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Minerales elementales


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 Rory Despard & Benjamin Whisper

Rory no hizo ningún esfuerzo por seguir a Kimberly, tampoco por acercarse más a los Gryffindor. La visión de ese momento, mucho más fuerte lo desconecta el tiempo suficiente como para que al recuperar la conciencia comprenda que aquella magia ya está fuera de su alcance, y que todo lo que puede hacer es confiar en la naturaleza humana, para que los minerales no sean aprovechados para fines nefastos.

— Wild, iré a la residencia Malfoy. Si prefieres irte también, o me acompañas es tu completa decisión.

Mientras vuelve a montar en la escoba, su mente repasa rápidamente cada uno de los sucesos acontecidos: Sus reuniones en el ministerio, los informes de aurores y de la oficina de Accidentes, los ataques reportados por la prensa. La vorágine que han resultado esas últimas horas y lo que vendrá después que intuye será peor. Pero sigue intrigándole como en medio de eso, con tanta gente poderosa involucrada, Cillian ha aparecido en su visión tan potentemente, como si fuese a jugar alguna clase de papel importante.

Él, que entre todas las personas que conoce, debe ser la más desapegada a asuntos políticos.

Pese a las distracciones, llegar a la residencia de los Malfoy no resulta un problema, pues está tan acostumbrado al aura de Whisper que rápidamente da con el espacio donde se encuentra. Reconoce a Ryvak, pero un saludo es toda la interacción con él, y  en cambio, sus ojos azules se detienen a observar a Cillian que permanece dormido, como si en lugar de que todo  ese viaje halla sido real, él hubiese estado prolongando su visión.

Pero es esta una falsa impresión. Cuando toma su muñeca, puede sentir allí el pálpito del hombre, la pulsión de vida y la sangre fluyendo en su interior junto a su magia, que le es tan extraña como la primera vez que le conoció, pues lleva irrevocablemente un sello de oscuridad proveniente de su origen demoniaco, pese a los rituales de purificación que en su momento, él mismo realizó a pedido del rubio. No debería pensar en todo eso, pero su mente parece ir más allá de su voluntad, y Rory siente la urgencia de escucharlo hablar, porque en el enorme rompecabezas que ha sido todo aquel incidente, de alguna manera intuye que tanto Cillian como su prometido, hasta ahora el único vinculado a un portador de mineral raro, puedan dar las pistas que necesitan para decidir si realmente necesitan conocer a todos los demás, o si es mejor que permanezcan en el anonimato.

Más también reconoce para sí mismo, de que es momento de poner un alto a su búsqueda, hasta que consiga estabilizarse.

— Creo que debemos poner fin a esta cacería Whisper. De cualquier manera, si esos poderes se salen de control lo sabremos más tarde que temprano ¿cierto?

Por un momento Whisper no entiende las palabras de Rory. Se inclina ligeramente para observarlo con detenimiento, pensando en si quizá no está bajo los efectos de algún hechizo de confusión, hasta que al distinguir el raro brillo en sus ojos, reconoce la señal inequívoca de que el muchachito ha vuelto a tener alguna visión y como siempre que le sucede, su incapacidad de poder interpretarlas termina por aletargarle los sentidos. Y que más que una orden, lo que acaba de hacer es un pedido de ayuda.

Se acomoda el traje entonces, y sin perder un ápice de su elegancia extiende la mano a Ryvak. Incluso si parece abrupto, eso resulta mejor a permitir que se extiendan rumores sobre esa particular condición de Rory. ¿Por qué cuánto daño podrían hacer con semejante información sus enemigos?

El ministro y yo nos retiraremos señor Malfoy. Por lo que veo usted está más que cualificado para cuidar de Haughton hasta que su prometido venga por él. Lleva razón en que son tiempos difíciles los que no tocan y por eso mismo, como autoridades, no podemos permitirnos pasar más tiempo inactivos, con las nuevas noticias que están llegando- no puede decir qué es lo que encuentra de enigmático en el hombre de cabellos verdes, pero muy a pesar tendrá que ser en otra oportunidad que lo averigüe- Muchas gracias por la hospitalidad, y espero que si requerimos de su cooperación en las investigaciones, esté presto a ayudarnos con la misma disposición con que ha atendido las heridas del señor Haughton. 

