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Mansión "Ojo Loco" Potter Blue (MM B: 78439)


Sagitas E. Potter Blue
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Alessandra apareció en los terrenos de la Potter Blue. Su elfina Mar le había informado que su madre Perenela estaba en la cocina con su rostro bañado en lágrimas lo que le preocupó bastante a la Metamorfaga.

 

Entró al lugar y fue directo a la cocina donde vio a la morena sentada, suspiro algo nerviosa, habia una noticia que debia darle tambien y esperaba que eso cambiara su angustia, no le gustaba verla asi y menos sin saber la razon para ayudarla.

 

-¿Mamá?-llamo Alessandra acercandose por atras para depositarle un suave beso en su mejilla -pasa algo?- le pregunto esperando que le contara que le ocurria.

 

 

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Ver llorar a Lissette me extrañó tanto como me dolió. No era habitual verla así, cuando su carácter era alegre y distendido. Con mi hermana Hayame, siempre le decía que su novia era tan dulce e ingenua como Xell, una perla en medio de un bosque de arena. Había tenido una suerte enorme al haber conseguido que ella le quisiera. No es que yo supiera bien cómo se habían conocido y cómo ella había decidido seguirla a este pueblo londinense pero estaba segura que sería una historia hermosísima. Bueno, no la sabía bien ni mal; en realidad, Lissette había dado muy poca información sobre su pasado, excepto en que era de Estados Unidos y que había tenido una floristería.

 

Que era buena en herbología lo había demostrado con creces, por algo había conseguido que le dejáramos usar con total libertad los invernaderos de cualquiera de las mansiones pero, sobre todo, de la floristería, en la que casi siempre estaba vendiendo. Parecía una chica dulce pero firme, de ideas claras y con una gran personalidad, algo que era necesario para aguantar a mi hermana y a la familia posesiva que arrastraba a su lado.

 

Por eso, verla llorar me produjo una terrible sensación interna. La agarré con fuerza en un abrazo envolvente, con el que intenté trasmitirle el amor que sentía por ella. Yo no soy dada en decir eso en voz alta. Siempre supongo que se sobre entiende puesto que lo contrario, cuando alguien me molesta o la odio, se vuelve muy patente.

 

- Vamos, chiquilla, vamos... Cálmate... Aprovecha que ahora no hay nadie y cuéntame que es eso que atribula tu puro corazón. Ven, vamos a la terraza y tomar algo de aire fresco, que te noto azorada...

 

Mandona, siempre lo había sido...

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-Nada hija, nada estoy algo sentimental - dije abrazando a mi hija mientras trataba de limpiar mis lagrimas del rostro, odiaba que mi hija me viera llorar, odiaba mas que la causa de mi llanto fuera algo tan banal como un hombre, así que no se lo iba a decir sobretodo porque sabia que opinión tenia ella de Sean y aun eso no estaba sanado en mi vida como para darle importancia, mi hija se veía algo ansiosa como si quisiera hablar, le sonreí y rodé el banco que estaba a mi lado esperando que se sentara junto a mi, agradecí a Harpo por el vaso de leche y le pregunté al elfo mientras esperaba que mi hija tomara asiento:

 

-Harpo ¿Sabes donde esta mi madre? - traté de que la voz no se me quebrara de a mucho pero termine carraspeando tratando de aclarar mi garganta, no había visto a mi madre desde la desafortunada visita al jardín de descanso de mi padre y aun no sabia que tan tirante podía estar nuestra relación pero en lo que a mi respectaba yo iba a tener una relación normal con ella como si nada hubiera pasado, como si todo estuviera bien como siempre había estado, mis sentimientos y emociones no iban a cambiar

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http://oi50.tinypic.com/20gze2w.jpgEl elfo acudió rápido cuando le chivaron que la señorita Perenela estaba en la cocina. Después de lo sucedido en los jardines, tenía la orden expresa de la Ama Sagitas de cuidar a la niña, sabiendo que la relación entre ambas estaba tocada pero, a la vez, enfortecida por las palabras que se habían dado en aquella reunión. Su madre la quería mucho pero tampoco era mujer de pedir perdón ni de acercarse si realmente ella no lo quería. No iba a forzarla a una relación entre ambas si ella decidía... irse...

