♥ Familia Tonks ♥ (MM B: 78211)

[Ela Karoline]

La respuesta de su sobrina Perenela no se hizo esperar, no negó estar llorando aunque si trato de limpiar el rastro de aquellas lágrimas, pero lo más importantes es que la rubia suspiro aliviada al saber que el causante de aquel silencioso llanto no era Sean el novio de la chica, sino por la boda de su hermana.

 

-¡Cierto! las mujeres debemos llorar en las bodas- bromeo ofreciéndole un pañuelo desechable que nunca faltaba en su bolso de mano y menos en aquellos días donde la sensibilidad se ponía de manifiesto.

 

-Tu y Jessie ¿Son muy unidas?- dijo en tono bajo pero audible al ver que la chica se acomodaba al abrigo del brazo de su esposo dejando al mago en el medio de ambas.

 

Por un momento sus orbes se fueron tras la figuta de la novia, cosa que le hizo recordar cierta conversación sostenida con su esposo en el Vociferador, alejo el recuerdo de su mente y trato de centrarse en el presente inmediato donde los protagonistas eran su sobrina Jessie y su hijo Vladimir.

[Perenela Arya Grindewald Potter Blue]

-Si bastante unidas... Cuando cada una salía de casa nos mánteníamos en contacto, creo que le he escrito más cartas a mi hermana que a mi propia madre. Entrenabamos juntas, le ayudaba con sus estudios y nos cabriamos las espaldas con las cuestiones de las citas- le respondí a mi tía, suspire un poco al tomar el pañuelo que me tendía y limpie mi rostro quitando los rastros de maquillaje de debajo de los ojos:

 

-Saben como es mamá, quiere saberlo todo del chico en cuestión antes de siquiera se desarrolle la cita. Y siempre está buscando.que las cosas se desarrollen en sus términos, así nos mantienen en control por si algo sale mal pero no siempre es bueno, así que cuando alguna tenía una cita o algo que hacer fuera la otra la cubría por si mi madre preguntaba.

 

-y ahora mi hermana mayor se casa, será esposa, se hará madre, tendrá su propia familia y espero que sea feliz... Porque se lo merece.

 

Me calle la boca al ver que me había puesto toda sencible y baje la vista mientras pasaba el pañuelo bajo mis ojos.

[Reena Vladimir]

El paseo no fue mucho, de mi casa a la de mi tío. Iba vestida de forma discreta con un vestido entre amarillo y verde, unos zapatos sin tacón, por si debía estar mucho tiempo de pié y el pelo, simplemente trenzado.

 

No quería retrasarme cuando se trataba de trabajo y dado que la ceremonia debía supervisarla, sin mi no se podía hacer nada.

 

Seguí a todo aquel que vi y por si alguien me cortaba el paso llevaba la acreditación del ministerio, que seguramente me abriría las puertas de cualquier sitio, aunque yo solo deseaba llegar al altar, ponerme a un lado, sobrevivir a la ceremonia y luego hacer llegar al ministerio mi conformidad con el proceso, dando lugar al certificado.

 

Podía pasar hasta sin tarta, ya que, nadie me había invitado como parte familiar.

 

Mirando a mi alrededor, paseé por el lugar a la espera de acontecimientos.

 

 

Off: Siento la tardanza

[Sagitas E. Potter Blue]

*Por fin, representación SAW, ya podemos hacer la boda*

 

 

 

-- ¡Lo encontré! -- grité, al aparecerme en la Tonks con un caliz dorado en las manos. Tropecé con algo y por poco me llevo por delante a un elfo que pasaba con una bandeja. -- ¡Lo encontré!

 

No creo que hiciera falta la repetición pero lo elevé por encima de mi cabeza como si fuera un trofeo. En realidad, lo era. Sin el cáliz de oro no podía casar a mi hija. Era una sacerdotisa que cree en la mala suerte, y dicen que una boda sin un cáliz sagrado, se rompe en menos de un año. Y ya que había cedido ante el bodorrio de mi hija pequeña, al menos que durara.

 

-- Lo tengo, lo tengo... Ya podemos... Podemos iniciar la boda...

