubiese gustado poder hacer lo mismo pero después de tanto tiempo viviendo entre los muggles, me sentía una aprendiz en cuestiones de hechizos, así que me agaché y tome unas flores silvestres y las trencé formando una corona. Luego tomé la varita y con unos movimientos suaves transformé las lágrimas que aun caían sobre mi mejilla, en unos dijes de cristal que agregué a la corona. Al finalizar puse mi mano sobre mi vientre y dije: -Despídete del abuelo. Seguidamente, con otro movimiento de varita, envié la corona al pecho de mi padre.

Annick también hizo un cántico de despedida. Mientras lo hacía, mi mirada reposó en el pequeño niño que estaba aferrado a sus piernas. Supuse que sería su hijo, mi hermano más pequeño, otra razón por la cual no debía desaparecer nuevamente sino que debía quedarme y formar mi familia allí. Era el mejor lugar para que mi pequeña Neftalí naciera y se criara.

Otra figura se acercó a nosotras, por lo que pude comprender, se trataba de Kassandra otra de las hijas de Elvis. Luna y Annick hablaron con ella, mientras yo trataba de recordarla pero hacía tanto tiempo... que preferí conocerla nuevamente como a cada uno de la familia.

Me sentía tan rara, era como empezar todo de nuevo. Pero me gustaba, pues era una persona nueva, renovada. Además llevaba una vida muy especial en mi vientre y no permitiría que los fantasmas del pasado o del presente, afectaran su vida. Volví a ver a mi pequeño hermano, a mis hermanas y a mi madre, froté mi vientre y me juré que haría todo lo que estuviera a mi alcance para salir adelante unida a mi familia.

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La primera en acercarse fue Luna, quien dedico hermosas pablaras al hombre que estábamos despidiendo. Aquella joven, era una personita hermosa y dulce, que siempre veía el lado bueno de las cosas, el vaso medio lleno, podía en cierta forma reconocerme en ella, pues había sido igual a ella en mi juventud, pro de eso había pasado mucho tiempo, y ahora solo quedaba una mujer solitaria y llena de tristeza y miedo. Alce m rostro cuando comencé a escuchar una hermosa canción, cerré los ojos y dejar que la música llegara hasta lo más profundo de mí ser. Mi sobrina se paró frente a mí y se disculpó por su elección musical, no pude evitar sonreír mientras acariciaba su mejilla.

 

- Luna no es necesario pedir perdón, cada persona despide a los suyos de manera única, y tus palabras y las canciones fue hermoso- deje de halar pues un nudo se había formado en mi garganta.

 

Le di un rápido abrazo y me separe, necesitaba alejarme un poco, si me quedaba cerca no sabía si podría continuar, mientas alcanzaba los árboles que se encontraba a la derecha de la pira. Apoye la mano en un hermoso roble, aquel árbol representa fortaleza y hoy yo necesitaba de la suya, la voz de Annick se elevó por todo el predio y llego hasta donde me encontraba, las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas.

 

Volví a cerrar los ojos con fuerza, mientras mi frente descansaba sobre la rugosa corteza del roble, tome aire unas cuantas veces y repetí en mi mente una frase casi como si fuera una letanía “Debes continuar, es necesario”. Me gire para ver donde la familia se hallaba reunida, no podía ubicar a mica por ningún lado, lo cual me hizo fruncir el ceño ¿Acaso se había ido de la ceremonia?

 

Annick y luna se hallaban junto a una joven, que no había visto hasta ese momento, no sabía que había pasado pero parecía que la noticia de la muerte de Elvis había sido demasiado para Natasha. Camine hacia donde se encontraban ellas y pregunte si se encontraba bien ambas asintieron sin mediar palabra, también asentí y me dirigí hasta pararme junto a las llamas que envolvían a mi primo.

 

- O Morrigan,- dije mientras sacaba mi varita y con una floritura de ella las llamas de la pira crecieron -ban-dia an taobh thall, ban-dia a ’bhàis, thig thugainn,-podía sentir como el calos abrazaba mi cuerpo -thoir ar sinnsearan, tha sinn air beannachd a thoirt don fhuil againn, tha sinn air ar fàgail saor gus an urrainn dha a bhith beò gu sìorraidh còmhla riut.

 

El sonido se alas inundo el terreno, fije mis ojos en el cielo donde una bandada cuervos comenzó a planear el círculos descendentes hasta casi rozar el fuego. Aquellas criaturas eran los mensajeros de la diosa, si ellos habían aparecido significaba que ella también estaría allí. Agradecí en silencio, que ella escuchara mi llamada.

