Château Dumbledore (MM B: 78647)

[Darla G Dumbledore]

Sonrío mientras su caricia le hacía encender todo su ser, entendía lo que decía, en cierta forma, no era una ingenua y recordaba bien dónde y cómo le había conocido años atrás. Había sido algo inesperado y que había olvidado hasta hacía unos meses por completo, pero luego se había dado el recordar y… acaricio el rostro de él, sí, sabía que tenía toda una vida detrás de lo que se conocían, ambos la tenían, aunque quizás él guardaba más misterios que ella o no…

—Sí… nos retrasamos…—murmuró casi gimiendo con los b esos y las caricias.

Una risa divertida escapó de los labios de la pelirroja cuando él mencionó si podían retrasarse toda la noche… bueno, eso parecía un lapso prudencial… o no… pero ¿por qué no?

—No te gusta la vida social familiar ¿eh?—río mientras lo empujaba suavemente hacia un lado en la bañera y se acomodaba frente a él, tras responder a su beso comenzaba a bajar lentamente por su cuello, mordiéndolo y besándolo a la vez, cuidando de no sacar sus colmillos, en verdad le provocaba esa sensación de ardor en todo el cuerpo, tus labios pasaron por su cuello volviendo a subir para succionar  el lóbulo de su oreja y luego, mientras acariciaba su pecho, volver a bajar por el cuello, dándole pequeños chupones mientras marcaba su camino sobre su hombro, para que sus labios continuaran el recorrido que sus manos, descendiendo lentamente le iban marcando desde su pecho hasta su abdomen.

—Creo que tienes frío —susurró desde su  pecho notando como su piel se erizaba mientras la lengua recorría la tetilla, jugando con ella entre sus dientes y volviéndolo a soltar tras jalarle suavemente —¿calentamos más el agua o prefieres que nos sequemos y continuemos bajo las cobijas o en la alfombra junto al fuego? —a decir verdad no estaba segura que parte de su habitación quedaba sin  utilizar desde que habían estado juntos la primera vez.

@ Sean -Ojo Loco- Linmer

[Sean -Ojo Loco- Linmer]

Disfrute de como tomabas el mando, y hacias las delicias de mi cuerpo al punto de llegar a ponerme la piel de gallina. Podria entenderse como frio...y puede que algo de razon hubiera pero con tus besos sobre mi piel tenia mis serias dudas. Tus labios eran tan sensuales..tan seductores....tan suaves..que su roce con mi piel me hacia hervir invadido por sensaciones de placer. Creo que por un istante me llego al oido lo de si me gustaba o no las dinamicas familiares o era su vida social??? bueno el punto es que ahora mismo...todo mi mundo se resumia a mi bella pelirroja, despues solo despues ya pensaria en el familia.

-mmm bueno...creo que secarnos estaria bien...-claro podria elegar el frio...pero mas bien era una decision tactica para dejar que mis ojos se llenaran de tu cuerpo hermoso embriagado en la luz de la habitacion. Y claro.....mostrarte el mio......y dejar en evidencia todo lo que me provocabas.

Te beso suave..y deslizando un poco de agua por tu cuerpo retiro el jabon para despues sujetarte la mano e incorporarnos los dos....no teniendo en cuenta el delicioso roce de nuestros cuerpos pese a estar algo separado.

-upsss....creo que tenemos un puente aqui...entre ambos. -sonrio y me sonrojo mientras salgo de la bañera para tomar una toalla- dale ven...para secarte.

Y apoyando la rodilla en el suelo me apreste a con la toalla perfumada...deslizarme por tu piel..secando todo vestigio de agua. Lentamente....desde tus pies.....tus piernas...tus muslos...y mas alla.

@ Darla Potter Black

[Hannity Ollivander Evans]

Harmony Gryffindor Dumbledore 

 

¡Lo sabía! Sabía que algo andaba mal con esa mujer, que algo ocultaba, algo raro, mucho más raro que su comportamiento en los últimos meses, la hacían parecer diferente, que no era ella.

