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.:: Castillo Black ::. (MM B: 97834)


Matthew Black Triviani
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Kya esperaba cualquier reacción, tratando de mantener su semblante tranquilo, fingiendo que no había hecho nada e intentando parecer una inocente niña de diecisiete años. Pero no era así. Por un momento encontró divertido la cara del chico, como enojada. Siempre le llamaba la atención las reacciones de los hombres cuando una mujer le robaba un beso, vamos, siempre eran ellos los que comenzaban. Pero Kya no era así, no daba oportunidad para que la besara quien ella no quería, y si ella quería, ¿por qué no darlo primero?

 

Pero lo que dijo Cillian la sacó de su papel. ¿Estaba casado?

 

—mier**, perdón —comenzó Kya sin saber qué decir. Una cosa era que fuera gay, otra que estuviese casado—. Sólo era una broma, si te van los chicos no tendría que importarte. Pero no sabía que... bueno, no sabía que estabas casado. Lo siento, ¿ok?

 

¿Por qué todos estaban casados? Kya no tenía ni siquiera un compañero de vida. Había estado enamorada de su primo y él se había ido. Lo superó. A veces quería verlo, no como una pareja, sino sólo como un amigo y confidente. Cuando alguien decía que estaba casado, Kya sentía diferentes cosas. Alguna veces sentía una especie de escalofríos; otras, envidia. No sabía lo que esperaba para su vida, pero desde que el Black se había ido, muchas veces se sentía sola.

 

Entonces vio la sobre reacción de Cillian. ¿Era para tanto?

 

—Está bien, está bien. —Kya guardó su varita en el cinto—. Me voy. —Sin embargo, apretó los dientes—. No suelo quedarme donde no me quieren, así que no es necesario echarme.

 

No le enojaba la reacción sobre el beso, sino el que se atreviera a echarla. Respiró lentamente mientras atravesaba la habitación, tratando de no perder los estribos. Nadie solía echarla, y generalmente reaccionaría sacando la varita y atacando, para dejar claro que a una Black no se le trata de esa forma. Pero esta vez era diferente. Ella había hecho la broma, suponía, entonces, que tendría que irse sin hacer nada. Después de todo, comprendía su reacción e incluso coincidía con él si estaba casado. No podía culparlo.

 

—Adiós, entonces.

 

Abrió la puerta, cogió al gato que la esperaba en el pasillo y tomó el pasillo que la llevaba hasta la torre donde estaba su habitación.

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La banshee de cabellos violetas giró la cabeza cuando alguien la llamó. Orión se encontraba visiblemente entusiasmado y eso la hizo sonreír de forma cómplice cuando el Black se acercó hasta a ella mientras le presentaba a un nuevo integrante de la Familia Black. Miró al chico, ciertamente tenía rasgos que recordaban a algunos integrantes del lugar y le tendió una mano para estrechársela en la presentación. Mientras que con la izquierda entrelazaba la suya con la de Orión de forma natural como si llevasen años llevándolo a práctica.

 

Cuando la presentó como su pareja asintió. Por fín le daban nombre, ahora sabía a lo que atenerse cuando alguien quisiera saber su relación con el mortífago. En los últimos meses le había dado muchas vueltas al tema a raíz de que le cuestionasen sobre la vuelta del Black y en qué andaban cuando se les veía juntos. Hasta el momento sólo habían sido puntos suspensivos en una pregunta sin contestar.

 

- Encantada, Aziid. -continuó Gatiux- No creas en las expectativas que está creando Orión sobre mí, no soy para tanto.

 

Negó con la mano libre mientras sonreía, quitándole importancia a lo que el mortífago dijo. No quería crear expectativas al muchacho porque luego se decepcionaría si no llegaban a cumplirse. Tampoco sabía si el hijo de Orión confiaría en ella para cualquier duda o problema que quisiese resolver, más cuando tenía a alguien haciendo la función de padre, por eso dudó un instante antes de ofrecer su ayuda.

 

- Pero si necesitas cualquier cosa puedes contar conmigo. -y lo decía sinceramente- ¿Tienes algún negocio entre manos? Ultimamente es raro que nadie en el pueblo tenga uno, yo estoy pensando en emprender algo también.

