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El nuevo Ministro de Magia


Mackenzie Malfoy
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Hito 1 (segundo post de curación)

Illidian Black Lestrange, Mica Gryffindor, Cillian Ryddleturn

- Ojala tuviera una cerveza a la mano - pero no era así, lo único que había en aquel lugar parecían ser las malditas abominaciones de El Inquisidor que parecían ser interminables y de ser así nunca lograrían avanzar. Aquel grupo estaba poniendo todo de su parte, absolutamente todo, pero no estaban teniendo suerte. Cillian se levantó de su lugar en el suelo y sonrió.

Tenían que intentarlo una vez más, las veces que fuera necesario para lograr entrar al Ministerio de Magia y lograr vencer a El Inquisidor, para ese momento Cillian ya le tenía bastante coraje a pesar de no saber exactamente sus intenciones para tomar el gobierno mágico británico. Apuntó con su varia hacia el mismo y murmuró - Episkey - logrando así curar una herida de su brazo y el siguiente - Episkey - se lo dedicó a Illidian, esperando que no estuviera todavía tan malherido como para no poder seguir intentado luchar contra contra aquellas abominaciones.

- Aún no, Mica, debemos seguir intentando. ¿Qué dicen de comenzar con la boda si debemos volver a este callejón? Siento que el tiempo que llevamos luchando contra esas abominaciones esta siendo interminable. 

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Hito 1 (segundo post de curación)

Illidian Black Lestrange, Mica Gryffindor, Cillian Ryddleturn

Mica se dejó caer a su lado, era imposible no notar lo que ella sentía por él en un momento así. Aquel beso lo devolvió a la vida, o tal vez fueron las curaciones que la bruja le brindo. - Episkey - Volvía a susurrar sobre ella claro. Luego llevaría la mirada a Cillian. - Episkey - Una vez más con el rubio.

- Yo quiero seguir... - Diría. - Ya no se trata de nosotros, Lud, cubias, Thanatos, todos nos esperan dentro... - Se pondría de pie, notando su torso desnudo y las tiras de lo que alguna vez fue una camisa desperdigadas por el suelo.  Se frotó el rostro, eliminando algo de tensión acumulada en su mirar. 

- Tengo toda la noche... - diría aferrándose a su varita, observando a ambos. - Si volvemos a caer, busquen un bar donde escondernos... - Ofrecería la idea, como una necesidad para él. El murmullo de las abominaciones llegaba hasta ellos, siempre rondando el ingreso. 

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Hito 1 (segundo post de curación)

Illidian Black Lestrange, Mica Gryffindor, Cillian Ryddleturn

-Episkey, Episkey - alternó entre sus dos compañeros de batalla, concentrándose en que se recuperen lo más posible de las heridas. No pudo evitar sonreír ante la seguridad que ambos expresaron respecto a continuar la contienda. SI bien temía que pudiese empeorar, no podía rendirse y se alegraba de que sus compañeros la siguieran apoyando.

-Está bien, un bar para la próxima... lo prometo- susurró y abrazó suavemente a su pareja antes de ponerse de pie y tender su mano para ayudarlo a incorporarse también. -¿Listos? Vamos... mantengámonos juntos -estaba más animada. 

Se encaminó junto con ellos hacia la salida del callejón, desde donde podrían empezar el ataque. 

Editado por Mica Gryffindor

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Hito 1 -- (Post 1 de curación)

Mackenzie Malfoy - Hannity Ollivander Evans
 
Mackenzie Malfoy, Sebastian Crowld, Veronika Karanov, Hannity Ollivander Evans
Ministerio de Magia (Londres)

 

Había hablado demasiado pronto, lo que ella creía que habían vencido sus compañeros no había sido lo que verdaderamente sucedió, al ella haberse quedado atrás, de guardia, la había alejado mucho de la realidad de lo que había pasado adentro,  a ella se le ha escapado ver una abominación y no es que lo haya hecho a propósito, no, es aquella cicatriz que recientemente adquirió la qué no deja que pueda ver la oscuridad que esta a su paso.

