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Mansión "Ojo Loco" Potter Blue (MM B: 78439)


Sagitas E. Potter Blue
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La oscuridad sin estrellas no iba a ser el único comfort que se interrumpiría aquella noche. Había pisado hacía muchos años antes los terrenos de aquella mansión, solo en una ocasion y sus pasos siguiendo a una figura masculina con una mascara de oso parecían recordarle todo lo que había cambiado desde entonces.

 

Al lado del hombre, Sagitas caminaba decida armada con un arco y varias flechas a su espalda..Solo que no era Sagitas, al menos no lo sería en cuanto la propia bruja abriese la puerta para darse de bruces con ella misma. Por su parte la identidad de Piñata estaba escondida bajo el disfraz mágico, más parecido a una media metamorphosis fallida entre una piñata en forma de llama y la bruja, cubriendo su torso y cuerpo con la decoración típica del objeto y de manera elaborada su cara también daba cobertura a la piñata usada en fiestas, solo delatada por una melena larga que había teñido de blanco para la occasion y una medias de rejilla medio rotas sobre sus piernas.

 

-Diversión asegurada- pensó Piñata.

 

Guardada segura entre las telas de su disfraz, su varita. En su mano derecha un bate de Baseball. Llevaba años esperando aquel momento y su necesidad de diversión apenas se iniciaba mientras Sagitas, a su lado animaba a los habitantes de la mansión a abrir las puertas.

 

Se preguntaban si aceptarían la protección de los agentes del Caos? La chica movió su arma, cual pêndulo, reprimiendo sus pensamientos y preguntándose como de fuerte tendría que golpear alguna de aquellas paredes para que finalmente cediesen.

 

Esbozó una maquiavelica sonrisa mitad piñata hasta que alcanzó finalmente a sus acompañantes

Editado por Evedhiel

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- Voy a aprovechar que tengo su cara para colarme en su habitación y robar todo lo que brille.

 

Gatiux había tenido siempre alma de cuervo. Le llamaba todo lo brillante, cuanto más brillante mejor era para ella. Tenía un montón de joyas de diamantes, zafiros, rubíes y esmeraldas, pero siempre quería más. ¿Se las solía poner? No. Las tenía abandonadas en un cajón cual botín pirata. Pero sabía que estaban allí y que eran suyas. Las que había comprado y las que había afanado por ahí.

 

- ¿Donde se supone que estará mi habitación? ¡Ay, no me acuerdo!

 

Se puso una mano en la frente para hacer una escena dramática. Simulando pena poniendo un puchero en sus labios.

 

- ¿Sabes donde está mi habitación? -le preguntó al de la máscara de oso- ¿No? Bueno, voy a buscarla.

 

Comenzó a subir escalones de dos en dos. Iba cantando una cancioncilla de niños que decía "London Bridge is falling down", pero ralentizada de tal modo que sonaba bastante tétrica. A juego con la sonrisa malvada que se dibujaba en el rostro. Iba rayoneando las paredes con la punta de la flecha que iba arrastrando por allí mientras caminaba. Cada ciertos pasos daba un saltito pequeño.

 

- London Bridge is falling down, falling down, falling down... My fair Lady

 

Comenzó a abrir puertas, buscando la habitación principal, o una que estuviera cargada de cosas.

«I'm a villain, and villains don't get happy endings.»
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Sentí que llamaban a la puerta por pura casualidad. Estaba en mi habitación de la primera planta leyendo un libro de magia avanzada, practicando movimientos con la varita, cuando sentí los tres golpes. Estaba aburrida, la tía estaba en los jardines y no había querido entrometerme en su charla con Lisette. La posibilidad de ver a alguien nuevo, aunque vendiera aspiradores mágicos o enciclopedia de recetas mágicas instantáneas era algo más esperanzador que seguir leyendo aquel libraco que parecía más un manual de hechicería del siglo pasado.

 

Así que salí corriendo de mi cuarto, descalza, sólo con los calcetines azules que me impedían tener frío en los pies, y resbalé por el pasamanos de la escalera. Conseguí que el vuelo de mi falda se elevara y parecía que levitara.

 

- ¡Voy yo! - grité.

