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Nuevo Gabinete


Nate Weasley
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París, Francia

Nathan mantuvo su rostro inexpresivo mientras contemplaba al hombre que tenía por delante. Regordete y petacón, de no más de 40 años, Gérard Viguese era un hombre en extremo irritante, y sin embargo hacía las veces de Secretario Financiero para el Tesoro Francés, por lo que mantener buenas relaciones con él era una tarea de extremada importancia. Días atrás, y acompañado de Kenzo, su guardaespaldas, había comenzado una breve gira por algunos países de Europa en busca de reestablecer la mayor cantidad de relaciones comerciales posibles. Naturalmente, muchas de ellas se habían roto o deteriorado durante la gestión de la ex-ministra Potter Blue, cuyas medidas económicas y de relaciones internacionales iban abiertamente en contra de los principios de no sólo la Confederación Internacional de Magos, sino también de la Unión Europea Mágica.

– Monsieur Viguese, je croix que nous pouvons finir notre rendez-vous ici et reprender à demain, d'accord? – dijo, en el mejor acento francés que pudo escarbar. El Weasley sabía, por amplia experiencia propia previa trabajando con el equivalente de Gringotts francés durante su tiempo como empleado de Gringotts, que los franceses eran notoriamente exquisitos con que los extranjeros hablasen no sólo su idioma, sino además en un acento convincente e inteligible.

El hombre permaneció en silencio por unos segundos. 

Très bien, à demain, monsieur Weasley. – respondió, y le extendió su regordeta mano para estrecharla.

Nathan esbozó una escueta sonrisa y le correspondió el gesto. Apenas se dio vuelta, y fuera de la vista del Secretario Francés, su semblante se curvó en una mueca de frustración. La reunión, que había durado poco menos de tres horas, había sido completamente infructífera: por alguna razón – aunque él entendía perfectamente por qué – el Francés estaba bajo la impresión de que, producto de los sucesos ocurridos en la gestión previa, el gobierno francés tenía, por ponerlo de alguna manera, las de ganar en aquella reinstituida relación comercial. Producto de aquello, el secretario le había propuesto tratados de comercio y pactos que no beneficiaban a Gran Bretaña en lo absoluto y que, por el contrario, parecían estar exclusivamente centrados en beneficiar a Francia.

No fue hasta que estuvo fuera de la sala de reuniones que Nathan notó lo hambriento que estaba. Ciertamente, hacía desde el mediodía que no comía, y hacía ya tiempo que el sol se había puesto en aquel cielo parisiano. Apenas salieron del Ministerio de Magia francés, el abrumador ruido del tumulto turístico propio de París los recibió. Bares y restaurantes de todos los gustos, colores y categorías se abrían frente a sus ojos. 

– Kenzo, ¿qué tienes ganas de cenar? – le preguntó a su guardaespaldas. El muchacho no parecía ser de muchas palabras, y sin embargo el Weasley tenía la esperanza de que aquello cambiase: viajar en aquel tipo de giras podía ser abrumador, estresante y solitario, por lo que esperaba encontrar en Kenzo un amigo, además de un guardaespaldas y compañero de la Orden del Fénix. – ¿Qué tal te suenan unos tragos y unas hamburguesas? Yo invito. 

Ninguno de los dos tenía forma de saberlo, pero a varias cuadras al norte, un par de magos se alistaban para seguir todos y cada uno de sus movimientos.

@ Marcellus Allan

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  • 2 semanas más tarde...

Aunque había delegado en Kimberly el tratar con el egipcio no había podido evitar intervenir para intentar nivelar las cosas en un orden lógico, claro que no había podido hacer mucho más cuando la mano del Linmer la había arrastrado tras él a la red flu. Hubiera querido protestar pero ya era inútil.

—¿Vas a tirar todo eso? —dijo sorprendida sin atinar a reclamarle que la hubiera sacado del Ministerio tan a los tirones, pero en el fondo se lo tenía que agradecer y no quería dar el brazo a torcer por ello.

Lo siguió con un suspiro desapareciendo su varita entre sus ropas luego de desilusionar la caja del cesto, no era aconsejable que algún muggle indigente encontrara algún objeto mágico del mago en el lugar. La caja había quedado a buen recaudo en House of Books, aunque estaba segura que sus elfos no iban a saber qué hacer con eso, luego les explicaría.