 

Jadeaba y miraba a los lados, desubicada. Eso de la Red Flu no me terminaba de gustar. Creo que había manchado un poco desde la Lockhart con polvos por el suelo.

 

-- ¿Dónde están los novios? ¿Y el padrino? ¿Y la sacerdotisa? ¿Ha llegado Xell? ¿Aún queda tarta? ¡Oh, Reena, ya has llegado! ¿Es que soy la última en llegar a la boda?

 

Me sacudí el polvo grisáceo de los polvos flu en mi traje de Suma Sacerdotisa y sonreí a los presentes.

 

-- ¿Cuándo empezamos?

[Ela Karoline]

Cye sonrió al escuchar las palabras de Perenela, lo que les contaba de sus vivencias era hermoso, ella nunca había contado con una hermana o hermano al que secundar, proteger o simplemente acusar, ser hija único era una existencia solitaria, se pedía tanto a cambio de aquello que casi lo consideraba un pecado, los padres solían esperar tanto de aquel hijo único, como si este tuviera más manos, dos cerebros y el día tuviera el doble de horas para estar a la altura de las expectativas, pero eso no le pasaría a su bebe… cuando lo tuviera.

 

-Bueno se casa, formara su familia como dices, pero jamás dejara de ser tu hermana y cómplice, ahora es cuando más cosas tendrán que compartir, cuando más necesitara apañarse en ti, porque eres el lazo que la une con el pasado y con su esencia, tu cercanía le recordara en horas agobiantes que en ella vive la libertad y que todo lo puede- Si, el matrimonio aunque resultase el más feliz de mundo, a veces podía agobiar a las personas, porque quizás se exigían demasiado y también porque era un cambio muy grande de la individualidad a la dualidad, ya no solo importa uno y no se velaba por uno, sino que de a poco más seres dependerán de ti y de tus decisiones.

 

-Ya han llegado el Ministerio y la Oficiante- Anuncio la voz que no conocía pero que seguramente era de la Hacienda al servicio de Ishaya, seguramente se refería a Sagitas y a Reena que si mal no estaba había vuelto a trabajar en el SAW y era quien certificaba la boda. Un suspiro de alivio salió de su pecho y algo de los nervios se esfumaron con él, la boda pronto comenzaría.

[Matt Blackner]

Aun estaba con Jesse. Me la había llevado un poco aparte para qeu asi se relajara. Lo único qeu hacía falta era que comenzara a hiperventilar por los nervios y encima me echaran a mi la culpa de una novia desmayada de pánico.

 

- Va Jess, tranquila...irá bien, ya verás. - le dije sonriéndole.

 

Unas voces, gritos de alegría y un pequeño quejido...me di la vuelta y me encontré con Sagitas, qeu parecía soltar algo de hollín de una chimenea pero sostenía feliz un cáliz dorado, seguramente necesario para la ceremonia que estaba a punto de oficiar. Suspiré, aguantando al risa por la escena.

 

- Espera aqui, voy a ver que pasa. - le pedí a mi hermana, alejándome del escondite.

 

llegué hasta Sagitas riendo.

- Ni que te hubieran dicho qeu eso te daría la vida eterna... - saludé. - Tienes aqui al padrino y la novia está escondida hasta qeu se calme. Pero....alguien podría decirme qeu tengo qeu hacer? - pregunté. Porque no tenía ni idea de que papel me tocaba como padrino.

[Sagitas E. Potter Blue]

-- ¿La vida eterna? A los dioses demos gracias, no sirve para eso, pero vamos, es de buena boda tener un cáliz de oro o de plata con la que beber el vino de la Vida para garantizar que sea un matrimonio con muchos bienes. Pura ceremonia, pero soy muy tradicional. A propósito, ¿dónde está tu hermana? ¿Llegó viva a la mansión? Mira que el pseudosecuestro del confesionario me asustó hasta a mí, que sabía lo que iba a pasar.

 

Avancé unos pasos, mirando a los presentes, buscando a Xell, pero no la veía.

