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~ Mansión Riddle ~


Anne Gaunt M.
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Su salto se vio amortiguada por algo, unos dedos escabrosos que la tomaron del cuello, dejándola colgada a pocos centímetros del suelo. Debido a la fuerza de la caída y el súbito freno, los pequeños huesos de su nuca se desprendieron en un crujido seco. Por un momento se quedó inmóvil, pero cuando sus pies tocaron el suelo, quedó de pie erecta con la cabeza caída de lado y la mirada aparentemente perdida. No obstante, sus manos se elevaron lentamente para tomar su desprendida cabeza y colocarla en su lugar igual que si fuera una marioneta. Los huesos se soldaron en su sitio con facilidad.

 

La verdad es que vivir o morir ya le daba igual, pues ella era una compradora de vidas. Una mercader de almas, que bebía la sangre de sus víctimas, para robar esa energía vital y el alma, burlando asi a la muerte a sus anchas. Cada vez que se presentara una oportunidad de morir, ella intercambiaría uno de sus tesoros a cambio de mas vida. Un vampiro es una plaga o quizá... La muerte misma la había condenado a la eternidad para estar a su servicio ¿Sería lo uno o lo otro? Como fuere, su mirada se paseó por la amplia espalda del líder y cuando este se hizo a un lado, no dijo nada ni tampoco reverenció mas que una simple inclinación de cabeza. La verdad los presentes no le interesaban. Sin embargo miró aquellas manos flotantes de color negro y hubo un tenue fruncimiento del entrecejo, como si les recriminara en silencio haber gastado una pequeña porción de vitalidad para reparar los huesos rotos. Su mirada se cruzó con la de su hermano y después volvió a desviarla hacia aquel reflejo que se presentaba delante de sus ojos. Lo observó con atención.

 

Durante el tiempo que duró la explicación, sus ojos se posaron de una esquina a otra del holograma, examinando los edificios circundantes. Había que admitir que el Inquisidor o quien fuera, tomó justamente los lugares mas propicios para proteger el edificio, sin embargo había un hueco. Por la amplitud de los ángulos y la alineación de las posibles habitaciones protegidas, bien podría calcular entre ocho a doce francotiradores colocados posiblemente en parejas entre las azoteas y los puntos medios de la edificación, esto es, de dos a cuatro pisos hacia abajo. De esta manera, se aseguraba una mejor respuesta a cualquier posible ataque que viniera desde los costados y la altura incluso. Tendrían por lo tanto entre un quince y un sesenta por ciento de probabilidades de derribar a la primera línea de defensa, antes de caer bajo los efectos de las balas. Y ese era otro asunto bastante delicado ¿Qué contendrían exactamente esos proyectiles, para encapsular en tan diminuto espacio, un peligro inminente? También tenía otro problema: viendo alrededor suyo, estaba completamente segura de que la mitad de esos ignorantes, entraría a causar un gran escándalo que ellos tomaban como "cauteloso" observando las reacciones, se dio cuenta que @@Juv Macnair Hasani por muy rápida o habilidosa que fuera, podía echar todo al traste si perdía los estribos. Aunque las apariencias quizá engañaban. Pero también era una alta candidata para causar algo de distracción al ser uno de los miembros importantes. Lo que le daría un poco de ventaja.

 

Quedaba una segunda persona, Leonid Yaxley. Un ruso excéntrico pero muy decidido que parecía tener un alto conocimiento militar. Algo muy útil si iban a asaltar una de las construcciones de los no mags, sin contar que, probablemente estuviera defendido por algún fenixiano. Pues sabía que al causar el primer alboroto o que se levantara la alarma ante un pequeño ataque, seguramente los enemigos no tardarían en informar y traer refuerzos. Aquel extraño ruso parecía tener mucho rencor al mundo muggle, por lo tanto, le facilitaría un poco las cosas y a su vez, podría estrenar sus nuevos "juguetes". Necesitaba un ambiente donde probar sus nuevas pociones y aquel lugar estaba lleno de hermosos ejemplares a su disposición. Si el experimento funcionaba, se comunicaría prontamente con el líder, para facilitarle algunos pequeños regalos que, seguramente le serían útiles en su momento. Su hermano iría con esa mujer, por lo tanto, de todas las posibles opciones que tenía, solo una le quedaba, la cual era la mas apta para realizar sus planes.

