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Ellie Moody
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Catherine Moody

La bruja le guiñó un ojo a Bel con una naturalidad asombrosa, tomó otro poco de espumante y suspiró:

—Con total honestidad, también yo me pregunto por qué Mel no está aquí.

La bruja jamás se perdía un banquete, punto. No había más que agregar, sin importar el motivo. Incluso, Catherine estaba segura, la bruja sería capaz de vestirse de gala y comportarse, solo por el privilegio de quedarse pegada a la mesa de pollo frito y tebo asado. Le preocupaba que la bruja hubiese podido tener alguna clase de desacuerdo con Richard, por inverosímil que eso sonara. Sobre Madeleine, no se siente con el derecho de decir nada, así que le da otro sorbo a su copa para intentar disimular el silencio repentino que la aqueja. Por otro lado...

—¿Acaso dijiste Cillian? 

La bruja se quedó con una expresión entre intrigada y pensativa. Había conocido de manera muy breve al muchacho rubio, debido a que había sido amigo y conocido de Pandora. Catherine misma había visto su desempeño como director del entonces departamento de criaturas mágicas a la distancia, entre admirada y exasperada. 

Ni siquiera se había dado cuenta del cierto grado de conmoción que sucedía a su alrededor, por la serie de situaciones que se desarrollaban en rápida sucesión, cuando escuchó el sonido de un gong. No era tan escandaloso como para ser irritante pero sí llamó su atención enseguida. Era un pequeño instrumento, sostenido por un elfo que procedió a retirarse. Richard, de manera ceremoniosa, extendía la mano en dirección a Ada. Las luces artificiales y la luz de un candelabro hacían que los colores de su rostro titilaran un poco, resaltando sus ojos miel. Era extraño verlo demudado de sus característicos rizos aureorojizos pero el color parecía resaltar en contraste con el tono oscuro de la máscara. 

Era la señal para dar inicio al baile. Catherine miró a Bel de lado, con una sonrisa de disculpa. Sabía que su compañero todavía no llegaba y se había adelantado. Con sorpresa, notó también que en una esquina de la sala, se empezaba a organizar una mesa. Lo que también significaba que así como habría baile, también se dispondría de mesas para que los que no deseaban bailar, tomaran asiento, con bebida, para charlar. También, se instalaron las mesas de póquer, donde los acaudalados traficantes de autos de lujo, se codeaban con un grupo de freelancers similares a Mel. Sujetos con habilidades especiales que realizaban "trabajos" para gente acaudalada.

Catherine estaba un tanto estupefacta pero no dijo nada. En lugar de eso, llevó a Bel en silencio, aprovechando el sonido de la música para pasar desapercibida cuando se aproximó hacia la esquina en donde se encontraba la ministra de Nueva Zelanda. 

—Señorita Juv, es casi un milagro verla luciendo un perfil bajo en una festividad semejante ¿le molesta si Bel y yo la acompañamos por un momento? 

No estaba segura de por qué, pero tenía la impresión de que Richard la asesinaría si dejaba que una funcionaria de alto nivel como ella se fuera insatisfecha de la celebración. Por si eso no bastara, Cath también notó que una vez finalizada la primera pieza (Richard inclinándose hacia Ada en agradecimiento, los aplausos y los suspiros velados de parte de la orquesta le habían dado el toque justo de romanticismo), un maestro de ceremonias empezaba anunciando que habían recibido su primera donación de la noche.

¡Agradecemos la gentil colaboración de la familia Ollivander que ha adelantado nuestra primera recaudación de la noche con cien mil galeones!

Una cálida salva de aplausos desde la mesa de los jugadores de póker. Catherine quiso alzar una ceja pero se contuvo ¿Los Ollivanders habían sido los primeros en donar? ¿Y cómo, en pago adelantado? Habría podido jurar que el único Ollivander que conocía, Hessenordwood, apenas había llegado hacía unos minutos a la fiesta. Sin embargo, en lugar de hablar de eso, se atrevió a preguntar:

—Me temo que estoy muy oxidada en temas contemporáneos —añadió en dirección a sus dos acompañantes— ¿qué novedades hay justo ahora?

