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Castillo de la Familia Burke (MM B: 116229)


Illidan Burke
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De momento se sintió un tanto abombado, inmerso en sus pensamientos, era un tanto complicado para el prestar atención al entorno, fue la llegada de Cubias lo que lo trajo a la realidad. ¿Cuánto tiempo llevaba allí de pie?. Le sonrió y de algún modo, teniéndolos allí a todos, se sintió un tanto más tranquilo. Se sentía respaldado, como si estuviera listo para ir a la guerra, confiando. Aunque no era una batalla lo que libraría aquel día, sino todo lo contrario. 

- Ebrio bueno para nada... No llegarás a la fiesta si te pones a beber ahora... - Soltaría mirando al ministro, para buscar su reflejo una vez más, asegurándose de estar en óptimas condiciones. Las palabras tanto de Mael como de Ludwig lo tranquilizaron de algún modo. Lud se iba más por el lado de las bromas, sabía lo que intentaba hacer él medí mago. Illidan suspiro y llevo la mirada hacia Mael. Este le hacía entrega de un regalo, un espejo al parecer. Escucho la explicación tranquila mientras intentaba mirar lo que el espejo le mostraba, de momento no veía nada, ignoraba donde se encontraba el hermano de aquel artefacto. Aun así había escuchado hablar de ellos. - Gracias, es bueno saber que cuento contigo... - Diría, para luego guardar el mismo en uno de los cajones de la cómoda. 

Fue allí cuando pude contemplar su teléfono móvil. Un pequeño símbolo le mostraba una llamada no respondida, y otro junto a este un mensaje de voz. Reviso de inmediato y pudo ver un mensaje de Mica, llevo el aparato a su oído para ser el único en escuchar las palabras y sintió que el suelo desaparecía bajo sus pies, al escuchar aquella dulce voz.  - Voy al baño y bajamos... - Diría más que nada mirando a Lud, el cual parecía llevar prisa, Illidan ahora más tranquilo, sabía que tenía razón, de seguro los invitados iban llegando y él no estaba abajo para recibirlos.

"Hola amor... Ya estoy listo, estamos por bajar, de segura andas tan nerviosa como yo...La próxima vez que nos contemplemos, Daremos paso a ser una familia, y eso me llena de felicidad... Te amo mucho, nos vemos en un rato..." Apago sus palabras dándole a enviar, aquella respuesta de voz, destinado a su prometida. Salió del baño y se encaminó a la puerta. - Dice Mica que dejo abanos en el cajón si alguno quiere... - Expresaría señalando la pequeña mesita. - Bueno.... al infinito y más allá... - Soltaría para abandonar el cuarto.  

Encabezo la marcha cruzando el corredor, descendieron por las escaleras, y se pudo ver a sí mismo, con total elegancia llegando a la sala, seguido de aquellos, los más apuestos y poderosos hombres del mundo mágico, cada uno con algo particular en su mirar, de seguro las mujeres se estremecían, al ver al ministro Italiano, o al licántropo. Todos llevando sus miradas a los recién llegados, que cruzaban la sala para llegar al jardín. Illidan asentía con la cabeza, cada vez que veía a algún invitado, intento no detenerse. Para llegar a toda prisa al jardín. 

Mushu se encontraba sirviendo copas, las sillas comenzaban a llenarse, el altar, allí vacía, esperaba a que Illidan lo ocupara, con quien los casaría, que era Ludwig en aquella ocasión, Thanatos como padrino los acompañaría. - Ahí tienes Alcohol... - Le diría a Cubias señalando al pequeño elfo. - Aún faltaban algunas personas por llegar, de todos modos el joven se acercó a altar y se mantuvo de pie a metros del mismo. Aun tenían algo de tiempo. - ¿Tienes que preparar algo? - Le pregunto a Ludwig, no sabía si este contaba con alguna biblia, o si necesitaba hacer alguna especie de ritual, desconocía todo lo que a bodas se tratase. 