Mientras conjura un portal con preocupación, Benjamin observa a Rory despedirse muy fiel a su costumbre, deseando bendiciones para ambos. Y por un instante envidia su capacidad de no perder la fe y mantener alguna clase de optimismo, frente a la incertidumbre que a él lo está consumiendo, por causa de esa magia elemental que lo único que ha conseguido a sus ojos, es ensombrecer todavía más sus presagios sobre lo que les tocará enfrentar más adelante.

Como si con GRINCH y los ataques mortífagos no tuvieran tenido ya suficiente.

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Prisión de Azkaban
Días más tarde…

Hacia mucho tiempo que el rubio no se aparecía en aquel lugar, era claro que el tiempo también había pasado por aquella cárcel pues la seguridad de aquel recinto era mucho más elevada de lo que la recordaba. Los dementores era lo único que no había cambiado, estar cerca de ellos le daba una sensación de desesperación y angustia, malos recuerdos. Ludwig no quería estar muy cerca de ellos pero tenía que asegurarse de visitar a un prisionero, uno bastante indeseable, Mordred Deschain. 

Aquel mago encerrado en el cuerpo de niño le había causado una gran cantidad de problemas en las últimas semanas, desde crear conflicto y peleas con sus amigos hasta ser manipulado de una manera sin precedentes. El rubio estuvo incluso tentado en acabar con la vida de aquel niño violando sus  principios en contra de asesinar gente. Sin embargo aquella persona en realidad se lo merecía.

- No estaré mucho tiempo - dijo a uno de los guardias que se resguardaba de los dementores con un patronus en forma de perro dóberman. En cuanto le dieron la entrada pudo sentir aún más aquella sensación de desesperación por lo que se vio obligado a invocar un - expecto patronum - un pequeño gato siamés se materializó de su varita ronroneando y dando vueltas al rededor de sus piernas mientras caminaba pasó a paso. Se detenía en cada celda con cuidado para ver si encontraba al prisionero en cuestión, hasta que finalmente llegó, la celda número catorce para prisioneros de máxima seguridad.

En ella se encontraba aquel niño con cabello negro, amordazado completamente y utilizando una camisa de fuerza la cual impedía por completo su movimiento, claramente aún no se había llevado el juicio de aquel mago, sin embargo dadas las circunstancias de sus antecedentes, la mejor idea era mantenerlo encerrado.

- Hola, hermano - dijo manteniendo la distancia - no te molestes en saludarme, no podrás hablar ni moverte, solo venía a asegurarme de que estabas sufriendo como te lo mereces, hiciste mucho mal la última vez pero finalmente te tenemos y nunca escaparás, morirás aquí pagando por los pecados que cometiste en el pasado - sacó su marcapaso de la inmortalidad - Gracias por el regalo, lo usaré con cuidado.

Acto seguido salió caminando del lugar, sonriendo, se sentía feliz y satisfecho, había encerrado a su mayor enemigo en aquel lugar y por primera vez sentía que todo estaba bajo control. Sin embargo había algo que tenía que hacer, reparar los daños colaterales de aquel último encuentro. Por culpa del Deschain, había tenido un enfrentamiento bastante subido de tono con Mica y Mael, contrario a Cillian, Benjamin y “La Darla” ellos posiblemente no sabían aún que Ludwig había estado siendo controlado por lo que era necesario limar las asperezas y pedir perdón. 

Fue entonces que acudió al la mansión Gryffindor tratando encontrar a su amiga a la cual tenía mucho tiempo sin saber de ella. Esperaba que al verla pudieran platicar y encontrar la manera de reconciliarse, estaba consiente de que era algo difícil pero tenía que intentarlo.

@ Mica Burke

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Desconcertante es toda aquella información visualizada pero no puede terminar de relacionar su propia experiencia con la de Cillian, Ludwig y aquellas otras personas que se involucraron en el asunto pero tal vez no deba preocuparse... tanto, solo aquello que sea requerido. Después de todo, ni en esta ocasión ni en ninguna otra, es posible conocer totalmente la verdad absoluta, tampoco cada verdad subjetiva, cada cual tiene su "fracción de verdad" lo que complica mucho más la tarea de comprender tanto sus causas como los efectos que provocan algunos eventos.

