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Minerales elementales


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Anthony Ryvak Dracony - Finalista - Material Éter del planeta Eteria

 

Anthony frena su ímpetu que le exige salir a toda carrera a experimentar con el objeto mágico recién creado... pero su sentido común "toma las riendas" evitando que lleve a cabo alguna imprudencia que lo coloque en la mira de curiosos o mal intencionados interesados en la esfera traslúcida.

La ropa de trabajo va bien para no ser notado en la región, no conoce la ciudad de Edimburgo, así que tampoco lo conocerán ahí. Piensa acercarse a la lindera de la urbe pero quedarse por las calles menos transitadas. Sabe que su cabello verde puede ser llamativo al ser un color peculiar, pero tal vez sea conveniente mostrarse como guitarrista, después de todo, sus compañeros también lucen cabello de color, como Jason que lo tiene rojo- naranja, Theio que lo tiño de azul o Rouss que se inclino por un lila chillón...   

Si, su faceta de roquero punk puede darle esa imagen de "rebelde idealista"... usa su varita para transformar unas grandes tenazas en una guitarra - Morphos - El joven mago está consciente que no puede llevar el baúl, tendrá que dejarlo ahí y volver por el al terminar sus experimentos... se coloca los guantes negros de piel de dragón para ocultar sus anillos, la varita en el antebrazo, sus amuletos y colgantes como el Amuleto de la resurección bajo la camisa y el saco corto. 

Ryvak echa el cinto de su guitarra sobre su hombro izquierdo y emprende la caminata hacia la ciudad, donde hay personas que pueden su "blanco". Durante el trayecto, va formulando algunas respuestas "adecuadas":

-He venido ha investigar si la clase de música que mis amigos y yo interpretamos, interesa por este lugar. Estamos interesados en abarcar más territorios para dar conciertos y tocar en otros clubes... si, suena "normal" -- Esa consideración le infunde ánimo aunque espera encontrar alguien en solitario...

Tras horas de andar, el peliverde está apunto de usar un portal mágico pero ya no debe echar por tierra sus acciones cuidadosas para evitar levantar sospechas. Por lo que continua caminando sintiendo sed y cansancio... ¡Qué bien le vendría una taza de té!

Malhumorado se detiene un momento y levanta la vista tratando de encontrar en el horizonte algún indicio de las edificaciones de la ciudad y ahí ve junto a una señal metálica, un hombre maduro que está encendiendo cerillas para prender una pipa que tiene entre los labios... Dracony sonríe, lo que esperaba, un sujeto de prueba, se concentra para accionar el poder del objeto mágico... transcurren segundos sin que nada ocurra... "quizás estoy demasiado lejos", el mago se acerco más, tres metros a su objetivo y volvió a intentarlo... concentrándose  profundamente... pero tampoco está vez sucedió nada... desconcertado, Ryvak vio partir al hombre montado en una motoneta.

Enfadado fue hasta la señal donde antes se encontraba el hombre, era una señalamiento de la distancia a la que se encontraba la ciudad... sobre el asfalto una bufanda grana que seguramente perdió aquel sujeto... Anthony no supo porque tomo la bufanda con su mano diestra, pero cuando lo hizo, le pareció que un ancho visor se colocaba delante de sus ojos y en ellos veía una secuencia de imágenes que avanzan a gran velocidad mostrando todo lo relevante que el hombre de la pipa hizo los tres días anteriores... nada importante, cierto, pero pudo ver una capacidad que el mineral de éter tuvo desde que lo consiguió del planeta Eteria...   

Ryvak se toco la frente con la zurda mientras soltaba la bufanda grana que cayo nuevamente al asfalto, mareado vio una última imagen, la de una gárgola con cuerpo de mono, cabeza de pantera y alas de murciélago... una criatura de fantasía... ¿por qué el mineral éter seguía mostrándole rostros, lugares, escenas de la vida de personas que no conoce y ahora... hasta criaturas irreales?... nunca se sintió atraído por poderes como la legilimancia o la oclumancia... ya bastante tiene con comprender y ocultar sus pensamientos...   

Sacudió la cabeza como si quisiera deshacerse de aquellas imágenes "tirándolas de su cabeza"... no, no era lo que buscaba lograr con la magia y poder del mineral... frustrado saco su varita, miro el letrero, está muy cerca para usar un hechizo tipo rayo...-- Vara de Cristal -- Invoco el ojimiel y su varita creció hasta convertirse en una vara de material mágico irrompible de cristal color turquesa... cualquier hechizo tipo rayo lo convertiría en un efecto... pero mientras no elige ningún hechizo en especifico, viene a su mente la imagen de aquella criatura que vio hace tan solo unos momentos... la vara de cristal en su mano diestra apuntando hacia el letrero mientras en su mente ve con claridad la imagen de aquella criatura... su intención era usar el letrero como "diana" y entonces ocurrió la transformación... el letrero se volvió aquella criatura que batió las alas con fuerza y salió a cazar su almuerzo...

Ryvak abre los ojos con asombro... uno de los peligros que inducia el planeta Eteria, era divagar sobre las fantasías, pues son por lo general poco productivas, ya se lo advirtió Anne Gaunt: "Quisiera recordarte que la evocación es un poder importante que conlleva una gran responsabilidad, como todo lo que aprenderemos".

El joven mago cerró los ojos, se concentró profundamente... imagino a la criatura explotando y caer como una lluvia de plumas... lo cual ocurrió a pesar de que el ave estaba a más de nueve metros de distancia.  

Conforme con su "experimento exitoso", el joven peliverde guarda su arma mágica y camina contento a la orilla de la carretera con la intención de llegar a las primeras edificaciones para la próxima práctica con su cuff onírico...

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Melrose Moody – Finalista – Oceanía

En compañía de Catherine y Richard Moody. Sótano próximo al lago, en Luss.

«La prueba ha sido realizada con éxito» piensa Melrose «¿Y ahora qué?»

—Necesitamos comprobar esta hipótesis —prosigue Richard como si ellas no se hubieran quedado calladas por un buen rato, como sostenidas por sus afirmaciones—. Necesitamos estar seguros de que no estamos cometiendo un error.