 

- @@Syrius McGonagall Leonid... Yo voy. -

 

Su respuesta había sido breve y clara. Observaba al mencionado con calma inexpresiva. Hizo un pequeño asentimiento y se acercó a la mesa en silencio, volviendo a contemplar el holograma, cuyo reflejo iluminaba ahora las azuladas pupilas femeninas. Las manos ocultas bajo la capa. Una de ellas salió para señalar algunos puntos.

 

- Considerando la ubicación geográfica y la organización usual de los muggles, calculo que hay entre ocho y doce francotiradores aquí, aquí, aquí y allí. Por la poca información brindada y el sitio elegido para atraparlos, deduzco que el plan no fue organizado por nomags sino por intervención directa de magos especializados, probablemente aconsejados por fenixianos. Considerando que la construcción está en medio de calles pobladas y casi encerrado por el resto de edificios, puedo decir que los objetivos se encuentran justo aquí. - Señaló cerca de la mitad entre los pisos. - La localización es propicia para ocultar secretos mágicos y pasar desapercibidos en caso de tener que escapar... - Señaló un puente que conectaba disimuladamente los edificios de la izquierda. - No obstante, de todos los puntos que tienen vigilados, hay uno que, por lo visto no se han molestado en vigilar. Ese es el que aprovecharemos. -

 

La mirada azulada se dirigió de nuevo a quien había escogido para aquella misión. Si decidía no acompañarle, entonces lo haría ella sola. Pero en todo caso, debía mostrarle el porqué de sus cartas, asi que continuó:

 

- Tengo entendido que tus antepasados sanguíneos pelearon duras guerras, que sus valores no fueron aceptados y que se dañó no solo el ideal ruso, sino el orgullo propio y la pureza patria. Bien, entonces facilitaré tu deseo de venganza. Te daré las armas que necesites y te indicaré exactamente donde moverte para que cobres cada una de las humillaciones sufridas por los tuyos. Si aceptas, al finalizar la misión, te entregaré tu propio arsenal personalizado para que lo uses en tu provecho. Solo, te pediré a cambio una cosa: entregáme todas las balas antimagia que tomes. Quiero saber, de qué están hechas. -

Había hablado quizá mas de lo que se esperaba. Pero ella directa y la seriedad con la que ofrecía su alianza era concreta. Agatha sabía lo que quería, cuándo lo quería y cómo lo obtendría. Para ella el mundo no era mas que un simple tablero y sus habitantes, piezas de todo tipo del cual ella podía disponer. Su mirada se devolvió al líder, sabía que todos allí la escucharon. Pese a ser una joven adolescente, mostraba mas madurez y racicionio que muchos de su edad. Y ahora, tocaba indicar la segunda parte de su propuesta con el mas alto cargo a quien seguramente le interesaría, específicamente por lo que pretendía hacer una vez tuviera en sus manos esas balas.

 

- Estudiaré el material y entregaré un resultado. Las modificaré para nuestro provecho. -

 

Eso fue todo lo que dijo, haciendo seguidamente una leve inclinación de cabeza, los párpados cerrados. Luego se dirigió hacia Leonid en silencio, tan sigilosa y rápida que sus pasos no se escucharon. En segundos estaba a su lado. Aún no tenía una máscara asignada o un pseudónimo, pero eso se vería cuando terminara. Al final de cuentas, los vampiros no necesitaban mas que la noche y sus ropas, para esconderse de los demás.

