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Legilimancia


Rosália Pereira
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Por fin había llegado el momento en el que el joven consiguió los conocimientos necesarios para poder cursar una habilidad. No le había costado mucho las cursadas, lo que lo había demorado era el hecho de que le costó demasiado conseguir el dinero. Pensó que debería ser todo gratis, de esa manera, todos los magos que quisieran expandir sus habilidades podrían hacerse más poderosos. Sin embargo, tanto en el mundo mágico, como en el muggle, el dinero seguía siendo algo muy importante.

Luego de pagar la matricula de la habilidad. Le informaron donde debía presentarse para poder cursarla. Le habían dicho que debía buscar a una mujer llamada Rosalia, que era la encargada de enseñar la habilidad. Sin perder ni un minuto más, se dirigió la lugar donde la encontraría. Al llegar notó que ya había personas allí. Al parecer el arte de leer la mente de las personas era muy popular.

- Buenas tardes, soy Arcanus. - Dijo el joven presentándose a la Arcana Rosalía. - No hace falta ni que intente leer mi mente, quiero terminar esto rápido para poder adquirir nuevas habilidades. - Exclamó seguidamente. Arcanus siempre solía decir todo lo que pensaba, además le parecía alto tonto intentar mentirle a la Arcana que dominaba la habilidad a la perfección.

Lo que más le llamaba la atención al joven de la Legilimancia, era que sería fundamental para poder expandir aún más sus habilidades en el arte del duelo. Ya sea para conocer el pasado de sus rivales, o para utilizarlo durante las batallas anticipándose a los movimientos de sus rivales. Sin duda le sería de mucha utilidad.

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  • 2 semanas más tarde...

Era tan hermoso poder entrar a la mente de las personas, sobre todo de aquellas que se devoraban el mundo, ya que mediante esas personas podía encontrar lo maravilloso que era el mundo a los ojos de estas. Lukyan quedó maravillado por los recuerdos y la claridad de las imágenes en la mente de Rosália por un instante creyó que estaba parado a mitad de la selva amazónica contemplando lo que era un hermoso atardecer, pues el cambio de los colores en el cielo eran parte de aquel bonito recuerdo por parte de la Arcana. Aquel era su momento para dar un giro radical a lo que le mostraba.

Empezó por generar un pequeño ruido casi imperceptible a lo lejos, tal como los primeros sonidos a la distancia que se escuchaba de panteras, tigres y más animales que corrían por aquel sitio, en esta ocasión los sonidos no provenían de animales, al menos no todos, era el sonido que hacía el fuego cuando empezaba a consumir todo lo que había a su alrededor. Entre más abrasadoras eran las llamas de aquel incendió los sonidos de los animales asustados por lo que pasaba se escuchaban más cercanos a donde ellos se encontraban.

“Tengo el control de mis sentimientos, Arcana Pereira, ¿usted tiene control de los suyos?” Le cuestionó a la vez de que podía ver como el fuego que estaba a kilómetros de distancia levantaba ya una humareda de varios kilómetros de alto. Quizá aquello era suficiente, no era necesario seguir modificando aquel grato momento o eso era lo que él pensaba al momento de salir de la mente de la Arcana buscando algún indicio de que lo estaba haciendo bien, ya que nunca había utilizado su habilidad nata para modificar recuerdos a su placer.

—Arcana, siempre creí que la Legeremancia únicamente se limitaba en poder entrar a la mente del otro, así como que la Oclumancia se dedicaba a mantener a las personas alejadas de lo más profundo de nuestras mentes. —comenzó a hablar mientras miraba a su alrededor. —¿Será posible que me deje entrar a su mente sin llegar a un escenario elegido por usted?

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La mente de Rosália Pereira se había perdido en un mar inmenso, oscuro y profundo. Sus pensamientos se veían bloqueados por nubes grises demasiado densas para saber lo que estaba ocurriendo alrededor. Era magia muy antigua, eran cosas inexplicables, pero a oídos mortales podían llamarlo La Posesión, un fenómeno que regresaba cada vez más seguido contra la Arcana de la Legilimancia.