Melrose tiene el horrible presentimiento de que eso implica experimentar con ella y no se equivoca.

—Melrose, extrae tu anillo de presencia.

Catherine se interpone entre ambos. La bruja luce enojada y eso es raro. Casi siempre, es casi solo como una sombra, que ayuda, apoya o asiente. Al menos, esa impresión es la que le había causado. De hecho, ni siquiera se siente como ella misma ¿por qué tiene se siente utilizada de repente? No es como si la actitud de Richard fuera distinta a la usual. Melrose no se siente ella misma en lo absoluto ¿cuándo le habían importado a ella todas esas cosas?

—Si sigues presionándola, su cuerpo no va a aguantar.

Richard aparta a Catherine hacia un lado y escribe algo en un trozo de pergamino. Hay una mesa, al fondo de ese pequeño sótano. Mel sospecha de que debe tratarse de algo que Richard no quiere que oiga, pues sabe que sus sentidos agudizados podrían captarlo en ese espacio cerrado. Sobre la mesa se encuentra el amuleto anti robo que Richard colocó para que nadie ajeno pudiera entrar en el sótano a robar el mineral. Siente ganas de patearlo lejos. Hermes no tiene la culpa pero no es un impulso fácil de dejar atrás.

Catherine y Richard vuelven y parece que el pelirrojo ganó la discusión porque lo siguiente que dice es:

—Melrose, necesito que te coloques el anillo de presencia.

La bruja se lo cala de mala gana ¿por cuánto tiempo va a continuar haciéndole caso? No tiene por qué, eso es lo que sabe.

—Bien, acércate al pozo —los ojos de Richard son cautos, ahora—, pasa tu dedo pulgar por encima del anillo y suelta una gota de la esencia... en el pozo. 

¿Es que acaso la bruja oyó bien? Tiene ganas de estrangularlo allí mismo. Richard debe notar también, porque empieza a calmarla enseguida. Le explica que no se trata de una decisión al azar y que lo habría hecho él mismo, pero no puede. Él no estuvo en Oceanía, no sabe cómo es que se sintió estar allí, qué ideas, que percepciones la invadieron en ese momento. Además, Melrose fue la única que tuvo contacto directo con la esfera, antes de que se disolviera en el pozo y empezaran a crecer esas extrañas algas. Richard no se ha atrevido a tocar directamente nada e incluso el tubo de ensayo con la pequeña porción de muestra había sido ya devuelto a su fuente original, así lo aseguró. Por eso, necesitaban que fuese ella la que hiciera ese experimento, porque sería la única capaz de extraer la información que necesitaban ¿Lo haría?

La bruja observa a la pareja de hermanos sin terminar de decidirse. Por fin, monta las escaleras y observa las aguas ¿es su impresión o empiezan a arremolinarse como si supieran que algo va a suceder?

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Goderic Slithering — Finalista — Eteria

Pocos segundos después de haber enviado el patronus, Fabian ingresa a la habitación luego de haber obtenido su permiso. Luce bastante cansado físicamente pero su rostro alegre demostraba que había disfrutado de su viaje cultural. Sabe que está lo suficientemente eufórico como para pasar toda la noche en vela contándole distintos detalles -probablemente muchos fueran innecesarios- sobre su breve estancia en la isla. Goderic sabe que se sentirá culpable por no poder estar ahí para escucharlo, así que se decide a dejar todo como está y quedarse un rato con su familia.

Decide ignorar la voz que escuchó en su interior, la que había respondido afirmativamente a su pregunta. Cree saber -más bien, siente- que el espíritu del mineral se había extinguido luego de confirmar su intención de destruir el portal en Stonehenge. Su mente divaga sobre la existencia de objetos mágicos que posean un espíritu propio, pero se concentra en el relato de su hijo quien se encontraba relatando la historia de la Recta Provincia, nombre con el cuál se conocía a la organización de los brujos locales.

—... y en la Cueva de Quicaví... — se detiene unos segundos y apunta al espejo que se encuentra en la mesa.—...Creo que te busca Emily.

Tomando el mango del espejo, lo utiliza para comunicarse con la bruja. Le explica el funcionamiento del anillo, su poder de enviarlos al mundo personal de la mente o ideas. Un objeto principalmente defensivo, súmamente defensivo permitiéndoles estar seguros ante cualquier desastre sin importar el tipo o la extensión de éste. Fue durante aquella charla, que Fabián, emocionado, propone el nombre como Anillo de Phaedo, en honor al escrito de Platón donde se habla de las almas, las ideas e, incluso, se nombra al éter. Pareciendo el nombre más adecuado, Goderic acepta la idea.

— Sigan discutiendo lo que deban discutir, yo me iré a descansar. Estoy realmente agotado.

El mago sabe que su hijo había decidido dar un paso al costado al percatarse de los planes de su padre de pasar tiempo lejos del barco en una de sus tantas misiones. Goderic suspira, pero sabe que debe continuar y también sabe que su hijo lo comprende, aunque seguramente en aquel mismo momento se sienta triste.

— Creo que debemos destruir el portal en Stonehenge. Que siga activo es más riesgoso que beneficioso ¿te imaginas que más magos obtengan y traigan más minerales? Probablemente habrán una serie de casos de combustión espontánea, huracanes atacando ciudades o terremotos devastando pueblos. Ya he recibido reportes de algunas cosas que, controladas, siguen siendo preocupantes.

» Yo iré y llamaré al resto de gente, incluyendo a un par de magos del SMS si es necesario para poder acabar con este peligro. No sé si quieres ir, pero si lo harás, prepárate. El patronus que te envié te guiará a la ubicación cuando decida el lugar idóneo para aparecernos. Nos vemos en unos 30 minutos, que también debo prepararme. Nos vemos allá. O no.

Deja el espejo en la mesa y toma el anillo de Phaedo con cuidado. Sabe que la comunicación con Emily fue cortada abruptamente pero no tenía la cabeza para hablar demasiados detalles y menos por un espejo comunicador. Necesita ir a hablar con su hijo y esa era su prioridad ahora.