Aquella abominación ha atacado a las cuatro personas que habían estado, ya contándole a ella, adentro del ministerio. No sabe cómo, no es consciente de ello, pero los ha dejado mal heridos, por igual, lamentarse por su error no es suficiente, ella lo sabe. Como puede se acerca hasta donde están todos, no quedaron juntos después del ataque, vislumbra a las dos mujeres, todos se encuentran en condiciones vulnerables, pero es en cierta forma su responsabilidad aquello que ha pasado.

-Episkey- murmura en voz claramente audible hacía Veronika,  de inmediato las heridas en su cuerpo comienzan a sanar, lo cual es un alivio para ella.
Se acerca, casi se arrastra hasta donde esta la señora Malfoy y de nuevo murmura el hechizo -Episkey.

Su conciencia está un poco más tranquila, pero falta Sebastian y ella tampoco se encuentra en buenas condiciones, pero por su descuido estaban en aquella situación, lo mínimo que debía hacer es ayudar a su equipo para que todos estuvieran bien.

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Hito 1 — Adrian Wild — Individual
(Opción 20 hechizos)

 

— ¿¡Mic...!? —mier**. Me habían silenciado.

«Evanesco», pensé apuntando al grupo de cuerdas que venían volando hacia mí. No pude llamar la atención de la bruja a la que había reconocido como una de mis antiguas compañeras, de la Orden, de aventuras, de la vida. Iba con otros dos muchachos a los que no reconocí, pero no pude fijarme más, ni atender si necesitaban ayuda, porque tres Abominaciones se acercaban raudas hacia mí. Conjuré un Haz de la Noche que les trasladaría a la boca de un volcán, en cuyo interior caerían irremediablemente. El portal se cerró de inmediato tras ellos.

Seguía sin poder articular palabra, pero eso no me detuvo. Apuntando a otro reducido grupo de tres de aquellos magos y brujas que impedían el paso hacia los servicios de acceso al Ministerio de Magia, formulé un claro "Flechas de Fuego", hechizo que hizo que mi varita expulsara filamentos ígneos dispuestos a incinerar los ojos de aquellos contrincantes. Sin desviar a Dror, pensé en una Salvaguarda Mágica que me permitió despistarles durante unos segundos y tomar algo de aliento en lo que recuperaba mi voz. Ayudé al proceso con un "Finite Incantatem".

Aquello se ponía cada vez más peligroso y oscuro. Apenas podía distinguir ya qué magos eran Abominaciones y cuáles incursores. Pude ver cómo un grupo de los primeros arrastraba a uno de los segundos que casi habían logrado llegar a los accesos. El campo de batalla cada vez se hacía más grande, y ya comenzaba a abarcar varias calles colindantes.

— ¡Mica cuidado! —No sabía siquiera que me había vuelto la voz a la vez que volvía a ser corpóreo, pero el instinto protector que me había hecho avisar a la bruja de un ataque inminente contra su grupo había actuado por mí—. Cantar de Eleboro —murmuré, protegiendo todos mis sentidos—. ¡Sectumsempra! —El rayo impactó de lleno en una bruja sin voluntad propia que había alzado la varita a apenas cinco pasos de donde me encontraba.

Vi un espacio, una perfecta línea recta vacía de cuerpos erguidos que conducía a las escaleras que bajaban a los baños. Era mi oportunidad para entrar. Apreté los dientes y comencé a correr, atravesando aquel hueco con todos los sentidos pendientes de mi alrededor.

Morphos. —Hechicé una señal de tráfico que se transformó en una víbora venenosa a la que encomendé atacar a todas las Abominaciones cercanas—. ¡Obsistens!

El cerco plateado me cubrió, esquivando tres rayos que se dirigían peligrosamente hacia mí. Sin embargo, aquel movimiento brusco me hizo tambalearme y tropezar con uno de los cuerpos yertos del suelo que hasta el momento había sorteado tan habilidosamente. Avancé a trompicones hasta que caí al suelo, pero no paré mi marcha, gateando y rodando como mi entorpecido aparato locomotor me lo permitía. Ah, claro, y esquivando toda clase de hechizos.

Floreus.