 

Ese era el miedo de la Ama y, por ello, Harpo acudió presto a la cocina para saber qué genio llevaba ese día la hija de los ojos de Sagitas. En ambas, reconocía el orgullo y la facilidad para entrar en el genio explosivo. Sin embargo, en ambas había mucho amor... Aunque tuviera que zapear a ambas, conseguiría que se volvieran a hablar y a quererse como antes de aquellas confesiones.

 

-- ¿Un vaso de leche chocolateada, amita? -- le dijo a la Amita Perenela. No estaba sola y el Harpo la miró, preguntando con la mirada si quería beber algo. -- Tengo galletas de chocolate con olor a canela, ya sabe..., las preferidas de su madre.

 

No esperó a que le dijera que sí y, con un chasquido de los dedos, hizo aparecer sobre la mesa una bandejita de color plata cubierta de apetecibles y olorosas galletas.

 

-- Su madre está en el jardín, con la Ama Lissette, hablando de flores. ¿Le gustan las flores, Amita Perenela?

 

Era una respuesta muy breve e imprecisa. Él no sabía de qué hablaban pero le interesaba que Perenela se interesara por su madre y por la visita.

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En la cocina con Harpo y Alessandra

 

-Gracias Harpo - le sonreí presto al elfo de mi madre mientras tomaba un sorbo de la leche achocolatada y sentía la deliciosidad y el calor de hogar regresar a mi alma, sonreí con verdadera alegría mientras pasaba mis dedos por las galletas y robaba una de la bandeja para mordisquearla - deberías llevarle una bandeja de esto a mi madre y a Lisseth, creo que verdaderamente apreciarían un poco del calor de hogar de estas galletas mientras hablan en los jardines... solo... no importa.- quería decirle a Harpo que no le dijera a mi madre que la bandeja la había mandado yo, pero conociendo al elfo seguro seria lo primero que haría así que de nada valdría pedirle que no lo hiciera.

 

Volví la vista a @ y acaricie la melena cambiante de mi hija, su rostro claro, sus ojos hermosos y brillantes, le sonreí sabiendo que tendría una expresión cansada y llorosa y que no me vería en mi mejor apariencia pero quería que ella supiera que la quería:

 

-Bueno y ¿Como esta mi nieto? ¿Como estas tu? ¿Todo en orden?

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http://oi50.tinypic.com/20gze2w.jpgHarpo sonrió al darle la espalda a la Amita. Sabía perfectamente lo que quería preguntarle, sin decírselo. La Amita Perenela se preocupaba por su madre y quería saber si estaba bien. Vaya par de dos... En vez de levantarse, buscarse y darse un gran abrazo, se quedaban las dos por separado esperando que la una se presentara antes la otra en vez de empezar ellas las primeras...

 

¡Ay, qué orgullosos son a veces los humanos...!

 

-- Les llevará una bandeja de galletas a su madre y a la novia de su tía en cuanto ustedes estén servidas. ¿Quieren un poco de mantequilla en las pastitas? ¿Zumo de naranja? ¿Tal vez más leche chocolateada?

 

Todo eso para dos personas era muchísimo, por supuesto, pero al elfo le gustaba demostrar que se preocupaba por ellas y que querían que estuvieran bien cuidadas. Sin decir más, dejó todo al alcance de ambas y les saludó levemente. Desapareció al instante y se apareció en los jardines, donde la Ama Sagitas hablaba con la señorita Lissette.

 

-- Muy buenas, les traigo una jarra de galletas de olor a canela, recién horneadas, a petición de la Amita Perenela, quienes les saluda y les da los buenos días, deseando que pronto se puedan ver de nuevo.

 

La mentirijilla le hizo subir un poco el rubor en las mejillas pero él siguió como si nada, poniendo cerca la bandeja de galletas.