—Gracias —dijo algo sorprendida del amable gesto del Linmer al cederle el asiento. Al verlo frente a ella casi sintió un ardor en las mejillas, pero supuso era por el enfrentamiento o más bien su fría y cruel decisión de dejar por un tiempo sin magia a los egipcios. Pero hizo su mejor esfuerzo para corresponder a la sonrisa de Sean.

—Gracias supongo —susurró luego de escuchar el tema referente a la seguridad en el Ministerio —lo sé, odio eso, despedí a varios miembros del cuartel que no supieron mantener sus guardias seguras… que manía tienes con los brindis —murmuró la pelirroja mientras él ya se encargaba de llamar al mozo y pedirle un café bien cargado.

—Creo que si tiene un té de jazmín aromatizado con vainilla estará bien para mí —gracioso habían hablado de cafés antes de salir del atrio y elegía un té al estar en un bar.

Sean hablaba con Horace sobre sus planes y una mención que, de tener ya la taza de té en la mano la hubiera hecho ahogar… el Wizengamot, recordó su decisión y petición a Sagitas de que le devolviera su puesto en el juzgado mágico. Tosió un poco nerviosa y miró hacia Horace para ver qué respondía.

@ Sean -Ojo Loco- Linmer  @ Rory Despard

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Para mi el asunto era serio. Normalmente y lo sabia por experiencia los gobiernos solo atinaban a manejar una politica de gobierno que los identificara...asi lanzaran todo abajo de su predecesor. y yo lo consideraba un error. Por eso en su momento habia intentado dialogar con @ Nate Weasley  y @ Aaron Black Yaxley  en los inicios del gobierno de Sagitas para trazar lineas comunes y trabajar juntos sobre lo que ya se habia legislado anteriormente. Por desgracia nunca se pusieron de acuerdo...o en todo caso ni me tomaron en serio.

Pero regresando al asunto que comenzaba la conversacion con Horace @ Rory Despard , el tema del Wizengamont...pues a saber que efectos tendria seguir demorando tener funcional un sistema judicial competente. De hecho el demorarnos mucho hizo que quedara sin efecto una acusacion decente y dejaramos ir el el ultimo dia de mandato de @ Sagitas Ericen Potter Blue  a su predecesor ministerial.

Por un momento mire a @ Darla Potter Black  y un leve rubor cubrio mis mejillas...supongo que no podia evitar el sentir lo que sentia con ella cerca. y mas cuando segundos antes...cuando le cedi el asiento...pues creia haber visto algo...en sus facciones....Ademas no me paso desapercibido su comentario, en algo en lo que habiamos trabajado bien...segun mi punto de vista...la seguridad. Lamentaba las decisiones que la pelirroja tenia que tomar...como despedir a los incompetentes...pero la seguridad no era un juego....esa algo importante que no admitia mediocridades. Y en eso la bella vampira...era muy exigente.

-Bien...Horace..dime....-y justo..porque ya  comenzaba a traer el cafe.- o los ratones te comieron la legua.

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Tenía que admitir que hacía algunas horas que había llevado en la boca del estómago un gran nudo. Especialmente por todo lo que me había costado conseguir aquel puesto como director de educación mágica. Gracias a la ex ministra Sagitas, había encontrado un hueco y lo había sabido rellenar. Pero ahora todo dependía de un hilo, porque si el nuevo Ministro decidía quitar aquellos estatutos que hablaban especialmente sobre las instituciones, entonces podría perder el puesto. Aún asi, siempre había alguna manera y debía averiguarlo.

Aparecí desde una de las chimeneas que te expulsaban directamente hacia el Atrio del Ministerio. Desde que había puesto un pie en la red flú, pude darme cuenta de que había algo que había cambiado. Tuve que aferrar ambos pies al suelo para no caerme. Me puse derecho, sacudí mi túnica negra, con aquel broche de oro con forma de cabeza de león, legado de la familia a la que pertenecía. Lo había encontrado entre las pertenencias de aquel viejo Auror.