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Maida oía a su primo con detenimiento, él lograba en ella una concentración que pocos, o ninguno. Las palabras de los otros, sobre todo de los nuevos les parecían importantes para determinar su futura convivencia en el bando, pero ella estaba ahí parada por el broche que la unía al Black, nada más. Sus ideales de supremacía sanguínea quedaban relegados cuando de la seguridad de su familia se trataba, cuando el bienestar de sus suyos se ponía en riesgo. Quizá fue por eso, y por la imagen que debía mantener que en cuánto Aaron avisó que sus tíos estaban secuestrados, Maida conjuró su máscara sobre su rostro, sacándola del medio de la reunión. En su mente se había llevado las manos a la boca, botado unas lágrimas y pensado que era el inicio del fin, sin embargo, la máscara actuaba de soporte emocional y su rostro aporcelanado ahora evocaba una escultura de mármol, infranqueable a los ojos indiscretos. ¿Iría ella al rescate de sus tíos?

 

Las sorpresa sin embargo, no terminaron ahí, Leonid Yaxley estaba en medio de la reunión recibiendo la noticia y ella quería reprocharle a Aaron su falta de tacto. No lo hizo porque se conocía muy bien la respuesta: "Tú y tus sentimentalismos idi***s, Maida". Pero la relación con el primo Yaxley era poco más que incipiente, apenas y reconocía su existencia de sus chusmeríos en la correspondencia de la Manor.

 

Empuñó la varita, y miró a su alrededor. Ada llegaba, un tanto tarde, a la reunión, pero toda ayuda era poca. Juv había escogido a David y Ágata a Leonid.

 

¿No les parece terrible interrumpir de esta manera lo que pudo ser una apacible cena? —murmuró mirando al suelo.

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Las diferentes personas que estaban allí parecían tranquilas. No estaba muy segura pero por la intranquilidad que veía a mi camarada @@Maida Black Yaxley imagine que hablaban de algo sumamente interesante, con un ademán de mi varita desaparecí la máscara y sonreí a la bruja y a los presentes, no solía ser muy charladora inicialmente me quedé junto a ellos observando. La tensión era palpable, por lo que me acerque al lugar en donde mi sobrina @@Agatha Andrómeda Abbott hablaba de los lugares en donde estaban ubicados ciertos muggles y entonces supe de que hablaban, reconocí la calle y los edificios. Era el lugar en donde el mago y la bruja estaban atrapados. Había estado en aquel edificio dándoles noticias de que iríamos por ellos.

 

Entendía el tema, mire a @@Syrius McGonagall y entendí que el también quería participar en la extracción de ellos, entendía que los muggles habían hecho lo mismo a varios magos y que debíamos defenderlos por nuestra sangre mágica.

 

-yo estuve en el edificio donde están ellos, es fácil entrar, pero estan fuertemente vigilados, sospecho que en aquellos apartamentos no son los únicos magos que están allí. - Hice una pausa para recordar todos los detalles de la tarde en la que estuve alli- creo que deberíamos crear una distracción grande algo que los fuerce a salir a todos los del edificio, solo así sería fácil sacarlos, ademas de dar la oportunidad de salir a otros magos, en medio de la confusión podemos eliminar a los vigilantes y custodios.

 

Era algo que creía que podría hacerse en aquella situación.

 

@@Aaron Black Yaxley

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Leonid Yaxley

 

 

Una bruja de piel pálida como la nieve y un llamativo cabello verde se adelantó a su pregunta, el ruso la observó pero no la reconoció de nada, tampoco es que importara, era uno de los nuevos a él era al que no conocían de nada. Pero aquello tampoco hacía mella, no necesitaban conocerse, todos formaban parte del mismo grupo y estaban dispuestos a colaborar con el rescate de compañeros que lo necesitaran.

 

Escuchó con atención el análisis de la situación que la bruja desglosaba del holograma que Aaron desplegó momentos antes. Al parecer tenía muy en claro el contexto ¿Pero cómo podía estar tan segura? Eran puras conjeturas, con su buen fundamento pero conjeturas al final, aquella mujer jamás había estado en el edificio, antes de un ataque debían investigar más a fondo la situación.

