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Calles de Londres


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13 de marzo. 20.40 horas
Salón del Trono - Palacio de Buckingham

 

—Shsssss...¡Calla! ¡Qué te va a oír todo el mundo!

 

Mackenzie se apresuró a realizar un encantamiento desmemorizador a su alrededor, por si acaso alguien había escuchado algo y, a continuación, levantó salvaguardas de escucha alrededor de ambas brujas, para que nadie pudiera espiar la conversación.

 

Su madre estaba muy rara, tan pronto era la misma de siempre como todo lo contrario. Había estado segura de que su madre acabaría por entenderlo cuando se lo explicara con detalle, pero que le dijera que podía hacer lo que quisiera, que ya era una mujer adulta.... no, eso no era propio de Mistify Malfoy.

 

—Mamá, a ti te pasa algo muy raro y me lo vas a tener que contar o te llevo a San Mungo inmediatamente y que le den a la reunión y al mundo.

 

Negó con la cabeza, sintiéndose impotente. Esperaba que su madre no tuviera nada grave, pero le preocupaba.

 

—Tu lo has dicho, hemos sobrevivido a mucho. No sé porqué pones esa cara rara. ¿Cuántas veces intentaron derrocarnos? ¿Cuántos golpes de estado paramos a tiempo? ¿Cuántas veces quisieron hundir a nuestra familia y cuántas veces la levantamos? ¿Cuántas veces no tuvimos nosotros que hundir, derrocar y matar en pos de un bien mayor? Guardamos secretos, madre. Bien lo sabes tu.

 

Los recuerdos se amontonaban por docenas en la mente de Mackenzie, pero tenía la triste sensación de que su madre no los recordaba igual que ella.

 

—Padre lo sabe. Para ser sinceros, fue algo que planeamos juntos. Otra vez el bien mayor, mamá, como siempre. Descubrimos una terrible profecía. Papá y yo estábamos hartos de la política activa, queríamos dedicarnos a nuestras investigaciones, salir de la esfera pública, pero parece que la lucha nos persigue allá donde vamos. Una lucha que, bien sabes, siempre mirará por los intereses de nuestra propia familia. Por eso debes ser tu quien posicione la familia frente a Aaron. Cuanto menos sepa de mi y de mis planes, tanto mejor.

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firma
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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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La llegada al Ministerio de Magia no fue lo que esperaba, estaba segura que el exceso de seguridad sólo podía ser obra de Maida. El que hecho de que hubiese un inquisidor revisándola, antes de permitirle el paso, hizo reír a la bruja. Desde luego, podría haber pasado por encima de él tranquilamente, pero consideró que lo mejor era no llamar la atención. Menos aún, darle una razón a la secretaria del Ministro para sumar a su paranoia. Bueno, no la culpaba, quizás ella hubiese hecho lo mismo.

 

Yo que tú, dejo eso en su lugar. —amenazó cuando el inquisidor encontró su daga. No era la daga Uzza, claro, se trataba de una cuchilla de plata que llevaba consigo a todos lados. Estaba por decir algo más, pero se vio interrumpida por la llegada de un nuevo empleado, éste un poco más serio, detuvo al primero con una mano en el hombro. Candela notó que le faltaba un meñique.

 

Pueden pasar. —dijo, por fin, el primer inquisidor y se apartó unos centímetros para darle lugar a la zingara y a su acompañante, Keaton.

 

Candela le hizo una seña al Ravenclaw y se dispuso a continuar, no sin antes medir miradas con el hombre de túnica negra de puños dorados. Terminó por ofrecerle una sonrisa, gesto bastante extraño para su pálido rostro, y comprendió que el hombre estaba decidiendo si podía "confiar" o no en ella para seguir su camino.

 

¿Y bien? —preguntó la gitana, con los ojos mercurio fijos en él.

 

Dijo que espere en el salón que usted ya sabe, en el último pasillo que sólo usted vio. —la Triviani se limitó a asentir ante el mensaje y giró sobre sus talones. No era el camino que debían tomar para ir con él. El único salón al que Aaron podía referirse, era el que usó para su primera reunión con él y sus hijos.

 

A medida que avanzaba, tenía la impresión de estar hundiéndose más en una guerra en la que no pretendía pelear; al menos no al principio. Pero entendía también que, llegados a ese punto y al grado al que se encontraba involucrada, era difícil, sino imposible, apartarse. No porque estuviese en juego su nombre o ella misma, también estaba involucrada su familia y, aunque era algo que no admitiría jamás en voz alta, era un factor de bastante peso. Un factor que antes no había existido, por eso había sido tan fácil moverse entre la gente en el pasado. Y todos ellos ignoraban en lo que estaban metidos.

 

El salón estaba completamente vacío, cerró la puerta cuando Keaton la cruzó. Se apoyó en el escritorio y empezó a repiquetear los dedos sobre la madera, de forma ansiosa.

 

Debemos contactar con nuestra gente en Italia, no hemos sabido de ellos desde la reunión con Piero. —pensó en voz alta.— Aunque no debería ser muy buena noticia el que Alyssa no haya dado ningún tipo de señal. ¿Crees que haya sido interceptada? Quizás la tomaron de rehén. Sólo por si acaso.

 

Calló en el momento en el que sintió pasos por el pasillo.

 

Anda, pero por fin te dignas. —se enderezó al ver que era Aaron quien entraba.— Nos cayó una casa encima, pero no te apures. —se sacudió el vestido maltrecho y su semblante se ensombreció un poco— Creo que es momento de que sepas...

 

CRACK

 

Chuck apareció dentro de la oficina con un sobre en las manos temblorosas.

 

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~ Mosquito ~          Ianello 

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Ministerio de Magia Italiano.

Bunker.Bajo el Vaticano.

13 de marzo, mediodía.

 

Su puño cayó con firmeza y el sonoro golpe contra la madera resonó entre las paredes de aquella oficina. El escritorio vibró producto de la brutalidad del golpe, haciendo que se derrama el agua de un vaso lleno hasta el tope. Cuando el eco del golpe se extinguió, todo quedó sumido en un tenso silencio. Cada par de ojos presentes en ese bunker observaban a Piero; algunos expresaban admiración ciega mientras que otros dejaban escapar su temor ante la reacción del ministro italiano. Allí no volaba ni una mosca, lo cual era lógico debido al aislamiento de aquella habitación respecto al exterior. Lo único que se atrevía a moverse en tal situación era la dinámica imagen de Aaron Black Yaxley en la portada de la última edición del periódico inglés El Profeta. El parco rostro del político era iluminado por intermitentes luces que respondían a las cámaras fotográficas de la prensa, hambrientas por inmortalizar en su lente un momento ya considerado bisagra en la historia de la magia.