Golpea con suavidad la puerta de la habitación de Fabian para entrar en ella. Luego de una breve conversación -que han tenido un sinnúmero de veces- Goderic le entrega el anillo para que lo cuide y se deja la habitación. Ordena su monedero de piel de moke, toma un par de pociones para mejorar su condición y, nuevamente, envía un patronus a @ Ellie Moody , @ Juliens y @ Kaori Moody con un mensaje concreto: iré a destruir el portal de Stonehenge, vengan si quieren los estaré esperando en 15 minutos. El lobo que se encontraba con @ Emily Karkarov , le hace entregar la ubicación para la reunión: a una distancia adecuada de la zona segura establecida por las autoridades mágicas del lugar.

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Harriet Travers- Finalista Interia

Cleo camina nerviosa junto a Harriet, cada vez más convencida conforme avanzan por el cenagoso camino a donde han ido a parar, que dirigirse a la Heredad ha sido un grave error de su señora. Es la primera que ambas incursionan en la residencia, y aunque Hattie se había visto ligeramente decepcionada de no encontrar a nadie esperando por ella en los bordes del terreno, su decisión se había reforzado y restándole importancia al críptico letrero desvencijado y apenas sostenido de un lado por un clavo, se había adentrado en la propiedad.

Desde entonces, no son muchas las palabras que han intercambiado durante ese trecho recorrido, pero es cuando vuelven a pasar por un árbol que la joven ya había marcado con un aspa sobre la corteza, que confirman que, de algún modo, están perdidas en ese lugar.

A ojos de Cleo, ya nada podía ponerse peor, pero como si alguien estuviese leyendo en su mente tan solo sus nefastos pensamientos, la esfera que hasta entonces había estado tranquila entre sus manos se agita levemente y al instante desaparece ¿por qué venia a mostrar su extraña inestabilidad precisamente en esos momentos? Casi agradecida de que Hattie esté distraída observando una planta que asegura que sirve para confeccionar ropa en comunidades indígenas exóticas, la jovencita está más decidida a encontrar a Guren al costo que sea, hasta que de pronto ambas pegan un grito cuando un roedor similar a un cuy pasa por entre sus piernas, y luego vuelven a gritar alborotadas, esta vez por causa de una alta mujer que Harriet cree recordar de un incidente en la feria parisina de Les erratiques. 

Cleo es la primera que, alzando la varita, conjura un hechizo aturdidor para evitar que la joven vaya a agredirlas, pero lejos de ayudar, el ataque solo sirve para que la mujer más enfurecida, termine reduciéndolas con bastante facilidad. Harriet está atónita por como incluso luego de ser maniatada, la mujer se atreve a amordazarla, simplemente para que su “alborotadora voz” no siga “molestando”. Está segura que a esas alturas ya docenas de bichos se le han trepado encima, pero el terror que todo el incidente le ha producido la mantiene paralizada, hasta que es el olor a chamuscado lo que hace que finalmente tenga que admitir para sí misma que ha sido una completa locura ir hacia la casa de esa familia, que ahora cree que tiene bien ganada su mala fama de turbia y excéntrica.

¿Por qué quien en su sano juicio podía permitir a semejantes maleantes estar rondando los terrenos?

El panorama es sombrío, pero de repente, la voz atronadora de Hessenordwood la saca de la angustia. No tiene idea de como es que el mago ha podido llegar hasta allí, pero no puede estar más agradecida de que como siempre, él parezca estar en el momento justo que lo necesita. Más pisadas y voces, que de a pocos va identificando también le confirman finalmente, que es un grupo mayor el que ha llegado hasta allí, y cuando aquella sucia tela con que las había cubierto cae, sus ojos se abren atónitos ante la escurridiza figura de Quintel Guillam.

Si los hombres de confianza de Hess estaban allí, no había nada que temer. Está intentando convencerse de ello pero... ¿Cómo era posible que incluso en esos momentos la maleante (Yanna) se atreviese a desafiarlo? ¿Quién era pues esa mujer? A las finales, todavía sin averiguar la identidad de la tipa, la ve hacerse a un lado refunfuñando que se le ha escapado la cena y que lo pagarán caro, y luego de eso, son las enguantadas manos de Guren las que la ayudan a liberarse, ponerse de pie, y acomodándose el moño y el vestido, componer la dignidad que siente que ha perdido con semejante “recibimiento”.

No esperaba que las cosas fueran de la manera que han resultado, y se siente tonta de haber venido allí, y de además querer increpar a Gurren por residir en semejante lugar rechazando su oferta de mudarse a Hampshire. Pese a ello, no es Hattie la clase de persona que pueda dar semejante espectáculo, así que tras respirar hondo, solo hace una inclinación de cabeza y es Cleo la que da un paso al frente para dirigirse al grupo de magos, explicando la ama de llaves de la razón por la que ella y su señora se encuentran de visita en la propiedad de los Ollivander.

—Señores, sé que venir hasta aquí a solicitar la presencia de Guren por más tiempo del estipulado excede las cláusulas del convenio establecido, pero le aseguro que la señora Travers recompensará esto como es debido- no tiene ella ánimo ni se sabe con el derecho de cuestionar a Hessenordwood, pero pesa más su indignación, lo que la hace soltar un último comentario mordaz tras su correcto pedido, que no duda que el sagaz mago será capaz de identificar- de la misma forma en que confío en que usted, señor Crouch, podrá garantizarnos que episodios tan atroces como el que acabamos de experimentar no vuelvan a suceder.

Si algo desea Cleo con todas sus fuerzas, es quedar a solas con Guren cuanto antes, pues la pérdida de la esfera la aterroriza casi tanto como las burlas de la maleante que tan desafiante se muestra ante el señor Crouch. Sin el batallón de elfos de los que dispone en Hampshire, encontrar el objeto realmente se le hace una tarea casi imposible, pero lo último que está dispuesta a hacer es admitir para su señora de aquel penoso inconveniente, por lo que lo único que le queda es confiar en la solvencia del administrador de la heredad para dirigir las cosas de la manera que más pueda favorecer a sus intereses.