@Ada Camille Dumbledore @Rory Despard

@Juv Macnair Hasani

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Bel Evans Ollivander

Que Catherine tampoco supiese donde se encontraba Mel solo hacía el doble de sospechosa su ausencia, aunque parecía poco preocupada en realidad del asunto y en cambio, más interesada en que Cillian fuese mi convidado al baile. Sin embargo, antes de poder si quiera conversar del asunto el sonido de un gong nos distrajo automáticamente. El baile daba inicio, y Richard brillaba junto a Ada Dumbledore, a quien había escogido como su primera pareja para la noche. 

Aprovechando que todas las luces y parafarnelia estaban concentrados en ambos, Catherine me indicó que la acompañase hasta otro lado de la fiesta. Negarme, siendo que estaba intentando comportarse como una buena anfitriona, no era lo más amable, así que la seguí en silencio, aun cuando mis ganas de socializar estuviesen en dramático descenso. No podía negar, en el trayecto, que había detalles en esa fiesta que daban cuenta del cuidado que habían puesto al milímetro en ella.

Incluso que hubiese una mesa de póquer, dada la fama de apostadores de muchos miembros de familias prominentes, donde el vicio pudiese encaminarse a "más ingresos" para la causa de caridad, era una jugada sumamente astuta.

Al finalizar la primera pieza, los aplausos fueron atronadores, y Catherine, con discreción y cortesía nos presentó ante Juv, la ministra de Nueva Zelanda. Y como dudaba de que la mujer me reconociese solo por mi nombre de pila,  avancé un par de pasos y recliné levemente el cuerpo y la cabeza a modo de saludo. 

— Mucho gusto señorita Juv. Mi nombre es Bel Evans, matriarca de la familia Evans McGonagall. Espero esté encontrando agradable la fiesta y la estadía en Inglaterra.

Llevaba semanas sin leer cualquier clase de noticia del mundo mágico, así que no tenía idea de la clase de inclinaciones que la bruja podía albergar. Era por tanto, mejor mantenerse lo más cauta posible, aun cuando desde el apellido, lo tuviese difícil. Los ataques al castillo familiar por parte de los mortífagos habían retornado con fuerza, como amenaza evidente al apoyo oficial que brindábamos a la Orden del Fénix, y eso era solo otro motivo por el cual mantenerse alejada de los demás podía ser la mejor manera de evitar conflictos.

Un maestro de ceremonias, con la voz amplificada mediante magia (por cierto ¿dónde es que los conseguían con esas voces graves y profundas tan varoniles?) fue enfocado de repente. El hombre, tras un par de saludos a la mesa de los apostadores, anunció que la primera donación había sido efectuada. Aplaudí ante la noticia, como todos en la fiesta, pues aun con todo el derroche, realmente me consolaba que algo quedaría para quienes lo estaban pasando mal allá afuera, pero poco faltó para que escupiese el champagne sobre Juv, cuando escuché que era mi familia, la Ollivander, la que había hecho la donación.

¡Cien mil galeones! ¿Realmente Garry había aumentado tanto el patrimonio familiar en esos años? No era como que nuestros negocios fuesen eficientes, peor con el abandono que ambos habíamos hecho, pero quizá como gancho publicitario era invaluable. Mi ex marido después de todo (y a pesar de que físicamente era poco agraciado) podía, a la luz de semejante patrimonio, convertirse en un divorciado codiciado, ya fuese para las jóvenes solteras de todo calibre de Ottery, o desde otra perspectiva, para quienes quisieran buscar en él un aliado en el complicado escenario político o mercantil.

Por supuesto, quien lo conociese mínimamente, jamás albergaría semejantes esperanzas, y en parte era eso lo que hacía que no se me revolviesen más los sentimientos de tan solo imaginarlo de la mano de alguien más. Pero...el problema era que no era Garry ya el que veía por la administración de la familia,  sino el hombre que justo en esos momentos, el apuesto maestro de ceremonias elogiaba en público.

Quisiera mandar desde aquí, un saludo al señor Hessenordwood Crouch, y la gentileza de esta primera donación recibida, que sin su solícita gestión no hubiese podido concretarse— el acompañamiento de piano solo hacía más dramático el anuncio del hombre— gracias también a todos, pues con su sola presencia, ya están apoyando en esta benéfica causa. Aquí no estamos para valorar la cantidad recibida, pero tengan por seguro, que muchas niñas y niños, víctimas inocentes de esta guerra, van a tener una mejor alimentación en estos tiempos tan difíciles, gracias a ustedes. ¡Por ello, pido un brindis a todos los invitados, alcemos nuestras copas, por la familia Ollivander!

