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• Moody • (MM B: 109061)


Ellie Moody
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La invitación llega pero ella no la ve al instante ni le presta la atención debida, tiene que organizar sus libros en la Gryffindor y no permite que su elfo Arturo la ayude en esa misión, así que allí están discutiendo como siempre por no querer dejar que haga esa tarea sola. 

 

- Señorita Gryffindor, tiene que dejarme hacer eso a mí, se que me quiere como un amigo pero soy su elfo y quiero ayudarla - Dice con la voz más alta de lo habitual -

 

Suspiró pensando en aquella novela rosa que vio la semana pasada y se pregunta si en algún siglo alguien la querria de esa forma, pero se cuida mucho de admitirselo a alguien y oculta las novelas que ve, porque siente cierta vergüenza de admitir que es romántica, es su pequeño secreto y espera que lo siga siendo por mucho tiempo más. 

 

- Lo sé, Arturo, pero debo de ir a una fiesta en la Moody y no quiero dejar esos libros fuera del librero, sabes que este lugar es mi santuario y no me gusta tenerlo desordenado, además hace tanto que no los veo, ojalá que si pueda llegar a tiempo - le explicó poniendo en el librero los últimos libros que me faltan - 

 

Mi elfo no dice más nada y niega con la cabeza, quedándose allí viéndome con sus ojos negros, mientras continuo con mi tarea, mis libros de pociones, defensa y transformaciones pasan de un lado a otro hasta que termine esa hermosa tarea y decidió bajarme de la escalera, el hacerlo del modo muggle me encanta y es algo que por lo general discuto siempre con mi elfo, que no entiende porque no empleo magia para tal fin. 

 

Termino mi tarea pensando en que aún no me cambié y suspiró encaminándose a mis aposentos preguntándome si tendré algo para la ocasión en mi armario o no. 

 

Después de pensar demasiado me decido por un vestido violeta y unas sandalias violeta con algo de taco, dejando mi cabellera peliroja enrulada suelta y solo sujeta por mi prendedor del Fénix dorado, me miró al espejo y sonrió por lo que me devuelve el espejo, mis ojos azules claro parecen un mar reluciente, mi sonrisa es blanca y alegre y mi cabello parece salido de una novela de época de lo lindo que está, no me falta nada más que un poco de colorete en las mejillas y un poco de sombra negra en los ojos y le sonrió al espejo decidida a irme hacia la casa de los Moody, esperando encontrar a Made o Eileen allí. 

 

La caminata al aire libre me hace sonreír y me da cierta alegría que no tenía antes, apenas llegó al lugar observo que está todo tan bien decorado que me hace lanzar un: "Gua" totalmente asombrada de la hermosa decoración que hay allí, así que digo en la puerta quien soy y entró pensando en encontrar a alguien que conozca al menos por allí. 

 

- Luna Gryffindor Delacour - Le digo a quien está atendiendo, sonriendo cuando me dejan pasar y veo esa gran fuente de chocolate, tengo que aguantarme no ir corriendo hacia allí - 

 

Observó a Darla y le sonrió amablemente, debatiéndome entre ir hacia ella o no, aún así y con todo voy a su encuentro, percatándose que va acompañada de alguien que nunca vi en mi vida,  a quien también le sonrió preguntándome quién será. 

 

- Hola Darlis que lindo ver a alguien conocido aquí y hola señor, mucho gusto soy Luna Gryffindor Delacour, pero prefiero solo Lunita, por cierto, puedo quedarme aquí? - Preguntó debatiéndome entre quedarme e irme y pensando en que quizás sería mejor que me fuera, pero queriendo quedarme en realidad - 

 

Sonrió esperanzada y feliz, hacia mucho tiempo que no iba a una fiesta y está parecía muy linda y elegante, me pregunté si vería a Made o Eileen por allí pero me contente feliz de al menos pasar una velada divertida con mis amigos. 

 

 

 

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Nueva York, Estados Unidos


Bellerose no recordaba la última vez que había asistido a un evento social de aquellas magnitudes. En su vida en Francia, las galas benéficas eran pan de todos los días, pero desde que había trasladado toda su vida a Inglaterra, y luego a la Gran Manzana, no había disfrutado de ninguna soirée y aunque no las echaba en falta, debía reconocer que aquella invitación de los Moody le entusiasmaba con demasía. 

No conocía a ninguno de los anfitriones, aunque sabía que tenían estrecha relación con la familia del ruso, razón demás para ponerle especial esmero a la velada, además que se identificaba con la causa que los convocaba aquella noche.

Mientras pensaba todo aquello, dedicó una mirada inquisitiva a su reflejo, el que le sonreía al otro lado del espejo. Había elegido para aquella noche un vestido de su diseñador favorito, un modelo en color negro, largo hasta el suelo con una caída en corte sirena que marcaba muy bien su figura y realzaba el largo de sus piernas. Elaborado en chiffon, encaje y organza, el modelo era sobrio y elegante, destacándose por finos brocados florales en el mismo color, y transparencias en los lugares justos, que daban un realce elegante y sensual a su protagonista. A pesar de llevar un delicado escote fantasía por delante, era la parte trasera del vestido la verdadera protagonista de ese conjunto, pues la tela dejaba descubierta la espalda por completo, hasta la cintura. Había complementado aquel atuendo con un maquillaje natural que remarcaba sus ojos claros y una gargantilla de la colección familiar. El pelo se lo había sujetado en un elegante pero desenfadado recogido, que le daba un toque de rebeldía al look. Unas gotas de perfume marcaron el final del proceso y al fin, la castaña abrió suavemente la puerta saliendo de su encierro. 
La visión de Leonid en esmoquin fue suficiente para que la castaña abriera los ojos de par en par, maravillada. Era la primera vez en la vida que ambos se veían tan formales, y también era la primera vez que los dos iban juntos a un evento de ese tipo. Soltó una risita ante el piropo del mago, completamente encantada con lo que estaba mirando. 