Unos molestos ruidos, lastimando sus delicadas oídos, es lo que hace que Bel reaccione y abra el hocico en un bostezo enorme. A la sombra del árbol de ciclamor, que está a punto de florecer y llenar de coloridos tonos violetas sus ramas, la bruja que ha pasado otra noche merodeando los terrenos bajo su forma animaga, y algo entumecida por como ha estado enroscada sobre sí misma hasta entonces, estira las patas para sacarse del todo la modorra. Es entonces que nuevamente, el molesto ruido aparece.

Movida por su instinto, que no sabe si es el venido de su parte humana, de la animal, o una rara conjunción de ambos, avanza entre los senderos de barro donde todavía la marca de sus huellas alcanza a distinguirse, en busca del lugar de donde provienen esos agudos chillidos. Nunca antes se ha topado con sonidos semejantes, pues ha memorizado casi la totalidad de graznidos, zumbidos y aullidos de la variopinta fauna de la heredad,  hasta que cerca de la madriguera de un puñado de zarigüeyas, distingue un aroma particular que no duda en seguir, y es guiada por él que termina alcanzando un claro donde una pequeñísima figura de abundante pelaje, está tomando nerviosa, un poco de agua.

A simple vista, la criatura luce totalmente inofensiva, pero aunque no puede explicarlo, los pelos de su lomo erizándose le advierten que está frente a una cosa tan peligrosa, que todos sus sentidos solo le reclaman una cosa.

Que huya de ella.

Sin embargo, incluso antes que pueda tomar una decisión al respecto, el animal se gira y tras dejarle en evidencia que es consciente de su presencia,  automáticamente delante de sus ojos, muta a la forma de un jabalí. Aún sin procesar del todo lo que está sucediendo, Bel retrocede, pensando en que ahora que ha tomado esa forma corpulenta la embistirá, pero lejos de hacerlo, la bestia simplemente desaparece. 

¿Hacia dónde? Se ha salvado por los pelos esta vez, más la adrenalina que la recorre hace que una vez más, quizá irracionalmente, emprenda la marcha para dar con el paradero de la criatura, al costo que sea, pues le preocupa que termine provocando daños en los terrenos o incluso en alguno de los habitantes de la Heredad.

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Mica Burke — Finalista — Plaeria

- Mansión Gryffindor-

Se encogió de hombros ante la sorpresa de Mael al verla llegar con aquel libro entre sus manos. Aparentemente, él tenía otras cosas en su cabeza ya dando vueltas, ella, sin embargo, necesitaba algo más de inspiración. De todos modos, el mortífago ojeó las páginas desde donde podría tomarse varias ideas si así lo necesitaba. De seguro tendría ya sus propios planes, porque descartó el libro, dejándolo en manos de la Gryffindor nuevamente.

La castaña fue directamente a su objeto, o al menos al que pretendería recrear. Ella lo admiró un momento. Siempre como fenixiana había contado con su patronus para transmitir mensajes claros a quienes necesitase pero ¿sin él? ¿qué podría hacer sin aquella leona plateada que se materializaba con sus mejores recuerdos? Claramente la comunicación no era parte de sus capacidades sin contar con dicho hechizo que la Orden utilizaba con exclusividad como medio de comunicación.

Su “Susurrador” podría reemplazarla, incluso ser utilizado cuando los recuerdos felices estuviesen ausentes en su memoria. Eso pasaba mucho en el último tiempo, por ello precisamente le interesaba buscar alguna alternativa. El prototipo estaba hecho de metal, por lo que necesitaría metal también para lograr el suyo. Buscó en su bolso un pequeño caldero y no dudó pronunciar “Incendio” sobre unas ramitas, dispuestas sobre algo de Polen de lírios de fuego que puso sobre el terreno para no arruinarlo.

El caldero vacío sobre el fuego se calentó, la ojiverde dispuso las hierbas que el libro iba enunciando, las conocía gracias a sus saberes sobre pociones. Un poco de cada frasquito, los manejaba con habilidad y volvía a colocarlos entre sus pertenencias, en lo profundo del bolso. Los movimientos de varita no se hacían esperar, batiendo, agitando, calentando más, enviando algún hechizo que acompañase el proceso. ¿Minutos? ¿Horas? No supo cuánto tiempo le llevó completar el proceso, pues estaba absorta en la tarea.

Traducía el contenido del libro que mezclaba idiomas y runas, para poder aplicarlo de a poco en el proceso. Cuando terminó, una capa delgada de sudor cubría su frente, en pate por el calor emanado todo el tiempo desde el caldero. El fondo del mismo parecía estar formado por una capa de metal que buscaba tomar forma. Ya solo restaba los últimos detalles.

Fue hacia los restos de su mineral, el cual emanaba un brillo plateado, tomó la esfera con cuidado entre sus manos, la misma apenas podía contener todo lo que antes había sido un flujo compacto perfecto. El cristal se empezó a desgranar en sus manos, así que se movió rápido para que el contenido cayera en el caldero. Un movimiento de varita más, y cada parte del Mineral pasó a formar parte del objeto que, poco a poco pasaba a tomar forma.

El metal destellaba como si se tratase de plata, pero mirándolo al detalle podía verse la impronta del mineral en todas sus expresiones. Se trataba de una especie de tubo de unos quince centímetros de largo y no más de 3 de diámetro. Utilizó nuevamente polen de los lirios de fuego, esta vez en sus dedos, para poder tomarlo sin quemarse. Una leona podía verse, como tallada en el objeto, del cual pendía una cadena de plata que pronto iría a parar a su cuello.

Observó el medallón de Mael y cómo éste lo manipulaba para así apartarse unos metros del suelo. Sonrió, admirando al mago por su ingenio y creatividad. Ella fue más simple, pero no por ello estaba menos conforme con su creación.

-Buen trabajo- susurró acercando los labios al tubo metálico que acababa de crear, su voz sonaría nítida a oídos de Mael, pues esa era la función de su “susurrador”, dirigir sus mensajes a quienes quería como destinatarios.