¡Por la familia Ollivander! resonó en la fiesta, e incluso yo alcé la copa, bebiendo de ella, y pensando en que el maldito Crouch había cerrado un excelente negocio allí, un ganar/ganar donde ya me imaginaba a la Ollivander mencionada en los principales diarios, y por supuesto, el nombre de él en letras resaltadas en negritas, como el magnífico gestor de recursos.  Como fuere, que hubiesen mandado saludos para él solo podía significar que ya se encontraba en la fiesta ¿y sería que habría conseguido traer a Garry? En el mar de gente, era imposible distinguirlo, pero sin apartarme del grupo, comencé a observar alrededor. Con el porte alto, musculoso y su incuestionable correctismo, no podía ser tan difícil localizarle.

Tras el anuncio, nuevamente cada quien volvía a lo suyo, así que me animé a responder a la pregunta que Catherine había hecho.

— La única novedad que podría compartirle es que pronto cosecharé las fresas del invernadero de mi jardín. Con tantos ataques, la verdad es que he preferido mantenerme al margen y felizmente, puedo permitirme llevar una vida tranquila, alternando quehaceres domésticos a actividades de lectura y recreativas ¿cómo es en el caso de ustedes?

@Juv Macnair Hasani @Melrose Moody @Hessenordwood Crouch

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— Podrías mantenerte aparte realizando actividades más divertidas, ¿no crees? —soltó apenas detenerse detrás de Bel y escuchar su último comentario—. Es lo que hago yo… Bueno, hacía o que se yo.

Cillian no sabía exactamente que sucedía en Londres, pero siempre que estaba ahí terminaba metiéndose en un extraño problema. Se acomodó justo a un lado de Bel y observó a sus dos acompañantes. Ambas le sonaban de algo, pero en realidad no estaba seguro de si alguna vez se había cruzado con ellas o no. Había demasiadas personas ya en la fiesta cuando llegó, no esperaba encontrase con aquella situación, pero estaba ahí por Bel así que tendría que aguantarse.

Aparte de que, sí, había visto por ahí un par de chicos que habían llamado ya su atención, aunque sin duda seguía pensando en Rory. ¿Hasta donde podría llegar con ese pelirrojo de trasero perfecto? Sabía que sería difícil, pero intentaría hacer todo lo que estuviera en sus manos para corromper por completo los pensamientos del predicador.

— Ya sabes que estando aquí es difícil mantenerse al margen —prosiguió, estaba siendo descortés al no saludar, pero de momento no le importaba—. Hace una semana que estuve metido en algo demasiado raro, Bel. Conocí a alguien llamado Rory en no sé que tipo de evento, parece algo difícil, pero nada imposible.

Comenzó a moverse extrañamente de un lado a otro, el traje que había elegido para aquella noche le quedaba un poco ajustado y comenzaba a molestarle en ciertas partes del cuerpo. Y luego algo hizo clip en su cabeza, no estaban solos. Había un montón de gente a su alrededor y Cillian lo sabía bien, aunque pareció ignorarlo durante unos minutos.

— Oh, sí, no, disculpen. Cillian Ryddleturn —se presentó ante las otras dos mujeres presentes—. ¿Con quien tengo el gusto? Y bueno, ya que estamos, ¿ustedes saben algo de Rory Despard?

 

@Rory Despard @Melrose Moody @Juv Macnair Hasani

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Si bien no había sido invitado expresamente, había oído hablar de la fiesta por la parlanchina de mi prima, Maida Yaxley. Se probaba vestidos y máscaras todas la mañanas o al menos las que estuve en casa de mi padrino, lugar donde ella vivía junto a Gatiux, el desaparecido Near, la fantasmagórica Tini, entre otros como el mismísimo y viejo Orión; ¡era evidente que estaba feliz de asistir! y oír el canturreo por los pasillos, como si imaginase un vals soñado, me causaba cierta gracia. En más de alguna oportunidad me regaló un empujoncito bailarín cuando nos encontrábamos dentro de la manor. 

Los días pasaron y un par de fechas antes de la famosa beneficencia, fue mi nieta quien me pidió asistir como acompañante a tan afamada enmascarada. Ada y yo teníamos esa relación consentida que hay con tus abuelos, aunque yo no conocí al mío más que por las hazañas en una que otra cantina. De hecho, ni recordaba el rostro vívido de Fernando Black- con suerte el de mi madre- sino tan solo su cuadro dentro del castillo, que en la mayoría de las veces, estaba vacío. Generaciones que se fueron olvidando con el tiempo. 