 

@ Thanatos L. Lestrange  @ Ludwig Malfoy Haughton  @ Lord Cubias  @ Mael Blackfyre  @ Mica Gryffindor

 

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Notó que Cillian se quedaba algo desconcertado, tal vez pedir de la nada por Mael era algo extraño pero necesario. Negó con la cabeza -Mejor quédate, yo me encargo- prefería que el Haughton no se alejase, por si faltaba algo más allí. Conjuró su leona plateada para enviarla en busca del patriarca Gryffindor, la misma lo conduciría hasta allí para poder hablarle antes de la ceremonia.

Sonrió ante los halagos de Ada, no estaba acostumbrada a ser el centro de atención. Fue entonces cuando sacó aquel cofre y mostró su contenido. La delicada tiara la dejó boquiabierta, el gesto de prestársela para la boda era realmente muy generoso por parte de la Ministra Francesa. Se quedó unos instantes mirando la tiara, embobada. Estaba algo sorprendida de que cada accesorio sumado por las presentes cuadrara perfectamente con su atuendo, como si existiese acuerdo previo.

-Gracias Ada, es perfecta, la cuidaré mucho- respondió emocionada y vio a la muchacha marcharse para regresar con el resto de los invitados de la fiesta.

Fue entonces cuando, junto con su elfo, llegó Adrian a la habitación. Lo contempló mientras éste parecía buscar las palabras adecuadas. Parecía querer huir del lugar, o evaluar si podía quedarse, no lo sabía bien. Notó que la mirada del joven iba hacia el vestido y entonces su expresión cambió, como si de pronto tuviese mucho más ánimo. Se unió a él en aquel abrazo, estaba feliz de verlo allí. Su amistad con él venía de muchos años atrás, era de ese tipo de amigos que no ves cada día, pero el vínculo se mantiene intacto a pesar de ello.

 -No interrumpes nada, tienes un lugar aquí si lo deseas. Me da mucho gusto verte- respondió, secando con las yemas de los dedos las lágrimas que empezaban a formarse en sus verdes ojos, intentando mantenerse entera.

Aceptó la copa que sirvió para ella y ayudó a repartir entre los demás, brindaría con el resto y correría a vestirse, pues la luz del sol empezaba a bajar poco a poco en el exterior, indicando que la hora llegaba. Sin embargo, las ideas de Adri iban por otro camino, proponiendo que cada uno de los presentes dijese unas palabras hacia ella. No sabía si estaba lista para escuchar demasiado, al borde de las lágrimas y con una ansiedad creciente gestándose en su interior.

Escuchó las palabras del recién llegado y tomó su mano con dulzura y besó su mejilla.

-Gracias, es muy importante para mí que estés aquí hoy -su voz se empezaba a quebrar, el cristal de su copa hizo un sonido débil al chocar con la de él.

La siguiente en hablar fue Sophie. Sabía que a su prima le costaba mucho mostrarse sentimental, así que sus palabras fueron más que valiosas. Sabía que ella estaba allí y que podría confiarle la vida si era preciso, nunca la defraudaría; del mismo modo, la Gryffindor daría todo por ella.

-Te quiero, sabes que es mutuo – abrazó fugazmente a su prima y golpeó con mucha suavidad su copa con la de ella.

Su móvil vibró y lo tomó sutilmente, viendo que había un mensaje recién recibido. Sintió que su corazón se aceleraba al ver que era de su futuro esposo y la curiosidad se hizo imposible de postergar.

-Debo ir a vestirme cuanto antes, o todos creerán que he huido- bromeó y chocó su copa con los demás antes de beber el contenido y dirigirse hacia el vestidor, cerrando ambas puertas para buscar privacidad.

Una vez allí, acercó el móvil a su oreja para escuchar las palabras del Black Lestrange. Una gran sonrisa se instaló en su rostro al escucharlo, y la ansiedad por terminar pronto de prepararse y salir se apoderó por completo de ella. Debió respirar profundamente un par de veces tras dejar el aparato, para lograr controlar sus temblorosas manos y disponerse, por fin, a terminar de prepararse.

Salió del vestidor ya lista, con el bellísimo collar que le llevó Luna, la tiara prestada por Ada y el anillo obsequiado por Ashley. Algo viejo y azul, algo prestado, algo nuevo… tenía todo lo que necesitaba. Sobre la cama estaba el ramo que llevaría en sus manos hacia el altar, el mismo combinaba hermosos girasoles con pequeñas flores blancas con aroma muy dulce. También había ramos un poco más pequeños para cada una de las damas.