-Aguamenti- apagó el fuego bajo el caldero, ya había terminado. 

@ Mael Blackfyre

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Melrose Moody – Finalista – Oceanía

En compañía de Catherine y Richard Moody. Sótano próximo al lago, en Luss.

Es casi como si la gota de su esencia cayera del anillo en cámara lenta. Ha pasado ya el pulgar y cuando la gota toca las aguas del pozo, se siente como si hubiesen atravesado su cabeza con un objeto punzocortante. El dolor, se mezcla con una sensación familiar: agua, que la rodea, asfixiándola. Es recordar el primer momento de su inserción en el mar, cuando no tenía idea de dónde estaba o por qué estaba allí, luego de atravesar un pilar en la ahora vigilada Stonehenge.

Es difícil mantenerse incólume, sin perder el equilibrio o doblar las rodillas. Cuando eso sucede, Richard está allí para sostenerla, y Catherine a su lado. Ella no entiende lo que está diciendo. Su mente parece encontrar en el agua aquello que encontró en el planeta: una red de túneles oscuros, algunos de ellos conduciendo hacia la oscuridad y otros hacia una luz más clara. Hay espacios con aire que le dan tregua y otros que están inundados y... justo en medio, una esencia poderosa y profunda, guardada con celo de cualquier intruso, para luego ser arrebatada de las raíces mismas de su descanso, ser separada de su planeta, de su centro. 

Mel suelta un grito de dolor y se toma las sienes. Richard intenta separar sus manos de su rostro para evitar que se haga daño pero es inútil. Sus mejillas sangran.

—Melrose, MEL, no estás allí ¡Reacciona! ¡Cierra tu mente!

A pesar del sinsentido y el desespero, el último llamado llega hasta el cerebro de la bruja. Recuerda las largas sesiones de la práctica de la oclumancia en Luss, junto con Catherine, repasando las lecciones de Sauda. Tiene razón, necesita controlarse, ella está...

—Túneles, túneles por donde se puede transitar en dos sentidos. Túneles algunos oscuros, otros claros —sus palabras suenan como el sueño febril de un enfermo, su voz entrecortada y temblorosa. Su cuerpo empieza a agitarse de manera alarmante—, una energía que llama a su fuente ¡Está llamándome!

 ¡Cierra tu mente! ¡Recuerda la oclumancia, maldita sea!

»Melrose empieza a cerrarlas una a una. Las puertas a donde quiere llegar el agua. La magia del anillo de presencia se intensifica, funcionando de una manera extraña y anormal, probablemente debido a la mezcla de poderes, pero ella persiste. Una a una, las puertas dejan el agua por fuera, hasta que toda esa oleada de líquido arremolinado es expulsada de ella cuando se cierra el enorme portón de su mente y todo queda fuera«.

Su cuerpo vuelve a tomar aire, tose, respira. Su agitación demora en irse, como si acabase de salir del pozo mismo y no como si solo hubiese enviado allí una gota de su esencia. Una vez la desesperación ha pasado, Mel se siente como si estuviera sedada. La información en su cabeza respecto a lo que hay en el pozo se vuelve más clara. Cuando ya se encuentra mejor, Richard la presiona para que siga analizando aquello que percibe. Ahora que su mente está a salvo, tiene que haber algo que pueda sacar en limpio de lo que se arremolina allí abajo. 

El brujo también se pregunta por qué el mineral afectó su mente. Esa debería haber sido la especialidad del lugar que él visitó, no el de Melrose. O al menos así lo había sospechado. 

—Los túneles —la bruja frunce el ceño y procede a corregirse—, quiero decir, la luz que sale del pozo, tiene que ser una extensión de la red del interior —su voz está cascada. Catherine le alcanza un vaso de agua que debe haber invocado—. Los haces de luz siguen llevándonos hacia otras fuentes de energía pero, la información que nosotros expulsamos desde nuestra ubicación... —Mel piensa en los túneles inundados, en ese lago silencioso que encontró al final de uno de los túneles y que la obligó a volverse por el mismo camino por el que había llegado, porque no podía seguir adelante y le daba miedo perturbar sus aguas— es como si se hubiera esfumado o como si hubieran haces cortados de raíz y otros que preservaron apenas trozos pequeños y bloqueados. 

Catherine se da cuenta de que Mel no quiere tomar el agua así que se la quita de las manos. Richard se encuentra a su lado observando las aguas. Por fin, se dirige a ella otra vez.

—Eso quiere decir que estaba en lo correcto —Mel alza una ceja para solicitar una mejor explicación—. La arena mágica del desierto, al igual que el resto de la magia Uzza, parece actuar de manera anormal en combinación con eso —Richard señala el agua que se arremolina—. Normalmente, es capaz de quitarle la visión a un oponente y también si la usas en pociones y le das un hervor —el tono de su voz era cínico. Bien que lo sabía Melrose, que lo había descubierto quedándose ciega por hacerlo. Habían sido unas horas muy divertidas tomándole el pelo—. En este caso, ha servido para cortar la línea de visión de esta fuente mágica, desde el exterior hacia nosotros... para bien  —Melrose se quedó reflexionando en el cómo había podido averiguar algo semejante—. Al menos eso espero, si lo que hice funciona. Una vez el frasco se llene, vuelve a probar con el divine intelect, para saber si estamos en lo correcto o si necesita ser renovada cada cierto tiempo.

"Estamos" sonaba a mucha gente, cuando las deducciones las había hecho él solo. Melrose se sentía como una est****a: se suponía que era ella la que había tomado la poción agudizadora de ingenio. Entonces escuchó un fuerte "thud". Catherine le había dado a Richard un sonoro golpe en la cabeza con la palma de la mano.

—Tiene que descansar. La vas a matar.

Acto seguido, le pasó una manta y un poco de chocolate que sin duda debía haber invocado desde la cocina en reemplazo del vaso de agua. Mel sintió ganas de llorar ¿de dónde le venía todo ese sentimentalismo? 