 

- Hasta aquí llegó la honorabilidad de la guerra. Es un derecho establecido en innumerables tratados internacionales de actual vigencia y amplio conocimiento que el señor Black perdió en el instante que, de manera inconsulta y por motus propio, decidió que el Estatuto del Secreto cayera. Si aun en tiempos de guerra donde prima el egoísmo y la miseria del hombre existen reglas ahora se desvanecieron, así. - Azzinari chasqueó los dedos sonoramente, cual elfo doméstico haciendo magia - Todo cambia en nuestra estrategia a partir de ahora. La comunidad mágica está observando. Ahora incluso lo hacen los muggles.

 

Piero apartó su mirada, que hasta ese instante había fijado en el canciller búlgaro, y volvió a centrarse en el periódico que descansaba junto a su brazo, extendido sobre su ordenado escritorio de trabajo. Lo que captó su atención en aquella ocasión, sin embargo, no fue el artículo que con la letra de molde que se desvivía en críticas ambiguas al accionar del ministro. Apartó el periódico a un lado y, tal como había hecho minutos atrás cuando le fue remitido, tomó en sus ásperas manos un pulcro sobre blanco; dos lecturas rápidas de la misiva que éste guardaba habían alcanzado para que el ministro italiano aprendiese cada palabra con su excepcional memoria. Aquel movimiento de su par inglés lo había sorprendido y no se sonrojaba ni un poco por aceptarlo ante su círculo íntimo de funcionarios más cercanos. Revivir al grupo de los sagrados 28, ya desterrado de la consciencia colectiva de la comunidad mágica, era una jugada por demás interesante. Piero había tenido apenas un par de horas para analizarla con la profundidad que merecía.

 

Durante su juventud, en la que había trabajado a destajo para convertirse en un hombre de la política, Piero se había topado de casualidad con el Directorio de Sangre Pura, dado que en su biblioteca familiar predominaba en gran número la literatura italiana, como era esperable. Su primera impresión sobre el contenido de aquel libro había resultado tan definitoria y elocuente que la mantuvo por el resto de su vida: la ideología de la sangre era algo a todas luces ridículo, un caza tontos en toda regla. Nunca había subestimado la capacidad del Yaxley y allí residía el respeto que le tenía como rival. Durante su corta campaña política había apreciado su altura para sobreponerse a los otros candidatos, aun cuando los demás entregaban al votante propuestas más mesuradas. Sin embargo, caer en un error tan burdo como envalentonar a los propios con cuentos vacíos como la “pureza de la sangre” era un paso en falso tan inentendible que costaba endilgarlo a Aaron ¿No se había servido de las experiencias históricas -y catastróficas- de modelos autoritarios basados en ideologías similares?

 

Abandonó la comodidad de su acolchonado sillón negro y se incorporó, volviendo a pasear su severa mirada entre los miembros de la comitiva a los que había autorizado para ingresar a su bunker: su prodigio jefe de prensa, su secretaria personal que rozaba los cincuenta años, el General de sus fuerzas de seguridad y el flamante canciller de Bulgaria, la nación aliada con la que habían configurado un bloque -el cual encabezaban en carácter de líderes- para frenar el sinsentido que Gran Bretaña había iniciado sin pudor alguno. Piero recorrió con parsimonia su oficina propia oficina, manteniendo adrede cierta tensión en el ambiente, y frenó frente a un tablero de ajedrez con el que solía entretenerse en tiempos de paz, cuando su deber se limitaba a administrar el Estado en beneficio de su pueblo. Vaya que añoraba esos momentos de tranquilidad, donde las circunstancias no lo obligaban a tomar medidas que contradecían su propia ética. Con un ademán invitó a los presentes a acercarse al vistoso tablero de madera.

 

Pensando en aquella reunión, Azzinari había reconfigurado la disposición de las piezas según su asertiva visión. Los peones blancos, en representación de las naciones alineadas contra la caída del estatuto, llevaban las banderas de dichos países, entre los que destacaban potencias con menor injerencia en la guerra como Francia. Existían, como correspondía al juego, dos caballos blancos: uno de los caballeros en miniatura sostenía el reconocido símbolo de MACUSA mientras que el otro levantaba en alto un escudo de armas cuyo origen podía escapar a muchos: el de la familia Médici. Lucrezia sería, en su obligación de asesinar al ministro para conservar su vida, la estocada final dentro de un plan mucho más ambicioso y complejo. En cuanto a las piezas negras, el rey negro correspondía, claro, a Aaron; las torres, en tanto, representaban a las familias de sangre pura más influyentes en la sociedad, que según los cálculos de Piero acompañarían a su ministro y podían torcer el destino de la guerra. El rey estaba rodeado por un grupo de peones sustancialmente menor al blanco, en representación de los gobiernos sin duda lograría convencer, entre los que destacaba un Japón cuya traición al Estatuto había afectado la estrategia de Piero.

 

- Dejemos que tengan su reunión, dejemos que el señor ministro saboree la gloria junto a un grupo de soñadores. Que crea que esta a punto de moldear el mundo a su gusto, al de las familias de sangre pura inglesas. Quiero que Aaron crea que por fin está marcando a fuego su nombre en los libros de historia para que un segundo después y solo un segundo después - detuvo su discurso un instante para derribar con un efectivo golpe de su dedo índice la pieza del rey - todo se desmorone ante sus ojos. Quiero que, cuando todo caiga, entienda que efectivamente dejó una huella en la historia, que cada libro tendrá un pequeño párrafo dedicado a Aaron Black Yaxley, el ministro de la magia que intentó tenerlo todo y se quedó sin nada…o, como dicen en mi pueblo, un ministro fracasado.

 

Piero volvió a levantar al rey negro y a colocarlo en su correspondiente casillero porque, sin lugar a dudas, Aaron seguía vivo y de pie. No dudaba que su par inglés le daría pelea, pues irónicamente estaba en su sangre. Azzinari confiaba en lo que su prodigiosamente cabeza, nutrida por pilas de literatura bélica, podía elaborar pero sostenía como un mantra que apostar por una victoria segura traía consecuencias nefastas. Era confiado, pero no tonto. Las estrategias ofensivas como la que estaba a punto de materializar siempre traían contingencias y dificultades varias y era en la capacidad de prevenirlas donde residía la posibilidad de éxito. El ministro italiano caminó hasta pararse frente a los cuatro funcionarios y enderezó su postura. Aclaró sonoramente su garganta, juntó sus manos por detrás de su espalda y alzó su voz con la firmeza de su convicción.