Para desgracia de muchos, le había ocurrido en medio de sus enseñanzas. Su mente se había divagado en cualquier dirección, como si se tratara de una identidad aparte. Le costó mucho tiempo a la pelirroja poder encajar sus partes nuevamente para volver a ser ella. Muchas semanas. Se juntaba incluso con algunos hechos ocurridos en el mundo mágico que habían atravesado a la Arcana de manera extraña, como si cambiaran su sintonía.

Pupilos… pupilas…—la voz de Rosália era como una brisa de verano que recorrían las hojas del lugar, como una caricia al alma. Llamaba entre susurros. Sus ojos ámbar se posaron en su anillo de la habilidad, notando como portaba un brillo característico y una magia contenida durante milenios, con la sumatoria de todas las personas que tenían un anillo igual—. Debemos reencontrarnos en el Invernadero. Ya.

No iba a pedirles disculpas, porque cada uno de los presentes había ido con una sola misión: obtener la habilidad de leer mentes. Y no para escuchar cuentos insensatos. Tomó su Vara de Cristal, que brilló como las esmeraldas y cortaba el aire cada vez. Realizaba un movimiento líneas de arriba hacia abajo creando aquel portal con el Haz de la Noche, para avanzar con un pie y asomar su cabeza del otro lado. Así repitió eso cinco veces, uno por cada uno.

Te espero aquí mismo, ven, continuaremos con tu camino. Nos espera un largo recorrido —se aferraba al borde del portal, con aquellas manos que eran como enredaderas. Su cabellera tan roja como el fuego, caía sobre su espalda como raíces. Sus ojos eran realmente llamativos y se posaban en cada uno para llamarlos donde se encontraran y fueran a ése lugar. Permitió que esos portales se mantuvieran abiertos para  que llegaran ante ella. Pero no durarían para siempre. Era una invitación a re-iniciar su camino.

@ Eobard Thawne  @ Azrael Lycan  @ Darla Potter Black  @ Arcanus  @ Souichirou Mima

Tenía algunas preguntas surgidas desde sus alumnos. Pero esperó a que ellos llegaran a aquel invernadero, un sitio realmente hermoso. Sus paredes eran finas maderas con cristales que parecían agua. El techo estaba encantado para que no tapara el cielo. Las ramas de los árboles más altos se doblaban entre sí para crear aquel techo con algunas hojas decorando todo. El suelo era un piso liso, de piedra gris clara. En el medio había una pequeña fuente, con dos o tres esferas de diferentes colores, que se juntaban, giraban, saltaban y cambiaban de color, por cada uno de los chorros de agua, que salía a la superficie a bailar y se volvía a sumergir.

Lamento por la intromisión que hubo. Me siento muy apenada por interrumpir su camino —miró uno a uno a sus alumnos, aunque desde ése momento, no dependía de ella si decidían ofenderse. No había demasiado tiempo que perder. Era una nueva oportunidad de aprender la habilidad, al menos que quisieran quedarse atrás. Continuó hablando: — Les enseñaré a perfeccionar una manera de legilimancia, aunque haya otras formas —miró a Darla, con un guiño del ojo. Ahora miró a Arcanus—. Lo cual les servirá para muchas cosas, si —el joven lo usaría para los duelos, claro estaba. ¿Y si ambos duelistas eran legilimantes?

Y no, señor Lukyan, no puede entrar a mi mente. Nadie puede. Ni yo misma —intentaba sonreír para hacer de cuenta que era un chiste. Pero no lo era. ¿Desde cuándo Rosália hacía chistes?—. Empecemos. La magia de los legilimantes es única. Porque cada mente es única. Pero como todo proceso, deberemos a empezar desde el principio. Me gustaría que empecemos con poder poner la mente en blanco. Es el primer paso, si eso no ocurre, no sólo será imposible leer mentes, sino que seremos vulnerables ante cualquiera. ¿están listo?

