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Mansión de la Familia Potter Black (MM B: 90394)


Sagitas E. Potter Blue
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Terrenos de la PB. Con Sagitas

 

Miré un momento a Sagitas. Era gracioso ver como balbuceaba y dudaba...supongo que alternaba ratos de no decir nada con momentos en los que soltaba más cosas de las que debería al mismo tiempo, y no le daba tiempo a pensar que decir. 

 

Sagitas estaba intentando hacerme...entrar en razón. O eso creía. No estaba del todo segura de lo que quería para Ithilion y sus enseñanzas, si realmente quería que el niño no supiera como manejar el fuego o, más bien, que aprendiera de forma responsable....no era lo qeu yo intentaba hacer? Que comprendiera que el control del fuego era importante, ya que podía ser tremendamente destructivo. O tal vez era qeu le exigía demasiado....pero cuando ella actuaba con tanto misterio, dando a entender que lo sabía todo y por eso actuaba asi...por qué no iba yo a hacerle preguntas?

 

Conforme hablaba de Elentari...de como buscaríamos ayuda para que la niña aprendiera, que me ayudarían a enseñarla, pero que yo tendría que estar ahí para estar con ella, jugar, leerle cuentos...fui agachando la cabeza de nuevo, mirando el vaso, donde el licor brillaba, tan llamativo. No sabía que necesitaba un hijo...no? no había vivido nada ni remotamente parecido con Jack. Volví a sujetar con fuerza el vaso, notando como algunas gotas mojaban los dedos, evitando caer sobre la hierba. 

 

No quería desmoronarme...no podía. No lo hice cuando me encontré solo con un recién nacido, o cuando no sabía que hacer, ni cuando me sentía solo...No. no me lo permití porque Sagitas estaba ahí, hasta Jack estaba con ella. 

 

En seguida entendí que había hablado de más, mi intención no había sido decirle a Sagitas aquello, cuando ni siquiera yo las entendía. O si. Más bien, me negaba a creer que aquello fuera cierto. 

- No...solo son pesadillas y sandeces, no me hagas caso. - dije.

 

Guardé silencio de nuevo, sintiendo un escalofrío. Seguía observando el vaso, intentando no hacer caso de la vocecita que me seguía ordenando que bebiera e ignorase a Sagitas. En lugar de eso, me removí en mi sitio, estirazándome un poco, mirando al horizonte.

- Sabes? Hace dos años que no he probado una gota de alcohol... - admití. - Cuando vine aquí pensaba beberme esa botella  y luego arrasar con las que encontrase hasta perder el sentido. - noté que me sonrojaba un poco. Alcé la mano que sostenía el vaso, en dirección hacia Sagitas, dándoselo. - no soy capaz de beber....si pienso en acercarme a Elentari oliendo a alcohol no...no puedo.

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Necesitará más tarde que temprano recurrir nuevamente a la aplicación en su teléfono móvil para ayudarse a recordar toda esta información que, queriendo o no, Darla es capaz de ofrecerle en su intento de explicar lo que está pasando allá afuera. No guarda todo esto como importante con un propósito principal, inicialmente solo había sido un hábito profesional esto de acumular información sobre las personas como si se tratase de una colección; agendando y catalogando propiamente. Ahora es algo que hace casi involuntariamente. En esta ocasión, es el modo explocion en el que Dala le explica que se encuentra su familiar lo que activa la máquina de notas en su cabeza. A la nota ha de añadir al final comentarios en corchetes con signos de interrogación o quizá un emoji confundido.

Hess asintió tras la explicación de Darla y los posibles escenarios que pudieran estarse llevando allá afuera, ha recuperado algo de esa característica sonrisa coqueta en el rostro, es más algo natural que voluntario después de todo. -Como usted me lo ordene-, casi murmuraba esta vez cuando ella decide retomar su asunto en lugar de atender lo que parece que se ha convertido solo en una riña familiar.

Nada de eso Darla, le aseguro que no hay nada de qué preocuparse-, comienza nuevamente con un parloteo confiado. Y echa hacia adelante los hombros desplazando nuevamente el documento a firmar sobre la mesa para que ella pueda alcanzarlo y leerlo mejor. Igualmente es sutil cuando se afina la garganta, dispuesto a explicarle de que trata él mismo si es necesario. —Si puede ver esta parte de aquí, es una descripción del objeto que se le está entregando, condiciones y características físicas más que nada. Aquí habla sobre como los servicios de nosotros con el receptor (usted) concluyen una vez haya aceptado recibirlo. Ah, y esto es muy importante, dice que bajo ninguna circunstancia puede reclamar a la empresa por daños que el contenido de la entrega pueda causar una vez terminado este proceso.