¿Qué habría de malo en participar de un lugar donde comes, bebes y bailas prácticamente gratis?, ¿Qué habría de malo en asistir a una mansión presuntamente fenixiana?, al menos por el legado que precedía a su apellido y aunque sin ser prejuicioso, luego de la muerte de Elvis, los Gryffindor habían presentado lealtades a las prédicas mortífagas que se enseñaban hoy en día: Pureza y libertad. ¿Qué habría de malo?...

-¿Cómo me veo?- le había preguntado a mi hermosa y joven acompañante. 

Ya de una adultez donde los rasgos y las facciones eran más duras, la voz más ronca y el cabello con los primeros tintes grises, me encontraba en la misma sala junto a Ada, observando su reflejo a través del espejo. Llevé ambas manos a unos cordones platinados que caían por sobre mis hombros y afirmé la capa de viaje con un nudo simple y un prendedor muy especial, la cabeza de un ciervo dorado con astas. Bajo aquella tela oscura que me cubría por completo, vestía una chaqueta de cuello prusiano con dos pliegues que caían por los costados, ajustada a un ancho cinturón que extendía otra correa cruzando el pecho donde llevaría envainada la varita. Los pantalones contrastaban opacos ante las brillantes botas que formalizaba. 

Dicho tal y tras un intercambio de sonrisas bajo una máscara que cubría la mitad superior del rostro, extendí la mano y nos consumismos entre fuego negro para reaparecer cercanos a los terrenos donde se haría aquella reunión. La recepción fue bastante amena y el lugar parecía cumplir con su cometido, sin obviar que la música de fondo armonizaba todo a total perfección; rápidamente alcancé una copa de vino sobre una de las bandejas que sobrevolaban el lugar y tan solo asentí ante quienes saludaba la joven bruja que me había invitado hasta allí. Luego ella se fue a bailar junto al anfitrión y me quedé por allí, admirando rostros enmascarados, vestimentas extravagantes y una decoración de primera. 

 

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El baile era todo un evento las personalidades más importantes de Inglaterra y de Europa, se encontraban ahí. Había visto no sólo diplomáticos ministros sino también familias de Gran renombre y  magos de gran poder entre los invitados. Todos con la intención de ayudar a los más desfavorecidos con todos los hechos y acontecimientos que rodearon el ataque muggle hacia los magos.

El señor Richard Moody  me había invitado a iniciar el baile junto a él, no estaba muy segura pero la señorita Catherine Moody era la pareja del señor Richard y para mí personalmente no era muy cómodo. Mis intereses amorosos estaban puestos en una persona a la que no podía ver o no estaba cerca a mí. Aún sentía demasiado por aquel del pasado lejano, después de pasar por dos relaciones fallidas mi viejo primer amor había revivido en mi y estaba empecinada en que no quería nada romántico con nadie más.

El baile con el señor Richard iba a empezar, estar en medio de la pista con la vista de todos no me amedrento, pero la mano del señor Moody en mi cintura me hizo sonrojar d e inmediato, la máscara en ese momento era una bendición. Sonreí mientras la música de un sonoro vals nos hacía mecer de un lado a otro con gran ritmo, el caballero era un gran bailarín y guiaba muy bien. No perdimos el ritmo en ningún momento y terminamos el baile con gran galantería. 

 

-Señor Moody déjeme decirle que no sólo es un gran anfitrión sino también una gran bailarín. Le agradezco el baile y sobretodo que me permitiera iniciar a su lado.  No sé si sea el momento indicado, pero quiero hablarle de la donación de la familia Dumbledore para con su causa, me gustaría que antes que se acabe la velada tenga usted el dinero en sus arcas y por supuesto el apoyo de Francia para sus fines benéficos en Inglaterra. Puede contactarme a Madamme Helene, ella será quien maneje las relaciones diplomáticas con Gran Bretaña.

 

Mis ojos azules se encontraron con los suyos esperaba que entendiera mi sinceridad. Luego de esto me retire hasta donde estaba mi abuelo, era demasiado joven y guapo para decirle así, pero lo era y me divertida diciéndole así. Alcance una copa de vino y sonreí llegando a su lado.