Y bajo aquella lluvia de claveles, margaritas y rosas, llegue al primer escalón.

 

(20/20 hechizos)

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✤ Viajero de la noche ✤

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Hito 1 

Illidian Black Lestrange, Mica Gryffindor, Cillian Ryddleturn

-Haremos un último intento, entonces ¿están listos? - no soltaba la mano de Illidan, como si con ese gesto lo estuviese protegiendo de todo daño posible, pero sabía que solo entorpecería la batalla, así que se esforzó en abrir los dedos y apartarse. -Te quiero - murmuró y se adelantó para encabezar la marcha esta vez. 

-Obsistens -fue su primera invocación, generando aquella capa rosada que la cubriría de cualquier ataque. -Cinaede -aplicó aquel gas venenoso que de inmediato empezó a llenar las vías respiratorias de una de aquellas abominaciones. Tenía la sensación de que eran menos esta vez, pero la confianza había sido mala aliada en ocasiones previas. 

-Arenas del hechicero -el polvillo de huesos se dirigió a otro sujeto que de inmediato quedó cegado. -Conjuntivitis -el rayo surgió de su varita hacia otro de sus atacantes. -Episkey -vio que Cillian había recibido una herida y quiso ayudarlo desde donde estaba -Detritus -agregó, tenía más cerca a Illidan así que lo protegió también. 

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Hito 1 

Illidian Black Lestrange, Mica Gryffindor, Cillian Ryddleturn

Una vez más tendría que verse de frente contra aquellas abominaciones, pero no tenía de otra, era la única forma de seguir avanzando. Apunto con su varita la primera de las abominaciones y soltó - Avis - creando a doce pequeños pájaros a los que ordenó que atacaran a una de las abominaciones picando sus ojos hasta impedir que viera con claridad. Se le estaban agotando las ideas sobre como podía atacarlos, no era lo bastante poderoso como para utilizar hechizos más avanzados así que tenía un repertorio bastante limitado.

- Babosas - murmuró apuntando a otra de las abominaciones, causándole problemas intestinales a la segunda abominación que se acercaba al Ryddleturn - Seccionatus - gritó y de su varita salieron doce medias lunas cortantes que terminaron por herir a un par de abominaciones más. Lo estaba haciendo bien una vez más, pero eso no aseguraba que tuvieran la suerte de entrar al Ministerio - Obliviate - el hechizo salió sin que pensara demasiado, pero aún así logró acertar a una de las abominaciones dejándola sin idea de porque estaba en aquel lugar.

Dio un par de pasos y apuntó a otra abominación - Proyección Mágica - soltó y uno de los últimos autos de la calle golpeó a otras tantas abominaciones - Deprimo - murmuró apuntando al suelo debajo de otra para dejarla atrapada en un agujero que creo a sus pies - Flechas de fuego - murmuró apuntando a una abominación más que se vio ataca por una andanada de flechas de fuego.

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Hito 1 

Illidian Black Lestrange, Mica Gryffindor, Cillian Ryddleturn

Sintió la calidez de su mano,  y escucho aquellas palabras que lo transportaban a otra parte. - Yo también te quiero... - Le regalaría una sonrisa tranquila, y la observaría salir del callejón, varita en mano y ya sin ropa cubriendo su torso, el rubio fue el último en salir.

Cillian y Mica iniciaban el ataque, Illidan los secundaba. Apunto a la primera abominación. - Descendo - Sin media acción proseguía al segundo objetivo. - Desmaius - Seguía dando cortos pasos a la vez que intentaba esquivar cualquier ataque hacia su persona. - Expulso - Diría continuando con la marcha.

Se veían legendarios, atacando ellos tres al grupo, - Tarantallegra - hacia el siguiente objetivo. - Incancerus - Diría ahora, tres cuerdas saldrían disparadas hacia el más cercano.  - Rictusempra - Lanzaba ahora, dejando los ojos en blanco cuando la abominación comenzó a reír como un  desquiciado. - Embrujo Punzante - Terminaría el ataque hacia el último objetivo. 