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Una muchacha joven, rubia, algo pálida y de ojos azules, esbelta, se acercó y posicionó a mi lado, frente a la puerta de las oficinas del Ministro. Al principio no la reconocí, pero enseguida mi cabeza relacionó ese rostro con Darla de alguna manera. Ella fue la primera en articular palabra, confirmándome con su pregunta que también había sido citada por Rory.

— Efectivamente señorita... —dudé unos instantes, pero algún recuerdo desperdigado vino en mi ayuda—. Black. —Recordar el nombre sería otra cuestión.

Sentí su mirada apoyada en mi cuello y llevé instintivamente la mano hacia allí. Tenía un corte del que no me había percatado, pero por la suerte de pertenecer al grupo de los semi-inmortales, no había sangre brotando de él, sino una exterma rojez, como si esta se mostrara completamente coagulada. Sonreí a la chica. ¿Aquella herida la había incitado? Sería un crimen que se le antojara incarle el diente a un semejante, ¿o no?

Las puertas se abrieron y un Auror nos acompañó hasta el despacho del Ministro. Allí Rory nos recibió con su calidez habitual, aunque la mención de su Dios y el deseo de que su paz estuviera conmigo me hizo torcer un poco el gesto. No llegué a gruñir porque me mordí la lengua, pero casi. Por mucho que me pesasen sus creencias, debía concederle aquellas cosas al Despard, y no porque fuera el Ministro, sino porque nunca olvidaría cómo nos conocimos. Y sus palabras posteriores no pudieron ser más acertadas.

— Eso parece —constaté antes de que nos agradeciera a ambos el acudir a su llamado.

El silencio se apoderó de la sala durante unos instantes, delicadamente rasgado por el tintineo de la bandeja que la secretaria del Ministro nos trajo con té y pastas. Imité a la Black y tomé una taza, esperando las palabras de Rory. Después de lo que pareció una seria meditación sobre qué palabras elegir para empezar, el Ministro habló. Recordé haber escuchado algo de lo ocurrido con la organización GRINCH; todas las reliquias de aquellas familias estaban registradas en la Oficina Cultural y hubo un importante revuelo tras lo sucedido durante la época navideña. Sin embargo, en cuanto escuché sus palabras siguientes mi cerebro olvidó todo aquello.

Había sido tremendamente ingenuo al pensar que el Ministro de Magia no se enteraría de nada. Como si no tuviera sistemas suficientes como para saber qué ocurría en cada rincón del Ministerio. Es cierto que nuestras acciones se habían extendido más allá de mi despacho, buscando un grupo de rastreadores, y sabía que simplemente al confiarle aquella información a Eric me había arriesgado. Pero me dio rabia, mucha, porque habíamos sido lo más discretos posibles. Rory no pareció molesto, y aquello me alivió. Es más, pareció interesado en que compartiésemos esa información. Aquello suponía que ya las "autoridades" estaban informadas y quién sabe si Rory había dado la orden de buscar a aquellos individuos y quitarles los minerales.

O quizá no.

Todavía podía confiar en la prudencia de aquel hombre, una cualidad destacable y bastante notable en su persona. Mencionó algo sobre spots en la radio, pero como era evidente, no había tenido ni un instante para pararme a escuchar nada. Entonces, comprendí sus intenciones. Como esperaba, él también quería velar por la integridad de quienes poseían las esferas, y sólo nos había citado para pedirnos consejo y ayuda. Kimberly Black habló. La escuché, pero de pronto me vi distraído por un mensaje que pasó volando por encima de mi hombro y se apoyó en mis manos, a la vista de todos los presentes. No pude evitar leerlo por encima, sin dejar de prestar atención a las palabras de la rubia.

— Mi plan era formar un equipo de investigación formado por especialistas que fuera a los planetas, comprobando su peligrosidad y si fuera posible mantenerlos abiertos o tener que cerrarlos —dije ante la petición de la muchacha—, pero primero quería comprobar el efecto y la importancia de los minerales sustraídos de los planetas. No sabemos cuán peligroso o beneficioso puede ser arriesgarnos a que alguien de ese equipo regrese con otra esfera, así que no deberíamos enviar a nadie hasta estar seguros. Por mucho que confiemos en ese equipo. —Miré firmemente a la rubia—. Tratemos de identificar a esa mujer sin adentrarnos en Plaeria.

Sentí la mirada curiosa de ambos sobre la nota que acababa de recibir y que mantenía abierta entre mis manos. Carraspeé para deshacer el nudo que se me formó en la garganta al volverla a leer con más atención.

— De hecho, creo que tenemos problemas más urgentes —miré a Kimberly y a Rory con la misma tribulación—. Es de Eric, mi secretario. Ha ido a investigar por qué se ha formado un gran temporal en Ottery. Las conclusiones no son buenas: ha habido derramamiento de sangre en la Gryffindor.

 

@ Rory Despard @ Darla Potter Black

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✤ Viajero de la noche ✤

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Anthony Ryvak Dracony - Finalista - Mineral Éter del planeta Eteria

 

Levantó la mirada al cielo, la punta de los árboles enmarcan un gris de la tarde despejada y fría, Anthony calcula que son cerca de las seis de la tarde, siguió avanzando por la orilla de la carretera, era un tramo solitario que parece alejar a circular sea de ida o vuelta. Tuvo que seguir por una hora más cuando se encontró con un grupo de jóvenes ruidosos que esperaban en una banca la llegada de un autobús al centro de la pequeña ciudad. Ryvak expulso el aire al sospechar que se trataba de alguna clase de pandilla, su compañero Jason presume de la pandilla de la cual es miembro y todas aquellas hazañas que realizan juntos.

El peliverde sigue caminando sin prestarles atención pero un par de aquellos jóvenes alzan sus voces llamándolo, él no se da por aludido, pretende pasar de lado hasta encontrar un grupo de menor número de integrantes, solo que los jovenzuelos son insistentes y hasta le preguntan si sabe "rascar las tripas de aquella guitarra o solo la lleva a empeñar". 