 

-- Ahora les traigo la limonada. La estaba haciendo su hija, señorita Sagitas, cuando salí de la cocina. Miraré si la acabó y la pondré en cubitera para que refresque cuanto antes. Seguro que está buena; a la Amita Perenela le sale riquísima.

 

Ahora sí que era una mentira gorda. Dio media vuelta y, en cuanto los altos parterres le cubrieron, empezó a tirarse de las orejas. Ahora tendría que preparar corriendo la limonada para que no supieran que había "tergiversado" algo la verdad.

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Alessandra estaba inusualmente callada, lo cual me ponía aun mas ansiosa, sobretodo porque mi hija era una persona sin filtro para hablar (tal como lo es mi madre y a decir verdad como lo soy yo... un rasgo bastante característico de familia) mordisquee la galleta hasta que la hice borona en mi boca y aun así mi hija no decía nada, tenia que hacer algo con las manos... lo que fuera por lo que excusándome con mi hija me levante de la mesa y me dirigí al refrigerador a buscar algo que hacer, empecé a picar fruta variada y a sacar una enorme cantidad de naranjas y limones como para hacer dos jarradas de zumo para toda la familia, era una exageración pero necesitaba ocuparme antes de que terminara explotando ante tanto silencio.

 

-Sj esta durmiendo, mi madre esta en los jardines. Matt y Helike están fuera, Xell estará con su novia, mi tía Hayame seguro que esta cazando algo por los bosques así que la casa esta prácticamente sola... me preocupa mucho tu silencio hija... ¿Ha pasado algo malo? - alcé la vista para ver a Harpo regresar tirándose las orejas hice una mueca:

 

-¿Que ha pasado Harpo? ¿No le gustaron las galletas a mi madre?

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http://oi50.tinypic.com/20gze2w.jpgHarpo se había olvidado que las dos Amitas, madre e hija, Perenela y Alessandra, seguían en la cocina y había entrado en ella tirándose de las orejas. Al sentir la pregunta de la hija de la Ama Sagitas, se puso todo rojo y bajó las manos de forma apresurada de sus apuntadas orejas. Se dio un golpe contra la encimera y gruesas lágrimas viscosas saltaron de sus ojos.

 

-- ¡Ay, ay...! ¡Vaya golpe, vaya golpeee!

 

En realidad, a pesar que el golpe había sido fuerte, estaba haciendo tiempo para imaginar una respuesta que le fuera grata a la muchacha y con la que poder unir a las dos, tanto le daba que fuera en los jardines como en la cocina, pero que todas se hablaran. Harpo no soportaba el silencio que había entre ambos, algo que no era la primera vez que pasaba cuando habían tenido una charla intensa. ¡Eran tal para cual! Ambas eran mujeres de gran genio pero, también, de gran corazón.

 

Dejó de saltar aunque siguió moviendo la mano rojiza por el golpe. Seguro que, en algún momento, le saldría un morado. Empezó a remover armarios y sacó un montón de objetos raros , cazos y tomó muchos limones de la frutera.

 

-- A su madre le han encantado las galletas pero le entró sed. Me dijo que le hiciera limonada de esa tan buena que usted sabe hacer. No sé... Yo lo intento pero a usted se le da mejor. ¿Verdad?

 

Pregunta capciosa para ver si la muchacha se ofrecía a ayudarle e incluso a llevar la limonada a los jardines.

 

-- ¿Cuánto azúcar cree que debo ponerle? ¿A su madre le gusta muy dulce o muy ácida?

 

Otra pregunta trampa. Harpo era un experto en la cocina y sabía perfectamente cómo le gustaba a su madre.

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La distorsión típica de una aparición se hizo presente en la entrada de los terrenos. Una capa de tonos grises cubría una contextura robusta y alta. Una máscara de oso de madera cubría la identidad del sujeto. Dio un par de pasos y sacó una espada de su cintura y colocó la punta del filo en el suelo. Se giró hacia la compañera que se le había aparecido segundos después. Ella sabía que él le acababa de guiñar el ojo.