—Cielo, te ves tan… —Se sonrojó con picardía, deslizando los dedos a través del cabello pelirrojo de Leonid con cuidado de no despeinárselo. Mirándolo con profundo amor, se sintió demasiado afortunada de disfrutar aquel pequeño momento que la vida les regalaba. —Me encantas, estás guapísimo. —Alabó con una sonrisa y correspondió el beso con cariño.  —Y decías que no se te daban estas cosas… —Bromeó, tomándole de la mano y dejándose llevar hacia su destino. 

En la Moody

Al llegar, Bellerose quedó completamente impresionada ante la suntuosidad del evento. Era la primera vez que pisaba aquellos terrenos y visitaba a sus anfitriones, y para primera impresión había quedado completamente deslumbrada. Debía reconocerles el buen gusto, no había ni un solo detalle que se les hubiese pasado en la organización de aquella velada. La pomposidad era tal, que la castaña no sabía a qué dedicarle su atención primero. Caminó con elegancia a través del camino antorchado, sin dejar de mirar las obras de arte que habían sido colocadas allí para que los invitados pudieran disfrutarlas en su ingreso hacia el venue. Dejó el abrigo en el recibidor junto con el bolso tipo clutch que llevaba y con un chasqueo de sus dedos, se colocó la máscara de piedras y encaje que había escogido para la ocasión. 

Un pequeño carraspeo le hizo mirar hacia el suelo, donde un elfo con apariencia solemne ofrecía a los recién llegados unas copas de champagne, que la castaña tomó encantada. No sabía por qué exactamente se sentía un poco nerviosa, quizás porque era la primera vez que iba a conocer a los Evans Mcgonagall formalmente.

 —Hay que reconocer que saben cómo causar una impresión. —Comentó la francesa, a su acompañante, mientras giraba la copa entre sus finos dedos. La gente estaba empezando a llegar y aunque era un poco más complejo reconocer a sus amigos con las máscaras puestas, creyó ver un par de pelirrojas que no podían ser otras que Darla y Luna. Barrió la estancia con la mirada un poco más y sonrió, girándose hacia el pelirrojo. 

—Ven amor, te quiero presentar a alguien. Lo guio a través de la estancia con soltura, deteniéndose frente a una bruja castaña quien estaba de espaldas junto a un grupo de gente. — tu n'as pas changé du tout… —Comentó con suavidad, llamando la atención de la mujer quien se giró para verla. Hélène le dedicó una sonrisa amplia y sincera, al tiempo que le daba dos besos en ambas mejillas, feliz de verla allí. 

Se separó un poco de ella, dándose espacio para las introducciones pertinentes. —Amor, te presento a Ada Camille Dumbledore, compañera del colegio y amiga de toda la vida. Ah, también debo mencionar, Ministra de Magia de Francia. —Era curioso como ambas se habían conocido desde niñas y ambas habían compartido aspiraciones parecidas, las de Hélène más diplomáticas y las de Ada un tanto más políticas. Era también la primera vez, que la veía desde su mudanza a Inglaterra.

Ada, te presento a Leonid, mi novio.—Los introdujo, diciendo eso último con un tinte de orgullo.—Debo reconocer que me sorprende poro completo encontrarte aquí, en Inglaterra. ¿Hace cuanto llegaste? ¿Cómo está todo en casa? —Inquirió, con una curiosidad que dejaba entrevista su nostalgia.

@ Syrius McGonagall  @ Ada Camille Dumbledore

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Precisamente, estaba dándole un segundo sorbo a su champaña, cuando un pequeño elfo se acercó con un sujetapapeles. Tenía un porte casi gracioso, de no ser porque su pequeña ropa estaba adecuada para él de forma tan puntillosa y precisa que en realidad resultaba inquietante. Era evidente que no había ni un solo hilo fuera de su lugar. Si alguien pendiente de los detalles (o más bien frenético) le echaba un ojo, se le haría claro que había mucho más en esa fiesta de lo que saltaba a la vista tan solo con ver los trajes de aquellos encargados de llevar el conteo y servir las bandejas. 

—La señorita Yaxley ha llegado. 

Richard asintió y recibió el pergamino con la lista de invitados que el elfo le alcanzaba. La plegó con cuidado y despidió a la criatura con un gesto relajado. Esta se dirigió enseguida hacia la entrada, de donde había provenido,  encargado con el mensaje para el anfitrión. En la lista, el nombre de Maida Yaxley había sido cuidadosamente tachado, de la misma forma en que el elfo tacharía cada nombre de aquellos que llegaran (o escribiría el nombre de posibles advenedizos). Eso, se replicaría mágicamente en la copia que le acababan de entregar a Richard: así era cómo el anfitrión se enteraría de cuántos invitados asistirían y sabría sus precisas identidades aún cuando no pudiera reconocerlos entre ellos una vez en la fiesta debido a las máscaras (por supuesto, algunos otros saltarían a la vista). 

Catherine prosiguió a su lado, en silencio, cuando se dirigieron al salón de baile y luego hacia la recepción. Las primeras dos invitadas, Maida Yaxley y Bel Evans McGonagall, ya se encontraban con sus antifaces. Para sorpresa de Richard, no eran las únicas. Una comitiva importante de personas debía haber llegado apenas poco después porque Richard los encontró a todos reunidos en el recibidor, algo inesperado, ya que ni siquiera había tenido tiempo de revisar el pergamino por segunda vez. 

Dumbledore's. Sí, no alcanzó a distinguirlos por identidad a cada uno pero dio un rápido vistazo a su pergamino para asegurarse, antes de acercarse del todo. La flamante ministra de Nueva Zelanda. Richard se sintió satisfecho de sí mismo en su fuero interno: ese era exactamente el tipo de personas de quienes había esperado asistencia, personas importantes y adineradas que pudieran contribuir no solo a su causa de socorro si no también que permitieran que él empezara a navegar las aguas de la sociedad mágica, tal cual hiciera hacía muchísimo tiempo atrás. 