 

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Hito 1 - Rory Despard, Hessenordwood Crouch
Eitʃ  & Rory Despard

Debieron haber caído en una trampa, ¿un trance? no había otra explicación a lo que sus grandes y azules ojos miraron. Al menos Rory permanecía a su lado, no es del todo un consuelo ahora que se encuentran frente a todas estas Abominaciones que refuerzan de nuevo la entrada del ministerio de magia cómo un muro aparentemente impenetrable, pero era mejor que tener que enfrentarlo sola, porque muy probablemente, aprovechando que están afuera, hubiese botado esta misión sin dar explicaciones.

Furnunculus-, escupe con un gruñido frustrado al verse nuevamente afuera del ministerio con esa barrera impidiendoles el paso, y es que la entrada al departamento de misterios había estado tan cerca. Al menos ver cómo el rayo impacta sobre el rostro de la primera de una de esas Abominaciones y como se llena de forúnculos y ampollas dolorosas que van en aumento, impidiendole visión y movilidad, le ayuda a calmar sus nervios.

En paralelo puede sentir las vibraciones de un rayo proveniente de la varita de Rory con habilidad, lo que impacta y lastima golpea fuertemente a dos de esas cosas consiguiendo quitarlas de su camino, es en ese momento en el que se da cuenta de que aquella barrera de Abominaciones es mucho más espesa de lo estimado. Frunció el ceño tratando de idear un plan que requiera de menos esfuerzo, pero cuando baja la nube de polvo que el último hechizo de Rory deja puede distinguir la melena pelirroja del predicador atravesando el espacio que queda entre ellos y la entrada al ministerio de magia. Tenía que admitirlo, estaba impresionada con esa destreza. 

Así que no perdió más su tiempo, avanzando rápidamente detrás de Despard la bruja mueve su varita pensando un flechas de fuego, disparando así una ráfaga de filamentos en llamas contra el segundo y tercer obstáculo que pretendían atacar apareciendo de la nada desde un costado. Tramposas y desagradables criaturas, porque aunque desconoce la naturaleza de estas cosas, está segura de que no hay forma de que puedan ser buenas. Aun si después de esto Rory quisiera convencerle de lo contrario o apaciguar el desprecio que ya siente por ellas. 

Pensó en un obsistens antes de detenerse un instante para hacer un rápido conteo, el cerco de energía de un color blancuzco que la rodeó la protegió, absorbiendo sin dejar rastro de la cuarta de esas cosas. La entrada no está más lejos, pero parecen haber reservado lo mejor para el final, la barrera protegida con las invocaciones del inquisidor les espera a Rory y a ella del otro lado de este tramo. 

No hay tampoco tanto tiempo para detenerse a buscar a Despard aunque la llamarada violeta que se ve desde el otro lado del camino, a su costado, termina por darle una pista de su paradero. Al rostro serio de ella lo reemplazó una sonrisa coqueta en esa dirección, —Pero que hombre tan inspirador-, pensó con alegría. —Ya veo porque nos gusta tanto-, soltó una risa cómplice antes de zarandear la varita de nuevo sobre su cabeza.

Esta vez había apuntado hacia una pila de escombros que dejó la detonación que Rory había provocado al comienzo. —Morphos - Cangrejo de fuego-, cómo si las llamas del incendio del pelirrojo no fueran suficiente, ella transformó un buen trozo de roca en un cangrejo de fuego con un aro dorado a su alrededor, el cual comenzó animadamente a lanzar desde su trasero llamaradas hacia la quinta Abominaciones luego de que Eitʃ pensara en orbis bestiarum. Posteriormente ordenó también a la bestia que les abriera una brecha hacia la entrada. —Engorgio-, el rayo que impactó sobre su misma invocación aumentó tres veces el tamaño de la criatura dándole así más alcance a sus llamaradas.

De ese modo, y pensando un salvaguarda mágica para esquivar a la sexta de ellas que terminó por traspasarla, yendo de lleno contra las llamaradas de su cangrejo de fuego, la bruja corrió por el campo hasta quedar a la par de su invocación que avanzaba firmemente quemando todo con las llamaradas que salían de su retaguardia, al menos tendrían este lado cubierto por ahora. Con un silbido llamó la atención de Despard e invocó ígnea cuando estaban juntos, para rociar a ambos con una lluvia de polen de lirios de fuego haciéndolos inmune al calor del fuego y llamaradas de la criatura. Luego invitó a Rory a montar al cangrejo, detrás de ella. 