Ryvak se detiene en seco y  con un semblante serio los mira, las primeras edificaciones están a unos cuantos metros, bien puede irse sin hacer caso de los comentarios pero camina hacia el grupo al tiempo que baja de su hombro la cinta de la guitarra, con una actitud de alguien lleno de confianza, coloca su pie sobre el asiento de la banca y toca una cuartilla de una pieza de rock para luego cortar la interpretación preguntando si les interesa seguir escuchando su música, los jóvenes se miran entre si y luego le invitan a ir a un pequeño bar para mostrarles que tan bueno es, a lo que el ojimiel acepta y se marchan juntos.

Sin problema Ryvak identifica que aquellos jóvenes son muggles pero son el tipo de personas que pueden tomarse como sujetos de prueba, tal vez mucho más fáciles de afectar por su debilidad mental, al ser conducido por el grupo, Anthony llega sin problema al citado bar que tiene muy poca asistencia, quizás por la hora, pero para el plan que tiene el joven mago, es la mejor de las condiciones.

Al frente de las mesas, se encuentra un pequeño escenario y Ryvak se encamina para subir a el cuando lo detienen y le dicen que debe ganarse el derecho de usarlo cuando consiga que los presentes aplaudan al oírle tocar. Anthony los mira hosco por varios segundos, después con agilidad sube sobre unas de las mesas y toca una  pieza completa bastante movida que la gente acompaña con palmadas de manos y pies, además de algunos silbidos, por lo que al terminar, la aclamación es unánime y le indican que puede ir por atrás del telón para alistar su presentación oficial...

Ryvak baja de la mesa de un brinco, con gesto altivo se dirige a pequeño escenario por una escalera del lado derecho, el telón rojo oculta unas bambalinas negras, hay personal en la parte superior, dos hombres que se encargan de las luces y el telón, el peliverde necesita ser discreto, aguarda a que coloquen los reflectores y realicen la señal de que puede continuar, entonces usa su varita mágica contra ellos -- Desmaius -- Ambos sujetos caen sin sentido.

Ryvak busca por el lugar por si hay cámaras de seguridad, halla una en una esquina y sin más la hace estallar en pedazos -- Confringo -- ahora solo debe colocarse al centro y lo más al frente pero para evitar que alguien describa el suceso, se dirige a sí mismo la varita -- Cave Inimicum -- El hechizo de ocultamiento es ideal para que nadie sea testigo de sus acciones.

Anthony pasa al frente e invoca su arma mágica -- Vara de Cristal -- su varita crece hasta convertirse en una vara de material mágico irrompible de apariencia de cristal color turquesa, ahora que tiene la certeza que la magia es canalizada con los deseos más profundos de la mente, solo le basta elegir el conjuro adecuado.

 -- Delirium -- Ryvak tiene el propósito de alterar las ideas y provocar alucinaciones que dependían del pensamiento de cada persona que sea alcanzado por el poder del mineral éter, todas las personas dentro de la zona de 50 metros cuadrados son afectadas por ese poder extraterrestre, al estar equipado a la vara de cristal, el efecto fue inmediato, aquel fluido invisible apareció alrededor de cada individuo induciéndolo a un sueño profundo, algunos sonreían al vivenciar sus fantasías anheladas, pero otros se agitaban y gritaban de miedo atroz por las pesadillas en las que se ven envueltos.

Dracony puede observar como hay diferentes grados de reacciones, algunos sufren ataques de pánico, algunos de los que sueñan, olvidad la realidad y actúan de manera irracional desencadenando resultados impredecibles para cada pensante. Los afectados por sus propias pesadillas, atacan a los demás creyendo que son parte de la pesadilla y los fantasiosos se vuelven las victimas de los más aterrados. 

El ojimiel se pasea por entre las mesas... los pensamientos son poderosos... sea la fantasía o la pesadilla lo que les envuelva, los resultados son nefastos, algunos creyendo poder volar, se arrojan desde gran altura, otros en su loca huida, caen heridos gravemente por atravesar cristales y barreras sólidas... además hay criaturas y monstruos que se materializan por la fuerza del pensamiento de algunos hombres, por lo que el caos se desata incontrolable... -- Será mejor que pare esto. Finite Delirium -- Cada persona del lugar, cayo inconsciente al suelo, algunos heridos, otros solo mallugados... pero en definitiva, el experimento fue de lo más alucinante. 

Para Ryvak fue el momento de retirarse y volver a recuperar su baúl, mejor ir de vuelta con sus amigos en el callejón Diagón.

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Melrose Moody – Finalista – Oceanía

En compañía de Catherine y Richard Moody. Sótano próximo al lago, en Luss

Había pasado ya una hora mientras se sentaba, descansaba y, por momentos, iba a observar el pozo haciendo uso del divine intelect. La manifestación del anillo de presencia no cesaba de brindarle información respecto a la conformación del núcleo del mineral. Sin embargo, con su mente ya protegida frente a la invasión de ese cúmulo de percepciones, podía analizar en frío y confirmar lo que Richard había preguntado. 

—Se debilita —dijo por fin, incorporándose, dejando la taza en la mesa de trabajo y descorchando el contenedor de la arena mágica del desierto—. Necesita refuerzo.

La bruja volvió a verter la arena mágica del desierto en el pozo, en aquella oportunidad teniendo cuidado con sus ojos, usando las antiparras que Richard había traído de la cabaña de las pociones. Ya el mineral no era capaz de brindar información hacia el resto de los puntos de los haces de luz. Todo lo que quedaba de ellos era lo proveniente del exterior, que los nutría de información sobre otras ubicaciones remotas. Richard seguía cuestionándola respecto a por qué había dicho que tenía que ir hacia el "centro" y que estaba llamándola pero Melrose no sabía qué responder.

—Creo que podríamos encontrar respuestas si buscamos el otro extremo de uno de estos haces de luz.

A Richard no le gustaba la idea. De todos modos, con las comprobaciones ya hechas no les quedaban muchas opciones. Utilizando el monóculo de la claridad, la bruja pudo comprobar cuál era el haz de luz más grueso, como nutrido de esa extraña magia, para poder seguirlo. Luego de que utilizaran la arena, el tono original de un celeste intenso, había adoptado un brillo más sosegado. 