Rosália Pereira les señaló el piso. Si, podrían sentarse, solamente nos llevaría unos instantes.

 

______________________________________________________

con @ Cillian  

¿Por qué hay una persona a la que no conozco dentro de mis recuerdos? —exclamó Cillian.

Rosália estaba a un costado del joven mago, observándolo detenidamente. Acarició sus cabellos y los depositó por encima de su hombro derecho. Aquella vestimenta que portaba se ajustaba a su cuerpo, y las hojas apuntaban al sol. Esperó que Cillian escuchara sus propias palabras. El joven había dado unos pasos más que los cinco anteriores, solo un poco más. No podía hacerlo retroceder en su conocimiento.

Porque representa tu miedo a tu propia mente. Porque haz empezado con el pie izquierdo. Y porque piensas mucho, joven. Deberás aprender primero a dejar tu mente en blanco. Deberás acomodar tu mente, si quieres leer la mente de los demás. ¿O eres capaz de prestar atención por igual a dos libros al mismo tiempo? —lo miró desafiante, mientras Rosália movía su mano, su Anillo brillaba y aquel hombre desaparecía.

Respira profundo. Quita toda imagen, emoción y pensamiento de tu cabeza. ¡Concéntrate! Y deja tu mente en blanco. Una vez que logres ése estado, volveremos a probar suerte. No podremos avanzar si tenemos piedras en el medio del camino.

 

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con @ Juv Macnair Hasani

Aquella bruja era de las que más había avanzado en su camino por la legilimancia. Había caminado demasiado y ya había hecho uso de aquella habilidad. Pero para Rosália, aunque estaba a punto de llegar a la meta, aún le faltaba un ajuste de tuercas, quizás algunos retos aún por demostrar. Esperaba que su alumna Juve no se confiara porque podía quedarse durante la eternidad junto a la Arcana de Legilimancia.

Nadie se dará cuenta. Aunque estoy seguro que algunos magos y brujas podrían sospecharlo —Rosália notó que su anillo brillaba. Volvió a enfocarse en Juve—. Podemos verlo juntas. Debemos —exclamó la Arcana, moviendo su Vara de Cristal alrededor de ambas brujas. Una neblina verdosa empezó a invadir todo el ambiente. Los destellos dorados como el sol se desparramaron alrededor, mientras todo iba cambiando.

Cuando nuestro entorno dejó de vibrar y cambiar, Rosália notó que se encontraba con Juve en un sitio lleno de personas. Parecían que se encontraban en otra época, quizás. Mucho más medieval. Los ojos ámbar de Rosália buscaban entre la multitud a quien debía encontrar y cuando lo hizo, se giró hacia Juve. Estaba emocionada por ver una de las pruebas finales de la jovencita. Por lo que le dijo a modo de reto:

Aquí podremos ver cómo es tu manera de trabajar con la legilimancia. Estamos presentes ante algunos muggles y algunos magos. De todos los presentes, hay uno que conoce algo que el resto no. Usa tu mente. Usa la mente de los demás para que nadie se de cuenta que eres tú —señalé alrededor—. O ten cuidado porque las consecuencias son severas. Deberás encontrar quién fue el ladron. Aunque la pista es que se trata de un mago. ¿Estás lista?

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El intento de Darla de tocar con su mente la de aquella ave extraña se detuvo, su mente quedó en blanco y poco a poco se fue nublando hasta tomar consciencia de un detalle muy pequeño. Respiró profundo y luego dejó que el aire llenara sus pulmones, conteniéndolo, para luego dejarlo salir lentamente, como quien sigue un ritual en el que entra lo positivo y sale lo negativo, pero en este caso se trataba de algo más.  Para cuando volvió en sí fue consciente de que una suave voz les llamaba, porque obviamente, era la pupila, la alumna de Rosália.