El camino está casi libre desde aquí-, le dice cuando sube primero, aferrándose a los cristales que salen del caparazón. —Pero este chico nos cubrirá las espaldas-, intentó convencerlo. Una potente llama que salió del trasero del animal amortiguaba cualquier protesta del predicador y acababa con la séptima y la octava abominación que cayeron envueltas en llamas. Por delante sólo quedan una par de enemigos, apuntó nuevamente con la varita luego de asegurarse de la posición de Rory.  —Incárcerus-, conjura atando con las tres cuerdas a la novena, que se lanza contra ellos tratando de tirarlos de lomo del cangrejo de fuego. Finalmente, cuando ya están a solo unos cuantos metros lanza con un suspiro un sectumsempra que impacta violentamente contra la última, la decima de las Abominaciones, que los separan de la entrada del ministerio, las heridas sangrantes la habían dejado fuera de combate. El peso del enorme cangrejo de fuego pasándole por encima no pudo haber sido mejor para esa criatura.

Esto estaba casi hecho,

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Hito 1 - Hessenordwood Crouch, Rory Despard

Eitʃ  & Rory Despard

Habían seguido al numeroso grupo hasta el final del pasillo pero de repente en lugar de la entrada al departamento de misterios se vieron en el punto dónde toda esa aventura había comenzado. ¿Qué estaba sucediendo? Rory parpadeó un par de veces, incrédulo y confundido, incapaz de procesar que tras todo el esfuerzo de adentrarse furtivamente en las entrañas de la mágica edificación, no hubiesen conseguido nada.

Era como si todo lo acontecido antes hubiese sido una ilusión. ¿O era eso que en ese momento se encontraban en la ilusión, quizá creado por los redentis  a los que habían enfrentado previamente?

¿Está viendo lo mismo que yo?- susurró a Eitʃ, pero antes de obtener cualquier respuesta de su parte, vio que de un soberbio y ágil movimiento la bruja volvía a alzar su varita, lista para el enfrentamiento. 

Justo en su dirección un par de abominaciones que el inquisidor había colocado para impedir el paso al ministerio se abalanzaron sobre ellos, así que también había llegado su hora de actuar. Avis gritó entonces, impelido por el instinto de supervivencia, y los 12 pájaros invocados a través de la varita se convirtieron en una protección viviente,  para protegerlo del ataque de esa primera abominación.

Esa palabra, la odiaba. Deshumanizaba a  quienes, en algún momento no habían sido más que muggles ansiando magia.

En un rápido vistazo Rory notó que tenían por delante a un sólido contingente de esos seres creados por el inquisidor. La voz de la bruja, detrás de él, le confirmó el total: 20 abominaciones, y descontando a las dos de las que acababan de defenderse, aún significaba 18 más de esos seres horripilantes entre ellos y la entrada del ministerio.

Así fuera una ilusión, Rory no iba quedarse de brazos cruzados a comprobarlo. Los ojos sin vida y el hedor que emanaban todos ellos era insoportable y eso era solo el menor de los problemas. Tenía que concentrarse, recordar que aunque  no lo había querido así, tenía que tomar una actitud ofensiva y deshacerse de todos ellos, para impedir que el inquisidor cumpliera su anhelado deseo de hacerse del poder mágico de la nación.

Lanzó un Confringo, no directamente hacia el segundo de ellos,  pero lo suficientemente cerca como para que la explosión lo dañase, y en la nube de polvo generada pudiese atacarlos más sencillamente. Apoyándose en eso, agudizando el oído que desde pequeño había entrenado para oír balar a las ovejas perdidas, para de esa manera guiarse mejor, avanzó y con un Petrificus totalus fue a parar al pecho de la tercera abominación y luego se deshizo de la cuarta con un embrujo punzante que desubicó al infeliz, al deformar su rostro y dañar su vista para que no pudiese verlo con claridad.