La Gryffindor tomó de su propio ramo tres girasoles, separándolos y acercándose en primer lugar a Cillian y luego a Adrian, colocando en el ojal de cada uno una de las bonitas flores. La restante aguardaría a Mael, esperando que no tardara demasiado. 

Al otro lado de la puerta, escuchó el movimiento de su pareja y sus amigos bajando, se acercaba el momento de que todo iniciara. 

@ Adrian Wild  @ Cillian Haughton  @ Mael Blackfyre  @ Ashley Emily Black Lestrange M.  @ Sophie Elizabeth Granger  @ Luna Gryffindor Delacour  @ Ada Camille Dumbledore  

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Pese al tiempo transcurrido parecía que finalmente el novio había terminado de cavilar y de reflexionar por lo que estaba aconteciendo en aquel momento, Ludwig no podía culparlo y en cambio agradecía que por primera vez en su vida había mostrado un poco de seriedad por asuntos importantes, sabía que aquel estado de miedo y nerviosísimo no duraría para toda la vida y por lo que quería aprovechar cada uno de los segundos que su amigo se encontraba en aquella situación. De la misma manera agradeció la intervención de Mael para darle la razón y también tratar de animarlo, si bien no habían interactuando en el pasado había algo en aquella persona que le recordaba como si ya se conocieran.

-Un gusto, Ludwig Malfoy - comentó extendiendo la mano y esperando a que la estrechara también, deseaba saber de donde lo conocía y sin embargo la gente comenzaba a desesperarse abajo en el jardín y temía que pronto se retirarían del lugar por lo que sus pensamientos se concentraron en el tema principal: la boda.

-Tranquilo amigo, tengo todo cubierto - dijo el rubio ante la pregunta del novio - creo que tu eres el que debe preocuparse por arreglarse la corbata, por ahora me retiro al jardín para apaciguar a los invitados, no demoren que si no llegan seré yo el que robe la atención para casarme con Cillian aprovechando los banquetes - acto seguido se retiro de la habitación pasando muy cerca de la de Mica en la que únicamente decidió tocar con fuerza para darle la señal de que también se apresurará, bajo las escaleras con rapidez y se fue al jardín.

Una vez ahí pudo observar que ya había muchos más invitados de lo previsto, todos los lugares estaban llenos e incluso había gente que estaba parada, todos tenían la misma cara de preocupación mezclada con fastidio por la tardanza inexplicada de los novios y el rubio no pudo hacer más que sacar adelante su siempre manera de tranquilizar a la gente - damas y caballeros lamentamos la tardanza pero ya pueden pasar a ocupar sus lugares, si es que todavía encuentran alguno disponible, en unos momentos Mica Gryffindor e Illidan Black Lestrange harán acto de presencia para formalizar la unión en matrimonio.

Se colocó entonces en al fondo en el centro del lugar donde se hallaba la mesa donde ambos magos firmarían su acta de matrimonio,  sacó un libro y una carpeta en la que habían documentos a firmar y colocó con cuidado un tintero lleno así como una pluma que sería utilizada por los novios, ahora solo quedaba esperar a que aparecieran para continuar con la festividad.

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Los jardines de Ottery solían estar muy bien cuidados, pero la decoración para la boda le hacía lucir especial, la bruja se había perdido buscando en los arreglos florales algunos detalles de luz o —para que negarlo—, algún ingrediente extraño que pudiera servirle para alguna poción. No podía evitarlo, si tenía demasiada flora cerca, se iba a poner a investigar para que podía o no usarlas, un pequeño vicio que no estaba dispuesta a dejar. De hecho ya había tomado uno de los girasoles más pequeños, no iba a arrancarlo, pero quería exactamente saber qué parte de su adn hacía que el tallo buscara la luz, porque eso era lo que los botánicos clamaban la planta podía hacer. Curioso, muy curioso. Fue ese nivel de concentración lo que hizo que se sobresaltara cuando la voz de un hombre se escuchó en todo el espacio. Sacudió la melena mientras notaba que ya no estaba tan sola, muchos invitados ya habían llegado, de hecho, algunos ya se encontraban sentados en espera de la ceremonia y ahí estaba ella, sosteniendo el tallo de un girasol.