Hay otra pareja que no le pasa desapercibida tampoco debido a que conocía a uno de ellos: Darla Potter Black, conocida miembro y alto rango de la Orden del Fénix, además de una persona vinculada estrechamente, con muchas familias londinenses y funcionarios importantes del ministerio. 

El último apellido que había registrado tachado en la lista antes de aproximarse había sido Crouch pero ¿no era eso imposible? ¿No había acaso conocido a ese hombre hacía mucho tiempo en los bosques, buscando los rastros de un tesoro en medio de una misión y éste había llegado acompañado del pastor Despard? Pero eso había sucedido hacía mucho tiempo. No entendía por qué o cómo eso se colegía con su presencia allí, hasta que se aproximó al grupo que empezaba a verse nutrido, allí en el recibidor. Muchos magos y brujas, de distintas familias, intereses e índoles, que se congregaban sin parecer con mucho ánimo de ingresar todavía. 

Richard, ya más seguro, terminó de aproximarse y abrió los brazos con un gesto de bienvenida, los ojos castaños brillando bajo el antifaz de color blanco.

—Sean bienvenidos al baile de los Moody. Es un placer tenerlos a todos aquí.

Como si hubieran estado coordinados (en realidad lo estaban, gracias a Catherine, que no se había acercado del todo si no que había visto de arreglar ese pequeño detalle) apenas había dicho esas palabras cuando la banda que se encontraba en la parte exterior que daba al jardín de flores empezó a tocar con suavidad una melodía. Catherine empezó a aproximarse hacia los invitados también y Richard aprovechó para acercarse a los Dumbledore y Bellerose. 

Al acercarse, se dio cuenta de que conocía al acompañante de Bellerose. Eso se le hizo extraño pero no comentó nada al respecto. A quienes había esperado conocer más a profundidad eran Ada Dumbledore y Helene debido a su posición e influencia en los ámbitos franceses. Eso no hacía descartable al chico, por supuesto, solo alguien a quien Richard evaluaría de cerca antes de emitir un juicio.

—Veo que ya se conocen —dijo, fingiendo ignorancia respecto a su conexión. Inclinó la cabeza hacia Ada, Helene y Leonid. En ese preciso instante, los elfos empezaron a recorrer el recibidor para ofrecer las primeras copas de champaña y espumante—. Me alegra ver que van sintiéndose cómodos. Por favor, no olviden que pueden visitar el jardín de flores, las mesas y las exhibiciones. Estaría encantado de ayudar y... —su brazo se deslizó hacia un lado, para dar paso delicadamente a una figura que hasta ese momento había estado próxima pero no acoplada al grupo que ellos habían formado sin darse cuenta— también, no me olvido de la señorita Yaxley por supuesto —Richard mostró una sonrisa deslumbrante—. Disculpen que desconozco si han cruzado caminos antes. Ella es una persona agradable e importante que ha venido a presenciar este evento con la mejor de las intenciones—luego se volvió en dirección a Maida—. Madame Dumbledore esta aquí por una invitación expresa al igual que usted y Madame Bellerose también hizo el favor de asistir gracias a que alcancé a formalizar la invitación a tiempo—Richard hizo un gesto parco, como si pidiese disculpas por lo acelerado del proceso a pesar de todo— Es un honor.

No quería parecer grosero, así que también presentó a Leonid con Maida Yaxley, aunque todavía era un misterio para él saber qué conexiones lo habían impelido a asistir ¿se encontraba acompañando a la señorita Bellerose, en calidad de miembro de la familia Evans McGonagall o simplemente como miembro de la Orden del Fénix? Era algo para desentrañar más tarde, pues sabía que el mago era un miembro relativamente reciente de la sociedad londinense.

Sí, presentaciones algo abruptas, quizá faltando un poco a la debida etiqueta, era consciente de ello pero no le bastaba con estrechar lazos con todos los presentes. Necesitaba también que se conocieran un poco entre ellos ¿o...?

Catherine Moody

El nerviosismo de Richard en su punto álgido había sido un poco contagioso pero para el momento en que alcanza el recibidor, Catherine ya se encuentra tranquila. Cuando se aproxima hacia la entrada, su vista se dirige automáticamente hacia Bel, Darla y Lunita. Las conoce mucho más que a los demás, así que decide recibir primero a Darla y Lunita, que van acompañadas de un muchacho que se encuentra conectado con la primera del brazo y otra figura con antifaz que Catherine esta casi segura de que no puede ser otra que la primera ministra de Nueva Zelanda (¿o se equivoca? Se había aproximado al par de pelirrojas y al chico casi al mismo tiempo que Catherine).  La anfitriona por su parte se aproxima con pasos moderados, algo dubitativa al inicio, pues solo desea darles la bienvenida y no interrumpir su velada. Richard ya les ha dado una cálida acogida a todos, claro, pero quiere ser más próxima con ellos debido a que los conoce más.

—Hay música, comida y bebida de sobra, siéntanse como en casa —es lo que dice luego del saludo, haciendo una breve inclinación en señal de respeto y esbozando una sonrisa. 

Sus modales, por supuesto, son impecables pero es más que eso. Tiene la vista centrada, el tono conciliador, moderado. Es alguien totalmente distinta a la persona de recuerdos manipulados que habían conocido la primera vez, la líder impulsiva que había tomado el lugar de Pandora, la esposa de Kaiser ajena a la realidad, la mujer enloquecida de pena y sufrimiento de hacía un año. Nunca, como en ese momento, había vuelto a ser ella misma. 

—Espero puedan disfrutar este momento. Si tienen cualquier consulta, no duden en preguntarme —Catherine señaló el salón—. Quizá en este momento pueda resultar un poco intimidante debido a que no estamos del todo copados pero pueden usar el jardín de flores para bailar con un poco más de intimidad si así lo desean o tal vez disfrutar de las exhibiciones, ya sean las pinturas o los vinos—acotó. 