 

Orión decidió llamar a su hermana Mahía que pasaba por allí cerca. Gatiux se puso en tensión, cambió el peso del cuerpo de un tacón a otro y luego carraspeó. Estaba segura que el Black había pasado de ver el recuerdo de la cocina y por tanto no sabía de la pequeña trifulca y que la Malfoy había decidido comenzar a empacar sus cosas por aquel motivo, porque alguien de los Blacks más antiguos le había señalado la puerta.

 

- Sí, pero al final no. No podréis libraros de mi tan fácilmente al parecer.

 

Se encogió de hombros pero su sonrisa había desaparecido por culpa de esa tensión palpable que flotaba en el ambiente. Sabía que estaba tomando el control la Gatiux Malfoy altiva por lo que carraspeó y miró en otra dirección que no fuese hacia Mahia. ¿Era ya la hora socialmente aceptada para comenzar a beber? Necesitaba un trago para liberar tensiones. Miró su reloj de pulsera.

 

- ¿Como se llaman los elfos del Castillo? -preguntó Gatiux a Orión- Bueno, no importa, supongo que iré a buscarlo yo. Ahora vengo.

 

Fue hasta su habitación a por un libro ligero, al bajar a la cocina buscó una botella de vino tinto que servirse en una copa. Regresó al salón y se sentó en el sofá. Tenía decidido volver a estudiar metamorfomagia y estaba repasando libros que escribieron diferentes magos con esa habilidad a lo largo de la historia. Aunque daría conversación al resto de los presentes si se ponían a charlar allí puesto que ya leyó aquellas páginas con anterioridad.

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El lado bueno de la situación en general era que el Black sabía que el hombre que en ese momento sería su figura paternal comprendería todo, sabía lo mucho en común que tenían y que, dada su actitud, sabría entender que a veces las cosas abruman y la única opción es alejarse un poco. Ambos bajaron y él se sorprendió al ver las acciones de Orión con la mujer que tenían ahora enfrente; sonrió, ya sabía por dónde iba dirigido el asunto.

 

— Un gusto, Gatiux— rió y extendió su mano para tomar la de la mujer e inclinar un poco la cabeza. No solía tener ese comportamiento tan formal, pero era la primera impresión y seguramente algo importante para su padre—. Seguro lo dice por algo.

 

Su mirada cambiaba entre Orión y la mujer de cabellos violetas; mientras uno hablaba maravillas, ella se negaba y al mago no le quedaba más que sonreír ante la escena que tenía enfrente, se alegraba por su padre y podía sentir algo bueno en eso. Extrañamente la mujer le daba cierto aire de confianza, tras las palabras de su padre y las que llegaron de parte de Gatiux para reforzarlo.

 

— De hecho, sí.

 

Se sorprendió ante la pregunta de la mujer y se intrigó por cómo iría el negocio o cuál sería la situación tras su ausencia; también en ese momento le volvieron las ganas de tomar de nuevo sus útiles para estampar tinta en la piel de las personas.

 

— No es algo muy grande, pero es bueno... Un estudio de tatuajes. Cuando quieras algo ve y te aseguro que lo haremos, casi siempre esto...

 

Entonces Orión llamó a alguien más y Aziid simplemente y como por reflejo lo siguió con la mirada algo desconcertada. No sabía exactamente que sucedía pero supuso que sería mejor volver a sus asuntos, cuando vio que Gatiux también se retiraba.

 

— Bueno... espero verte pronto por el estudio.

 

Alcanzó a decirle a la mujer, antes de pasar a retirarse. Tenía un negocio que atender y planes que hacer para abrir uno nuevo, ya que su trabajo en el Ministerio estaba probablemente más muerto que él.

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¿De verdad lo había molestado aquel beso? No, no era exactamente eso lo que le había molestado. Desde hacía tiempo que no lograba tener un momento de intimidad ya que Juliene siempre estaba ahí para arruinar el momento. Suspiró, sin quererlo se había acostumbrado a ese estilo de vida.