Miré por encima de todo. Algunas personas iban y venían en el Atrio. Las chimeneas seguían disparando personas, al igual que los memorándum que volaban por ahí. El aire en el Ministerio de Magia estaba mucho más fluido, se sentía diferente. Caminé un poco, alborotando aún más mi cabello, que en ése momento era negro con algunas mechas en dorado. Llevé mis manos a mis bolsillos, siempre desconfiando de quien estuviera por detrás.

Rory Despard. ¡Nuevo Ministro! (ver más en página 7…)” o “¿Edictos o régimen? ¿Religión o magia? Eran algunos títulos que leía en aquellos recortes mágicos que iban desperdigados en todas direcciones. Sin detenerme en ninguno de ellos, me puse cerca de aquella fuente. Ya no había los tantos controles que se habían fijado en el anterior mandato. Había menos gente merodeando por allí.

¿Me quedaba un poco más en el atrio o iba directamente a mi oficina? La Educación Mágica podía esperar un poco a mis informes inútiles.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Lycan ordeno a sus lacayos. -sigame. - a este ser no le.importo comenzar la guerra y en prueba de ello en su mano disponible invoco el Fuego del Tartaro, por si esos aurores deseaban enfrentarse otra vez al egipcio. El mismo no tendría mas paciencia con ellos, el regente era conocido por su mano de hierro ante los traidores de la sangre, esos miseros y asqueroso sangre sucia, aquella apariencia simplemente les repugnaba, algo que podia distinguir a kilometros de distancia al ser un licantropo. 

 

"Es hora de jugar." El mago penso sin dudar,  empleando a sus Lacayos como refuerzo y mas que nada para intimidar. Por eso les expreso en egipcio antiguo. -no muestren compasion, al parecer deberemos divertirnos, y deseo conseguir mis objetivos. - El nigromante no le importaba nada en lo adsoluto y esos sensibles seres ingleses lo consideraba mas que pateticos, igual que a todos en el mundo. El mago Regente no tenia compasión y ya era hora que los britanicos sintiera que significaba un enfrentamiento contra un país que los deseaba ver muertos. 

 

-Quizás,  Luxure desee jugar. - Murmuro refiriéndose alguien de apellido ¿Pero quien?  Si varios de sus miembros familiares eran dignatarios o magos y brujas que viven el explendor del apellido en vivir entre la oscuridad y el deseo, en consecuencia el mago siguio avanzando a su destino, y estaba seguro que sus saberes Uzza y Arcano le serían utiles.

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Darla miró con curiosidad al silencioso Horace, los nervios que sentía en ese momento eran más que importantes, no tenía mucha idea de por qué, pero quizás hubiera sido mejor pedir un té de tilo antes que el que había solicitado, pero ya era tarde, el mozo acercaba en una bandeja el servicio de té y el café solicitado por el Linmer. Con delicadeza ubicó frente a ella ell plato con la taza que contenía un difusor metálico con forma de esfera en cuyo interior estaban las hebras del té que había solicitado, y una tetera cuya agua vertió en su interior para luego dejarla a un lado y poner la taza de café enfrente del mago.

—¿El señor va a desear tomar algo?  —consultó el mozo respecto al anarquista.

—Parece que vas a tener que elegir Horace —murmuró Darla mientras revolvía delicadamente el difusor del té en la taza.

En su mano el anillo detector de enemigos comenzó a vibrar suavemente y emitir un calor que sobresaltó a la pelirroja, quien sin ningún disimulo miró alrededor de ellos. A simple vista no había nadie cercano a ellos que pudiera parecer peligroso y así como había arrancado la vibración y el calor de anillo cesaron. Sin embargo la vampiresa se sentía aún inquieta, observó a Sean por unos segundos y luego a Horace. ¿Habría hecho bien en ir con ellos y dejar a Kimberly sola con todo aquello? En cierta forma supo que sí, tras lo acontecido con Laura, al asumir Despard, se había hecho refuerzos a la seguridad del Ministerio. Para distenderse posó su atención nuevamente en los hombres a su lado.