Ryvak espera la reacción del funcionario Ministerial, quizás su respuesta deje entrever algo más al respecto, pero a la sala de estar llega un personaje que Dracony no imaginaba que pudiese aparecer en aquel momento, el Ministro Mágico Inglés... parpadeo ante aquel suceso imprevisto ¿Es que la Familia Malfoy es tan importante? ¿Sería acaso un familiar? ¿un amigo?... ¿O acaso...??? Lo primero es controlarse, sin actuar paranoico, sea la razón que sea de su presencia en la Mansión Malfoy, solo basta dejar que el personaje actué y así se enterará de cual es el motivo de su visita.

Anthony se estira... firme como cuando está plantado en algún sitio donde tiene que desempeñarse como duelista... el Ministro le saluda cortes pero su atención es para el rubio, toma la muñeca de Cillian en una inspección rápida, parece que su preocupación desaparece y sugiere a Whisper que dejen la "cacería". Aquella frase tan corta está cargada de mucho significado que el hombre entiende sin problema y le ofrece la mano, Ryvak la toma y la estrecha como tiene que hacer en cada reunión diplomática.

Whisper  le da una despedida bastante elocuente por lo que Ryvak se siente "empujado" a responder de la misma manera -- Es un placer, señor Whisper, tenga por seguro que lo haré, vuelva cuando guste, seguramente para futura ocasión, Ludwig Malfoy se encuentre aquí y pueda atenderlos personalmente, adiós.

 

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Apenas llevaba tiempo desde su mudanza a la mansión Gryffindor. Se sentía mucho mejor estar en casa nuevamente, disfrutando de la tranquilidad de esos pasillos y habitaciones casi vacíos, cuestiones que tiempo atrás la habrían perturbado. Ya no. Era mejor así. ¿De qué servía rodearse de gente que, a fin de cuentas, se alejaría apenas tuviese oportunidad? Sus últimas dos parejas le habían enseñado que de nada servía el amor, cuando la entrega se daba desde un solo lado. Ya no permitiría que nadie entrara en su corazón de ese modo, o nadie más, al menos.

Cuando su elfo le avisó que habían llegado visitas se sorprendió. Nadie se había atrevido a acercarse tras su ingenua sobrina, quien había recibido hasta menos de la hostilidad que se merecía. ¿Quién más podría querer visitar a los Gryffindor? ¿Algún invitado de Mael? Tal vez… era mejor adelantarse y encargarse de alejar a quienes ella no quisiese allí.

Tomó una bata negra y la colocó sobre su camisola. No había sentido ese día la necesidad de vestirse y salir, así que así la había encontrado la tarde, aún ataviada por la ropa con la que había dormido. Se dirigió a las escaleras y las descendió. No se había calzado, por lo que el frío mármol acariciaba suavemente la planta de sus pies a cada paso.

Encontró a Ludwig en la entrada y, por instinto, llevó su mano a la varita que llevaba en un bolsillo de la bata de seda.

-¿Vienes a terminar lo que comenzaste? -inquirió, dolida por el ataque sufrido en su último encuentro, aquel ataque que le había enseñado que no podía confiar más que en Mael.

@ Ludwig Malfoy Haughton

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Conforme se fue acercando a la mansión pudo recordar los enfrentamientos que había tenido con Mael y Mica. Había sido controlado pero podía recordar todo con lujo de detalle por lo que la vergüenza y la tristeza lo abrumaron, no le quedaba más que intentar pedir disculpas e intentar arreglar la relación con su amiga. Todavía recordaba cuando tuvo el honor de oficiar la boda y estar con ella en aquel día tan importante. Se lamentó cuando se enteró que todo había sido tan fugaz como la vida de un ashwinder y aún más por no estar con ella en su duelo. Después de todo a los dos le había quedado mal la misma persona, ambos tenían el mismo resentimiento.

Caminó por aquellos jardines informando su llegada a uno de los elfos, incluso pensó en desaparecerse y olvidar todo. Conocía muy bien a la Gryffindor y sabía que le costaría mucho ganar su perdón pero justo cuando estaba por darse la vuelta, la mujer apareció, se encontraba descalza y con la mano firmemente sosteniendo su varita. En su rostro se observaba una expresión de enojo y sorpresa. Sus palabra salieron despedidas de su boca con el mismo resentimiento y Ludwig solo pudo levantar las manos y poner la misma mirada de pena que lo albergaba.