Juliene era su esposa, una vampiresa que había conocido un par de años atrás y que más que amar, Cillian la odiaba con todo su ser. Su matrimonio fue una completa falsa, una simple unión por interés, pero el tiempo se había encargado de llevar su relación por un camino que ninguno de los dos se hubiese esperado.

¿Amigos? ¿Amantes? No, eran algo mucho más profundo aunque no pudieran explicarlo con exactitud.

La salida de Kya sucedió en un segundo, Cillian estaba completamente sumido en sus pensamientos y si no hubiese sido porque de verdad le había gustado aquel beso, la hubiera dejado marchar. Abandonó la cama y salió detrás de ella de la habitación, para él había sido poco más de un segundo, pero Kya había desaparecido por completo de su campo de visión.

No, no, no.

¿Hacia dónde debía ir? No conocía la habitación de Kya así que cualquier dirección que tomara podía ser tanto correcta como no. ¡Demonios! Comenzó a correr sin pensar demasiado, sentía un poco de desesperación por la situación. La encontró un par de pasillos más allá y la tomó del hombro.

- Lo siento -apenas y podía hablar debido a la fatiga-. No fue mi intención hacerte sentir mal, en realidad no quería gritarte... Es sólo, es sólo que esto es nuevo para mí, ¿lo entiendes?

Ni siquiera le gustaban las chicas o eso creía.

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Otto seguia caminando sin rumbo fijo luego de andar un largo rato paseando por los jardines, jugando con una que otra criatura, pasando un buen rato viendo que estuvieran bien y tambien dandoles de comer a las crituras de la familia como las que eran salvajes lo cual hacia todo mas divertido.

 

Hasta que por fin el mago comenzaba dar la media vuelta para entrar por la puerta por una de las muchas puertas que tiene en el castillo Black el demonio miraba de un lado hacia otro mientras seguia su camino por el Hall por dentro . El peliblanco se preguntaba donde andaba todo el mundo, donde andaban los integrante de su familia,seguro que andaban metidos en sus asuntos o en sus problemas.

 

No sabe como ni cuando ni donde sus pies lo llevaron donde a la biblioteca familiar , Otto agarraba un libro y se ponia a leer era uno muy viejo, incluso tuvo que soplarlo para quitarle el polvo que tenia , asi que el hombre sentaba en el sofa para comenzar a leer el libro que tenia en su poder.

Editado por OttoBkack

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Mientras pasaba las páginas del libro que había bajado hasta el salón, su mente divagó hasta las palabras que había pronunciado Aziid minutos antes. Desde hacía tiempo le rondaba por la cabeza hacerse un par de tatuajes, uno minimalista pequeñito en la nuca y otro realista en alguna parte de su espalda, quizás en el homóplato o en el centro. Gatiux hizo aparecer un lapiz en su mano diestra y comenzó a dibujar en la hoja libre en la que decía tan solo Capítulo 4. Estaba dibujando una serie de puntos que parecían lanzados al azar en la hoja, unos más marcados que otros. Sólo puntos, sin líneas que uniesen los mismos.

 

Bebió un sorbo de vino mientras admiraba su obra, sonriéndo sobre el vaso de cristal. Para el ojo poco observador no tendría sentido alguno, por lo que sería un chiste no compartido. Algo con significado. Rió de su ocurrencia y pasó de página, doblando la esquina para recordar dónde había dibujado aquello y llevar el libro cuando visitase el estudio de Aziid. En una esquina de la siguiente página dibujó un planeta de con anillos alrededor de forma distraída mientras sus ojos amarillos se deslizaban entre frases ya conocidas.

 

Miró hacia arriba, a ver si el artista seguía por allí para hacerle una consulta al respecto, pero probablemente habría subido hacia su habitación. Acabó con la copa de vino, relajada por fín tras el momento de tensión que se había creado hacía un rato, por suerte se había escabullido con bastante astucia al respecto. El alcohol era causa y solución de todos los problemas del mundo. Se llevó el libro consigo y salió al jardín nevado. Silbó de forma aguda y le respondió una serie de ladridos. No había transcurrido ni un minuto cuando un enorme cancerbero se presentó ante Gatiux.