Aún inclinado casi sobre la mesa donde ha estado señalando cada párrafo en el papel que explica el punto del que habla, levantó la mirada en busca de Darla, solo para estar seguro de que ella lo sigue hasta ahora.

¿Puede verlo entonces?-, regresó a su postura recta para estar nuevamente cara a cara con ella. —No hay nada que ocultar. Nada de letras pequeñas-, esta vez arrugó apenas el puente de la nariz con la  sonrisa para ella. —Esas son para el empleador original del servicio-, le guiñó finalmente. Por supuesto que lo ha dicho como una broma, pero resultaba todo lo contrario, al menos la parte de las letras pequeñas. —En pocas palabras solo es un acta de recibo. Evidentemente necesitamos una prueba de que hemos cumplido con este trabajo-, concluyó. 

Impecable, esperó entonces a que Darla tomara una decisión. Con algo de suerte ella abriría de una buena vez el paquete y quizá puedan entre los dos descifrar el misterio que oculta. Si bien ya había inspeccionado el paquete, la entrega tenía también ciertas limitaciones que no lo han dejado curiosearlo algo más. Y no era que a Hessen le gustase meterse en problemas, pero tampoco podía evitar sentir un gran interés por algo que podría haber sido tan viejo como el demonio mismo.

@ Darla Potter Black
 

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Habían pasado algunas horas del mediodía. Y era hora de empezar el trabajo fuera del ministerio de magia, ya que había tantos pergaminos que leer, tantas cartas que mandar y tantos registros que hacer, que tal vez despejarnos un poco la cabeza iría más que bien. Miré las manecillas del reloj y noté que era la hora, asi que me desaparecí rumbo a Ottery St. Catchpole, específicamente a las afueras de la mansión Potter Black.

Había quedado con @ Malum Luxure que iríamos juntos. No porque trabajáramos en el mismo sitio del Ministerio, sino porque dentro del bando, nos habíamos asegurado de que al menos todas las familias tenebrosas cumplieran con el edicto. ¿Por qué? Porque unidos éramos más fuertes. Luego con las demás familias mágicas veríamos como hacerlos decaer y complicarles la situación.

Llegué a las afueras de la verja. Desde lejos podía ver la edificación y los árboles que rodeaban todo el lugar. Jamás había visitado aquel sitio, pero desde la marca tenebrosa, las misiones de ése estilo, las hacíamos de a dos, por si algo pasaba. En ése entonces se me había cruzado la señorita Luxure y había pactado ése encuentro para ésa hora. Ni bien llegaría iríamos ante la puerta, a ver cómo nos esperaban y cómo llevaríamos adelante que la familia de la Ministra cumpliera con los edictos que ella misma emitía.

Editado por Mael Blackfyre
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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Supe enseguida que me mentía. A Matt se le da falta mentir, disimular o cambiar de tema. Es algo que no le sale. Siempre había sido directo, siempre había dicho lo justo pero necesario. Y por mucho que intentara convencerme que eran pesadillas, yo sabía que aquello que había dicho era, sino verdad, muy cercano a lo que él creía que era cierto. Y eso me atribuló mucho más de lo que ya estaba. Si acababa de decir que él mataría a Ithilion, el mismo hecho que intentara negarlo me convencía que algo extraño pasaba con eso. Temblé, no era que hiciera frío. Temblé de frustración. Todos mis avances e intentos para impedir lo que iba a suceder en el futuro parecía que iba a ser en vano y que, al final, quedaría en un encuentro entre hermanos, tal como ya lo habíamos visto, lo habíamos vivido.

Le quedé mirando, pensativa, mientras él hablaba de que ya llevaba tiempo prescindiendo del alcohol. Lo sabía, me había preocupado bien de ordenar a mis elfos que me informaran de si veían al Patriarca beber a escondidas y, hasta ahora, no me habían dado ningún informe positivo. Sin embargo, hoy, sí, hoy le vi tan cerca de volver a caer... ¿Sería por lo que había insinuado y ahora decía que eran sandeces?