Y ahora, ¿dónde me siento? —se preguntó a sí misma haciendo un mohín gracioso con los labios y mirando las sillas ordenadas.

Presionó los dedos sobre su pequeño bolso y chasqueó la lengua un rato. Estaba, ¿nerviosa? No, eso no podía ser...¿o si? En fin, sacudió la falda del vestido y continuó el sendero de la decoración unos minutos más mientras deliberada exactamente dónde sentarse. De un momento a otro, el agradecimiento que sentía por haber sido invitada se estaba convirtiendo en ansiedad. Que distinta se sentía ella cuando no tenía la vuelapluma rasgando los pergaminos, cuando eso sucedía era otra Maida, una que se atrevía a juzgar, a incluso soñarse protagonista de los escándalos que sucedían en Ottery, pero todo se disolvía de un momento a otro. 

— Bueno, si no te calmas en quince minutos, hasta aquí llegó la aventura eh —volvió a susurrar. 

Había tomado días atrás la decisión de darle un vuelco de ciento ochenta a algunas de sus actitudes, pero claro, era más fácil pensarlo que hacerlo. 

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La claridad con la que mis recuerdos ocuparon mi mente me permitió reconocer a la muchacha de cabellos rubios que siguió con mi propuesta, tomando la palabra. La había conocido en la Orden, hacía ya unos cuantos años, y si mal no recordaba, había pertenecido (o pertenecía todavía) al clan de los Oscuros. No recordé si nombre, pero con frecuencia me era difícil olvidar los rostros.

Sonreí, contento por haber iniciado aquel momento para que todas pudiéramos compartir nuestro afecto con Mica, pero pronto el momento se vio quebrado por una vibración y por la urgencia de la novia. Había sido un idi***. ¡Claro! No podíamos entretenernos en chácharas, ¡aquella mujer estaba a punto de casarse y todavía no estaba arreglada! Aproveché el rato que estuvo dentro del vestidor para acercarme a Cillian. De alguna manera sentía que debía agradecerle que, sobre todo su chico, hubiera cuidado de mí durante mi locura en la batalla contra la Inquisidora.

— Cillian, ¿verdad? —dije, tratando de confirmar su nombre—. Me alegro verte. Verás... —Desvié un poco la mirada a mi copa, semi-llena de aquel espumoso líquido. Debía ir al grano si no quería empezar a dar vueltas absurdas y llenarlas de palabras aún más absurdas—. Gracias. A ti y sobre todo a Ludwig, por ocuparos de mí aquel día. Yo... Bueno, todavía sigo sin saber exactamente qué pasó. He estado investigando, pero... —Ahí comenzaba con las vueltas absurdas. Cambié la expresión y concluí alzando un poco la copa hacia la suya—. Nada, que gracias.

Me terminé el champagne y dejé la copa sobre la mesita donde las había hecho aparecer previamente el elfo. Me coloqué la americana bermellón que todavía reposaba sobre mi brazo y enseguida Mica salió de nuevo a la habitación, lista para su gran día. La contemplé maravillado. Estaba tan sumamente preciosa con aquel vestido. Y el peinado. Y ese collar. Y esa... Tiara que Ada me había ganado en una subasta. La tiara de Sissi. La reconocí al instante. ¡Cómo no iba a hacerlo! Qué rabia me dio aquella puja. Inconscientemente, mi dedo índice se alzó en un impulso y tuve que morderme la lengua y contenerme. No, no podía dejarme llevar de aquella manera. No allí. No en aquel momento. Pero... ¡Ada le había regalado la maldita tiara de Sissi! Bueno, no sabía si se la había regalado o prestado, pero igualmente... «Basta, Adrian», me dije. No bastaba, pero debía mantener mis impulsos a raya.

El gesto que tuvo Mica a continuación ayudó a contenerme. Me emocionó ver cómo tomaba tres girasoles del ramo y nos colocaba a Cillian y a mi uno a cada uno en los ojales de nuestras americanas. Y también estuve a punto de dar un zarpazo cuando se acercó a mí y arrancarle la tiara del pelo. Pero me contuve, vaya si me contuve. Compungí el gesto, en una mezcla de emoción e irritación, y busqué la forma de salir de allí antes de que la irracionalidad se apoderase de mí.