 

-Nono querido que tal el vino… tiene buen bouquet el vino, así que a brindar por la familia…

 

Ofrecí chocar la copa con @Aaron Black Yaxley
 

Editado por Ada Camille Dumbledore

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Le sonreí a Danny cuando dijo que era un gusto, la realidad es que yo también estaba feliz de conocerlo y me extrañó no haberlo visto antes en algún otro evento, pero me supuse que o era nuevo o simplemente no solíamos ir a los mismos lugares y por eso no recordaba haberlo visto antes de esta hermosa fiesta, así que me alegré de conocer gente nueva y me dije que no debería de asombrarme, ya que era evidente que no podía nunca llegar a conocer a todos los habitantes de mi querido Londres Mágico.

 

- Gracias por dejarme quedarme aquí a ambos y pues estoy feliz de al menos no estar sola y por cierto el gusto es mío Danny, no te había visto antes, eres nuevo por aquí? Lamento la pregunta pero me da curiosidad, ya que no recuerdo verte por ningún lado - Le pregunto alegremente y al instante, pienso que quizás esté siendo algo descortés al decirle aquello - 

 

- Si pienso igual que él, debemos de quedarnos acá, porque la multitud últimamente mucho no me gusta y además podríamos verlo más tarde cuando ya no estén todos entusiasmados para verlo todo, sospecho que así podremos disfrutar mejor de toda la fiesta, aunque podemos ir si quieren más adentro, me es igual como quieran - Les digo feliz de poder compartir esa velada con ellos - 

 

No le digo a nadie pero últimamente la aglomeración de gente no me gusta mucho, la realidad es que estaba pasando por un periodo de tristeza y desazón extraño en la alegre bruja que todos conocían, suspiré preguntándome si podría disfrutar de esta velada y pasarla tan bien como antaño, algo que no hacía desde la fatídica muerte de mi adorado papá, Elvis, algo que me había cambiado y me había hecho más melancólica y con una tristeza especial en mis ojos azules claros, algo que no tenía antes y que ahora sí me pasaba más seguido de la cuenta, sospeche que era solo una etapa al menos, hasta que terminara de entender que no lo vería nunca más. 

 

Editado por Luna Gryffindor Delacour

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- Ay Valeskya ¿Qué rayos haces acá? – 


Dijo la bruja para sí misma, mientras su mirada observaba con curiosidad el lugar. No recordaba haber visitado alguna vez a la familia Moody, pero conocía a algunos de sus integrantes; y sin embargo, ahora se encontraba allí, en la espera de no pasar más vergüenzas al intentar sacarla por no llevar la invitación. ¿En qué momento había decidido acudir a una fiesta sin ser invitada? Eso no era algo que solía hacer, incluso el socializar con otros magos y brujas era algo que la ponía nerviosa, pero desde que había regresado, estaba dispuesta a entablar lazos con gente de la comunidad mágica y quizás eso se caería bien a su familia. 


Aunque el hecho de que sentía que era su deber por ser una de las matriarcas, no sentía que fuera a obtener mucho éxito, pero ya estaba ahí, para acudir a un evento de beneficencia y ver qué podía obtener de todo eso. Acomodó su vestido y con sus manos retocó el cabello que simplemente traía recogida en una coleta. Tal y como le habían pasado el chisme (?) llevaba puesta la máscara correspondiente, haciendo que se sintiera más segura a la hora de camuflarse entre la multitud. 

 

La ojivioleta se detuvo por un momento y sacó un pequeño espejo para revisar si todo estaba bien: atuendo, peinado, maquillaje y algo de nervios. De inmediato se arrepintió de haber elegido un vestido de ese color, pues su piel parecía lucir más pálida que de costumbre; pero de todas formas ese vestido le había gustado mucho y tenía tanto tiempo que no asistía a un evento de ese tipo, que no dudó en elegirlo. Guardó el espejo dentro de su bolso de mano y dijo para sí misma:

 

- Creo que debí decirle a Sophia que me acompañara…-

 

Y sin más, comenzó a acercarse a la casa, al tiempo que comenzaba a escuchar el murmullo de las personas que estaban conversando, el tintineo de las copas, los platos, la comida y el decorado del lugar. Suspiró en un intento de relajarse y sin más, entró; lo primero que hizo fue tomar una copa de una bandeja que iba pasando. Apenas sonreía a las personas que la veían, ya sea por curiosidad o porque intentaban averiguar quién era o qué estaba haciendo allí.  Dio un sorbo e inmediato reconoció el sabor de la champaña,  al tiempo que comenzó a pasear y curiosear entre la decoración de la casa y  el atuendo de los presentes (?).