 

Pero llegué tarde. En la entrada, un hombre con cara de oso (era una máscara) y a la tía Sagitas hablando con él sobre... No entendí.

 

- ¿Qué pasa, tía Sagitas? Pensé que estabas con Lisette. ¿Qué oferta nos traes? ¿De qué? - era extraño pero aún no entendía bien qué sucedía en la entrada. ¡Ahora lo vi! - ¿Por qué llevas arcos y flechas? No sabía que fueras arquera. ¿Y quién es esa que te acompaña? ¿Por qué un bate? ¿Y por qué un oso...?

 

Algo no cuadraba...

 

- ¿Tía Sagitas...? ¿Eres tú...?¿De dónde has sacado esa túnica tan... - ¿fea? - ... extraña?

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No me gustaba que Lissette llorara de esa manera. Me hacía llorar a mí y eso no podía permitirlo. Yo era una matriarca dura e inflexible, al menos cuando no lloraba como una magdalena por sentir empatía con la novia de mi hermana.

 

-- Anda, mujer, no te vayas a poner a llorar de nuevo. Ven, vamos a la mansión, te lavas la cara y nos tomamos un chocolate calentito.

 

Le di un par de palmaditas y la empujé suavemente a que pasara por la cristalera de la galería al interior de la mansión. Los jardines ya estaban fríos a aquella hora de la noche. Sentí ruidos que no me eran conocidos. O lo contrario, eran demasiado conocidos de hacía tiempo. Últimamente, no se sentían en el pueblo. Se respiraba una paz irreal que...

 

-- Quédate aquí, Lisette, no salgas de esta habitación para nada. Ahora vengo.

 

Apresuré el paso y abrí la puerta que daba hacia la entrada. Para mi sorpresa, vi a Xell hablando con tres personas que estaban en la entrada. Torcí el morro y mi varita apareció como por obra de magia en mi mano.

 

-- ¿Quiénes sois y qué queréis...? ¿Sagitas? Digo... ¿Yo...?

 

Mi mirada se hizo turbia y lo primero que pensé es que alguien había usado alguna poción de multijugos pero... No era perfectamente yo. Me enfadé.

 

-- ¡Fuera de mi casa! ¡Xell, aléjate de esa extraña! ¿A dónde te crees que vas? -- le grité, con la varita en alza hacia ella, al ver que subía los peldaños hacia el piso superior.

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Alguien salió corriendo de su cuarto. ¡Debían haber escuchado su preciosa canción! Una chica apareció corriendo. Gatiux miró su rostro, luego sus calcetines y después su rostro otra vez.

 

Cuando se dirigió a ella como "tía Sagitas" hinchó el pecho orgullosísima. Había clavado el disfraz. Aunque claro, no tenía nada de mérito, llevaba siendo metamorfomaga desde que tenía unos dieciocho años, para ella meterse en la piel de los demás era tan fácil como respirar. Cambiar de forma de nariz llevaba un parpadeo o dos nada más. De color de ojos incluso menos

 

Aunque el disfraz, como habeis leído más arriba no era perfecto, puesto que la verdadera Sagitas no iría por ahí con arcos y flechas, y tendría formas de moverse que su familia reconocería con un par de segundos.

 

- ¡Hola!... ¡Tesoro! Me he encontrado con este amable hombre en la puerta. -saludó con una sonrisa y señaló al de la máscara de oso- Dice que nos van a ofrecer protección. Y un plan de pensiones a largo plazo. Le he dejado entrar...

 

Enseñó sus flechas y su arco.

 

- Llevo esto porque según dicen es la última moda en Ottery, me voy a apuntar a clases -mentía con una sonrisa siniestra en la cara- ¿Vienes conmigo a esas clases? ¡Serán divertidas!

 

Luego miró a su túnica e hizo un mohín cuando la chica dijo que era fea.

 

- Estaba en el fondo de mi armario. Supongo que es de la temporada anterior. -siguió diciendo- ¿Por qué no le preparas a este buen hombre un té, cariño?

 

La verdadera Sagitas apareció varita en ristre.

 

- ¡Ups! ¡Pillada!

 

Y rió. De forma salvaje.