 

Luego de su explicación Agatha se volvió a él y le dio promesas, quería asegurarse que la ayudaría, no hacía falta. -No quiero ningún armamento, no quiero cobrarme ninguna venganza del pasado, lo que quiero ahora es rescatar a mis padres, son ellos los que están apresados por los muggles - le aseguró con firmeza.

 

-Y cómo los quiero libres y sanos, no pienso cometer ninguna locura, no formare parte de ninguna carrera suicida sin planificación y verdadero conocimiento del área, te ayudare - le aseguro - Pero primero haremos un reconocimiento, no jugare con la vida de mis padres - el pelirrojo se volvió hacia Ada, conocía a la bruja y ella ya había estado de infiltrada en aquel hotel.

-Ada quiero que vengas con nosotros ¿Estás libre? - le preguntó el ojiazul.

 

 

@@Ada Camille Dumbledore @@Agatha Andrómeda Abbott

 

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  • 1 mes más tarde...

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Kreston sobrevolaba el oscuro cielo, recientemente se convirtió en una de las mascotas favoritas de la Nigromante. Tenía en su colección cuatro hermosos dragones, no tardaría demasiado en sembrar el terror dentro de Ottery, llevándolos como el nuevo estandarte de todas las atrocidades que ya se maquinaban con premura dentro de su cabecita. Era lógico que su vena asesina se mantuviera activa en todo momento, no sería ella, si se comportará como un angelito. Esas tonterías se las dejaba a las personas carentes de una personalidad original, porque nunca faltaban las copias que deseaban ser como Macnair.

 

 

 

 

 

 

 

— Muchos lo considerarían un mal necesario, yo lo veo como un problema de identidad. Posiblemente sea que carecen de una personalidad atractiva y por eso recurren a las imitaciones—le decía al Jarvey que reposaba sobre su regazo— Las malas palabras sobran, no olvides lo que te dije antes de traerte a este lugar—terciando una media sonrisa en sus labios respiraba con parsimonia. Hysy era todo lo opuesto a Juv, no existía comparación entre ellas, salvo su gusto por torturar hasta la locura. Agradecía haber despertado de nueva cuenta esas viejas enseñanzas en la rubia, posiblemente de ese modo retomaría la escuela que le llevará a alcanzar la cima que disfrutaba actualmente.

 

 

 

 

 

— Iremos por los que se resisten a formar parte de esta nueva era, no importa lo que tenga que hacer para conseguirlo. Nada de muertes innecesarias, pero quizás les haga falta un poco de coacción psicológica funcionaria a la perfección—observaba a su dragón proteger la mansión Riddle, nadie ajeno a la marca tenebrosa tendría el acceso libre. No con Hysy dentro de esas murallas de piedra y oscuridad, sería como desafiar al demonio sin tener las armas necesarias para derrotarlo— Me decantó por el mote de fuerza destructora, pero muchos nombres han surgido gracias a la reputación que me he labrado—sintiéndose más que orgullosa por ser lo que era.

 

 

 

 

 

Levantándose del cómodo sillón, repasaba con detalle todo lo planeado para darle vida al nuevo sitio de entrenamientos del bando oscuro. El Coliseo de Mulciber, aquel sitio que les daría más de un dolor de cabeza a los que no supieran interpretar con claridad las pautas solicitadas, para tener derecho a profanar con sus plantas aquel recinto— La explicación es bastante clara, aquel que se líe es porque no sabe que la suma de dos más dos dará como resultado cuatro—poniendo los ojos en blanco acomodaba su dorada cabellera sobre su hombro derecho— Más pronto que tarde le haré una visita de cortesía, no puedo dejar de agradecerle por el último favor que me hizo—la ironía era palpable en sus palabras.