Les informó también que cualquier cosa en la fiesta, excepto las exhibiciones, estaba a su completa disposición y que podían pedirle a los elfos que prepararan otras cosas si no encontraban nada de su agrado en las mesas. También les comentó de que habrían varias actividades a lo largo de la velada. Le pareció que recibían sus palabras con avenencia; lo único que le causó cierto conflicto fue el hecho de que ver a Lunita le recordaba a Madeleine, debido a que sabía que eran próximas, y estaba segura de que su "hija" no asistiría. Catherine tenía la corazonada de que todavía le guardaba rencor, así que solo esperaba que, al menos, no recomendara a Eileen seguir sus pasos para faltar ese día. 

—Si me disculpan, pasaré a saludar a Bel Evans McGonagall, ahora —prosiguió—. Aunque espero poder sumarme a ustedes más tarde. Por favor, no teman llamarme si me necesitan.

¿Hacía cuanto que Catherine había sacado a relucir sus habilidades sociales? Ni siquiera tenía registro del asunto, fuera dicha la verdad. Mientras se aproximaba a Evans McGonagall, se dio cuenta también de que la mujer se encontraba todavía sin compañía, seguro solo de momento.

—Bel —dijo no sin cierta confianza, después de todo, a pesar de sus diferencias ambas eran Evans McGonagall—. Me alegro de que pudieras asistir.

Era una frase algo cliché pero no por eso menos cierta. Hacía mucho que no había podido conversar con la bruja (ni con nadie además de los Moody y algunos Evans en realidad) así que poco o nada sabía de lo que había sucedido con los demás, con su sociedad, con el mundo. El hecho de prácticamente haber perdido la cordura hacía año y medio tampoco había ayudado pero allí estaban ambas ¿qué era lo que había sucedido con ella? Había mucho que quería preguntarle pero... estaba muy desacostumbrada a conversar.

Frakin - Elfo de Planta

El elfo se aproximó apurado hacia el par de figuras que se había escurrido desde la arcada. Quizá, porque era un elfo pequeño, no habían alcanzado a notar que intentaba llamar la atención de ambos visitantes, con todas sus fuerzas. 

—Mis queridos señores —dijo entonces, cuando por fin pudo alcanzarlos, ya bastante cerca del recibidor—. Permítanme las llaves de su auto, para poder acomodarlo en la estación correspondiente para ello. 

¿Los magos? No eran muy fans de los autos, voladores o no. Sin embargo, Richard sí que lo era, así que había pensado incluso en eso al momento de organizar el evento. El elfo, por consiguiente, extendió su pequeña manita para recibir las llaves. Si aquellos dos invitados deseaban retirarse más adelante, les traería el vehículo de vuelta en un abrir y cerrar de ojos pero mientras tanto, no podía quedarse en el exterior, tal cual indicaba la adecuada etiqueta del evento. Para eso estaban los valet parking como él. 

@ Helene Eloise Bellerose  @ Juv Macnair Hasani  @ Rory Despard  @ Hessenordwood Crouch  @ Syrius McGonagall  @ Maida Black Yaxley  @ Ada Camille Dumbledore  @ Darla Potter Black  @ Danny Lestrange  @ Luna Gryffindor Delacour

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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Danny no había hecho tiempo de responder cuando una figura pelirroja se acercó a ellos. Darla sonrió y sostuvo con delicadeza el brazo de su compañero unos segundos para luego soltarlo y darle un abrazo cálido a la Gryffindor.

—Hola Lunita, que gusto verte aquí, no había pensado que nos encontraríamos algunos ministeriales en el lugar —sí era obvio que siendo fenixianos iban a encontrarse en el lugar, pero no podía mencionar eso delante de Danny esperaba que su compañera de bando y trabajo entendiera su gesto —Lunita, te presento a Danny, es de la familia Luxure, Danny, ella es mi compañera del Departamento de Seguridad Mágico —obvio, no era necesario decirle el nombre que si entre ella y Luna lo seguían repitiendo lo gastarían.

Darla giró su mascarilla entre los dedos, dándose cuenta que no se la había puesto aún, pero se quedó unos segundos con la mirada perdida en las personas que habían en el lugar. Había distinguido la alta y delicada figura de Juv, la Primer Ministra de Nueva Zelanda, no había tenido oportunidad de felicitarla aún, esperaba hacerlo en el transcurso de la noche. Otra figura alta y de anchas espaldas llamó su atención, iba acompañado de un hombre que parecía no tener muchos deseos de estar allí, lo cual fue una sorpresa para Darla, ¿qué hacía el Crouch en aquel lugar? Sin embargo no tuvo mucho tiempo de pensar en ello ya que Luna había hecho una pregunta y sería totalmente descortés de su parte no responderle.

—Por supuesto que puedes quedarte con nosotros ¿verdad que sí Danny? —dijo mirando al mago y dirigiéndole una mirada mezcla de pedido, disculpa y promesa de que lo compensaría más adelante.

Las palabras del mago fueron casi a continuación de la bienvenida de Richard Moody, quien en ese momento hacía cabal acto de presencia en el centro de los invitados. Darla observó a su familia, los Dumbledores, unos metros más allá de dónde él estaba. La música comenzó a llenar el lugar y Darla vio aproximarse a Catherine Moody, a la que le dedicó un gesto de saludo. Pero eso no le hizo pasar desapercibido que Richard en ese momento presentaba a una mujer a una de sus sobrinas, la reconoció al instante, Maida Yaxley y recordó el encuentro junto a Adrián Wild en la clase de herbología. A su mente vino el recuerdo de las miradas del mago y la seguridad que lo que él había querido obtener quizás fuera mejor lo obtuviera ella.

—Hermosa gala —dijo gala con tono de voz soñador, o quizás perdida en sus improvisados planes pero totalmente consciente del saludo invitación que Catherine les acaba de realizar, sonríe y hace una nueva inclinación hacia la anfitriona.

Darla escuchó con sumo interés, las actividades durante la velada, el interior de la casa, las exhibiciones de cuadros y vinos, la posibilidad de degustar lo que había a la vista o pedirle algo más a los elfos, el jardín de flores para bailar más íntimamente, estaba segura que ella se había sonrojado si pudiera.