 

Los cuervos habían desaparecido de la misma manera que habían aparecido en un instante. Mis ojos se agrandaron al observar unas figuras que se acercaban desde los límites del bosque que rodeaba la mansión, eran cuatro y se presentaban ante mi idénticos a como los recordaba en mi niñez, mis padres y mis tíos, etéreos y casi transparentes me sonreían, mi madre me saludo con la mano, les sonreí y les mande mi amor, con una vieja seña que hacíamos cuando éramos pequeños.

No sabía si el resto de los presentes podía verlos, suponía que solo mica seria capas, pero al parecer ella no se encontraba allí o se había escondido en algún lugar. Nubes casi tan negras como las alas de los cuervos habían encapotado el cielo, una fuerte ráfaga de viento se arremolino junto a la pira y una esbelta figura se materializo, la mujer de cabellos negros y largos, se inclinó junto al féretro y le deposito un suave beso en los labios de Elvis.

 

Sabía lo que vería a continuación pero no creía estar preparada para ellos, la diosa tomo en sus brazos a mi primo, no era su cuerpo, este seguía siendo devorado por las llamas, pero era la parte de él que pasaría a la eternidad. Morrigan nos miró por primera vez sus de un azul casi violáceo se fijó en mí, incline mi cabeza y realice una genuflexión.

 

- Na bi uair sam bith a ’leigeil soraidh le neach gaoil, dìreach can gus an coinnich sinn a-rithist.- dije en un susurro apenas audible- hasta que nos volvamos a encontrar- dije más fuerte.

 

Con una última llamarada que alcanzo la altura de la copa de los arboles circundantes, mis padres y tíos, junto a Morrigan, desaparecieron, la ceremonia había concluido, Elvis ya no se encontraba allí, ahora disfrutaba de la vida eterna junto a nuestros antepasados, a la espera de que nos uniéramos a él, cuando llegara nuestro momento.

 

Las llamas comenzaron a disminuir, pasaría unas horas hasta que todo quedara reducido a cenizas, pero no podía ni quería estar en otro lado, mis pies estaba clavados, mis piernas comenzaron a temblar pero me negaba a desplomarme allí frente a todos, seguiría de pie, hasta que la mayoría de dispersar. Quería girarme y ver si Annick, Luna y Sophia estaban bien pero mi cuerpo no me respondía, no tenía fuerzas, solo podía seguir así de pie, cansada y triste.

 

 

 

(1) Oh Morrigan, diosa del más allá, diosa de muerte, ven a nosotros, trae a nuestros antepasados, nos hemos despedidos de nuestra sangre, lo hemos dejado libre para que pueda vivir eternamente junto a ti.

(2) Nunca digas adiós a una persona quería, solo di hasta que nos volvamos a encontrar.

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Me alejé algunos pasos más, para quedar a la misma altura que todos en aquel semi círculo, que bordeaba el ataúd. Algunas personas más hacían su aparición, pero hasta ahora no conocía a nadie. No era de extrañarse, ya que era nuevo en aquella comunidad mágica. De reojo podía ver el tumulto de madre, hijas-hermanas que se estaban aferrando entre ellas para brindarse fuerzas. Apreté los labios. Al parecer era una familia unida. Estaba seguro que ni siquiera habían visto mi acción. Era un desconocido para todos los Gryffindor.

¿Podría realmente ser uno?

Un escalofrío me recorrió por la espalda, como si alguien estuviera detrás. Giré mi cabeza y no había nadie, más que los presentes en el funeral. Conocía sobre las artes de la nigromancia, conocía cuándo los muertos venían, pero no había utilizado mi habilidad. ¿Entonces quién?

Arabella Gryffindor estaba dirigiendo la ceremonia. Mi atención se fijó en ella. Era magia que no conocía. Una magia diferente. En mi poca carrera académica, me habían llamado la atención otro tipo de conocimientos, más relacionado a los de sangre. Pero aquella era igual de antigua. ¿De dónde provenía todo aquel saber? Al parecer sus antepasados habían dejado su huella. Las llamas se encendieron por debajo del ataúd.

Empezó a aumentar en el volumen de las llamas. El calor se extendía. Nos estábamos despidiendo de aquella persona. Persona muerta que de alguna manera le había prometido algo. ¿Por qué? Era como una fuerza que me había llevado hasta eso. La misma que me había traído a la mansión y antes que eso, a relacionarme con Shelle. Era como una cadena de situaciones que me habían llevado hasta donde estaba parado. ¿Tan mal la había pasado que ante cualquier hueco prefería meterme? Me estaba aprovechando de ellos, de aquella ruptura.

Las llamas empezaron a lamer el cuerpo del patriarca. Ya no se veía nada, mi moneda seguramente se estaba derritiendo. El fuego subía al cielo blanquecino y crucé mis brazos por detrás de la espalda. No quería leer la mente de nadie presente allí, pero estaba seguro que nadie la estaba pasando bien. La guerra en aquella comunidad estaba impuesto desde hacía años y de alguna manera, había tomado una posición en el tablero. ¿Y qué sucedía con la familia? También me había puesto mis prioridades y no iba a perder lo que había conseguido.