 

 

 

 

 

La primera misión estaba por concretarse, ya lo siguiente se iría dando de forma natural. Detestaba presionar las cosas o hacerlas a la carrera, contando con el tiempo necesario, no quedaba lugar para apresurarse más de lo debido— El llamado esta hecho—sacando su varita del bolsillo de su capa de viaje, deslizaba la punta de su arma por su nuca, experimentando un ardor que le dejaba sin palabras. Aquel placentero choque eléctrico arañaba su nívea piel, desatando en ella el llamado al resto de sus camaradas mortifagos. Saltando por la ventana se vio interceptada por Kreston, aquel dragón que le protegería de lo que fuera— Estamos conectados—acariciaba los cuernos de su pequeño. Sin duda era grato tener esos seres dentro de su vida, recordando la conexión tan estrecha que se formará desde el año pasado con tan dominantes y hermosas criaturas.

 

 

 

 

 

 

Editado por Juv Macnair Hasani

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Una sombra en el suelo provocó que la pelirroja observe el cielo donde un dragón se posaba frente a la luna iluminando su silueta, se preguntó de quién sería aquella criatura pero aún así le alegró vela allí, la mansión mortífaga, casa de dragones y de sangres pura. La bruja dibujó una mueca en sus labios, algo parecido a una sonrisa, y con la mirada fría regresó sus orbes al camino, cruzó la pasarela de piedra hasta llegar a los escalones que le permitirían el ingreso a la mansión a la cual accedió saltando entre los escombros con sus largas botas negras.

 

Finalmente al llegar se encaminó derecho a la cocina y le pidió a una elfina allí presente que le preparara una taza de café. La periodista debía prepararse mentalmente para el hecho que acontecería. Su hijo había tenido la brillante idea de armar nada más y nada menos que un pu.to coliseo, poco deseo tenía la pelirroja de asistir allí, su encanto siempre había sido más propicio con plumas y palabras que con la varita. Sin embargo su hijo tenía razón, debíamos prepararnos para la guerra que se avecinaba, una guerra que se había dividido en tres facciones: Poder, derechos y bandos. CIM por un lado y la batalla que libraban a partir del edicto, el inquisidor junto con las fuerzas armadas muggles incluyendo al ONU por otro lado y finalmente nuestra querida agrupación mortífaga contra esos bastardos de la orden.

 

La elfina hizo aparecer una taza de café calentito en las manos frías de la mujer, sus orbes azules contemplaron aquel líquido oscuro mientras que su mente volaba lejos de allí. Tras unos sorbos, inmersa en sus pensamientos, terminó su bebida y dejó la taza sobre la mesa. Sus pasos firmes se encaminaron hacia el vestíbulo donde contempló a una mujer desaparecer en las sombras. Finalmente Shelle salió a los jardines y la vio montada sobre aquel dragón.

 

La máscara me impedía reconocerla, aún no estaba al tanto sobre quién era quién bajo la máscara, quizás era mejor así.

 

-¿Irás al coliseo?- le pregunté tras colocar la varita en mi garganta y murmurar sonorus.

 

@@Juv Macnair Hasani

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  • 2 meses más tarde...

 

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Un pequeño portal se abrió sobre los tejados descuidados de la mansión Riddle, centro del ocultismo tenebroso y cuna del mago tenebroso más grande de todos los tiempos. Caí golpeando la espalda sobre la techumbre para rodar por la pendiente a punta de quejidos hasta largarme hacia la yerba húmeda y mohosa que rodeaba la edificación. Quedé a dos centímetros del suelo, dos centímetros de darme una buena aplanada en el rostro metalizado por la apariencia mortífaga, dos centímetros que levitando, me permitieron recordar lo acontecido en el último minuto...

...fuego, humo por todas partes, gritos ensordecedores, el rugido de un dragón y a Potter Black a punto de capturarme otra vez. Solté una risa que se acrecentó en carcajadas que me hicieron olvidar el encantamiento con el que había evitado una dura caída. 