—Muchas gracias Catherine, de verdad es una gran organización —dijo antes de que la bruja se retirase —por supuesto, mis saludos a Bel —dijo la bruja, recordando que hacía poco había estado en el hogar de la bruja defendiéndolo de un ataque mortífago.

—Hay mucho para ver, ¿no les parece? —dijo con una sonrisa a sus acompañantes.

 

@ Juv Macnair Hasani @ Danny Lestrange @ Luna Gryffindor Delacour @ Melrose Moody

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Me aparecí en los límites de aquel terreno desconocido. Por lo menos hasta antes de haber obtenido aquel pergamino. Desde lejos podía ver ése pequeño hogar, a comparación de los que teníamos en Ottery. La niebla negra que se había arremolinado a mí alrededor, se disipó como si la brisa la hubiera barrido. Levanté la vista y apreté aquella invitación a la mascarada en la Moddy. Tiré el papel arrugado.

Maldita bruja. La iba a matar.

Saqué mi varita e intenté ocultarme lo más rápido que pude. La gente al parecer, empezaba a llegar a aquel sitio, una especie de fiesta o de gala. Pero solo me interesaba una cosa y era encontrar a la muchacha. No solo que le había salvado la vida, sino que me había complicado la mía: primero porque conoció mi identidad como mortífago y segundo, había robado mi máscara. Me la había quitado y se había fugado.

Pasé mi mano por mi rostro, invocando aquella máscara que me cubría parte de mis facciones. A la vez, mi habilidad de metamorfomagia me ayudaba a quitarme el negro completo de mis ojos en unos verde esmeraldas. Con un cabello rubio enrulado hasta los hombros. Mantuve mi vestimenta ya que estaba sencillamente de negro. Caminé un par de pasos y me dirigí hacia la entrada, hacia donde todos estaban.

Todo era realmente hermoso, tenía que admitirlo, aunque no pudiera detenerme con detalle para ver todo. Todo estaba reluciente e impecable. Al parecer era una fiesta tranquila, casi privada diría. Caminé lentamente, guardando la mejor compostura que pude, con mi varita guardada otra vez y llevé mis brazos hacia atrás entre si. Había unos cuantos rostros, pero pude darme cuenta que estaba ese joven Ollivander con el que me había cruzado y su amiguita me había atacado. Tambien había otros que ni conocía.

Y allí a lo lejos, la joven Dana. ¡Y llevaba mi máscara mortífaga!

La escena se representó en mi cabeza. Lanzando maldiciones a diestra y siniestra empujando a todo aquel que se interpusiera para llegar a la chica, que se encontraba del otro lado. Pero no. No podía. Respire. (unas diez veces más para calmarme). Esa mujer no sabía lo que estaba haciendo. Como mortífago, había hecho algunos actos públicos que no eran éticos para todos. ¿Y si alguien la reconocia? Me quedé en un rincón del sitio, intentando no llamar la atención de nadie.

 

@ Dana Gryffindor

Editado por Mael Blackfyre

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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La velada prometía, me gustaban las fiestas y los bailes, era algo a lo que me había acostumbrado desde muy niña, mi familia era parte del círculo de la alta sociedad Francesa. Las fiestas y sobretodo los bailes de debutantes eran lujosos y llenos de personas adineradas que mostraban sus lujos a los demás. Las obras de arte, los muebles, la decoración todo era perfecto y magnifico. Por eso este baile no me parecía un esfuerzo, realmente disfrutaba la noche, hacía muchísimo tiempo la última vez que había bailado. Añoraba los tiempos en que siendo una adolescente bailaba por horas, vals, contradanzas, tangos interpretados por maravillosas bandas en bailes en las noches de París. Todo había acabado al unirme a las filas del Ministere des Affaires magiques de la France, dedicarme al entrenamiento y luego por completo a la política me había alejado de todo lo relacionado a la vida nocturna de mi adorado París. Además que la situación mágica de Europa no se prestaba para todos estos actos públicos.
 
 
Después de mis divagaciones observe a una pareja acercarse, era ni más ni menos que @ Helene Eloise Bellerose  recientemente la había nombrado para representar diplomáticamente a Francia ante EL Reino Unido. La joven había sido mi compañera de estudios en l’académie de magie de Beauxbâtons, habíamos pertenecido a la casa Doué y habíamos sido buenas amigas. Por eso cuando debía nombrar a un diplomático para estar en Londres, había pensado en ella, porque conocía sus cualidades y trabajo en el Ministerio.
 
- Chère Hélène, ça fait plaisir de te voir, toujours aussi belle
 
Respondí a su saludo en nuestro idioma natal y respondí a sus besos en las mejillas.
 
-Que gusto que hayas venido, es bueno que te habitúes la vida de Inglaterra. De seguro todo irá excelente en tus manos.
 
Como era de esperarse a sus modales me presento a su novio un caballero pelirrojo, sonreí y le ofrecí la mano para estrecharsela
 
-Monsieur Leonid, no sabe la suerte que tiene al tener los afectos de una dama tan especial… he venido a estar con la Familia, mis hermanos y mi abuelo han venido con nosotros…
 
Apenas había dicho eso cuando otro caballero se acercó, era el anfitrión Richard Moody, como buen anfitrión nos daba la bienvenida. Sonreí ante su recibimiento muy cortésmente inclino la cabeza en forma de saludo, a lo que sonríe de forma cortes. Mire en dirección a @ Melrose Moody  y a  @ Maida Black Yaxley a quien sonreí
 
 
- Señor Moody es un honor presenciar este acto de ustedes con su familia, la recepción esta muy hermosa, los felicito.
 
Como buen anfitrión introdujo a otra dama del lugar la señorita 
 
- Buenas noches señorita Yaxley
 
Le salude con amabilidad , los anfitriones habían sido supremamente amables y la recepción de veía bellísima.
 