Harmony se había acostumbrado a las alucinaciones y a los delirios de persecusión de su jefa, que en cuanto hubo un cambio en su actitud, la pelirroja lo noto de inmediato. Si bien la heredera de los Ollivander tenía un porte y un carácter qué hacia parecer que no había nada malo en ella, en la soledad de su oficina en Francia, las cosas eran diferentes. Había pedido a su asistente invocar un hechizo meteorológico para que en su oficina hubiera la misma luz que en el exterior, sólo para aparentar, ya que las , ventanas y las persianas del lugar permanecían cerradas todo el tiempo.

 

Aquello no era nada comparado con el miedo que de repente le invadía, pero un día, el hechizo de la oficina desapareció y después de un tiempo de ausencia de la directora del departamento de Cooperación Mágica Internacional, las cosas siguieron su curso, se le enviaba el trabajo a casa y regresaba revisado y firmado por ella, lo curioso comenzó en el día en que Hannity Ollivander regresó a Francia. 

 

No hubo ningún problema en que las persianas estuvieran abiertas, parecía menos loca que de costumbre y su actitud era diferente, ya no la llegaba a ver acariciando su mano izquierda, aquella que parecía que dolía a momentos,  incluso ella, Harmony,  llegó a pensar que la cicatriz había desaparecido,  pero ¿era normal que una cicatriz a causa de una maldición de familia desapareciera y apareciera de la nada? ¡Claro que no!

 

No fue hasta que esa mañana antes de entrar a la oficina de la directora escuchó una voz que había escuchado antes, justamente con la joven Ollivander diciendo que estaba haciendo bien el trabajo de suplir a la rubia, que el señor Ollivander estaba complacido con ello, solo que no olvidara la cicatriz. 

 

Ella no pudo evitar sorprenderse, había un infiltrado en el gobierno francés,  había muchas preguntas en su cabeza, pero salió corriendo en búsqueda de la persona correcta para solucionar esa situación, ¿quién mejor que le ministre de la france?

 

No tardó en aparecer en los jardines del château, antes de salir disparada en búsqueda de su hermana se fijó de estar completa, últimamente le atemoriza aparecer, no es para menos después del ataque que sufrió al llegar a Londres la última vez. 

 

Mientras caminaba por los pasillos buscando a Ada se le ocurrió una mejor forma: Ginger, su elfina doméstica le ayudaría a encontrar a su hermana, sabía que estaba en el château.

 

- Ginger, busca a mi hermanita Camille y dile que la espero en la sala de estar, que es un asunto urgente del ministerio. 

 

La elfina asintió con la cabeza, hizo una reverencia y con sus cortas piernas comenzó a correr en busca de la señorita Ada.

 

@ Ada Camille Dumbledore

[Ada Camille Dumbledore]

Las burbujas de la copa frente a mi jugaban a elevarse en una competencia lenta como una danza, la verdad estaba algo aburrida, mi hermano nos había citado a una cena y resulta que el mismo no había aparecido.

 

Me levante de la mesa del comedor y me fui directo a mi habitación, no iba quedarme allí esperando a quien no iba llegar. Llegué a mi cuarto y me fui quitando todas las prendas de mi ropa, entre al vestier y escogí un vestido suave y ligero para estar cómoda.

Saliendo de mi habitación me encontré con Ginger la elfina de mi hermana

Harmony apareció frente a mi, al parecer mi hermana me buscaba con insistencia. Sin esperar mucho baje con el vestido ligero con el que estaba y baje hasta el salón de entrada a ver a Harm

- Pequeña, ¿que te pasa? Se te ve alterada

Solté con calma mientras caminaba descalza hacia ella con los brazos abiertos para darle un abrazo

@ Hannity Ollivander Evans

[Kahlan Blackthorn]

 

Era mala para atesorar memoria dentro de su cabeza, ya que poco o nada recordaba luego del accidente que le separará de su gemelo Kyle. Macnair vivió demasiado tiempo entre campos de concentración y asesinatos a sueldo, pero lo que jamás pudo olvidar fue el rostro del Dumbledore que le tendió la mano tras partir de la casa que creyó su hogar. Para ella esa palabra era demasiado fuerte con un significado difícil de comprender para muchos y para el resto solo era un nexo sin la mayor importancia, pero para la Alemana era una cadena dorada que le ataría por siempre a Kelsey. 