Aún con el divine intelect encima, Melrose salió al exterior a realizar comprobaciones y, tal como había temido, los haces de luz no eran lo suficientemente visibles y poderosos alejados de su origen, como para poder seguirlos. Richard estaba preocupado. 

—Nos estamos quedando sin opciones —mascullaba.

Mel, mientras tanto, no dejaba de pensar en uno de los artilugios favoritos del brujo, que en esos momentos descansaba sobre la mesa de trabajo: un viejo sextante, que tenía la particularidad de tener como base circular sobre la que giraba la alidada, una sólida bola de oro. La muchacha intentó explicarles entonces que tal vez sería posible colocar el mineral dentro de la bola de oro de alguna forma. Richard no quería ni pensarlo. 

—¿Estás loca? —todo el frenesí hacía que se expresara sin rodeos ni diplomacias, que era lo normal en su estilo— Eso es una reliquia que no tiene precio, hay cosas mucho más baratas que podemos sacrificar.

»¿No lo entiendes?« masculló entonces Melrose algo acelerada también, tal vez, debido a la poción agudizadora de ingenio »El sextante no solo habrá de ayudarnos a contener el agua del centro, si no también a medir el ángulo para llegar a través de los haces de luz...«

La bruja había conseguido llamar la atención de Richard. Si lo pensaban con detenimiento, era muy difícil realizar el proceso de rastreo de esas luces tan solo por un sentido rudimentario de orientación. Ni siquiera ella, una licántropo especializada en magia experimental y rastreo, podía llegar a eso; requerían un instrumento preciso de medición para saber hacia dónde los estaban llevando esas luces. Richard no quiso oír hablar de sacrificar la bola de oro (al parecer, había un componente sentimental en todo eso) pero le dijo a Melrose que tal vez podrían arreglárselas fabricando algo distinto... una alternativa. Al inicio, ella no entendió a qué podía referirse. Catherine lo dijo más claro:

—Melrose, tu eres una paladín ¿no es cierto?

Mel cayó en cuenta entonces lo que Richard intentaba decir: el templo paladín, los yunques, los hornos y Höōr. Ella no podría pedirle favor semejante al Æsir, así que tendría que intentarlo por sí misma, con lo poco que había aprendido acerca del arte de forjar armas. Lo que le daba esperanzas, era que no se trataba de una espada o un escudo. Si bien la esfera que requeriría para el sextante tenía que ser del tamaño preciso y bien calibrada, no era nada más que una pequeña herramienta. Tal vez podría lograrlo.

Se pondría en camino.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Ludwig Malfoy – Finalista – Vulkos - Teniendo a Mordred Deschain bajo custodia 
Castillo Haughton
Tomando con violencia la sangre de la quinta persona– Benjamin Whisper


Mientras el Deschain se encontraba atrapado por los efectos del levicorpus de Benjamin Whisper, Ludwig Malfoy pudo abrir los ojos, finalmente se había recuperado del desmaius de su enemigo y por primera vez en mucho tiempo estaba totalmente libre de las ataduras, los efectos de obedire y del imperius finalmente habían desaparecido y le costaba trabajo entender todo lo que había pasado en aquellas horas. Recordaba todo pero como si lo hubiera visto en tercera persona, por más que había intentado controlar su cuerpo no había tenido éxito y siguiendo las órdenes de aquel mago tenebroso había logrado dañar a gente muy valiosa para el.

Ahora que se encontraba consiente y recordaba todo lo que había realizado solo quería cumplir con la misión de matar a Mordred y finalmente acabar con el terror que se había encargado de sembrar en su vida sin embargo al momento en que vio como caía la tabla del bolsillo de aquel niño su mente recordó a la perfección el como le había explicado el motivo de la enfermedad extraña de su prometido, tenía que destruirla antes de que se liberara y pudiera escapar por lo que invocó a su daga kansho la cual se materializó inmediatamente en su mano.

Se colocó justo frente al Tabullae Defixionum y empuñó la daga con fuerza para destruirlo en su totalidad, era la primera vez que lo hacía pues recientemente se había vinculado con el libro de los ancestros y no estaba seguro de que tan efectivo sería su poder sin embargo para su sorpresa la tabla emitió una luz roja bastante deslumbrante y después de recibir el impacto de la daga, en automático la tabla se rompió en dos. Su poder se había acabado finalmente Cillian estaba fuera de peligro. Ludwig corrió hacia su amor y lo abrazó.

-Cillian, perdóname por favor, te juro que yo no quería hacerte daño el me obligó – lo abrazó fuertemente y mientras le enseñaba los fragmentos de la tabla rota - ¿Cómo te sientes?, esto debería ser suficiente para curar tu enfermedad – miró a Benjamín quien estaba sangrando debido a los cortes de Mordred – lo lamento no quería involucrar a nadie más, esto parece ser una venganza personal espero el daño no haya sido tan grave.

Ahora que tenían atrapado a Mordred, el Malfoy pensó que sería un buen momento para quitarle aquel mineral peligroso por lo que le arrebató el mineral y regresó con Benjamin para tomar un poco de la sangre que el reportero había perdido, después de todo había sido una herida realizada con violencia y ese era el requisito más importante para activar aquella roca. De inmediato el mineral se volvió a encender, el brillo era cada vez más resplandeciente y las runas se movían al contacto con aquella sangre.

Fue entonces que Mordred pudo aprovechar la situación para liberarse, mientras todo aquello ocurría apretó su varita y dijo – liberacorpus – cayó al piso, libre de la maldición de Benjamin, tenía que ser rápido y obtener su mineral lo antes posible por lo que dijo – vara de cristal – su varita mágica entonces se comenzó a alargar y a formar un bastón de color negro – sectusempra – el efecto fue inmediato, Cillian había recibido el hechizo, su cuerpo se llenó de llagas y heridas profundas mientras la sangre comenzaba a salir con rápides. Era la distracción perfecta.

 

@ Cillian Haughton  @ Rory Despard

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