-Ouch...- plasmé contra el suelo y volví a reírme conmigo, de mí, de lo hecho y lo que no se pudo ¿qué no se pudo?-...eso estuvo cerca...

El morsmordre había brillado con todo su esplendor tras sembrar terror y caos sobre la estación de Kings Cross. Candela había llegado en un dragón ¡una maldita bestia lanza llamas!. El secretario ministerial, Sean Linmer, había aparecido en escena con su élite de aurores para detener un ataque que ya había concluido y lo mejor de todo, es que no había aparecido ninguna pluma ardiente dando vueltas. Seguí riendo mientras me iba poniendo de pie hasta quedar en posición de descanso con las palmas en las rodillas; jamás había soltado mi varita. Tomé aire, y encaminándome con una mano puesta en el abdomen por el choque contra las viejas tejas de la casona, me adentré por las descuidadas paredes en ruinas como si de un fantasma se tratase por el mero efecto de la intangibilidad. 

Por dentro, la mansión del padre muggle de Tom no se veía tan olvidada como por fuera. Los salones eran muy bien cuidados por los elfos que servían al legado más puro de la comunidad mágica, las luces aunque tenues, iluminaban cada pasillo y habitación. Las escaleras eran de barandas lustradas y la verdad es que estar allí dentro no envidiaba mansión alguna de los adinerados en Ottery.

-Mi señor, ¡mi señor! ¿está bien?- Nius, mi elfo, aparecía como siempre, dispuesto a darme una mano como si fuese un muggle desbalido. Yo venía entre risa y quejas, tomando aire para repetir la secuencia en cada apoyo que encontraba. Ni que fuese un borracho, como me habían tratado hace días atrás- ¿amo Black?...

-Estoy bien, estoy bien...ahgg..hahaha ahhgss...- respondí a la criatura sin mayor cuidado, haciéndole señas de que se moviera hacia un costado para que me dejase el camino libre hacia el vestíbulo si no quería ganarse una patada en el trasero-... tra...ahggg hahaha...agua Nius, agua...tengo sed

Entonces el elfo se esfumó en una voluta de vapor que crucé cortando con los pliegues de mi túnica. Entré en el gran salón de nuestro punto de reunión y cargando la varita, hice que el tatuaje ardiera en cada miembro del bando que se había dignado a demostrarle al muggle lo que significaba declararnos la guerra. Me apoyé con ambas manos sobre el largo mesón cuyas numerosas sillas lo bordeaban y aparecí un banquete digno de coctelería. Lo merecíamos, merecíamos celebrar aquél día. 

Aún mantenía mi máscara. 

@ Dana Gryffindor  @ Mael Blackfyre  @ Sagitas Potter Blue  @ Helike R V PB  @ Candela Triviani  @ Matthew B. Triviani  @ Sybilla Macnair  @ Xell Vladimir Potter Black y todo quien desee sumarse. 

 

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Después de llegar a la Potter Black completamente cambiada, no sé porqué pero tuve la sensación de que aún no se había acabado el día, no del todo. Así que nuevamente, me fui hasta la entrada principal de la casa, renegando nuevamente mientras mi elfina parecía mirarme con un poco de ¿tristeza? Seguramente había escuchado el ataque a la estación y por ende y cómo debía guardar mis secretos, sabía lo que significaba. Aún así, me debía lealtad.

Nuevamente desplazando mi mano por mi cara con la varita, mi faz se me ocultó nuevamente con una máscara de marfil completamente blanco, con gotas de sangre. Mis ropajes grises que llevaban, mutaron por un jubón negro que llevaba la Marca Tenebrosa gravada con hilo verde brillante y mi capa ajustada a mis hombros con sendos broches de color plata en forma de serpiente, además de acompañarse con ribetes de plata. Mis pantalones se cambiaron por unos tejanos negros y las botas de piel de dragón, se mantuvieron al trueque. 

Suspiré. Estaba cansada, pero era un deber que cumplía con gusto. Esperaba poder tomarme un whisky de fuego con calma, antes de las siguientes reuniones.