 

*-*-*-*

Off: Holi, pues me vine a colar acá 🤣
 

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Harmony Gryffindor Dumbledore 

 

Después de haber sido llevada por su hermanita hasta donde se encontraban algunos de los conocidos suyos se dispueo a observar con gran interés la decoración  de la fiesta, hasta ahora ninguna de las voces presentes le sonaban familiares debajo de aquellas mascaras, probablemente era por que nunca había conocido a ninguna de esas personas, o por que como recién habia llegado de un viaje alrededor de toda Europa después de culminar sus estudios mágicos, no los identificaba, ni siquiera a sus otros hermanos.

El sonido del gong hizo que voltease a mirar en la dirección de dicho instrumento, en ese momemto, el que parecía ser el anfitrión de la fiesta invitaba a iniciar el baile a Camille,  su hermana lucía aún más hermosa con la luz proyectando a la pareja, seguramente, el ser semiveela como su madre, hacía que incluso se vieran resplandecientes.

 

El maestro de ceremonias decía que... ¿qué decía? Harmony no había puesto nada de atención en ello, de hecho había ido más por insistencia de su madre y de Camille que por voluntad propia ¿qué hacía allí una joven de 17 años? Relacionarse con las personas, supuestamente.

 

Lo que realmente llamó su atención fue cuandomencionaban la magnífica donación de la familia Ollivander, pero no era tanto por la cantidad, no, era más por la mención de aquella familia, sabía que estaban emparentados con esa familia, por supuesto ya que su madre tenía la tienda de varitas del afamado Garric Ollivander, fue más por que no se le mencionaba a nadie con ese apellido,  sino a un tal Crouch. El asunto era curioso, pero no iba a investigar algo que a ella no le concierne, a la hora del brindis por esa familia, Harmony solo alza su copa, escucha hablar a Camille brindar con su abuelo "por la familia" y se une a ellos en su brindis.

 

-Lucías muy hermosa bailando en la pista hermanita- en su cara se dibujó una sonrisa traviesa y en un susurro sólo audible para Camille dijo: -si no supiera que solo estas interesada en alguien más,  me atrevería a decir que tú y el señor Moody hacen una bonita pareja

 

@Ada Camille Dumbledore

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-¿Sabes bailar? ¡mira, es fácil!... uno, dos... uno, dos... ¿ves?... ¡ven Aaron, no seas aburrido!

Su voz, la cabellera al compás de la melodía, una media vuelta y el vuelo de su vestido girando armónicamente junto a su figura bajo la tenue luz de un salón, escondido quizás, en qué rincón de mi memoria. Vagos recuerdos de una juventud donde no habían aspiraciones políticas, no había una diferencia de sangres pues ella era tan bruja como yo un mago, ¡sin máscaras! sin conflictos, solo ella, danzando tan delicada y ligera como un diente de león entre las brisas de la primavera. Memorias que como bien decían, clarificaban imágenes ante la música que se oía por el entorno... ¡qué magia aquella! qué hechizos perdidos en el tiempo en una simple melodía. 

La voz de Ada me devolvió a mi sitio, al presente, a la beneficencia que habían organizado los Moody. Parecía divertirse, por lo que sonreí vagamente y levanté la copa en correspondencia. 

-El vino va bien, aunque no tanto como los de guarda que hay bajo el castillo- comenté mientras observaba el tinte rojo a contraluz; di un genuino giro al líquido escarlata y bebí un sorbo más para degustarlo- ¡mmm! una excelente cosecha, sin duda alguna... ¿Qué tal el baile con ese señor?...-volví a preguntar mientras perdía la fría mirada gris en la máscara de Goldor, uno de los mortífagos que había atacado Kings Cross. Por suerte nadie lo había visto, pero porqué asistía a una fiesta con aquella apariencia ¡una de la casta!- ...insensato... inmaduro ...- sorteé en un murmullo que apagó la sonrisa que había regalado a mi nieta. Y sin siquiera tener que disculparme, solté las palabras mera inercia de un conflicto sentimental- no lo digo por el señor Moody eh, ¿cuál es que era su nombre, Richard?...- inferí luego del comentario que sorpresivamente realizaba una bruja que se unió a nuestro brindis.