— Dejo que termines y bajes con tus damas de honor, como es debido. Nos vemos abajo. Estás... —le eché un último vistazo a la tiara antes de volver a encontrarme con sus ojos— preciosa.

Y salí de allí escopetado, rumbo al jardín trasero, donde el elfo me había indicado inicialmente que se celebraría la ceremonia. Llegué apurado, soltando toda aquella contención absurda que el simple vistazo de aquel preciado objeto me había causado. Comencé a recorrer el pasillo central que dejaba varias filas de sillas a ambos lados todavía con la mirada perdida en el suelo y mis pasos, tratando de zafarme de pensamiento tan ridículamente celoso como el que me llenaba en aquellos momentos y, como no podía ser menos, tropecé.

Y vaya con quién tropecé.

— Oh, vaya. ¡Señorita Maida Yaxley! Siempre en mi camino.

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✤ Viajero de la noche ✤

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Illidan se había decidido por marcharse al punto donde los recién llegados se estaban juntando para celebrar su ceremonia. Le habían comentado que debería darles la bienvenida y eso iba a hacer. El resto parecía que iban a acompañarlo y en mi cabeza surgió un ¿Por qué no? Siendo que seguramente había pocos conocidos. Pero me alcanzó para salir de aquella habitación, cruzar el rellano y empezar a bajar, cuando un destello plateado explotó justo frente a mí.

Demonios… —susurré para mí, apoyando una mano en la pared para no caer al piso. El resto parecía que no se habían percatado de aquel detalle. Detalle que tenía que admitir que me tomó por sorpresa tanto por su repentina aparición como también que se trataba de una magia peculiar. Su voz resonó hacia mí: “Ven” ¿De quién era ésa voz, de Mica? Miré extrañado a aquel animal y en cuánto puse un paso al costado, se volvió a colocar enfrente. Si iba para atrás, ella avanzaba. En cambio si iba para adelante, me imitaba y también iba para adelante. Era una señal de que debía seguirla.

El bullicio se empezaba a escuchar más en cuanto me acercaba, pero el patronus se desvió un par de metros para doblar y dirigirse directamente contra aquella puerta. Seguí a la leona porque así me lo había pedido aquella voz, que ya sabía de quién se trataba. Y tomé la manija y la accioné escuchando otro grupo de voces que parecía estar pasándola mejor que afuera. Pude ver a tres bien conocidas, Ada, Sophie y Luna. También estaba el chico que se había ido de la habitación de Illidan, luego de literalmente tocarle las bolas, Cillian. Y había una muchacha y un mago que eran totalmente desconocidos.

Así sin decirles nada, caminé tras aquella figura plateada que avanzaba sin dudarlo y llegar hasta otra puerta dentro de la habitación. Esquivé a una de las presentes y abrí lo que parecía ser el vestidor y me encontré con la figura de Mica Gryffindor, con aquel vestido hermoso, las flores, todo.

Te ves hermosa, Mica —tenía que admitir que mi corazón palpitó un poco de más. Tal vez un mordisco de envidia al saber que la muchacha había conseguido quizás una familia mejor, donde encajar. Por un leve instante, un diminuto rastro en mi pecho, me dio culpa por lo que había hecho contra Illidan—. Antes que nada, te traje algo… —rebusqué dentro de mi bolsillo, dándome cuenta que hasta el momento no había corroborado que siguiera así. Envolví con mis dedos aquel objeto y cuando me aferré a él, tendí mi mano hacia la suya, a pesar de que tuviera ya el ramo de flores: — Creo que no hay mejor persona para llevarlo de ahora en adelante. Creo que te pertenece, supe que era algo familiar.

Le tendí el anillo que había pertenecido a Elvis Gryffindor. Mica no tenía porqué saber que se lo había sacado a Annick. La pelirroja lo había tomado el día del funeral del Auror y lo había resguardado. Pero Elros ni sabía qué era, Annick no se animaba a ponérselo y para mi no significaba mucho, sino más para Mica. La incité a que lo tomara, era suyo ahora. Tenía entendido que ella tenía uno similar y algunos Gryffindor más también.