— Ha pasado demasiado tiempo—mordía el interior de su boca, sintiendo una punzada de placer. Era indiferente al dolor de cualquier clase, para ella aquello era un deleite. Jamás le tembló el pulso a la hora de perpetrar un crimen, rostros de niños pequeños le acompañaban cada que cerraba los ojos, para intentar dar con las facciones que eran similares a las propias. Esos rasgos aniñados que se vieron remplazados por la dureza de un carácter que no se doblegaba ante nada o nadie— Pronto Macnair muy pronto—relamiendo sus labios intentaba no pensar en el sabor que dejarán los de aquel desconocido sobre los suyos.

Y solamente le había salvado de morir por el parecido que tenía con el Primer Ministro de Holanda, si se lo contará a su confidente de cabecera, solamente escucharía un “espero que lo hayas disfrutado al máximo”. Si que era una descarada sin remedio, pero quien podía negarse perderse entre un cálido aliento y algunos contoneos que le arrancarán de los labios sonidos placenteros. Vaya que era la clase de mujer que no se andaba con rodeos, pero la buena estrella que le seguía pocas veces le premio con alguna pareja duradera— No es vital para mi en realidad, nada del otro mundo—se mofaba de los sentimientos. Nunca los conoció realmente y ponerse a babear como una niña enamorada, no le calzaba en lo absoluto a la mercenaria.

— El único amor en el que creo es el que nace de ver una vida apagarse como una vela que se consume lentamente. Pero el placer carnal, vaya que eso es otro cantar—jugaba con un mechón de su cabellera. Volviendo por un breve instante hacia el campo de concentración, donde le puso fin a la vida de tan apuesto general. Deslizando las yemas de sus dedos por su cuello, percibía la lengua de este dejar un camino de deseo contenido acompañado por mordiscos que se borraron gracias a su naturaleza vampirica. El sentirlo tan suyo, perdido entre las curvas de sus caderas, danzando como dos lobos famélicos por el hambre, el poder que le daba poseer tal belleza y al mismo tiempo la misma letalidad para ponerle fin a un inexistente romance. 

— Que noches vivimos...—disfrutando de las imágenes que se proyectaban como el carrete de una película, perdía la noción del tiempo y espacio. Fingiendo un falso pesar por matarlo mientras consumaban frenéticamente su último encuentro intimo, esparciéndose por todo su interior un calor que le hizo estallar de adrenalina— Lo que no te mata solo te hace más fuerte—acomodando el cuello de su saco encaminaba sus pasos hacia la entrada de su antiguo hogar. Quizás su padre ya no vivía en el mismo o moraba en otra ciudad, solo esperaba verlo y como en los viejos tiempos perderse en un abrazo que le devolvía esa paz que perdió hace mucho años. 

[Syrius McGonagall]

Scott Duplantier.

 

La invitación lo tomó por sorpresa, pero no pudo rechazarla. La matriarca de los Dumbledore fue muy amable con él tras ese casual encuentro que mantuvieron en el Callejón Diagon y fue de gran ayuda para insertarse en la sociedad mágica de Inglaterra y conocer cómo las cosas funcionaban allí. Aunque se sintiera como si no le correspondiera participar de un evento tan íntimo, de la misma forma sentía que no podía fallarle a ella. 

 

Por lo que partió de su habitación en el Castillo Evans McGonagall rumbo a otro castillo, el castillo de la Familia Dumbledore. Moverse por la comunidad mágica era muy complicado, en la mayoría de los casos las mansiones y hogares de las familias mágicas se encontraban en lugares lejanos y de difícil acceso por cualquier medio convencional de transporte. 

 

Pero aún así y tras largos rodeos Scott pudo llegar a su destino, y que destino era. El castillo Dumbledore era magnífico, como jamás el castaño había visto. Era un palacio enorme y de exquisita arquitectura, con extensos jardines que le recordaban a los patios imperiales de antaño, todo allí estaba rodeado por un aura señorial y de elegancia. 