 
 
 
 
 

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Jarrito y Jess

Solo dale las llaves del auto-, 

L-lo que estoy tratando de decir es que…-, Hess se movió lentamente alrededor del elfo, como si estuviera acechando, o solo inspeccionando detenidamente.  —¿No es muy pequeño para conducir? Es decir, ni siquiera parece tener la estatura de un elfo promedio...

Hess-, siseó.

Podría moverlo yo si me indicara donde estacionarlo-, insistió. Pero entonces el Ollivander comenzó a caminar nuevamente hacia la arcada, y él ha dicho que se quedarían juntos ¿no? bueno, no era una promesa tampoco. —Escucha mi pequeño amigo, qué te parece si lo hacemos de este modo…-. tratar de convencer al elfo de dejarlo hacer la tarea de aparcar el vehículo en el lugar correcto parecía lo más importante ahora, y no es que fuera un auto lujoso, o que despreciara a la criatura que solo busca hacer su trabajo como es debido, pero a éste coche, en particular, Hessen le tiene bastante aprecio.

Y, de todas formas, este elfo era demasiado bajo de estatura.

El otro brujo, en cambio, no se quedó a ver la discución y, a pesar de que sus pasos son arrastrados y detenidos, accedió sin problemas a través de la recepción con el apellido familiar del otro, encaminándose (en lugar de solo evitarlo) hasta donde los invitados comienzan a amontonarse rápidamente en grupos de cantidades casi alarmantes. —Son...tantos-, masculla débilmente detrás de la máscara, no es capaz de reconocer totalmente a ninguno de ellos, en primera porque, casi como él, sus rostros están cubiertos por antifaces. En segunda, porque realmente no quiere reconocer a nadie ahí, aun cuando podría asegurar que hay personas moviendose a su alrededor que se sienten como una paramnesia.

Los anfitriones de la fiesta aparecen tan pronto como los invitados comienzan a acumularse en la recepción y al igual que todo ahí son impecables con sus entradas. El muchacho que se detiene a recibirlos en un saludo, y se mantiene demasiado cordial en todo momento, debe ser Richard Moody, a éste sí que pudiera reconocer, aunque no recuerda si alguna vez se han visto las caras en persona, está al menos seguro de que, en más de una ocasión, a Bel Evans se le ha de haber escapado hablar de él. Aunque justo ahora no tiene la apariencia que Garry hubiera imaginado con todas esas ideas de Bel.

La música que acompaña el recibimiento del brujo Moody apareciendo tan inesperadamente (para él) lo desorienta y, aun si es suave y gentil al oído, no lo deja pensar nada concreto sobre la otra persona que sale casi detrás del anfitrión. Catherine. En cambio, su mente se pausó por segundos que se sintieron pesados minutos con todas esas charlas haciendo murmullos a su alrededor, con esas brillantes luces de todo tipo de intenciones, con el vaivén de los invitados y elfos que corren tras ellos para atenderlos. 

Si no viniera contigo diría que eres parte de la decoración de este lugar-, la voz de Hess, que es más familiar, funciona bien como un ancla. —Mírate, todo quieto ahí como una estatua. Una muy terrorifica estatua. Bueno, en todas las fiestas hay algo que nunca sale bien de todas formas-, Hess palmea nuevamente su espalda para terminarlo de despertar.

Por lo pronto que han vuelto a reunirse Garry asume que, a pesar de lo persuasivo que pudiera el Crouch ser algunas veces, simplemente no ha conseguido esta vez convencer al elfo de la entrada.

¿Cómo dices que llegamos aquí?

Bel Evans,

Ah, si, 

Bueno, señor mío, esto es una fiesta, por si no recordabas como eran-, el demonio, que no es mas alto que él, pero que en esos trajes de gala lo hacen parecer que si, observó con satisfacción su alrededor. —O por si nunca has estado en una de ellas-, se burló. —Así que...no te quedes aquí, ve a… curiosear un poco por ahí-, hizo el ademán de ahuyentarlo. —Y recuerda; debes hablar en voz alta si quieres que las personas te respondan-, este último quizá no fue el mejor de sus consejos.

Desde luego, Garry no dice nada, pero pudo sentir como su cuerpo vibró y escuchó el desagradable ruido de su naris aspirando con fuerza antes de desplazarse por entre los invitados como si hubiera querido llegar a intervenir en alguna conversación ajena o desviarse por los pasadizos hasta la galería de arte. Hess  imagina, cuando Grelliam pasa de largo a otro grupo de elfos que buscan darle algo de buen servicio, que el lago es su objetivo principal.

¿Esperas a alguien?-, lo escuchó decir antes de que pudiera perderlo de vista. Su voz se escucha diferente debajo de esa máscara.

Hessen solo asintió en respuesta, con una buena sonrisa en su rostro.


@ Hannity Ollivander Evans  :love:

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Catherine Moody

A Catherine no le había pasado por alto la cortesía de Darla y todavía le daba vueltas al asunto aún estando junto a Bel. Era como si de pronto, todo hubiese empezado a florecer ante ella, la sociedad que había dejado de lado, las personas que había desestimado o simplemente olvidado porque no se encontraba bien bajo ningún estándar. Mientras tanto, sus manos sujetaron brevemente las de Bel; ella intentaba enfocarse lo mejor que podía: no podía seguir culpándose por haber tratado de manera terrible a aquellos a su alrededor durante el tiempo en que no se había encontrado bien. Tenía que pensar más bien en compensarlo de alguna forma, en lugar de lamentarse.

—Dónde están mis modales —agregó en dirección a Evans con una venia de disculpa mientras tomaba una copa de champaña de una pequeña bandeja cargada por un elfo diligente que pasaba por allí—. Por favor, ten un poco de espumante, está delicioso.

Por supuesto, era una nueva faceta que mostraba a todos y Bel. Esperaba que la bruja no lo encontrara extraño y pudiera adaptarse a ella pronto.

Richard Moody

El brujo intentaba darse a basto pero era difícil. Eso era parte del reto: tenía que admitir que hacía mucho que no se había esforzado por hacer actividad alguna. Era un buen ejercicio mental y físico.