Tomé aire para contestarle, pero, en aquel momento concreto, sonaron las alarmas, tenues, difuminadas, sólo visible a los elfos y a los patriarcas. No sé si Matt llegó a darse cuenta, hablando sobre su hija Elentari y reconociendo que no quería oler a alcohol cuando se acercara (algo maravilloso, por cierto). Pero yo sí las oí. Y Harpo, pues se apareció al instante a nuestro lado para pedir órdenes.

-- Sí, hay gente merodeando en la puerta de entrada. Espero que no sean atacantes. -- Justo había despedido a los aurores para que fueran a buscar cierta información que parecía real sobre el Nigromante que yo buscaba. -- Si atacan, ocuparos de los niños, los elfos os los lleváis a la zona escondida y no salgáis hasta que alguno de los dos vaya a buscaros. Espero que sólo sean visitas.

Me incorporé y saqué mi varita del pelo, dejando que cayera en bucles sobre mis hombros. No quería peleas, pero tampoco iba a dejar que destrozaran la Mansión Potter Black, como otras veces había pasado.

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Tendía el brazo de alcohol hacia ella, ofreciéndoselo, para que lo cogiera. Tendría que seguir tragándome la ansiedad y los pensamientos que hacía tiempo me acechaban, seguir callando e ignorar como podía sentirme. Al fin y al cabo, era lo qeu hacía desde...mucho tiempo atrás.

 

Por qué se disparó de pronto? Tal vez era simple acumulación. La tensión con Sagitas crecía cada vez más hasta reventar en King Cross, cuando nos habíamos amenazado directamente con las varitas en aquel callejón. Y luego estaba Helike. Supongo que, hasta que no la tuve delante de nuevo, no me había dado cuenta de que llevaba dos años tragándome muchas emociones. 

 

No era bueno tragarse tantas emociones y cargar con ellas solo, era cierto. Pero era incapaz de compartirlas en voz alta, no había sabido sacarlas, supongo, ni siquiera con Sagitas. Había fingido qeu todo estaba bien y había seguido adelante hasta ahora. Tal vez fue todo aquello lo que, de repente, me llevaron a agarrar la botella.

 

Sagitas no llegó a coger el vaso. Las alarmas que sonaron, suaves, casi imperceptibles excepto para los elfos y nosotros dos, me hicieron alzar la mirada. En seguida, por instinto, rastreé hasta dar con un desconocido en la entrada de la Potter Black. Harpo ya se había personado delante de nosotros, esperando instrucciones. Mientras, dejé el vaso en el césped, junto a la botella, y me puse de pie. Fenrir ya estaba a mi lado, trotando en silencio, antes de marcharse siguiendo a Harpo.

 

Del bolsillo trasero del pantalón saqué la varita, sujetándola con fuerza con la mano izquierda. 

- Fenrir ayudará a proteger a los niños si es necesario. - dije. - Serán amigos, o enemigos?

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Lo escuchó en silencio, tratando de abrir su mente y su confianza, pero la pelirroja tenía una característica y era que no sabía confiar en la gente, no desde hacía algún tiempo. Sus ojos se posaron en los claros ojos del mago, en aquel momento tomó una decisión que sabía que era algo de lo que quizás se arrepentiría más adelante, pero que en ese momento consideró necesario.

Darla sonrió divertida, nadie se hacía cargo jamás de nada, ella ya era testigo de ello, negó con la cabeza, considerando cuál había sido exactamente el servicio que le fuera prestado. Una vez más la mirada del Crouch se cruzó con la de ella, y asintió, aquello se estaba prolongando más allá de lo que quizás fuere conveniente. Sus labios se volvieron a curvar en una sonrisa al notar el guiño de él.

—Muy bien, confiaré en usted señor Crouch… ¿la mía o la suya? —preguntó tendiendo la mano hacia el mago, manteniendo una sonrisa que rosaba la coquetería, esperando que él le respondiera.

Intentando que él lo notara se tensó en ese momento en el asiento, en la mano que mantenía apoyada sobre el paquete que reposaba sobre sus rodillas tenía en su dedo índice el anillo detector de enemigos y éste había comenzado a vibrar y a emitir una suave sensación de calor. Sus ojos pasaron del rostro del Crouch hacia la puerta ventana de la biblioteca, ¿quién estaba a punto de recibir un ataque? ¿Ella? ¿Su familia? Quizás era lo mejor firmar de inmediato y ayudar a salir de ese lugar al mago para evitar que sufriera daño alguno.