—Vamos Sean, no seas así con Nott, no le presiones —la pelirroja acaba de dejar sobre un platito el difusor y tomó su taza para llevarla a los labios, el aroma del jazmín y la vainilla llenaron sus fosas nasales, resultando tan agradable y relajante, aunque quizás no cien por ciento relajante.

La Potter Blak sorbió con delicadeza y se echó hacia atrás en el asiento, buscando tener una visión más periférica del lugar, pero disimulándolo lo más posible.

@ Rory Despard  @ Sean -Ojo Loco- Linmer

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Lycan antes de ingresar por completo a la sede ministerial de Londres, observo @ Sean -Ojo Loco- Linmer  y a ese grupo que se encontraba, igual, no les interesaba, pero si comprendía que al menos era conocido de @ Darla Potter Black  , algo que sumaba a esa visitas que lo había visto en la Dumbledore, si bien no escucho la conversación, ambos seres eran quizás amigos, una confianza que pudiera intuir, y que de una forma u otra el mago debería confiar, solo por el hecho que su actual pareja sea de esa casta, y no le quedaba otra forma que aceptarlo, protegerlos, porque así no vería sufrir a la persona que amaba, no obstante, el regente egipcio siguió su camino, este tenía clara intención de explorar los secretos de los ingleses, y para ello invoco con la nigromancia a Sia, su serpiente espectral, algo que ni los hablantes parsel o nigromante podían dominar (dado que esto era un pj secundario).

 

-Es de comenzar.-

 

Sentencio y la serpiente se fue adelante del mago, buscando y recopilando información, a ella no le sería imposible acceder y reconocer aquellas conversaciones, ella exploraría piso a piso, espacio tras espacio, mientras que su amo simplemente buscará en su oficina al ministro de magia, para resgurdar las apariencias, pero sus intenciones eran más oscura de que alguno pudiera predecir.

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Podíamos decir que me había tomado en mi mejor momento reflexivo. Habían ocurrido muchas cosas últimamente en las que había protagonizado el caos. Me había dejado llevar en diferentes situaciones y en cada una de ellas había hecho prácticamente lo que quería. El ataque a King Cross, al aeropuerto Heathrow, la pelea con la maldita Triviani en el Callejón Knockturn, aquel episodio sangriento contra Kenzo Ito y el secuestro contra Illidan Black Lestrange, el cuál había salido con vida, por lo que me había enterado. En todos y cada uno de ellos, se había encontrado resplandeciendo mi nombre conocido solamente entre las filas tenebrosas: Goldor.

Tenía que admitir que me había dejado llevar por la soberbia del puesto que ahora portaba entre los Mortífagos. Era una cuestión complicada pero si creía que había alcanzado la libertad, podía decir que aún no era puramente completa. Primero con la mansión Gryffindor y todas las pertenencias del viejo Auror. Aquel local que era una puerta para trabajos delicados y que nadie quería hacer. Y había llegado al Ministerio algo confuso, si preguntaban. Pero para cuando quisieron darse cuenta, ya me aferraba a ésa dirección (que por cierto ahora era nula, con el nuevo ministro).

Tenía que empezar a marcar la sociedad de una manera más sutil, más silenciosa, pero acercándome a cada una de mis ideas y llevarlas a cabo. Las brujas y magos a veces subestimaban la magia de otras personas. Tenía en mente algo que podía llegar a cambiar algunas cosas a nivel personal, siempre suponiendo que eso iba a conseguir que adoptara un poco más de poder. ¿Quién iba a decir que lo había conseguido? Aquellos pergaminos, un par de libros antiguos de magia más antigua aún y los ingredientes de los que me había encontrado. ¿Sería capaz? Una voz lejana me incitaba a hacerlo, estaba seguro que podría llegar a adueñarme de ésa maldición. Pero era un camino de ida, como la magia de sangre. Había pactos que una persona jamás podía romper, juramentos tan sólidos que lograban o fortalecerte o destruirte.

Digame ¿Se encuentra el primer Ministro aq...? ¿Cómo que no puede decirme? ¿Qué hace trabajando aquí, entonces? —levanté una ceja al saber de aquella persona que se desenvolvía como alguien de seguridad ante el nuevo Ministro. Lo miré desafiante, esperando una respuesta, mientras algunas miradas nuevas se dirigían hacia mi.