 

-- Oye, Matt, ¿perdimos a la sacerdotisa que ha de oficiar la boda? Mira que se ha de estrenar hoy. Yo vengo de ayudante, pero... ¿Llegó Cye? A ver si es que he perdido a las sacerdotisas por el camino...

 

Pero vi a mi cuñada, no muy lejos, hablando con los invitados a la boda, así que le saludé con un gesto de cabeza. Yo lucía mi traje oficial de ceremonia como Suma; no era cuestión de comenzar a saltar para que me viera. Ante todo, un respeto por los ropajes que lucía, que eran muy importantes para afear su significado en público.

 

-- Bueno, me gustaría abrazar a la novia, antes de que sea una mujer desposada.... ¿Dónde se encuentra?

[Reena Vladimir]

Saludé a mi tía que todavía llegaba mas tarde que yo y me acerqué a Matt que parecía un flan.

 

-Venga primo que solo tienes que recorrer un pasillo y mi prima te va a llevar de la manita...

 

Le tomé el pelo porque había sido muy fácil, pero tras darle un apretón en el hombro, me alejé y fui a tomar posiciones junto al altar para que todo aquello empezase. Aunque realmente que se retrasase un poco me venía mejor. Total, yo cobraba por horas ese tipo de eventos.

 

Me toqueteé el pelo de forma nerviosa y luego busqué una silla en la que aposentarme durante la ceremonia, si me quedaba en pie iba a querer acabar pronto y una paga extra no estaba de mas.

[Xell Vladimir Potter Black]

Estornudé al salir de la chimenea. No sé como había podido perderme. Juro que dije "mansión Tonks" desde la cada de mi tía Cye, en la Lockhart. Supongo que fueron los nervios, que aparecí en otro lugar que no tiene nada que ver con una ceremonia. Y, además, me tomaron por quien no era, pues me instaron a bailar y me enseñaban billetes verdes de un dolar. Salí corriendo y me metí en otra chimenea.

 

Me asomé a la habitación, por si acaso había vuelto a confundirme. Allá estaban todos. Los primos, las tías, el tío, mi madre... Suspiré con fuerza y, entonces, me puse más nerviosa todavía. Tragué saliva y noté que tenía la garganta completamente seca. Tal vez era efectos de los polvos flu, o de los nervios. Carraspeé y paré a un elfo.

 

- Elfito, ¿puedes traerme algo de agua? Estoy seca.

 

No estaba preparada. Lo mejor era que me fuera, que no me vieran. Pero el elfo llegó con un vasito de agua y lo bebí de un trago. Estaba fresquita.

 

¿Huía?

 

Pero después vi a la tía Cye, animada con la boda de su hijo. La tía Sagitas hablaba de forma animada con el primo Matt, mi prima Perenela estaba allá con Sean, mi madre esperaba en el altar a que llegara. Aspiré, respiré con fuerza, me atraganté un poco, solté el aire...

 

Avancé despacio, con el traje de sacerdotisa recién estrenado y con la capa blanca y dorada que me había regalado mi madre en el Confesionario. Llegué a su altura y le sonreí.

 

- Estoy lista, madre. Puede empezar la boda.

 

Ya no podía echarme marcha atrás. Cuanto antes empezara, antes acabaría con la ceremonia.

[Reena Vladimir]

Un punto blanco empezó a acercarse y pensé que era la novia, pero no. Sonreí al darme cuenta de que se trataba de mi hija, estaba preciosa y cuando se acercó, yo me levanté de mi silla.

 

-La luz te guíe hija.

 

Me llevé dos dedos a los labios y luego a la frente, como saludo, para un instante después acercarme y besarle la frente a la mujer que tenía delante. Le acaricié un mechón impoluto, del pelo y luego la dejé ir. Si ella era la que oficiaría la ceremonia, entonces debía sentirme doblemente orgullosa de ella, era fantástica.

 

-Mucha suerte cielo mio -susurré mas para mí que para ella, porque estaba segura de que si se dejaba llevar por el instinto, llevaría a aquella ceremonia a buen puerto. Ella podía con esa la ceremonia y con mas.