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Suspiro teniendo un revoltijo en su estomago, pero de alguna manera tanto Kass como Annick estaban siendo un faro en medio de la tormenta, era como si teniéndolas a mi lado algo del dolor y el pinchazo que aún sentía por papá disminuyera un poco, solo un poco de luz en medio de tanto dolor y me dije que si las tenía a ambas podría intentar seguir adelante, nadie me pedía que lo hiciera ahora y ya, pero me prometí proteger a la familia y confiar en mis capacidades y recordé las palabras de papá de nuevo, mientras veía como mi tía Bella seguía con los momentos finales del entierro, no le dije a nadie pero me sentí protegida de alguna manera, como si papá me hubiera dado un motivo para seguir adelante casi sin darse cuenta de ello y es que mientras confiara en la familia, nada malo podía sucederme.

 

Escuché lo que dijo Mael sobre proteger a la familia, la promesa hecha al cajón de Elvis me enterneció y pese a los reparos que tendría que tener con él, le sonreí amablemente por primera vez desde que lo conocía, nadie me impediría tratarlo bien y me pregunté si realmente fuera bueno y no lo estaría viendo por mi temor de que me apartara de la familia, cosa que supuse que no tendría porque hacer, además le había prometido a Shelle que lo protegería, aunque no sabía ni como hacerlo si quiera debía de lograrlo intenté no pensar en que en realidad era solo un joven algo torpe con los sentimientos a quien debía de ayudar de alguna manera, pero ¿Cómo hacías eso si no quería ayuda? suspiré diciéndome que vería como hablarle luego, ahora debía de responderle a mi madrina y a mamá antes de que ambas se asustarán de mi silencio extraño.

 

- Me quedo madrina porque quizas el nido de serpientes no este tan mal, mira Mael tuvo un gesto muy lindo con papá hoy, de acuerdo se que no nos tendríamos que llevar bien pero le prometí a Shelle que la cuidaría y creo que eso se hizo extensivo con su hijo, a lo que voy que se que ya no parece mi hogar pero mientras pueda darle luz, lealtad y sacrificio, seguirá siendo mío, aquí papá me enseño a volar en escoba, en esos sillones de adentro de la mansion le conté que había terminado la academia, en su estudio hablamos horas enteras de la oficina de Aurores y hicimos planes y si mamá lo recuerda, en el jardín tomamos te todos juntos, ¿te acordas má? no me iré Madri, son los recuerdos de papá lo que me mantienen aquí, es su cariño y su amor lo que hacen que no me vaya, irse sería el camino fácil y a veces tenemos que tomar el difícil y enfrentarse a lo que venga, se que no será sencillo, pero algo me dice que papá estará conmigo a cada paso que de, ¿creen qué el me dejaría sola con lo atolondrada que soy? seguro estará viendo todo desde alguna estrella y agarrándose la cabeza cuando me olvidé de apagar alguna luz o tire algún jarrón o manche alguna cosa importante, pero esté es mi hogar y papá no querría que me fuera, no importa de quien sea, este lugar Kass tesoro, siempre será mi casa y siempre seré bienvenida aquí - Le dije con mi voz quebrada de la emoción, intentando controlarme como podía -

 

Recordarlo aún dolía pero le había dicho la verdad, si bien entendía que ella no podía quedarse mucho porque tenia una familia que cuidar y proteger, me alegraba tenerla unos pocos días aunque sea conmigo, además se sentía como si tuviera a mi familia al completo, un pinchazo de dolor cruzo mi corazón cuando entendí tarde que eso nunca más pasaría y que siempre faltaría papá en el cuadro, suspiré intentando calmarme porque no era momento de ser débil, ya había tenido una llantina importante antes de bajar y allí mismo me había derrumbado cuando lo vi, ahora debía ser fuerte y tragarme el dolor como sea, por papá, por mamá, por Shelle mi querida hermana y también por Mael, tenía que ser fuerte y lo sería aunque eso me costará bastante en los días sucesivos.

 

- Quédate cuanto puedas Kass, enserio no quiero alejarte de tu familia o algo así, no estas obligada a quedarte, solo si quieres hacerlo y me alegra saber que Groter esta bien y que tus hijos igual, entiendo que no pueda venir por eso y me alegro que todo te vaya de maravilla, hacía mucho que no escuchaba de él, ¿esta bien? recuerdo que lo cruce hace bastante tiempo atrás, pero hace mucho que no lo veo y ahora entiendo porque, me alegra tanto saber que eres feliz Madri y pues si quieres si no pues no importa Madri - Le dije sonriendole feliz de que tuviera una familia y fuera tan dichosa -

 