—El invernadero… —repitió Darla, consciente ahora de que había llegado a su lado alguien más pero al que en su estado de trance no había prestado antes atención, aunque le conocía, suspiró, al invernadero irían pues.

—Voy —dijo Darla al ver el portal que se abría y la cabeza de la mujer asomada por él, sosteniéndolo con sus manos.

La Potter Black sabía que aquella magia duraría lo que la arcana quisiera pero también era consciente de que si no mostraba su interés en aprender o seguirla en ese momento no estaría allí en eternun, así que no dudo. Miró a los otros magos e hizo un movimiento con la zurda justo antes de dar un paso al frente y desaparecer por el portal que Pereira había creado, había notado que no era uno solo. En ese momento se sintió como si atravesara un largo agujero de gusanos, espacio, tiempo todo fue nada por un segundo para luego volver a ser todo o algo al menos, en un instante.  

Qué incómoda le resultaba aún esa habilidad de hurgar en las mentes ajenas, ella que toda su vida la había protegido contra intrusiones ahora buscaba hacer lo que siempre había evitado le hagan. Que locos los motivos que la llevaban a querer aprender la que ahora se daba cuenta era una magia hermana de la que ella sabía, porque, seamos honestos, si quieres ocultar algo, es porque alguien puede “robarlo” y si alguien puede meterse en tus recuerdos ¿no es bueno saber también cómo es que puede hacerlo? Para Darla era como reforzar las barreras que ya tenía, aunque quizás viniera con un plus, quizás en algún momento ella necesitara romper las barreras de alguien más. Quién sabe.

—Buenos días —dijo mirando a la mujer de los cabellos rojos como el fuego, aún más rojos que los de ella, pero que parecían ser zarcillos de rosas a su visión y cuyos ojos parecían poder traspasar el universo —mi nombre es Darla —saludó con una leve inclinación de cabeza, no sabía si la bruja podía ya leer su mente o si ella esperaba que se presentaran, además de que siendo sinceros, aunque intentaba que no, casi siempre estaba alerta y con las barreras oclumánticas casi cerradas y a punto que levantarse por completo. Suponía que eso pasaba cuando uno guarda no solo sus secretos sino los de alguien más.

La vampiresa suspiró y se permitió observar a su alrededor, quedando sorprendida por la belleza del lugar. Eros envidiaría tan bonito invernadero, él siempre buscaba hacerlo cada días más bello, pensó para terminar mordiéndose el labio, quién sabe qué había ocurrido con ellos, aunque lo sospechaba.

Rosália sin embargo empezaba a hablarles y ya no quiso ella seguir con sus tristezas, escuchó atenta las palabras de la arcana y no pudo evitar corresponder a su sonrisa. Tenía razón, había otras formas, aunque ahora… sacudió la cabeza y prestó atención a lo que les decía mejor, notó el gesto hacia Arcanus y se sorprendió por lo de querer entrar en la mente de la legilimántica. Que osado, ella no lo intentaría… no de entrada… claro que no sabía cuánto llevaba cada alumno estudiando la magia, menos luego de la pregunta. La mujer les explicó lo de poner la mente en blanco y luego les hizo un gesto, invitándolos a sentarse en el suelo.

Darla no lo dudo, segundos después estaba cruzada de piernas en el suelo gris y dejando que el sonido del agua de la fuente y el aroma de las flores y las plantas del invernadero llenaran su espíritu. Vaya cosa, eso no era precisamente poner la mente en blanco, pero el agua siempre le había ayudado a no pensar en nada. ¿Sería ésta la forma más efectiva de hacerlo? ¿Dejándose llevar por la naturaleza o habría otra? De seguro que sí, sino no lo lograrías estando en medio de una ciudad, pero tantos pensamientos no eran poner la mente en blanco, se dijo a sí misma, cuando volvió a concentrarse en una sola cosa, con los ojos entrecerrados, el sonido de la fuente que fluía como si nada.