-Escucha, Mica – intentó hablar, ni siquiera había preparado algún discurso por lo que no sabía que decir – perdón, yo se que no hay palabras que puedan calmar tu enojo, solo quiero que sepas que no pude evitar mi comportamiento, estaba siendo controlado, por eso he venido para arreglar las cosas que hacerte saber que sigo aquí contigo.

Le hubiera encantado decir algo mejor, tener algo preparado o incluso mostrarle la evidencia de que todo lo que hizo fue de manera involuntaria, sabía que sería difícil hacerla entender su postura y sin embargo lo intentaría de cualquier modo. Esperó así su respuesta.

 

@ Mica Gryffindor

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Sus labios delgados apenas se abrieron, aquellos visitantes se marchaban y aunque el temblor amenaza apoderarse de su cuerpo y espíritu, se obligo a permanecer sereno... o al menos a mostrarse sereno, dadas las circunstancias, entendió que la calamidad rondaba debido a la posesión de los minerales mágicos de aquellos desconocidos planetas.

Le cuesta respirar con un ritmo normal, la agitación hace sentir que su corazón palpita como tratando de huir de su interior... aquella onda energética es una llamada y una advertencia... no puede desoír su mensaje ¿alcanzará a llevar a cabo su plan? ¿Podrá fortalecer la fuente mágica primordial con la magia que posee su objeto creado con el mineral de éter?

Ahora que ya no hay testigos puede ocuparse de investigar aquella magia elemental que se muestra tan prolíficamente...  el peliverde intuye que las esferas se comunican, la melodía que salió de aquella esfera que vio en su sueño, es como un juglar que cuenta una historia... sigue teniendo visiones y una facilidad a la adivinación, predisposición que no ha aceptado, porque aunque en la Academia Mágica, fue cambiado a la casa de los Centauros un minuto después de haber estado en la casa De los Dragones... Anthony no lo acepto, nunca asistió a esa casa, nunca se esforzó por ella ni mencionó a nadie que la Dirección de la Academia le designo a esa Casa... Los Centauros, criaturas que saben mucho pero comparten poco... igual que él... Anthony no puede dejar de asombrarse como existe esta  coincidencia, es sabido que los centauros son criaturas muy versadas en adivinación, astronomía, curación mágica y arquería... pueda que sin proponérselo, él tenga una conexión mágica.

En estos momentos hay muchas incógnitas... como el porque una habilidad tan compleja se le facilita tanto... inconscientemente parece tropezar con una respuesta, es posible que su singular pasado le fuese propicio para vincularse con el mineral mágico... además tiene ese conocimiento sobre la magia antigua donde Viviana es su guía para familiarizarse con la fuerza de la oscuridad que emana de los mundos invisibles... incrementando su poder de la visualización y el pensamiento...

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Se sorprendió al notar que él alzaba ambas manos, demostrando que no tenía intenciones de atacarla. ¿Entonces? ¿A qué iba entonces hasta allí? Sus palabras la sorprendieron pues lo último que esperaba era una disculpa de su parte.

-¿Qué sigues conmigo? ¿Eso dices? Pero si estás con todos los que me dieron la espalda… ¿Cómo puedes decirme que sigues conmigo? -no solo estaba recriminando el ataque, sino también el hecho de que no la había seguido cuando decidió dejar la Orden del Fénix. Era ella quien primero había confiado en él cuando llegó a la Orden y quien le había dado un sitio a su lado cuando subió al liderato. Esperaba que su lealtad hubiese continuado más allá de su renuncia a la organización.

 ¿Cómo saber si lo que decía tenía algo de verdad? No lo sabría. Quería poder creerle, saber que aún tenía allí a su amigo. Las cosas habían cambiado demasiado, y no sabía si el vínculo que habían tenido podría readaptarse a la situación actual.

-¿Controlado por quién? -dejó fluir a su lado curioso, creyendo que si seguía preguntando podría estar más cerca de discernir entre la veracidad o no de sus palabras.

Sentía un dolor fuerte en su pecho, un vacío extraño que no podría soportar por mucho tiempo. Esperaba que Mael no se encontrara en casa, pues sería muy difícil controlar su ira en caso de que se encontrase de cara al Malfoy. 