—Debo concordar con la Madame Dumbledore —se apresuró a agregar Richard—. Hoy usted se ve radiante, señorita Bellerose. 

Por el rabillo del ojo, Richard alcanzó a notar dos figuras de las que no se había percatado antes. Los elfos no habían dado ninguna alarma, así que suponía que al menos una de ellas debía tener una invitación, como en el caso de Leonid con Hélene. Sin embargo, no tenía tiempo de revisar su lista y pasar desapercibido al mismo tiempo, por lo que descartó la posibilidad de averiguar quiénes eran en ese momento. Solo esperaba, que la misteriosa interacción de la bruja seguida de cerca por un mago, fuera tan solo eso: una interacción entre amigos, si bien poco ortodoxa.

Por si eso no bastara, notó que otra persona definitivamente no invitada y con una máscara más fea que la cara de Evans McGonagall se aproximaba justamente a la condenada pelirroja... o así pareció al inicio, hasta que se quedó petrificado en medio del recibidor. Richard había estado a punto de excusarse con sus invitadas para intervenir, sin embargo se detuvo al final, al ver quién se acercaba a éste. Solo lo había visto una vez antes de eso, en compañía del pastor y eso no cambiaba su impresión de saberse frente a un semejante. Amusgó los ojos y se desentendió del asunto.  Catherine estaba allí cerca, ella podría encargarse de Hessenordwood. Ese día no tenía intenciones de lidiar con alguien que era casi igual de "puntilloso" que él. Así que en lugar de armar una escena (recordándose que para empezar, ya no poseía la libertad de armar una) se volvió hacia Dumbledore y le pidió los dos primeros bailes, si eso era posible.

—Es una formalidad —le aseguró, esperando que el pedido no le resultara invasivo— pero considero que usted lo haría de forma excelente.

Era evidente que también estaba el asunto de lo conveniente que sería para Richard abrir el baile de la mano de la ministra de Magia francesa pero eso era apenas una "pequeña" ventaja. Había considerado pedírselo a Yaxley primero pero sabía, sin explicarse del todo por qué, que eso no funcionaría en su vínculo con la bruja. La conocía apenas un poco más que a Dumbledore pero le daba la impresión que ambos no llegarían a compartir un baile jamás en sus vidas ¿secretos? ¿Información conveniente? Tal vez. Eso sí, jamás un baile.

Frakin - Elfo de planta

¿Demasiado pequeño él, Frakin? Frakin jamás se había sentido tan insultado. Había cierto grado de orgullo, un orgullo profundamente oculto, en el grupo de elfos que trabajaba bajo su mando en el evento de ese día. No era que no pudieran ser serviciales o que no disfrutaran de su condición de servicio para con los humanos. Sin embargo, su proximidad con los círculos de los duendes le habían dado cierta perspectiva sobre su condición. Tomaban orgullo en lo que hacían, aún si la paga no era grande y sus servicios eran siempre impecables. 

Frakin se acomodó el smokin y siguió al mago, tomando cada pequeño detalle de sus instrucciones, dejando que lo acompañase y, en suma, mostrándose siempre correcto y a cargo de cada indicación. Si pensaba que él se negaría o cometería un error, el humano se equivocaba por mucho. Sus servicios para eventos no habían recibido jamás crítica alguna y así seguiría siendo. Frakin suspiró: siempre ser valet parking era el trabajo más agotador de todo el servicio, por inverosímil que eso sonara.

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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¿Cuántas veces había prometido que no volveria a aquella comunidad magica? ¿Cuántas se había jurado no regresar bajo ninguna circunstacia? Suspiró...

Habían sido muchas, demasiadas, en las que cada noche que se recostaba en la cama se decia a sí misma que en aquel lugar estaba mejor, o eso queria hacerse creer, sabía que no lo estaba ya que extrañaba lo que habia sido, extrañaba usar aquellos poderes que, hacia mas de un año, no usaba, pero sobre todo los extrañaba a ellos, necesitaba saber que ambos se encontraban bien después de que la guerra magica ya no eran más que simples rumores.

No había querido incomodar con su presencia la heredad, sabía que en sí, no lo hacia, pero no quería hacer creer a nadie que su regreso era permanente, no lo haría, sólo quería verlos una vez más, aunque fuera de lejos, era por ello que había reservado una habitación en el callejón Diagon para estar pendiente de cualquier cosa que pudiera saber de ellos y de lo que hacian.

Había sido difícil haber aprendido a vivir sin magia durante más de un año, pero ahora le resultaba sumamente difícil hacerla, además de que su varita parecia indispuesta a hacer lo que la rubia quería, suponia que en protesta, por el hecbo de no ocuparla.


Uno de los días que había bajado de su habitación al sombrio callejón, al regreso a ella, en el tocador había un sobre dirigido a ella, en donde le invitaban a una fiesta en la casa de los Moody, los anfitriones serían Catherine y Richard, a quienes Hannity los habia visto solo una ocasión en casa de los Evans cuando fue a visitar a su madre. Cuánto había pasado desde entonces...

Ahora tenía una pequeña ventaja, era muy probable que viera, o supiera de, alguno de sus padres en aquella fiesta de antifaces, no lo pensó mucho, no tenía por qué hacerlo y fue a buscar un vestido para la ocasión. 


Había llegado el dia de la reunión,  la pequeña rubia habia conseguido unos tacones lo suficientemente altos como para que su baja estatura pasara desapercibida, su vestido negro con aplicaciones en diamante y el anfifaz con toques dorados la hacian parecer algo que ella ya no era, que lo fue hace mucho tiempo, pero que ahora, su aspecto parecía consumido, probablemente lo que llamaban la maldición Ollivander la había alcanzado también a ella, aunque no estuviera  en la heredad, ya que tenía un aspecto similar al de Garry después de la luna llena. Por fortuna para ella, el maquillaje le hacia justicia y lucía igual de hermosa que antes de que se alejara de su querido mundo mágico.