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Las habilidades mágicas de Gatiux siempre eran útiles, pero en aquella ocasión en especial, Evedhiel debió admitir que el hecho de tener a una falsa Sagitas de su lado, verdaderamente les abrió muchas puertas. Literalmente. La bruja merodeó entre alguna de las habitaciones, buscando algo que llevarse de motín, Evedhiel iba a seguirla, pero pensó que ya era lo bastante raro ver a media piñata pasearse por una mansioón desconocida como para no tener modales.

 

Los recibió una bruja algo confusa. No era para menos, Evedhiel se adelantó e hizo una reverencia exagerada.

 

-Un bate... mmm tienes razón- dijo concediendole la pregunta- quizás debería haber elegido algo mas femenino- lo miró con recelo y encogió los hombros- Y un oso... bueno. Hay algo más abrazable que un oso?- añadioó con una sonrisa enigmatica, penando en que quizás Orión no escogió aquel disfraz por lo abrazable.

 

Evedhiel se dirigió de nuevo a la bruja

 

-Con permiso- dijo entrando en la mansioón y disponiendose a investigar las habitaciones

 

-Y sin él..- dijo entre dientes dejándola atrás. Debía buscar a Gatiux. No quería que fuese ella la que se llevase todas las mejores joyas

 

Evedhiel se aventuró por los pasillos cuando escuchó la voz de sagitas, aquella vez la real, pedirles educadamente pero de manera directa que se fuesen.

 

-Y yo que me preocupaba por mis modales- dijo mirando a sus compañeros..- Y nos reciben con gritos.- Quizás no sean dignos de nuestra propuesta...

 

 

@@Gatiux . @Orión Yaxley

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- Voy a aprovechar que tengo su cara para colarme en su habitación y robar todo lo que brille.

 

- ¡JA! Te amo tanto, como lo has dicho tantas veces, lo que no está atornillado… bueno, ya me enteindes.

 

Vio como la pseudo Sagitas se iba alejando hacia la planta superior cuando una voz lo distrajo por un segundo. Se dio vuelta y se sorprendió que alguien se había dignado a aparecer. En toda su historia entrando sin permiso a casas ajenas, eran contadas las veces que reconocían su presencia. Dejó la espada sobre un sillón de tres cuerpos y se sentó en uno de los extremos. Le indicó a Xell otro sillón para que se sentara.

 

- Oh, ¡qué bueno que alguien nos responde! ¿Sabes? Estaba bastante preocupado de que nadie nos iba a abrir la puerta, que entramos sin avisar.

 

Se levantó la máscara de oso lo justo y suficiente como para que se le vea la barba y la boca.

 

- Mi nombre es Espada, ¿el tuyo? Con mis compañeras venimos a ofrecerles algo a ti y a tu familia.

 

Carraspeó un poco y se dedicó a observar el lugar. Chasqueó con la lengua y negó con la cabeza.

 

- Tienen muy linda mansión. Sería una desgracia que vuelva a caer en ataque. ¿Sabes cuánto peligro corren ustedes sin una protección segura en su casa? Intentaré ser directo, el Ministerio no está funcionando como es deb…

 

Apareció Sagitas y una sonrisa de oreja a oreja se le dibujó a Orión.

 

- ¡Sagitas! Únete por favor, podemos tomar un té, de paso, y charlar un poco sobre política y tratos. Justo el estaba diciendo a… ¡Xell! ¿Es tu nombre verdad? Pues, le estaba contando sobre los peligros en los que la comunidad mágica inglesa se ha sumergido. Muchas guerras, muchas batallas, muchos desastres y… ¡ninguna certeza! Podemos charlar y llegar a un acuerdo. Yo mismo me encargaría de que ustedes estén a salvo.

 

Claro, a salvo de ellos mismos.

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Sagitas cantaba. ¡Cantaba! Eso también era inusual.

 

- ¿Cómo que dónde está tu habitación? Arriba de todo, en el desván, ya sabes... La habitación de la puerta amari...

 

Sin acabar la frase hacia la tía Sagitas que subía la escalera que yo había dejado hacia un instante, sentí a la tía Sagitas que me decía que me alejara. Creo que puse una cara de pasmo al darme cuenta que la tía Sagitas me gritaba desde la puerta desde mi derecha mientras que la tía Sagitas estropeaba las paredes dejando rayas bien extrañas. Miré a una, miré a la otra, miré de nuevo a la de arriba... ¿Me había vuelto loca?