Me puse la capucha y tras cerrar la puerta, guardar mi varita junto al morral de cuero, una voluta de humo negro salió disparado de los jardines de la Potter Black hasta llegar a los terrenos de la Mansión Riddle. Antaño una gran casona señorial, pero destrozada por la anterior guerra. Una lástima, pensé para mí. Pero sabía cómo entrar, o al menos, lo intuía. La anterior líder de la Marca nos había dado indicaciones y esperaba que no hubiese cambiado después de dos años ausente... 

Traspasé todas las barreras de seguridad alzando el brazo izquierdo dónde tenía grabado el tatuaje. Pude pasar sin problemas. Pero lo que menos me esperaba aunque debí imaginarlo es que ya alguien estuvie ahí dentro, esperándonos... No conocía a la persona pero sin duda, era quién había hecho el llamado. Sentía arder la Marca cuánto más cerca me encontraba de él. Y el lugar, parecía que no había cambiado mucho desde la última vez que había pisado ahí los pies... 

- ¿Quién es su señoría? -pregunté con voz desconfiada. Incliné mi cabeza en señal de respeto, pero sólo un poco- hace tiempo que no vengo por éste lugar... ¿para qué se me necesita?

@ Aaron Black Yaxley

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-Amo... su...

El elfo había traído una jarra con una copa de cristalería sobre una bandeja de plata que producía un tintineo constante por el nerviosismo o peso en sus delgados brazos. Me volteé para admirar la torpeza con la que ofrecía lo que le había pedido y me apoyé divertido en el borde del mesón con los brazos cruzados. Aquellos ojos tan grandes como un plato de tacita de té me observaron preguntándose qué estaba haciendo mal ahora; su oreja quebrada a la mitad intentaba erguirse como su gemela. 

-Nius...- mi voz golpeaba las paredes como susurros bajo aquella apariencia enmascarada-...¿qué eres?...

-¿Quién es Nius?- cuestionó el elfo un tanto incrédulo; quizás pensaba que por fin me había vuelto loco.

-No me hagas repetirlo dos veces...

- ¡Un digno sirviente de la casa Black, mi señor!- exclamó con algo de ímpetu y glorioso de sus propias palabras. 

-Eso ya lo sé...- le respondí de inmediato con un gesto de indiferencia-... yo soy humano, qué eres tú...

-¡Ah!...- sonrió dichoso pues sabía la respuesta- ¡Nius es un elfo!...

-Ah ... un elfo...- repetí con él, asintiendo ambos mientras nos observábamos cara a cara. Di un pisotón para asustarlo y le grité- ¡¿ENTONCES PORQUÉ NO TRAES LA BANDEJA LEVITANDO?! 

Mi temperamento era frágil. El elfo cayó de espaldas y con ello, toda el agua se derramó por el piso; intentó pararse un par de veces pero resbaló hasta que por fin chasqueó los dedos para aparecer colgado de la lámpara central en aquella estancia.

-Nius limpiará eso, amo, Nius no hará más estup...

-¡Déjalo!...-dicté y me serví un poco de agua con un ligero encantamiento sobre una de las copas vacías que habían aparecido con el banquete. Las botellas de vino y licores varios se abrirían mas tarde.

-¿Quién limpiará entonces amo...- comenzó a preguntar agachando sus orejas y aún colgando de la iluminación. 

-¿Debo hacerlo yo?...- le pregunté con suma ironía. 

Justo entraba alguien al salón. ¿Se habría pegado el plantón con aquél espectáculo?. Observé su ligera reverencia y antes de atender a su pregunta le hice una seña a mi criatura con un movimiento raudo y seco de mi cabeza. Debía limpiar y desaparecer, y así fue. 

-No soy ninguna señoría, madame...Caelum Black- me presenté tras enseñarle la mesa- ¿algo de beber?... 

Si no había pisado la mansión hace meses o años no me importaba en lo más mínimo, pero su pregunta si me hizo querer responderla. 