 

- Me imagino que sigues teniendo la misma labia de antes…

 

La había conocido en misiones de Agentes, pero esta vez… era diferente. No representaban lo mismo. No llevaban máscaras mortífagas ni el discurso de la supremacía que había llevado al bando a la nada misma. Había un tono diferente. Iban en… ¿paz? Sí, bueno, túnicas grises, tonos neutros. No eran ni magia oscura, ni magia blanca. Eran ellos dos, atravesando los jardines de la Ojo Loco Potter Blue.

 

Orión miró bajo la máscara el fénix que protegía la mansión. Soltó un bufido por la nariz, levantó la varita con la izquierda y con una pequeña floritura arregló el cartel.

 

- ¿Sabes? Los Fenix deberían de ser libres, no prometer protecciones que nunca cumplieron… Nosotros por el contrario…

 

Llegaron a la puerta. No hubo ninguna duda, golpeó la puerta tres veces. Se giró para ver a su compañera, le volvió a guiñar el ojo. Levantó la espada y con la punta empujó la puerta. Las bisagras chillaron y los dos firmemente entraron. Sabía que el resto lo haría por las diferentes aberturas de la casa, ventanas, puertas traseras, chimeneas. Ellos dos tenían que ser los civilizados, ¿no?

 

- ¡Tranquila, querida familia de Ottery! Venimos a tratar temas importantes. Ya saben. El gobierno no responde las necesidades de la gente y nos vemos frente a constantes ataques, guerras y conflictos que no nos merecemos… Ahora, venimos a ofrecerles algo…

 

Así fue como un puñado de personas se juntó para tratar un tema importante.

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Iba justo detrás del hombre con la máscara de oso, aparecieron casi simultáneamente. Y mientras que él llevaba una espada, ella había conseguido un arco y unas cuantas flechas que llevaba dentro de un carcaj. Reía el chiste que iba tirando el otro. Habían aparecido los primeros, pero llegarían más. Entraban ahora en la Ojoloco Potter Blue.

 

- ¿Tu que crees que sentirán los elfos al ver a la dueña de todo esto quemando hasta sus cimientos?

 

Gatiux no tenía el aspecto de Gatiux, tenía el aspecto de Sagitas. Se había cruzado con la pelivioleta las suficientes ocasiones para saber cómo era su rostro, su figura y su voz. No era un disfraz perfecto, ya que no habían pasado juntas el tiempo suficiente para saber cómo se movía, o si hacía más un gesto o el otro. Había creado una copia idéntica con su habilidad metamorfomágica, dejando atrás sus llamativas curvas y unos cuantos centímetros de estatura. Terció una mueca burlona.

 

Aquel aspecto era una declaración de intenciones. Y sería un tanto confuso si se encontraba cara a cara con la verdadera dueña de aquel rostro. Por eso se había vestido con una túnica gris algo raída. No veía a la Sagitas real poniéndose algo así.

 

- Aunque el plan no es destrozar todo desde el principio. -recordó "Sagitas" volviéndose hacia el resto que terminaba de aparecer- Recordad que venimos a ofrecer nuestra magnífica protección. Y si se niegan podeis destrozar lo que queráis. Si veis joyas bonitas, avisadme.

 

Oh, la ironía. Un grupo de gente ofreciendo protección de ellos mismos. Se sentía algo nostálgico y reconfortante. Ella era un Agente del Caos, le gustaba ver cosas arder porque sí. Que en los últimos tiempos hubiera estado intentando aplacar esas ansias de su prometido iba en contra de su propia naturaleza. Ahora había decidido dar rienda suelta otra vez a su estado salvaje. Vuelta a los orígenes, a las raíces. Ahora que no había nadie para decir que hacer o cómo hacerlo. Tampoco ningún grupo en contra que les fuera a enfrentar.

 

- ¿Hola? ¿Hay alguien en casa? -gritó- Venimos a haceros una oferta que no podreis rechazar.

 

Rió. Era una frase de una película muggle que había parafraseado en multitud de ocasiones.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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