—Lamento haberlo retenido de más señor Crouch, quizás no debí ser tan curiosa y solo firmar el recibo y dejarlo ir —no sabía cómo hacer para solucionar la situación, se sentía preocupada, una sensación de angustia la invadía y acababa de darse cuenta que por ser quien era acababa de convertir en blanco a su familia y al mago frente a ella.

 

@ Hessenordwood Crouch

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  • 2 semanas más tarde...

— Maldita desgraciada…

No pude evitar contener aquellas palabras cuando la bruja no había llegado a tiempo a las cercanías de aquel hogar. No podía retrasarme demasiado porque tenía demasiados sitios a los que recorrer y si de algo estaba seguro (gracias a las personas que me lo habían advertido) la casa de los magos y brujas solían ser algo… entretenidos. Luego de maldecir en voz alta, me decidí a entrar y empecé el camino solo.

Aquel camino era como casi todas las mansiones. Aunque tenía que admitir que la magia que rodeaba a aquel lugar era diferente, era fuerte, era notoria. Llevaba a un costado un par de pergaminos con varios informes. Mi túnica negra ondeaba rozándome los talones. Me había puesto una vestimenta demasiado formal pero estaba allí como empleado ministerial. Solo seria para algunas preguntas.

Cuando llegué a la puerta, le di con el mango de mi varita tres golpecitos para hacerme escuchar. ¿Quién estaría en casa?

Esperé a que me atendiera.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Desde luego…-, casi se le escapa la decepción por el rostro, no es que Darla lo hubiera hecho apropósito, ciertamente sabe que no debería haberse interesado en primer lugar en ella, pero era difícil no caer en la tentación cuando la vampiro tenía entre sus manos lo que muy probablemente se trataba de algun presagio. Su interés en el tema de la videncia, aunque modesto, era algo de lo poco que podría haber adoptado de su padre. Aun si la predicción que tenía Darla en su poder ahora no se trataba de algo que cambiaría al mundo, el misticismo que guardaba todo esto, considerando aún más el hecho de que Darla no tenía siquiera parentesco o afinidad alguna con Southeil, no dejaba de causarle atracción.

Finalmente, y respondiendo a su manera el gesto de Darla, le entregó una pluma que ha sacado de la solapa de su impecable traje. No esperaba el repentino apuro de ella al firmar el documento sin más peros al respecto. 

No tiene de qué disculparse señora, es...entendible-, naturalmente desvió también la vista hacia la ventana de la biblioteca, era de esperarse luego de la insistencia que despierta Darla al alternar las miradas entre él y la ventana, más luego de la visible tensión que acompañó el gesto de la bruja; era tal como si ella esperara a que algo apareciera de pronto por la ventana y les acuchillara, así como en esas películas de terror nomaj. Lo que es más aterrador aun solo por los gritos que anteriormente habían hecho sacudir los vidrios y estantes de esta misma biblioteca y porque ha visto otras veces que en este lugar, en esta comunidad, las personas no entran a tu casa nada más para acuchillar. No, los magos y las brujas suelen ser algo más creativos al respecto. —Correría el riesgo nuevamente de volver aquí de ser necesario-, es cortesía nada más, fuera de Darla (y su predicción) no tiene más interés en quedarse aquí.

Bueno, todo parece estar en orden, ah…-, se puso de pie una vez que todo está ordenado debidamente en la maleta. —Si hay algo más en lo que pueda ayudar, Darla, el elfo doméstico que me recibió se ha quedado con la tarjeta-, antes de que pueda insinuar algo más, hasta ese lugar se puede escuchar los ruidos que vienen desde el corredor principal. Tal vez ese es el motivo del repentino apuro de la vampiro, aunque tal vez solo estaba especulando, pero ¿y si tenía algo que ver con la predicción de Southeil para la Potter Black?

Tks, quizá él aún era demasiado aficionado a esto...

@ Darla Potter Black

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Curiosamente, Matt y yo nos levantamos a la vez del suelo con la misma finalidad: defender la Potter Black. Llevábamos mucho tiempo encerrados en nosotros mismos, haciendo que nuestra relación materno-filial se fuera alejando por pequeñas viscosidades de ideas diferenciadas y, sin embargo, algo nos unía: la familia. Tal vez debiéramos aprender de ésto. Por mucho que nos distanciaran nuestros ideales, la familia siempre sería lo primero.