 

- Las autoridades búlgaras están listas para llevar a cabo su parte en la estrategia que elaboramos juntos - afirmó cruzando miradas con el canciller, cubierto de vistosas pieles animales, que asintió para reconfirmar sus palabras. Piero se había reunido con el cabeza de estado búlgaro durante la madrugada. - Ellos nos proporcionarán logística, criaturas propias. No llamaremos la atención y llevaremos todo con el más absoluto secretismo y minuciosa calma. Llegaremos callados, sin hacer el más mínimo ruido, cuando todos los ojos del ministerios y sus aliados estén enfocados en Buckingham nuestras fuerzas entrarán por la puerta de atrás, apenas una hora antes de que empiece su reunión.- su mirada recorrió el tramo que separaba a su General de su jefe de prensa - Durante el día acribillaremos al pueblo con artículo tras artículo desacreditando a Aaron hasta diezmar su ya desgastada imagen. En la noche, cuando cada familia salga de esa reunión pensando en la cuota de poder que acaban de recibir de parte del mismo ministro, iremos por la cabeza de Aaron y de quien se resista a la pacificación y la vuelta del Estatuto. La superioridad numérica activará una hormona muy específica de sus cabezas: las del miedo. Van a priorizar lo más preciado que tienen, algo superior a la pureza de su sangre: su propia vida ¿Y entonces? Entonces jaque mate.

Editado por Lucrezia Di Medici
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13 DE MARZO

SAN MUNGO.

En Algún Lugar Escondido

 

Observaba aquel informe sin entender nada. Sabía muy bien lo que había escrito allí y de que se trataba todo aquello porque había sido él quien lo había escrito, pero aun así, aquellas marcas de maldición, aquellas extrañas runas. El ataque no había sido para aquella chica sino para su novio, ella se había interpuesto y por consiguiente se había llevado todas las de perder. El colmo de todo aquello era que Cissy deseaba un informe de lo que había pasado tanto con la chica como con Arya, ¿Cómo explicarle aquello que ni siquiera él estaba entendiendo?

 

**************

 

13 DE MARZO

MANSION RAGNAVENTUS

 

La oscuridad de aquella habitación era impactante. La luz de un par de tenues velas era lo único que intentaba (sin mucho éxito) penetrar aquel lúgubre ambiente. El vampiro estaba con los ojos cerrados y sangraba. Frente a él una daga y un grimorio. estaba haciendo magia realmente oscura, estaba caminando por el mundo de los muertos, utilizaba su habilidad nigromántica para llegar hasta aquel punto donde no había sido posible llegar de otra manera. ¿Qué era o había sido tan importante como para arriesgarse a atacar a aquel hombre?, estaba por averiguarlo.

 

**************

 

13 DE MARZO

MANSION RAGNAVENTUS

DESPACHO

Tiempo después esa misma noche…

 

El cainita mantenía la pluma entre sus níveos dedos mientras releía la nota que iba a enviarle a la Macnair quien le había pedido que le informara sobre la chica atacada y los cambios que pudiera haber en ella. Dibujo una mueca mientras terminaba con fina escritura aquella misiva sin dar muchos detalles por si aquella carta caía en manos no deseadas.

La chica se encuentra estable, hay algo muy extraño en el ataque, estuve investigando, no es seguro hablar de forma normal. Te conozco, no te metas en problemas. Sabes cómo encontrarme de ser necesario.

Hades.

 

 

Luego de aquello el vampiro jugueteo con aquellos anillos que llevaba en los dedos colocando una gota de aquel anillo de la presencia mientras muchas imágenes pasaban por su cabeza. Selló mágicamente la carta y la envió hasta el lugar donde Cissy estuviera. Esperaba que llegara a tiempo por lo menos para calmar un poco la situación ya que, Arya parecía lo suficientemente afectada. Además, de esa forma podría indirectamente estar protegiendo a la madre de su futura hija.

 

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Elfito: Mansión Medici...

 

Elfito tenia una misión... despues de que la señorita del pelo morado habia sido algo grosera con elfito el bajarla tan feamente de su cabeza... nadie confiaba en elfito... por lo que elfito se sentia tan triste de ser tan pequeño y debil... por lo que estaba ahi... sentado enfrente de aquella estatua de esfinge destruida de lo que ahora parecian ser los escombros de la medici... era bastante triste... el verlo ahi... sentado y solo... tomando su gorro y estrujandolo entre sus dedos... derramo un par de lagrimas... una por tristeza y otra por impotencia... fue entonces que arrastrando su gorrito salio hacia lo que quedaba el gran salon...

 

--Espero que la hija del señor Sherlock Este bien...--

 

Decia mas que nada para si mismo... pero fue entonces que escucho unos sonidos provenientes de la escalera... era unos niños... adolescentes... entonces elfito recordo lo que habia dicho la señorita arianne... sus hijos estaban en la mansión!!!... pero en eso un pequeño crujido alarmo a elfito... el no era un ingeniero civil... pero sabia que los daños recibidos a la casa habian sido mas que nada peligrosos... por lo que corriendo hacia la escalera los vio... una niña que elfito reconocia de nombre Luna... y un niño que elfito recordaba que la señorita Arianne llamo Luka... estaban dos... faltaban otros dos... @@Blaise Zabini y @@Lex Grindelwald por lo que elfito secandose las lagrimas y colocandose el sombrero corrio lo que sus patitas le daban para tomar de la mano a esos niños...

 

--Me manda la señorita Arianne... soy... soy elfito... vengan, vengan! no es seguro por ahi...yo... mama esta bien!! mama esta bien!!! elfito... elfito la salvo!!...--

 

Era una mentira?... por supuesto tenia que ser asi... tenia que buscar la manera en que unos niños y adolescentes confiaran en el a primera mano... la Ridcklaud era mas cerca... pero primero tenia que buscar a los otros dos... por lo que elfito sonriendoles les estrecho la mano para que comenzaran a caminar entre los pasillos de la medici... manteniendose lo mas lejos de esa zona de riesgo...

 

Dick Grayson... Azkaban...

 

La tormenta no parecia ceder... ni siquiera sabia que alguno de sus patronus habia llegado... tal vez... solo tal vez... no... no podia involucrarla en eso... ella necesitaba paz y el mago habia tomado la decisión de alejarla... era su decisión y debia ser asi... por lo cual tocandose la cabeza un poco, el mago miro a su alrededor... La situación no era tan mala como creía... Estaba preso... Le habían quitado la mayoría de sus joyas y varita... También sus artilugios mágicos... Pero cometieron el error tan grande de que no quitarle los calcetines... Sep los calcetines... Fue entonces que reincorporandose miro a su alrededor... Sus compañeros de celda estaban extrañamente tranquilos... Por lo que extrañándote inmediatamente se sacó los calcetines y sacudiendolos de los mismos salio un frasquito de fluido explosivo y una bajara de naipes...