 

Obnubilado por el lugar y sintiéndose un poco fuera por tanta opulencia, avanzó por el camino que conducía a la impresionante entrada principal. Sujetó la botella de vino que trajo como obsequio mientras subía por una de las escalinatas que terminaban en la obra de arte tallada en cedro que era la entrada principal. 

 

Se detuvo unos instantes para admirar el escudo familiar y el árbol que mostraba a todos los miembros de la familia Dumbledore, que al parecer era una familia numerosa a juzgar por la cantidad de ramas y hojas que se podían observar. 

 

Se pasó la botella de la mano derecha a la izquierda y golpeó con los nudillos mientras esperaba ser atendido. 

[Ada Camille Dumbledore]

 

Apenas había hablado a mi querida hermanita Harmony ( @ Hannity Ollivander Evans ) cuando la elfina de mi hermana Luna, Maeve apareció en el salón principal, haciendo una exagerada venía hacia nosotras. Siempre me había molestado ver como los elfos que eran regalos del primer esposo de mi madre era bastante estricto con los modales para las criaturas, blanquee los ojos y la mire.

 

- Madamme la Ama Kahlan esta en casa y ha llegado a Monsieur al Chateau.

 

La sonrisa que me afloró en el rostro era de emoción, la verdad me hacía muy feliz que hubieran llegado, aunque Ernest aún no había terminado los detalles de la cena y ya todos estaban ansiosos. Mire mi ropa y no era muy apropiada para recibirlos y suspiré por un segundo, mire a Harmony que se veía exaltada todavía.

 

- Maeve recíbelos y condúcelos aquí al salón principal, yo subiré de prisa a cambiarme de ropa para la cena. Harmony quédate aquí, aun tenemos que hablar.

 

Subí corriendo las escaleras hacia mi habitación, solo a mi s eme había ocurrido bajar sin varita y tener mi habitación hasta el cuarto piso en una ala alejada de la entrada principal. Llegué a mi habitación a cambiarme de prisa, el vestido blanco estaba sobre la cama junto a la varita y a las medias de seda y los zapatos blancos. Me empecé a vestir con rapidez para recibir los invitados, luego fui frente a mi espejo a observar como lucía,  ya estaba lista para bajar a recibirlos 

 

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Maeve (Elfina de Luna Cristal Gryffindor Dumbledore)

 

La ama Camille me había pedido recibir a los dos recién llegados, a Madamme Kahlan la conocía, era muy cercana con la ama Camille y de niñas solían ser bastante traviesas. Tal vez por eso el entusiasmo que había notado en la matriarca. Alise mi vestido antes de abrir la gran puerta de cedro del Chateau, la dama y el caballero. Estaban arribando hacia donde me encontraba, hice una profunda venía a la rubia. 

 

-Ama Kahlan es un honor recibirla en su hogar, su padre se encuentra de viaje en este momento pero su prima Mademoiselle Ada está esperándole en el salón. Por favor pase al salón principal.

 

Agache la cabeza mientras hacia un gesto con la mano a la Ama @ Kahlan Macnair para que ingresará. El caballero llegó a la puerta y le hice d e nuevo una venía profunda, me levante y le mire de frente

 

- Monsieur sea usted bienvenido al Chateau Dumbledore, ¿en puedo ayudarle?

 

Pregunté al Monsieur @ Syrius McGonagall que estaba de pie en la entrada con una botella de vino en la mano

 

 

 

Editado 6 de Marzo del 2022 por Ada Camille Dumbledore

[Ela Karoline]

Hacía mucho tiempo que las costumbres de las familias influyentes de Ottery habían cambiado, sin embargo, Ela Karoline seguía fiel a la tradición de los Lockhart y la hospitalidad que había sido recíproca entre algunos. Con aquello en mente, tras su vuelta a la Comunidad mágica decidió visitar el Chateau Dumbledore.

El camino hasta allí, por supuesto fue placentero ya que disfrutaba de las caminatas admirando los cambios que el poblado había sufrido durante su ausencia, quizás muchos de sus conocidos ya no estuvieran en aquellos rumbos, o quizás iba a encontrarse con caras nuevas, lo cierto es que deseaba pasar un rato agradable y también tenía una misión que cumplir en aquel hogar ancestral.