@ Mica Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Eran pocas las ocasiones que convencían a la pelinegra de volver al pueblo mágico, no había absolutamente nada ahí que pudiera anclarla nuevamente, pero Asturión y Cloxxx no dejaban de intentarlo cada tanto. Hacía unos meses había recibido la noticia del regreso de su hija Ashley, junto con la notificación de que su hermano mayor también lo había hecho. No tenían comunicación alguna hace años y decir que la relación entre ellos era distante, podía resultar cuánto menos, una mentira blanca. 

Había llegado una noche antes, pero como siempre, la bruja de los tacones se había distraído en la taberna del pueblo, ¿Cuándo se había detenido frente a un vaso de vodka? Bien sabía ella que ahora Illidan moraba en la mansión Black Lestrange, pero ella tampoco quiso pernoctar ahí, el Darl Palace había sido mucho más apropiado. Enterándose de la boda de su hermano, no pudo resistirse a una travesura más en la vida. Además era un paso importante en la vida del mago, alguien de su familia debía acompañarle, no solo Ashley. 

- Ve y avísale a mi hija que volví y que voy a la boda de su padre -ordenó a Asturión antes de desaparecer frente a su reflejo y aparecer cerca a los jardines del castillo Burke.

Para algunas podía resultar algo incómodo posar los zapatos en el césped, eso no sucedía con ella, incluso con los tacones aguja que había escogido para la ocasión. De cuero tratado en tonos verdes y negros, alzaban el cuerpo de la mujer en al menos doce centímetros, formando un diseño exclusivo de dos serpientes engarzadas al talón. 

El vestido sin embargo era sencillo, para ella. Negro, en strapless cubriendo su silueta solo en las partes dónde su larga cabellera rizada no alcanzaba. Miró con una sonrisa la opulencia mostrada por Illidan al tener tantos sirvientes para la ocasión, definitivamente lo presumido no les iba a ir nunca, el orgullo Black Lestrange siempre sabía cómo relucir al sol. Caminó entre los invitados intentando no fijarse demasiado porque podía reconocer en algún invitado alguna noche que no valía la pena recordar y bueno, solo pasaba a dejar sus respetos.

Le tomó a la bruja al menos unos diez minutos llegar al lugar de la ceremonia y unos tres más, colocarse justo detrás de la figura del novio.

- Mira quién ha decidido dejar la soltería -murmuró a su espalda antes de colocarse frente a él y mostrarle la mejor de sus sonrisas-, casarte y no invitar a la mejor de tus hermanas, debería estar ofendida.

 Alzó sus manos a la altura del nudo de la corbata y fingió arreglarla un poco, debía dejarle asimilar la sorpresa, esperaba que agradable.

@ Illidan Black Lestrange  @ Ashley Emily Black Lestrange M.

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Mi inicio en la Academia http://i.imgur.com/TN5YrKe.gif

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Adrián se despidió y se dirigió a donde el resto de los invitados aguardaba. Había notado algo en su expresión que no cuadraba del todo con el momento ni con sus palabras, pero no lo cuestionó. Sabía que las celebraciones como aquella, con tanto movimiento de gente, solían despertar diferentes sentimientos a cada quien. Supuso que tal vez algo lo incomodaba, ya se daría tiempo de conversar con él al respecto… pero no hasta después de la ceremonia.

Regresó al probador un instante, dejando su ramo sobre la cama deshecha, así como el girasol que había reservado aparte. Se dispuso a acomodar un poco su cabello y retocar el maquillaje, asegurándose que no estuviese corrido.

Alguien abrió la puerta de donde se encontraba y volteó a ver de quién se trataba. Fue grata la sorpresa al notar a Mael al otro lado del probador. Le sonrió y se acercó para saludarlo, conteniéndose de abrazarlo en forma impulsiva, como habría hecho con el resto. Se alegraba mucho de que estuviese allí.

-Gracias- susurró ante aquel alago y observó al muchacho mientras buscaba el regalo que había llevado para ella.