 

--Ok Dick... Tranquilazate...--

 

Se decía a si mismo mientras vaciaba una gota en la cerradura de la celda, por lo que en cuestión de segundos está explotó habriendo la puerta totalmente por lo que saliendo rápidamente de ella se dirigió a la de a lado para repetir el mismo proceso... Dónde ingresando a la celda observo el cuerpo de aquella chica... No dejaba de repetir cosas sin sentido... No sé detectaba ningún rastro de magia en ella... Por lo que mirando alarmado sencillamente escucho el susurró del vecino de a lado...

 

Preso 3: --Ella era muggle... Era mi novia... Los malditos dijeron que nos llevarían a un lugar seguro!!! Los dementores le robaron el alma!!!! Desgraciados!! Y por si no fuera poco la violaron los guardias...!!--

 

El tipo rompió en llanto... La impotencia había hecho que Dick estuviera molesto... Acariciando la mejilla de aquella mujer que nunca conoció, sentía como si se tratará de el mismo... En su memoria llegaba aquellos recuerdos de la niñez, dónde era feliz... Dónde tenía una familia amorosa, era llena de carencias pero al final contaba con ellos hasta que ese tipo se lo arrebató y ahí fue donde conoció la verdadera vida detrás del escenario... Ahí conoció el hambre... La desesperación... El tener una voz y nunca ser escuchada... La sensación de impotencia que en ese momento le embargaba... Era la misma que sentía cuando miro a sus padres tirados como basura en el centro del circo...

 

GUARDIA:Que es ese ruido!!!--

 

Decía aquel señor que físicamente solo se podía comparar con stone Cole Steve Austin... El cual alertado por aquellas explosiones fue a ver que sucedía... Su sorpresa había Sido grande cuando se dió cuenta que se encontraba con que uno de los presos había escapado... Estaba enfrente de aquella chica, hasta que sintiendo un escupitajo del 3er prisionero le dió un golpe con la macana que lo hizo retroceder... Para ese entonces Dick aún no reaccionaba... Por lo que el guardia sencillamente lo agarro del cuello de la camisa y lo comenzó ah arrastrar hacia afuera... El cuerpo no reaccionaba... La mente no dejaba de pasar una y otra y otra vez lo sucedido... Hasta que se detuvo en otro fotograma... Algo nuevo... Algo sorprendente una segunda familia... Un primer amor...

 

--Da el aviso... Esta noche... Todos escapamos... Buenos... Malos... Todos escapamos!!!! REVUELTA!!--

 

El cuerpo de Dick había cambiado... Sus músculos se habían tensado... Su piel se tornaba palida y sus ojos comenzaron a llenarse de sangre... Odio y dolor... Habían leído la historia del Dr. Jekyll y Mr... Hyde? Bueno pues ese era el mismo principio... Por lo que clavando los dedos sobre el cemento el Berseker miro a ese guardia... El cual miraba entre asustado y asombrado la transformación que tenía el chico... Entonces el Berseker colocándose de pie le lanzó el paquete de naipes al otro preso el cual comenzó a usarlos para intentar abrir su celda...

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Mansión Di Médici.

13 de marzo. Madrugada

 

¿Era en serio? ¿La mortífaga había utilizado un simple bobarda? Keaton se esperaba algo mucho más sofisticado, pero no, la Di Médici había decidido usar la magia más burda y vulgar en aquel momento. Aunque claro, pronto entendió que aquello solo había sido un distractor; suspiró mientras tomaba rápidamente a Santa Teresa en sus manos y pensaba en un «¡Salvaguarda Mágica!» pensó y de inmediato su cuerpo se volvió intangible y los pedazos de concreto sencillamente le atravesaron sin causarle daño.

 

—¡Pero que falta de respeto! Uno viene aquí de visita y la dichosa señora ésta nos ataca... vaya panda de locos y tarados son los Di Médici —Dijo el Ravenclaw mientras se sacudía el polvo de sus ropas. Detestaba la suciedad.

 

La Matriarca de los Triviani entonces comenzó a darles órdenes, Keaton tardó un poco en reaccionar pues miraba con un poco de diversión el cuerpo de Zoella allí todo desmayado... con aquel delicioso cuello colgando y dejando ver cada venita lista para ser mordida... se contuvo, no iba a armar una alharaca de nuevo atacando a su cuañada en pleno terreno desconocido. Sin más, entonces, hizo caso a la mujer, se despidió de Jeremy y de Zoella con un gesto algo rápido y siguió a su suegra.

 

—Vale, te acompaño, pero por ahí me vas poniendo al corriente de qué diantres está pasando, porque la verdad no entiendo nadita de nada —Respondió a la indicaciones de la mujer y cruzó el portal antes que ella.

 

Ministerio de Magia.

13 de marzo. Madrugada.

 

¿Desde cuando en el Ministerio se dedicaban a esculcar a uno? ¡Era una verdadera barbaridad! Aquel día, el italiano se estaba llevando demasiadas sorpresas, algunas más desagradables que otras, ¿pero qué podía él hacer? Era un mago común y corriente, sin ningún puesto realmente relevante ni ningún renombre, o eso creía él. Lo que si que le causó que se quedara boquiabierto, fue el hecho de que Candela había sonreído y de que había logrado con ello un impacto. Uno de los hombres aquellos les acababa de decir que pasaran, que fueran a ya sabía dónde en el pasillo ya sabía cual. La curiosidad se hizo presente en el rostro del vampiro como un gato al ver una madeja de estambre.

 

Se dedicó a seguir los pasos de la Trivani mientras pensaba en todo lo que había pasado en tan poco tiempo. No entendía, seguía sin entender y, posiblemente, no lo haría pronto, porque la mujer parecía estar inmersa en sus propios pensamientos, de hecho, parecía que ni siquiera iba acompañado por el Mago Oscuro. Al final, llegaron a la puerta de una sala, la mujer la abrió, entro, le hizo señal al hombre de que entrara y la cerró.

 

—Digo, no es que yo quiera ser inoportuno, suegrita, pero recuerda que estuve fuera de Inglaterra por más de nueve meses, no entiendo un ca***o qué es lo que está pasando ni nada. Sabes bien que no había tenido oportunidad de convivir mucho con ustedes y bueno...— Sus palabras quedaron interrumpidas por la llegada de alguien más: el mismísimo Ministro de Magia en persona, su suegro. Keaton estaba que no cabía en sí.

 

Aquello era demasiado ¡DEMASIADO! Candela estaba por contar algo más, atisbar un poco más de aquella aventura en la que se estaban metiendo, pero un crack interrumpió todo. Una serie de palabrotas, de las más selectas de cualquier barrio latino, salieron de la boca del vampiro y miraron con rencor a elfo doméstico que acababa de llegar, el cual, parecía tener algo entre sus dedos, ¿era un sobre?

 

 

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día de la reunión: 21.00 hrs y pasando.