@ Ludwig Malfoy Haughton  @ Mael Blackfyre

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En aquellas primeras horas de la mañana, era extraño que me encontrara dentro de las paredes de la Gryffindor, pero allí estaba, resguardando algunas cosas en mi habitación. Tal vez con algunos sortilegios por si alguien decidía meter los dedos en el asunto. Sentí una vibración extraña, creo que era la segunda vez que pasaba. Me paré derecho de golpe y miré a través de los cristales para observar las estatuas del León y el Lobo, las cuales estaban advirtiendo visitas indeseadas, con aquel brillo característico. Desaparecí de la habitación

Me materialice cerca del vestíbulo, dejando atrás aquella estela de humo rojiza que se disipaba lentamente. Pude notar que la figura de Mica custodiaba la entrada frente a alguien, que ante el primer pestañeo no había reconocido, tal vez suponiendo que no iba a atreverse a volver. Fue automático, al ver como yo mismo hacía aparecer la varita en mi mano. Mica ya lo había hecho, de todas maneras. Mi corazón empezó a golpear mi pecho más fuerte y un zumbido en mi cabeza resonaba cada vez más. Respiré.

¿Qué demonios hace éste aquí? –habían pasado algunas cosas extrañas en aquel entonces con los Minerales. No lo había olvidado para nada, de hecho desde que habíamos creado aquellos objetos con Mica no los había quitado de mi cuello. El talismán estaba resguardado encima de mí. Me coloqué al lado de Mica esperando algunas explicaciones, no era muy buena actuando, sabía que quería que aquello pase desapercibido–. Ya puedes largar tus cochinas patas de aquí, traidor. ¿Controlado? ¿De verdad le crees, Mica? –miré de reojo a Mica, negando con la cabeza. Tenía que hacerme respetar de alguna manera y si el joven seguía insistiendo, aumentaría un poco mis hechizos–. ¡Crucio! –apunté ante el joven. Mis ojos se agrandaron con una enorme sonrisa. ¿Quién podía negarse ante tal libertad como era usar aquellas maldiciones? Ni hablar de algo importante, quien había atacado, había sido él primero.

@ Ludwig Malfoy Haughton  @ Mica Gryffindor

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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pn3DFoH.pngBabila abrió los ojos como platos, todo redondos, con el cuello inclinado a un lado, husmeando con la nariz ante la recién llegada. Estaba segurísimo que era quien creía, pero algo le decía que no. Volvió a olerla y salió de detrás del mostrador de la Tercera planta y acabó levantando una de las piernas de la mujer para quitarle el zapato, para olerle los dedos. No se dejó y la mirada furiosa que le lanzó le hizo creer que era ella. Pero después, habló, y sus palabras volvieron a desconcertarle.

-- Komo que é Erisén osulivan? Amo, Señà Sagitas...

Pero la mujer endulzó el rostro y se puso a reír. Sonaba casi igual, pero no del todo igual. El pelo no era el mismo, ese azul era extraño... Los ojos eran del mismo color pero no iguales y la cicatriz no estaba. Incluso el olor a canela no estaba, sólo el olor a flores de algún perfume floral que la muchacha se debía haber puesto.

-- Enseguro ke no puedo olele los pieses, señà Erisén?

No, negativa rotunda. Babila decidió que todo aquello era muy raro, así que se volvió al mostrador y se puso las manos en las caderas, imponiendo con su enorme mole de semi-gigante.

-- I pá ké dise ke viene al departamiento de lo asidentosos?

 

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Iba nerviosa, por supuesto. Mantener aquellos detalles que me hacían ser Ericen, como el color del pelo y la barbilla más afilada, hacer desaparecer la cicatriz, hacerse más alta... Sabía que había cuidado hasta el mínimo detalle, pero aún así, seguía nerviosa por si había olvidado algo. Eso es lo malo de siempre usar el mismo truco, que a la larga te acostumbras y pierdes el control en los detalles, por rutina.