Sonreí cuando mamá me acaricio la cara, nada me alegraba más que tenerla conmigo, sonreí cuando dijo que él estaría orgulloso de nosotras dos, ¿lo estaría? sabía que nos quería y nos adoraba mucho pero no sabía si orgullo sería lo que sentiría por mí, quizas sabía que me quería mucho y me adoraba, pero no estaba segura de que estuviera orgulloso de como era, suspiré porque ya no tendría oportunidad de preguntárselo, pero me quería imaginar que Elvis me quería o al menos lo hacía en su momento, me repetí que también estaría orgulloso de mí todo el rato y fueron las palabras de Annick lo que me llevaron a despertar del dolor que tenía, si él se sentia de esa forma respecto a mí en vida, haría lo que fuera porque lo estuviera en su muerte también, lo honraría y llevaría a la Gryffindor por un buen camino, claro que primero tendría que saber que camino era ese por supuesto.

 

- Ma, no se sí se sentía así por mí, pero se que me quería mucho y me adoraba, soy consciente que me enseño cuanto pudo y me ayudo mucho a crecer, bueno vos también, ambos me ayudaron y me hicieron así como soy yo, no sé que hubiera sido de mí sin ustedes, siempre les estaré agradecida por todo lo que hicieron, no sé si se los digo seguido o no, pero los quiero mucho, los admiro y siempre los querré sin importar el que, supongo que si se sentiría orgulloso de mí o quiero creerlo al menos, se que me quería mucho y que siempre nos protegerá, sigo creyendo que está aquí con nosotros, porque a quien queremos nunca se va del todo si podemos recordarlo - Le dije a mamá sonriendolé feliz por su caricia, seguía pensando que teniéndola conmigo al menos podía mitigar mi dolor un poco -

 

Las cosas parecían irse acomodando un poco solas, me sentía un poco mejor que antes aunque papá seguía doliendo demasiado, ¿Quién era yo sin Elvis? ¿podría seguir adelante y enfrentarme a todo lo que vendría después? parpadee cuando mi tía Bella siguió con su ritual y mire asombrada cuando dos personas que no conocían aparecieron también y mágicamente se llevaron a papá, quise gritar por el susto pero mi grito quedo atorado en mi garganta, cuando pude razonar de que eran familiares y que lo cuidarían allá a donde vaya, recé para mis adentros pensando aún que sin él no sabría como seguir pero que lo intentaría como pudiera, al menos tenía que hacerlo por él, porque sabía que no querría verme vencida y que querría que fuera feliz, o todo lo que podría serlo sin una de las dos personas más importantes de mi vida, porque la otra persona me había abrazado hacía dos minutos, reiniciándome un poco de tanto dolor que tenia encima en esos momentos.

 

- Annick y Elvis me dejaron quedarme aquí cuando todo mi mundo se vino abajo, ellos me adoptaron y me cuidaron mucho, siempre estuvieron ahí y siempre lo estarán sin importar que suceda, su amor jamás morirá, ni entre ellos como marido y mujer ni por mí, suena raro decirles así cuando siempre les dije mamá y papá, a lo que voy es que se que el amor que se tienen y me tenían jamás desaparecerá y que siempre estarán conmigo, sin importar que suceda y por eso les estaré siempre agradecida, gracias por tenerme paciencia y por haberme amado tanto, no hubiera sido la bruja que soy sin ustedes dos, no se los dije seguido pero siempre los admiré y los adoro mucho a ambos y mientras lo recordemos papá jamás se irá, porque siempre estará con nosotros cuidándonos - Les dije a mi madrina y a mi mamá en un susurro para que solo ellas pudieran escucharme -

 

No era que no confiará en mi hermana Shelle o mismo en Mael, a quien le agradecía el cariño por mi papá, era que en esos momentos las quería a ambas conmigo y era mi forma de agradecerle a mamá tanto amor que me habían dado cuando solo era una niña que no sabía nada del mundo, ellos me habían cuidado y protegido siempre y me pregunté si les habré dicho lo suficiente que los quería y los adoraba mucho, ¿les había demostrado mi cariño y respeto? ¿ellos sabían cuantos los quería? me preguntaba ahora si se los habría demostrado lo suficiente o no y lamenté no haber pasado más tiempo con la familia y me prometí quedarme aquí sin importar lo que pase, al fin y al cabo, como dice papá, solo podemos confiar en la familia y eso es lo que haría, confiaría en que todo se acomodaría solo y que nos llevaríamos todos bien o al menos, lo intentaría, porque esa era una promesa que le hice a papá incluso antes de que se fuera y porque él nunca se iría de mi lado, permanecería en mi corazón por siempre, porque su cariño nunca sería olvidado y porque su amor por todos nosotros nos mantendría unidos y felices o eso es lo que lucharía por tener siempre, unión y felicidad para todos nosotros y me juré que lo lograría a como diera lugar.

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