 

La noche volvía a cernirse sobre Londres, en un cielo apreciado con un degradé de anaranjados y violetas, colores que terminaban por oscurecer y difuminar las nubes, las mismas que parecían ser el augurio de una tormenta que no se alejaría de la realidad a la que brujas y magos selectos habían sido invitados . A su merced, el palacio de Buckingham se imponía como el eje central de uno de los ideales más antiguos y prolijos de la magia, a su origen, su poder, su culto, una pasión de la que muy pocos se habían enamorado, y a su vez, una que otros tantos habían olvidado tras el hechizo y encantamiento más antiguo y original del mundo,- una paradoja sin respuesta para mí- el amor. ¡Que loco! ¿no?, la misma pasión que nos podría unificar en sangre, se protegía cuán empático y solidario para no sobreponerse al otro, ¡al muggle!...

-...¡Al mismo que nos había dado la espalda cuando se nos permitía vivir en comunión!, ¡como inquilinos!, ¡como servidores!- exclamaba a viva voz, dándome una leve pausa para cerciorar que todos tuviesen mi atención, momento en el que negué al piso y repuse con serenidad-....como elfos...

El magnificente Albus Dumbledore había mencionado lo siguiente: «A medida que la caza de brujas era cada vez más feroz, las familias de magos comenzaron a vivir una doble vida, con encantamientos de ocultación para protegerse y proteger a sus familias. Ya en el siglo XVII, cualquier mago o bruja que optara por fraternizar con los muggles se convertía en sospechoso, incluso un marginado en su propia comunidad.»

-¿Qué más nos espera?- cuestioné a quienes, si comprometíamos fidelidad, podría considerarlos mis hermanos, hermanas, madres y padres- ¿acaso?, ¡¿es que acaso debemos sentarnos aquí y mantener la guardia siempre en alerta?!, desmemoriando, invisibilizando, resguardando nuestra integridad, por temor a las consecuencias que podría ocasionarle ...¡¿nuestra cultura a la suya?! ...- exclamé en la cumbre de atención y observé a uno de los presentes- ¿qué es más antiguo, la caza de muggles o la de magos?-observé a otros- ¿tienen hijos? ¡ellos cazaban a nuestros críos!, a niñas y niños indefensos de conocimiento...- proseguí sin darles pausa, suspiré y recordé el lema ministerial, reproduciendo el mensaje con vasta serenidad - "La ignorancia de la ley no es excusa", y aún así nos sometimos en sus leyes...- enfaticé con el índice mientras volteaba a otros de los presentes-... ¡cedimos!, y adivinen, ¿quién nos traicionó?, sí mi amigo, así es amiga...- embauqué a un par de brujos y mostrándome desarmado e ironicé hacia el resto con una floritura en mis manos en son de presentación vacía- ... ¡al muggle!. Pero eso no es todo, pues hubieron hermanas y hermanos nuestros ¡que nos traicionaron!...-volví a exclamar en un vaivén de emociones encontradas por temor a que el amor por la sangre mágica se desvaneciera definitivamente- de otra manera, ¿cómo se explican la obligación de desterrar y desconocer a gente como tú, como yo, a discriminarlos por su falta de solidaridad, contigo? ¡y contigo también!- les dije a un par de magos, regalando unos segundos para que comprendiesen- de ahí nacen hoy los impuros... del traidor, ¡del traidor a la sangre!- sostuve finalmente en un vitoreo que amenicé con ambas manos- gracias, gracias. No se incomoden, no teman aunque divaguen hoy pues al menos yo les esperaré con los brazos abiertos...-teatralicé desenvainado mi varita- ¡aquí también los hay hoy!...- volví a exclamar sin tener pu.ta idea de que hubiesen familias que solidarizaran con la orden del fénix, pero esa era mi movida, éste era mi juego y yo los haría salir a la luz que tanto protegían. Sonreí ligero y en una piscopatía absoluta proseguí- ... hay traidores de nuestros principios entre nosotros, y no los culpo, ¡es más!, sean bienvenidos de retirarse de éste palacio pues nadie les ha citado para iniciar un enfrentamiento, ¿qué me creen?, ¿un desquiciado mental que desea ver una masacre aquí dentro?, no, no...-repetí un par de veces más hasta perderme en un susurro. Yo ahí quería a brujas y magos determinados, convencidos de un lema que se desvirtuaba tanto como la magia que nos había convocado, uno que estaba empecinado por recuperar- aquí solo hay gente fiel, ¡somos fieles a la sangre!...

****

La fachada del palacio se contemplaba con iluminación nocturna, enseñando con mayor énfasis las sombras que contorneaban cada relieve, marcos y pilares. Sus amplios y hermosamente decorados jardines ceñían cada estructura, estatua y verja que se imponía a la vista de todos los que fuesen llegando; toda familia de sangre pura debería haber recibido la invitación, y aunque el espacio fuese reducido, estaba seguro que éramos precisos. Por otra parte la seguridad no se quedaba atrás, y si hablar de una infesta era poco ¿entonces cuántos eran?. Podían ser muggles con una poción multijugos, sí, muggles vestidos de inquisidores que a su vez obedecían a una clásica maldición de control o tal vez fuesen inquisidores vestidos de muggles con la misma e ingenua poción, ¿quién lo diría? si parecía ser una noche común y corriente con individuos que pronto irían apareciendo por los jardines, con gente que se paraban a leer las portadas de los diarios y se saludaba con una venia social...

No esperarían que el lugar fuese un centro de enfrentamiento ¿o sí?, no esperarían que una reunión de tamaña importancia para la sociedad mágica -porqué sí, aunque fuesen adeptos al ideal o no, les comprometía a todos de cierta manera- fuese pensada sin la debida protección...e ilusión. Y para quienes hayan logrado llegar antes, no significaba que no estuvieran en la mira, sino más bien que formaban parte de una normalidad teatrera que requería de aquella cotidianidad. Habían miembros del cuartel en cada esquina hasta cinco cuadras a la redonda, habían otros más en los jardines que grajeas en un paquete de Honeydukes, pero ninguno de ellos estaba allí para detener a los invitados, sino más bien por si las cosas se liaban dentro. Hasta el perro que levantaba una pata para orinar una escultura podría ser un adepto de la milicia ministerial.

Respecto del salón donde serían recibidos solo podría decir que aparte de encantado estaba casi vacío, lo que no significaba la falta de elegancia en su tapicería o reducida mueblería que decoraba con alguna baratija innecesaria. Solo había una puerta, la que por cierto era doble, de una madera pulcra e imperante con dos manijas de oro. ¿Habían sillas?, no, ¿porqué?, porque era netamente una manera de hacerles comprender que debíamos seguir en pie, ¡determinantes y firmes por nuestros anhelos!, donde cada líder, cada jefe, cada matriarca o patriarca de su núcleo sería clave para que ésto realmente funcionara.