Aún así, le reñí, por supuesto que no podía dejar escapar ninguna ocasión para hacerlo:

-- ¿Cuántas veces te he dicho que no te guardes la varita en el bolsillo del pantalón? Un día te volarás algo, hijo.

Aunque yo tenía razón, tampoco era tan grave como para reñirle ahora, pues no era el momento. ¿Qué me importaba a mí de dónde se sacara la varita? Lo importante era que estaba allá, a mi lado, protegiendo la casa. Fenrir, el lobo, se había ido con Harpo para proteger a los niños. Nadie mejor que aquel lobo para hacerlo. Era el animal más fiel que no dejaría que les pasara nada. Harpo tampoco permitiría que nadie sufriera daño. Aunque no coincidíamos en los últimos meses, él se encargaría de buscar ayuda para que los niños no sufrieran daño.

Spoiler

La puerta de la biblioteca se abrió de golpe y Harpo interrumpió la conversación entre la Señorita Darla y aquel señor que había acudido a la mansión a verla. No le importó, cuando tuviera tiempo, se tiraría de los lóbulos de las orejas por haberse atrevido a desobedecer la orden que le había dado la pelirroja sobre no interrumpirla. Con la mano aún en el pomo, gritó:

-- ¡Visitantes! La Ama Sagitas ha dicho que hay que proteger a los niños.

Sólo dijo eso y desapareció, para buscar a más habitantes de la casa y avisarles del peligro.

 

-- No sé lo que son aún, sé lo mismo que tú -- le contesté, flojito pero airada.

Caminé entre los setos, agachándome. Había una persona delante de la puerta, golpeándola con el mango de la varita. Una persona normal, no llevaría la varita en la mano. Aunque un atacante, no llamaría a la puerta. No sabía qué pensar...

-- ¡Alto! ¡Identifíquese y tiré la varita hacia los lirios blancos de su derecha! Vuélvase despacito -- le grité al visitante.  -- No intenta usar la varita, le estamos apuntando y somos mucho más rápido que usted.

Bueno, eso última tal vez era una tr***, pues a mí me temblaban las piernas.

 

@ Mael Blackfyre  @ Darla Potter Black  @ Hessenordwood Crouch  @ Matt Blackner

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- Tu llevas la varita siempre enredada en el pelo y yo no me he quejado - murmuré, mientras los dos avanzábamos, dejando atrás a Fenrir y a Harpo, que se encargarían de avisar a quienes estuvieran en la mansión y de cuidar de los más pequeños. - además, nadie se espera nunca que lleve la varita ahí. Me da ventaja. - bromeé. Aunqeu era cierto, normalmente, nadie esperaba que pudiera llevar la varita en un lugar tan ton-to como el bolsillo trasero del pantalón

 

Curioso, a pesar de las peleas, de que cada vez pareciese que estábamos más alejados, los dos nos habíamos puesto en pie a la vez, sin dudar y sin pensarlo, dispuestos a defender la mansión si lo que se nos venía encima era un ataque. Ya nos había pasado demasiadas veces. 

- Sea lo que sea no voy a dejar que pase de la entrada. 

 

Ninguno estaba muy seguro de que pasaba, pero no esperábamos visitas, ni de amigos ni de familiares. Y un enemigo, al fin y al cabo, no se molestaría en llamar a la puerta si no era para distraernos. pero no sentía a nadie más, ni siquiera en los alrededores. Quien fuese, estaba solo. De reojo, me di cuenta de que Sagitas se desviaba hacia los arbustos. Dejé que caminara hacia allá, hablando, dando órdenes de qeu soltara la varita y se identificara, pero...

 

Su voz no sonaba convencida. la conocía, y sabía que tenía miedo. Asi qeu aproveché mis privilegios como patriarca, utilizando la aparición para situarme a su espalda, cerca. Lo bastante como para alzar la varita, sujeta con firmeza en mi mano derecha, apuntando directamente a su nuca. Si retrocedía, se toparía directamente con ella. 

Y entonces entendí quien era, lo reconocí. El olor, el pelo, la ropa...gruñí por lo bajo.

- @ Mael Blackfyre . Qué estás haciendo en la Potter Black. - dije. Aquel tipo no me gustaba, y no me gustaba que ostentara el cargo que Sagitas le había dado. Asi que su presencia en nuestro hogar tampoco me parecía buena.

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