 

- Hola bonito, ¿te gusta la nieve?

 

Las tres cabezas ladraron a modo de confirmación y se pusieron a la altura de su dueña para que ésta le rascase las orejas mientras sacaban la lengua. La gente solía asustarse cuando veía a Trasto pero para la Malfoy era su gran cachorrito. Él no tenía la culpa de ser gigante. El lado positivo es que podía ir en su lomo como su fuera una amazona. Desapareció el libro con ayuda de la magia, éste caería sobre su cama, y comenzó a caminar por el jardín. La nieve crujía bajo sus deportivas. Trasto seguía a su dueña a la expectativa mientras ésta se agachaba y comenzaba a formar una bola compacta que lanzó después en dirección al perro a modo de parábola. La criatura saltó en vertical intentando atrapar la bola con los dientes, deshaciéndose en el aire.

 

- Buen chico. -rió encantada después comenzó a formar otra- ¡Allá va!

 

Miró hacia la torre más alta del Castillo. Pensó entonces en que debería buscar a algún elfo para que le ayudase a trasladar sus pertenencias, pero al no conocer los nombres de los mismos como sucedía en la Mansión Malfoy sentía que no podía hacer uso de sus servicios domésticos. Trasladarlo ella sola sin la ayuda de las criaturas iba a ser un engorro.

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El peludo felino intentaba moverse entre los brazos de la mujer, quien después de intentar retenerlo lo más posible, optó por dejarle hacer lo que quisiera. Así fue cómo terminó con el gato simulando ser algo similar a una bufanda blanca mientras caminaba rápidamente por los pasillos, cuyas paredes estaban repletas de pinturas familiares de distintas épocas. Pasó por al lado de una tía abuela que se parecía mucho a ella y siempre le había llamado la atención, se parecía incluso más que a sus propios padres.

 

En eso recordó algo en lo que no había caído con anterioridad. Si ella quisiera buscar a sus familiares por parte de madre, no encontraría nada en ese castillo. Su madre era una Malfoy, sí, parte de la familia a la que Kya le tenía cierta repulsión. No conocía a muchos Malfoy, y durante su estancia en Hogwarts sólo hablaba con sus familiares, quienes le metieron en la cabeza que los Malfoy y los Black eran enemigos. ¿Y sus padres? ¿Cómo habían llegado a estar juntos? Kya negó con la cabeza, tratando de comprender y no relacionar todo con la literatura como Romeo y Julieta. Aquello último logró quitarle un poco el enojo.

 

Romeo y Julieta. Orión y Gatiux.

 

Hubiese reído al haber logrado llegar a una conclusión como ésta cuando escuchó pasos presurosos a su espalda, lo que le hizo también subir su velocidad. Por alguna razón, presentía quién era y no tenía el más mínimo ánimo de hablarle. Debía confesar que no gustaba de personas con otro sentido del humor, y por ello escogía a sus amigos.

 

Se giró de golpe en cuanto sintió aquella mano en su hombro, sólo para escucharlo mientras lo miraba con hielo en los ojos.

 

—No me interesa que seas nuevo en algo —musitó volviendo a caminar, pero tomando una dirección diferente a su habitación. Iba hacia el salón—. No puedes ir por la vida echando... no, ¡no! —le miró directamente a los ojos—, ¡no puedes ir por la vida echando a Kya Black! ¿Crees que normalmente permitiría... eso?

 

Su andar era fuerte y rápido, pasos que de seguro se escuchaban desde lejos. Y es que volver a ver a quien la había echado de algún lugar, no era lo mejor para el orgullo de Kya, mucho menos para su paciencia y autocontrol. Si había una parte que no cambiaba en ella, era ese aire de superioridad. Para ella parte de su esencia, suponía que todos los Black tenían algo así. ¿Algún Black hubiera reaccionado de otra forma que no fuese las únicas dos opciones que le habían venido a la cabeza?