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Lycan no le agradaba la idea de estar cercano nuevamente a las plantas con esa habilidad,  sin embargo, no le tocaba de otra. Por ello, se dirigió en una estela oscura a ese sitio y al llegar se volvió a materializar,  observo a @ Darla Potter Black  , le reconocía del hogar de los Dumbledore y luego vio a esa arcana,  pero su mirada era casi desagrado,  su anterior experiencia no le había agradado,  pero aún no marcaba si sería hostil con esa mujer,  dado que poco había interactuado con ella.

 

El egipcio se encontraba en la espectativas de lo que pidiera ocurrir,  pero tenía en mente esa desagradable experiencia anterior,  la cual no cubrio su espectativas y mucho menos le vio sentido a ello , no obstante se encontraba abierto a la clase, a diferencia de otros estudios arcanos. 

 

-Buenos días. -

 

Aseveró con franquesa y notó a cada estudiante,  notando a varios y distinguiendo su baja casta, esos seres de sangre impura. Y sólo por eso se cerro a los demás,  ya qué no le gustaba perder su tiempo en cosa vanales. Sin embargo,  poco a poco vacio su mente y la dejo en blanco.

Editado por Azrael Lycan

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Arcanus no entendía muy bien lo que estaba pasando. Al parecer la Arcana estaba un poco desorientada, tal vez abrumada de enseñar año tras año la misma habilidad a diferentes alumnos, teniendo que ingresar a sus mentes para poder leerlas. Ser Arcano parecía un trabajo muy duro, pero era lo mínimo esperaba de una persona que tenía avanzados conocimientos como esos. Leer las mentes podía ser provechoso el algunas situaciones, pero tener que hacerlo todo el tiempo era un suplicio. Se alegró de saber que podría usar su habilidad, en caso de adquirirla, cuando quisiera y no cada vez que alguien necesitara aprenderla.

El joven escuchó las palabas de Rosalía y en seguida se puso en marcha. No estaba allí para perder el tiempo y lo que realmente quería era aprender la habilidad en el menor tiempo posible, aunque eso significara que tendría que dar un ciento veinte porciento. Aprender nuevas habilidades se veía desafiante, más que cualquier otra cosa del mundo mágico, pero Arcanus estaba decidido a adquirirlas todas y cada una de ellas. Traspasó el portal que la Arcana había abierto y el escenario cambió, dando paso a un invernadero.

El lugar no estaba mal, el contacto con la naturaleza aportaba un ambiente de paz y tranquilidad. Gracias al aroma de las flores, también era muy relajante estar allí. Tal vez el estar relajado era uno de los requisitos para poder leer la mente de otras personas. Allí en el lugar, demás de él estaban sus compañeros y la primer orden de Rosalía había sido impartida. Arcanus obedientemente se sentó en el suelo y comenzó a intentar poner su mente en blanco.

En verdad, le estaba costando demasiado. Poner la mente en blanco sonaba más simple de lo que en realidad era, ya que los estímulos externos eran demasiados. Los aromas de las flores, el ruido de la respiración de sus compañeros, hasta el batir de alas de una pequeña mosca, todo hacía pensar al joven. Tal vez, ralentizando su respiración lo lograría más fácilmente. Arcanus comenzó a respirar lentamente, concentrándose solamente en su respiración y poco a poco fue cayendo en un estado de somnolencia el cual había logrado "hacer desaparecer" todo lo que había a su alrededor. Había logrado poner su mente en blanco, pero aún no sabía cual era el siguiente paso. Pronto la Arcana daría nuevas instrucciones.

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¿Qué demonios?

Dejó escapar un pequeño suspiro, Cillian pudo sentir la presencia de la Arcana demasiado cerca de él. ¿Dejar su mente en blanco? ¿Volver al principio una vez más? No entendía porque Rosalía lo había llevado hasta ese punto solo para hacerlo regresar una vez más al principio. La extraña figura se acercó un poco más a él antes que todo volviera a quedar en blanco. Sí, era cierto que dentro de los de su mente habían varias cosas que podían descontrolarlo, pero aún así todavía tenía control sobre ella.