Pero, emergiendo entre los escombros, de repente, otra abominación se lanzó a atacarlo.

Desmaius- murmuró de inmediato, casi que apenas para si mismo, pero eso no mermó el poder de aquel ataque,  y el quinto de aquellos seres, un anciano, cayó indefenso por causa del ataque. Esquivando los cuerpos, con cierta culpa en la que intentaba no pensar, reconoció de repente la identidad de la sexta abominación, un criminal acusado de una docena de asesinatos cruentos en Ripper Street hace varios meses. 

Por primera vez en lo que llevaba de esa batalla, al alzar la varita pensó en un hechizo realmente dañino: El incendio  produjo al instante unas llamas que saltaron de la punta de su varita, envolviendo el cuerpo de casi dos metros del hombre, entre terribles aullidos de dolor.

Ahora aquella materia ardiendo por causa del fuego resultaba una visión peor, así que intentó abrirse paso e ignorar aquel espanto de alaridos y restos inertes sobre el suelo donde se dibujaba un reguero de sangre al paso de ambos. El predicador había tratado todo ese tiempo, de evitar el mayor daño, pues a fin de cuentas, desconocedor de las formas en como todos ellos habían terminado de esa manera ¿Quién era para juzgar? Con excepción del criminal, no podía evitar sentir en su corazón compasión y tristeza del terrible fin al que habían sido destinados. 

Era doloroso, pero aquel muro tan sólido al inicio ya se encontraba seriamente mermado.  Tras unos segundos de evaluación,  y decidiendo que lo mejor era invocar un fuego púrpura, dejó que una séptima y otras incontables abominaciones empezaran a caer en hilera al contacto con aquellas llamas, totalmente inconscientes.

Se detuvo a respirar y observar. Eitʃ, se movía con mucho más soltura y probablemente con menos escrúpulos para deshacerse de esos seres infringiendo el daño que fuera necesario. Rory comprendía que lo que hacía era lo más seguro para ambos, él también debía hacerlo, pero aún así, aun cuando en las miradas vacías, quedaba evidenciado que a todos esos alguna vez humanos, les habían arrancado el alma hace mucho tiempo, el mandato más fuerte de compasión por el prójimo se imponía.

Comenzaba a sentirse agotado, no de cansancio, sino por cómo la estabilidad que había estado intentando conservar empezaba a desmoronarse ¿Por cuánto tiempo más sus principios se pondrían a prueba esa noche? 

-Cyclone Maximus-  invocó entonces, y el hechizo de inmediato levantó una poderosa corriente de aire que avanzó hacia el puñado de abominaciones restantes, consiguiendo alzar a una de ellas, la cual cayó inconsciente a un lado de su camino. Era la octava que caía personalmente por cuenta de su magia.

La dispersión provocada por el ciclón había permitido que la bruja, que había conseguido a través de un morphos crear un cangrejo de fuego, avanzase con más soltura por el espacio. 

La novena abominación, que no debía superar los quince años daba una imagen lastimera, así que el predicador pensó en un conjuntivitis  asegurándose de ese modo de afectar su vista para evitarse un ataque y después,  con unas arenas del hechicero, que debían su nombre a la semejanza con la arena, pero que eran en realidad huesos cristalizados, cegó al décimo de aquellos seres.

¿Cuántas familias, tras ese ataque no descubrirían también, como él había hecho con el asesino, a un hermano perdido hace mucho tiempo con la promesa de un trabajo mejor o una hija perdida tras asistir a una fiesta, entre la montaña de cuerpos de las abominaciones del inquisidor?

Gracias a la protección de los polen de lirios de fuego, se preservaba a salvo de las llamas que el cangrejo había estado lanzado. El pelirrojo trepó en el cangrejo de fuego y desde allí observó a su alrededor.  Había sido una lucha cruenta y los cuerpos a su alrededor así lo delataban. Su acompañante estaba exultante,  mientras que él todo lo que esperaba era que hubiesen hecho lo suficiente para finalmente ver caer ese muro y adentrarse en el ministerio. 

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