Negué con la cabeza, regresando a aquel sitio. Cerca estaba aquella fuente revuelta con chorros de agua y en otro costado empezaba la zona de los ascensores

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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"Aventuradas ocupaciones mundanas"... de nuevo tenía un número considerable de actividades en mi agenda personal, algunas necesarias pero que no me atraían tanto. Coloque colores a un lado, aquellas de carácter personal, otras como necesarias en mis finanzas y relacionadas con mis locales y aquellas que tejían una red entre mi ocupación como Asesor vocacional y mi puesto como Embajador de Escocia...hubo mucho que se quedo en proyectos en el aire y estaba obligado a hacer todo lo posible por concretar lo planeado, por lo que me era de suma importancia informarme como se encontraba el papel de la Educación de Gran Bretaña...

Me había inclinado a vestir de color vino y dorado, la capa negra cubriendo solo mi hombro izquierdo, me sentí nuevamente a gusto al salir de una de las chimeneas en el Atrio del Ministerio Mágico, una floritura con mi varita nueva, con su silueta de dragón a lo largo del cuerpo de mi poderosa arma mágica, que en su empuñadura se encontraba una pequeña esmeralda siendo el ojo de la criatura mágica que más me atrae en fuerza y poder, fue suficiente para eliminar el rastro de cenizas por usar los polvos flú, no pare en aquel sitio, me encamine a los ascensores. 

Camino hacia esos ascensores, sobre tabloides hubo boletines con títulos en letras de gran tamaño, informando de los cambios operados en la institución,  poco me aclaran sobre el tema que me interesa, sin despejar la duda sobre como va el nuevo mandato, diferencias palpables si hay, pero me hacen preguntarme si solo indagar sobre el Director de Educación para hablar con él.

Más allá de la fuente se hallan los ascensores, donde curiosamente vi algunos recortes de periódicos mágicos: Rory Despard. ¡Nuevo Ministro!  o “¿Edictos o régimen? ¿Religión o magia? me causaron extrañeza...¿Quién era Rory Despart? ¿Tanto cambio la comunidad mágica durante mi inusitado retiro? Emití un suspiro al proseguir mi camino aunque debía preguntar a alguien como llegar a la oficina del Director de educación. Hay un mago de cabello negro y un traje oscuro elegante, me acerque a él, al estar junto a él, salude al hombre -- Buenas tardes caballero ¿Puede decirme donde se halla el personal de Informes? me interesa conocer al Director de Educación, este sitio ha cambiado desde aquella temporada que fui empleado Ministerial, espero no importunarlo. @ Mael Blackfyre  

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Miré una media docena de veces hacia aquel personal de seguridad con una simple intención: tomarlo del cuello y degollarlo. Hacía mucho tiempo que no podía contenerme demasiado y casi todas las cosas me hacían levantar un poco el temperamento, sin pensarlo. Solo por su negativa de decirme si se encontraba el ministro, hizo que frunciera el ceño y quisiera llevarme su alma consigo. Aún asi, al apartarme y esperar unos segundos, logré calmarme.

¿Qué? ¿Existe eso aquí? —pregunté seriamente al muchacho que se había acercado a mí, y que había estado a punto de enviarlo a que preguntara a quien correspondería. Pero su primera pregunta y su objetivo de buscar a ése director, me hicieron detenerme—. No tengo idea dónde está eso de informes. Soy yo el director de Educación Mágica. ¿Quién eres y qué quieres?

Levanté una ceja al sorprenderme ante su interrogativa. Allí me di cuenta que eran muy pocas las veces que había logrado saludar correctamente y entablar una conversación con el resto de las personas. Le tendí una mano a aquel joven.

Mael Blackfyre. Justo estaba buscando al primer ministro —me presenté y le expliqué a modo para decirle por qué me encontraba allí y si decidía extender demasiado aquello, que supiera que podía irme ante el primer momento que pudiera—. ¿En qué oficina ha trabajado? ¿Sigue aún? —me llevé ambas manos por detrás de mi espalda y esperé a su respuesta. No me iba a dañar charlar un poco, más siendo una persona que me estaba buscando específicamente a mi.

@ Anthony Ryvak Dracony

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