 

—Y no, no lo entiendo —masculló girando bruscamente a la izquierda y percibiendo las garras de su gato en su cuello, el cual se sostenía con firmeza para no caer—. Fue una broma, ¿entiendes? Me hiciste ver que te iban los chicos, ¿qué importancia se le da a un beso de alguien a quien no amas? ¿O es que acaso soy tan horrible como para que sintieses asco o algo por el estilo?

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Suspiró.

 

No había sido fácil seguirle el paso después de alcanzarla, pero Cillian seguía detrás de ella. ¿Qué debía responder? No lo sabía, se sentía pequeño ante la mirada de la Black. Y seguro que siempre sería ante ante la mirada de cualquiera en aquella familia, la mayoría desprendía un aura parecida a la de aquella chica.

 

Pero aún así...

 

Aún así no pudo evitar lo que vino a continuación, sus labios estaban ya sobre los de Kya y se sentía bien. ¿Pero dónde quedaba Juliene en todo aquello? ¿Dónde quedaba Carlos? Maldita sea, todo era completamente complicado. El beso fue subiendo de intensidad poco a poco y de un momento a otro, Cillian rodeó a Kya con los brazos, logrando así espantar al gato que parecía aferrarse a ella con su vida.

 

Esa era la respuesta que tenía para sus preguntas en aquel momento.

 

Y esperaba que Kya no reaccionara mal por qué si no ¿qué iba a hacer? Muchas veces había estado en aquella situación, pero en ninguna había tenido miedo. Cillian comenzaba a sentir algo, pero no sabía el qué exactamente. No sabía si era amor o una simple obsesión.

 

— Lo siento, Kya... De verdad lo siento —murmuró una vez que sus labios se separaran por completo.

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Juno Black

Personaje Secundario - Media hermana de Alyssa

En todos los meses que llevaba asentada en aquel castillo todavía no había conseguido dar con su padre, y dado que su hermana rehuía de ella tampoco podía contar con su grata presencia para alegrarle el día. En cierto modo saber el efecto que causaba en Alyssa le daba placer, pues de algún modo significaba que tenía algo de poder sobre la Triviani aunque esta se esmerase en negarlo; pero al mismo tiempo también le generaba un desasosiego que no podía explicar. Jamás lo admitiría ante nadie por supuesto, pero en el fondo sentía como la soledad comenzaba a pasarle factura. Había venido a Londres con la intención de reencontrarse con su padre y hundir a la mujer que le había quitado su lugar junto al patriarca de los Black, sin embargo los meses continuaban pasando y lo único que había logrado era desplazarse como un fantasma entre los oscuros pasillos del castillo.

 

- Eral estaba preparando la bañera para su ama Alyssa, Eral es un buen elfo – la vocecilla chillona salió amortiguada tras la pesada puerta que daba a la cocina – Pox no debería estar regañando a Eral por servir a sus amos.

 

Normalmente las conversaciones entre los elfos no se encontraban dentro de sus intereses, pero la simple mención de aquel nombre consiguió atraer su atención como un imán. ¿Su hermana estaba en casa? La sonrisa se ensanchó en sus finos labios al tiempo en que los ojos brillaban con malicia, había perdido la cuenta ya del tiempo que llevaba esperando por una oportunidad así. Se giró en redondo y casi corrió por las escaleras rumbo a las habitaciones del segundo piso, se conocía el recorrido de memoria por lo que encontrar la habitación en cuestión no le llevó más que unos pocos minutos. Cualquiera diría que a estas alturas la Triviani habría puesto algún tipo de hechizo protector sobre sus aposentos, pero curiosamente no era así; la puerta cedió sin problemas bajo la presión de la Black que entró al lugar con ímpetu.

 

En su rostro relucía aquella expresión triunfal, desafiante y burlesca, la pequeña sonrisa cargada de malicia y una mirada chispeante que denotaba los venenosos pensamientos que se paseaban por su mente. Sin embargo lo que encontró ante ella fue tan inesperado que al menos logró su cometido, deteniéndose en seco ante una imagen que descolocó todas sus ideas dejándola completamente en blanco por unos segundos. Una mujer a quien no conocía en lo absoluto se encontraba pegada a la puerta del baño, un tanto acalorada y con sus manos ocupadas, mientras que su mirada permanecía conectada por algún artilugio mágico al interior de la misma, de donde curiosamente se escuchaban una serie de gemidos de lo más sugestivos.