Viéndole mejor, a quien portaba la máscara de Mael mientras Ada intercambiaba palabras con la recién llegada, me fijé que la figura era de una chica ¡una bruja! ¿qué demonios?. Tomé la mano de Ada, dejé mi copa levitando e hice lo mismo con la suya- me acercaría a esa bruja discretamente- di un paso hacia la pista de baile y le invité al siguiente vals que entonaba un violinista. 

-Con su permiso señorita...- sostuve en un vacío para esperar que, quien parecía ser amiga de Ada, me dijese su nombre, para luego tender la mano hacia mi nieta- ven cariño, tu abuelo aún recuerda algunos pasos de baile...- elevé un tanto su mano junto a la mía y apoyando la otra por su espalda, en la lumbar, nos adentramos entre las parejas- uno, dos... uno, dos...- expresé junto a ella al tiempo que nos deleitábamos el compás de un lado a otro, entre sutiles y genuinos movimientos que nos hacían ver como una excepcional pareja de gran trayectoria artística. A veces nos alejábamos intercambiando el juego de manos para darle una media vuelta y volver a bailar de un lado a otro- ¿ves? ... observa esto...

Bastó un giro en pareja para extender mi brazo sin soltar la mano de Ada, girando el rostro hacia la joven que tan discretamente se había unido a nuestro brindis. Espigado frente a ella no le di tiempo de pensar, entonces tomé su mano y la traje a bailar junto a nosotros entre el tumulto de brujas y magos que ya hacían del lugar una enmascarada como correspondía, con bailes de vals al compás de la música en vivo.

Sin embargo y de manera solapada, observaba seriamente a la bruja que traía la máscara del mortífago, alternando la tierna mirada de un abuelo a su nieta. 

-¿Podemos bailar de a tres, verdad?...

@Ada Camille Dumbledore @Hannity Ollivander Evans @Dana Gryffindor

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G.

Finalmente consiguió cruzar la senda que lo separa de todo aquel bullicioso espacio hasta la galería donde se exhiben las obras de arte, allá donde aún se escuchan los brindis tras anunciar la primera donación (que casualmente está hecha bajo el nombre de la familia) y la música y el festejo se avivan. Por supuesto que no tiene ni idea de dónde es que Hessen ha sacado tal cantidad de galeones para esto, si bien la administración de la heredad y los negocios (al menos los que a él le pertenecían) estaban mejorando, un descuento de esa magnitud en la bóveda familiar era significante. 

Está casi seguro que a Evans no le hubiera hecho tan feliz que el dinero de la familia se invirtiera en otra persona que no fuera Hannity y, ciertamente, a él tampoco le importa mucho el valor monetario de la donación pero, de haber gastado cien mil galeones, bien hubiera preferido invertir en esa reliquia que encontraron en el aparador de un engañoso local en Diagon en lugar de las consecuencias de esta guerra. 

¿O para qué han dicho que era este evento?

La galería de arte es un lugar mucho más tranquilo, se imagina que puede pasar el resto de la noche rondando por ahí, no piensa que algo mejor pueda pasar en estos lugares además. 

Me gustan estas cosas…-, ella, la mujer que lo ha acompañado hasta ese lugar, apenas lo alcanza cuando se detiene frente a una obra que fue, según la ficha de información, elaborada por un autor desconocido hace aproximadamente treinta años. —…Porque cada una, en su mayoría, tienen significado propio. No son predeterminadas y tampoco tienen una razón específica-, ha hecho el intento de seguir con uno de sus dedos mullidos uno de los trazos de la pintura. —El autor las pinta desde lo más profundo de su mente, de su corazón o pensamientos, las plasma, las crea, no desde cero, si no de algo que ya existe, aun si es algo horrible-, esta idea es ambigua, cree que puede explorar más en ella, pero no lo hace solo porque pensar en eso, ahondarse, es demasiado esfuerzo ahora. —Y eso igualmente está bien y es casi seguro también que, no importa cuánta similitud exista, nunca habrá dos interpretaciones iguales.

La pausa es obligatoria, se ha cansado casi de esta charla.

Este lugar, este evento, es algo como esto, ¿no crees?-, tras la máscara consigue hacer un feo gesto, no es de disgusto, es solo el intento de disimular que la máscara se le resbala. —La obra de los Moody-, parpadeó detenidamente, se da cuenta que lo que dice no tiene mucho sentido tal vez, pero no sabe como hacerlo mejor. —¿Qué nombre tendría una cosa así?