Se quedó boquiabierta al ver que sacaba de su bolsillo aquel anillo. Una ola inmensa de emociones desbordó en ese instante, liberando las lágrimas que llevaba horas conteniendo. Reconoció enseguida el objeto, lo tomó con mucho cuidado y lo contempló conmovida.

-Elvis…- susurró y volvió la mirada a Mael -Gracias, significa demasiado para mí- el diámetro del anillo era mayor que el que requerían sus dedos, así que lo colocó en su pulgar izquierdo. -Necesito pedirte un favor- admitió -Quiero que me lleves hasta el altar, que seas tu quien me acompañe. No preguntes los motivos, no los tengo, solo siento que eres quien debe caminar a mi lado y entregarme -soltó, sintiéndose algo tonta. Lo cierto era que si la rechazaba estaba en todo su derecho, no había un vínculo que explicase su elección.

@ Mael Blackfyre

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— Lo… Lo siento —por un momento había desaparecido de aquel lugar así que en aquel momento parecía que simplemente no había querido cumplir con la petición de la novia—. No ha sido mi intención desconectarme tan de repente, no sé qué ha ocurrido. Saldré a buscarlo…

No fue necesario que terminara con la oración, la propia Mica se encargó de llamar a Mael hacia su habitación con ayuda de su Patronus al tiempo que se encargaba de un par de cosas más. Por un momento, el rubio se sintió un poco est****o ya que se suponía estaba ahí para ayudar y de momento no solo había hecho todo lo contrario. Se separó por un momento del grupo hasta que la propia Mica se acercó de nuevo a él para colocar uno de los girasoles de su ramo en el ojal de su traje, lo cual hizo también con Adrián un momento después.

— Y quién sabe lo que realmente paso ese día, ¿eh? —no entendía del todo porque aquel chico le agradecía algo que el ni siquiera podía recordar. Ese día se había bloqueado por completo, dejando en manos de su prometido la situación y seguridad de los suyos—. No tienes nada que agradecerme, en realidad… Cómo dices, Ludwig fue quien se encargo de todo ese día así que deberías dirigirte directamente a él.

No decía aquello con mala intención ni nada por el estilo, simplemente sentía que Adrián no se estaba dirigiendo a la persona indicada. Después de esa breve conversación, se mantuvo en silencio observando lo que sucedía a su alrededor hasta la llegada de Mael. La hora estaba casi por llegar y seguro que fuera necesitaban más de él que en aquella habitación, para cuando él decidió retirarse, Adrián debía llevarle ya un par de segundos de ventaja.

— Voy a asegurarme de que los chicos no estén destruyendo algo —comentó durante un momento de silencio—. Si necesitas de mi ayuda para algo en particular solo llámame, Mica. Estaré al pendiente.

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Abrí los ojos un poco de más. No me esperaba bajo ninguna circunstancia lo que estaba escuchando de parte de Mica. En ése momento, entendía por qué me había mandado a llamar por un patronus. Y lo que más me afectaba, era darme cuenta de que Mica también estaba sola, como yo. Éramos personas que habíamos tenido una familia detrás y que ahora estábamos solos. ¿Había sido casualidad la idea de conocernos? Tal vez no habíamos empezado de una buena manera y había un terreno turbulento entre nosotros, pero ahora estábamos allí, dentro de su cambiador.

Ehm… uh —sentía un gran peso de responsabilidad. Pero por alguna extraña razón, sentía que le hubiera pedido a ella algo similar. ¿Si no quién más? El peso de la culpa con respecto a su futuro marido se hacía un poco más presente. Había sido simplemente por envidia, ni siquiera era algo personal contra el rubio. En ése momento me di cuenta de ello. Me ruboricé un poco cuando me preguntó aquello, pero sentía que no podía fallarle a Mica—. Claro, sí. Si es lo que quieres y necesitas, lo haré.

Me costó un montón no hacer comentarios de más ni chistes de mal gusto. Entendía que no podía ser fácil ser parte de una ceremonia así y que no estuvieran las personas que uno necesitaba. De alguna manera estaba destinado a relacionarme con aquella muchacha. Emití una leve sonrisa y le pregunté cómo seguía aquello. ¿La esperaba en la habitación o fuera de la habitación o abajo en la base de la escalera? Se lo pregunté.

@ Mica Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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