- ¿De que va todo esto, Arcana?

No estaba retándola ni nada por el estilo, era solo que no comprendía aquel cambio. Estaba de nuevo sentado en aquella enorme habitación blanca, justo donde había comenzado y sus pensamientos estaban ahora en un pequeña caja en su bolsillo. ¿Acaso aquello era a lo que se refería la Arcana? ¿Eso era lo que había buscado desde un principio? La primera vez que Cillian se había adentrado a su mente, sus pensamientos habían quedado sueltos por ahí.

En esta ocasión, el tenía control sobre ellos. O por lo menos eso creía. 

- No voy a negar que temo a mis propios pensamientos, Arcana... ¿Quién no lo hace? Pero eso no quiera decir que no tenga el control sobre ellos. Lo pierdo algunas veces, como todos ya que al final del día somos humanos. Y sí, se que para poder comprender la mente de los demás, debo comprender primero la mía así que necesito saber exactamente que es lo que necesito hacer aquí. 

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Rosália caminaba alrededor de los jóvenes futuros legilimantes que estaban dispuestos a aprender de su conocimiento. Su andar era como una brisa, apenas se podía sentir. Sus ojos ámbar se posaba en cada uno de ellos, aunque claro estaba que no todos se encontraban en la misma sintonía. Rosália negó con la cabeza y le advirtió, de la manera más sutil, al joven @ Azrael Lycan  que su mente no dejaba de enfocarse en pensamientos sobre los demás. Afectado por las influencias y opiniones que claramente los demás ni pensaban.

— Recuerde, alumno, que para empezar su camino, deberá lograr una mente en blanco. ¿Puede intentarlo? Puede estar sentado o parado, eso no me importa, pero si creo necesario éste primer paso

Rosalia fue tierna, con una sonrisa, como cuando una madre le habla a sus niños. Ella bien sabía que a veces las mentes eran las más inquietas. Una vez que le contestó eso al mago que se enfocó en los otros dos. @ Darla Potter Black  La otra pelirroja era una bruja fuerte, lo sentía. Su mente estaba bloqueada con lo que era un reto ayudarla en su camino. El otro joven era más entusiasta y emocionado por la habilidad. @ Arcanus

Se acercó a Darla lo más que pudo, imitando su pose al estar sentada en el suelo, casi pegada nariz con nariz. “Muy bien, Darla. Así se hace. Lo haz logrado” pensó. Ella no quería forzar a su alumna a leerle la mente, pero Rosalia había permitido que su alumna si sintiera ése pensamiento. Esperaba que no se asustara por su figura cercana a ella. El agua que escuchaba Darla era sumamente relajante.

Muy bien, chico. Lo haz logrado a la primera. ¡Ven! ¡Tú tambien! —dijo acariciando el cabello de Arcanos y luego señalando con la misma mano a Darla—. Dejemos por un momento a su compañero que se concentre en lo que tiene que hacer —miro de reojo a Azrael. ¿Lo intentaría?

Los tres caminaron fuera del invernadero. Ambos la acompañaban pegados a sus talones.

La legilimancia es muy útil. Pero peligrosa. ¿Pueden decirme por qué la han elegido? ¿Han estado en presencia de un legilimante que ha leído sus mentes? ¿Acaso saben qué cosas más pueden hacer? —a la Arcana le había dado un momento de curiosidad, mientras caminaban alejándose del Invernadero, lo suficiente para no molestar a Azrael pero tampoco tan alejados.

Se habían encontrado con @ Cillian . Aunque era una manera de decir, porque ambos “grupos” ya estaban con una Rosalia. Una Arcana que le gustaba jugar con la mente de sus alumnos aunque éstos no se dieran cuenta. Ya tenía a tres pupilos encaminados y uno a punto de sumarse. Especialmente desde donde había terminado con Cillian, iba a servirle para entrar en introducción a los otros dos. Le confirmaba al chico que tenía razón en su planteo.