 

- ¿Protección...? ¿A qué...? - Le contesté a la de arriba. - ¿Un té... para el... oso...? - y miré a la de abajo. - ¡Dos Sagitas en el mismo lugar es horrible! - exclamé. Creo que sonó feo pero estoy segura que la tía, la verdadera, entendería lo que quiero decir. Una es demasiado activa, dos... - ¿Has hecho un geminio? ¿Es un experimento fallido, tía Sagitas...?

 

Me acerqué a la tía Sagitas de abajo, casi corriendo. No es agradable ver a la tía con la vara en ristre.

 

- ¿Qué es eso de una propuesta de protección? - y la imité. No soy una bruja aventajada en hechizos pero sé defender mi casa si... Una doble Sagitas aparece de improviso.

 

La voz varonil subió un poco su osezna máscara y vi una barba que, lo siento, he de decirlo, era preciosa. Me gustan las barbas.

 

- ¡Su barba es bonita pero usted es ... malo! - Mi insulto era muy poco insultante. - ¿De qué me conoce? - Ah, si la tía había mencionado mi nombre. Me enfadé o al menos intenté que mi cara reflejara eso más que el miedo que me había entrado. - ¿Usted nos mantendría a salvo de... de usted mismo?

 

Dejé a la tía que hablara porque me daba la sensación que yo no sabría decirle a aquellos tres que... que... ¡eran unos gusamocos por asustarnos!

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A.C

 

Al parecer había llegado unos segundos tarde, siempre llegaba tarde. Me aparecí cerca de los terrenos de aquél lugar al que me habían indicado, queríamos instaurar un orden no una orden, queríamos darle un curso a la historia y en lo personal, como siempre, buscaba reclamar el poderío mágico en aquellos que realmente lo merecían; problemas que seguramente traerían más de una discusión el día de mañana con mi padrino.

 

Figuraba cerca de unos árboles mientras comenzaba a avanzar hacia un ventanal, primero caminando, luego agarrando paso más firme, al trote y corriendo para embestir un ventanal que estalló en mi pedazos al tiempo que me volvía una voluta de humo gris, tanto como la capa que cubría una tenida ligera junto a una máscara de lobo que tapaba la mitad de mi rostro, sombreando la barbilla por el hocico que se extendía; me materialicé junto a mis camaradas y observé a todos lados, ansioso de utilizar la varita o la daga que traía atada al muslo...pero..vi...tanta calma...

 

-Ups... lo siento- sonreí extendiendo los brazos al cabo que me encogía de hombros y soltaba un floritura al ventanal para volverlo a su estado anterior con un simple "reparo". Codeé al tipo con máscara de oso- ¿cuándo los amordazamos?- le tenté en un susurro al ver que no había respuesta ante nuestra sutil protección. Miré a la bruja vestida de piñata con forma de llama y solté una carcajada- ¿es en serio? ...

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Alessandra suspiro ante la negativa de su madre de decirle que le pasaba, no le gustaba verla en ese estado pero últimamente la veía bastante triste recordando la vez que se vieron y fueron al jardín e incluso cuándo estuvieron en la Delacour y le reveló la verdad de su origen actual y de su padre.

 

Un elfo apareció ofreciéndole a ambas algo de beber y comer,<<-café y galletas de chocolate->> le dijo a la criatura con una sonrisa. Alessandra se quedo en silencio observando el intercambio de palabras entre Harpo, que resulto ser el elfo de su abuela y su madre.

 

La metamorfaga no estaba segura como hablarle a su madre, desde la ultima vez que se vieron muchas cosas pasaron y una de ella fue en su clase de Nigromancia. Tomo una galleta tratando de pensar bien que decir lo que le empezo a volver loca a su madre que comenzó a decir nombres a lo loco que no entendió que relación tenían con ella.

 

-Mamá, no sé quiénes son esas personas salvó el tio Matt- le dijo terminando su galleta -y mi esposa esta embarazada al parecer de quintillizos- le dijo como su nada al verla preparar limonada.

 

 

 

 

@@Perenela Arya Grindewald Potter Blue

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