Son alrededor de diez personas las que se igualarían a mí, en expresión, en facción, en porte, en el gris de los ojos y la parquedad de la primera recepción de mi visita. De túnica azabache y prusiana, ligera por lo demás, con dos pliegues ondeando desde la altura de la cadera hasta las rodillas, donde y sobre el pantalón, las cañas del par de botas determinaban un paso firme. Cada uno de ellos estaría solo y aparecerían en cada rincón del parque, encaminándonos con una determinación sin igual hasta el salón donde les solicitaría conformar nuevamente el círculo de los veintiocho, aunque en menor número que antes, les denominaría como "La sagrada familia". Ya con todos reunidos, sabría que era la señal para entrar y revelar el discurso.

- Familias, amigas y amigos, sean bienvenidos de sentirse cómodos y como en casa...-comencé a sostener en el cualitativo acento inglés. Mientras varios de mis otros yo iban apareciendo entre los presentes, compartiendo palabras y frases de un lado de la habitación a otro, de una manera tan fluida que dificultaba el reconocimiento del verdadero ministro-... me alegra que cada uno de ustedes haya recibido cordialmente la invitación, y que por lo menos hasta ahora, no hayan demostrado su alevosía ...- sonreímos a la vez. ¡Era un narciso! y lo más divertido de todo es que lo sabía- porque ya lo hubiese descubierto..emmm...¡como el jarrón!, el que se quebró hace una hora atrás...-sostuve hacia una bruja en particular- pero tranquilos ¡eh!, que aquí nadie está acusando a nadie... aunque me podría acusar a mí mismo ahora- solté en una pequeña carcajada mientras me observaba en uno de los muggles que iban vestidos como yo, hablando como yo, ostentando ser yo. Todo por una de las tres imperdonables claro ¡que fácil era!. Pero no todos eran seres sin magia, pues los inquisidores me eran tan fieles como el amor de una Evans a un Potter- ¡Hey tú! ¡porqué levantaste el velo del secreto!- exclamé rimbombante. Dí un solo aplauso y sin ser cuestión de magia, sino más bien de una perfecta sincronía, solo quedé yo al descubierto. Todos habían estado pendientes del ministro equivocado- aquí estoy amigos míos, yo no me escondo de nadie externo a mi familia y quiero invitarles a formar parte de ella, porque siempre hemos tenido una venda respecto del muggle...

>>-...¡Al mismo que nos había dado la espalda cuando se nos permitía vivir en comunión!, ¡como inquilinos!, ¡como servidores!...como elfos<<

>>...¿Qué más nos espera? ¿acaso?, ¡¿es que acaso debemos sentarnos aquí y mantener la guardia siempre en alerta?!, desmemoriando, invisibilizando, resguardando nuestra integridad, por temor a las consecuencias que podría ocasionarle ...¡¿nuestra cultura a la suya?! ...<<

>> ¿qué es más antiguo, la caza de muggles o la de magos?...¿tienen hijos? ¡ellos cazaban a nuestros críos!, a niñas y niños indefensos de conocimiento...<<

 

>>"La ignorancia de la ley no es excusa", y aún así nos sometimos en sus leyes... ¡cedimos!, y adivinen, ¿quién nos traicionó?, sí mi amigo, así es amiga ... ¡el muggle!<<

 

>>Pero eso no es todo, pues hubieron hermanas y hermanos nuestros ¡que nos traicionaron!... de otra manera, ¿cómo se explican la obligación de desterrar y desconocer a gente como tú, como yo, a discriminarlos por su falta de solidaridad, contigo? ¡y contigo también! de ahí nacen hoy los impuros... del traidor, ¡del traidor a la sangre!<<

 

>>Gracias, gracias. No se incomoden, no teman aunque divaguen hoy, pues al menos yo les esperaré con los brazos abiertos...¡aquí también los hay hoy!... hay traidores de nuestros principios entre nosotros, y no los culpo, ¡es más!, sean bienvenidos de retirarse de éste palacio pues nadie les ha citado para iniciar un enfrentamiento, ¿qué me creen?, ¿un desquiciado mental que desea ver una masacre aquí dentro?, no, no...<<

 

>>Aquí solo hay gente fiel, ¡somos fieles a la sangre!...<<

 

****

 

Hogar de la familia Triviani (horas antes):

 

-Candela, ¿qué es lo que me ibas a decir antes de que tu...esas cosas, chack, shuck...o como se llamen, apareciera?...-pregunté a la bruja mientras tomaba asiento tranquilamente, en un sitial de su casa.

 

Y es que ese instante había sido casi desapercibido. La reunión en el ministerio duró lo que tuvo que durar, y mientras otros seguramente estarían organizando conspiraciones contra mi persona o algunos de los contendientes, yo me perdía entre los pasillos secretos del ministerio, sus cuadros y elevadores, para haberme reunido con la madre de mis hijos, bruja que por muy traicionera que fuese, le había confiado su plan de escape para resguardar la integridad de todos nosotros, salvo Sybilla quién desviaría, por otros andares, la atención de cualquier opositor a la caída del velo mágico para luego desaparecer rumbo a su hogar.

 

"-¡Anda!, ¡pero por fin te dignas!

 

-¿Qué te ha pasado?, pareciera que te peleaste con tus dragones...- sonreí con ironía a la gitana una vez que le vi ahí, con las prendas rasgadas y una que otra magulladura que solamente aumentaban su rudeza.

 

Triviani iba a responderme, pero ante la aparición de su elfo y la recepción de la carta que yo mismo había dictado, me tomó del antebrazo y me sacó de allí apenas pudo. Yo no sabía que volveríamos a su morada, pero si había alguna clase de tregua entre nosotros, era parte de la confianza que había depositado para cosas como aquellas. "

 

- Has evitado hablar conmigo desde que llegamos aquí...

Editado por Aaron Black Lestrange

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En el Circo.

13 de Marzo, mediodía.

 

Tenía que admitir algo: los años pasaban y se sentían en cada centímetro de mi cuerpo.

 

Tal vez muchos magos y brujas pensaban que llegar a la mitad de un siglo no era señal de nada. Que tenía mucho por delante y que uno podía hacer muchas cosas. Pero lo que a veces no contaban, era el recorrido que uno había pasado a través de todo. Tal vez era más desgaste mental. Si, estaba seguro de eso y de algunas cosas que no quería pensar porque realmente me enojaban. Aquel sentimiento era nuevo en mí y me estaban haciendo actuar de una manera casi imprudente, si analizaba a mi yo de hacía algunos años atrás.

 

Como todo hogar de magos y brujas, había tenido que aparecerme en la verja. Me hubiera encantado aparecer dentro de la mansión, más que nada para no llamar la atención, pero no quedaba otra. Sagitas, mi prima, se había quedado dormida, claramente el agotamiento la había vencido y estaba bien asi, porque no había otra forma de que se quedara quieta. Atravesamos la verja y aunque no quería, a la mitad del camino había tenido que hacerla levitar a mi lado para no cargar aquel peso.