Eso es lo que tenemos que hacer. Controlar nuestros pensamientos. Y si volvemos a empezar a es porque algo hemos hecho mal —miro a los tres—. Debemos lograr ubicar a nuestros pensamientos de una manera ordenada en nuestra mente. De una manera que los podamos leer. Sólo asi, vamos a poder hacer eso con el resto. ¿Entienden? No deben temer de ellos, no deben ocultarlos, porque siempre van a regresar. Asi que lo importante es hacerle frente, abrazarlos y caminar con ellos a la par —Rosália sonrió e hizo un gesto de abrazo pero de repente se puso seria con un dedo índice apuntando al cielo, como un gesto de atención—. ¿Qué recuerdo tienen para compartir que define quiénes son hoy en dia?

Rosália apunto hacia el frente con su vara y apareció un pensadero. ¿Quién sería el primero en mostrarse?

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Lycan suspiro y comenzo a vaciar su mente,  algo que ya habia practicado en clase de oculmancia,  en ese sentido cerro sus parpados y todo pensamiento desaparecio. Sin embargo,  un pensamiento le comenzaba a llegar de una mente, esas palabras de felicitacion,  aunque el mago si bien distinguio la voz de la arcana, este no se entero de quien era el destinatario del mensaje,  porque algo le quedo claro y no era el.

 

Ante esa experiencia,  el mago le desagrado y un pensamiento de culpa acogio su mente, el mismo no duro mucho tiempo, porque el regente se concentro unicamente en la respiracion,  para asi relajar su cuerpo y vaciar se su mente todo pensamiento,  ademas segundo a segundo quebrantaba todos los vinculos de su marionetas, las cuales se encontraban inerte en diferente parte del mundo. Por ello,  limitandose a un solo cuerpo con el alma fragmentada pudo dar rienda a focalizarse en vaciar su mente. 

 

Y estando en ese estado meditativo,  el cual habia aprendido desde niño y poco lo aplicaba en su vida, su mente comenzo a organizarse como si se tratara de una gran biblioteca, resguardando cierta informacion bajo barreraa mentales, quizas debiles por solo un simple aprendiz de oculmancia,  pero al menos era un poco de resguardo. Esta señal era una forma de resguardo del nigromante ante arcana y los curiosos de su mente.

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Y entonces no estaba más en aquel trance al que Rosalía lo había inducido. Dejó escapar un suspiro, ¿todo aquello lo llevaría realmente a comprender aquella habilidad? Se levantó de la silla en que había estado durante y siguió a la Arcana hacia el lugar donde había aparecido el pensadero. Desde su perspectiva el primero en participar en aquella actividad fue Azrael.

- ¿Entonces esto es lo que sigue? - Cillian se acercó al pensadero y observó su contenido-. ¿Quien soy hoy en día?

Nunca había estado frente a un pensadero, pero sabía como es que estos funcionaban así que apunto a su cabeza con su varita para extraer uno de sus recuerdos. El recuerdo que eligió no era para nada antiguo, Cillian había cambiado bastante en los últimos meses así que el recuerdo que eligió fue el del día en que conoció a Ludwig. Extrajo el recuerdo poco a poco y cuando lo logró, lo dejó caer dentro del pensadero. 

- Es gracias a este día que soy quien soy actualmente.

Dentro del pensadero se podía observar a una replica exacta de Cillian que se encontraba observando su antiguo hogar solo para que un segundo después su atención pasara a estar completamente en un extraño hombre que había aparecido medio desnudo en medio de la calle. Recordaba ese día a la perfección, sabía bien que no podrían revivirlo por completo, pero por lo menos podrían observar la razón de que este hubiera cambiado sus ideales.

- ¿Vamos dentro o cómo funciona todo esto?

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