El viaje, por medio de aparicion, había sido tan tedioso como lo recordaba, por fin, después de varios días intentando, la varita ponía de su parte para hacer magia, a la entrada, mostró su invitación y su mirada giraba con bastante rapidez para vislumbrar a cualquier persona que ella recordaba y poder sonsacar información de Bel o Garry, lo cual era imposible, ya que todos llevaban el rostro cubierto.

No tardó mucho en adentrarse en la fiesta llena de personas, de las cuales, algunas voces le parecían conocidas, pero había una que reconocería donde fuera, en cualquier instante y probablemente a una distancia considerable, aquella que arrastraba las palabras, como si le doliera pronunciar cada una de ellas, a diferencia de la estruendosa voz de su ¿abogado?

La cicatriz en la palma izquierda de su mano ardió, como si estuviera otra vez aquella marca de beleño tatuando su piel, era evidente, o eso creía ella, que él estaba cerca.

¿Esperas a alguien?... Lo escuchó decir, ¿se dirigía a ella? Por supuesto que no,  era a su acompañante, pero no pudo evitar responderle.

-No, a nadie- mintió, era evidente que lo esperaba a él, aunque en su imaginación no había esperado que fuera tan fácil, el latido de su corazón había incrementado y los grises ojos, detras del antifaz brillaban como nunca -¿Y tú?

Sería posible que él supiera con quién hablaba.
 

@ Hessenordwood Crouch

Editado por Hannity Ollivander Evans

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Tras la bienvenida de Catherine me quedo en blanco completamente, es como si nunca me hubieran dado una bienvenida a ningún lado o era simplemente que la bruja le recuerda a Made y Elien indefectiblemente y por eso no sabe muy bien que decirle, los dos primero minutos en que la escucha hablar con sus maneras tan educadas se pregunta cuanto le costaría a ella misma sonar así de formal, incluso se imagina pidiéndole a la bruja que le de algunas clases sobre el asunto, a sabiendas que nunca jamás se atrevería a pedírselo, primero porque no eran tan cercanas y segundo porque le recuerda demasiado a sus dos más queridas amigas y se siente nostálgica, preguntándose en su fuera interno si las dos brujas (o quizás solo 1 de ellas) aparecerían aquella noche tan esplendida. 

 

- Gracias por la bienvenida Cath enserio que es un sitio encantador y siempre es lindo volver a casa, me siento como en familia cada vez que vengo aquí, la exhibición y todo en la mesa se ve sumamente impecable y de un gusto exquisito, de verdad que se han lucido con todo y se que lo podremos disfrutar mucho, gracias por la invitación aquí, hacía tanto que no venía que realmente se extraño estar en familia de nuevo - Le digo con una sonrisa amable y sincera escuchando atentamente todo lo que iba diciendo - 

 

No quiero admitirle que se hizo lio mientras le decía lo que pueden hacer ahí, sabe que puede preguntarle luego a Darlis que hacer, porque ella si habrá entendido todo lo que dijo, entiende que pueden ir al salón, más no sabe  si quiere hacerlo, entrar y no ver ni a Made ni a Eilen le dolerá demasiado, por eso se decantó por quedarse adelante en primer lugar, además de haber visto a su amiga Darla y de haberse quedado por ella, presiente que no verá a las brujas y ese lugar le recuerda demasiado a ellas dos, pero Catherine es tan amable con ella que no puede más que sonreírle feliz pesé a su desazón y tristeza inicial, se promete pasar una velada divertida y alegré, procurando no romper nada ni tirar nada y encomendándose a merlín por no ser patosa por una vez en su vida.  

 

- No hay problema ve con Bel tranquila, mandalé un saludo de nuestra parte y por supuesto que luego iremos a curiosear todo por ahí, una velada y un lugar magnifico y como esta todo decorado parece de ensueño, enserio que se lucieron con todo, me gusta mucho como quedo - Le digo sonando más segura de como me encuentro en realidad - 

 

Solo respiro cuando se va a saludar a Bel, no quiere admitir que a pesar de adorar y de querer muchísimo a Catherine la bruja la pone nerviosa, siente que tiene que ser impecable en su presencia y si hay algo que ella no es, es eso justamente, puede ser de todo, menos impecable, por eso se alisa su vestido, preguntándose si tiene algún pliegue mal hecho y tampoco se le paso desapercibido que Darli le esta hablando y que sería de mala educación no responderle, así que le sonríe dispuesta a pasar una bonita velada en su compañía y en la de su acompañante claro está, que no es otro que Dany, a quien cree haber visto alguna vez en algún lado, pero su memoria de pez, le hace imposible saber muy bien en donde.  

 

- Mucho gusto Dani, pues ya me presentaron así que solo diré que sin Darlis no hubiera sobrevivido ni un día en mi trabajo, así que estoy feliz de encontrarla aquí también, de veras que no creí verla y agradezco que me pueda quedar con ustedes si es que puedo claro está, no quiero interrumpir ni nada pero me da cierta cosa andar sola por acá, adoro el lugar pero sin Made y sin Eileen, me siento rara el estando aquí... bueno digamos que sin ellas, como que falta algo en el lugar y por eso no me siento muy cómoda estando en esta casa - Digo en un susurro procurando que solo Darla y Dany lo escuchen, preguntándome si no estaría revelando demasiado a un completo desconocido -  

 

Entendí que mi amiga no quería decir mucho de donde trabajábamos o como nos conocíamos, supuse que era más para cuidar el que a mi no se me escapará que eramos de la Orden del Fénix, que otra cosa, algo extraño considerando que nunca entendía muy bien las indirectas, no se lo dije ni en ese momento ni después, pero por primera vez en la vida me sentí adulta en un lugar y mucho más grande de la cuenta, así que debería de intentar actuar como tal, por ende me puse derecha, más de lo que estaba y sonreí esperando las respuestas de ambos y prometiéndome pasar una bonita y feliz velada en su compañía. 

 

@ Darla Potter Black   @ Juv Macnair Hasani  @ Danny Lestrange  @ Melrose Moody

Editado por Luna Gryffindor Delacour
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