 

Malditas heridas”. Las odiaba. La del pecho era la más nueva. Y claramente que nadie sabía sobre aquella herida que le cruzaba casi todo el pecho. Hasta a veces me costaba respirar. Y la segunda, tal vez la que había marcado una era, era justamente gracias a la persona que ahora estaba ayudando. La falta de mi mano derecha había sido por una magia oscura en el clan Paladin y la ayuda de Sagitas me había salvado la vida. Ahora la arrastraba a su hogar para resguardarla.

 

Las ironías de la vida.

 

Me encargué de que nos vieran lo menos posible. No quería que nadie se escandalizara, ni mucho menos me acusara de nada. Así que con la ayuda de Harpo, aquel agradable elfo, logramos llegar a aquella habitación, cuando el sol ni siquiera había asomado por el horizonte aún. Deposité a la joven en el diván con un sutil movimiento de la varita. Y le pedí a Harpo que la dejara dormir. Ya tendría tiempo para reanimarse y tomar pociones reabastecedoras y que la ayudaran a revitalizarse. Ahora tenía que descansar.

 

Y así pasaron algunas horas. Quería asegurarme que Sagitas durmiera al menos algunas horas. El sol comenzaba a asomarse por el horizonte y de alguna manera, mirando a través de los cristales pude observar el panorama. Era otra casa pero igual de hermosa. Emití una sonrisa y pude ver la copa de los árboles del Bosque Prohibido. Y las criaturas del Circo, eran demasiadas. Había muchísimas instalaciones en aquel lugar, que luego querría ver con más detalle (y tranquilidad)

 

Sagitas despertó al mediodía. No hacía falta decirle que las chicas sabrían cuidarse solas y volver donde estábamos. Pero Harpo apareció nuevamente.

 

— Vienen tiempos difíciles, prima

 

Y aquello era como si las palabras que acababa de decir, fueran parte de un encantamiento que iba provocando todo aquello. El elfo estiró un pergamino hacia la joven bruja y esta se alteró.

 

Esto se va a ir al demonio —no podía comentar otra cosa. Eran como pequeños planes malvados que se estaban juntando para que ocurra otra tragedia. La guerra con Bulgaria y el Estatuto eran partes de un todo que aún no ocurría. Y habían nombrado a un tal Piero—. Creo que no tengo otra salida que ir. Aunque déjame decirte que no es buena señal ésa reunión. No creas que es un grupo de amigos. Han pasado cosas espantosas cuando se han juntado más de una decena de magos, todos con diferentes objetivos.

 

Le comenté. Claramente que iba a ir a la reunión si descansaba, era parte del trato.

 

— ¿Quieres que me quede aquí contigo y vamos juntos? ¿O nos encontramos allá?

 

 

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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12 de Marzo, 23hs. Castillo Rambaldi.

 

El escritorio estaba cubierto de papeles esperando a ser leídos que aún no había tocado...y sinceramente no estaba segura de querer hacerlo. Los últimos días habían sido una locura, lechuzas entraban y salían sin parar de las almenas y Kamra Ashryver Rambaldi comenzó a sopesar la idea de contratar una secretaria para administrarlo todo.

 

Conforme los minutos pasaban, la ahora Regente de Escocia anotaba los puntos a discutir con su parlamento en construcción, mientras asimilaba todo lo que había sucedido: En un momento solo era una hija sin nombre de algún bastardo que la había abandonado, al otro era contactada por fuentes desconocidas que aseguraban que era miembro de la familia real escocesa. No se trataba del producto de la unión entre Ingleses y Escoceses, sino que pertencía a una dinastía que se remontaba a la época en la que los Celtas regían su tierra, cuando su sangre no había sido diluida tras la conquista de los Normandos.

 

Cansados de buscar la mayor autonomía posible y trabajando a escondidas del poder de Inglaterra, los Lores habían recurrido a buscar a quienes pudieran devolverle a Escocia el esplendor que estaba seguros merecían y que aún les quedaba como Nación, aunque las sombras de la corona Inglesa las estaban diezmando. Personas nobles que salieron de dinastías que se habían creído perdidas ahora retornaban a su tierra natal, y Kamra era responsable de ellas.

 

Dejando de lado un archivo anormalmente pesado, sus ojos se desviaron hacia la ventana de su estudio. Mas allá de ésta, se alcanzaban a divisar... - ¿Qué está sucediendo? - magos...alzando el vuelo en sus escobas, corriendo por las calles de Ottery...gritando - ¡Raissa! - llamó a su elfina y apuntó hacia las calles - ¿Qué en el infierno está ocurriendo? Ve a averiguar, no tardes. - la rudeza contra la criatura temblorosa había sido innecesaria, pero un temor creciente se extendía como melaza por su cuerpo, su temor solo aumentó cuando Raissa estuvo devuelta.

 

- ¡Ha caído!...El estatuto del secreto de la magia a caído. El ministro Inglés lo ha decretado - Kamra estaba segura de que reflejaba el mismo shock que la criatura parada frente a ella.

 

- Esto...¿Cómo? - la peliblanca sacudió la cabeza no permitiéndose perder un segundo más de tiempo - Contacta a Alessandra, dile que la espero en el Parlamento Escocés, ahora.

 

Era una locura. Una locura y sin embargo...Libres...la palabra resonó en su mente como un tambor, la música que generaba se propagaba por ella haciendo a su magia vibrar. Mas sin embargo, no se trataba de lo que ella deseaba, no más. Corrió hacia su vestidor. No tardó en cambiarse por un traje azúl con detalles amarillos, haciendo alusión a la bandera de su patria...y mientras desaparecía, una idea iba tomando forma.

 

Palacio Holyrood, Edimburgo - 13 de Marzo, 00hs

 

Las calles de Edimburgo estaban llenas de personas en pánico. Kamra no estaba segura de si eran únicamente muggles. Los ciudadanos escoceses de la comunidad mágica, aunque liderados por otro país, aguardaban no con poco nerviosismo a qué su parlamento hablara...pero los dos hombres de la prensa que habían llegado corriendo hacia ella ni bien hubiera puesto un pié en el palacio no se veían en absoluto estables.

 

Sin decir palabra alguna, sin hacer contacto visual, la Ashryver caminó a su despacho. Ninguno de ellos pertenecía al parlamento muggle del que también se hacía cargo. Ellos eran portadores de magia...quienes no estaban siendo discretos al lanzarle pregunta tras pregunta. Arrugó la nariz, reprimiendo sus ganas de hacerlos callar por las malas - Usen la entrada que es exclusiva para ustedes, no responderé sus preguntas hasta cualquier conferencia pública que hagamos - esperó hasta atravesar la doble puerta hacia su despacho, caminando más allá hacia la habitación que era su entrada exclusiva hacia el ministerio de magia Escocés, más exactamente a la sala de juntas que allí le esperaba, antes de lanzar un sonoro suspiro.