-¿Para qué la necesito?...-cuestioné con una sutil armonía- no es para qué la necesite yo, señorita...-esperé a que se presentase, entonces repetí su nombre y continué- es para qué somos útiles nosotros. Semper fidelis, Toujours pur- concluí cual rezo.

 

@ Helike R V PB

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Había escuchado los gritos incluso antes de entrar en la habitación. Negué con la cabeza y me saqué la máscara, además de bajarme la capucha. Ahí dentro no había peligro, no por menos me había puesto la ropa que llevaba. Pero aún así, fruncí el ceño. Trataba a sus sirvientes con peor saña que yo, que ya era decir. Tampoco iba a meterme, esa persona sabría lo que tendría que hacer. Me adentré a dentro y había cierto estropicio.

- Mi señor debería tratar a sus criados con más respeto - dije por lo bajo, aunque quizás estaba metiéndome un terreno resbaladizo- que sean nuestros esclavos no quita que tengamos que tratarlos a patadas. Me disculpará, pero si se muestra más amable la gente trabajará más agusto. A los gritos y golpes no conseguirá nada - y era una clara referencia al ataque a la estación- sólo que la situación se le vaya de las manos a su señoría...

- Caelum Black - susurré su nombre. Me daba la impresión de que lo había escuchado en algún lado. Evidentemente ese no era su nombre real, sólo una apariencia más- veo que los Black nos reproducimos como conejos - reí por lo bajo. 

- ¿No es ninguna señoría? Bueno, veo que en Reino Unido se han perdido las viejas formas de cortesía. En mi modesta opinión en Italia las seguimos usando, viejas sí, pero más educadas y corteses que las de ahora. Pues usted me disculpará, no será un señor entonces si no, no sé para qué nos ha citado a todos tocándose la marca - le dije, elevando los hombros. No lo conocía pero ya me estaba contrariando. Tenía la impresión de que algo de él me resultaba familiar, quizás lo había visto de lejos en algún lado, pero tenía sentimientos encontrados.

- ¿Conoce mi nombre? -pregunté asombrada- hace dos años que no vengo por aquí... sí, algo de beber - dudé un segundo. Podía bien pedir whisky de fuego, pero la ocasión era diferente así que- me declinaré por un vino de saúco si a su excelencia no le importa. El whisky de fuego, lo dejaré para el final. 

Sonreí por lo bajo al escuchar la frase... 

- Mi señor padre me la recordaba a cada momento, la lástima es que por aquél entonces no le haya servido de mucho - y al recordarlo no pude evitar que se me endurecieran las facciones del rostro. La bebida enseguida llegó a mis manos y di un sorbo. Hacía mucho tiempo que no bebía de ese tipo de vino y me gustaba. Conseguía relajarme- al menos las cosas han cambiado en ese sentido...

- Y si me acepta el consejo, a los muggles no vale con atacarlos de frente - seguí diciendo sin esperar su aprobación - hay otras, formas más sutiles y eficaces para ello y si me lo permite, se lo demostraré en el momento adecuado. Con varias bolsas de galeones, información y política se consigue todo...

- Y volviendo a lo de antes, ¿cómo sabe mi nombre? hace poco tiempo que llegué a éstas islas, así que es casi imposible que sepa quién soy. Debería saber que en origen mi casa fue la Rambaldi criada por una Black en España... Buenas tierras. Lástima -chasqueé la lengua, fastidiada- pero bueno, no vamos a ponernos melancólicos a éstas alturas... 

<< semper fidelis - alcé mi copa a la salud de las dos personas que estábamos ahí dentro - ¿qué tema tocará hoy mi señor? 

Di un sorbo y esperé pacientemente su respuesta, y cuando terminé mi copa ésta se rellenó automáticamente. Si había fiesta, sería mejor que no me pasara con los tragos, quería estar serena para enterarme de las últimas novedades que existiesen dentro del bando. 

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