Desvió su atención un momento cuando otro estruendo musical los alcanzó hasta donde están. Suspiró con abatimiento, hace mucho tiempo que no escucha de una buena música. Luego volvió, pero se detuvo esta vez en la bruja que ahora tiene a su lado. Es como si ella hubiera estado ahí siempre, pero aunque lo siente así, no lo cree posible.

Entonces, ¿cómo estás?-, retoma la conversación como si no hubiera estado hablando con ella todo este tiempo. —Es lo que quieren saber las personas, ¿no? Son las cosas que dicen; ¿cómo estás? ¿has tenido un buen día hasta ahora?-, es su mejor intento antes de volver su mirada insípida a la pintura, aunque no parece más atento en ella, si no en la niña a su lado. —Te diré que…si me dices que no has tenido un buen día…-, vaciló. —…Tampoco puedo hacer nada para mejorarlo-, de eso estaba seguro.

@ Hannity Ollivander Evans

--- -- - -- ---

H.

Levantó la copa ante el saludo del maestro de ceremonias, y agradeció los aplausos que lo rodearon con el mismo gesto. 

Pero detrás del antifaz se las ingenio para mantener una sonrisa elocuente e intentaba a toda costa no escupir el licor que había ingerido momentos antes tras escuchar tan exorbitante cantidad de galeones. Si no estuviera tan bien entrenado para saber controlar cada una de sus reacciones, no hubiera conseguido toda esa gracia a la que recurre para recibir el vitoreo. Por supuesto que tenía una razón más para evitar a su Ollivander por el resto de la noche. 

Para su suerte, el momento pasa pronto y no hay rastro de Grell cerca. Y la atención de los demás invitados ha vuelto con normalidad a sus charlas. No cree que le sea tan importante a Garry de todas formas y ahora en mente solo puede pensar en conseguir encontrar a los anfitriones para -agradecerles personalmente- tal reconocimiento.

Darla Potter-, su voz melosa se escuchó apenas por encima de la música y el murmullo de las conversaciones a su alrededor. —Claro que es usted, podría reconocerla aun si cubriera todo su rostro-, esto si que era una mentira, pero se inclina a que solo ha tenido suerte en saber reconocer a Darla por la esencia sobrehumana de ella. —Hessenordwood Crouch, ¿me recuerda?-, se había acercado hasta su grupo casi sin darse cuenta, pero es agradable finalmente encontrarse con alguien conocido, aunque casi es algo solo de vista. —¿Qué tal esto? Diría que me sorprende encontrarla aquí, pero después de ver a la ministro de Francia abriendo la gala con el primer baile de la noche pues… supongo que podría esperarse lo que sea de este evento, ¿verdad?

No acostumbra tanta formalidad como si estuviera trabajando, o más bien era que en América no eran tan comunes, aun en fiestas tan sofisticadas, las pronunciadas reverencias ni los besos en el dorso de las manos. Aun así, usa el mayor encanto para saludar de modo más formal y educado a su manera, a las personas que estaban con Darla, no era un gran grupo tampoco. A Luna Gryffindor le conocía de vista, de algún periódico amarillista local difamando en escandalosos títulos la reputación del cuartel auror en estas épocas bélicas. Del otro muchacho no sabe nada, pero fuera quien fuera, para su gusto, no se ve nada bien a lado de Darla. De igual manera saludó a ambos con un firme asentimiento y una generosa sonrisa.

No piensan quedarse aquí toda la noche, ¿o si?-, la sonrisa de Hess iluminó su rostro de manera divertida aún llevando el antifaz negro y gris. —Por su puesto que no. Vea en esa dirección, Darla, la mesa de póker es atractivisima, y además...-, se acercó más a ella para casi murmurar a su oído. —Dicen que los más silenciosos son perfectos para engañar a los más distraídos-, le guiñó al muchacho de Darla y después le sonreía a ella con cierta complicidad, el niño no tenía la pinta de ser muy conversador de todas formas. —Y ahí está también, pues, ah, todo lo demás-, señalaba distraídamente hacia cualquier dirección mientras volvía a intentar probar la bebida en la copa.

@ Darla Potter Black  @ Luna Gryffindor Delacour  @ Danny Lestrange

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