Al llegar ante el espectáculo que era la edificación se detuvo un momento para asimilar la belleza, tras la verja de entrada los pies de la Lockhart parecían inquietos queriendo disfrutar de los jardines que se abrían más adelante. Entonces espero a que alguien le atendiera, mientras tanto se aseguró de que llevaba consigo la nota que debía entregar.

[Kahlan Blackthorn]

 

 

 

 

 

 

— No puedes odiarlo—la voz de aquel hombre resonaba en su cabeza como lo hace el eco del repiqueteo de una campana— Es tu hermano gemelo, no tiene la culpa de nada de lo ocurrido—tomándole por ambos brazos Kelsey buscaba la mirada verdeazulada de su hija Kahlan. La rubia que se negaba a darle un atisbó de cariño al Holandés que le quitará toda la atención cuando eran niños— El odiarlo no es sensato y lo sabes—movía la cabeza volviendo a la actualidad. La voz de una elfina le devolvía de golpe a los jardines de la Dumbledore, el hogar que le sirviera para poner las cosas medianamente en su sitio.

— Entiendo, pero deseaba ver a mi padre. Es lo único que me ata verdaderamente a Londres, aunque hay otro motivo que me podría retener en estás tierras—sujetaba con firmeza el mango de la espada del invierno. Aquella arma que fuera arrancada con desmesurado descaro de las manos del Kyle Macnair. Lanzando el anzuelo perfecto para pillar a su presa— Mi querida prima, vaya que será todo un suceso volver a toparme con ella—intentaba sonreír de forma sincera. Lastimosamente para los que formaban parte de su vida, no le era para nada sencillo expresar lo que sentía y pudo haber sentido alguna vez en su existencia.

— Me quitaste todo, Macnair—sentenciaba sintiendo aquel ardor en su costado izquierdo. La marca de nacimiento que les conectaba de forma irremediable— Ojalá pudiera arrancarla del mismo modo que te volaré la cabeza, dulce hermanito—entrando a la mansión. Recibió de golpe una oleada de risas alegres y vitoreos, provenientes de su madre— Ya no soy la misma niña, jamás lo seré—lamentaba ver las facciones de su madre entristecerse y perder todo su brillo. Necesitaba charlar con el hombre que era el único capaz de mediar entre ella y su deseo de matar a su hermano, porque ni la mujer que la acogiera entre sus brazos provocaba ese sentimiento en ella. 

— Lo siento, Kayleen. Perdóname madre...—recomponía sus facciones, evitando que el recuerdo de esa mujer le causará daño. Su padre la amaba e iría con ella a donde fuera, por eso era mejor que ambos estuvieran lejos de los pensamientos destructivos que poco a poco se volverían una realidad palpable dentro del mundo mágico— Dile a mi prima que agradezco sus atenciones—soltó admirando el salón. Vaya que las cosas cambiaron dentro del sitio donde solía vivir, porque no lograba hilar con detalle alguna remembranza de sus tiempos “alegres” dentro de esas paredes.

@ Ada Camille Dumbledore

 

[Syrius McGonagall]

Scott Duplantier.

 

Una pequeña elfina fue la encargada de recibir al castaño una vez llegó antes las puertas de cedro del castillo. El hombre se inclinó para saludar mientras la amable criatura le preguntaba si podía ayudarlo en algo. -Buenas Noches, soy Scott Duplantier, la señorita Ada Dumbledore me invitó a la cena de hoy - se presentó - No me dejo ninguna invitación física pero traje esto para compensar - bromeó mientras le tendía a la elfina la botella de vino.

 

-Una de las mejores cosechas de Nappa, California - esperaba que fuera del gusto de todos, no había sido sencillo conseguir aquel producto en Londres -Es un obsequio para la familia, no es gran cosa pero no podía llegar con las manos vacías - y era cierto, lo criaron de tal forma que llegar a un lugar al que fue invitado sin algo era una falta total de cortesía. 

 

-Espero no haber llegado tarde para la cena - le sonrió a la elfina.

 

@ Ada Camille Dumbledore