 

El frío del picaporte de metal mordía su piel mientras lo sostenía, dándose unos segundos antes del caos que sabía la esperaba tras las puertas insonorizadas. Kamra las abrió y cerró tras de si, al instante los sonidos de una discusión a mil voces la golpeó.

 

- Buenas Noches - su voz salió firme, haciendo callar los murmullos y voces alzadas. Los tacones de Kamra sonaron contra el piso de Mármol mientras tomaba asiento bajo el imponente escudo de armas de La Familia Real, el asiento del soberano al mando - Discutiremos el tema que apremia, por el cual todos estamos aquí. El Ministro de Inglaterea ha hecho lo impensable, y más allá de la ideología que tengamos debemos llegar a un acuerdo, por el bien de ésta Nación.No quiero escuchar, preguntas absurdas. Ni acusaciones...Necesito que estemos unidos y con la mente clara, así que si van a abrir sus bocas solamente para soltar el mismo cuento que he escuchado sobre el secreto de la magia toda mi vida, pueden retirarse. - las caras que veía a su alrededor...los Lores y Ladys, ministros y Tesoreros...estaban en blanco. El miedo o la incertidumbre, cuál fuese el sentimiento con el que estuvieran identificados, no les dejaba hablar.

 

- ¿Hay alguien que desee decir algo antes de que retome la palabra?

 

 

@ @@Anthony Ryvak Dracony

Editado por Kamra Ashriver R. Delacour

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Joe Jackson

Calles de Londres, Mañana del 12 de Marzo

 

El siseo del inicio del fuego resonó como un bramido que le puso los pelos de punta a Joe, se preparó para la explosión pero esta no llegó, los alaridos desesperados de personas y el aterrador sonido de las llamas lamiendo cuanto se pusiera a su alcance lo sustituyeron. Aferró con fuerza su varita con la diestra y emprendió una carrera en dirección al incendio, por el camino pudo observar como el caos reinaba en las calles de Londres aquella mañana, los nomajs huyendo, los servicios de emergencia no daban a basto con todas las llamadas, camiones de bomberos, ambulancias, patrulleros todos sonaban sus alarmas en una cacofonía desagradable.

 

De vez en cuanto cuando el agente del FBI levantaba la vista hacia el cielo sonrosado por el amanecer se cruzaba con la figura de un mago o bruja surcando montando en su escoba ¿Acaso la sociedad había perdido la cabeza? Parecía una pesadilla de la cual no se podía despertar, la realidad lo atenazaba.

 

Al doblar una esquina lo pudo ver. Espesas columnas de humo negro ascendían en espirales desde las ventanas mientras que en los primeros pisos se podía ver el brillo letal del fuego. Los habitantes del edificio gritaban en pánico pidiendo auxilio, los que podía se acercaban hacia sus balcones para escapar del asfixiante gas de la combustión. El americano no tuvo ni que preguntarlo, aquel incendio fue iniciado por magia, lo podía sentir, carecía de pruebas pero tampoco tenía dudas y no podía perder más tiempo.

 

Mientras avanzaba en salvaje carrera hacia el edificio de catorce pisos se llevó el índice diestro hacia la dorada placa que lo identificaba como miembro de la entidad política americana encargada de mantener el orden, si había algún compañero de las fuerzas cerca sentiria su pedido de ayuda y deseando que esto sucediera entró por la pequeña y destartalada puerta de hierro que permitía el acceso al edificio mientras aferraba con fuerza su varita.

 

 

 

 

Matt Ironwood.

 

Centro de atención de emergencia "Sangre de Cristo"

Mañana del 12 de Marzo.

 

 

Matt tomó un sorbo del amargo café negro que se le fue ofrecido pero no lo disfrutó, apenas había mordisqueado las tostadas y ni siquiera intentó probar algo de mayor consistencia, sentía el estómago completamente cerrado. Cada cierto tiempo bajaba una y otra vez la vista hacia su reloj esperando nuevas noticias, pero desde el mensaje del presidente antes de sentarse anunciandole que continuará con la evacuación y el enigmático final en el que afirmaba que si lo deseara tomara cartas en el asunto contra los Grindelwelistas.

 

Aquello lo había dejado pensativo, ¿Tenían completa exoneración para actuar en territorio extranjero contra aquel grupo? ¿El MACUSA se haría responsable de cualquier falta que cometieran ante el Ministerio Británico? Pensó en el Ministro Black, el hombre que desencadenó aquel hilo de eventos que lo llevó a él y a decenas de compañeros hasta aquel país, el sujeto era un confeso fiel seguidor de los ideales de Grindelwald.

 

Una persona como aquella con todo el prontuario que llevaba nunca debió haber sido electo Primer Ministro, tanto poder en manos de un trastornado era una bomba de tiempo y la amenaza se había cumplido. El mensaje de O'Brien se repitió nuevamente en la cabeza del castaño… el Primer Ministro Black era Grindelwelista ¿Hasta qué punto tenían libertad para actuar contra esa gente? ¿El líder de una nación tenía inmunidad? Su trabajo era proteger su nación contra cualquier amenaza, no importaba de qué o quién se tratara y posiblemente el Ministro Black había lanzado el mayor peligro de la historia reciente contra los Estados Unidos de América y el Mundo. ¿Si se lo encontraba…. Que haría? Tenían que detenerlo, llevarlo a juicio, ponerle un fin a su desatada locura y capacidad de causar más daño. Black no podía seguir en el poder.

 

La voz de Despard lo volvió a la realidad, alejando de aquellos tormentosos pensamientos, estaba por replicar a una pregunta que no había escuchado cuando sintió arder su placa, se instintivamente su diestra a la misma para sentir el calor emanando del metal que indicaba que necesitaban su ayuda. Se incorporó bruscamente casi derribando la silla, miró a sus acompañantes - Afuera - les indicó antes de cruzar la concurrida sala del refugio a largas zancadas y abandonar el lugar.

 

Afuera en las calles el caos reinaba, los personas corrían de un lado a otro, algunos gritando, otros llorando, otros haciendo llamadas desesperadas desde sus celulares, el sonido de cientos de sirenas resonaban por la ciudad pero ruido que se anteponía a todos era el ensordecedor crepitar de las llamas alimentándose de madera, metal y plástico.

 

Matt lo vio, el fuego avanzaba con furia reptando por las paredes de un edificio de apartamentos consumiendo todo a su paso, los gritos y gesticulaciones de las personas en los pisos superiores rompieron su momentáneo bloqueamiento y corrió hacia las llamas.

 

 

@@Rory Despard @@Adrian Wild

 

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