 

En cuanto consiguió recuperarse de la sorpresa no pudo reprimir una explosiva carcajada, y su deleite no hizo más que acrecentarse ante la expresión de asombro y culpa que coloreaba el rostro de aquella chica. Fijó la vista en ella al tiempo en que esbozaba una pícara sonrisa, la punta de su lengua recorrió adrede el contorno de sus labios mientras que se acercaba a la bruja con paso lento y pronunciado, cruzando una a la vez sus largas piernas desnudas al tiempo en que sus caderas se movían hipnóticas de un lado a otro. Los altos tacos junto a la minúscula falda negra y la ceñida blusa desabotonada con evidente sugerencia no hacían más que reforzar la tentativa imagen de la Black, pero era en realidad su actitud confiada y provocativa lo que la volvían tan atrayente.

 

En lo que se aproximaba a ella jamás interrumpió el contacto visual entre ambas, manteniéndola engarzada en un hipnótico intercambio mientras que dejaba a su cuerpo expresarse por sí solo. Finalmente se detuvo ante la rubia, a escasos centímetros de ella, invadiendo su espacio personal al tiempo en que la acorralaba contra la puerta del baño permitiendo que el fuego fluyera entre ellas. Juno sonrió divertida ante la evidente tensión que emanaba de la Ivashkov y recién entonces desvió la mirada para centrarse en su boca, ligeramente abierta aun con aquella expresión de sorpresa; con extrema sutileza alzó su mano y paseó su pulgar por el contorno del labio inferior como quien pretende limpiar una mancha.

 

 

- ¿Necesitas ayuda con eso? – susurró la Black refiriéndose al manoseo que había captado infraganti en el momento en que irrumpió en la habitación.

 

 

@ @@Pik Macnair

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Mientras los minutos pasaban, Kya comenzó a preguntarse qué hora del día ya eran. Ni siquiera sabía cuánto tiempo había estado caminando con Cillian detrás ni por qué no se detenía. Su orgullo le gritaba en el oído que lo pateara y se fuera de una vez, tal vez podría dejarlo cuidando de Claire en aquella zona del castillo, usando también la maldición Imperius para hacerles creer que eran padre e hija. Pero a la vez, su consciencia también le ordenaba madurar.

 

Y no se percató el momento en que ese beso había empezado, solamente lo hizo cuando ella ya le estaba correspondiendo con ímpetu. Su cabeza estaba confusa, recién se habían peleado por haberlo besado estando él casado. Pero Kya no lo hubiese hecho si hubiese sabido aquel dato, únicamente lo había hecho porque suponía que a un gay un beso de una mujer no tenía por qué importarle, como a ella los besos de alguna mujer.

 

Pero no. Ahí estaba Cillian envolviéndola entre sus brazos con cierta fuerza, Kya debía admitir que besaba bien y que parte de su orgullo se había perdido entre sus labios. Lo conocía desde aquel día, al menos en persona, pues antes estaba segura de haberlo visto. Y volvía a lo mismo. Sabía muy poco de él y dentro de lo poco sabía dos cosas: Estaba casado y era gay. Entonces, ¿estaba casado con un hombre? ¿Por qué la besaba en ese caso? ¿Sólo había bromeado esperando ver alguna reacción en ella?

 

Está bien, Cillian —murmuró contra su boca, para luego alejarse—, pero no entiendo nada. Nada.

 

Kya dio un paso atrás un poco acalorada. A su mente habían volado recuerdos de su primo, la única persona de la cual se había enamorado realmente, el mismo que la abandonó y la dejó en el olvido. Llevó su mano hasta su frente y la otra la atravesó sobre su abdomen, intentando desenmarañar aquel oleaje de preguntas que le inundaba la mente y le impedía pensar.

 

No te entiendo, Cillian —dijo alzando la vista y clavando sus ojos verdes en él—. ¿Qué esperas? ¿Qué...? ¿Qué?

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