Así, cuando salí del ascensor en la tercera planta, miré a Babila. Antes de saludarle, me obligué a recordar que éramos desconocidos. Casi nadie conocía a aquella Ericen, ni siquiera Matt, a quien le había dicho que iría mi prima irlandesa a verle. Lo que no me esperaba era que Babila fuera tan Babila con extraños, así que me sorprendió oliéndome. Me costó mantener el color más claro de mi rostro mientras pensaba si hoy me había bañado bien, pero que muy bien, para quitarme el aroma a canela con el que solía perfumarme. Babila me olía como si sospechara algo y mi corazón se puso a cien, sobre todo cuando me cogió la pata e intentó quitarme los zapatos azules que hacían juego con mi pelo.

Me enfadé, por supuesto, por su gesto, pero, sobre todo, porque se suponía que Babila se quedaría en la "Ojo Loco" para cuidar de la niña. ¿Cómo es que estaba trabajando? ¿Es qué Matt no le había dicho que se quedara en la mansión? Si Elentari sólo estaba al cuidado de mi marido, mal íbamos. ¿Cómo le iba a dar de comer, o cambiarle pañales o acunarla cuando llorara, para dormirla?

No me digáis que no es estressante. Así que entenderéis que le mirara, muy enfadada, haciéndole dudar aún sobre quién yo era. Esa era MI mirada. Tuve que reír, imitando a una colega mortia que siempre se reía de una forma muy ruidosa, a quien Babi no conocía, para que no me reconociera.

-- Ericen O’Sullivan, prima de Lady Sagitas Potter Blue. Estoy segura que avisó de mi llegada. Nos parecemos, pero no tanto.

Toqué el lóbulo de la oreja izquierda, un gesto que había adquirido como toc para mi personaje de Ericen. Estaba pensado para diferenciarme bien de Sagitas, tanto como para que se viera que no tenía la cicatriz de lobo que tan pocos conocían, pero que sí sabían mis familiares directos.

-- ¡Claro que no le voy a dejar que me sobe los pies, vicioso! -- Si hubiera llevado un bolso, hubiera sido un momento ideal para golpear a Babila. Sólo pensarlo me hizo sonreír de nuevo. -- Vengo a ver al Director @ Matt Blackner . Soy una nueva accidentosa. ¿Así se llaman los miembros de este departamento? -- reaccioné rápidamente. Yo, Ericen, no debía conocer que se autollamaban así.

Uffa, qué tarea más difícil ser Ericen sin caer en errores. No lo había pensado bien cuando me propuse encontrar los minerales elementales aquellos para La Marca.

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Llegué a Accidentes gruñendo, enfadado. Para cuando llegué a Stonehedge, ya no había nadie allí, y lo único qeu había obtenido era la orden de regresar al ministerio, a la espera de saber algo más. Asi qeu ahora regresaba, tarde, sin saber si nos encomendarían alguna tarea más, o si nuestra labor había terminado antes de comenzar. Aunque supongo que me había tomado la noticia peor de lo que debería. Que Sagitas me dijera que tenía cosas que hacer no me había sentado bien.

 

Es cierto, no estaba obligada a cuidar de Elentari siempre, pero...dejarla  a solas con Jack y Babila...tenía que aprender a confiar un poco en ellos. Siendo honestos, Sagitas em daba la tranquilidad de que no encontraría a la niña calva cuando volviera a casa por algún extraño ritual de la suerte, o....bueno, tenía que aprender a confiar en Jack.

 

Al llegar a Accidentes, oí voces. Eso, y las luces encendidas, me hicieron fruncir el ceño.

- Babila? - pregunté en voz alta, extrañado. El grandullón era el único qeu aun se pasaba por allí a veces, para trabajar (o más bien, esconder cosas que no quería que Sagitas encontrase en casa). - Te dije que podías tomarte el día libre.

 

Auqneu al llegar a la recepción me quedé parado. Babila estaba acompañado por una mujer de pelo azul. Tardé un par de segundos en reconocerla (o bueno, más bien, caer en quién podía ser)

- Si, asi se nos llama. - contesté, con cierta pena...antes, los accidentosos manteníamos animado el departamento, y ahora, apenas quedábamos Babila y yo. - Supongo que usted es Ericen. Lamento decirle que de momento no habrá trabajo de campo y nos quedaremos aquí. - abrí la puerta de mi despacho, dejando la bandolera sobre el escritorio, donde aun seguía el pergamino lleno de garabatos, muestra de lo que había sido mi trabajo en la última jornada. - Al fondo se encuentra la sala de reuniones. Mesa grande, sillones cómodos y café.

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